No quieren venir a Mí

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Introducción - Mujeres en la cárcel aceptando y rechazando el mensaje
Existe algo en el ser humano que le impide anhelar el venir a Cristo. Hay algo que lo hace rechazar al Señor y no querer nada con Él y Su iglesia.
¿Porqué hay gente en nuestro alrededor que no cree en el evangelio?
John 5:40 NBLA
Pero ustedes no quieren venir a Mí para que tengan esa vida.
Para que podamos comprender un poco el contexto de este pasaje, Jesús está hablando con los fariseos que habían visto y condenado al paralítico que estaba en el estanque de Betesda. Después que Jesús hubo sanado, los judíos condenaron la acción de Jesús porque la había realizado en el día de reposo. Jespus, ante esta acusación les dice:
John 5:17–18 NBLA
Pero Jesús les respondió: «Hasta ahora Mi Padre trabaja, y Yo también trabajo». Entonces, por esta causa, los judíos aún más procuraban matar a Jesús, porque no solo violaba el día de reposo, sino que también llamaba a Dios Su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Jesús empieza a enseñarles que Él solo hace lo que Su Padre le había ordenado, y que únicamente hará lo que el Padre le diga que haga. Después les dice que es el Padre quien da testimonio de que Él es el enviado de Dios. Pero ellos no pueden aceptar ese testimonio, ni porque un profeta lo haya dicho (Juan el Bautista), ni porque las Escrituras hablan de Él.
John 5:38–39 NBLA
»Y Su palabra no la tienen morando en ustedes, porque no creen en Aquel que Él envió. »Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!
Y ante este contexto, llegamos a nuestro texto del día de hoy. Juan 5.40 nos responde las pregunta que nos hicimos al principio:
¿Porqué la gente a quienes les predicamos no viene al Señor?
Juan 5.40 nos da DOS RESPUESTAS:

Hay un deseo de no venir a Cristo

John 5:40“Pero ustedes NO QUIEREN venir a Mí para que tengan esa vida.”
EN primer lugar, vemos que hay algo en el ser humano que lo hace no desear estar cerca del Señor. Hay cierta incomodidad e insatisfacción que hace que los seres humanos no quieran acercarse a Dios, y optan por mantenerse a la distancia.
A las mujeres de la cárcel les digo con mucha frecuencia que ningún delincuente se siente cómodo estando cerca de una patrulla, o cerca de un representante de la Ley. Hay algo en su interior que los lleva a no desear estar cerca de la Ley.
Lo mismo ocurre con el Señor. Existe en el interior del ser humano algo que lo aleja del Señor, porque una vez que se acerca, su maldad y su corrompida manera de pensar y vivir queda de manifiesto.
John 3:19–20 NBLA
»Y este es el juicio: que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malas. »Porque todo el que hace lo malo odia la Luz, y no viene a la Luz para que sus acciones no sean expuestas.
2 Timothy 2:25–26 NBLA
Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad.
Ephesians 2:1–3 NBLA
Y Él les dio vida a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Vemos, a través de la Biblia que el deseo del hombre de no querer estar cerca del Señor radica en su corazón, en su voluntad esclavizada por el pecado, en su condición caída y condenada.
En el Siglo XVIII hubo un grupo de hombres que se les denominó (inicialmente de manera peyorativa) “puritanos”. Se les decía así porque, en Inglaterra, empezó a crecer una lucha por conformarse a las leyes que los reyes de Inglaterra empezaron a implementar, realicionadas a la religión católica. Hubo gente (los puritanos) que no se conformaron a esas leyes, sino que buscaron mantener la pureza del evangelio y vivir en una piedad que contrastara lo vivido en la cultura. Por eso se les denominó puritanos. Eran conocidos por su extrema, pero siempre equilibrada, piedad. Se dice que ellos memorizando miles de versículos, y que sus tiempos de oraciones eran el doble de lo que pasaban predicando o estudiando la Biblia (algunos de ellos predicaban 4 o 5 veces a la semana). Alguien dijo que
Los puritanos pasaban seis días a la semana en el cielo, y al séptimo bajaban a la tierra a predicar.
Estos puritanos observaron que, a pesar de que había mucha gente buscando escuchar sus sermones, había igualmente mucha gente que rechazaba sus mensajes. Ellos catalogaron esa falta de deseo por el Señor como “Impedimentos para venir a Cristo.” Y entre muchos que enlistaron, hoy únicamente veremos ocho.

