Arrepentimiento

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"sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme."

(Hechos de los Apóstoles 26.20-21, RVR60)

¿Qué es el arrepentimiento?¿Pero como se obtiene el arrepentimiento? ¿Solamente uno declara con simple firmeza, “estoy arrepentido”? ¿Es esto todo lo que hay que hacer? ¡La respuesta es un enfático NO! No es tan simple.

El arrepentimiento es un don de Dios como lo es el llamamiento inicial. Hermanos, cuando está hablando de los Gentiles viniendo a la conversión, Hechos 11:18 declara, “Entonces también a los Gentiles ha concedido Dios arrepentimiento para vida.” 2 Timoteo 2:25 habla de ciertas circunstancias donde “Dios…les concederá…arrepentimiento para que reconozcan la verdad.” Finalmente, Romanos 2:4 explica que es “la bondad de Dios” que lleva al arrepentimiento. Las personas NO PUEDEN “desarrollar” el arrepentimiento—para requerirle a Dios que les de Su Espiritu Santo (Hechos 2:38).

La personas deben de buscar a Dios y pedirle por el don del arrepentimiento. Eso no es automatico y no debe de ser tomado de esa forma. Pero Dios le concede el arrepentimiento a todos aquellos que lo buscan con todo su corazón como lo hizo David en Salmos 51.

Pero exactamente, ¿de qué es de lo que uno se tiene que arrepentir? La Biblia dice, “todos han pecado” (Rom. 3:23). ¿Pero qué es el pecado? 1 Juan 3:4 dice, “El pecado es infracción de la ley.” Esto se refiere a la ley de Dios, y la mente carnal es enemiga de la ley de Dios (Rom. 8:7). Las personas no obedecen naturalmente a Dios. La naturaleza humana desobedece—quebranta—las leyes de Dios. Un Cristiano es uno que mantiene las leyes de Dios. Y el no solamente habla de ellas, sino que las mantiene. Fijese: “Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados” (Rom. 2:13).

Por lo tanto, Dios solamente le dará Su Espiritu a uno que El haya conquistado—a uno que esté dispuesto a obedecer Sus ley (Hechos 5:32). El mundo describe las leyes de Dios como duras y como una carga. Pero Juan escribió, “Pues este es el amor de Dios, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son gravosos” (I Juan 5:3; Rom. 13:10). La ley de Dios es santa, justa, buena y espiritual (Rom. 7:12, 14) y es por medio del Espiritu de Dios que uno puede obedecer a Dios y por lo tanto poner en practica el amor de Dios. Romanos 5:5 dice, “el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espiritu Santo.”

Una mente arrepentida es una que da la media vuelta y empieza a vivir una vida diferente. Esta quiere seguir a Dios. Está rendida a Dios—rendida a Su gobierno, Su autoridad en su vida. Una mente asi se esfuerza en copiar a Jesucristo y producir el “fruto del Espiritu” (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza [propio control]) encontrado en Gálatas 5:22-23. Recuerden hermanos que Cristo habló acerca de “producir mucho fruto.” El despues inspiró a Pablo a describir el “fruto del Espiritu.”

La mente arrepentida se ha virado de una forma de vida egoista, de “obtener,” a la forma de vida de “dar.” La forma de pensar del Cristiano se transforma—cambia completamente—a una forma nueva de vivir la vida.

El Cristiano vive por la fe (Heb. 10:38; Hab. 2:4), pero es la fe de Cristo (Ap. 14:12), no la fe humana, lo que le hace posible a la persona poder obedecer a Dios. Mas, la persona debe demostrar fe de que Cristo lo perdonó en el bautismo (Hechos 2:38). Es en ese momento, en la que el estado de conducta antigua del Cristiano ha sido limpiado completamente. Se ha convertido en blanca como la nieve—escondida por la sangre de Jesucristo (Ef. 1:7; Col. 1:14). Esta primera fe humana entonces es reemplazada por la fe de Cristo en la persona convertida. Hemos observado que la fe es parte del fruto del Espiritu de Dios, que ha penetrado en la mente del Cristiano en el engendramiento—en la conversión y el bautismo.

No vayan a malentender. Dios no les debe a ustedes Su Espiritu Santo porque ustedes hallan ejercitado fe y se arrepintieron. Ya hemos visto que el Espiritu Santo es un don (Hechos 2:38), como lo es tambien el arrepentimiento. El Espiritu de Dios no es algo que ustedes hermanos y amigos míos se pueden ganar por sus obras, en la misma forma que la salvación tampoco se gana por obras (Ef. 2:8-9).

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