Ingredientes para construir un hogar con sabiduría

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Introducción

El domingo pasado hablamos de que el comienzo de la sabiduría es una correcta relación con Dios. Curiosamente, si queremos crecer en sabiduría, tendremos que mejorar nuestras relaciones con otros. Lo primero: Dios, pero después tenemos que relacionarnos con nuestro prójimo. En el libro de proverbios nos habla de las relaciones con nuestros prójimos. Y las hay de distintos niveles: con nuestros vecinos, con nuestros amigos, con nuestros hijos, con nuestros padres etc. Así que vamos a seguir dando pasos hacia la sabiduría y si ya hemos arreglado nuestra relación con Dios, ahora nos toca trabajar con la siguiente relación por orden de intimidad: nuestro cónyuje.

El libro de proverbios nos dice que "Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor." (Proverbios 18.22, NVI) También que "La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor." (Proverbios 19.14, NVI).

El matrimonio es un regalo de Dios, es algo maravilloso. Dios nos creo para que vivamos en pareja, ya que "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2.18). Es por ello que sería insensato de nuestra parte descuidar un regalo tan maravilloso.

Es por ello que el libro de proverbios nos da algunos ingredientes con el que debemos alimentar nuestra relación marital.

Confianza

Proverbios 31.11. El corazón de su marido confía en ella...

Cada vez más estamos acostumbrados a ser desconfiados. Queremos que teodo esté por escrito, miramos y remiramos los billetes para verificar que no son falsos, necesitamos notarios para casi todo... Pero si queremos contruir de la mejor manera una familia, uno de los ingredientes principales es la confianza.

Pablo nos dijo que "El amor [...] todo lo cree" (1 Corintios 13.4-7). Por eso no podemos decir que estamos construyendo un hogar con amor si no hay confianza.

La confianza tiene que ser mutua.

Fidelidad

Proverbios 5.15-17 "»Bebe el agua de tu propia cisterna, los raudales de tu propio pozo. ¿Acaso han de derramarse tus fuentes por las calles y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean ellas para ti solo, no para los extraños que estén contigo."

En estos tiempos en que cada vez más los límites están difusos deberíamos preguntarnos: ¿Cuándo comienza la infidelidad? En mi opinión creo que uno es infiel cuando pone en el lugar de su cónyuge a otra persona o cosa. Le estás traicionando y desplanzo a un segundo plano. De la misma manera que Dios llamaba a su pueblo infiel cuando en el lugar que sólo Él debía ocupar ponían otros dioses.

Gozo

Proverbios 18-19 "¡Sea bendito tu manantial y alégrate con la mujer de tu juventud, cierva amada, graciosa gacela! Que sus caricias te satisfagan en todo tiempo y recréate siempre en su amor."

En nuestros hogares debe haber gozo. Es interesante notar que el verbo alégrate está en imperativo, porque está en nuestras manos construir un matrimonio gozoso o un matrimonio lleno de amargura.

Tenemos que aprender a deleitarnos, a disfrutar a gozarnos en nuestra relación marital.

Alabanzas

Proverbios 31.18 "y su marido también la alaba."

Muchas veces los cristianos nos olvidamos que también se puede alabar a las personas. Puesto que alabar es la acción de proclamar o reconocer las virtudes de otra persona. (Lockward, A. (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. [41]. Miami: Editorial Unilit.)

Deberíamos reconocer las virtudes de nuestro cónyuge y expresarlas de manera verbal. Debemos valorar y hacerselo saber a nuestro ser amado. Es lo que algunos consejeros familiares llaman "Palabras de Afirmación".

Pero no confundamos la alabanza con la lisonja. La lisonja es una alabanza que busca un beneficio. Con un doble sentido y con un interés.

Aprendamos a expresar lo que significa para nosotros nuestra pareja.

Conclusión

La manera más sabia de contruir un hogar es seguir la receta del inventor del matrimonio. Por eso debemos utilizar los ingredientes que Dios ha marcado: Confianza, Fidelidad, Gozo y Palbras de Afirmación. Sin ellos no existe el verdadero amor.

Y si queremos aprender a vivir sabiamente en nuestra sociedad, primero debemos tener una relación correcta con Dios, después: continuar con nuestro hogar.

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