Capítulo 10: Jesús y los necesitados

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Una sola carne (Marcos 10:1-13)

Continuando la narrativa, Jesús terminó su visita a Capernaúm y se mueve a Judea, donde una vez más la gente lo busca para recibir más enseñanza.
Como era ya de costumbre, aparecen unos expertos religiosos para buscar alguna falta en las enseñanza de Jesús. Esta ocasión, decidieron preguntarle sobre el divorcio. Preguntaron si el hombre puede divorciarse de su esposa.
Quizás recordarás que Jesús tomaba algunas de las enseñanzas de la ley mosaica y posterior más liberalmente que los estudiosos de la época. Ejemplos de esto era la manera que Jesús y sus discípulos trabajaban los sábados (el día de descanso) y la manera que Jesús solía pasar el tiempo con gente de mala reputación (como los recaudadores de impuestos). Seguramente pensaban ‘Si Jesús es tan relajado con el sábado y con la compañía que suele buscar, quizás es tan liberal con las relaciones entre parejas que es posible acusarlo de algo serio.’
Jesús contestó la pregunta de los fariseos con otra pregunta: ¿Qué dijo Moisés sobre el divorcio? En otras palabras, no quería que le dieran alguna interpretación moderna, sino que le citaran la fuente de la ley. Con esta respuesta, estaba nivelándose con los fariseos, quienes sin duda eran los más rigurosos de los escritos de Moisés. Estos contestaron que Moisés estaba a favor del divorcio ya que exigía que, si la mujer tenía alguna falta en ella irreconciliable, podía escribir la declaración de divorcio, dársela a su esposa, y así se formalizaba la separación.
Entonces, analizó Jesús, la ley permitía el divorcio porque los corazones de los seres humanos son tan duros. En otras palabras, hay una concesión de parte de Dios y Moisés sobre el divorcio para prevenir peores maldades. El divorcio rápido es mejor que el adulterio y todos los posibles problemas que esto puede causar más tarde. Jesús les recuerda que Dios creó al hombre y la mujer, pero que estos se unen de tal manera que son una sola carne, y que el divorcio no está en el plan original de Dios. Ante los ojos de Dios, aunque la pareja se separe para la sociedad, la unión permanece vigente. Dos pedazos de la misma carne siguen siendo de la misma carne, aunque estén separadas.
Hasta los discípulos se sorprendieron de Jesús con esta postura. Cuando tuvieron el momento de estar a solas con él, Jesús les explicó que ante los ojos de Dios, si un hombre se divorcia de su mujer y se casa con otra, está cometiendo adulterio con la primera, y lo mismo ocurre con la mujer casándose con otro hombre.

Jesús ama a los niños (Marcos 10:13–16)

Marcos no nos dice cuánto tiempo ha pasado hasta la próxima historia, pero un día pasaron unos padres con sus niños para que Jesús bendijera a sus pequeños. Seguramente, estos padres eran seguidores de Jesús, y sabían que Jesús era un hombre especial. Sin embargo, los discípulos se opusieron a los padres pues los niños son una molestia, culturalmente hablando. Al ver la escena, Jesús se molestó (realmente fue uno de los momentos donde Jesús tenía más coraje que lo usual) y reprendió a sus estudiantes. “Que sea la primera y última vez que ustedes intenten impedir que los niños se me acerquen porque el reino de Dios fue hecho para ellos.” Luego de estas palabras, bendijo a los niños. Todavía la enseñanza de la humildad de los niños del capítulo anterior no había calado en los corazones de los discípulos.

El joven rico (Marcos 10:17–31)

Jesús comenzó a continuar su salida cuando fue detenido por un joven que lo procuraba. Este se arrodilló delante de Jesús (casi nadie recibía a Jesús de esta forma) y le preguntó, “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?”
Este hombre se le acercó a Jesús como si fuera un maestro de la ley, como los fariseos. Los fariseos no tenían alguna ordenación formal como los sacerdotes de hoy en día, pero sí eran aprobados por otro miembros para que daba la El hecho de que buscaba a Jesús significa que este no confiaba en los fariseos, o que al menos veía algo único en Jesús. Además, llamó a Jesús “maestro,” implicando que su búsqueda era una sobre la ley religiosa judía, pues buscaba un maestro (o experto) de la ley, y buscaba una respuesta que se encontrara en ella.
La respuesta de Jesús, como su estilo usual, fue contestarle con otra pregunta, refiriendo a la primera frase. “¿Por qué me llamas bueno?” Jesús no negó ser un maestro, pero el adjetivo de bueno señalaba que no buscaba a cualquier maestro. Solo una persona puede ser verdaderamente bueno: el que creó la ley; es decir, Dios. ¿El joven estaba dispuesto a llamarlo de esta forma? Jesús decide obviar la posible respuesta del joven y decide contestar la pregunta del que preguntaba: no necesitas que te repita lo que ya sabes. Jesús señala a la segunda mitad de lo Diez Mandamientos, que implican las relaciones entre otras personas.
El joven le replica que todo lo que Jesús le ha dicho lo ha obedecido desde su juventud (seguramente desde la niñez). Jesús lo vio con amor. Jesús podía ver la sinceridad del caballero, y comenzó a verlo con admiración. ‘Si es cierto todo lo que dice, no le falta mucho.’ Es por eso que la respuesta de Jesús es que le faltaba una sola cosa: debe vender sus pertenencias, darle el dinero que la venta a los pobres, así tendrá dos resultados: garantizará su bendición celestial en el reino de Dios, y podrá seguir a Jesús. La reacción del joven fue precisamente la que Jesús no quería ver: el joven no podía desprenderse de las cosas que tenía. Ante la ley religiosa, este caballero era digno de admirar, pero su apego a todo lo que tenía era demasiado fuerte. Se fue cabizbajo.
Al ver la reacción del joven, Jesús mira a sus discípulos para ver la reacción de ellos. Casi con el intento de medirlos, comenta, “¡es tan difícil para los ricos entrar al reino de Dios!” Los párpados del grupo se abrieron más de lo usual. ¿Cómo que es difícil para ellos? ¡Si el joven es rico, es porque Dios lo ha bendecido! ¿Qué más le falta para ser salvo? Jesús insiste, y añade casi con un tono cómico que es más fácil que una soga que pase por el ojo de una aguja (manuscritos tardíos cambian la palabra por camello: la diferencia entre soga y camello es de una sola letra en griego). Es aquí cuando hasta el más serio de los discípulos tuvo que sorprenderse. Si el joven no podrá salvarse con toda la riqueza y bendición que tiene, ¿entonces quién podrá?
Jesús tuvo que mirar fijamente al que haya expresado esta idea. “Estás casi a punto de llegar a la pura verdad. Nadie puede salvarse por sí mismo. Pero con Dios, para Él, todo es posible.”
Pedro rompió el silencio del grupo. Habla a favor de los discípulos. “Nosotros ya hemos dejado nuestros trabajos y nuestros pasados para seguirte.” Jesús asienta, y declara que todo aquel que está dispuesto a sacrificar a su familia o sus bienes para seguir a Jesús, conseguirá mucho más de lo que sacrifica, pero el costo de esta ganancia será la persecución. Finalmente, Jesús concluye que los más importantes del mundo serán los menos prontamente, y vice versa al llegar el reino de Dios.