Negar el Cristo de la Biblia

En Filosofía existe algo como “el Hombre de Paja”. Esto tiene que ver con la acción de crear algo parecido a otra cosa, con el fin de desacreditarlo. Es decir, mucha gente cuando nienga la fe cristiana, uno de los argumentos que utilizan es el que Dios es un Dios genocida, malvado y que le gusta derramar sangre. A esto se le conoce como argumento del “hombre de paja”, porque en lugar de enfrentar a la versión original del Dios bíblico.

Buscar a Cristo sin la Escritura

El impedimento de negar el Cristo de la biblia al que se referían los puritanos tenía dos implicaciones. En primer lugar, se refiere a “algunos buscan consuelo al venir a Cristo sin darle importancia a las Escrituras; lo buscan en sus propios términos.” Esto no debe ser así. No debemos buscar a Dios de una manera egoísta y con fines autosatisfactorios, anhelando más la bendición que al Dios de la bendición.
Me pasó con una pareja que quería casarse por la iglesia cristiana, únicamente para recibir la bendición de Dios. Pero cuando les dije que era necesario pertenecer a una iglesia local, y tener un discipulado para que yo pueda dar la bendición, fue cuando empezaron a excusarse y a decir que lo que estábamos haciendo era negar la bendición, cuando era nuestra obligación como cristianos bendecir.
Lo peor es que el esposo no era creyente, sino católico. Y me temo a que el esposo, tras saber que me rehusé a casarlos por esos motivos, él tome la decisión de no acercarse al Señor.
¿O hemos escuchado a gente que no se congrega en ninguna iglesia, porque dice “no creer en la iglesia”? Hay gente que se excusa de eso, pero asegura que Dios está con ellos y que ellos aman a Dios, y por lo tanto, eso es suficiente. Todos ellos son un ejemplo de personas que buscan a Cristo sin considerar lo que la Biblia demanda y exige de ello.

Buscar al Cristo no bíblico

Pero hay un segundo grupo de este tipo de gente, y se trata de gente que se hace una imagen de Cristo y de lo que Él “haría” (WWJD), sin abrir las Escrituras. Es decir, se crean un Cristo a su imagen y a su semejanza. Adoran un Jesús lleno de amor, amigable, que acepta a todos y que es pacifista, pero rechazan toda idea de un Jesús Justo y airado por el pecado, un Jesus que confrontó y habló del infierno, un Jesús de amor pero también de santidad y perfección.
John 5:38–39 NBLA
»Y Su palabra no la tienen morando en ustedes, porque no creen en Aquel que Él envió. »Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!
Así la gente, lee la Biblia y no se da cuenta de que la misma Biblia exalta a Jesús, aun desde el Antiguo Testamento. El director del Seminario Reformado y Puritano, Joel Beeke habla sobre esto y dice que esas personas...
“Mira la BIblia como un libro de sentimientos y moralidad, con el propósito de inspirar y mejorar, y no ven que la Biblia exalta a Cristo como el Salvador de los pecados y como la única esperanza que tiene la humanidad caída de escapar de la ira de Dios.”
Y continúa diciendo...
Para tener alguna esperanza de venir a Cristo, debemos recurrir a la Biblia como el testimonio de Dios sobre Cristo. Debemos mirar a Cristo como se revela en las Escrituras. Debemos venir a Cristo bajo los términos de Dios, no los nuestros.
¿Haces tú eso?

