Destruir para Construir

Cartas de un Prisionero  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Introducción

Antes de comenzar a hablar, aprendemos la ley universal de la causa y el efecto. Cuando lloramos, mamá viene. Cuando presionamos el botón el juguete hace un ruido. Cuando le pego a mi hermana, me castigan. Si saco buenas calificaciones, me dan un premio. Día a día descubrimos como esta regla gobierna el universo físico.
Y lo mismo aplica en la teología. Todo lo que Dios hace en Su plan de salvación cumple algo. La gracia soberana de Dios descrita en Efesios 1:1-2:10 implica poderosos actos de redención. Jesús de Nazaret murió por los pecados de la humanidad y se levanto milagrosamente de la tumba. Al hacerlo proveyó todo lo necesario para la salvación, fue llevado al cielo y sentado a la derecha de Dios. Por Gracia de Dios y por medio de la fe solamente, los creyentes somos unidos a Cristo en su muerte y resurrección. Experimentamos un nuevo nacimiento espiritual, por medio del cual somos empoderados para vivir una vida que plazca a Dios. Estas verdades forman el fundamento solido de la fe Cristiana.
En la siguiente sección de la carta a los efesios (2:11-3:21), Pablo continua explicando la relación causa efecto de estas obras fundamentales de salvación. En esta sección vamos a ver más efectos de la gracia de Dios. Estos efectos son tan profundos que marcaron un cambio de época en el plan de salvación de Dios. Hay quienes llaman a esta sección “La diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento”.
En esta sección Pablo describe la reconciliación entre judíos y gentiles, y también entre pecadores y justificados (Efesios 2:11-22). El efecto de esta reconciliación es paz en el recién constituido cuerpo de Cristo, la iglesia. La era de la iglesia - que antes había solo sido parcialmente revelada en el Antiguo Testamento - ahora es completamente revelada en el Nuevo Testamento a través de los apóstoles (Efesios 3:1-13). Y finalmente, veremos como esa verdad sorprendente lleva a Pablo a una oración y alabanza llenas de gozo (Efesios 3:14-21). Espero que en estas tres semanas el resultado sea el mismo para nosotros.
En el Antiguo Testamento Dios levanto un muro alrededor de los judíos, con la intención de evitar que se corrompieran moral y espiritualmente ya que eran los representantes de Dios ante las naciones. Pero este muro termino por convertirse en un divisor que afecto a los gentiles, quienes se supone que deberían haber recibido la bendición de Dios a través de los judíos .
Genesis 26:4 NTV
4 Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas de los cielos, y les daré todas estas tierras. Y mediante tu descendencia, todas las naciones de la tierra serán bendecidas.
La Ley de Moisés y el sistema de sacrificios le mostró el camino de santidad a los Judíos. Pero los gentiles permanecieron afuera, ajenos a las promesas, extraños a los pactos y desterrados del conocimiento de Dios.
Todo eso cambio cuando Cristo destruyó el muro y comenzó a construir la iglesia.
Pablo ya nos ha presentado el contraste entre los muertos espirituales y los vivos en Cristo. Ahora Palo contrasta las diferencias entre los gentiles y los judíos. Diferencias que fueron borradas por la obra de Cristo. La obra de Cristo estableció un nuevo fundamento para construir la Iglesia: IGUALDAD.

