Un cielo nuevo y una tierra nueva

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Revelation 21:1–8 NBLA
Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. »Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado» El que está sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Y añadió*: «Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas» También me dijo: «Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. »El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será Mi hijo. »Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda».

Introducción

El capítulo 21 es parte de la séptima y última visión de Apocalipsis y el comienzo de una descripción gloriosa de la esperanza que tenemos todos aquellos que anhelamos el regreso del Rey.
Luego de la visión en el capítulo 20 de la derrota de Satanás y del juicio final y de la destrucción de la Muerte y del Hades, comienza la parte final de esta gloriosa carta a las iglesias.
Y el mensaje de Jesús a las iglesias en estos últimos capítulo es claro, contundente e inequívoco:
Al final de la historia todo va a estar bien y todo será glorioso para aquellos que anhelan mi regreso.
Fue el teologo y escritor C.S. Lewis quien dijo:
Si nos encontramos deseando algo que nada en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fuimos hecho para otro mundo.
¿Te has sentido alguna vez así? ¿Tratando de satisfacer tus deseos más profundos con las cosas de este mundo, para darte cuenta que nada te satisface verdaderamente?
Y no solo me refiero a las cosas que son pecaminosas sino también a las cosas buenas de la vida.
La Declaración de Independencia de los EUA afirma que uno de los derechos inalienables del ser humano, otorgados por Dios es la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Sin embargo, aquellos que anhelamos el regreso del Rey, hemos comprendido que ninguna de estas tres cosas pueden ser plenamente satisfechas en este mundo, ni provistas por ningún sistema de gobierno terrenal.
Solo aquellos que anhelamos el regreso del Rey podemos vivir confiados y esperanzados en este mundo, no solo porque hemos recibido la promesa de la verdadera vida, la vida de Cristo Jesús, al poner nuestra confianza en Él y también su libertad, al ser perdonados de nuestros pecados y librados de la muerte, sino porque sabemos que la satisfacción plena de nuestros deseos más profundos será completada aquel día, en el cielo nuevo y en la tierra nueva.

