¡Adviento: Tiempo de Arrepentimiento y Esperanza!

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INTRODUCCIÓN: La festividad de Adviento, con la que se inicia el año eclesiástico, tiene como propósito que los creyentes se preparen para celebrar el nacimiento del Salvador.

En nuestras iglesias, colocamos frente al altar una corona formada por una gran variedad de símbolos: “La Corona de Adviento”.

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin inicio ni final

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, elementos que nos enfocan en Cristo.

Las cuatro velas: Símbolo de la luz que disipa las tinieblas. Jesús es la luz que quitó la oscuridad del pecado. Después del pecado, Dios dio un mensaje de esperanza de salvación. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que es encendida, nuestros corazones se iluminan con la Palabra que nos recuerda que cada domingo que pasa nos acercamos a la celebración del nacimiento de Cristo.

En este tiempo los corazones creyentes se preparan, sintiendo dolor por haber pecado contra Dios. También somos llenos con la buena noticia que el Padre cumplió su promesa de enviar un Redentor, quien con su obra aplastaría la cabeza del autor de la oscuridad.

En el texto del Evangelio según Mateo, Dios nos dice como San Juan Bautista, comenzó su misión de preparar el camino a la llegada del Redentor y cómo nosotros debemos prepararnos para tan maravilloso acontecimiento.

1. Arrepentidos esperamos el nacimiento de Cristo Juez

El Sermón, el primero que da San Juan Bautista, tiene varios aspectos esenciales y vigentes, aun en este día.

Primero. Invita al arrepentimiento, a cambiar las ideas humanas para ajustarlas al Plan de Dios. La razón de este mandato es clara: 2 «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado»,

El cambio no surge de una conclusión humana ni tampoco es posible por esfuerzo propio.

La conciencia de pecado no es el resultado de un análisis racional, lógico o científico.

La necesidad de cambiar surge porque está en juego la eternidad del alma. Es el impacto que causa escuchar la Palabra de Dios y saber qué espera a los infieles, incrédulos y desobedientes.

La cercanía del reino de Dios se refería al nacimiento de Jesús. “Este Jesús, que subió al cielo, regresará, como lo confesamos en el Credo, a juzgar a los vivos y a los muertos y su reino no tiene fin”.

Segundo. Arrepiéntanse porque Dios cumplió su promesa de enviar un Salvador y San Juan Bautista es parte de la profecía de la llegada del Mesías.: 3Pues este es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: «Voz del que clama en el desierto: “¡Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas!”».

Hay suficientes indicios en los evangelios que Juan era el Precursor del Mesías, además del testimonio que sobre él da Cristo: "Porque este es de quien está escrito: »“Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino delante de ti”. »De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista." (Mateo 11.10-11)

Tercero. Arrepiéntase porque nadie puede escapar de ira de Dios. En la predicación de San Juan Bautista aplica ley específica personas y pecado específicos:

7Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: « ¡Generación de víboras!, ¿quién les enseñó a huir de la ira venidera? 8Produzcan, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 9y no piensen decir dentro de ustedes mismos: “A Abraham tenemos por padre”, porque yo les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.

La expresión « ¡Generación de víboras! Está dirigida a los religiosos que, en ese y en todos los tiempos, creen que la salvación se logra por cumplir leyes, penitencias, normas. Enseñan la salvación por obras y desprecian la gracia de Dios.

También son parte de la « ¡Generación de víboras! Los que presumen de su tradición familiar en la Iglesia, como válida para salvación.

Este es un error horrible porque Dios no tiene nietos sino hijos y son los hijos quienes tienen el derecho de quedarse en casa. Los hijos se parecen, por causa de la genética, a sus padres. Los hijos de Dios, por causa del Espíritu Santo, caminan en las buenas obras que el Padre preparó de antemano para que sus hijos anduviéramos en ellas, por tanto 8Producen frutos dignos de arrepentimiento

La demanda de Dios a toda la humanidad es 2 «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado». El arrepentimiento genuino se produce en corazones sinceros, en la que la luz del evangelio ha disipado las tinieblas. Son vidas arrancadas de la oscuridad y llevadas a la luz admirable que es Jesucristo.

