COMO EXTRANJEROS EN ESTE MUNDO - Parte II

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INTRODUCCIÓN

Una de las cosas que Jesús dijo mientras era juzgado antes de morir en Juan 18:36Mi reino no es de este mundo. Si Mi reino fuera de este mundo, entonces Mis servidores pelearían para que Yo no fuera entregado a los judíos. Pero ahora Mi reino no es de aquí.” Esto lo dijo mientras era interrogado por Poncio Pilado sobre si Él era el Rey de los judíos. A esto es a lo que Jesús responde diciendo "mi reino no es de este mundo”. Jesús no vino para establecer o un gobierno humano aquí en la tierra, esto es muy claro no solo en los evangelios sino en toda la Escritura. El reino de Jesús no es un reino de este mundo. Amados hermanos, como creyentes pertenecemos al reino de Jesús, estamos unidos con Él. Pertenecer al reino de Jesús significa que ya no pertenecemos a este mundo, esto es hacemos vida en un mundo del que no somos parte. Vivimos, trabajamos, estudiamos, nos casamos, tenemos hijos, adquirimos bienes y hacemos todo esto en un mundo al que no pertenecemos. Estamos aquí, pero no somos de aquí.
Es por eso que la Biblia en 1 Pedro llama a los cristianos extranjeros en este mundo. Somos expatriados, exiliados, tenemos una residencia en un sitio que no es nuestro hogar. Tal como aprendimos el domingo pasado, los cristianos somos peregrinos y extranjeros en este mundo.
Esta condición de ser extranjeros en este mundo viene dada por la nueva identidad que tenemos en Jesús. Pedro nos dice en 1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Y, es con motivo de esta nueva nacionalidad que tenemos, que a los creyentes nos debe resultar imposible copiar la cultura, el lenguaje y la forma de vida de este mundo. Como nuevos ciudadanos del reino de Cristo, que no pertenece a este mundo, se nos ha dado una cultura y forma de vida radicalmente diferente a la del resto.
Ése fue el argumento del sermón anterior: “el cristiano, como extranjero, vive diferente al mundo”.
El día de hoy, continuaremos profundizando en esta idea, estudiando cuáles son las implicaciones de ser extranjeros en este mundo. El domingo pasado vimos que los extranjeros no se amoldan a los deseos carnales. Y el día de hoy, veremos las siguientes implicaciones en forma de los llamados que hemos recibido al ser parte del pueblo de Dios:
A vivir en sujeción para no traer reproche sobre el nombre de Jesús.
A soportar los padecimientos injustos, siguiendo el ejemplo de Jesús.
A heredar bendición, por lo que no pagamos mal con mal.
De manera que, mi argumento en este sermón es Los cristianos, al igual que su Señor, se sujetan y se encomiendan a Dios en medio de su sufrimiento.
Te invito, entonces, a abrir tu Biblia en nuestro pasaje de hoy y a que leas conmigo el texto.
Lectura: 1 Pedro 2:11-3:7.
Oración

I. EL LLAMADO DE LOS EXTRANJEROS A SUJETARSE (1 Pedro 2:13-3:7)

Después de hacer su ruego a los creyentes a que se abstengan de los deseos carnales, Pedro prosigue con un imperativo en el versículo 13. 1 Pedro 2:13Por causa del Señor someteos a toda institución humana...
Por causa del Señor
El apóstol comienza este llamado a la sujeción con un condicionante al que debemos prestar atención. Pedro dice: “por causa del Señor”. No debemos, amados, pasar por alto esta importante declaración del autor. La causa del Señor implica al menos dos cosas: 1) Hay un Señor, y no somos nosotros. Jesús es el Señor, el único dueño y rey de nuestras vidas. Esto quiere decir hermanos, que nuestra vida no nos pertenece, que nosotros no hacemos lo que queremos sino lo que nuestro Señor demanda. Y 2) La palabra causa, hace referencia al nombre del Señor, esto quiere decir, a su reputación en este mundo. La mayor preocupación de un cristiano no es su comodidad ni su felicidad en este mundo, sino mantener en alto el buen nombre de su Señor. Amado hermano, si tu mayor afán en este mundo es progresar en esta vida, sin tener la más mínima preocupación por mantener el buen nombre de quien dices es tu Señor, entonces, no estoy tan seguro que de pertenezcas el reino de Cristo. Cuidado y no te pareces más a los judíos a quienes Pablo recriminaba en Romanos 2:24 “Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros”.
