Entendiendo el estado espiritual del niño

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I.    Introducción

A.    Un mensaje muy importante, muy serio. Como padres tendremos que dar cuentas a Dios por nuestros hijos. Pone sobre nosotros una gran responsabilidad.

B.     Nuestro mayor interés debe ser que nuestros pequeños estén en una buena relación con Dios. Tener mucho cuidado no confundirles y no guiarles mal.

C.    )Cómo ve Dios a estos pequeños? )Cómo debemos relacionarnos con ellos? )Qué debemos enseñarles acerca de Dios?

D.    Es importante que sepamos para que no seamos culpables de hacerles tropiezo.

E.     Dos partes

1. Su estado espiritual

2. Cómo debemos relacionarnos con ellos

3. Algunos dirán: "Si, es inocente, déjelo." Eso no es la respuesta.

II. Su Estado Espiritual

A.    El Señor no quiere que ninguno perezca

1.   De los niños aquí presentes.

B.     Mateo 19. 13-15 - de tales es el reino de los cielos

C.    Mateo 18.3 - si estos niños habrían tenido necesidad de la conversión Jesús no hubiera dado este ejemplo

D.    Marcos 10.16 - La bendición de Dios nunca descansa sobre pecadores

1.   no dijo, "Arrepiéntense, Síguenme, Os es necesario nacer de nuevo

E.     Pecador - niños

1.   Por la desobediencia de Adán y Eva, el pecado ha sido pasado a cada generación

a.     La maldición del pecado ha vino sobre cada individuo aparte de la decisión personal

b.     Salmos 51.5; Rom. 3:23

c.     Está en esclavitud a su naturaleza pecaminosa; le es más fácil hacer lo malo que hacer lo bueno

d.     Su naturaleza pecaminosa produce mala conducta

2.   La sangre de Jesús fue derramada para los niños también. Pero el niño está seguro bajo la sangre de Jesús no porque ha aceptado a Jesús sino porque nunca le ha rechazado

3.   Dios no los hace responsables por sus malos hechos como hace responsable a los adultos.

a.     Los niños no pueden entender esta responsabilidad y así son inocentes.

(1)   no entienden el arrepentimiento ni porque lo necesita

F.     Dios trata con los niños a través de los padres

1. Prov. 22:15 -- No dice -- guiarles a Cristo, bautizarles, ponerles un velo

2. Eph. 6:1, 2 -- el único mandato de Dios a los niños

3.   Los niños son responsables a sus padres mucho como los adultos son responsables a Dios

a.     Cuando el padre corrige a su hijo por hacer mal - Dios queda satisfecho. Los padres ayudan a sus hijos a vivir una vida de paz -- por el castigo. Les da seguridad.

b.     Los padres son hechos responsables para el niño para ayudarlo a  entender su relación con Dios

c.     siendo inocentes - aprenden de Dios, pueden amar y orar a Dios, saben que deben obedecer a sus padres porque Dios lo quiere; pero no conocen a Dios por experiencia porque Su Espíritu no está con ellos.

III.       Principios en Relacionarnos con los Niños y Enseñarlos

1.   Es imposible evitar que le niño aprenda de las realidades de la vida y del juicio venidero. Por la predicación, enseñanza en la casa y la escuela aprende de la muerte, el juicio, el infierno - y esto no es malo porque les será importante para el futuro.

2.   no debemos hacerles sentir culpables ni temorosos. Son inocentes.

A.    No debemos hacerles sentir responsables a Dios. No decirles que deben arrepentirse, aceptar a Cristo, buscar perdón por sus pecados

1.   Son responsables a sus padres

2.   enseñarles las historias bíblicas, lecciones, la diferencia entre lo bueno y lo malo, etc...

B.     Hacerle responsable por sus acciones.

1.   por la disciplina - un niño siente culpa por hacer mal - disciplina le libra de esta culpa.

a.     estas experiencia ayudan al niño a establecer su concepto de Dios y Su actitud hacia el pecado.

(1)   si el padre pasa por alto toda clase de rebeldía y desobediencia, él piensa que así es Dios también. No toma nada en serio.

(2)   por el perdón también.

2.   en disciplinar no debemos hacer que el niño sienta que ha pecado contra Dios.

a.     No debemos pedir al niño pedir perdón a Dios por su mal hecho

(1)   Deben pedir perdón a sus padres o a otros que han ofendido pero no son responsables a Dios.

b.     No decir - Dios está enojado con lo que hiciste - Dios te va a castigar.

(1)   son mentiras, no es justo confundirá la fe del niño

(2)   el niño tendrá un temor o miedo pero cuando nada sucede dudará que jamás Dios le irá a castigar

C.    Si el niño no siente culpa debemos dejarlo que alegremente siga su vida.

D.    Contestar sus preguntas honestamente  y francamente

1.   )Soy Cristiano como mis padres? NO

2.   )Me va a castigar Dios por lo que hice? NO


a.     No decir - Dios no te quiere cuando eres desobediente

3.   )Iré al cielo si muero? Si.

a.     No decirle - Si haces lo bueno irás al cielo.

IV.        )Los Niños son Inocentes Hasta Cuando?

A.    Lucas 2.41,42

1.   Bar Mitzvah - una ceremonia por lo cual un niño judío llegaba a ser parte de la comunidad religiosa de los adultos.

2.   Antes de este tiempo sus padres eran responsables por su vida espiritual. Desde este día el niño llegó a ser responsable personalmente por su vida  espiritual.

