PERDONADOS

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Salmos de inspiracion y Fortaleza

Notes
Transcript
¡Qué alivio!! Dios Quitó de mi Esta Carga.
BIENAVENTURADO
Salmo 32
1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
Este salmo comienza, como el Sermón del monte, con la palabra bienaventurado, que puede traducirse "feliz, gozoso, dichoso o como experimentando alegría desbordante".
David, al pecar con Betsabé, fue culpable de adulterio y desafió la autoridad de Dios. sobre su vida.
La historia de David y Betsabé la puedes leer en
2 Samuel 11-12
Pero David confesó su pecado a Dios, y esto marcó el comienzo de su perdón.
Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo”. (Salmos 103:12-14).
La montaña de pecado que David había cometido, desde el adulterio hasta el asesinato y la hipocresía, ahora estaba cubierta y oculta por Dios.
Al confesar su pecado a Dios, la mancha del pecado fue puesta fuera de la vista de Dios.
Cristo murió por nuestros pecados; y, en su muerte como sustituto de los pecadores, satisfizo la justicia de Dios.
Así que ahora el Dios santo puede ser un Dios justo y un Salvador; Él es el justo y el que justifica a todos los que creen en Jesús.
TRES PALABRAS
1 Bienaventurado aquel cuya TRANSGRESIÓN ha sido perdonada, y cubierto su PECADO. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de INIQUIDAD, Y en cuyo espíritu no hay engaño.
La Biblia usa varias palabras para referirse al pecado, y David usa tres de ellas en este pasaje.
Cada una tiene su propio significado. La palabra “TRANSGRESIÓN” tiene que ver con rebelión. Dios nos creó a su imagen para vivir en la tierra como sus representantes.
Como un padre que deja a su hijo a cargo de la casa mientras él no está, así, Dios espera que seamos buenos administradores de lo que nos ha confiado.
Pero no sólo somos desobedientes, sino que a veces nos aliamos con el enemigo; nos hacemos traidores.
Arruinamos nuestras vidas y las vidas de los demás. Vivimos en rebelión contra Dios.
Eso es transgresión, cruzamos el limite y rompemos la confianza.
La otra palabra, “PECADO”, que David utiliza aquí, tiene que ver con fallar al blanco.
Como cuando un arquero dobla su arco y dispara, pero la flecha no pega en el centro, no acertó a lo que estaba apuntando; erró la marca.
No cumplimos; fallamos.
La tercera palabra en estos versículos es “INIQUIDAD”. Puede significar perversión o extravío.
También puede significar culpa y castigo, o incluso pecar intencionalmente.
Ver estas palabras es como sostener un diamante; vemos diferentes facetas de nuestro pecado.
La primera palabra describe nuestra relación con Dios: nos hemos rebelado contra Él.
La segunda palabra describe nuestra relación con la Ley de Dios: nos quedamos cortos y no damos en el blanco.
La tercera palabra describe el efecto que el pecado tiene sobre nosotros: nos hace estar torcidos, perversos y culpables ante Dios.
Con estas tres palabras David describe la condición humana. Y con estas tres palabras incluye todo tipo de pecado.
Pero lo más importante en estos versículos no es la naturaleza del pecado, Es que todos estos pecados pueden ser perdonados!!!!
David hace un contraste de estas tres palabras para el pecado con tres palabras para el perdón.
La primera palabra, “PERDONADO” literalmente significa quitar o lanzar muy lejos.
Tu transgresión es como una piedra grande que te cae encima y te deja atrapado en el suelo, pero Dios la levanta y la lanza muy lejos.
La segunda palabra, “CUBIERTO”, tiene que ver con la expiación.
La sangre de un sacrificio cubrió tu pecado y restauró tu relación con Dios. Un inocente pagó con su vida por tu pecado para que pudieras vivir.
La tercera palabra describe lo que Dios no hace; Él no CULPA o toma en “CUENTA” las iniquidades contra esta persona.
Esta es una palabra de contabilidad, significa cargar algo en una cuenta. Cuando Dios perdona, no carga tu pecado a tu cuenta. Él quita la culpabilidad.
Es como si recibieras el informe de tu tarjeta de crédito por correo, pero cuando la abres, no existen cargos.
A pesar que usaste en exceso tu tarjeta, aún así, tu saldo es cero, tu pago mínimo es cero y tus multas son cero.
