Llegando a ser como Jesús

El Ministerio Eficaz del Espíritu Santo: Un estudio del Evangelio de Lucas  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Llegando a ser como Jesús, los pasos del Creador para hacernos como Jesús.

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Llegando a ser como Jesús
Domingo 09 de Agosto 2020 - Iglesias Bethel, SA, Refugio & Katy
Domingo 14 de Agosto 2022 - Iglesias Bethel El Naranjo, Bethel La Paz (transmisión en vivo) y Senda Antigua
Domingo 11 de Junio 2023 - Iglesia Bethel La Paz
LECCIÓN 01
Por toda las Escrituras, el mensaje que Dios nos da es que Él no sólo quiere salvarnos del infierno, sino que quiere salvarnos de nosotros mismos, de lo que nosotros somos, para poder ser llenos de lo que Él es.
El logrará ese propósito conforme mengüe lo que somos y crezca en nosotros lo que Él es a través de Sus pasos mostrados en Sus Escrituras.
Las Escrituras nos revelan la manera en que Dios lleva a los bebés espirituales a la plenitud gloriosa de la vida de Cristo y al verdadero significado de Su Reposo.
Dios nos hace un llamado a un compromiso más profundo y a un amor más grande por Él.
Él nos revela los pasos involucrados en el crecimiento espiritual.
Que abracemos completamente la obra de Dios que nos conducirá a una relación más profunda con el Señor Jesucristo.
Estaremos viendo como desde el mero principio Dios nos revela los pasos para llegar a ser como Él es. Lo vemos desde Génesis.
Llegando a ser como Jesús
La luz debe ser separada de las tinieblas parte 1
Domingo 06 de Junio 2021 - Iglesias Bethel El Naranjo, Senda Antigua Guastatoya & Transmisión Katy, Texas
Todos debemos estar seguros que hemos nacido de nuevo.
Ahora que hemos nacido de nuevo por el agua de la Palabra y por el poder del Espíritu, ¿Podemos decir que estamos listos para avanzar en la obra redentora de Dios revelada en el Segundo Día de la Creación? Aun no. Dios nos incentiva a que presionemos. Los Siete días de la Creación revelan una obra progresiva, de modo que sea imposible avanzar al Día Dos hasta que todos los propósitos de Dios en el Día Uno hayan sido cumplidos.
En Génesis 1:4, examinando este pasaje debemos notar algo más debe ser logrado en nuestras vidas en el Día Uno: Dios debe separar la luz de las tinieblas.
Génesis 1:4 dice:
“4Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.”
Es importante comprender que nosotros debemos permitirle a Dios que lleve a cabo cada obra en nuestras vidas.
No es sólo que el Espíritu Santo llegue a ofrecernos la experiencia del nuevo nacimiento, el Espíritu de gracia también debe llegar para darnos gracia en cada obra redentora futura que Él quiere hacer en nosotros.
Con cada visitación sucesiva y más profunda del Espíritu Santo, cuando Él llega y toca nuestras vidas para darnos mayor gracia, tenemos la opción de aceptarla o rechazarla en ese momento.
El nunca presiona a nadie para que lo acepte a Él o a Su voluntad. Eso no expresaría ni produciría amor verdadero.
Por otro lado, si no le permitimos hacer las cosas a Su manera, entonces no nos permitirá avanzar en cosas más profundas en Él. No nos permitirá avanzar hacia las bendiciones de los otros Días en Su obra redentora, en Su camino más profundo.
Hebreos 6:1a y 3 dice:
“1Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección….. 3Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.”
Quiera Dios ayudarnos constantemente a rendir totalmente nuestra voluntad a Su voluntad. Que siempre estemos prestos a decir “sí” a los tratos del Espíritu en nuestros corazones para que nuestra “tierra” pueda ser algún día “llena con toda la plenitud de Su vida y de Su gloria”, como lo dice Efesios 3:19:
“19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”
Muchos cristianos se quedan atascados en la separación de la luz de las tinieblas en el Día Uno, y nunca crecen más en Dios. Algunos sencillamente no le permitirán a Dios hacer las cosas a Su manera en este asunto para que el Día Uno pueda ser completado en sus vidas.
Si pudieran dar un vistazo a la Gloria que les espera del Día Dos al Día Siete, ellos estarían más que dispuestos a rendir su voluntad a Dios.
Consideremos que más debemos permitirle realizar Al Señor en este Primer Día para que nos sea permitido avanzar al Segundo Día.
La luz debe ser separada de las tinieblas
Génesis 1:4 dice:
“4Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.”
