El verdadero enemigo (Nehemías 5)

Reconstruyendo los muros  •  Sermon  •  Submitted
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En este mensaje se verá como uno de los mayores enemigos que tuvieron los israelitas fueron ellos mismos.

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El problema (Nehemías 5:1-5)

Hasta este momento el pueblo de Israel con Nehemías al frente había enfrentado diferentes adversidades externas y a todas habían salido victoriosos, la moral de los israelitas estaba alta, confianza en Dios había aumentado y las murallas estaban prácticamente reconstruidas. Sin embargo, en este momento nos encontramos con un desafío completamente diferente ya que el problema que tiene ahora el pueblo no es externo, sino interno. El verdadero enemigo al cual tenían que hacer frente los judíos eran ellos mismos.
Los ataques originados dentro del mismo pueblo eran más devastadores que los que se habían producido externamente. Además algunos judíos se encontraban mejor en el exilio que en su propia nación, los judíos exiliados por lo menos gozaban de cierta seguridad y vivían juntos la familia, pero ahora a causa de la avaricia del propio pueblo judío había gente que estaba destruyendo incluso esa unión familiar.
Me llama la atención ver como a pesar de todos los ataques externos que recibió en ningún momento se propuso Nehemías paralizar el trabajo que estaban realizando. Sin embargo, sí lo hizo ante este obstáculo con el fin de corregir el gran problema que se había originado dentro del pueblo de Israel, porque ¿De qué sirve levantar un gran edificio para Dios cuando adentro está un pueblo que vive para el diablo?
El problema que se había originado era que los propios judíos adinerados estaban asfixiando a sus compatriotas exigiéndoles los intereses de la deuda prestada. Los judíos pobres tenían que pedir prestado dado que las cosechas no habían sido abundantes como para alimentar la familia y porque tenían que pagar los duros impuestos que exigía el gobierno Persa para mantener su imperio. Por lo tanto, el hambre, las familiar grandes que alimentar y los altos impuestos del gobierno condujeron a la bancarrota a los pobres agricultores judíos. Cuando lo que obtenían al hipotecar sus tierras no era suficiente para pagar las deudas, se veían obligados al recurso desesperado de vender a sus propios hijos como esclavos, sino, se morirían de hambre ellos junto con sus hijos.
Parece ser que el pueblo de Israel no ha aprendido absolutamente nada ya que el pecado de explotación económica fue uno de los pecados que les llevó al cautiverio ya los profetas Isaías, Jeremías y Amós se habían levantado en contra de esta práctica pecaminosa.
Aunque esta historia podría parecernos irrelevante y arcaica tiene una gran lección que darnos a nuestras vidas actualmente dado que al igual que los judíos eran un problema para ellos mismos hoy en día el mayor enemigo al que debemos de enfrentar en muchas ocasiones no se encuentra fuera, sino que está dentro de la iglesia, a veces nuestro mayor enemigo no es un incrédulo, sino algún miembro de la iglesia, en otras ocasiones el mayor enemigo nuestro no se encuentra en nuestro entorno laboral o en nuestra comunidad de vecinos, sino que es nuestra propio cónyuge u otro familiar cercano. En ocasiones el enemigo no está acampado fuera de los muros, sino dentro de la misma ciudad.
Precisamente cuando parecía que ya habían vencido a los enemigos de afuera, las discordias y las divisiones que surgieron de adentro amenazaron el éxito del proyecto de reconstrucción. Eso mismo también ocurre en nuestros días, cuando la iglesia descansa de sus enemigos externos y disfruta de un tiempo de paz para llevar a cabo la gran comisión, Satanás comienza a moverse dentro de los miembros de la iglesia con el propósito de causar divisiones y Lucas dentro de la iglesia para desviarla de su obra. Bob mumford dijo una vez acerca de los cristianos lo siguiente: «Los cristianos somos el único ejército que le dispara a sus heridos»

La solución (Nehemías 5:6-13)