Un cielo nuevo y una tierra nueva

La historia de la humanidad comienza en Génesis con la creación de un mundo y de un pueblo y Dios habitando en medio de ellos.
Ese mundo y ese pueblo fueron totalmente corrompidos a causa de la caída del hombre.
Sin embargo, al final de la historia vemos a Dios nuevamente recreando un mundo nuevo y un pueblo nuevo y a Él habitando en medio de ellos para siempre.
Los profetas anunciaron esta esperanza desde la antiguedad:
Isaiah 65:17 NBLA
»Por tanto, Yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, Y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria.
Jesús también lo prometió a sus discípulos:
John 14:1–3 NBLA
»No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí. »En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes. »Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también.
Los apóstoles dieron su vida por esta esperanza:
2 Pedro 3:13 (NBLA)
...según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
El apóstol Juan escuchó las palabras de Jesús y fue él mismo quien las registró en su evangelio. Y ahora tiene una visión del cumplimiento de aquella gloriosa promesa.
Esta visión es como si Jesús le estuviera diciendo a Juan y a la iglesia del primer siglo que a pesar del sufrimiento que estaban experimentando no olvidaran Su promesa. Que Su promesa era real.
En el verso 5 el Señor le dice a Juan: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Su propósito era que esta promesa sirviera de fundamento y fortaleza a su Iglesia para que esta siguiera adelante luchando y perseverando en la fe.
Iglesia Alianza La Cumbre, nunca olvides que Sus palabras son fieles y verdaderas.
Juan ve un cielo nuevo y una tierra nueva y una ciudad que descienden del cielo hacía la tierra.
Él ve como si este cielo nuevo y esta tierra nueva reemplazarán el cielo y la tierra en la cual vivimos y que fue corrompido a causa del pecado.
Este cielo nuevo y esta tierra nueva representan la restauración, la transfiguración y la renovación del cielo y la tierra en el cual ahora vivimos.
Tal y como ocurrirá con nuestros cuerpos en el día final, que serán nuestros mismos cuerpos terrenales pero transformados; glorificados. Igual que el cuerpo resucitado de Jesús. Eso mismo ocurrirá con la naturaleza.
El apóstol Pedro lo describe de esta manera:
2 Peter 3:10 NBLA
Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas.
Algunos piensan que este verso enseña que un día este mundo será totalmente destruido y que ya no existirá más.
Sin embargo, otros piensan que la idea de Pedro tiene más que ver con purificación que con aniquilación.
En el día final Dios purificará su creación como se purifica con fuego el oro.
Es la idea de un incendio forestal. El fuego arrasa con el campo y parece que en ese campo nunca más va a brotar la vida. Sin embargo, no pasa mucho tiempo cuando ese campo se forra de vegetación mucho más hermosa que la anterior. (Terreno de Casa Aprisco)
Es la idea del huracán que arrasa con los arboles para luego producir árboles mucho más fuertes y frondosos.
A esto es a lo que se refiere el apóstol Pablo cuando dice:
Romanos 8:21 (NBLA)
...la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
La misma libertad que obtendremos aquellos que anhelamos su venida es la misma libertad que obtendrá la creación. Es como si la creación también anhelara el regreso del Rey.
De hecho, recordamos la promesa que el Señor le hizo a Noe luego del diluvio:
Genesis 9:11 NBLA
»Yo establezco Mi pacto con ustedes, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra»
Cuando me paro frente al mar, o cuando viajo hacia el este y me encuentro con la majestuosidad del Yunque, o cuando viajo hacia my pueblo Arecibo y veo la belleza de los flamboyanes florecidos, o cuando corro bicicleta en Salinas y veo la hermosura de la cordillera central, me digo a mí mismo, no puede ser que Dios vaya a destruir todo esto. Todo esto que con tanto amor y pasión creo para su pueblo. Todo esto a lo cual Él mismo consideró bueno y bueno en gran manera.
Lo maravilloso de la historia de Dios es que al final el logrará lo que se propuso desde el principio, crear un mundo, crearse un pueblo para sí mismo y habitar junto a ellos para siempre.
Creo que esta perspectiva nos ayuda a tener una actitud muy diferente hacia la naturaleza que nos rodea. Nos ayuda a apreciarla más, a cuidarla, a ser más responsables en el uso de los recursos.
Ya no tenemos que actuar de forma irresponsable con la naturaleza porque pensemos que todo esto será destruido.

