Un año de bendiciones viene a nosotros

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INTRODUCCIÓN: Hay una vieja canción popular hispana, la cual pienso que todos recordamos por lo menos para tararearla: “Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas: Me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”.

Más allá del contenido de esta canción, con la que no necesariamente todos tenemos que estar de acuerdo, sobre todo cuando habla de las suegras, tenemos que reconocer que el hecho de que estemos en la Casa del Señor, reunidos para alabarle, es un motivo para decir: ¡Hasta aquí nos ayudó el Señor! Pero además podemos manifestar que el Señor nos continuará ayudando durante todos los días del año que comienza.

El año 2010 llega hasta nosotros como un nuevo tiempo en el que habrá que tomar decisiones en todos los aspectos, determinaciones importantes, las cuales si nos dejamos llevar por nuestros impulsos pueden ser causa de terribles tragedias que nos dañarán a nosotros y a nuestros semejantes, razón más que suficiente para no solo pedir la dirección de Dios, por su Palabra, sino para confiar que Él hará.

En este tiempo de decisiones que trae el 2010, la pregunta que todos debemos hacernos es la siguiente: ¿Qué podemos esperar de parte de Dios en el nuevo año?

El texto del libro de Números sugiere una sola: La Bendición de Dios. Una bendición triple, trinitaria, que se expresa en la Protección del Padre. La Gracia revelada en Cristo y la Paz de nuestro consolador, el Espíritu Santo.

Abramos nuestros oídos y corazones para escuchar lo que Dios nos dice a nosotros en este día, en el preámbulo del Nuevo Año, teniendo presente la forma enfática en que Dios habló, lo que nos motiva a confiar en que esta promesa es verdadera: 22 Dios el Señor habló a Moisés diciendo: 23 "Habla a Aarón y a sus hijos y diles que así bendecirán a los hijos de Israel. Diles:

1. BENDECIDOS CON LA PROTECCIÓN DE DIOS PADRE.

Números 6:24 El Señor te bendiga y te guarde.

Cada domingo, luego del Sermón, nosotros confesamos nuestra fe públicamente con las palabras del Credo, lo sabemos de memoria: Creemos en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra o Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y de todo lo visible e invisible.

La pregunta es que si conocemos lo qué significa esta declaración de fe, la cual va más allá que simples palabras para memorizar.

En nuestro Catecismo aprendimos una hermosa y clara explicación: “Creo que Dios me ha creado a mí juntamente con las demás criaturas; que me ha dado mi cuerpo y mi alma, mis ojos y mis oídos y todos mis miembros, mi razón y todos mis sentidos; y aún los sostiene; además, me da vestido y calzado, comida y bebida, casa y hogar, cónyuge e hijos, campos, animales y toda clase de bienes; que me provee a diario y abundantemente de todo lo que mi cuerpo y mi vida necesitan, me protege de todo peligro y me preserva y libra de todo mal. Y todo esto lo hace por pura bondad y misericordia paternales y divinas, sin que yo lo merezca, ni sea digno de ello. Por tanto, estoy obligado a darle gracias por todo y ensalzarle, servirle y obedecerle. Esto es ciertamente la verdad”.

Algunas veces somos tentados a pensar que la bendición de Dios se limita al aspecto espiritual y esto no es cierto. Dios nos guarda en todo, dice la Biblia: "El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre. "Salmos 121: 5-8

Es cierto que Dios, en Cristo, nos ha reservado un lugar en el cielo, nuestra patria, nuestro hogar eterno, pero mientras llega ese día, aquí y ahora, Dios nos cuida. Nos da vida, salud, trabajo y todas las cosas materiales para nuestra subsistencia, entonces agradezcamos por lo que nos ha dado, por lo que nos seguirá dando, por su amor y misericordia.

La semana pasada visité en Miami al hermano Miguel Díaz y a su familia, debo confesar que siempre salgo motivado al conversar con este hijo de Dios, pues de él aprendo el ejemplo de confiar y esperar en el cuidado del Padre que está en los cielos. Este amado hermano siempre me comparte como el Señor le bendice, aún en estos tiempos de crisis económica. Miguel ha descubierto que en la medida que da gracias a Dios y ofrenda su tiempo, talentos y tesoros, el Señor le multiplica con bendiciones materiales y espirituales. Su motivación no es que Dios le de, sino mostrar su gratitud al Señor por sus múltiples cuidados. Él confía en Papá Dios y Papá Dios tiene cuidado de él, de su esposa Gloria y sus niñas Sofía y Anabela, como también de todos los suyos.

Confiemos que el Señor nos trae en el nuevo año su bendición, protección y cuidado, pero a la vez estemos siempre listos para reconocer que todo viene el cielo para nosotros y las riquezas en gloria de la patria celestial están listas para derramarse sobre nosotros, durante el año que termina, el que viene y por toda la eternidad, porque “Somos pueblo suyo y ovejas de su prado”.

