Nehemías 13a - Gracia sobre gracia

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Introducción

Si la Biblia hubiera sido escrita por las mismas personas que escribieron los cuentos de hadas, el capitulo 12 habría concluido con el clásico “y vivieron felices para siempre”
Afortunadamente, la Biblia es una mirada honesta a la naturaleza humana, a la historia humana y a la inconstancia humana.
La Biblia es el libro más veraz y dolorosamente honesto jamás escrito, y el capítulo final de Nehemías es trágico.
Dios trae un verdadero avivamiento, y el pueblo vuelve a la ruina.
Vamos a ver 3 relatos cortos, cada uno de los cuales concluye con una oración personal de Nehemías (13:14, 13:22, 13:31).
Después de todo el trabajo para reedificar la muralla, renovar la ciudad de Jerusalén y volver a adorar a Dios, el pueblo volvió a la misma conducta pecaminosa que causó los 141 años de disciplina en primer lugar.
Nehemiah 5:14 NTV
14 Durante los doce años en los que fui gobernador de Judá —desde el año veinte hasta el año treinta y dos del reinado del rey Artajerjes— ni yo ni mis funcionarios reclamamos la ración de comida que nos correspondía.
Nehemías sirvió como gobernador durante 12 años, y luego regresó a la ciudad capital de Susa, que había ido su hogar.
Nehemías seguramente supuso y con buena causa que su labor en Jerusalén se había completado con éxito y que los líderes y las políticas que dejó a su paso aseguraría la adoración continua de Dios y la evangelización del mundo desde esa ciudad.
Lamentablemente, dentro de un periodo de tiempo que desconocemos, pero se supone que fue entre 10 y 12 años, tuvo que regresar a Jerusalén para salvar los logros que le costaron 12 años de su vida.

La verdadera adoración conduce a la obediencia

Nehemiah 13:1–2 NTV
1 Ese mismo día, mientras se leía al pueblo el Libro de Moisés, se encontró el pasaje que dice que jamás se debe admitir a un amorreo o a un moabita en la asamblea de Dios, 2 porque ellos se habían negado a darles comida y agua a los israelitas en el desierto. Por el contrario, contrataron a Balaam para que los maldijera, aunque nuestro Dios convirtió la maldición en bendición.
Conforme el pueblo se fue acercando a Dios en adoración (como se ve Nehemías 11 y Nehemías 12 ), se volvieron conscientes de los estándares de Dios mencionados en Deuteronomio 23:3-4 , donde los Amonitas y los Moabitas no debían considerarse como parte de Israel.
Los Amonitas y Moabitas fueron señalados debido a sus retorcidos planes contra Israel, cuando Israel llegó a la tierra prometida – por lo menos mil años antes de esto.
Mucho antes de que los Amonitas y Moabitas planearan cosas contra Israel, Dios había hecho una promesa al padre del pueblo Judío, Abraham:
Genesis 12:3 NTV
3 Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te traten con desprecio. Todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti».
El mandamiento sobre los Amonitas y los Moabitas es un simple cumplimiento de esta promesa. El mandamiento se refería a no ser considerado como uno del pueblo de Israel y el Pueblo de Dios.
Un Israelita se volvía parte del pacto de Dios por nacimiento; pero un Amonita o Moabita no podía. Ellos tenían que convertirse en parte del pacto por elección – al unirse al pueblo de Dios y dejando a su propio pueblo.
Nehemiah 13:3 NTV
3 Cuando se leyó este pasaje de la ley, inmediatamente se excluyó de la asamblea a todos los que tenían ascendencia extranjera.
Después de escuchar la orden de Dios, Israel obedece y se separa de los extranjeros.
Ellos pudieron haber pensado en 20 razones para no hacer lo que la palabra de Dios claramente les decían que hicieran.
En vez de eso simplemente obedecieron.
Sin embargo, en esta sección brutalmente honesta de Nehemías nos revela un proceso que tuvo lugar en la vida de muchos del pueblo de Dios, y que amenazaba con destruir todo su ministerio y su ciudad. Un proceso muy tentador en ese entonces, pero que sigue siendo tentador, y que siempre lo será:

1. Darle más valor a una amistad que a Dios

Muchas veces en nombre de la cortesía o de la ganancia personal, los creyentes tenemos amistades con aquellos que no están interesados en Dios y, en lugar de llevar a esos amigos a Dios, el creyente se convierte al pecado.
Nehemiah 13:4–9 NTV
4 Antes de esto, el sacerdote Eliasib, quien había sido designado para supervisar los depósitos del templo de nuestro Dios y quien también era pariente de Tobías, 5 había rediseñado un gran depósito y lo había puesto a disposición de Tobías. Anteriormente usaban el cuarto para almacenar ofrendas de grano, incienso, diversos utensilios para el templo, diezmos de granos, de vino nuevo, de aceite de oliva (destinados a los levitas, a los cantores y a los porteros), y también las ofrendas para los sacerdotes. 6 En esa época yo no estaba en Jerusalén porque había ido a presentarme ante Artajerjes, rey de Babilonia, en el año treinta y dos de su reinado, aunque más tarde le pedí permiso para regresar. 7 Cuando regresé a Jerusalén, me enteré del acto perverso de Eliasib de proporcionarle a Tobías una habitación en los atrios del templo de Dios. 8 Me disgusté mucho y saqué del cuarto todas las pertenencias de Tobías. 9 Luego exigí que purificaran las habitaciones y volví a colocar los utensilios para el templo de Dios, las ofrendas de grano y el incienso.
Aquí nos queda claro que Nehemías dejó Jerusalén y regresó a sus deberes en la corte Persa. Estuvo lejos de Jerusalén por alrededor de 10 a 12 años.
Nehemías se fue en algún momento después del notable avivamiento espiritual mencionado en los capítulos recientes.
Pero la verdadera prueba del avivamiento – la verdadera prueba de la obra de Dios en nuestras vidas – es el largo plazo.
Es ver dónde nos encontramos con el Señor diez años después de una temporada de gran obra.
Cuando Nehemías regresó, vio que el sacerdote Eliasib había llegado a un acuerdo con uno de los enemigos de la obra de Nehemías en la reconstrucción del muro –Tobías.
Nehemiah 2:10 NTV
10 Ahora bien, cuando Sanbalat, el horonita, y Tobías, el oficial amonita, se enteraron de mi llegada, se molestaron mucho porque alguien había venido para ayudar al pueblo de Israel.
Tobias, no solo no fue expulsado con el resto de los extranjeros, no solo estaba presente entre la congregación, sino que incluso rentaba un cuarto dentro de los patios del templo.
Aparentemente, Tobías no había cambiado con los años. No se había unido al pueblo de Dios en los términos de su pacto. El problema era evidente para Nehemías – pero Eliasib estaba totalmente cegado a ello.
“Me disgusté mucho” - Nehemías 13:8
Nehemías 13:8 (RVR60)
8 Y me dolió en gran manera;
Había varias razones por las que esto era inquietante y doloroso para Nehemías:
Porque habitaciones dentro de los patios del templo de Dios estaban siendo ocupadas por un hombre que no solo era un pagano, sino que también tenía una historia de oposición activa a la obra de Dios en los días de Nehemías.
Porque hablaba muy mal de Eliasib (un hombre que era un líder espiritual en Israel) y aquellos que lo rodeaban. Esto mostraba que si Eliasib estaba cegado a un área problemática, tampoco había nadie a su alrededor que pudiera confrontarlo con el problema.
Porque hacía dudar a Nehemías del valor duradero del avivamiento espiritual del que fue testigo cuando estuvo por última vez en Jerusalén.
Nehemías no era alguien que solo se sentaba y se lamentaba. Él tomó acciones- arrojando las cosas de Tobías fuera de las habitaciones que ocupaba en los patios del templo, y finalmente regresando las habitaciones a su uso adecuado – como almacenes para las cosas sagradas del templo.
Esto nos recuerda cuando Jesús limpió el templo de los que lo profanaban.
Tanto Jesús como Nehemías tuvieron la sabiduría de no confundir el amor con el ser “amable” – y la sabiduría de saber cuándo tomar acciones osadas.
UNA AMISTAD NUNCA PUEDE SER MÁS IMPORTANTE QUE DIOS.