El Nuevo Testamento también recoge esta verdad que se encuentra en la semana redentora, y nos da tres áreas en las que debemos permitir que Dios haga una separación entre la luz y las tinieblas en nuestras vidas:
1- Nuestros amigos traen luz o traen tinieblas
2 Corintios 6:14-15 dice:
“14No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
15¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?”
Esta Escritura se aplica menudo al yugo desigual del matrimonio entre un cristiano y un no cristiano. Aunque esta exhortación efectivamente puede aplicarse al matrimonio, el asunto va más allá. El Apóstol Pablo está hablando del compañerismo y comunión. Debemos permitirle a Dios ser Señor sobre esta área de nuestras vidas.
Santiago 4:4 dice:
“4¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”
Esta es una advertencia muy solemne. Lejos de poder crecer en su relación y comunión con Dios, quienes escogen la amistad del mundo son considerados enemigos del Señor.
Abraham no fue el único “amigo de Dios” a quien se le requirió dejar a su familia, sus amigos y a su país para caminar con Dios.
Éste es un requerimiento básico para todos los amigos de Dios y para todos los hijos de Abraham.
Algunos cristianos han escogido retrasar esta decisión hasta estar un poco más avanzados en el camino cristiano.
Como ocurrió en la vida de Abraham, esta decisión debemos hacerla al principio de nuestra caminata con Dios en el primer día de la semana redentora. Y no al final cuando se ha alcanzado la madurez. ¿Quién nos atrae más, el Dios del cielo o nuestras viejas amistades?
¿Deseamos ser especiales a los ojos del Señor, alguien cuya belleza sea irresistible para Él? Podemos serlo desde el principio de nuestra caminata con Dios, si seguimos el consejo del Señor en el Salmo 45:10-11 que dice:
“10Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;
Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;
11 Y deseará el rey tu hermosura;
E inclínate a él, porque él es tu señor.”
Si sencillamente seguimos el ejemplo de Abraham y dejamos a nuestra familia y amigos, el Señor deseará grandemente nuestra belleza espiritual.
¿No es una tragedia que muchos cristianos nunca vayan más allá del nuevo nacimiento y del Primer Día de la nueva creación en Cristo sencillamente porque sus amigos no creyentes les atraen más que el Rey de gloria?
No estamos hablando de cortar todo contacto con los creyentes, porque en ese caso no podríamos alcanzarlos para Cristo. El concepto que se refiere claramente al compañerismo.
Creo hermanos que la línea de demarcación entre pasar tiempo con un incrédulo (y según la Biblia, un incrédulo es cualquiera que no ha nacido verdaderamente de nuevo) para ganarlo para Cristo y tener compañerismo con él es muy fácil de discernir. Si un no creyente quiere pasar tiempo con nosotros porque por lo menos tiene algún interés en lo que podemos ofrecerle espiritualmente, entonces debemos estar dispuestos a pasar tiempo con esa persona.
Pero esto debemos pararlo o salir de pasar tiempo con esa persona cuando sucedan una de dos cosas:
A él ya no le interesa estar conmigo por lo que yo soy y lo que tengo del Señor o Yo estoy ahora interesado en estar con esa persona por lo que es y por lo que tiene en el mundo.
En otras palabras, si disfruto estar con una persona porque tenemos intereses comunes como deportes, pasatiempos, carros, negocios, escuela, familia etc., mi vida espiritual se estancará, y pronto seré considerado enemigo de Dios en lugar de ser su amigo íntimo.
Una relación inaceptable es un problema frecuente para una pareja de novios. Muchas jóvenes cristianos (jóvenes o señoritas) dicen: “Yo creo que mi relación con él (o ella en el caso del hombre) es la voluntad de Dios, porque creo que Dios quiere usarme para ganarlo (o ganarla) para Cristo”.
Lo que ellos y ellas no entienden es que son ellos y ellas mismos los que necesitan ser ganados para Cristo, porque ya han caído de la gracia al desobedecer al Señor, y se han convertido en enemigos de Dios. Nunca podremos rescatar a una persona que ha caído en un abismo saltando a ese abismo con esa persona. Esto es precisamente lo que hace un joven o una señorita cristiano (a) al tener un noviazgo con un no creyente.