Ahora bien cuando Nehemías escuchó el asunto por parte del pueblo oprimido nos dice la Biblia que se enojó grandemente. Mirad que grado de indignación tenía Nehemías que no es hasta este momento que nos encontramos a un Nehemías enojado, lo hemos visto triste, cabizbajo, pero no enojado y no es hasta escuchar este asunto que se enoja. Y no es para menos ya que al enterarse que su propio pueblo es el que está siendo una carga persa para ellos mismos debe de producir semejante emoción.
Había judíos que se estaban aprovechando de la situación precaria de sus hermanos judíos para enriquecerse ellos mismos. Aquellas personas que se consideraban parte del pueblo de Dios eran las primeras en cometer injusticias y usura por esa razón se enojó Nehemías. No podía concebir el egoísmo, codicia e insensibilidad que había en su propio pueblo. Era una falta de temor a Dios increíble ya que Dios en su ley prohibía cobrar intereses a personas del mismo pueblo que estuvieran empobrecidas ( Éxodo 22:25 “»Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como usurero ni le cobrarás intereses.” ; Levítico 25:35-37 “»Si tu hermano empobrece y recurre a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. No tomarás de él usura ni ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo. No le darás tu dinero a usura ni tus víveres a ganancia.” )
Lo que estaban haciendo los ricos judíos eran ser un objeto de burla para las naciones enemigas de Israel, estaban dando una muy mala imagen de Dios a sus vecinos, en vez de alumbrar a Dios, lo que estaban haciendo era ensuciar su luz. W. E. Sangster solía hacer reflexionar a las personas con la siguiente pregunta: «¿Habrá quién se quede fuera de la Iglesia de Jesucristo porque yo estoy dentro?»
El problema que tuvo el pueblo de Israel consistía en que los judíos adinerados querían hacer lo mismo que hacían el resto de naciones, aprovecharse de los necesitados. El gran problema que tuvo el pueblo de Israel es que la mentalidad mundana no estaba fuera de los muros, sino en sus propias vidas, el mundo estaba dentro de sus propios corazones. Por mucho que a nosotros nos cueste no debemos de imitar las costumbres pecaminosas de las personas y naciones que nos rodean. La iglesia aunque está en el mundo no se debe comportar como el mundo, la iglesia se debe comportar de una forma diferente, tenemos que ser luz y sal en el mundo. El pueblo de Dios no debe de ser igual que las demás naciones
La solución que propone Nehemías al reunir a todo el pueblo es que se cancelaran todas las deudas y los ricos devolvieran los intereses a los pobres. El pueblo de Israel no podía avanzar en la obra si entre ellos mismos se estaban esclavizando. De la misma manera no podemos avanzar en nuestros planes y propósitos de Dios si no ponemos nuestra cuenta a cero con el resto de nuestros hermanos, la rivalidad y envidia no contribuyen al crecimiento, sino al estancamiento y malestar, el pueblo de Israel no podía avanzar si no se empezaba todo de cero. En ocasiones cuando hay una pelea entre hermanos y hermanas de la iglesia hay problemas que llevan tantos años y que está tan enquistado el problema que lo más sabio es dejar a un lado nuestro ego y nuestro orgullo y restablecer la paz comenzando dicha relación de cero, eso nos va a llevar a cada uno de nosotros un precio de la misma forma que a los judíos ricos también les costó un precio restablecer la paz en Jerusalén. Algunos judíos adinerados perdieron gran parte de su dinero, pero la pregunta es ¿Andaremos en el temor de Dios para no ser objeto de burla de nuestras naciones enemigas?
La actitud del pueblo fue responder favorablemente, tuvieron una actitud muy similar a la de Zaqueo en el Nuevo Testamento dado que cuando Dios nos visita y toca nuestros corazones no nos deja indiferente, no cambia solo nuestra forma de pensar, sino también nuestra forma de actuar.
Y esta misma obra es la que realizó Cristo con cada uno de nosotros. Nosotros habíamos contraído con Dios una deuda enorme, imposible de pagar a causa del pecado. La paga del pecado es la muerte, la condenación eterna. Sin embargo, Dios quería rescatarnos de nuestra bancarrota espiritual, Dios se apiadó y tuvo compasión de nosotros y obró dejando nuestra cuenta a cero delante de Dios. Ahora bien como en el tiempo de Nehemías alguien tenía que salir perdiendo, en los tiempo de Nehemías eran los ricos judíos que tenían que perder parte de sus riquezas para restablecer el orden. Pues bien Dios para restablecer el orden y la relación con nosotros no perdió riquezas, sino que perdió a su propio hijo, se entregó Él mismo, entregó su propia vida para que nuestra deuda estuviera pagada delante de Dios y pudiéramos gozar de una eterna relación con Dios.

