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13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.
14 Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.
15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. (Gén. 28:12-15)
Genesis 28:12 (a)
Y soñó...
Dios está a punto de aparecerse a Jacob de la manera más notable, no cuando Jacob estaba tratando de ser un buen tipo, sino cuando estaba huyendo. Eso es porque todo lo que Dios hace es única, completa y totalmente por gracia.
A propósito, encontramos aquí que Jacob estaba en la región en la cual Dios, primero se había aparecido a Abraham en la tierra. Y ahora, Dios está dando a Jacob exactamente lo que primero había dado a Abraham. Lo repitió a Isaac, y ahora lo reafirma y lo confirma a Jacob.
Dios hará lo que ha prometido. Usted puede ver que esto sería de consuelo y ayuda a un hombre solo y nostálgico(afligido, apesadumbrado), quien ha tenido que huir apresuradamente de su casa. Va a un país lejano y esto le servirá de gran consuelo y ayuda. Y Dios promete a Jacob que estará con él y que le traerá de nuevo a la tierra.
Genesis 28:13 (b)–15 (a) He aquí, yo estoy contigo
Lo primero que Dios le prometió a Jacob fue Su presencia.
Genesis 28:15 (b)
... y te guardará en todos los lugares a donde vayas...
En segundo lugar, Dios le prometió a Jacob Su protección.
Genesis 28:15 (c)
... y te traerá de nuevo a esta tierra...
En tercer lugar, Dios le prometió a Jacob preservación, que regresaría a la Tierra Prometida.
Genesis 28:15 (d)
... porque no te dejaré, hasta que haya hecho lo que te he hablado.
Finalmente, Dios reiteró a Jacob Su promesa: que completaría la obra que había comenzado.
Le dio la visión de la escalera que llegó hasta el cielo y Dios le habló.
Ahora, ¿qué significa la escalera? Nuestro Señor Jesucristo la interpretó cuando llamó a Natanael. Natanael era sabihondo, a propósito. Él dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” (Jn. 1:46). Nuestro Señor trató con este hombre, y cuando Natanael le preguntó cómo le conoció, Jesús le dijo que lo había visto debajo de la higuera. Así nos lo cuenta el Apóstol Juan, en su evangelio en el capítulo 1, versículos 49 al 51: Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: ¿Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
Fue fácil convencer a Natanael. Era escéptico al principio del ministerio de Cristo. Pasaron también tres años antes de que Tomás viera la luz.
28:12 una escalera… ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Una gráfica descripción de que el Señor del cielo estaba involucrado personalmente en los asuntos de la tierra, y aquí en especial en lo que tenían que ver con las promesas del pacto divino en la vida de Jacob (vv. 13–15). Este sueño tenía como propósito alentar al solitario viajero. Los mensajeros designados por el mismo Dios aseguraban el cumplimiento de su voluntad y planes. Es más que probable que los ángeles subieran y descendieran por una majestuosa escalinata(Gradería y no por una escalera de mano.
Ahora, ¿qué es la escalera?
La escalera es Cristo. Dios está en lo alto de la escalera en el Cielo, y está diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. (Mat. 3:17) Dios habla al hombre hoy a través de Cristo. Usted no puede llegar a Dios directamente. De vez en cuando oímos decir a alguien en su testimonio: “Al convertirme, llegué directamente a Dios”.
Amigo oyente, usted no puede tener acceso directo a Dios. Usted se llega a Dios por medio de Cristo. Él es el único camino que nos permite acercarnos a la presencia de Dios. Es la escalera que desciende del cielo para que los pecadores puedan subir por ella. Jesús es la escalera.
Los ángeles de Dios suben y descienden por ella. Vienen de Él, el Señor Jesús mismo.
Esto primero fue dado a Jacob, el usurpador. Cuando nuestro Señor Jesucristo vio a Natanael, le dijo: “He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño”. (Jn. 1:47). No había nada de Jacob, ni de trampas en Natanael. Fue humorista, pero no un engañador.
Ahora, Dios tratará con Jacob, el tramposo. Le ha dado esta gloriosa y maravillosa promesa, pero a Jacob le falta mucho que aprender. ¿No es esto también verdad en cuanto a nosotros hoy en día? No es extraño que Dios tenga que enseñarnos.
No es extraño que Dios tenga que disciplinarnos.
Azota a todo el que recibe por hijo. El Señor tiene que sacudirnos.
Nos disciplina, y pone hierro en la columna vertebral y en la sangre. Nos da ánimo y fuerza para estar firmes por Él.
Nos lo hace a nosotros, lo hizo a Abraham, lo hizo a Isaac y lo hará con Jacob también.
