El Señor nos desafía a invertir con inteligencia

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INTRODUCCIÓN: Hay dos actitudes que han hecho tristemente celebres a los creyentes: (1). Creer que ser mansos, es igual a ser mensos. (2). Los cristianos no deben aspirar mejorar su calidad de vida, porque este mundo pasará.

La verdad bíblica es que el pueblo de Dios está en el mundo y, aunque no es del mundo, sin dejar de practicar la ética cristiana, debemos usar las herramientas y capacidades seculares, para administrar todos los bienes que el Señor nos ha dado: Buenos administradores de las propiedades personales. Buenos administradores de los bienes que tiene su Iglesia visible.

Por esta razón, Nuestro Señor nos desafía a invertir con inteligencia, a ser buenos mayordomos, sin olvidar que tenemos que rendir cuentas al Dueño de Todo de lo que nos ha dado, como personas y como miembros del Cuerpo de Cristo.

La enseñanza divina que encontramos en el texto de San Lucas nos habla de un administrador no creyente, pero a quien el Señor alabó por usar sus habilidades para sacar provecho a una situación difícil, en este caso, perder su empleo.

El texto nos enseña: ¿Cómo debemos actuar los creyentes en un mundo en el que cada día la crisis económica, además de mundial, demanda una mayor habilidad para superarla y sostenerse?

1. ACTUEMOS COMO SABIOS ADMINISTRADORES. Lucas 16: 1-8

1Dijo también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y este fue acusado ante él como derrochador de sus bienes. 2Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo”.

Jesús usa una parábola para dar una enseñanza profunda de una manera sencilla y comprensible. Un hombre rico recibió comentarios sobre la conducta deshonesta de su empleado de confianza. El patrón llamó a su administrador, lo confrontó y le dijo directamente que no podía seguir trabajando para él. El hombre ni negó la acusación ni se defendió, con lo que quedó clara su culpabilidad.

Con el desempleo frente a su camino, el hombre se formula una pregunta: 3 “¿Qué haré?, porque mi amo me va a quitar la mayordomía (el empleo).

(1) El hombre analizó su problema. No se puso a llorar ni a lamentarse, usó con inteligencia el tiempo, porque el tiempo es oro.

(2) Reconoció sus limitaciones. No era apto para el trabajo pesado: 3… Cavar, (trabajar duro, tal vez como jornalero de sol a sol) no puedo; mendigar, me da vergüenza.

(3) Tomó una decisión firme: 4Ya sé lo que haré para que, cuando se me quite la mayordomía, me reciban en sus casas”.

(4) Puso en práctica su plan: 5Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. 6Él dijo: “Cien barriles de aceite”. Le dijo: “Toma tu cuenta, siéntate pronto y escribe cincuenta”. 7Después dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Este contestó: “Cien medidas de trigo”. Él le dijo: “Toma tu cuenta y escribe ochenta”.

¿Qué vemos aquí que nos puede servir de utilidad en momentos difíciles?

Habilidad para enfrentar la crisis, pensamientos organizados, uso correcto del tiempo y decisión para ejecutar los planes.

¿Cómo actuamos nosotros en circunstancias similares?

Usamos el tiempo si, pero para quejarnos de nuestras desgracias. Vemos nuestras limitaciones, pero no para buscar salidas, sino para decirnos y decir a otros, que somos incapaces, que no podemos sobrevivir. Nunca tenemos un plan B, aplicamos el axioma de Eudomar Santos: “Cómo vaya viniendo, vamos viendo”.

Salimos corriendo a buscar al pastor, para que el pastor llore con usted, se lamente con usted y por lo general no da salidas, sino que el pastor queda preocupado, sin muchas veces saber tampoco cómo ayudarlo.

Cuando le suceda esto y venga al Despacho Parroquial, este pastor buscará con usted las habilidades que tiene para enfrentar y superar la crisis; le ayudará a organizar sus ideas y juntos vamos a orar, haremos un plan, pero no lo voy a hacer por usted.

Otro de los aspectos del texto que nos llama la atención es la actitud del empleador al enterarse de lo que hizo su empleado, no lo cuestionó, por el contrario lo elogió: 8Y alabó el amo al mayordomo malo por haber actuado sagazmente, porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.

No se equivoque con la interpretación, el Patrón no está alabando la mala conducta del empleado, a quien sigue considerando como mayordomo malo. El elogio fue porque actuó sagazmente (con astucia).

Seguidamente, el Señor lanza una proclama que debe llamarnos a la reflexión: Los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.