De manera que, el cristiano debe vivir de manera tal que no traiga reproches sobre el nombre de Cristo. Escuche bien, el cristiano debe vivir de tal manera que no traiga reproches sobre el nombre de Cristo. Y lo que Pedro nos dice en su carta, es que este modo de vivir es por medio de la sujeción.
¿Qué es la sujeción?
Pero, ¿Qué significa vivir sujeto? La palabra en griego significa ponerse bajo la autoridad de alguien. Esto no significa que seamos menos que la persona que tiene autoridad, no significa que tenemos menos dignidad que otro ser humano. Lo que esto significa es que reconocemos y obedecemos a aquellos que están en autoridad. Y esto lo hacemos, porque al obedecerlos evitaremos traer reproches sobre el nombre de nuestro Rey.
¿A quién nos sujetamos?
Este llamado a la sujeción es tan claro, que es uno de los temas predominantes en este pasaje. De hecho, vamos a ver que el mismo llamado se repite en las diferentes relaciones sociales que el cristiano mantiene en esta mundo. Veremos en 2:13-14 como los cristianos deben sujetarse a sus gobernantes; en 2:18 como los cristianos deben sujetarse a sus jefes en el trabajo (2:18); y finalmente, en el 3:1-6 como las cristianas deben sujetarse a sus esposo, aunque también veremos cómo esto aplica este principio a los esposos cristianos en el versículo 7.
Los cristianos deben sujetarse a sus gobernantes (2:13-14): El versículo 13 comienza diciendo “a toda institución humana”, esto quiere decir cualquier ley u órgano rector de la sociedad, y escuche bien son instituciones humanas, no divinas. Esto quiere decir que son creadas por los hombres para controlar y mantener la paz en la sociedad. Ahora bien, el apóstol Pedro continúa hablando sobre estas instituciones humanas, explicando que es el rey y los gobernantes. Amados, y este es un tema que puede ser controversial, especialmente para aquellos que hemos vivido gobiernos opresivos. Pero, querido hermano, déjame decirte qué significa vivir sujeto a los reyes, gobernantes y demás instituciones humanas:
Significa que obedecemos todas las leyes, aún cuando éstas no nos beneficien porque no queremos traer ningún reproche sobre el nombre de Cristo. En el pago de impuestos, por ejemplo.
Vivir sujeto a los gobernantes, significa que los creyentes no nos enfrentamos al gobierno por muy injusto que éste sea. Ahora bien, sé que puede ser difícil de asimilar para quienes hemos sufrido gobiernos opresores. Conozco muchos creyentes, y amigos míos personales en Venezuela que durante las manifestaciones que comenzaron en el 2013 se enfrentaron al gobierno venezolano como verdaderos soldados de calle. Hermano, si participaste en esto, no es mi intención hacerte sentir culpable, pero sí es mi intención recordarte que ése no es tu llamado. Los creyentes no estamos llamados a la desobediencia civil por causa de las injusticias u opresiones que experimentemos. Por el contrario, debemos sujetarnos y vivir obedeciendo a estos gobernantes por injustos que sean.
De hecho, Pedro está escribiendo a un grupo de cristianos que experimentaban una fuerte persecución promovida por el entonces emperador romano Nerón, quien los acusó de ser responsables por los incendios sufridos en Roma. Unos incendios que causaron la destrucción de la ciudad y la muerte de muchas personas. Antes de que Nerón los cristianos ya eran vistos con desprecio por la sociedad, porque eran percibidos como una amenaza para la cultura romana. Pero con los rumores esparcidos por el emperador, la hostilidad hacia ellos fue mucho más intensa.