2. BENDECIDOS POR GRACIA DE DIOS EN CRISTO.

Números 6: 25 El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia.

¿Qué otras bendiciones tiene Dios para nosotros? La respuesta es tan clara como sencilla: Dios nos muestra su rostro, la cara de Dios, los ojos de Dios, que descubren nuestro pecado, las formas y maneras como lo desobedecemos al no acatar sus mandatos. Frente a la justicia de Dios nadie puede declararse inocente, “Por cuanto todos pecamos, todos estamos destituidos de la gloria de Dios”

El error que cometemos es pensar que podemos lograr el favor de Dios por lo que hagamos, eso es comparar la salvación con un deporte de competencia, en el que anote más carreras o meta más goles, gana el partido. Frente a este error, la Biblia insiste “No por obras, para que nadie se jacte”.

En la Iglesia no tenemos una cartelera para poner estrellitas a los hermanos que tuvieron asistencia perfecta durante todo el año, ni quien oró más o leyó más la Biblia en el año que culmina, mucho menos el que ofrendó más. Todo eso lo hemos hecho como parte de nuestro compromiso como creyentes, es el fruto que damos, pero no para ganarnos el favor del Señor, sino como evidencia de que somos hijos de Dios.

La bendición de Dios que en Cristo hemos recibido y recibiremos es que el rostro de Dios resplandece en nosotros con misericordia. En Cristo tenemos su rostro de amor, al perdonar todos nuestros pecados. Su rostro de amor al darnos la salvación. Su rostro de amor al haber llevado una vida perfecta y morir en nuestro lugar. El rostro de Dios lo vemos en Cristo, “Porque para siempre es su misericordia”.

Es como el salmista escribe por inspiración divina: “Dios ha hecho resplandecer su rostro sobre nosotros sus siervos, nos ha salvado por su misericordia”. Salmos 31:16

Hemos sido bendecidos y seremos bendecidos porque el rostro de Jesús resplandece en nuestros corazones, para mostrarnos como salvados por Dios por gracia, la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Hermanos este nuevo año recordemos con jubilo “Qué la justicia de Dios se revela por fe y para fe de principio a fin” y que “Por gracia es que nosotros hemos sido salvados”.

3. BENDECIDOS POR DIOS CON LA PAZ DEL ESPÍRITU SANTO Números 6: 26 El Señor levante hacia ti su rostro, y ponga en ti paz.’

Me agrada leer de nuevo la palabra rostro de Dios. Esta vez la bendición aarónica implora que el rostro del Señor se levante para los hijos del Señor. Leerlo o escucharlo en forma plana, sin contenido espiritual puede llevarnos a pensar que Dios se oculta de nosotros, es lo que a veces pensamos, sobre todo en momentos cuando los problemas se hacen presente y preguntamos adoloridos: ¿Dónde estabas Dios cuando esto o lo otro nos pasó?

Hermanos, no somos los únicos que pensamos así, hay evidencias los salmos que muestra esta línea de pensamiento: "¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando? Señor y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte;" Salmos 13: 1-3

Cuando nos sintamos así necesitamos regresar a la promesa de bendición que el Señor nos hace. Dios nos mira, pero no como un agresor, sino como nuestro Padre y su mirada es para darnos su paz y su consuelo, lo que se nota en la palabra: שָׁלוֹם Shalom. Los judíos al saludarse decían y dicen esta palabra, en ella están impresos los mejores deseos y el deseo de Dios para nosotros, es darnos su paz que sobrepasa toda comprensión humana para guardar nuestros corazones en Cristo Jesús, por medio de quien hemos sido justificados por la fe para tener paz con Dios.

La paz de Dios, el consuelo del Altísimo que ha hecho de nosotros su morada, está demostrada en que el Espíritu Santo ha sido derramado abundantemente en nuestros corazones.

El Espíritu Santo nos revela por la Palabra que somos pecadores, pero también que en Cristo tenemos redención. El Espíritu Santo nos da la fe para confesar a Jesús como Salvador. El Espíritu Santo nos lleva a la verdad. El Espíritu Santo nos da sus frutos para vivir la vida cristiana. El Espíritu Santo nos da los dones para la edificación del cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo nos da la confianza de que en Dios haremos proezas. El Espíritu Santo nos da la seguridad de que la paz de Dios está presente todos los días. Ese es el mejor consuelo que Dios nos da todos los días.

CONCLUSIÓN:

No sé que les dejó el pasado año: chivas, burras, yeguas o suegras. Lo que la Biblia nos dice es que el año pasado y el que está por llegar trae a todos los hijos de Dios, por su gracia y misericordia: Protección, Gracia y Consuelo, por medio de Cristo nuestro Señor. Amén.

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