Crónica de una resurrección anunciada

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INTRODUCCIÓN: Pido perdón y permiso simbólico a Gabriel García Márquez, por tomar el título de su obra “Crónica de una muerte anunciada”, para usarlo, con un cambio importante, en el mensaje de este Domingo de Resurrección, una festividad clave para la fe cristiana, dado a lo que afirma San Pablo y que suscribo completamente: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación; vana también es la fe de ustedes." (1 Corintios 15:14).

La obra del autor colombiano narra la historia de una muchacha pueblerina, quien se casó con un hombre rico, pero este, al darse cuenta que no era virgen, la regresó a su familia. Los hermanos de la repudiada, tras obligarla a revelarle el nombre de quien había mancillado su honor, buscan al presunto responsable y lo asesinan. Así comienza la crónica de la muerte anunciada, en la que narra la muerte de Santiago Nasar, por haber deshonrado a la doncella Ángela Vicario.

A través del evangelista Lucas, tenemos el registro cronológico, divinamente inspirado, que narra los sucesos ocurridos en horas tempranas de la mañana del primer día de la semana, domingo de acuerdo con nuestro calendario, en el que dos mujeres, acuden a la tumba de su líder espiritual para terminar la preparación de su cadáver, pero al llegar al lugar se llevaron una sorpresa que no solo impactó sus vidas, la de otros seguidores, sino también las nuestras y las de muchas personas a lo largo de casi dos mil años. Esta es la “Crónica de una resurrección anunciada”.

1. TERMINAR UN TRABAJO INCONCLUSO. Lucas 24:1

1 Y el primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas que habían preparado.

Esa mañana, bien temprano, un grupo de mujeres, María Magdalena, a quien Jesús había expulsado siete demonios; Juana, casada con Chuza, importante funcionario del gobierno de Herodes; María, esposa de Zebedeo, madre de Jacobo y Juan, discípulos del Señor, conocida también, en opinión de algunos comentaristas como Salomé, quienes sugieren que era hermana de la virgen María, nombre que en hebreo se escribe Miriam, y que era muy usado en las familias de aquellos tiempos en honor a la hermana de Moisés.

Estas damas, se había preparado para embalsamar el cadáver del Señor. Por las tradiciones judías es probable que, pasadas las seis de la tarde del sábado, ellas fueron al mercado para comprar las especies aromáticas que les permitiría finalizar el doloroso trabajo, no concluido el día de la muerte de Cristo.

Más allá de conclusiones teológicas, lo que se destaca de ellas, era su amor por el Señor y su deseo de honrar el cadáver, de quien había sido su mentor espiritual. No dudamos que ellas estaban bastante afectadas por lo sucedido, vivieron de cerca el arresto, tortura, juicio privado y publico del Maestro y su ejecución en la cruz. Superando el dolor fueron presurosas a cumplir su tarea.

2. SORPRESAS: UNA PIEDRA REMOVIDA, UNA TUMBA VACÍA Y DOS HOMBRES EXTRAÑOS. Lucas 24:3-4 2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro; 3 pero al entrar, no hallaron el cuerpo de Jesús.

Lo normal al llegar a un cementerio es encontrar los mausoleos cerrados, no se ven las fosas abiertas, salvo en aquellos lugares que hay profanadores de tumbas, así que estas damas, fijaron su atención en algo que llamó de inmediato su atención: hallaron removida la piedra del sepulcro. La sorpresa tenía que ver, en primer lugar con la piedra, de un peso aproximado a las dos mil libras, unos 900 kilos. El texto usa la palabra griega ἀποκεκυλισμένον, apokekulisménon, cuya raíz es apokulio, que se traduce como “rodada” por una gran fuerza, así que la primera impresión de ellas fue que, por alguna razón, la piedra no estaba en su lugar y que para moverla, era imprescindible contar con una gran fuerza.

Por otra parte, ver la tumba, la cueva donde habían enterrado al Señor, sin la piedra que protegía la entrada, era una invitación a entrar a averiguar ¿qué pasó?, aquí se da la segunda sorpresa: al entrar, no hallaron el cuerpo de Jesús.

La reacción natural fue la perplejidad, es decir, la confusión, sencillamente no entendía lo ocurrido, a eso hay que sumarle el dolor que ya traían las mujeres.

Las sorpresas no terminaban para ellas, porque 4 Aconteció que estando perplejas por esto, he aquí se pusieron de pie junto a ellas dos hombres con vestiduras resplandecientes.

Si alguno de nosotros viviera esta situación, además de perplejidad, tendríamos miedo, espanto y es posible que perdamos el conocimiento, por no decir el sano juicio. Eran muchas sorpresas juntas, para una mañana dominical o cualquier mañana, tarde o noche.

Las mujeres en cambio demuestran, junto al miedo natural, interés por saber lo sucedido, así que en lugar de desmayarse o correr espantadas, se mantuvieron firmes, abrieron los ojos y Dios se manifestó por medio de dos ángeles enviados a comunicar una gran noticia.