Recuerdo que durante los meses en los que comenzábamos a salir del confinamiento, no tardaron en salir los reportajes culpando a iglesias cristianas de ser fuentes de contagio, e indicando que eran personas irresponsables sin ningún cuidado por la salud pública. Y no quiero juzgar si hicieron bien o no estas iglesias, lo que quiero mostrar con este ejemplo, es que la iglesia siempre estarán en el ojo de las críticas. Por esto, debemos sujetarnos a los gobernantes para no dar ningún motivo, aunque sea falso, que traiga reproche sobre el nombre de Cristo.
Por esto, nuestro llamado es a la sujeción y obediencia civil. Pedro estaba mandando a sus lectores a que obedecieran y respetaran a los mismos gobernantes que los perseguían y acusaban injustamente. De hecho, éste es un llamado que se nos hace otras partes del Nuevo Testamento: Tito 3:1 “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.”; Romanos 13:1 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”; en vez de enfrentarnos, somos llamados a orar por los gobernantes: 1 Timoteo 2:1-2 “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”.
Y si crees que Pablo tenía en mente una democracia, déjame decirte que no era así. Pablo escribió esto viviendo en el Imperio Romano, caracterizado por una fuerte represión a los cristianos. De hecho, cuando Juan escribe el libro de Apocalipsis la persecución romana contra los cristianos era inminente, la religión romana en su culto al emperador estaba plagada de rituales sexuales y descontrolados. Así que, tanto Pablo como Pedro hacen este llamado a la sujeción teniendo en mente un gobierno bastante opresivo e inmoral.
Ahora, hay dos cosas que quiero aclarar acerca de esta sujeción a los gobernantes: 1) estar sujeto no quiere decir que no podamos usar medios legales para la acción ciudadana, es decir el voto. El cristiano debe votar, ya que es un mecanismo que la misma ley ha establecido. Y, 2) esta sujeción a las autoridades y gobernantes dependerá de que sus leyes no vayan en contra de la voluntad expresa de Dios. La única vez en la que un cristiano puede desobedecer al gobierno, es cuando sus leyes son contrarias a la Palabra de Dios. Si el gobierno me manda a pagar más impuestos, esto no es motivo de desobediencia. Pero, si por el contrario, el gobierno me exige como pastor casar a una pareja del mismo sexo, puedo desobedecer por causa del Señor, aceptando sufrir las consecuencias que esto conlleve. Si lo que las autoridades me exigen no es favorable para mí, pero no es pecado, entonces debo obedecerlo para evitar traer reproche sobre el nombre de Cristo.
Si el gobierno prohibiera las iglesias, por ejemplo, entonces tendríamos que desobedecer y reunirnos de manera clandestina. Ahora hay una gran diferencia entre la desobediencia y el enfrentamiento contra el gobierno. El cristiano no está llamado a enfrentarse contra el gobierno, sino a sujetarse, y solo a desobedecer cuando sus leyes sean pecado. Incluso, podemos denunciar y expresarnos contra políticas y filosofías pecaminosas promovidas por el gobierno. La ideología de género, por ejemplo. Es algo denunciable. Incluso podemos opinar sobre si el gobierno es un gobierno honesto o no, esta libertad la tenemos. Pero, eso no significa que no debamos obedecer las leyes.
Por eso es importante recordar que somos extranjeros en este mundo, porque las personas que no conocen a Cristo rápidamente se saltan las leyes, y desobedecen a los gobiernos si algo no les favorece o les impide sus “libertades”, pero nosotros, que poseemos una cultura diferente, y que nuestra preocupación no es nuestra comodidad ni felicidad sino el buen nombre de nuestro Dios, vivimos sujetos a pesar de la injusticia.
Por eso el texto nos advierte, 1 Pedro 2:16 “como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios”. El teólogo y pastor Arthur W. Pink dijo “La verdadera libertad no es vivir como nos plazca, sino vivir como debemos”. Y ése deber, es la sujeción.
