Enseñando a los niños a escuchar-1

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Leer Mt. 13:1-9 – “El que tiene oídos para oír ¡oiga! (¡escuche!)

Todos tenemos oídos pero no siempre escuchamos. Oímos pero no escuchamos -- ¿piensa que hay una diferencia? Todos que tenemos oídos oímos pero escuchar es más que sólo oír. Creo que esto es lo que Jesús estaba diciendo en esta parábola. Escuchar es poner atención, es un esfuerzo sincero de entender, de ponerse en el lugar de la otra persona, de aplicar lo que oímos a nuestra vida.

Vamos a comenzar con el pensamiento de enseñar a nuestros hijos a escuchar en el culto, después en el hogar, y en otras relaciones inter-personales.

Alguno ha dicho que caso sólo una persona en 10 oye un mensaje. Tal vez lo oye con el oído pero no lo considera con sinceridad y no hace ningún efecto en su vida. Eso quiere decir que sólo 10 de ustedes saldrán con una bendición esta mañana. –espero que no sea así.

¿Qué es la predicación para usted? Es algo que el hombre hace, o es algo que Dios dice? Dios ha ordenado la predicción para la salvación de los hombres. Es la manera que Él comunica con el hombre hoy a través de Su Palabra.

Un pastor dijo a su congregación: Cuando usted viene al culto, mientras yo estoy hablando la Palabra de Dios… Dios mismo le está hablando. Dios mismo está hablando a través de mí. ¿Es eso su actitud en cuanto a la predicación?

Otro llama los 66 libros de la Biblia “la biblioteca del espíritu Santo.”  Y dice: “La predicación es Dios hablando a nosotros a través de esa biblioteca como un padre lee un libro o habla a sus hijos.”

Dios nos da Su Palabra como una Palabra de verdad y como una Palabra de poder. Entonces es muy crítico que nuestros niños sepan que cuando vienen al culto Dios les está hablando a través de Su biblioteca y que tiene la autoridad de Dios mismo y que es de suma importancia que escuchen lo que Él tiene para decirles.

Lucas 8:18 – “Mirad pues, como oís.” Va ser uno de cuatro clases de oidores. La semilla va a caer sobre una piedra, entre los espinos o en tierra fértil y dará fruto.

Tenemos que impresionar a nuestros hijos con lo que está sucediendo en el culto. Dios les está hablando personalmente. Ellos han de ser la clase de oidor que recibe la Palabra en su corazón.  Es importante venir a la casa de Dios preparados para oír, que oigan y que pongan en práctica lo que han escuchado.

Tres partes: Preparando para escuchar; escuchando; poniendo en práctica lo que escuchan

Preparando a los niños a escuchar

¿Cómo se prepara usted para escuchar? Tal vez nunca ha pensado en eso. 5 cosas.

1.       Se prepara con oración. Enseña a sus hijos a orar en sus oraciones por la bendición de Dios antes de venir al culto. Ore con su familia antes de venir al culto. Quizá en la comida antes de venir. Pide al Señor que podamos escuchar la Palabra y recibirla y vivirla, que ayude al ministro a traernos la Palabra, etc. Ponga esta énfasis sobre la importancia de venir a la casa de Dios y que sus hijos entiendan que es muy importante escuchar. Y enseñe a sus hijos a orar en la iglesia. Qué cuando otros oran en el culto, ellos oran también. Aun si eres un niño de tres años, dobla las manos, cierre sus ojos y ora.  Que ensene a sus hijos que piden que Dios bendiga el mensaje. Esto graba en su mente que esto es importante. Yo tengo que escuchar.

2.       Venga con un apetito para la Palabra. Pedro dice: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis” “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír Ecl. 5:1.

a.       Hay que venir con un corazón tierno, dispuesto a aprender. Preguntando: Señor, ¿qué quieres que yo haga? ¿Qué hay de ser cambiado en mí? ¿Qué debo hacer de una manera diferente? ¿Qué debo aprender hay?

b.       Llegar así quiere decir que no va a estar corriendo de un lado para otro el sábado hasta media noche, y caer en la cama completamente fatigado y levantarse al último minuto el domingo en la mañana y rápido preparar el almuerzo y preparar a los niños salir corriendo y llegar un minuto antes de comenzar el culto o 5 minutos después y caer en la banca—No ha pensado nada en el culto. No ha pensado nada en el propósito de estar aquí. Su mente está allá en la casa todavía. ¿qué está enseñando a sus hijos – la única cosa importante es llegar.