Tu pecado se elimina del libro de contabilidad de Dios y el reporte financiero está en blanco.
Al no contar los pecados en tu contra, Dios te declara justo. Esta es una bendición de Dios.
Es por la gracia de Dios, no es una recompensa por tu buen comportamiento.
El Salmo 32 está en el corazón del evangelio. Dios borra los libros, borra los saldos de tu hoja de cálculo del pecado y te coloca en paz con Dios.
Justificados (sin cargos o culpa), por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (Romanos 5:1).
TRANSPARENCIA
1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.
El Dios que conoce todos nuestros pecados está más que dispuesto a perdonarnos, pero algo es necesario; debe haber arrepentimiento y confesión. 1 Juan 1:9, "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad." ¡Qué gran promesa!
Dios perdona a Sus hijos cuando pecan si tan sólo vienen a Él en una actitud de arrepentimiento y a pedir perdón.
Pero, debemos tomar en cuenta que no es bíblico para una persona pecar habitual y continuamente como un estilo de vida y todavía ser un creyente (1 Juan 3:8-9). Por esta razón Pablo amonesta:
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos.”. (2 Corintios 13:5).
Como cristianos, tropezamos, pero no vivimos una vida de pecado continuo, sin arrepentimiento.
Todos nosotros tenemos debilidades y podemos caer en pecado, aun cuando no lo queremos hacer.
Aunque no deseamos caer debido a la suficiente gracia de Dios, a veces lo hacemos porque confiamos en nuestra fuerza insuficiente, descuidamos nuestra comunión con el Señor y somos absorbidos por nuestro temperamento, actitud, conducta, acciones y reacciones.
Cuando pecamos, el Espíritu nos convence del pecado de tal modo que la tristeza agobia nuestro espíritu (2 Corintios 7:10-11).
Dios no condenará nuestras almas como si no hubiere esperanza, porque ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1).
La convicción del Espíritu dentro de nosotros es una acción de amor y gracia. La gracia no es una excusa para pecar (Romanos 6:1-2) y no debe atreverse a ser abusada.
El pecado debe ser llamado "pecado", y no puede ser tratado como inofensivo, eso sería engañarnos a nosotros mismos y el Salmo 32:2 dice que es “Bienaventurado el hombre.... en cuyo espíritu no hay engaño”. Aquí se refiere a una actitud transparente ante Dios.
La persona está completamente convencida de su pecado, es sincera en su arrepentimiento, no hay engaño o hipocresía en su confesión.
Alguien con esa clase de actitud,,,,, al buscar en Cristo el perdón y la justicia,,,,, lo hace de corazón y no con palabras fingidas o repetidas oraciones. ,,,, sin sentido.
La confesión transparente DA paz y gozo,,,,, por eso David decía, ¡Bienaventurado! ¡Súper Dichoso!
Había encontrado bendición al no ocultarle a Dios nada; aunque de todas maneras Dios lo ve todo, sin embargo, confesar el pecado tal y como es, TRAE alivio.
En ninguna parte de la Biblia dice que debemos confesar a hombres, sacerdotes o intermediarios, excepto a aquellos a quienes hemos ofendido (Santiago 5:16),
A quien debemos confesar es a Dios a quien podemos llegar confiadamente al trono de su gracia (Hebreos 4:16).
MOLESTIA FÍSICA
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos, En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah
El Salmo 32 debe leerse al lado del Salmo 51, el gran salmo de arrepentimiento de David después de su romance con Betsabé (2 Samuel 11-12).
Mientras sus ejércitos partían a la guerra, David se quedó en Jerusalén y se enredó con la esposa del soldado llamado Urías. Cuando quedó embarazada, David planeó que su esposo, Urías, fuera asesinado en la batalla.
David cometió adulterio y asesinato en tan poco tiempo.
Escondió su pecado, pero finalmente el profeta Natán lo confrontó.
David describió su confesión en el Salmo 51, un salmo desgarrador y emotivo.
Como parte de esta confesión, David le hizo una promesa a Dios:
Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti” (Salmo 51:13). El Salmo 32 podría ser el cumplimiento de esta promesa.
Durante casi un año después de haber pecado, David aún no estaba listo para tratar con el Señor sobre el asunto.