El ejemplo (Nehemías 5:14-19)

El último punto que nos lleva este mensaje es ver como fue Nehemías el primero en dar ejemplo al pueblo de Israel de la actitud correcto. Nehemías no solo se preocupó de indicarles el camino correcto, sino que el fue el primer perjudicado por hacer las cosas correctamente tal y cómo él estaba enseñando.
Esta sección es muy interesante, ya que estas palabras las escribió Nehemías cuando regresó de vuelta a Susa cuando terminó su misión en Judá. Esto nos recuerda un poco al apóstol Pablo cuando se tiene que defender en la segunda carta de corintios ya que no es raro tal y como hemos visto que la persona que sirve al Señor acabe teniendo problemas y falsas acusaciones. Nehemías negó la acusación de que había explotado al pueblo y que estaba en la obra para obtener ganancias personales; hizo ver que ni siquiera había tomado el pago que le correspondía por ser gobernador, mas bien hizo todo lo contrario, usó su dinero para servir a los demás. Nehemías se desinteresó de sí mismo y se preocupó primeramente por los intereses del pueblo al que había sido enviado a servir. Nehemías se había convertido en todo un ejemplo para los israelitas ya que a diferencia de los anteriores gobernadores que abusaron del pueblo, él no usó los privilegios que se le habían concedido.
No vemos a Nehemías comprando tierras ni prestando dinero con usura, Nehemías no fue a Jerusalén para aprovecharse de los judíos y pillar su cacho de pastel, sino que él vino para reedificar el muro de Jerusalén, el vino para servir a Dios, y no para que los demás le sirvieran a él. La forma de ver la vida Nehemías según nos enseña el versículo 15 no era considerar lo que fuera más beneficioso para él, sino que se plantea en primer lugar qué será lo que más complazca a Dios. El temor a Dios acaba incrementando el respeto a las personas dado que las personas son creadas a imagen y semejanza de Dios.
El ejemplo tiene que comenzar en uno mismo. Nehemías quería que el pueblo dejara la usura hacia sus hermanos y la manera de solucionar el problema era que se cancelaran todas las deudas que tuvieran entre ellos para empezar de cero. Nehemías había sido el primero que había dejado dinero prestado a sus compatriotas israelitas e iba a ser el primero en perdonar esa deuda que le debían.
Y esta actitud que tenía Nehemías nos apunta hacia las páginas del Nuevo Testamento a la persona más importante de la historia y del universo, nos apunta a Cristo. Aquél que dejó todos sus privilegios y adoraciones celestiales con el fin de servir al ser humano, tal y como enseña la Biblia en Marcos 10:45 “porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.” Jesús vino para realizar una obra mayor que la de Nehemías, Jesús no vino a restaurar un muro, vino a restaurar tu vida y a rescatarte del infierno, Nehemías vino a servir a sus compatriotas, pero Jesús vino además de servirnos a cada uno de nosotros a entregar su propia vida.
Ahora bien ¿Cuáles fueron las razones por las que Nehemías se comportó de tal manera con su pueblo? La primera razón es porque era una persona temerosa de Dios y quería hacer las cosas según los mandamientos divinos. La segunda razón es porque tenía carga y pesar por su propio pueblo, estaba lleno de compasión hacia su pueblo y al ver las necesidades de su propio pueblo su corazón se conmovió al ver que llevaban una carga muy pesada (Nehemías 5:18). Y por último, tal y como nos enseña el último versículo de este pasaje, era porque estaba motivado por el deseo de recibir la bendición de Dios en su propia vida. Buscaba la recompensa divina y no humana. No le interesaba los premios terrenales y temporales, sino los que no se marchitan ni se pierden.
Concluyo el mensaje recapitulando las aplicaciones más importantes, en primer lugar pongámonos en paz los unos con los otros tengamos nuestra cuenta a cero, no alberguemos rivalidades, celos o envidias con ningún hermano de esta congregación pongámonos a servir juntos al mismo Dios. Y en segundo lugar no nos amoldemos a este siglo y a las costumbres de los ateos que renuncian los valores y mandamiento de Dios, sigamos firmes en nuestras creencias cristianas, caminemos en rectitud sirviéndonos los unos a los otros y de esta forma alumbraremos al mundo la luz de Cristo y algún día Cristo nos recompensará por cada obra que hayamos hecho para Él ya que el no dejará a nadie sin la recompensa que se merezca.
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