3. LA CRÓNICA ANUNCIADA SOBRE JESÚS SE CUMPLIÓ. Lc. 24:5-7

Las mujeres al ver los hombres, con vestidos resplandecientes, sumado a la piedra movida, la tumba vacía, fueron cautivas por el miedo. 5 Como ellas les tuvieron temor El griego usa la palabra ἐμφόβων, emphobon cuya traducción es aterrorizadas, espantadas, la misma reacción cuando nos llevamos un gran susto, el miedo las llevó a bajar la cara a tierra.

Nada mejor en momentos de sustos que escuchar voces conocidas, las de nuestras madres en aquellas noches cuando el temor a “La sayona o llorona” no nos dejaba dormir. Ellas no escucharon las voces de sus madres, oyeron algo mejor, escucharon una pregunta determinante y una respuesta consoladora: 5…— ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? 6 No está aquí; más bien, ha resucitado.

Jesús no movió la piedra para salir, tampoco se quitó los lienzos que cubrían su cuerpo, por ser verdadero Dios no necesitaba hacerlo, tenía control absoluto de las leyes físicas y químicas. La piedra fue removida por causa de ellas, para que tuvieran elementos claros de que algo extraordinario había ocurrido: Jesús no está en la tumba, Jesús 6… Ha resucitado. Junto a la buena noticia de la Resurrección de Cristo, hubo la motivación a recordar las palabras del Señor: 6…Recuerden de lo que les habló cuando estaba aún en Galilea, 7 como dijo: "Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día."

Todo lo que sucedió, desde su nacimiento en Belén, su ministerio público, sus enseñanzas sobre el Reino de Dios, la totalidad de su pasión, muerte y resurrección, fue parte del plan que Dios había trazado para salvar a la humanidad, anunciado por los profetas y por Cristo mismo. De nuevo, Dios había cumplido sus promesas. Esto es motivo para ser llenos con la esperanza que viene del cielo, porque cada promesa de Dios en la Biblia es para usted, para mí, para todas las personas. Que hermoso es recordar siempre las promesas que Dios nos ha hecho por medio de Cristo y saber que por medio de Él tenemos el perdón de los pecados y, de la misma manera que El Vive, nosotros también viviremos.

4. LAS PIEDRAS EN EL CAMINO NO DETIENEN AL CREYENTE. Lucas 24:8-10

Las mujeres dejaron a un lado sus temores y espantos, ahora estaban viviendo la verdad de la Palabra: “El amor de Dios arroja fuera el temor”. Su nueva actitud frente a los hechos que vivieron esa mañana fue motivada porque 8 Ellas recordaron sus palabras.

Las palabras de Cristo, no la palabrería humana, sino la auténtica Palabra de Dios que anunciaba la necesidad de la muerte del Señor, para “ofrecer su vida en rescate por todos, cargar el pecado de todos nosotros, desbaratar las obras del diablo, buscar y salvar lo que estaba perdido”, hizo la obra en ellas, como la hizo en nuestras porpias vidas, como quiere hacerlo en la vida de cada ser humano.

Esa palabra recordada movió a 10… María Magdalena, Juana, María madre de Jacobo, y las demás mujeres que estaban con ellas a compartir la buena noticia, el puro evangelio con los apóstoles y con otros seguidores de Jesús. 9 y volviendo del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás.

En su tarea de anunciar el evangelio, ellas encontraron piedras más pesadas que la de la tumba: 11 Pero sus palabras les parecían a ellos locura, y no las creyeron. Puede resultar fácil criticar a los discípulos por su incredulidad, pero ellos no habían visto nada y sus corazones estaban tan tristes, que sus miedos, generadores de duda, les hizo actuar en forma equivocada, pero después de encontrarse cara a cara con Cristo, no solo fueron testigos del evangelio, sino que sus vidas fueron transformadas y cada uno prefirió la muerte, antes que negar lo que habían visto, oído y vivido.

La incredulidad es una piedra que ellas encontraron, pero no dejaron de decir la verdad. Los discípulos también hallaron piedras, sin embargo jamás callaron la verdad de Dios. Las piedras de la incredulidad, duda o temor detiene a un creyente, ni debe ser barrera para que la Iglesia siga predicando, por el contrario, debemos confiar que Dios hace la obra y es Él quien transforma y cambia las vidas.

CONCLUSIÓN

Como las mujeres nosotros tenemos un trabajo que hacer, mientras estemos en el mundo debemos ir a la tumba para fijar nuestros ojos en que está vacía.

Como las mujeres debemos tener siempre presente en nuestra memoria la Palabra de Dios para recordar las palabras de Cristo, que nos motiva a vencer el miedo y seguir adelante.

Como las mujeres, apóstoles y creyentes en todos los tiempos, vamos a encontrar corazones incrédulos que rechazan la Palabra de Dios, pero jamás eso debe ser una excusa para no hacer el trabajo y menos callar el mensaje de esperanza y consuelo que Dios ofrece a todos.

Como las mujeres debemos ir primero a los conocidos, familia, amigos, vecinos; luego a los paisanos, compañeros de trabajo, hasta difundir esta buena noticia a todos, movidos por la esperanza de las promesas del Señor que Él hará la obra. Hoy es tiempo de alegría, vamos a compartir este mensaje, esta crónica de una muerte, pero también de la Resurrección anunciada de Cristo, El Señor. Amén.

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