Ser parte de la iglesia importa

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Como cristianos estamos llamados a estar unidos a Cristo, demostrándolo estando en unión con una iglesia local.

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¿A cuantos nos gusta el fútbol?
Si podemos decir que algo nos une como mexicanos es el fútbol. En el mundial fue sorprendente ver tantos mexicanos viviendo juntos en un país al otro lado del mundo, porque todos fueron a una sola cosa: ver a la selección mexicana jugar. (No hablaremos de su desempeño, para no hacer corajes).
En nuestros días se ha implementado el Fan ID en los equipos de fútbol; esto es, una identificación, la cual asegura que uno es parte del grupo de fanáticos de un equipo en específico. Algunos lo implementan a través de una app en el celular, algunos otros a través de una credencial. Pero, todos aquellos que quieran asistir a los estadios y apoyar a sus equipos, necesitan portar esta credencial o ID que los identifique como miembros del club de fútbol. Ya no solamente es suficiente portar la camiseta del equipo, ahora es necesario tener el ID para que uno se identifique como miembro del club de fans.
Exactamente lo mismo es lo que el apóstol Pablo les está enseñando a sus hermanos efesios en su carta. No basta con decir ser cristiano; no basta con asistir a la iglesia cada domingo, o cada día de la semana que haya reunión. No es suficiente portar la camiseta de cristiano para que uno se identifique como cristiano; es necesario que tengamos ese ID como cristianos. Y ese ID es ser miembro de una iglesia local.
Si embargo, en nuestros días hay un gran mal acerca de la membresía de la iglesia local. He escuchado demasiadas veces a tanta gente decir: “Yo no creo en la iglesia”; o también “No necesito asistir a la iglesia para tener una relación con Dios”, o también, “ Yo no asisto a la iglesia porque está llena de hipócritas”. Existe un verdadero problema en los “cristianos” el día de hoy. Y les digo “cristianos”, no porque niegue su salvación, sino porque dudo que alguien que ame al Señor y diga creer en Él, desprecie a Su esposa.
Es como si llegara alguien conmigo (cuando esté casado) y me dijera: “Me agradas y quiero tener una amistad contigo, pero no soporto a tu esposa. Tú me agradas, pero ella no.” ¿Qué creen que pensaría yo de esa persona? “Muchas gracias, pero al momento de despreciar a mi esposa, me estás despreciando a mí. Y no quiero estar con alguien que no soporte a mi esposa.”
Por ello, el día de hoy, con la ayuda de Dios, vamos a ver tres razones por las cuales es importante ser parte de la iglesia, aún cuando en nuestra cultura esté desprestigiado.

Ser parte de la iglesia importa porque es a través de la iglesia que Dios nos muestra Su sabiduría (Ef. 3.8-10

Ephesians 3:8–10 NBLA
A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, se me concedió esta gracia: anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo, y sacar a la luz cuál es la dispensación del misterio que por los siglos ha estado oculto en Dios, creador de todas las cosas. De este modo, la infinita sabiduría de Dios puede ser dada a conocer ahora por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
Pablo les escribe a los efesios desde la cárcel a sus hermanos de la ciudad de Éfeso, y en esta magistral carta

Ser parte de la Iglesia importa, porque es a través de la iglesia que Dios nos da a conocer Su amor (Ef. 3.17-19)

Ephesians 3:17–19 NBLA
de manera que Cristo habite por la fe en sus corazones. También ruego que arraigados y cimentados en amor, ustedes sean capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios.

Ser parte de la Iglesia importa porque es a través de la iglesia que Dios nos hace como Cristo (Ef. 4.11-16)

Ephesians 4:11–16 NBLA
Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Entonces ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error. Más bien, al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.
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