Fe Que Expulsa Demonios

Marcos  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Introducción

A los que nos gusta la cocina tratamos de mirar vídeos de Youtube de distintas recetas.
Ponemos atención a las medidas / cantidades de los ingredientes.
Hacemos una lista de todo lo que se ocupa.
Ponemos atención a las técnicas que se utilizan.
…finalmente hemos visto el vídeo más de diez veces y lo intentamos.
Pero el resultado es decepcionante:
El pan sale más pesado que un ladrillo.
El caldo sale como agua con con color pero sin sabor.
La carne tiene un sabor desagradable.
En estos casos nos preguntamos, ¿qué pudo haber sucedido?
¿Por qué no me salió bien la receta a pesar de que seguí todos los pasos con exactitud.
Ahora el trabajo es tratar de ver que es lo que nos hizo falta, algún ingrediente, alguna falla en la técnica, etc.
El día de hoy vamos a estudiar una historia de algo similar que sucedió en las vidas de los discípulos de Jesús. Pero, en este caso no fue un pan que no subió…sino un triste caso de un muchacho atormentado por un demonio. Hoy veremos:
Un caso desesperante
Unos discípulos y un padre incapaces
La clave de la fe

Un caso desesperante

Jesús acaba de estar con Pedro, Juan, y Jacobo sobre el monte y les mostró su gloria. Pero, ahora es tiempo de regresar con el resto de los discípulos.
Marcos 9:14–15 NBLA
14 Cuando regresaron adonde estaban los otros discípulos, vieron una gran multitud que los rodeaba, y a unos escribas que discutían con ellos. 15 Enseguida, cuando toda la multitud vio a Jesús, quedó sorprendida, y corriendo hacia Él, lo saludaban.
Al bajar Jesús, él puede notar que hay una multitud que rodea a sus discípulos.
Aparte de la multitud se puede ver a los escribas que están discutiendo con los discípulos.
No olvidemos que estos escribas (interpretes de la ley) en varias ocasiones han estado discutiendo con Jesús y sus discípulos.
Ha de ver sido una escena de sorpresa para Pedro, Juan, y Jacobo que acababan de estar con Jesús - pero para Jesús no fue sorpresa pues él conoce todas las cosas.
Lo que si vemos es que la multitud corre hacía Jesús y lo saludan.
El Maestro ha llegado y atrae hacía él a la multitud.
La pregunta surge - ¿por qué están discutiendo los escribas con los discípulos? Es más, Jesús mismo les hace esta pregunta a los escribas.
Marcos 9:16 NBLA
16 «¿Qué discuten con ellos?», les preguntó.
Sabemos que les pregunta a los escribas porque en el v. 14, “con ellos” se refiere a los discípulos.
Por tanto, esta pregunta es para los escribas - ¿qué discuten con mis discípulos?
La respuesta la da el pobre padre afectado quien narra su situación tan desesperante.
Marcos 9:17–18 NBLA
17 Y uno de la multitud le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo, 18 y siempre que se apodera de él, lo derriba, y echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo. Dije a Tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no pudieron»
Notemos como el padre responde a Jesús con un título honorífico llamando a Jesús “Maestro”.
El padre había venido a traer a su hijo a Jesús.
Pero, al no estar Jesús tuvo que suplicar a sus discípulos que hicieron algo por él.
El padre describe los distintos males que tenía su pobre hijo:
Tenía un espíritu mudo
El espíritu se apoderaba de él y:
Lo derribaba
Causaba que echara espumarajos
Crujía los dientes
Se iba consumiendo. Esta palabra tiene la idea de que se volvía rígido.
Hasta el momento estos son síntomas clásicos de una persona que sufre de epilepsia.
Un ataque de epilepsia puede causar estos síntomas.
Por tanto, parte de el mal de este hijo estaba relacionado con un problema cerebral.
Pero, el mal del joven no se limitaba solamente a una enfermedad física.
De hecho, cuando Jesús pide que le trajeran al muchacho, algo aterrador sucede:
Marcos 9:19–22 NBLA
19 Jesús les dijo*: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? ¡Traigan al muchacho!». 20 Y lo llevaron ante Él. Cuando el espíritu vio a Jesús, al instante sacudió con violencia al muchacho, y este, cayendo a tierra, se revolcaba echando espumarajos. 21 Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?». «Desde su niñez», respondió. 22 «Muchas veces ese espíritu lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si Tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos»
En estos vv. nos damos cuenta que:
El espíritu hizo que el muchacho se sacudiera
Se revolcaba y echaba espumarajos
…podríamos decir que solamente era un ataque epiléptico mas.
Pero, Jesús le pregunta que desde cuando sufría su hijo.
El padre responde que esto ha sucedido desde su niñez.
Jesús no hace esta pregunta porque no sabe lo que sucede con el muchacho. Él es Dios y conoce todas las cosas.
Jesús hace esta pregunta para beneficio de todos. Él va a obrar, él se va a glorificar y quiere que todos entiendan la gravedad de la situación.
El hijo sufre de un mal terrible que lo atormentado desde que era un niño.
Notemos como el padre da un detalle escalofriante.
El mal de este hijo es tan grave que el espíritu que lo posee provoca echarlo al fuego para quemarlo y luego al agua para ahogarlo.
Así que no estamos tratando solo con una enfermedad neurológica.
Este joven está poseído por un espíritu inmundo que pretende quitarle la vida.
La Biblia no nos da más detalles acerca del padre, pero me imagino a un hombre cansado, desgastado, exhausto, porque día y noche deben cuidar al muchacho.
Lo tienen que cuidar 24 / 7 porque en cualquier momento podría sufrir un ataque epiléptico.
Pero lo más triste es que teme que su hijo pierda la vida ya que el demonio no va a descansar hasta matar a este joven.

