Justicia

Si aquellos que se dedican a trabajar y laborar en la administración pública de la justicia lo hacen sólo como un negocio, con una sed de ganancia insaciable e inconsciente, sin estar persuadidos en el corazón de que la justicia es la obra de Dios mismo, y que ellos son sus agentes en este asunto, que la sentencia es el veredicto de Dios mismo, y que ellos son sus sacerdotes para entregarlo, las formalidades de la justicia sirven para ahogar el derecho, y lo que fue ordenado necesariamente para el bien común es hecho causa de miseria común por medio del abuso vergonzoso.

Considera dónde estás, mira lo que has hecho, mira por qué estás sufriendo, y luego mira lo que estás sufriendo. El bien y el mal son contrarios. Lo que es justo es lo correcto. No todo lo que se llama “bueno” es lo correcto. ¿Qué pasa si alguien te señala como correcto lo que es injusto? Tampoco está bien llamar bueno a algo que es injusto. Lo que es verdaderamente correcto, es también justo. Ten en cuenta lo que has hecho, no lo que estás sufriendo. Si has hecho lo correcto, estás sufriendo mal, si has obrado mal, estás sufriendo correctamente.

Aunque el diablo se enfurezca más cruelmente que nunca, y aunque la carne nunca haya sido tan frágil, sintiendo deseos cada día y a cada hora en contra de los mandamientos santos de Dios, y hasta en contra de Dios mismo, no hay motivos para desesperarte. Lo que tenemos delante de nuestros ojos no es el tiempo de la justicia. Esperamos lo que se nos prometió, el reino eterno, preparado para nosotros desde el principio.