c.       Comienza a prepararse el sábado en la tarde. Termine a buena hora los trabajos – suficiente tiempo para sentarse y estudiar la lección de la escuela dominical. Levántese con suficiente tiempo el domingo en la mañana para preparar a la familia con suficiente tiempo para venir con la familia a buena hora,

3.       Medite en la importancia de la Palabra predicada. El Dios altísimo y santo va a hablar y le va a hablar directamente. El evangelio no es la palabra del hombre, es la Palabra de Dios. Venga a la iglesia mirando a Dios y no al hombre y enseñe eso a sus hijos. 

a.       sentarse y meditar antes de comenzar el culto. Deje que sus hijos sientan que usted reconoce que está entrando en la presencia de Dios.

b.        Que ellos ven que usted se siente en un buen lugar donde puede oír y aprovechar al máximo de cada momento, de cada palabra. Siéntese donde sus niños puede ver y escuchar. Donde n o esté la tentación de ser distraídos por cada cosita, cada bebé que llora, cada madre que sale con su bebé.

4.       Recuerde mientras que entra en la casa de Dios está entrando en un campo de batalla. Hay muchos enemigos aquí para impedirnos de escuchar.

a.       Primeramente dentro de mí – no me gusta el mensaje, no quiero oír.

b.       Distracciones de muchas clases, cansancio, otros pensamientos.

                                                               i.      Cuando encuentra su mente vagando del mensaje, pida a Dios a ayudarle a alejar ese pensamiento y vuelva al mensaje. Satanás hará todo lo posible para distraernos y a nuestros hijos.

5.       Venir con expectación

a.       “Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él.”

b.       Dios nos va a hablar, encontraremos Su voluntad—es un privilegio y una bendición.

Escuchando el mensaje Mat. 13:18-23

Hay 4 cosas que quiero decir.

1.       Escuche con entendimiento. En esta parábola de Jesús nos dice que realmente hay 4 clases de oidores.

a.       Primero – la palabra cae en un camino duro – no penetra. Jesús dice que es como un corazón duro. Es importante que tratemos de tal manera con nuestros hijos que les ayudemos a tener corazones suaves. Dos maneras para promover corazones duros: 1) no decirles nada. No hablar de cosas espirituales en la casa. No corregirles. Su corazón se pone más y más duro. 2) Siempre condenándoles, diciéndoles lo malo que son, predicándoles en vez del uso de disciplina – y desarrollan una concha dura. Las cosas nunca les penetra. Nuestra meta es que nosotros tengamos corazones suaves y tiernos y que hablemos a nuestros hijos con corazones suaves y tiernos. Que ellos sienten de la manera que leemos la Biblia y oramos que estas son cosas especiales y que son preciosas a nosotros. 

b.       Segundo: semilla que cae en pedregales. Las plantas comienzan a crecer pero se seca porque le hace falta humedad y la tierra necesaria para profundizar sus raíces. Este clase de oidor parece que escucha bien. Se ve interés en su cara mientras escucha al predicador, está conmovido, lo va a hacer – pero no quiere negarse a sí mismo y tomar la cruz y seguir a Jesús. Quiere la amistad del mundo, una religión fácil. Esta clase de oidor saca bastante del  mensaje el domingo, es un buen oidor, pero el lunes vuelve al mundo y vive la misma clase de vida que siempre ha vivido. En relación con nuestros hijos, es de suma importancia que el lunes, el martes, el miércoles vivamos como cristianos y procuremos vivir según el mensaje que escuchamos el domingo. Nuestros hijos han de sentir un conecte entre nuestra vida el domingo y nuestra vida lunes a sábado. Si no sienten y ven este conecte, serán esa clase de oidor. Escucharán, quizá con interés pero no afectará su vida. Y ellos crecerán pensando o aun diciendo – Papá, mamá, es religiosa el domingo, en la iglesia—pero en cuanto al vivir diario no hace mucha diferencia en su vida.