2. Dejar de dar

Nehemiah 13:10–14 NTV
10 También descubrí que no se les había entregado a los levitas las porciones de comida que les correspondían, de manera que todos ellos y los cantores que debían dirigir los servicios de adoración habían regresado a trabajar en los campos. 11 Inmediatamente enfrenté a los dirigentes y les pregunté: «¿Por qué ha sido descuidado el templo de Dios?». Luego pedí a todos los levitas que regresaran y los reintegré para que cumplieran con sus obligaciones. 12 Entonces, una vez más, todo el pueblo de Judá comenzó a llevar sus diezmos de grano, de vino nuevo y de aceite de oliva a los depósitos del templo. 13 Como supervisores de los depósitos asigné al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y a Pedaías, uno de los levitas. Como ayudante de ellos nombré a Hanán, hijo de Zacur y nieto de Matanías. Estos hombres gozaban de una excelente reputación, y su tarea consistía en hacer distribuciones equitativas a sus compañeros levitas. 14 Recuerda esta buena obra, oh Dios mío, y no olvides todo lo que fielmente he hecho por el templo de mi Dios y sus servicios.
El pueblo no obedeció a Dios con respecto a dar. Debido a la falta de apoyo, los que debían dar su tiempo para el servicio de Dios y su pueblo (los levitas y cantores) no pudieron – y tuvieron que dejar ese servicio.
¿Qué se pudiera estar haciendo en nuestra iglesia si todos siguiéramos la instrucción de Dios con respecto al dar.
NO DAR ES UNA FORMA DE ABANDONAR LA CASA DE DIOS.
Nehemías arregló la situación al esperar que los Levitas y los cantores se comprometieran una vez más con la obra de servir a Dios y a su pueblo como debían. También reorganizó la recolección y la contabilidad de los diezmos y las ofrendas.

3. Cambiar nuestras prioridades

Nehemiah 13:15–22 NTV
15 En esos días vi a unos hombres de Judá pisando en sus lagares en el día de descanso. Además, recogían granos y los cargaban sobre burros, y traían su vino, sus uvas, sus higos y toda clase de productos a Jerusalén para venderlos en el día de descanso. Así que los reprendí por vender sus productos en ese día. 16 Algunos hombres de Tiro, que vivían en Jerusalén, traían pescado y toda clase de mercancía. La vendían al pueblo de Judá el día de descanso, ¡y nada menos que en Jerusalén! 17 De modo que confronté a los nobles de Judá. «¿Por qué profanan el día de descanso de este modo tan perverso? —les pregunté—. 18 ¿Acaso no fueron cosas como estas las que hicieron sus antepasados y provocaron que nuestro Dios hiciera caer sobre nosotros y nuestra ciudad toda esta desgracia? ¡Ahora ustedes provocan aún más enojo contra Israel al permitir que el día de descanso sea profanado de esta manera!». 19 Entonces ordené que todos los viernes se cerraran las puertas de Jerusalén al caer la noche, y que no se abrieran hasta que terminara el día de descanso. Envié a algunos de mis propios sirvientes a vigilar las puertas para que no pudiera entrar ninguna mercadería en los días de descanso. 20 Los mercaderes y los comerciantes de diversos productos acamparon fuera de Jerusalén una o dos veces; 21 pero yo les hablé duramente diciendo: «¿Qué pretenden, acampando aquí afuera alrededor de la muralla? ¡Si lo hacen otra vez, los arrestaré!». Esa fue la última vez que aparecieron en el día de descanso. 22 Luego ordené a los levitas que se purificaran y vigilaran las puertas para preservar la santidad del día de descanso. ¡Recuerda también esta buena obra, oh Dios mío! Ten compasión de mí conforme a tu grande e inagotable amor.
El día de reposo estaba siendo ignorado en desobediencia al claro mandamiento de Dios bajo el Antiguo Pacto. Los extranjeros vendían y el pueblo de Israel compraba.
En su raíz, este era un problema de prioridades. No hay nada malo con comprar y vender, sólo cuando nuestro deseo de vender y comprar, de ganar dinero o gastar dinero, se vuelve más importante para nosotros que honrar a Dios. Esta era una manera clara en la que el pueblo de Israel estaba poniendo el ganar y gastar dinero antes que el glorificar a Dios.
El Nuevo Testamento deja claro que no estamos bajo la ley del día de reposo en el mismo sentido en el que lo estaba el pueblo de Israel bajo el Antiguo Pacto; pero ciertamente estamos bajo la misma obligación de hacer que el honrar a Dios sea más importante que ganar dinero o gastar dinero.
Nehemías sabía que el pecado no era solo un asunto personal. Cuando un pecado es cometido tan abiertamente y se desvía la mirada y se deja sin corrección entre el pueblo de Dios, este hace una invitación a la mano correctora de Dios
Nehemías no se iba a quedar de brazos cruzados con esto; el amenazó: “¡Si lo hacen otra vez, los arrestaré!”.