Los cristianos deben sujetarse a sus jefes en el trabajo (2:18): Asimismo, con nuestros jefes. En este caso, agrega que debemos sujetarnos con todo respeto. La palabra griega puede ser traducida también como “con reverencia”. Y luego añade, no solo a los que son buenos, sino también a los que son insoportables. Todos hemos tenido esta experiencia, de tener jefes buenos y jefes insoportables. Jefes que nos hacen la vida más difícil, que no velan por nuestro bienestar, que son duros en su trato con nosotros, y que muy probablemente no reconozcan el buen trabajo que hacemos. Es difícil trabajar motivado con un jefe así.
Quizás, en este punto, nos sea más fácil sujetarnos por temor a perder nuestro sustento. Pero es clave la palabra respeto, porque esto demarca no solo una obediencia externa sino una actitud de corazón. En otra parte de la Escritura, el apóstol Pablo dijo a los Colosenses 3:22 “Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios”. Éste es el mismo llamado que hace Pedro en nuestro pasaje, no a sujetarnos a regañadientes para que no me eche, sino a tener una actitud de corazón que evidencia reverencia y respeto por aquel que es mi jefe. Tener una sonrisa externa pero un corazón quejumbroso por nuestros jefes, no es lo que este texto demanda de nosotros. Esto es lo que el mundo hace, externamente por temor a que los echen pueden obedecer porque quieren el dinero. Pero nosotros que pertenecemos a otro reino, podemos y debemos sujetarnos con reverencia y no con una actitud hostil en nuestro corazón contra los jefes insoportables.
La mayoría de los trabajadores a quien Pedro se dirige, no tenían trabajos como tú y como yo, de hecho, la palabra usada para siervo también puede ser traducida como esclavo. Ellos eran esclavos, y por lo tanto no eran tratados como personas sino como objetos o pertenencias. No habían consideraciones sobre sus derechos porque no tenían derechos laborales. Vivía para satisfacer las demandas de sus amos. No sé si usted ha visto alguna película sobre la esclavitud en los Estados Unidos, pero cuando veo esas películas, rápidamente me surge el deseo luchar y enfrentarme a la injusticia y el maltrato.
El llamado que Pedro hace es el de obedecer a sus amos con reverencia, con una buena actitud de corazón.
Nuevamente, esta obediencia está condicionada, ya que si nuestros jefes nos exigen hacer algo que es pecado, no debemos obedecerlos. Algunos de ustedes sabe que en el sector en el que trabajo mentir y falsificar información es muy común. Hace poco, en un caso del que no puedo hablar, un informe técnico fue pedido a un fabricante indicando una información que no era del todo veraz. Quienes han sido mis jefes en la compañía saben que no cuentan conmigo para estos temas, y más de una vez han tenido que hacer ellos mi trabajo porque iban a mentir.
Pero, en todo lo demás que no sea incurrir en pecado, me sujeto aunque no esté de acuerdo con las decisiones. Éste es el llamado a la sujeción que tiene todo extranjero en este mundo.
Las cristianas deben sujetarse a sus esposo (3:1-6): Y finalmente, las esposas a sus maridos. Y aquí también vemos como la sujeción no depende de que el marido sea bueno, sino de la causa del Señor. Al igual que con los jefes insoportables, Pedro llama a las mujeres cristianas a estar sujetas a sus maridos, aún si estos son desobedientes a la Palabra de Dios, es decir, aún si son no creyentes. En la cultura romana se esperaba que la mujer adoptara la religión del marido, y algunas de las mujeres en las iglesias a las que Pedro escribe tenían esposos no creyentes. Lo que Pedro les manda es no tener una actitud contenciosa por esto, conozco algunos matrimonios donde el marido y la mujer son de dos religiones diferentes, y con el pasar de los años, la relación se va volviendo cada vez más insostenible, especialmente cuando llegan los hijos por motivo de la religión en la que serán criados.
La mujer no debe tener una actitud contenciosa hacia su esposo, sino como dice el pasaje, deben ser castas y respetuosas, tratando a sus maridos con reverencia, velando por los intereses del marido no creyente (v.2). Más adelante dice que adorno sea el de un espíritu tierno, porque esto es de gran estima delante de Dios, en otras palabras tu actitud respetuosa y tu ternura hacia un marido no creyente es algo en lo que Dios se agrada.