Conversión falsa

Este tiene ver, más que nada, con el engaño del corazón que la persona tiene sobre sí mismo, creyendo que realmente ha venido a Cristo, pero que en realidad no ha tenido una conversión de corazón. Su profesión de fe es falsa.
Podemos tomar una masa blanda de plomo y darle forma de planta, y luego forma de animal, y luego hacerla a semejanza de una persona, pero ésta sigue siendo plomo.
Jeremiah 13:23 NBLA
»¿Puede el etíope mudar su piel, O el leopardo sus manchas? Así ustedes, ¿podrán hacer el bien Estando acostumbrados a hacer el mal?
Matthew 7:22–23 NBLA
»Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?”. »Entonces les declararé: “Jamás los conocí; apártense de Mí, los que practican la iniquidad”.
Este pasaje nos enseña que no importará lo que lleguemos a hacer para el Señor, servirle o incluso aseverar que tenemos una relación con Él. Muy en el fondo no estamos en Cristo. Ser cristiano es más que hacer una profesión de fe, levantar las manos en el tiempo de la alabanza, ni siquiera repetir una oración te hace cristiano.
“La conversión no es solo una manera nueva de vivir; es una vida nueva.” (Joel Beeke)
Si dices ser cristiano, pero tu vida no refleja lo que la Biblia habla acerca de lo que es la vida cristiana, amigo o amiga, lamentablemente no eres cristiano, sigues en tus pecados, y vas camino al infierno.
Joseph Alleine, un puritano (1634-1668) comentó al respecto diciendo:
Muchos alegan que Cristo murió por los pecadores como un fundamento suficiente para su esperanza; pero debo decirte que Cristo nunca murió para salvar impenitentes y pecadores no regenerados con el fin de que continuaran así.
2 Corinthians 13:5 NBLA
Pónganse a prueba para ver si están en la fe. Examínense a sí mismos. ¿O no se reconocen a ustedes mismos de que Jesucristo está en ustedes, a menos de que en verdad no pasen la prueba?

Desesperación debido a grandes pecados

Esto ocurre cuando la gente, que es convencida de que son pecadores, se ven a sí mismos demasiado pecadores que la cruz no es tan suficiente para perdonarlos. Piensan “si tan solo supieran qué he hecho, o qué persona soy, se darían cuenta que no puedo acercarme a Cristo.” “Esto no tiene perdón de Dios.” Estas personas son las que piensan que sus pecados son demasiado grandes como para ser merecedores del perdón de Dios.
Génesis 3 nos narra lo que el pecado provocó en la humanidad.
Ruptura de la relación entre el hombre y Dios (Gn. 3.8)
Ruptura de la relación entre el hombre y su prójimo (Gn. 3.12)
Ruptura de la relación entre el hombre y la creación (Gn. 3.17)
Ruptura de la relación entre el hombre y sí mismo (Gn 3.19)
Sin duda el pecado de Adán fue tan grande que provocó un abismo entre él y su Creador. A pesar de haber cocido hojas de higuerra, tratando de remediar el problema, la realidad es que ninguna obra que el hombre pueda hacer lo puede acercar a Cristo. Es necesario que Cristo se acerque, y renueve el corazón de la gente. Pero negar que la obra de Cristo no es suficiente para perdonarte porque tus pecados son ciertísimamente grandes, es negar que Dios hizo una Obra perfecta, y que la Sangre de Cristo es incapaz de salvar.
Pero la Biblia nos enseña lo contrario:
Psalm 25:11 NBLA
Oh Señor, por amor de Tu nombre, Perdona mi iniquidad, porque es grande.
1 John 2:2 NBLA
Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En Cristo hay esperanza, no importa cuań pecadores hayamos sido. En Él hay perdón y restauración. Escucha lo que John Flavel (1630-1692) dijo al respecto:
El Señor se complace en nutrir aún algo de esperanza en el alma que está bajo los mayores temores y aflicción de espíritu… Ciertamente, en el infierno no hay esperanza de iluminar la oscuridad, pero no es así en la tierra.