No fue hasta que el profeta Natán vino y le declaró a David, justo antes de que naciera el niño, que había un hombre pobre en su reino que solo tenía una oveja y que era amada por su familia.
Un hombre rico que tenía invitados fue a la casa del pobre y, en lugar de matar a sus propias ovejas, tomó el único corderito del pobre.
David se indignó inmediatamente. “Ese hombre debe morir”, exclamó.
Tú eres ese hombre”, respondió Natán (2 Samuel 12:7
¿No es muy interesante el pecado? Siempre reaccionamos de la manera más violenta a los pecados que otros cometen
Pero, son los mismos con los que luchamos también.
El Señor castigó a David durante casi un año y lo hizo miserable hasta que dejó de mentir y se humilló ante Dios y confesó sus pecados.
En este caso el castigo no es como el de un juez que castiga a un criminal; es más bien como un Padre amoroso lidiando con hijos desobedientes para llevarlos voluntariamente al lugar de la rendición.
Según Hebreos 12:1-13, el castigo de Dios es prueba de que Él nos ama y que somos genuinamente Sus hijos.
¿Qué le pasó a David durante esos meses difíciles?
Por un lado, se convirtió en un desastre físico.
Probablemente tenía unos cincuenta años cuando desobedeció al Señor, pero comenzó a sentirse y verse como un anciano enfermo.
Por lo general era robusto y con mucha energía, David ahora tenía un dolor constante en su cuerpo (Salmo 51:8) y gemía (“rugía”) a causa de ello.
La mano de Dios pesaba sobre él, y en lugar de sentirse lleno de vigor, se secó como una planta durante una sequía (Salmos 38:2; 39:10).
Tenía una conciencia contaminada, una mente preocupada (“¿Cuándo me descubrirán?”), y un cuerpo demasiado enfermo.
Pero valió la pena el dolor, porque la experiencia lo trajo de regreso al Señor.
Esconder el pecado trae dolor emocional, distanciamiento con Dios, tristeza y debilidad física. En muchos casos la depresión se origina por una vida atrapada en el pecado o falta de confesión y arrepentimiento.
Vale la pena señalar que incontables millones viven en esta condición; incluso lo aceptan como normal o una resignación inevitable.
Es bueno sentirse culpable, pero esa culpabilidad nos debe llevar a Dios, y una vez que cumple su función debe desaparecer a la sombra del perdón y el amor de Señor.
LA CONFESIÓN
5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado
Muchas personas sabían lo que el rey había hecho, sabían de la visita de Urías a Jerusalén, su negación a descansar en casa con su esposa cuando el ejército estaba luchando intensamente en la guerra.
También sabían de su “conveniente” muerte al frente de la batalla.
Las visitas sigilosas de Betsabé al palacio y las visitas nocturnas de David a su casa habrían sido difíciles de ocultar.
Sin mencionar la carta, esa carta comprometedora que contenía la propia sentencia de muerte que Urías había llevado tan ingenuamente a Joab.
Podemos estar seguros de que Joab todavía tenía esa carta.
El malvado Joab que sabía el complot y que en algún momento podría traicionar la confidencialidad del rey.
Davis lidiaba con todo eso en su mente.
Trató de ocultar su pecado y pagó duro castigo. Siempre había sido un hombre de buena salud, porque había vivido una vida activa ocupada y trasparente como figura pública.
Pero ahora, el pecado y la conciencia acabaron con su fuerza física, sus "huesos envejecieron". Ese es uno de los precios de ocultar el pecado. Tiene un costo físico y emocional.
El temor a ser descubierto ocasiona otra clase de pecados, ya que para esconder la ofensa el ofensor tiene que mentir, y si no consigue que le crean tendrá que inventar más mentiras
La situación se va agravando cada vez más, especialmente si algún cómplice lo comienza a chantajear.
Eso es lo que hace el diablo, ofrece muy convenientemente placeres temporales, pero al final el costo es demasiado alto.
El mismo Satanás se convierte en el acusador público.
Vivir con esa clase de temor causa ansiedad, y la ansiedad produce otra serie de problemas físicos.
Se ha sabido de personas que sin muchas opciones para ser liberadas buscaron el suicidio.
Esa clase de presión por causa del pecado escondido es un martirio constante, es como vivir en la cárcel sin posibilidad de salir.
