El Consejo de Dios: Escuchen y aprendan. Aprendan y actúen

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INTRODUCCIÓN: Se cuenta la historia de un maestro, quien tenía en su clase un alumno aventajado. Este muchacho llegó a creer que su sabiduría superaba a la de su maestro. Un día vio a su maestro enseñar a un grupo de niños sobre la creación del universo. El joven criticó al maestro diciéndole: ¿Por qué pierdes el tiempo enseñando a unos niños que solo saben jugar? En otra ocasión, el joven vio que el maestro explicaba a una campesina sobre la gracia de Dios. De nuevo el alumno cuestionó al maestro, ¿Por qué pierdes el tiempo hablando de conocimiento bíblico a una mujer que solamente sabe arar la tierra y criar gallinas? Una tarde el joven vio al maestro lijando el tronco de un árbol grande. Intrigado preguntó al maestro qué estaba haciendo. “Estoy haciendo un buen palo”. Maestro definitivamente te gusta perder el tiempo. Es más fácil cortar una pequeña rama y lijarla que hacerlo con todo el árbol. El maestro sonrío, es que necesito un palo bien grueso para educar a un alumno que cree saber todo y sintiéndose superior a los demás, demuestra que es un necio.

La moraleja de esta historia la podemos resumir diciendo: El buen alumno no es aquel que supera al maestro, sino el que aprovecha el tiempo para escuchar la enseñanza y aplicarla en su vida sirviendo a los demás.

La Palabra de Dios en este día nos regala maravillosas enseñanzas, que pueden derivar en varios temas. Hoy quiero destacar una porción en el que está claro el consejo del Señor para vivir como creyentes, una verdad que necesitamos todos:

Necesitamos escuchar a Dios para aprender de Dios. Pero también necesitamos que lo aprendido de Dios lo pongamos en práctica.

1. ESCUCHEMOS Y APRENDAMOS DE DIOS. Santiago 1: 17-19ª.

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.

Dios quiere que escuchemos y aprendamos que todo lo bueno viene de él.

Cuando Dios creó al mundo y sus criaturas, los hizo bueno en gran manera, es decir perfecto.

Entonces el pecado, la maldad, la tragedia, las calamidades no proceden del Señor

Dios quiere que escuchemos y aprendamos que Él no cambia.

Sus palabras son ratificadas al mostrarnos por la Palabra cómo es él: Dios es inmutable.

La naturaleza cambia constantemente. La tierra gira, las estrellas se mueven, pero Dios permanece. Dios no cambia jamás.

18 Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación. 19 Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar

Dios hizo y hace por nosotros: nos hizo nacer mediante la palabra de verdad

El Señor no solamente no cambia, sino que es amor y misericordia. Dios nos dice que obra en nosotros, por el poder de su Palabra, usada por el Espíritu Santo, para hacernos nuevas criaturas. Para convertirnos en miembros de su familia, para que seamos el mejor fruto de su creación, sus hijos amados y herederos de la gloria eterna. Es la buena noticia que Todos deben estar listos para escuchar

2. DEMOSTREMOS LO APRENDIDO CON HECHOS. Santiago 1; 19b, 22, 26-27.

Ahora Dios nos motiva a escuchar la Palabra, sino que nos hace una exhortación: 19b Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben ser lentos para hablar y para enojarse;

Dos elementos: Primero: Los hijos de Dios, como buenos alumnos del Espíritu Santo, escuchan la Palabra de Dios y están quietos para conocer del Señor.

El enemigo va a intentar distraernos, no solamente cuando estamos en la calle, también en el interior de la Iglesia. Estamos en el templo de cuerpo presente, pero nuestras mentes y corazones divagan, al final no aprendemos nada, porque el interés está en otras cosas y el resultado es perder las bendiciones y las respuestas de Dios.

El segundo elemento es que debemos desechar es el enojo. Resulta imposible escuchar de Dios amoroso si estamos enojados, airados, inconformes. Cuando estemos así, debemos orar diciendo: “Tu sangre me limpia, me has dado el perdón, tu Espíritu Santo, me llene de amor”.

El Señor desea que además de ortodoxos, es decir que tengamos la sana doctrina, que seamos ortoprácticos, practicando lo aprendido: 22 No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.

La mayoría de nosotros, creyentes, nos encantan los sermones vivos, nos alegra escuchar la predicación cuando mueve nuestras emociones y salimos contentos de la iglesia, pero: 23 … no la pone en práctica… 24 y, después se va y se olvida... 25 Pero quien se fija atentamente y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.

Hay bendición en escuchar la Palabra, pero hay bendición multiplicada en oírla, no olvidarla y practicarla. No se trata de que seamos creyentes de apariencia sino de vivencia.

Dios en forma directa nos da un ejemplo: 26 Si alguien se cree religioso (creyente verdadero) pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.

Tenemos personas que refrenan su lengua para no predicar la Palabra, testificar de Cristo, orar al Señor, pero a la hora del chisme, el comentario dañino, se comportan como demonios, como caballos desbocados.

Nada hace más daño a la obra de Dios que el chisme, la división, la critica. Eso espanta mucha gente de la Iglesia y lo triste es que no fue el diablo, sino alguien que tiene como alias, como apodo: “cristiano”.

Poner en practica la Palabra de Dios va más allá de la religiosidad, tiene que ver con acciones para mostrar a los demás el amor de Dios: 27 La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.

Obrar con misericordia a los que están necesitados: Como Iglesia debemos hacer programas para atender a la gente en sus necesidades materiales, aprovechando ese tiempo para compartirles el amor de Dios y la obra de Cristo. No predicar el evangelio en un programa social, es simplemente obra de caridad, podemos dar ropa, alimento, clases de inglés, pero sin el evangelio el infierno se llenara de gente vestida, alimentada y bilingüe. La tare de la Iglesia es predicar a Cristo no es ser una agencia de ayuda social.

Actuar como personas de fe verdadera: conservarse limpio de la corrupción del mundo. Estar en el mundo no significa vivir como esclavos del pecado, por el contrario, aunque el mal y el diablo nos rodeen, nosotros vivimos como luminares de Cristo, como sal de la tierra, es decir como creyentes nacidos mediante la palabra de verdad.

Esta manera de vivir solo puede ser lograda con la ayuda de Dios, lo hermoso es que el Señor está listo para brindarnos su ayuda, entretanto que nosotros tenemos la mirada puesta en “Jesús, el autor y consumador de la fe”.

CONCLUSIÓN:

Hermanos es hora de hacer un inventario de todo lo que el Señor hace por nosotros:

Nos ha creado. Dios provee para nosotros conforme a sus riquezas en gloria para que nada nos falte. Envió a su Hijo a morir por nuestros pecados y darnos por gracia, por fe, el perdón, la salvación y la vida eterna. Esto es lo que escuchamos y por fe creímos a Dios.

Ahora nos toca vivir conforme a esa vocación santa. Pidamos al Señor para que mientras estemos en el mundo vivamos para él y lo reflejemos en cada una de nuestras acciones y palabras, de esta manera el mundo entero será impactado por el testimonio de la Palabra de verdad y por el ejemplo de sus hijos amados.

Que todo lo que hagamos, sea de palabra o de hechos, lo hagamos para la Gloria de Dios y mediante su ayuda.

Amén.

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