Necesitamos usar los conocimientos seculares, la habilidad para manejar la crisis, eso no es pecado, al contrario, si lo sometemos a la ética cristiana, podemos usar esas habilidades para el reino de Dios, para relacionarnos con personas que nos puedan ayudar, de esta manera hacer nuestro trabajo secular bien y obtener el respeto del mundo y ganarlos para Cristo.

Vamos a poner un ejemplo: Esta Iglesia desea soportar los gastos de su ministerio a los hispanos. Alcanzar a los latinos no es responsabilidad de los hermanos anglos, lo fue, pero ahora es nuestro, de cada uno de nosotros. ¿Qué excusas se dan? Somos un grupo pequeño, la gente no ofrenda, no podemos, apenas pagamos los gastos de local y otros servicios. Usamos el tiempo para lamentarnos, no organizamos ideas, no hay plan y como no hay plan, no hacemos nada.

Jesús nos exhorta a ser mansos, no mensos, como palomas, pero también a ser astutos como las serpientes.

2. ACTUEMOS COMO ADMINISTRADORES CRISTIANOS. Lucas 16: 9,12, 15

Vamos a analizar este versículo: 9»Y yo les digo: Ganen amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando estas falten, les reciban en las moradas eternas.

¿Qué está diciendo el Señor? Los no creyentes tienen su confianza en el dinero, es su dios, para nada toman en cuenta al dador de todo y menos consideran que llegará el día en que “Todos comparecerán al tribunal de Cristo”.

Los creyentes somos diferentes, no amamos al dinero ni lo tenemos como si fuera Dios. Pero sabemos que el dinero es importante para llevar adelante el ministerio de la Iglesia: Evangelizar, Enseñar la Palabra de Dios, sostener escuelas, universidades, seminarios, la obra misionera local y mundial

Nuestro enfoque está puesto en las moradas eternas.

Cuando el Señor venga en gloria, o cuando estemos en su presencia, no esperé salir bien diciendo: “Fui tesorero de la Iglesia Santa Cruz de Racine. Señor, dejé en el banco 100 mil dólares”. Tampoco diga: “Fui un buen padre, guardé todo para que mis hijos no pasaran trabajo, no ofrendaba mucho, porque es que el tesorero malgastaba la plata de la Iglesia”.

El Señor dice: 15Entonces les dijo: «Ustedes son los que se justifican a ustedes mismos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones, pues lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

Los creyentes no ofrendamos lo que nos pertenece, devolvemos al dueño de todo, que es Dios, lo que Dios nos ha dado, en una oración: 12 Somos fieles en lo ajeno.

Tal vez no habrá abundancia de dinero en el banco a nombre de la Iglesia, pero si mucha gente de Racine, de lo último de la tierra, en las moradas eternas con Cristo, porque la Iglesia usó con inteligencia el dinero en la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios.

El Señor nos desafía a tener un plan, a definir estrategias, a ejecutar acciones para llevar a cabo el ministerio de la predicación.

Hermanos, vamos a hacerlo con la seguridad de que recibiremos esta palabra: “Entra en el gozo de tu Señor, entra a la morada eterna, junto a las personas que con tus ofrendas de tiempo, talentos y tesoros, fueron alcanzadas por mi Palabra y están aquí esperando para saludarte, porque en lo poco fuiste fiel, en lo mucho te pondré”.

Eso es actuar como administradores cristianos, quienes tienen clara la visión de que Dios usa a su Iglesia, a los creyentes, para llamar a los pecadores al arrepentimiento y darles perdón, salvación y vida eterna.

CONCLUSIÓN

Amados los tiempos de crisis son valiosas oportunidades para, como dice Dios, “Probadme en esto, dice el Señor, porque abriré las puertas de los cielos”, en la que el Padre nos da sus riquezas en gracia. También son oportunidades para demostrar que nuestro Salvador nos ha equipado con la ayuda de su Espíritu Santo para que, dependiendo del poder de su fuerza, salgamos airosos no en una, ni en dos, sino en todas las batallas.

Pero, necesitamos actuar como creyentes organizados, que usan la inteligencia, la habilidad que Él nos ha concedido, de tal manera que podamos pensar en grande, con una visión amplia, bajo la promesa que “El Señor nos suplirá todo”.

Administremos todas las habilidades que Él nos ha dado; Todo el tiempo que Él nos ha dado; todos los tesoros que Él nos ha dado, para invertirlos completamente en anunciar Su Palabra para que el mundo crea y sea salvo.

El desafío es ser administradores sabios, administradores cristianos, decididos y dispuestos a ejecutar el Plan del Señor, mostrar al mundo el poder que acompaña, todos los días, a la Iglesia de Cristo, de la que somos parte. Amén.

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