Que diferencia poder confesar al Señor y a quienes se ha ofendido y ser liberado completamente.
Habrá dolor, vergüenza y humillación, pero será libre y ante todo, podrá decir como el salmista:
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”. (Salmos 32:1-2).
Para eso debe haber un arrepentimiento auténtico.
Arrepentirse verdaderamente es como querer volver al pasado y desear con todo el corazón no haber causado el agravio, es un anhelo de actuar con rectitud si hubiera otra oportunidad.
El paso necesario del quebrantamiento conduce a la libertad, y no hay nada mejor que tener la plena seguridad que Dios no te culpará de algo que Él ya te perdonó a través de tu confesión y verdadero arrepentimiento.
AHORA O NUNCA
5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. 6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él. 5-6
El Señor envió al profeta Natán a David para confrontarlo con sus pecados y traerle un mensaje de arrepentimiento y restauración.
Después de un año de secreto y lucha, David finalmente llegó al lugar donde estuvo dispuesto a pronunciar las dos palabras que Dios había estado esperando:
"He pecado". La confesión de David "He pecado contra el SEÑOR" fue respondida con: "El SEÑOR también ha quitado tu pecado" (2 Samuel 12:13).
El rey no tenía que hacer alguna clase de penitencia ni pasar un examen complicado; todo lo que tuvo que hacer era confesar sinceramente sus pecados, y el Señor lo perdonó (1 Juan 1: 9).
Se había quitado la carga de la transgresión, se canceló la deuda, se enderezó lo torcido y el Señor no dejó constancia de los pecados de David.
David no ofreció excusas; admitió que había pecado y era culpable ante Dios. La culpa es para la conciencia lo que el dolor es para el cuerpo: nos dice que algo está mal y que se debe rectificar, o las cosas empeorarán.
David cambió el esconder sus pecados por un escondite en el Señor, allí encontró refugio seguro.
Dios eliminó el problema del pecado y puso un muro de protección alrededor de David.
¿Merecía David esa bendición?
Por supuesto que no, ¡nosotros tampoco! Pero esta es la gracia de Dios que se encuentra en Jesucristo nuestro Señor.
Esto no significa que David no sufrió por las consecuencias de sus pecados.
Dios en Su gracia nos perdona, pero Dios en Su gobierno justo dice: "Cosecharás lo que has sembrado".
Betsabé concibió y dio a luz un hijo, pero el bebé murió.
Amnón, el hijo de David, violó a su media hermana Tamar (2 Samuel 13) y fue asesinado por Absalón, otro hijo de David.
Aparte de eso, Absalón trató de apoderarse del trono y Joab lo mató (2 Samuel 14-18).
Mientras David moría, su hijo Adonías intentó quitarle el derecho al trono a Salomón (1 Reyes 1), más tarde Adonías fue asesinado.
Sin embargo, David enfrentó estas calamidades con la ayuda de Dios y vivió para reunir lo que se necesitaba para el templo y que Salomón (el segundo hijo de Betsabé) pudiera construirlo.
Después que David fue perdonado y restaurado, fue al santuario para orar y adorar al Señor (2 Samuel 12:15-23).
Su experiencia de oración contestada lo mueve a orar para que todo el pueblo de Dios pruebe a su Señor de la misma manera.
El salmista quiere compartir su gozo con otros ,,,, para que ellos oren también y sean restaurados.
Cuando dice: “En el tiempo en que puedas ser hallado” subraya la importancia de responder en el momento que el Espíritu de Dios nos convence de nuestro pecado.
Uno que rechaza la voz de Dios puede endurecerse hasta el punto cuando ya no oye más la voz de Dios.
David está diciendo: “Aprendí por las malas. Aprendan de mi error. Ustedes no tienen que experimentar lo que yo viví". El salmista deja en claro la verdad de que Dios es nuestro refugio en tiempos de angustia.
LA ANGUSTIA
6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él. 7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás.
La angustia es un estado de intranquilidad, inquietud, congoja y aflicción muy intensos, causado especialmente por algo desagradable.
Puede ser la amenaza de un peligro, o incertidumbre ante algo desconocido.
Miedo, tristeza, nerviosismo, irritabilidad, dolores de cabeza, de estómago, de huesos, problemas para conciliar el sueño y sentir mucha ansiedad son algunos de los síntomas que muestran que alguien está sufriendo angustia.