Amada hermana, sé que esto es especialmente difícil si tu marido, al igual que el jefe del versículo anterior, es uno especialmente insoportable. Los esposos no creyentes pueden hacer la vida de la mujer creyente mucho más difícil. En nuestra iglesia tuvimos el caso de una mujer a quien su marido le prohibió venir a la iglesia. Y desde entonces, nunca más ha venido, y según tengo entendido, tampoco le permite ver a las hermanas de la iglesia.
Sé que los maridos no creyentes pueden ser verdaderos abusones. Créeme, mi intención no es poner sobre ti una carga más pesada de la que puedas llevar. Sé que puede ser una situación difícil.
Puede que tu marido no sea un abusón, pero sí sea indiferente a tu fe, y no sea el líder espiritual que necesitas en casa. Tu llamado, amada hermana, es a vivir sujeta a tu esposo con reverencia, con ternura, y serenidad.
Sin embargo, es importante aclarar que el versículo 1 no es una promesa. Tu buena conducta no necesariamente hará que tu esposo venga a Cristo. Hermana yo quisiera que sí, pero esto no es lo que la Biblia enseña. 1 Pedro 3:1 tiene el mismo sentido que 1 Pedro 2:12, donde las buenas obras son un respaldo para la presentación de evangelio, tu buena conducta puede lograr que estén más abiertos a escuchar el evangelio, y al escuchar el evangelio puede que sean salvos, pero no necesariamente. Si tu esposo no es creyente, probablemente no te escuche ni preste atención cuando hables de tu fe. Seguramente, desestimará lo que crees. Por eso, tu mejor herramienta evangelística es una actitud respetuosa, mansa y humilde.
Por eso debemos recordar, que los cristianos viven en sujeción para evitar traer reproche sobre el nombre de su Señor.
Una palabra para los maridos: Pero no crean amados hermanos, que ustedes están libres de exhortación. En el caso de los esposos, Pedro no habla en términos de sujeción, por que la relación de un esposo con su esposa no es tal. De la misma manera que un padre no está sujeto a la autoridad de su hijo, tampoco el esposo está sujeto a la autoridad de su mujer. Sin embargo, el texto sí nos muestra claramente, que los esposo están obligados a un tipo de trato hacia sus esposas. No están sujetos a la autoridad de la mujer, pero sí están sujetos a la autoridad del Señor que demanda de ellos un trato amable, tierno y cuidadoso hacia su esposa. Un hombre cristiano no debe ser ásperos en su trato hacia su esposa, sino tratarlas con delicadeza y ternura.
Tanto es así, que nuestra misma relación con Dios se verá afectada si no tratamos a nuestras esposas como Él no manda. El final del v.7 afirma que nuestras oraciones no serán escuchadas si damos un trato áspero, duro, poco gentil a nuestras mujeres. Así también, nosotros los esposos, estamos sujetos no a la autoridad de nuestras esposas, sino a la de nuestro Señor quien demanda de nosotros que las tratemos con cuidado y sabiduría.
Amado hermano, puede que tu esposa sea como la mujer de Proverbios 27:15 “Gotera constante en día de lluvia y mujer rencillosa, son semejantes”. Pero su actitud no es lo que determina tu trato hacia ella, sino tu sujeción a tu Señor, quien te manda a tratarla con paciencia y amor.
De modo que, sea a los gobernantes, a los jefes, a tu cónyuges, los creyentes como extranjeros en este mundo somos llamados a sujetarnos.

II. EL LLAMADO DE LOS EXTRANJEROS A SOPORTAR LOS PADECIMIENTOS (1 Pedro 2:19-25)

El el elemento común de estas relaciones
Este llamado a la sujeción, va unido al llamado a padecer injustamente. Un elemento común en todas las relaciones descritas anteriormente, es que de alguna u otra manera, implicaban sufrimiento para quien se sujeta. Gobiernos opresores, jefes insoportables o los maridos incrédulos, ninguno hace la vida del creyente más fácil, por el contrario, al igual que a los destinatarios de esta carta, los amedrentaban por su fe. Lea conmigo los versículos del 19-21 (1 Pedro 2:19-21). Esta misma idea se repetirá en 1 Pedro 3:18, y también en 1 Pedro 4:12-16.