3.   Según la ley judía no había duda hasta qué edad era inocente - hasta los doce años.

B.     Hoy la iglesia no decide, los padres no deciden, ni el niño decide- Dios decide.

1.   Sn. Juan 6.44 - Cuando Dios le llama, el niño deja de ser inocente. Dios le llama por medio de Su Espíritu

2.   )Qué es el llamamiento del Espíritu?

a.     Juan 16.9-11

(1)   ser convencido que uno es pecador, que está perdido, que está sin esperanza. No sólo cierto pecado -- el sentimiento de ser pecador

(2)   de justicia - que hay que tener una vida cambiada, hay que obedecer la Biblia, que Cristo es el único quien puede salvar por Su sangre derramada en la cruz

(3)   de juicio - que habrá un día cuando tendremos que dar cuentas y hay que estar preparado

b.     Cuando un niño entiende y está convencido de esto siente triste, sin paz, con temor y la única cosa que puede hacer para encontrar paz y gozo es entregarse al Señor

3.   El tiempo de este llamamiento dependerá de la inteligencia del niño y de la enseñanza que ha tenido en su niñez.


a.     entre nuestros niños - podemos esperar que este llamamiento les  vendrá usualmente de 12 a 14 años.

4.   Es importante que enseñemos a nuestros niños y los guiemos en tal manera que cuando oyen este llamamiento responden

a.     Nos debe dar gozo y satisfacción ver a los niños responder y pena cuando no responden

b.     Al decir nosotros como padres que esperan es ir en contra de Dios porque Dios dice - (ya es tiempo!


c.     Si los padres o la iglesia tiene la actitud que deben esperar, que son muy pequeños todavía, etc... y el niño siente esta actitud puede rechazar el llamamiento y cada vez que lo hace endurece un poco más su corazón y es posible que los perderemos para siempre. Tendremos que dar cuenta por esto.

d.     Como padres y hermanos nuestra actitud debe ser una de gozo al verlos responder y una actitud de amor, compasión y de querer animarlos, guiarlos con mucho cuidado en sus vidas nuevas

V. Conclusión

A.    Dios ha puesto en nuestro cuidado un encargo muy grande, de gran valor y de mucha estima. Qué no seamos culpables por estorbarles en sus vidas espirituales por hacerles sentir culpables cuando son inocentes ni por hacerles sentir inocentes cuando Dios dice que son culpables.

               B.   ATomé entre mis manos una pequeña mano de un niño. Él y yo íbamos a caminar juntos durante un tiempo. Yo debía guiarle hasta el Padre, Era una tarea que me abrumaba, pues tremenda era la responsabilidad. Y yo le hablaba al pequeño solamente del Padre. La pinté la severidad del Padre si el niño hacia cosas que no le agradaban. Pasamos junto a árboles altos. Yo le dije que el Padre tenía poder para derribarlos, echarlos abajo por su rayo fulminante. Caminamos bajo el sol. Le hablé de la grandeza del Padre que hizo el sol que quemaba y resplandecía.


Y, en un crepúsculo nos encontramos con el Padre. El  niño se escondió detrás de mí; tenía miedo; no quería mirar a ese rostro tan severo. Él recordó mi descripción, no quería poner su mano en la mano del Padre. Yo estaba entre el niño y el Padre. Comencé a examinarme. Yo había sido tan exageradamente serio.

               Tomé entre mis manos la pequeña mano de un niño. Debía guiarlo hasta el Padre. Yo me sentía agobiado por la multitud de cosas que iba a enseñarle. No perdimos el tiempo dando vueltas. Nos apurábamos para ir de un lugar a otro. En un momento estábamos comparando las hojas de los árboles, al siguiente estábamos examinando el nido de un pájaro. Mientras el niño me preguntaba en cuanto al nido, yo le sacaba corriendo de allí para que siguiera a una mariposa. Si por casualidad se llegaba a quedar dormido, lo despertaba porque no quería que perdiera nada. Yo quería que viera. Hablábamos del Padre a menudo y rápidamente. Yo vaciaba en sus oídos todas las historias que debía saber, pero a menudo nos interrumpía el soplido del viento, del cual debíamos hablar; la salida de las estrellas que debíamos estudiar; el burbujear de la corriente, que debíamos seguir para ver donde nacía.

Y al crepúsculo nos encontramos con el Padre. El niño apenas lo miró. El Padre le extendió la mano, pero el niño no tenía el interés suficiente para tomarla. Sus mejillas ardían de fiebre. Se dejó caer exhausto, sobre el suelo, y se quedó dormido; otra vez yo estaba entre el niño y el Padre. Comencé a examinarme. Le había enseñado tantas, tantas cosas.

               Tomé entre mis manos la pequeña mano de un niño para guiarlo hasta el Padre. Mi corazón estaba lleno de gratitud por el hermoso privilegio. Caminamos lentamente. Yo adaptaba mis pasos a los pasitos cortos del niño. Hablamos de las cosas que al niño le llamaba la atención.

A veces era una de las aves del Padre; mirábamos cómo construía su nido, y la mirábamos poner sus huevos. Después nos interesaba el cuidado que daba a sus hijitos.


A veces juntábamos las flores del Padre, y apretábamos sus pétalos suaves, y admirábamos sus colores brillantes. A menudo contábamos historias del Padre. Yo se las contaba al niño y él me las contaba a mí. Nos las contábamos los dos, una y otra vez. A veces parábamos para descansar, recostándonos en los árboles del Padre, y dejábamos que su aire refrescara nuestra frente, y no hablábamos.

Y luego, al crepúsculo, nos encontramos con el Padre. Los ojos del niño brillaron. Miró hacia arriba con amor, confianza y deseo, al rostro del Padre; puso su mano en la mano del Padre. Por un momento se olvidaron de mí. Yo estaba contento.

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