A Jacob todavía le falta mucho que aprender.
Leamos ahora los versículos 16 y 17 de este capítulo 28 de Génesis que estamos estudiando:
16 Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.
17 Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. (Gén. 28:16-17)
Genesis 28:16
"Dios está aquí, y yo no lo sabía". ¿Por qué Jacob no sabría esto? Debido a sus circunstancias. Sabía que no era más que un conspirador, escondido en una región rocosa aparentemente abandonada por Dios.
Esa puede ser tu historia hoy. Puede sentir que está atrapado en una situación difícil, un matrimonio difícil, finanzas difíciles o en un camino rocoso. Pero Dios te diría esta noche: "Estoy contigo en este lugar, aunque no lo sepas".
¿Qué puede separarnos del amor de Dios? Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni cosas presentes, ni cosas por venir, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura (Romanos 8:38, 39).
¿Por qué? Porque no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). No hay separación porque no hay condenación. ¿Por qué no hay condenación? Porque Jesucristo, nuestro Héroe, nuestro Señor tomó todas las cosas que nos separarían del Padre, las cosas que hicimos el año pasado, las cosas que estamos haciendo hoy, las cosas que haremos mañana, y pagó por todo.
Si te encuentras en una situación difícil, tienes una opción: puedes decir: "Dios no está en ninguna parte" o, como Jacob, puedes mirar a tu alrededor con nuevos ojos y decir: "Dios está ahora aquí". ¿Sobre qué base? Sobre la base de la gracia.
Cuando Jacob huyó de su casa, tenía un concepto limitado de Dios. Creía que si huía de la casa, huía también de Dios. Creía que había dejado a Dios por allá en Su casa. Pero, luego descubrió que Dios estaba con él allí también, en ese lugar. El Señor está en este lugar. Dios le dijo que iría con él. Por eso dice Jacob: “¡Cuán terrible es este lugar!” Lo único que hace que una casa de Dios sea terrible, es el hecho de que usted es pecador y que trata de huir de Dios. Cada casa de Dios, cada iglesia, debe ser un lugar terrible para cualquier pecador que huye de Dios. Es el lugar donde el pecador debe encontrarse con Dios, donde se enfrenta cara a cara con Dios, por la escalera que ha sido bajada del cielo, Cristo mismo.
Leamos ahora los versículos 18 al 22 de Génesis, capítulo 28:
18Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. 19Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. 20E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti. (Gén. 28:18-22)
Jacob tiene mucho que aprender, y esto se evidencia aquí. ¿Qué es lo que está haciendo? Quiere hacer un cambalache – un trueque – con Dios. Le dice al Señor: “Si Tú haces esto, entonces, yo haré aquello”. Y Dios ya le había dicho que Él iba a hacer todo eso por él. Dios dice: “Yo voy a guardarte y voy a traerte de regreso a esta tierra, y voy a darte esta tierra, y te voy a dar una descendencia.” Jacob ahora le dice a Dios: “Si Tú haces esto y aquello . . .” Él TTB 4041-4042 Página 10 de 10 Programa No. 039 quiere hacer un trato con Dios, y le dice: “Si Tú lo haces, entonces te serviré.” Amigo oyente, Dios no hace tratos con nosotros de esa manera, y no lo hizo con Jacob en aquel día. Si lo hubiera hecho, Jacob nunca hubiera regresado a esa tierra. Dios lo sacó de esa tierra, y Dios lo trajo de regreso a esa tierra por Su gracia y Su misericordia. Y cuando Jacob finalmente regresó a Betel, regresó como un hombre más sabio. ¿Sabe usted a qué regresó? Regresó para adorar y alabar a Dios por Su misericordia. Dios había sido misericordioso con él. Uno no hace cambalaches o trueques con Dios, amigo oyente. Uno no puede hacer tratos con Dios de esa manera. Muchísimas personas, aún hoy día, dicen que servirán al Señor, si Él hace tal o cual cosa por ellos. Este es un error, amigo oyente, porque Dios no hace tratos así. Él le extiende Su misericordia y es bondadoso con usted, pero no le pide nada a cambio. Lo que Él sí dice es que si usted le ama, entonces, querrá servirle de veras. Esa será la esclavitud de amor. Es la misma clase de amor que una madre tiene por su pequeñito. Ella se convierte en su esclava. Así es como Dios desea que usted y yo seamos. Jacob trató de hacer un trato con Dios. Y muchos de nosotros estamos tratando de hacer un trato con Dios. Amigo oyente, Dios sólo desea llegar a ser su Padre por medio de la fe en Cristo Jesús.
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