Solo los verdaderos creyentes pueden estar confiados, porque el Señor los ha librado del: 10 hacha ya está puesta… De ser cortado y echado al fuego. 12Del aventador que limpiará su era. De ser quemado como la paja en fuego que nunca se apagará».

La verdad bíblica es que para los creyentes no habrá hacha que nos corte del derecho que no has dado Jesús de estar en presencia de Dios.

A los creyentes, por la gracia de Dios en Cristo, no nos espera la llama de un fuego que jamás se apagará, sino palabras de bienvenida en el cielo que nos dirán: “Siervos fieles, entren en el gozo de su Señor”.

2. Llenos de esperanza en nuestro Cristo Salvador

¿Cuál fue la reacción que tuvieron los oyentes del Primer Sermón predicado por San Juan Bautista?

Ellos no miraron las vestiduras del mensajero, no era ropa con la firma de prestigiosos diseñadores. 4Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero alrededor de su cintura, y su comida era langostas y miel silvestre.

Tampoco estaba predicando en Jerusalén, después de habar graduado del seminario de fariseos y saduceos.

Ellos fueron convencidos por el Espíritu Santo, atraídos a la fe por la Palabra que Dios dio a San Juan Bautista.

San Mateo lo dice por inspiración divina en forma muy clara, muy contundente: 5Acudía a él Jerusalén, toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán, 6y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.

El amor y la misericordia de Dios entraron en acción. Estas personas, venidas de las ciudades más importantes, creyeron la Palabra de Dios, confesaron sus pecados y recibieron el perdón, confiados en la promesa del Mesías que Dios envió para rescatar al mundo de sus pecados.

Aquel desierto produjo frutos, los frutos que el Señor concedió a quienes creyeron, y los agregó al verdadero pueblo de Dios, no el de las tradiciones y normas, sino al de la fe que salva y da vida eterna.

Nosotros, también venidos de muchas ciudades y pueblos, de distintas culturas, unidos en el pasado por el pecado que nos mantenía atrapados en las sendas oscuras, fuimos llamados por el evangelio para estar y andar en luz, en la luz de Cristo.

Nosotros también escuchamos la Palabra de Dios, en la Biblia está presente la ley que también aplica a nosotros, pero la diferencia está en que esa ley es una guía para nuestra conducta cristiana.

La Ley nos recuerda que, por causa de nuestra vieja naturaleza somos pecadores, pero siempre en Cristo tenemos el perdón de nuestros pecados.

Nuestra mirada está fija en Jesús. Nuestra confianza descansa en él. Nuestra esperanza nos llena de ánimo para que, con su ayuda, podamos estar firmes en la verdadera fe, confiando en que somos justificados por fe y para fe de principio a fin.

Un hijo de Dios siempre puede regresar al pacto que Nuestro Padre que está en los cielos hizo con nosotros en el Sacramento del Bautismo. Un hijo de Dios toma la Santa Comunión, confiando que recibe los mismos beneficios: perdón, salvación, seguridad de vida eterna.

Por eso nos preparamos en Adviento, humildes, como la ropa de San Juan Bautista, pero seguros que pecado confesado, en nombre de Cristo, es pecado perdonado por la obra de Cristo.

Adviento es la antesala de la Navidad, en la que cantaremos llenos de júbilo: “Gloria a Dios en las alturas. Ha nacido un niño en la ciudad de David que es Cristo el Señor”. El Cristo de la gloria ha hecho en nuestros corazones, por medio de la fe, un pesebre lleno de esperanzas.

CONCLUSIÓN

Solo hay dos formas de vivir el tiempo de Adviento: Sintiendo dolor, arrepentidos por haber pecado contra Dios. Viviendo en la esperanza de que en Cristo hemos recibido el perdón de todos nuestros pecados.

Para los hijos de Dios, que tenemos la misma fe de Abraham, la cercanía de la Navidad siempre nos motiva a estar felices: El Hijo de Dios. Dios que se hizo hombre, vino al mundo a buscar y salvar a los que estábamos perdidos.

Que la luz de Jesucristo siempre disipe las tinieblas y nos mantenga fieles a Su Luz Admirable que es el Evangelio. Soli Deo Gloria. Amén.

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