Unos discípulos y un padre incapaces

Lo que nos debe sorprender es la respuesta del padre a Jesús:
Marcos 9:18 NBLA
18 y siempre que se apodera de él, lo derriba, y echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo. Dije a Tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no pudieron»
El padre había venido para ver que podía hacer Jesús por su hijo.
Pero, al no estar Jesús, le pidió a sus discípulos que hicieran algo por él.
Y el padre no estaba equivocado. Jesús había comisionado a sus discípulos a echar fuera demonios.
Marcos 6:7 NBLA
7 Entonces Jesús llamó* a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos;
Y vemos que tuvieron éxito.
Marcos 6:12–13 NBLA
12 Saliendo los doce, predicaban que todos se arrepintieran. 13 También echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Pero, ahora no han podido hacer nada para aliviar el sufrimiento del joven.
Los discípulos son incapaces de hacer algo para expulsar al demonio.
El padre ha criado a su hijo desde pequeño y se entiende que no ha podido hacer nada por él.
…y es más, los escribas que ahora se encuentran discutiendo con los discípulos tampoco pudieron hacer nada por el joven.
Tenemos un cuadro de personas que son incapaces de hacer algo para enfrentar el mundo de las tinieblas y expulsar al demonio.
Por esta razón, Jesús mira a la multitud y se lamenta:
Marcos 9:19 NBLA
19 Jesús les dijo*: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? ¡Traigan al muchacho!».
Jesús da el diagnóstico.
Jesús sabe el problema de todos.
El problema es que son incrédulos.
No creen.
No tienen suficiente fe.
No logran confiar en el poder de Dios para librar al joven del poder del demonio.