La gloria del cielo nuevo y la tierra nueva es Su Presencia

Creo que hay muchas cosas gloriosas que podemos hablar del cielo nuevo y la tierra nueva, pero nada como esto:
Apocalipsis 21:3–4 (NBLA)
Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.
»Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado»
Lo que hace el cielo nuevo y la tierra nueva gloriosos es Su presencia.
Finalmente Dios cumplirá Su sueño, lo que se propuso desde el principio de la creación, habitar en medio de Su pueblo. Ya no detrás de una cortina y un santuario. Ya no accesible solo para algunos. Ya no exigiendo sacrificios y el cumplimiento de una ley.
A esto es, precisamente, a lo que apunta el jardín del Edén, a esto es a lo que apunta el arca de Noe, a esto es a lo que apunta la zarza ardiente de Moisés, el Ángel del Señor en el AT, el pueblo de Israel, el Tabernáculo de Reunión en el desierto, el Templo de Jerusalén, el ministerio de los Profetas, la Encarnación del Hijo de Dios y el Espíritu Santo sobre la Iglesia de Cristo. A un constante y obstinado deseo de Dios de habitar en medio de su pueblo por siempre y para siempre.
Y en el día final su deseo, su propósito será cumplido.
Ese Dios inaccesible, inalcanzable, intocable, incomprensible, infinitamente santo, puro y trascendente, un día caminará en medio de su pueblo. Un día habitará en medio de su pueblo. Un día hablará cara a cara con su pueblo.
Ya no habrán intermediarios, intercesores, representantes, impedimentos, obstáculos, restricciones, ni piedras de tropiezo.
Él mismo le hizo la promesa a su pueblo en el desierto:
Levítico 26:11 (NBLA)
...haré Mi morada en medio de ustedes, y Mi alma no los aborrecerá.
Lo declaró también por medio de sus profetas:
Ezekiel 37:27 NBLA
’Mi morada estará también junto a ellos, y Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo.
Ezekiel 48:35 NBLA
»La ciudad tendrá 18,000 codos (9,450 metros) en derredor; y el nombre de la ciudad desde ese día será: “el Señor está allí”».
Ya no habrán más lágrimas de dolor porque Él mismo nos las secará. Ya no habrá mas muerte porque estaremos en la presencia de Aquel de donde surge la vida misma y porque para ese entonces la muerte ya no existirá más. Ya no habrá más duelo porque estaremos en la presencia de Aquel que es nuestro consuelo. Ya no habrá más dolor porque estaremos en la presencia de Aquel que lo sana y lo cura todo.
Así lo anunció el profeta Isaías:
Isaiah 25:8 NBLA
Él destruirá la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, Y quitará el oprobio de Su pueblo de sobre toda la tierra, Porque el Señor ha hablado.
Isaiah 35:10 NBLA
Volverán los rescatados del Señor, Entrarán en Sión con gritos de júbilo, Con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, Y huirán la tristeza y el gemido.
Isaiah 65:19 NBLA
»Me regocijaré por Jerusalén y Me gozaré por Mi pueblo. No se oirá más en ella Voz de lloro ni voz de clamor.

Él hará todas las cosas nuevas

Este cielo y esta tierra son nuevos porque el Señor hará todas las cosas nuevas. Ya nada será igual.
El apóstol Pablo lo expresa de esta manera:
1 Corintios 2:9 (NBLA)
...«Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que Lo aman».
No sabemos a ciencia cierta cómo será ese cielo nuevo y esa tierra nueva, pero algo sí sabemos, que será glorioso.
Si hoy nos impresionamos por la belleza de la naturaleza que nos rodea, imagine cómo será el cielo nuevo y la tierra nueva.
Por eso el apóstol Pablo también declara:
1 Corinthians 13:12 NBLA
Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido.
El pastor anglicano y autor Christopher J.H. Wright en su libro El Dios que no entiendo declara:
Sea como sea, podemos estar seguros de que, para aquellos que están en Cristo, todo lo que nos ha bendecido y enriquecido en esta vida no se perderá sino más bien se ampliará infinitamente en la resurrección, y [todo] de lo que no hemos sido capaces de disfrutar en esta vida (por incapacidad, enfermedad, o muerte prematura… o simplemente a través de las limitaciones naturales del tiempo y el espacio) será ampliamente restaurado o compensado en la vida resucitada.
Cuando leí esta expresión rápido pensé en mi hermano Josué. Aunque nos consuela saber que disfrutó de sus 30 años de vida al máximo y a plenitud, ciertamente su vida fue cortada de esta tierra prematuramente. Sé que hubo muchas cosas que no pudo realizar y disfrutar en esta vida. Pero tenemos la esperanza de que todo lo que un conductor ebrio le arrebató le será otorgado ampliamente en el cielo nuevo y en la tierra nueva.

