Elección

¡¿Cuántas ovejas están fuera y cuántos lobos dentro?! ¡¿Y cuántas ovejas que están en el interior, serán lobos fuera?! ¡¿Cuántos están ahora viviendo en libertinaje, y luego serán castos?! ¡¿Cuántos son los que blasfeman a Cristo pero luego creerán en él?! ¡¿Cuántos se están dando a la embriaguez y luego serán sobrios?! ¡¿Cuántos se aprovechan de la propiedad ajena pero luego darán libremente de lo propio?! Sin embargo, en la actualidad ellos están escuchando la voz del otro, están siguiendo a extraños. De la misma manera, ¿cuántos están alabando y luego blasfemarán?, ¿cuántos son castos que luego serán fornicarios?, ¿cuántos sobrios luego se revolcarán en la bebida?; ¿cuántos que están de pie andarán de caída en caída! Estos no son las ovejas.

Dios te respeta, tanto como cuando tu condición es baja o cuando es elevada, y por lo tanto no debe causarte mucho problema cuando esté abajo. No sólo eso sino que, para hablar familiarmente, él manifiesta más de su amor, gracia y ternura en el tiempo de aflicción que en el de prosperidad. Debido a que en primer lugar Dios no te escogió porque estuvieras en una situación elevada, no te olvidará porque ahora te encuentres abajo. Las personas podrán mirarte con desdén y alterar sus respetos cuando tu condición se vea alterada. Cuando una situación determinada haya arruinado tu finca, tus amigos de los buenos tiempos quizás se comporten como desconocidos al temer que pudieras ocasionarles problemas. ¿Pero acaso Dios hará eso? ¡No, no!

Cuando indaguen con respecto a la predestinación, que recuerden que están penetrando en los escondrijos de la sabiduría divina, donde aquel que se arroja con seguridad y confianza, en lugar de satisfacer su curiosidad, entrará en un laberinto complicado. Porque no es justo que un hombre curiosee con impunidad dentro de las cosas que el Señor quiso mantener ocultas dentro de sí mismo, y que escudriñe la sublime sabiduría eterna, la cual es su voluntad que no comprendamos sino que adoremos, y que así todas sus perfecciones se manifiesten. Esos secretos de su voluntad que él ha tenido a bien manifestar, son revelados en su Palabra—revelados en la medida en que él sabía que son conducentes a nuestro interés y bienestar.