El servicio (Marcos 10:35-45)

Los discípulos Juan y Santiago, ambos hermanos aprovechan la coyuntura para pedirle a Jesús un favor. Cuando Jesús decide escucharla, se entera que ambos quieren sentarse en lugares de honor en el reino futuro de Jesús. Ambos quieren ser la mano izquierda y derecha de él cuando Jesús finalmente llegue al poder. Ambos discípulos veían el reino de Dios como si fuera algo político, otro reino de este mundo. Se imaginaban a Jesús declarando la guerra contra Roma, liberar la nación, y declararse el rey de su nuevo poderío.
Cuando Jesús oye la solicitud, Jesús queda sorprendido. Jesús les advierte que él pasará por sufrimientos que nadie más quisiera, y les pregunta si ellos estarán dispuesto a pasar por lo mismo. Ambos contestan sin duda que están dispuestos. Jesús replica proféticamente que esto sí pasará, pero Jesús no podrá escoger los que se sentarán en su diestra y siniestra.
Cuando los otros del grupo se enteraron de lo que Juan y Santiago habían pedido, se indignaron contra ellos. ¿Qué es lo que hacen o son que ellos dos tienen que los haga tan especial? Algunos han estado con Jesús por más tiempo que otros; ¿ellos no se merecen títulos especiales? Rápidamente comenzó el caos y los celos.
Jesús tiene que convocar una reunión de emergencia entre ellos para frenar el caos. Les recordó que los gobernantes del mundo hacen lo que quieran con su autoridad, y demuestran sus superioridad contra otros, especialmente contra sus súbditos. En cambio, Jesús no es así. El verdadero líder es el que sirve a los demás. El líder está dispuesto a humillarse para que sus súbditos estén sanos y salvos.

Ten compasión de mí (Marcos 10:46–52)

Ya que no podía ver, solo podía clamar y rogar para que fuera escuchado por Jesús o alguien que podía comunicarle a Jesús de esta petición. Tristemente, la gente quería callarlo pues su clamor ya era una molestia para la multitud. Al ser interrumpido, Bartimeo clamó más y más por Jesús. y otra vez “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.” Bartimeo se refiere al ancestro de Jesús de siglos atrás llamado David, quien fue el segundo rey de Israel y poeta. David escribió casi la mitad de los cánticos en el libro de los Salmos en la Biblia, y Dios había prometido que su descendencia sería quien volvería a gobernar a Israel por la eternidad.
Ya que no podía ver, Bartimeo solo podía clamar y rogar para que fuera escuchado por Jesús o alguien que podía comunicarle a Jesús de esta petición. Tristemente, la gente quería callarlo pues su clamor ya era una molestia para la multitud. Al ser interrumpido, Bartimeo clamó más y más por Jesús; y este lo escucha. Jesús ordena que lo trajeran delante de él. La multitud le deja a Bartimeo saber que puede pasar confiadamente porque Jesús lo está llamando. Bartimeo deja su capa atrás— apostándolo todo en este encuentro con Jesús, ya que podría ser la última vez que la tendría con él,— y va hacia Jesús.
Sorprendentemente, Jesús le pregunta cuál sería su petición. Bartimeo podía haber pedido cualquier cosa, quizás hasta algún consejo como el joven rico. Sin embargo, Bartimeo va directo a la raíz de su necesidad: Bartimeo quiere recobrar la vista. De nuevo, Jesús contesta la petición de una manera no esperada, pues le declara que es salvo por su fe. Bartimeo fue sanado, pero Jesús le subraya que fue su misma fe la que lo sanó. Jesús continuó con su viaje, aunque el narrador no nos dice hacia donde va esta vez en este capítulo.
Es posible hacer una comparación entre el joven rico y Bartimeo. Ambos hombres buscaban a Jesús. El joven buscaba el consejo de Jesús para conseguir la vida eterna. Bartimeo quería ver. El joven fue instruido a vender sus pertenencias, y desprenderse del dinero para seguir a Jesús. Bartimeo dejó todo para buscarlo.
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