Estos sufrimientos llegaban, principalmente en forma de calumnias como si fueran delincuentes. 1 Pedro 2:12 “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”. Éste parecía ser un elemento muy presente, pues en 1 Pedro 3:16 “teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo”, vuelve a repetir la frase. En ambos casos, a pesar de las murmuraciones y de las acusaciones falsas, el llamado es el mismo, a tener una buena conciencia y un buen testimonio.
Pero en otras ocasiones, el sufrimiento era más que murmuraciones y llegaban a ser insultos directos (1 Pedro 4:4).
Pedro no está negando la realidad del sufrimiento, ni tampoco lo está minimizando. Lo que el apóstol nos muestra es cómo debemos responder ante estas injusticia y padecimientos. En este mundo, cuando alguien sufre injusticia paga con injusticia, si me golpeas, te golpeo. Si me falta el respeto, te lo falto yo también. Si me hace daño, te responderé igual. Este mundo “pagar con la misma moneda”. Pero, como extranjeros en este mundo, tenemos una cultura diferente.
Nuestro llamado es a soportar las injusticias, de la misma manera que nuestro Señor lo hizo.
Llamado a seguir los pasos de sus Señor
Por eso es clave tener presente 1 Pedro 2:21 “Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan sus pasos”. ¿Cuál es ese propósito? El descrito en los versículos 19-20, soportar los padecimientos injustos, sin pagar mal por mal a nadie, porque queremos tener una buena conciencia delante de Dios. Esto fue lo que Jesús en su encarnación hizo.
Conexión con el evangelio: Leer 1 Pedro 2:21-25. Amado amigo o amiga que nos visitas, este texto que hemos leído nos muestra el gran y doloroso sufrimiento que Cristo soporto para pagar el condena que teníamos por nuestros delitos delante de Dios. Jesús no vino para ser un buen maestro, o para revolucionar este mundo. Él vino a este mundo a padecer, lo sabía desde el primer momento, él se encarnó con el propósito de sustituirnos en el juicio, cumpliendo la sentencia de muerte que teníamos para que ahora recibamos perdón de pecados. Por eso dice que éramos como ovejas descarriadas, pero Jesús es el cuidador de nuestras almas. Amigo que nos visitas, entiende que eres pecador al igual que todos los demás. Tú y yo somos iguales delante de Dios, ambos criminales sentenciados a muerte, pero en Cristo tenemos la opción de ser salvados. Reconoce la necesidad que tienes de un salvador y ven a Cristo en arrepentimiento y fe. Y entonces, pertenecerás a un reino diferente al de este mundo. Un reino que será glorioso en la eternidad, pero que en este mundo nos llevará a enfrentar muchos padecimientos.
A esto hemos sido llamados: a padecer los sufrimientos injustos con buen testimonio a fin de que el buen nombre de nuestro Dios sea glorificado.
Iglesia, no quiero minimizar el dolor ni las injusticias, ni mucho menos hacerte sentir como si tu situación no fuese tan grave. Sea por el gobierno, sea por el trabajo, o sea por tu matrimonio, estoy seguro que lo que estás enfrentando es doloroso y difícil. No quiero minimizar tu sufrimiento, pero lo que si quiero es ayudarte a pensar bíblicamente, sentir bíblicamente y actuar bíblicamente en medio de tu sufrimiento. Esto es lo que Pedro hace en la carta.