Complaciencia espiritual

Esto tiene que ver con la pereza espiritual. Me refiero a ese pensamiento que invade la mente de muchas personas, mayormente de los jóvenes y personas exitosas, a saber, “No hay necesidad de venir a Cristo HOY si puedo hacerlo MAÑANA.
El faraón hizo lo mismo cuando su país estaba bajo el juicio de Dios a través de las plagas
Exodus 8:8–10 NBLA
Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y dijo: «Rueguen al Señor para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor». Moisés dijo a Faraón: «Dígnate decirme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas y queden solamente en el río» «Mañana», respondió Faraón. Entonces Moisés dijo: «Sea conforme a tu palabra para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios.
Así como el faraón, la gente calcula que el día de mañana tendrán aún tiempo para arrepentirse y venir a Cristo. Creen que pueden seguir pecando hoy y recibir gracia y misericordia mañana. Ante esto, el Señor dijo una parábola
Luke 12:16–21 NBLA
Entonces les contó una parábola: «La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. »Y él pensaba dentro de sí: “¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?”. »Entonces dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. ”Y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete”. »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?”. »Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios».
La Biblia es clara al decirnos que la vida es como neblina, que por un momento parece tener una forma, pero que pronto desaparece. Tratarás de tomarla con la mano, y esta vida se escapará entre tus dedos. Escucha la exhortación del autor de Hebreos
Hebrews 3:15 NBLA
Por lo cual se dice: «Si ustedes oyen hoy Su voz, No endurezcan sus corazones, como en la provocación».
Samuel Rutherford (1600-1661) le suplicó a sus oyentes en su prédica diciendo:
Le exhorto y suplico en la compasión de Cristo que no desmaye ni se fstigue. Hay una gran necesidad del cielo; usted necesita tenerlo… No lo vea fácil; es una subida empinada a la gloria eterna; muchos que fueron heridos por la seguridad yacen muertos en el camino.
Si este es tu caso, no dejes para mañana lo que hoy se te está ofreciendo. Es la necesidad más grande que tiene tu alma, y lo estas posponiendo. Mañana se cerrará la puerta, y tocarás a la puerta, y no se te permitirá el acceso, porque el tiempo de la salvación ya pasó y no quisiste librar tu alma del juicio.

Desesperación a causa de rebeldía

Este punto es similar al punto tres, pero la diferencia radica en los que piensan de esta forma. Se trata de creyentes que ya han venido a Cristo, pero que por causa de su pecado se han escodido como Adán, entre los arbustos, por temor a la represaría que tendrá su pecado. Estas personas piensan que fueron salvadas por un momento, pero que por su pecado, ahora han cometido un pecado terrible, y se apartaron.
Jeremiah 3:12 NBLA
Ve y proclama estas palabras al norte, y di: “Regresa, infiel Israel”, declara el Señor, “No te miraré con ira, Porque soy misericordioso”, declara el Señor; “No guardaré rencor para siempre.
Ven a Cristo, así como estás. Jesús ha prometido que aquel que se acerca a Él no lo echa fuera

Confusión sobre la elección

Muchos incrédulos alegan no haber sido elegidos, y por tal razón se niegan a venir a Cristo. Niegan que la benevolancia y compasión de Cristo es para todo aquel que venga a Él. Pero la doctrina de la elección no enseña que nadie puede venir a Cristo; más bien, enseña que a pesar de que nosotros no quisieramos obedecer a Cristo, Él nos escogió para que no suframos la condena por el pecado. La Elección no aleja a la gente de Cristo, más bien, es una invitación a venir.
Joseph Alleine nuevamente comenta sobre este punto, y dice
Comienzas por el lado equivocado si primero disputas sobre tu elección. Prueba tu conversión, y entonces nunca dudarás de tu elección … Cualquiera sean los propósitos de Dios, que son secretos, estoy seguro de que Sus promesas son claras … No te quedes disputando sobre tu elección, sino determina arrepentirte y creer.