c.       Tercero: ahogado con los afanes y placeres de esta vida. No da fruto. En la iglesia estoy escuchando con dos oídos – uno al mensaje, otro al negocio. Uno al mensaje, otro al almuerzo, al vestido que voy a hacer el lunes, a la vaca que pronto va a criar. Y dejo el culto y realmente el mensaje no me entró porque estaba haciendo dos cosas a la vez. Tengo que admitir que tengo un problema y preguntarme seriamente, que puedo hacer para prevenir eso. El Dios todopoderoso me está hablando en el culto, ¿cómo me atrevo a no escucharle con dos oídos! Y de allí tenemos que tomar pasos para hacer lo que sea necesario para vencer este problema. El lugar donde nos sentamos. Seguir en la Biblia, hacer apuntes del mensaje. Haga lo que sea necesario. Cuando vaga la mente pensar – Dios me está hablando y no estoy escuchando. Perdóname Señor. No ponga excusas y caer en el hábito de no escuchar. Ayuda a sus hijos a hacer lo mismo. Después del mensaje, pregunte a sus hijos acerca del mensaje. Cultive en ellos la expectación—mi mamá y mi papá esperaban que yo escuchara esta mañana. Pruebe su habilidad de escuchar por tratar de darles en sus propias palabras un resumen a su nivel del mensaje en 5 minutos.

d.       Cuarto: el que oye y ENTIENDE. La verdad penetra, entra en la profundidad del alma y es aplicada a su vida. Esta es la clase de vida que es contagiosa. Los hijos sienten: Mi papá y mi mamá, ellos quieren vivir para el Señor. Yo a veces pienso que no tienen que ser tan estrictos. Pero ellos quieren que cada cosita sea conforme a la voluntad del Señor, que cada pensamiento y cada palabra traiga gloria al Señor. Ah, realmente les tengo mucho respeto. Hay algo sincero y genuino acerca de mi papá y mi mamá. Ellos realmente escuchan. Lo puedo ver el lunes y el martes. Su vida está centrado en la Palabra. Eso es maravilloso. Entonces, escuche con entendimiento. Ore para poderlo hacer.

2.       Escuche atentamente—con atención. No debemos escuchar pasivamente como espectadores, pero debemos escuchar activamente como participantes. Para que cuando se está predicando el mensaje, el ministro no es el único que está trabajando, el que escucha también está trabajando. El ministro necesita la Palabra, y cada uno de ustedes necesitan la Palabra, todos tenemos la misma necesidad de la Palabra, solo el ministro es el encargado de dar la Palabra. Estamos en esto juntos.

a.       Escuchar bien es duro trabajo. Es un reto. El buen escuchar es adorar a Dios momento en momento. Eso no es fácil cuando tenemos mentes que pueden desviarse en cualquier dirección en cualquier segundo.

b.       El buen escuchar incluye aprender, resolver, determinar, hacer aplicaciones aun mientras escuchamos. Y el buen escuchar siempre permite que la mente sea estirada. A veces las personas sólo quieren oir lo que ya saben. Cuando el mensaje llega a un punto un poco difícil, cierran su mente—yo no entendí nada!

c.       Jesús dijo que cada ministro debe sacar de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. Cada mensaje, estirar nuestros miembros. El vocabulario un poco, su entendimiento de diferentes doctrinas, estirando, estirando, estirando—para que de hoy en un año entiende mejor la Biblia de lo que entiende hoy. Debe poder venir a cada mensaje y decir: Hoy voy a aprender algo nuevo. Esto es parte de la expectación de que hablamos de venir a la casa de Dios.

3.       ESCUCHAR CON UNA FE SUMISA – Stg. 1:21 “recibid con mansedumbre la palabra implantada”

Una fe mansa incluye un corazón sumiso. La Voluntad de oír aun reprensión. Debemos orar antes de cada mensaje por gracia para mezclar la Palabra con una fe mansa. Fe para recibir la Palabra, creerla, tomarla al corazón.

4.       Escuchar con una auto-exanimación humilde y seria.  ¿Me examino humildemente bajo la predicación? ¿Realmente tiemblo delante de la predicación de la Palabra? Isa. 66:2. Examino a algún otro, o me examino seriamente a mí mismo. No siempre es malo pensar que tal parte del mensaje es bueno para otra persona, pero ¿qué quiere decir a mí? Es para mi salud. Es para la salud de mi familia. Toda la familia beneficia de un mensaje si verdaderamente escuchamos y lo mezclamos con fe. Y lo hacemos en una manera humilde y seria. ¡Qué bendición!

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