2- Nuestras obras producen luz o tinieblas
Un misionero en cierta ocasión reprendió a un pastor porque le había dicho una mentira, diciéndole: “Hermano, tú eres pastor, ¡y me mentiste! ¿No sabes que la mentira desagrada al Señor?”. El pastor le respondió: “Sí, pero todos los pastores mienten en nuestro país”. El Misionero le respondió: “Si eso es así, entonces todos los pastores en este país pasarán la eternidad en el infierno, porque la Biblia dice que todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre”. Lo dice Apocalipsis 21:8:
“8Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
En Efesios 5:3-11 el Apóstol Pablo da una lista de obras que son inaceptables para el Señor. El también nos exhorta en Efesios 5:8 así:
“8Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
Él continúa diciendo en Efesios 5:11:
“11Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;”
El Apóstol Pablo está hablando aquí de una separación entre la luz y las tinieblas en el contexto de nuestras obras. Después de que Dios envía luz a nuestro corazón somos llamados “hijos de luz”. Para llevar este título se nos requiere que separemos las tinieblas de nuestras obras pasadas, de la luz de nuestra nueva vida en Él.
Sabemos que la obra creativa del Señor en nuestra vida en el Primer Día no nos lleva a la perfección. Claramente, la separación entre la luz y las tinieblas no se completa en el Primer Día, porque vemos que Dios hace una mayor separación entre ellas en el Cuarto Día (lo vemos en Génesis 1:18: “18y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno”).
Sin embargo, si queremos progresar más allá del Día Uno, el Señor insistirá en tratar primero con ciertas cosas.
Los ídolos son diferentes en cada vida, y Él tratará con cada persona de diferente manera. La separación entre la luz y las tinieblas que Él requiere en nuestra vida para avanzar hacia el Segundo Día no depende de la aprobación de nadie. Solamente el Señor conoce el corazón de cada uno de nosotros.
Aquí no estamos hablando de legalismo. En algunas iglesias existe la tendencia a pensar que un verdadero cristiano debe seguir las leyes que los hombres han establecido. Si no lo hace, se le considera como alguien poco espiritual, o incluso como alguien que no es algo.
¿Pero qué dice la Biblia? En la iglesia primitiva, muchos cristianos estaban imponiendo toda clase de reglas y regulaciones a los nuevos creyentes gentiles. Así que se reunieron los principales líderes de la iglesia, oraron acerca de este asunto, y concluyeron que sólo cuatro cosas le era necesario observar a un nuevo cristiano; estas se mencionan en Hechos 15:28-29:
“28Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:
29que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.”
Si agregamos para un nuevo cristiano aunque sea una regla más a esta lista, de acuerdo con la Biblia nos hemos colocado en el campo de los cristianos legalistas, y somos enemigos de la cruz de Cristo.
Lo que es más, también seremos enemigos de las almas de los hombres.
¿Cómo puede ser esto? A menudo se escucha decir a personas que no sean salvas: “Bueno, yo nunca podría ser cristiano porque bebo, fumo, voy al cine y bailo”. ¿Quién puso esas leyes sobre ellos? Ciertamente no fue el Espíritu Santo y tampoco los apóstoles. Los apóstoles dijeron que sólo hay cuatro leyes, y ¡ninguna de esas cosas está incluida en su lista!
Tristemente, estas otras reglas han sido establecidas por cristianos legalistas. Es cierto que muchas iglesias tienen una lista de prohibiciones mucho más larga que la que dió el Espíritu Santo, y la tienen clavada en su puertas de entrada, por así decirlo, para que todos sepan cuáles son sus “estándares”.
El resultado es que muchas almas son mantenidas fuera del Reino, porque sólo ven las muchas leyes que no se sienten capaces de cumplir.
¡Qué triste que esa gente nunca llegue a conocer a Aquel que murió por ellos! Pronto hubieran aprendido que Él cambia nuestros deseos y nos da la gracia para rendirle las cosas que pensábamos que nunca podríamos dejar de hacer. Esto es resultado del amor y no de la ley.
Sabemos que la ley nos mata (Romanos 7:9-10 dice: “9Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte;”).
Desafortunadamente, algunos cristianos, como el Apóstol Pablo antes de tener un encuentro real con el Señor, andan matando a otros espiritualmente en nombre de la santidad y de la ley de Dios. Esas personas aún no han aprendido una de las lecciones principales que Dios quiere que aprendamos de la vida de Pablo, un hombre que cumplía la ley al pie de la letra. Él era tan justo como lo puede llegar a ser una persona bajo esa ley (Filipenses 3:6 dice: “6en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”). Pablo, el mayor discípulo que la ley produjo jamás, nos muestra el resultado final de ese camino: Dedicar su tiempo a matar cristianos. Mientras más legalista somos, ¡más gente mataremos!
¿Cómo sucede esto en nuestras iglesias hoy?
Lo veremos en nuestros siguientes cultos, si Dios nos lo permite.
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