La vida Cristiana es un sacrificio terrenal: Sacrificamos en vista al sacrificio que Jesús hizo

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INTRODUCCIÓN: En varios países del Asia hay una práctica común: El sacrificio o tortura corporal para lograr el favor de los multiplicados dioses.

En el contexto hispano hay que tener cuidado cuando se toca el tema del sacrificio. La razón es que en nuestra historia, por los países que nos colonizaron, España y Portugal, los europeos, de origen católico-romano, trajeron la idea del autosacrificio como parte de la adoración a Dios.

Tenemos un creciente sincretismo en la religión más popular entre los hispanos, por causa, primero de las enseñanzas erróneas de los europeos y, en segundo lugar, por los aportes que hicieron los esclavos traídos de África.

Esa mezcla da un resultado horroroso a la luz de la enseñanza bíblica: Tenemos que hacer algo para lograr el perdón y la misericordia de Dios.

No hay duda que la vida cristiana es una caminar de sacrificios. Nos acompañan pruebas, luchas, aflicciones, pero nada de eso viene de Dios y mucho menos son parte de nuestra colaboración para ser perdonados y salvos.

¿Cuál es el sentido bíblico del sacrificio para los creyentes? ¿En verdad sacrificamos algo nosotros?

La verdad de la Palabra expresa que todo lo que hacemos, no lo hacemos para ganar el favor de Dios, sino como muestra de nuestra gratitud por lo que Jesús hizo: Ofrecer su vida por todos los pecadores, para darnos por su sacrificio el perdón, la salvación y la vida eterna.

1. DIOS NOS DA TODO. Romanos 12:1

1 Por lo tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es su verdadero culto.

¿Cómo es posible que el ser humano pueda ofrecerse así mismo como santo si todos somos pecadores?

Esta demanda de Dios de presentarse ante Él como sacrificio, que además debe ser santo y que le agrade, en el marco de la adoración espiritual, pareciera una misión imposible. De hecho, humanamente hablando, lo es.

Necesitamos volver a lo que era la práctica en el Antiguo Testamento. Para obtener el perdón de los pecados, era necesario llevar al Templo un animal perfecto, sin defectos, y ofrecerlo como pago por el pecado.

Cuando Dios cumple sus promesas de enviar un Salvador, Jesucristo toma el lugar en el sacrificio y se ofrece, no por una persona, sino por toda la humanidad.

Por medio de Cristo fuimos hechos hijos de Dios, nuestros pecados borrados y, por la gracia, declarados santos, perfectos y agradables a Dios.

Sin embargo, los creyentes somos simultáneamente justos y pecadores, nuestra vieja naturaleza se rebela contra Dios, y cometemos pecados, con la diferencia de que, Dios nos guía, por su Palabra al arrepentimiento y a recordar de dónde y cómo viene el perdón.

El cambio de la relación entre Dios y nosotros es evidente. No hacemos nada bueno en nuestra vida para intentar ganar el favor de Dios, sino que agradecidos Por las misericordias de Dios, actuamos para mostrar en nuestra vida lo que el Señor ha hecho por nosotros.

Pero a esto hay que sumar que Dios nos perdona y se olvida de nosotros. Por el contrario Dios se hace cargo, como buen Padre que es, en darnos todo “Conforme a sus riquezas en gloria”

¿Piense en la riqueza más grande que tiene? Su familia, sus amigos, su trabajo, su casa, su carro, su salud.

Todo eso se lo ha dado Dios. Le da vida, salud, tiempo, prosperidad. Todo lo recibimos Por las misericordias de Dios.

¿Qué tenemos que hacer nosotros? Presentar nuestros cuerpos, (la totalidad de nuestras vidas) como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es su verdadero culto.

Reconocer agradecidos que Dios nos ha dado todo. Recordar la obra de Jesús en la cruz por nosotros. La ofrenda viva, santa, agradable a Dios, el verdadero culto, la adoración inteligente o racional, es mostrar nuestra gratitud a Dios por habernos dado todo.

2. LA BUENA VOLUNTAD DE DIOS. Rom.12: 2

2No se conformen a este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su entendimiento, para que comprueben cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

No se conformen a este mundo. ¿Qué significa esto? Un cristiano por quedar bien con la sociedad no debe practicar lo que el mundo llama nuevos tiempos, realidades o aceptación. El mundo está atado al pecado y la paga del pecado es la muerte. Estamos llamados a ser luz del mundo, sal de la tierra. Toda nuestra vida. Todo nuestro tiempo. Todos nuestros talentos y bienes materiales deben ser dedicados a proclamar al mundo el poder del evangelio.

Vivir transformados por la renovación del entendimiento. ¿Qué significa esto? La Escritura dice que un creyente tiene la mente de Cristo. Eso es posible porque el Señor vive en nosotros, somos templos vivos, nuevas criaturas, regenerados por la acción de Dios. Con la ayuda del Señor, obrando en nosotros es que es posible vivir una vida coherente con la vocación santa que nos llamado, reconociendo que lo que tenemos no es nuestro, nos ha sido dado Por las misericordias de Dios.

La voluntad de Dios agradable y perfecta queda comprobada.

Dios nos habla por su Palabra. Por medio de ella conocemos lo que agrada a Dios, y vivimos por Él y para Él.

No ofrendamos a Dios, devolvemos a Dios, una parte de todo lo que Él nos dio a administrar. No trabajamos en la Iglesia de Dios, devolvemos a Dios una parte de la totalidad del tiempo de vida y salud que nos concedió. No evangelizamos para Dios, es Dios quien nos atrajo por el evangelio para ser parte de su cuerpo santo y su deseo es “Que nadie se pierda”.

Cuando damos al dueño de todo, una parte de nuestro tiempo, talentos y tesoros para que la iglesia pueda cumplir su misión de proclamar y enseñar la Palabra, entonces comprobaremos, seremos testigos presenciales de La buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

CONCLUSIÓN:

Hermanos y hermanas: El texto de hoy nos motiva a reconocer agradecidos por la multiforme gracia de Dios, quien nos ha dado todo. Dios nunca se cansa de darnos sus bendiciones, siempre Por las misericordias de Dios.

La mayor alegría que sentimos y tenemos, es que por el sacrificio de Cristo, estamos seguros de tener un lugar reservado, con nuestros nombres escritos, en los cielos por toda la eternidad, Por las misericordias de Dios.

Usemos todo lo que tenemos para que como Iglesia comprobemos, al ver vidas cambiadas por Cristo, renovadas por su Espíritu Santo, la siempre Buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Amén.

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