Pensar bíblicamente: El apóstol nos ayuda a pensar bíblicamente cuando nos lleva a reflexionar sobre los sufrimientos del inocente Hijo de Dios. Entiendo que tu sufrimiento pueda ser grande, quizás estás sufriendo acoso en el trabajo o burlas por tu fe. Quizás te ven como estúpido o tonto por tu fe, te hacen sentir como que eres manipulable por creer en Dios. Puede que tu propia familia, quien debe amarte sea quien te desprecie por tu fe. O puede que tu vida sea frustrada por la opresión de un gobierno. Pero déjame decir cristiano lo que nunca has enfrentado: Nunca has experimentado la angustia a tal punto de sudar sangre, nunca has sido abandonado y traicionado por aquellos que eran tu más íntimos amigos, nunca quien te besó fue el mismo que te vendió para que te asesinaran, nunca tuviste que permanecer callado mientras te rodeaba una multitud para escupirte la cara y abofetearte acusándote falsamente de ser blasfemo, nunca te llamaron enemigo de Dios cuando realmente eres su Hijo, nunca quien te aseguró su lealtad te negó tres veces por temor, nunca una multitud gritó al unísono pidiendo tu muerte, nunca tuviste que ir a una cruz soportando los clavos y gritar “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. quieres pensar bíblicamente acerca de tu sufrimiento, entonces debes reflexionar y pensar sobre los sufrimientos de Cristo. El texto nos dice 1 Pedro 2:22-23 “el cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en Su boca; y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia”. Eso sí es padecimiento injusto.
Si eres creyente, entonces tú reconoces que eres pecador, y como pecador, entiendes que mereces el mayor de los castigos por la eternidad. Si nos tocara sufrir, entonces, como pecadores que somos lo merecemos. Tú y yo merecemos el infierno, tú y yo, por nuestra ofensa en contra del Santo Dios, Creador de todo el universo, merecemos sufrir por la eternidad sin siquiera tener un segundo de alivio o esperanza. Merecemos sufrir constantemente por la eternidad, agonía, dolor, justicia es lo que merecemos. Pero no Cristo. Él no hizo pecado, pero fue tratado como el peor de los pecadores.
Sentir bíblicamente: Esto también nos ayuda a sentir bíblicamente cuando nos dice que todo ese sufrimiento lo soportó por nosotros (v.24). Él fue afligido, castigado, asesinado de manera injusta para llevar nuestro pecado. Para darnos vida. Cuando un hombre entiende la gravedad de su pecado y la santidad de Dios, entonces cada fibra de su ser será conmovida por el sacrificio de Cristo. Si entiendes la gravedad de tu pecado, entonces el amor sacrificial de Cristo será suficiente para cambiar todas tus emociones.
Actuar bíblicamente: Y finalmente, actuar bíblicamente. Al final de 1 Pedro 2:23 “y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia. Cristo actuó bíblicamente al no responder a los insultos con insultos, a las maldiciones con maldiciones. Sino que actuó bíblicamente al encomendarse a Dios. 1 Pedro 2:21 es claro al decir que Cristo nos dejó ejemplo para que sigamos sus pisadas. Estamos llamados a actuar bíblicamente siguiendo los pasos de nuestro Señor. 1 Pedro 3:8-9En conclusión, sean todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos, y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fueron llamados con el propósito de heredar bendición.

III. EL LLAMADO DE LOS EXTRANJEROS A HEREDAR BENDICIÓN (1 Pedro 3:8-9)

Esto me lleva al último punto, brevemente para concluir. Los cristianos, al igual que su Señor, se sujetan y se encomiendan a Dios en medio de su sufrimiento, porque esperan la bendición que han sido llamados a heredar.
El texto que acabamos de leer: 1 Pedro 3:8-9 “En conclusión, sean todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos, y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fueron llamados con el propósito de heredar bendición”.
La razón por la que podemos hacer esto es que porque hemos sido llamados a recibir una herencia eterna. Al inicio de su carta Pedro comienza afirmando este hecho: 1 Pedro 1:3-4 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes”.
Por eso, como dije en mi sermón anterior, muy diferente a lo que Facundo Cabral escribió, los cristianos no somos de aquí, pero sí somos de allá. Hacemos vida en este mundo, pero nuestra mente y corazón deben estar aferrados a la herencia que nos espera con nuestro Señor una vez estemos en su reino, ¿amén?
Oremos,
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