¿Cómo educar a nuestros hijos?

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INTRODUCCIÓN: Hace poco estuve en la barbería. Como es costumbre entre la gente, siempre hay temas que dialogar con la persona que nos corta el cabello. Se dice que las barberías son el centro de información de todo lo que pasa en la ciudad y el país.

En mi caso, cuando visito cualquier lugar busco la manera de compartir la Palabra de Dios. Así que buscando un tema que me permitiera dialogar, le conté que cuando era niño, era mi padre y no yo, quien decidía el corte de cabello. Le referí que en mi niñez se estaba desarrollando la guerra de Vietnam, y las imágenes que se veían en la televisión, eran la de los soldados, con un corte de cabello muy particular, lo que impuso como moda un estilo de corte de cabello: “El estilo Yanqui”: Le cortaban todo el pelo y dejaban solo la pollina. El tema me permitió comparar que los tiempos han cambiado y el respeto y honra a los padres está desaparecido, lo que ha causado grandes problemas en la sociedad.

El joven barbero me contó sobre su padre y la disciplina estricta en la que fue criado, sin embargo, él y sus hermanos anduvieron en drogas. Dos de ellos fueron a la cárcel, el mayor murió en una prisión de Carolina del Norte.

¿Cómo pasó que en un hogar donde hubo disciplina estos muchachos delinquieron? ¿ La aplicación de la disciplina, en este caso, no fue suficiente?

Necesitamos ir a la Palabra de Dios para consultar la opinión del Señor y, en este pasaje del evangelio de Marcos, hay algunas guías que debemos considerar, en la responsabilidad de Educar a nuestros hijos.

1. DERRIBANDO LAS BARRERAS DE COMUNICACIÓN. Marcos 10: 13.

13Le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban.

El versículo es bastante sencillo para interpretar. Hay una clara enseñanza: los padres creyentes o simpatizantes de Cristo, deseaban que sus hijos tuvieran contacto con él. Los discípulos trataron de impedir que los niños se acercaran al Señor. Es probable que pensaran que Él tenía cosas más importantes que hacer.

Este texto lo podemos usar, en el marco de la totalidad de la revelación divina, para notar que muchas veces los padres colocamos más barreras, que las que ya existen como consecuencia del pecado, para evitar un contacto directo entre los niños y Dios. La Biblia muestra la importancia de enseñar a los hijos la Palabra de Dios. El caso de Timoteo es un ejemplo. Este joven recibió tempranamente la instrucción de su abuela y su madre, Dios usó su Palabra para darle la salvación, para usarlo en el ministerio.

Allí vemos que no es positivo colocar a los hijos barreras para su vida espiritual, pero hay otras clocadas por los padres para que los niños se entretengan: Le damos TV, pero no controlamos el contenido. Le damos computadoras con acceso a la Internet, sin advertirles ni supervisar donde navegan ni con quien se conecta. No tenemos tiempo para darles educación cristiana, pero si para ir a una tienda y regalarle un video juego sin medir la violencia que se expresa en muchos de ellos.

Mientras los niños estén ocupados, los padres tendrán tiempo para velar de que en casa no falte ni comida ni cerveza. Al no atender a los hijos, por falta de tiempo, o porque hacen preguntas tontas o profundas, en la calle van a encontrar quien responda, con el riesgo de que, la mayoría de las veces, recibirá el peor de los consejos. Que triste que muchos padres regalen un costoso I Po, pero no pongan en manos de sus hijos el tesoro de la Palabra de Dios.

2. ENSEÑANDO VALORES Y PRINCIPIOS Mr. 10: 14-15

14Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: —Dejen a los niños venir a mí, y no se lo impidan, porque de los tales es el reino de Dios. 15De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Los discípulos se equivocaron al pensar que Jesús, iba a mirarlos agradecido por quitarle de encima a esos niños y a sus padres. Jesús reaccionó en forma totalmente diferente: se indignó.