4. Perdemos nuestra identidad

Nehemiah 13:23–31 NTV
23 Por el mismo tiempo, me di cuenta de que algunos de los hombres de Judá se habían casado con mujeres de Asdod, Amón y Moab. 24 Además, la mitad de sus hijos hablaban el idioma de Asdod o de algún otro pueblo y no podían hablar en absoluto la lengua de Judá. 25 De modo que confronté a los hombres y pedí que cayeran maldiciones sobre ellos. Golpeé a algunos y les arranqué el cabello. Los hice jurar por el nombre de Dios que no permitirían que sus hijos o sus hijas se casaran con la gente pagana de la región. 26 «¿Acaso no fue exactamente eso lo que llevó a Salomón, rey de Israel, a pecar? —exclamé—. No había rey de ninguna nación que pudiera compararse con él, Dios lo amaba y lo hizo rey sobre todo Israel; pero incluso él fue inducido a pecar por sus mujeres extranjeras. 27 ¿Cómo pudieron siquiera pensar en cometer esta acción pecaminosa y ser infieles a Dios al casarse con mujeres extranjeras?». 28 Uno de los hijos de Joiada, hijo de Eliasib, el sumo sacerdote, se había casado con la hija de Sanbalat, el horonita, por lo cual lo expulsé de mi presencia. 29 Recuérdalos, oh Dios mío, porque han profanado el sacerdocio y los votos solemnes de los sacerdotes y los levitas. 30 Así que expulsé todo lo que fuera extranjero y asigné tareas a los sacerdotes y a los levitas, asegurándome de que cada uno supiera lo que tenía que hacer. 31 También me aseguré de que llegara el suministro de leña para el altar y las primeras porciones de la cosecha en los tiempos establecidos. Recuerda esto a mi favor, oh Dios mío.
En los años que Nehemías estuvo lejos los Israelitas habían reanudaron su práctica de darse en casamiento con personas de las naciones paganas que los rodeaban. Esta era una dramática desobediencia a la orden de Dios.
Parece que Nehemías sobre reacciona pero de esta fuerte reacción de Nehemías, deducimos que consideraba este como el más peligroso de sus pecados – buscando un romance impío, e involucrándose en relaciones románticas a cuales Dios había dicho “no”.
Su ejemplo de Salomón fue muy acertado. Si Salomón, uno de los hombres más sabios y bendecidos en la historia, pecó con un romance poco sabio y desagradable a los ojos de Dios entonces nadie debería considerarse a sí mismo invulnerable.

Conclusión - Conciencia limpia de Nehemías

Al final de todo, Nehemías sabía que hizo lo mejor que pudo para hacer al pueblo de Dios fuerte, a salvo, y seguro. Más allá de eso, también los guió a ser puros, adoradores y obedientes.
Sin embargo, Nehemías ciertamente cargaba con un sentimiento de fracaso. En Nehemías 10 el pueblo hizo un solemne pacto con Dios de que no harían tres cosas: tener relaciones románticas impías (10:30), comprar y vender en el día de reposo (10:31), y apoyar la obra de Dios con dinero como Él lo había ordenado (10:32-39).
Sin embargo, en Nehemías 13, alrededor de 10 o 12 años después, Israel se encontraba en los mismos pecados a los que se habían comprometido a no volver a cometer.
En Nehemías 10:39 el pueblo prometió:no abandonaremos la casa de nuestro Dios.Pero más adelante en Nehemías 13:11, Nehemías tuvo que preguntar:¿Por qué está la casa de Dios abandonada? Estaba abandonada porque Israel no mantuvo sus promesas delante de Dios.
Esto deja un punto perfectamente claro: la ley – esto es, reglas, votos, promesas, pactos, etc., finalmente no tienen poder para detener el pecado. Solo la gracia de Dios, viva, y fluyendo en nuestras vidas, puede darnos el poder para verdaderamente vencer al pecado.
Pablo expresa esto en:
Romans 8:3 NTV
3 La ley de Moisés no podía salvarnos, porque nuestra naturaleza pecaminosa es débil. Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que nosotros los pecadores tenemos; y en ese cuerpo, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados.
Muchos Cristianos buscan la victoria al hacer reglas, votos, promesas – y fracasan en encontrarla, porque todas esas cosas tienden a poner la mirada en nosotros mismos, en vez de en Jesús.
La historia de Israel en el Antiguo Testamento, desde el inicio hasta el final, ilustra esto. Cuando la nación recién nació en el Éxodo, a pesar de los milagros más espectaculares, muestras de la gloria de Dios, y la revelación de la ley, el pueblo pecó, al darle el crédito a un becerro de oro por la liberación de Egipto. Y ahora aquí, al final de la historia del Antiguo Testamento del pueblo de Dios en la tierra prometida, Nehemías está jalando cabellos –los propios y los de los pecadores – porque no pudieron cumplir sus promesas a Dios.
Si pudiéramos ser salvos por nuestras promesas, por nuestros compromisos con Jesús, entonces su muerte hubiera sido noble, pero innecesaria. No somos salvos por algún voto que hacemos, o alguna hoja que volteamos, sino por confiar en Jesús, y lo que ha hecho para salvarnos.
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