La clave de la fe

Al ver Jesús que nadie puede ha podido hacer nada por el joven, entra en acción.
Marcos 9:25–27 NBLA
25 Cuando Jesús vio que la gente corría a reunirse, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, Yo te ordeno: sal de él y no vuelvas a entrar en él». 26 Después de gritar y de sacudirlo con terribles convulsiones, el espíritu salió: y el muchacho quedó como muerto, tanto, que la mayoría de ellos decían: «¡Está muerto!» 27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y él se puso en pie.
Jesús, quien es el todopoderoso, y posee toda autoridad y dominio ordena al demonio que salga fuera del muchacho que nunca vuelva a entrar en él.
El joven cae como muerte después de convulsionar y todos piensan que en efecto el muchacho estaba muerto.
Pero, en esos momentos se acerca Jesús - lo toma de la mano y lo ayuda a levantarse.
Jesús lo ha libertado.
Jesús ha roto las cadenas.
Jesús ha expulsado al demonio.
Jesús ha obrado y ha mostrado su maravilloso poder en la vida del muchacho.
Pero, ahora los discípulos de Jesús, al igual que nosotros, debemos preguntar - porque no pudieron expulsar al demonio los discípulos.
¿Qué fue lo que falló?
¿Qué hicieron mal?
Jesús entra a la casa y les explica a sus discípulos:
Marcos 9:28–29 NBLA
28 Cuando Jesús entro en casa, Sus discípulos le preguntaban en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» 29 Jesús les dijo: «Esta clase con nada puede salir, sino con oración».
El demonio que el muchacho no iba salir sino con oración.
Era tan fuerte el demonio que debían haber estado preparados los discípulos en oración.
Y ¿qué es la oración?
La oración es el clamor del hombre hacía Dios suplicando que él intervenga.
Para orar, es necesario venir a Dios con fe, creyendo que él puede hacer las cosas.
El orar implica confiar en la bondad y compasión de Dios y que él hará la obra conforme a su perfecta voluntad.
Lo curioso es que creemos que la oración simplemente es el momento en que el hombre cierra sus ojos y comienza a pedir a Dios por alguna necesidad.
La realidad es que la oración implica una vida que camina con Dios.
La oración requiere una vida en comunión con Dios.
La oración debe ser acompañada con una vida que sigue los pasos del maestro.
Entonces, la pregunta surge, ¿qué sucedió con los discípulos que no pudieron expulsar al demonio?
Recordemos que los discípulos habían recibido una gran enseñanza acerca de la necesidad de tomar su cruz y seguir a Jesús.
Jesús los había confrontando con el principio que los seguidores de Jesús debían seguir a Jesús sin importar el costo.
Jesús había dicho a sus discípulos que ellos debían negarse a sí mismos - sus deseos, sus pecados, su propia mentalidad pecaminosa, sus preferencias - y someter su vida entera a la voluntad de Dios.
Así que se entiende que los discípulos estaban batallando con esta idea.
Ellos estaban batallando con la idea de que debían rendir sus vidas a Jesús al 100%.
Ellos no podían creer que habían muchas áreas que todavía no sometían a la voluntad de Dios.
…así que esta falta de rendición a Dios estaba afectando su comunión con Dios.
Esta falta de someterse a la voluntad de Dios estaba afectando la libertad con la cual podían venir ellos ante Dios para suplicar a favor de este joven.
Su oración en estas condiciones no sería más que palabras vanas tiradas al aire, serían palabras huecas, serían palabras sin sentido.
Y esta es la situación de muchos creyentes:
A lo largo de la vida cristiana perdemos el rumbo.
A lo largo de nuestro caminar ponemos en el enfoque en nosotros mismos.
Comenzamos a vivir como los que no creen, como los incrédulos, como si no conociéramos a Dios.
Lo terrible es que tarde o temprano nos encontramos con situaciones desesperantes como esta, y necesitamos acudir a la oración.
Necesitamos acudir a Dios.
Necesitamos pedir la intervención de Dios en nuestras vidas o en las vidas de otros.
¿Qué vamos a hacer en estas circunstancias?
Quizá esta historia aparece en este pasaje para darnos la solución a nuestro problema - para ayudarnos en los momentos que estamos alejados de Dios, en los momentos en que sentimos que no podemos venir a Dios en oración.
La solución la tenemos en este pasaje, veamos lo que dice el padre a Jesús y como responde Jesús:
Marcos 9:22–24 NBLA
22 «Muchas veces ese espíritu lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si Tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos» 23 «¿Cómo “si Tú puedes?” », le dijo Jesús. «Todas las cosas son posibles para el que cree». 24 Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: «Creo; ayúdame en mi incredulidad»
El hombre expresa su incredulidad en el v. 22, “si Tú puedes hacer algo”.
Esta expresión fue muy diferente a la del leproso:
Marcos 1:40 NBLA
40 Un leproso vino* rogando a Jesús, y arrodillándose, le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme»
En este caso, el hombre muestra su falta de fe.
Los escribas mostraron su falta de fe en discutir con los discípulos en lugar de hacer el intento de expulsar al demonio.
Los discípulos manifestaron su falta de fe en que su oración no tuvo resultados.
Y ahora el padre, aunque tiene una gran necesidad, no tiene suficiente fe para creer que Jesús puede hacer algo.
Confía en la compasión de Jesús.
Confía en su bondad y le ruega que pueda mostrar su misericordia y ayudarlos…pero hay incredulidad en su corazón.
Por tanto, Jesús responde - ¿Cómo ‘si tu puedes’?
Para Jesús todo es posible.
No hay duda alguna en que Jesús pueda no no pueda libertar al pobre joven oprimido.
Todas las cosas son posibles para el que cree.
Jesús ha dicho lo que todos saben.
Saben que Dios ha respondido en ocasiones pasadas en respuesta a la fe de los necesitados.
Dios ha obrado cuando el hombre ha creído en sus promesas.
…el problema aquí es que tenemos a los discípulos, a los escribas, y al mismo padre que no tienen suficiente fe para creer.
Lo que reina en esta escena es la oscuridad de la incredulidad y no la luz de la fe, de la confianza en Dios.
Así que es desesperante encontrarse en una situación en que carecemos de fe.
Tal vez la falta de fe es porque nos encontramos viviendo en desobediencia.
Tal vez no tenemos fe porque nos hemos alejado de Dios.
Tal vez no tenemos fe porque nuestro pecado nos hace huir de Dios en lugar de correr hacía él.
Así que para que Jesús no hay duda que él puede liberar al joven del demonio que lo atormenta…pero nadie más tiene fe.
Pero, el pobre padre desesperado se rindió ante el la bondad y misericordia del maestro de Galilea:
Marcos 9:24 NBLA
24 Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: «Creo; ayúdame en mi incredulidad»
Notemos el grito desesperado del padre. El padre ya no puede más.
El padre solo ha visto impotencia, incapacidad, puertas cerradas, así que ya ha tocado fondo…y no puede más que rendirse ante la misericordia de Dios.
De allí surge este grito de desesperación.
El hombre tenía un poco de fe…pero no era suficiente.
El hombre confía en que Jesús puede ayudarlo aun en medio de su incredulidad.
Así que la respuesta para nosotros que tendemos ser faltos de fe, tendemos a menguar en nuestra búsqueda de Dios, tendemos a fallar en nuestra fidelidad.
La respuesta del hombre debe ser nuestra respuesta también - Jesús creo, pero no creo suficiente. Ayúdame en mi incredulidad, rescátame de mi falta de fe, interviene en mi vida…yo se que tu lo puedes hacer así que obra conforme a tu bendita voluntad.
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