También los exhortó para que cambiaran la actitud hacia los niños: —Dejen a los niños venir a mí, y no se lo impidan. El Señor mostraba que Dios ama a todo el mundo, incluyendo a los niños. Que vino a buscar y salvar a los pecadores, incluido los niños. Que su mandato de ir a todas las naciones incluye a los niños. Que la fe que salva es para toda la humanidad.

Basta recordar lo que Dios dice en su Palabra: “En pecado he sido formado y concebido por mi madre”. “Por cuanto todos pecaron, todos están destituidos de la gloria de Dios”. “Para ustedes es la promesa, para sus hijos, para todos lo que el Señor desee llamar” (Salmos, Romanos y Hechos).

El Señor les enseñó a sus discípulos el valor universal de la fe y el principio de que está interesado en que todos se salven y nadie se pierda.

La mejor manera de impedir a nuestros hijos que se acerquen al Señor es mantenernos lejos nosotros de la Iglesia. Ellos copiaran nuestros malos ejemplos. Si los padres pensamos que el tiempo de oración es aburrido, ellos pensarán que lo es. Si los padres mostramos desinterés en leer la Biblia, ellos harán lo mismo.

Es verdad, así lo dice la Biblia, que la disciplina oportuna es importante, pero antes de la nalgada o la correa, hablemos con nuestro testimonio. Primero que dar castigo físico, es menester usar la Ley de la Palabra, que los hará sabios para vida eterna.

Nuestros hijos son nuestros mientras vivamos, mucho más allá de que cumplan los 18 años, pero el mayor deseo de padres creyentes, es que sean hijos de Dios eternamente. Prediquemos con ejemplo y nunca permitamos que nuestro mal testimonio sea el mayor impedimento para que ellos crean.

3. MOSTRANDO EL CAMINO A JESÚS. Mr 10:16

16Y tomándolos en los brazos, ponía las manos sobre ellos y los bendecía.

Jesús no solo usó sus palabras para mostrar su amor a los niños. Su exhortación la mostró dando ejemplo al acercarse a los niños, cargarlos y darles su bendición.

La enseñanza y ejemplo de Cristo está vigente, “Él es el mismo ayer y por siempre”. De hecho, hoy sigue actuando de la misma forma: El Espíritu Santo trata con nosotros a través de los Medios de Gracia: Evangelio en Palabra y Sacramentos, en ellos nos concede, por la fe, los beneficios de salvación. De esto somos testigos en la Iglesia, en los estudios bíblicos en los hogares, en la reunión de oración, en los cursos de capacitación.

Dios nos concede más bendiciones para educar en la fe a nuestros niños, de conducir a los hijos a Jesús: Tenemos una buena escuela parroquial, con maestros excelentes, en pedagogía y compartir la Palabra de verdad.

“Si dos de ustedes, dice la Biblia, se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa, será hecho”. Si el testimonio cristiano en casa se une a la enseñanza de los maestros en nuestra escuela, imagínense las bendiciones que recibirán, por gracia de Dios, nuestros hijos, al ser agregados a la Iglesia de Cristo, al batallón de salvados. Recordemos siempre que la promesa de salvación de Dios en Cristo, es para nosotros, pero también para nuestros hijos, “instruyamos a los hijos en el camino de Dios, y estemos seguros que con la ayuda del Espíritu Santo, jamás se apartarán de él”.

CONCLUSIÓN:

Evidentemente en el hogar de mi barbero sobró la correa, los golpes, el castigo y las palabrotas, pero la Palabra de Dios estuvo ausente. La historia de él y sus hermanos habría sido distinta si la Palabra de Dios hubiese estado presente, porque “la fe viene por oír, oír la Palabra de Dios”. Ocupémonos nosotros, como la madre y abuela de Timoteo, de testificar a nuestros hijos de la Palabra de Dios, y esperemos confiados que el Espíritu Santo haga la obra para la Gloria del Señor. Dios promete que su Palabra no regresa vacía y si lo dice Dios es verdad. Amén.

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