Ignorancia del llamado del evangelio

La gente que rechaza al Señor en su mayoría es debido a que no han oído de Su invitación a venir a Él, no saben que deben arrepentirse de sus pecados y que el Espíritu es quien los trae a una nueva vida. Pablo lo expresó en su carta a los Romanos
Romans 10:14–15 NBLA
¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: «¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!».
Si “la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo” (Ro. 10.17), es necesario que la gente escuche el mensaje de salvación.

Incredulidad

Este es el peor de los pecados que cualquier persona pueda tener. Juan Calvino, el gran reformador de Suiza comentó acerca de la incredulidad, y dijo:
La ceguera de los incrédulos no disminuye en ninguna manera la claridad del evangelio; el sol no es menos brillante solo porque los ciegos no perciban su luz… la incredulidad nos hace rebeldes y decertores… Nuestra propia incredulidad es el único impedimento que previene a Dios de satisfacernos amplia y abundantemente con todas las cosas buenas.
Es decir, la incredulidad es ese pecado que te impide actuar, que te impide caminar o acercarte al Señor. No confías en que Él es real. No crees que Él te pueda perdonar. No crees que te pueda satisfacer. No crees que Él llena todo.
Hebrews 3:14–19 NBLA
Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos firme hasta el fin el principio de nuestra seguridad. Por lo cual se dice: «Si ustedes oyen hoy Su voz, No endurezcan sus corazones, como en la provocación». Porque ¿quiénes, habiendo oído, lo provocaron? ¿Acaso no fueron todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? ¿Con quiénes se disgustó por cuarenta años? ¿No fue con aquellos que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en Su reposo, sino a los que fueron desobedientes? Vemos, pues, que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.
Fue la incredulidad la que hizo que el pueblo de Israel desconfiara del Señor y anhelara regresar a Egipto, a preferir ser de nuevo esclavos que ser libres y poseer la tierra que Dios les había prometido. Fue la incredulidad que ha hecho que tú y yo no disfrutemos de las bendiciones del Señor, porque desconfiamos de Él y Su benevolencia. El problema no está en Dios; el problema yace en nuestro corazón incrédulo que no confiamos en Sus promesas. Y no existe nada más ofensivo a Dios que no creer en la integridad y fidelidad de Su Palabra.
¿Y qué provoca todo esto?
¿Qué consecuencias hay de no venir a Cristo?
Lo que nos lleva a nuestra segunda enseñanza del día de hoy

Hay una consecuencia de no venir a Cristo

La Biblia nos advierte que existen consecuencias de no creer en el evangelio; y con relación a lo que estamos viendo, el no venir a Cristo trae consigo consecuencias trascendentales.
John 5:40“Pero ustedes no quieren venir a Mí para que TENGAN ESA VIDA.”
Notemos que el versículo dice: ““Pero ustedes no quieren venir a Mí para que tengan esa vida.” Si venir a Cristo es sinónimo de tener vida, lo contrario sería decir que aquellos que se rehusan a venir a Cristo no tienen esa vida. Permanecen en muerte.
Genesis 2:15–17 NBLA
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y el Señor Dios ordenó al hombre: «De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás»
Ephesians 2:1–3 NBLA
Y Él les dio vida a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
John 3:36 NBLA
»El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él»
La Biblia no miente. Todos nosotros, desde que nacemos hasta que morimos, estamos condenados al infierno por nuestros pecados, pues “no queremos venir a Cristo para que tengamos vida.” Estamos muertos, sin vida, sin algo bueno que sea digno de salvar. Somos despreciables, inútiles, sin afecto personal, corrompidos, depravados, sin esperanza y sin remedio. Somos peor que muertos en el ataud; somos muertos que piensan que estan vivos, y que no habrá consecuencia de ello.
La Biblia nos presenta un panorabla de lo que incluye esa muerte:

Legalmente Muertos

Genesis 2:17 nos dice “el día que de él comas, ciertamente morirás.” Sabemos que Adán no murió físicamente en ese momento. Él continuó, y vivio 930 y murió. Pero en el instante que escuchó la voz de su mujer antes de obedecer a la Voz de Dios, en ese momento no murió físicamente, pero SU SENTENCIA YA HABÍA SIDO DETERMINADA. Legalmente murió; el Juez dictaminó su veredicto; Dios emitió su sentencia contra Adán: Morirás.
Tan pronto como el juez da el golpe del mazo en el tribunal y pronuncia la sentencia, el reo es considerado muerto según la ley. Aunque pueda transcurrir todavía un mes antes de que sea llevado al cadalso para que se cumpla la sentencia, la ley lo considera un hombre muerto. Es imposible que ese hombre realice ninguna transacción. No puede heredar nada ni puede hacer un testamento; él no es nada: es un hombre muerto. Su país considera que no tiene ninguna vida. Si hay elecciones, él no puede votar porque está considerado como muerto. Está encerrado en su celda de condenado a muerte, y es un muerto vivo.
Charles Spurgeon en una prédica les dijo a sus oyentes:
Ustedes, pecadores impíos, que nunca han tenido vida en Cristo, ustedes están vivos hoy, por una suspensión temporal de la sentencia, pero deben saber que ustedes están legalmente muertos; que Dios los considera así, que el día en que su padre Adán tocó el fruto, y cuando ustedes mismos pecaron, Dios, el Eterno Juez, se puso una gorra negra de Juez y los ha condenado…
Todos nosotros deberíamos llorar si grabáramos esto en nuestras almas: que por naturaleza no tenemos vida ante los ojos de Dios; que estamos en realidad, positivamente condenados; que tenemos una sentencia de muerte en contra nuestra, y que somos considerados por Dios tan muertos, como si en realidad ya hubiésemos sido arrojados al infierno. Aquí ya hemos sido condenados por el pecado. Aun no hemos sufrido el correspondiente castigo, pero la sentencia ya está escrita y estamos legalmente muertos. Tampoco podemos encontrar vida a menos que encontremos vida ante la ley en la persona de Cristo, de lo que hablaremos más adelante
John 3:36 NBLA
»El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él»
Ahí Jesús No está diciendo “serán condenados” como si se tratara de algo futuro; Él está diciendo “ya han sido condenados”. Ya estás sentenciado al infierno desde el momento que respiraste por primera vez; ya estan camino a tu condena eterna. Y no puedes hacer nada para remediarlo, porque no solo estás setenciado a muerte; también estás muerto espiritualmente.

Espiritualmente Muertos

La relación entre Dios y Adán se rompió por lo que Adán hizo. No solo se formuló la sentencia de muerte; su alma murió ese día. Y todos nosotros heredamos esa muerte.
Romans 5:12 NBLA
Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.
Por cuanto todos hemos pecado, dice la Biblia en Romans 3:23por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.” Esto significa que no llenamos la medida del estándar que Dios estableció para tener una relación con Él.
nuevamente, Charles H. Spurgeon es enfático en este punto, y nos recuerda:
No pienses, oh hombre moral, que tú serás capaz de comparecer ante Dios sólo con tu moralidad, pues no eres otra cosa que un cadáver embalsamado en legalidad, un esqueleto vestido elegantemente, pero finalmente putrefacto a los ojos de Dios. ¡Y tampoco pienses tú, que posees una religión natural, que tú puedes hacerte aceptable ante Dios mediante tu propia fuerza y poder! ¡Vamos, hombre! ¡Tú estás muerto! Y tú puedes maquillar a un muerto tan gloriosamente como te plazca, pero no dejará de ser una solemne burla
Él dice que así como no te es de agrado y comodidad tener un cadaver junto a ti, así de desagrado es para Dios tenerte ante Sus ojos Santos. Jonathan Edwards, otro pastor del siglo XVIII en Estados Unidos, en su famosos sermón “Pecadores en las manos del dios airado”, dijo que somos más despreciables para Dios de lo que es para nosotros una serpiente, o cualquier insecto.
Así como vemos con desprecio a una rata, una cucharacha, una araña, o cualquier cosa o animal, así es mil veces más el desprecio que Dios tiene hacia nosotros a causa de nuestro pecado.
Esa animadversión que existe entre Dios y tú, entre Dios y todos nosotros es debido a que estamos muertos espiritualmente. Estamos llenos de pecado y maldad, y Su santida le impide tener una relación con nosotros. Solo somos merecedores de muerte. Juicio. Condena.
Y esa muerte espiritual se ve finalmente, se vuelve en una muerte física.