Hecho está

Algunos nos podrán acusar de locos por creer en estas cosas. Sin embargo, nosotros sabemos en quién hemos confiado.
El mismo que le dijo a Juan, Escribe estas cosas, porque mis palabras son fieles y verdaderas también le dice, Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin.
Aquel que creó todas las cosas en el principio con solo decir una palabra es el mismo que cumplirá su promesa en el día final.
Aquel de quien Hebreos dice:
Hebrews 12:2 NBLA
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.
Hecho está. Así mismo como expresó en la cruz el día de su crucifixión, Consumado es. Fue su muerte y su resurrección lo que hizo posible, lo que garantizó la promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva.
Este Hecho está es lo que en la Alianza llamamos la inminencia de su regreso. La seguridad del cumplimiento de su promesa.
En este mundo nada es seguro. No sabemos si mañana nos levantaremos de la cama. No sabemos si cuando salgamos de aquí llegaremos a nuestro destino. No sabemos si esta semana nos quedemos sin trabajo. No sabemos si en la próxima cita médica recibamos un diagnóstico catastrófico.
Pero hay algo que sí sabemos, que Su promesa del cielo nuevo y la tierra nueva se cumplirá. No solo porque Él es fiel y verdadero sino porque su promesa tiene su sello de aprobación: Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin.
Como le dice el apóstol Pablo a los corintios: Todas sus promesas son sí y amen, para la gloria de Dios.
Todo lo que existe fue creado por medio de Él y para Él. Y así mismo será con el cielo nuevo y la tierra nueva.

Nuestro descanso eterno

El cielo nuevo y la tierra nueva no solo serán gloriosos porque Dios mismo habitará en medio de Su pueblo sino porque también será nuestro descanso eterno: Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
Ese día se cumplirá la profecía:
Isaiah 55:1 NBLA
«Todos los sedientos, vengan a las aguas; Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman. Vengan, compren vino y leche Sin dinero y sin costo alguno.
Ese día se cumplirán las palabras de Jesús a la samaritana:
Juan 4:10 (NBLA)
...«Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva».
En ese día todos nuestros deseos y anhelos serán totalmente satisfechos.
Por eso, aquellos que anhelamos su regreso no vivimos como vive el mundo, con un afán enfermizo por satisfacer sus deseos con las cosas de este mundo.
Nosotros vivimos confiados y tranquilos porque sabemos que nuestra satisfacción plena la obtendremos en el cielo nuevo y la tierra nueva.

Nuestra herencia y la confirmación de nuestra identidad

El cielo nuevo y la tierra nueva serán gloriosos no solo porque allí encontraremos nuestro descanso eterno y la satisfacción de todos nuestros deseos sino porque también serán nuestra herencia y la confirmación de nuestra identidad.
Aquellos que amamos su regreso, dice el verso 7, heredaremos todas estas cosas y el Señor será nuestro Dios para siempre y nosotros seremos sus hijos para siempre. ¡Aleluya!
El cielo nuevo y la tierra nueva no se ganan. No hay nada que podamos hacer humanamente hablando para ganárnoslo. El cielo nuevo y la tierra nueva es un regalo que se le otorga a aquellos que anhelan el regreso del rey.
Por lo tanto no es para todo el mundo. Ciertamente está disponible para todo el mundo, pero solo los vencedores lo obtendrán. ¿Y quiénes son los vencedores? Aquellos que permanecen hasta el fin anhelando su regreso.
Pero trágicamente, aquellos que no anhelan su regreso, dice el verso 8, también tendrán su herencia. No el cielo nuevo y en la tierra nueva, sino el lago que arde con fuego y azufre.
Al final todos iremos a un nuevo lugar y solo nuestra fe determinará a cual de los dos lugares iremos.

Conclusión

Si en este día eres de esos que anhelan su regreso, el llamado de Jesús para ti es: sigue adelante perseverando en lo que has creído y no dejes que las pasiones de este mundo opaquen ese supremo anhelo de tu corazón.
Por otro lado, si en este día eres de esos que después de escuchar todas estas cosas, evalúas tu vida y dices, yo creo realmente no soy de esos que anhelan su regreso. Me doy cuenta que mis ojos están puestos en las cosas de este mundo. Jesús te dice, arrepiéntete de tus pecados, humíllate ante mí y deja que yo transforme tu corazón para que desde hoy comiences a anhelar mi regreso.
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