Esta era la situación de David. La causa de su angustia era su pecado y el temor a ser descubierto, pero al confesarlo pudo decir con regocijo, “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia”.
No siempre es el pecado lo que conduce a la angustia, pero no hay duda que los pecados no confesados producen un estado de angustia.
Millones de personas pagan mucho dinero por consultas y medicamentos que les alivien la angustia y en innumerables casos sus problemas radican en vidas desordenadas por sus pecados.
Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33).
El mundo no da paz, lo que ofrece son supuestos placeres, tentaciones y pecado, los cuales llevan a la angustia.
Supuestamente las terapias y las medicinas ofrecen tranquilidad y salud, pero eso solamente puede ser temporal; no curan la raíz.
Con mucha razón el salmista decía: “me guardarás de la angustia”.
David entendió que su pecado obstruía su comunión con el Señor.
Su presencia estaba ausente durante la angustia.
Los pecados escondidos nos traerán angustia. Los pecados confesados nos dan paz, ya que esa transparencia nos coloca en buena relación con Dios.
EL GRAN MAESTRO
8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.
El Señor respondió a la adoración de David con una promesa de guía y una lección sobre la necesidad de una constante sumisión.
Él es el Padre amoroso que extiende sus brazos para el descarriado que regresa.
Dios es nuestro maestro y su libro de texto es la Biblia.
Muchas veces, cuando pensamos en la instrucción y orientación, pensamos en lo que más conviene en la vida, es decir, el HACER.
¿Qué hago frente a esta situación? (Trabajo, escuela, relaciones, finanzas, etc,). Dios tiene en mente más bien nuestro carácter; el SER.
No en balde somos “seres humanos” y no “hacedores humanos”, esto nos ayuda a recordar que aunque lo que hacemos es necesario, lo que somos es más importante.
Con eso en mente tomaremos mejores decisiones.
La Biblia está llena de principios que, si se les presta atención, no sólo formarán nuestro carácter sino que evitarán que tomemos decisiones tontas y, muchas veces, fatales.
Un conocimiento básico de los Salmos, los Proverbios, los Evangelios y las Epístolas será suficiente para guiarnos en la vida.
Donde Dios ha hablado sobre un tema, no hay necesidad de buscar más orientación.
8 Sobre ti fijaré mis ojos.
Dios quiere guiarnos también con su mirada. “Sobre ti fijaré mis ojos”. (v 8).
Cuando Pedro estaba calentándose las manos ante el fuego mientras Jesús estaba siendo arrestado, negó al Señor.
La Biblia dice así: “Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis”. (Marcos 14:71).
En ese momento crítico cuando el gallo cantó, el Señor "se volvió y lo miró a los ojos". (Lucas 22:61).
Eso fue suficiente. Solo una mirada. No le habló; simplemente guió a Su discípulo con Sus ojos:
Recuerda Pedro! ¡Recuerda! Satanás ha deseado zarandearte pero yo he rogado por ti” (Lucas 22:31-32).
Estás en el lugar equivocado. Pedro; estás con la gente equivocada".
Era todo lo que Pedro necesitaba, la mirada del Señor para sentirse culpable y reconocer su pecado.
Si el Señor ha de guiarnos con Sus ojos, significa que debemos permanecer cerca de Él.
Asegurémonos de permitir que nuestro Señor nos guíe manteniendo nuestras Biblias abiertas y nuestros ojos siempre mirándolo. Él nos dirá lo que debemos hacer.
ENTENDIMIENTO
9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti.
Así como Dios es una persona también los seres humanos lo somos, poseyendo las características fundamentales siguientes: voluntad, intelecto y emociones. Tenemos la habilidad de tomar decisiones, pensar y sentir.
Aunque fue formado del barro, el ser humano es una maravilla en su diseño, Dios dedicó atención especial en su confección increíblemente compleja.
Lo mismo podemos decir sobre el reino animal, que dicho sea de paso compartimos algunas similitudes, por ejemplo, las siguientes cuatro necesidades básicas: comer, dormir, reproducirse y defenderse.
Sin embargo el humano se distingue del animal por su capacidad de razonar.
Podemos analizar la vida a través de preguntas: ¿Quiénes somos?
¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Por qué sufrimos? ¿Cómo podemos evitar esos sufrimientos? Y muchas preguntas más.
A diferencia de los animales, utilizamos herramientas de todo tipo, multifuncionales y adaptables a distintas situaciones.
Desde el conocimiento y la lógica.
Nos diferencia también la capacidad de hablar. La voz humana es producida en la laringe, pero su conexión con el cerebro hace posible formar palabras y frases, y comunicarse con mucha facilidad.
Podemos decir lo que pensamos, (lo cual nos acarrea grandes problemas muchas veces). El ser humano planifica, diseña, inventa y alcanza objetivos.
Ahora bien, en ocasiones, cuando alguien nos irrita, de forma despectiva le llamamos “burro” o “mula”, por su necedad, comportamiento o falta de entendimiento.
No seáis como el caballo, o como el mulo…….
Dios no usa esa frase de forma despectiva, sino más bien hace una comparación.
No es para degradar a la persona, sino para hacerle recordar su inteligencia y conducta; su capacidad de razonar puesto que fue creado y diseñado de manera superior a los animales.
¿No es interesante que lo que nos degrada es el pecado?
La necedad por continuar en el pecado e intentar cubrirlo con mentiras, evadir responsabilidad, culpar a otros, esconderse o aislarse nos pone en vergüenza ante Dios quien nos ha dado inteligencia para tomar buenas decisiones.
En el versículo 9, Dios nos exhorta a que no seamos tercos como el mulo o el caballo que tienen que ser controlados con frenos y riendas.
Básicamente está diciendo: No seas como el caballo, inquieto por avanzar sin orden, o como la mula, negándose obstinadamente a ir aunque se le indique.
Dios no emplea con sus hijos métodos que se usan para entrenar a las bestias. Dios nos ha dado entendimiento y desea guiarnos con intelecto, consideración, respeto, amor y sabiduría.
UN CLARO CONTRASTE
10 Muchos dolores habrá para el impío; Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia. 11  Alegraos en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.
Impío o impiedad es un concepto que sirve para referirse a alguien que carece de piedad o de fe en Dios.
A su vez, se utiliza como sinónimo de hostilidad en cuanto a las cosas de Dios se refiere.
El impío sufre las consecuencias de sus acciones, es decir, sus obras malas resultan en desdicha y muchos dolores.
El impío no tiene temor de Dios y por lo tanto no siente que es responsable de sus actos ante el creador.
Qué terrible condición, sin embargo muchos no se dan cuenta de ese asunto tan serio.
Los impíos podrían ser perdonados y recibir salvación y vida eterna si tan sólo se arrepintieran y se humillarán ante el Señor.
Podrían cantar como David “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado”. La invitación se ha extendido para todo el mundo, pero la mayoría de impíos mueren sin Cristo.
Los impíos no necesariamente son violentos y agresivos, cualquier persona moralmente “buena” que no deposita en Jesús su confianza es considerada impía.
Pero en el Salmo 32 se refiere a aquellos que deliberadamente cometen maldad contra el pueblo de Dios:
¡”Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado”. (Isaías 3:11).
El perdón del Señor estaba disponible. Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia de Dios.
Este Salmo termina como empezó: con una afirmación para que los justos se regocijen en el Señor. Este llamado de parte de David es un llamado a todos los creyentes a regocijarse en el perdón del Señor.
Específicamente, es un llamado a cantar, ¡Todos ustedes que son rectos de corazón adoren a Dios!
El pecado es una elección consciente de rebelarse contra la autoridad de Dios para hacer en la carne lo que queremos.
Es un levantamiento contra el cielo, una conspiración contra Dios.
Por eso, los creyentes nunca deben minimizar o trivializar el pecado como un asunto pequeño y leve.
Deben afrontarlo con la misma seriedad con que Dios lo ve.
Aquello por lo que Cristo murió nunca es trivial ni insignificante.
Con profunda sinceridad y dolor piadoso, los creyentes deben reconocer sus transgresiones al Señor.
Nunca presumiendo de la gracia inmerecida de Dios, sino humillándose en su presencia, buscando su perdón.
¿Tienes un pecado oculto en tu vida?
¿Aún no lo has confesado? Hazlo hoy mismo.
Eso te dará liberación y paz.
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
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