Eternamente muertos

Esta es la ejecución de la muerte legal; la consumación de la muerte espiritual. Eventualmente morirás, dejará de bombear tu corazón, tus pulmones no retendrán más aire, y la sangre dejará de circular. Lo que con tanto afán cuidabas, al final desaparecerá. Ese cuerpo que tanto cuidabas con comida saludable, buen ejercicio y excelentes hábitos, al final no servirán de nada cuando tengas que dar tu último aliento, de forma natural o accidental.
Exodus 32:33 NBLA
Y el Señor dijo a Moisés: «Al que haya pecado contra Mí, lo borraré de Mi libro.
El contexto de ese pasaje es que Dios mandó a que murieran todos aquellos que habían adorado al Becerro de Oro; la sentencia había sido declarada. Así mismo es con nosotros. Porque tú y yo hemos pecado, y porque nuestro padre Adán pecó, todos hemos sometido a la misma suerte; “moriremos”. Puede ser hoy, mañana o en cien años; pero la muerte te esperará. No podrás escapar de ella. Ya sea por un accidente repentino, o por el amargo transcurrir de los años, al final te presentarás delante de tu Creador y escuchar decir de Su Boca; “¡Apártate de Mí, maldito! Esa misma Voz que se escuchó en la nada y dijo: “Sea la Luz”, será la misma que oirás decirte,
Sé condenado, hacedor de maldad. Nunca te conocí. Apártate de Mí, pecador, no eres digno de mi gloria, no eres merecedor de descanso, no eres digno de disfrutar de Mí para siempre. Eres digno únicamente de sufrir toda Mi ira para siempre. Sé lanzado al Fuego Eterno, al Lago de fuego y azufre; ese es tu lugar, no aquí a Mi lado.
Esas serán las palabras que escucharás en el instante inmediato después de tu muerte, por “no quieres venir a Cristo.” Esa es tu suerte hoy, a menos que Vengas a Cristo.

Conclusión - Venir a Mí

John 5:40 NBLA
Pero ustedes no quieren venir a Mí para que tengan esa vida.
El mismo texto nos señala la salida; el mismo Jesucristo pronunció la esperanza que hoy necesitas escuchar: Necesitas venir a Mí.
Solo a través de Cristo es que encontrarás la salvación para tu alma. Solo a través de Cristo encontrarás el descanso que tu alma necesita. Solo a través de Cristo encontrarás la libertad de tu condenación.
El mismo que dictaminó tu sentencia, el mismo que ejecutó tu sentencia, es el mismo que sufrió tú condena por ti. Fue en esa cruz donde Cristo sufrió la condena por todos nuestros pecados, todos los pecados de Su pueblo, y soportó el castigo por ellos. Fue en esa Cruz donde el Hijo de Dios sufrió el infierno de la ira de Dios, para que nosotros, ahora por la fe, disfrutemos de la vida. El Justo se hizo injusto. El Inocente se hizo culpable, para que los culpables ahora sean considerados inocentes delante de Dios.
Es únicamente viniendo a Cristo que podrás ser exonerado de tu condena. Es únicamente viniendo a Cristo que podrás ser vivificado de tu muerte espiritual. Es únicamente viniendo a Cristo que podrás tener vida eterna. Solo en Cristo.
¿Cómo puedes venir a Cristo?
Acts 16:31 “«Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa».”
Cree y arrepiéntete de tus pecados. Cree que en Cristo tienes la oportunidad de ser perdonado. Cree que Jesucristo pago tu condena, pago la fianza, pagó la deuda. Cree y pide perdón por tus pecados; y así “vendrás a Cristo para que tengas esa vida.
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