Antes de la Reconciliación

Ephesians 2:11–12 NTV
11 No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos. Eran llamados «paganos incircuncisos» por los judíos, quienes estaban orgullosos de la circuncisión, aun cuando esa práctica sólo afectaba su cuerpo, no su corazón. 12 En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza,
Pablo comienza describiendo la situación “incircuncisa” de los gentiles, un ritual que como muchos se había convertido en algo que estaba muy alejado de la realidad para la que fue establecido.
Pablo usa esto como punto de partido, para describir la vida de los gentiles antes de la obra de reconciliación de Jesús en la cruz. Pablo usa 5 adjetivos para describir esta relación entre los gentiles, Dios y sus promesas: apartados de Cristo, sin ciudadanía, sin pacto, sin esperanza y sin Dios.
Apartados de Cristo: Los gentiles del primer siglo no tenían ni siquiera un concepto de Mesías. Solo los judíos esperaban a un Salvador, quien les fue prometido desde Genesis 3:15
Genesis 3:15 NTV
15 Y pondré hostilidad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Su descendiente te golpeará la cabeza, y tú le golpearás el talón».
Los judíos sabían que este salvador vendría, así que esperaban al Hijo de David que vendría a liberarlos de la opresión y de sus pecados. Los gentiles no tenían ningún “derecho” sobre el Rey que estaba por venir.
Sin ciudadanía: Los gentiles no tenían ningún derecho de ciudadanía en la nación escogida de Dios. Israel era la única teocracia verdadera en la tierra. El Rey era Dios mismo. Él gobernaba sobre su gente a través de Sus pactos, leyes, profetas, sacerdotes y reyes. Los gentiles eran extranjeros a la nación de Dios.
Sin pacto: Cuando Dios estableció Su pacto con Abraham, el patriarca fue llamado “amigo” 2 Cronicas 20:7
2 Chronicles 20:7 NTV
7 Oh Dios nuestro, ¿acaso no expulsaste a los que vivían en esta tierra cuando llegó tu pueblo Israel? ¿Acaso no les diste esta tierra para siempre a los descendientes de tu amigo Abraham?
Como herederos del pacto, los descendientes de Abraham también disfrutan de esa relación de amistad con Dios. A través del pacto de la tierra prometida, el pacto davídico y la promesa del nuevo pacto, Dios revela su relación especial con el pueblo judío. Los gentiles no formaban parte de ese pacto, y por lo tanto no podían disfrutar de esa relación especial con Dios.
Sin esperanza: Sin salvador, sin casa, sin promesas, los gentiles no tenían ningún futuro significativo. Dado que las promesas descansaban en el Mesías judío, ellos no podían tener ninguna razón para esperar que su situación podía mejorar. Sin Cristo no hay razón para pensar que podemos esperar algo mejor, en esta vida o en la que sigue.
Sin Dios: Aunque los gentiles honraban y alababan a muchos dioses, ninguno de ellos podía salvarlos de su situación sin esperanza de muerte espiritual. Solo el Dios verdadero podía darles lo que ellos necesitaban. VIDA DESPUES DE LA MUERTE.

La Solución

Ephesians 2:13–14 NTV
13 pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo. 14 Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba.
Igual que la semana pasada esta sección comienza con un “pero”. Después de mostrar el estado de los gentiles antes de la venida de Cristo, Pablo revela la solución: LA CRUZ DE JESUCRISTO.
Lo primero que hace Cristo es acercar a los que antes estaban muy lejos de Dios. Y lo hace posible para todos en cualquier tiempo. Por medio de la sangre de Cristo, Dios ha provisto el medio de reconciliación.
Y entonces el pero de Dios se vuelve real para cada aspecto antes mencionado:
Antes estábamos apartados de Cristo, pero ahora estamos en Cristo.
Antes no teníamos ciudadanía, pero ahora somos ciudadanos del Reino.
Antes no teníamos amistad con Dios, pero ahora somos miembros de Su familia.
Antes no teníamos esperanza, pero ahora esperamos la venida de Cristo y la vida eterna.
Antes no teníamos a Dios, pero ahora podemos llamarlo Padre.
En pocas palabras, cuando Cristo pago la deuda por los pecados de toda la humanidad, gentiles y judíos, el muro que los separaba se destruyo.
Galatians 3:28 NTV
28 Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.
Cristo mismo, y solo Él, nos ha traído la paz. ¿Sientes paz en tu vida?
En este pasaje Pablo hace un gran énfasis cuando dice “Cristo mismo”, recordándonos, como lo hace durante toda su carta, que nuestra nueva vida, llena de paz, nos fue otorgada solo por la obra de Cristo. SOLO GRACIA, SOLO POR FE.
Se nos prometió un principe de paz, y por medio del Espiritu Santo, compartimos la paz de Dios: judíos y gentiles, hombres y mujeres, blancos y negros, chairos y fifis, ricos y pobres, educados y sin educación, padres e hijos, fuertes y débiles. Todas las divisiones que causan tanto conflicto en el mundo, son insignificantes cuando el Hijo de Dios trae paz espiritual.
Recordemos que en el templo había murallas que los gentiles no podían cruzar, incluso había murallas entre los mismos judíos. Cuando Pablo dice que el muro fue destruido por Cristo, se refiere a que todas esas tradiciones y leyes que los dividían, después de Cristo ya no son válidas.
En Cristo, la separación entre judíos y gentiles, se vuelve obsoleta.

La muerte de la enemistad

Ephesians 2:15–16 NTV
15 Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. 16 Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.
La hostilidad quedo destruida: ἔχθρα, -ας, ἡ echthra - odio, enemistad. un estado profundamente arraigado de mala voluntad.
La hostilidad estaba sustentada en un sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. La cruz de Cristo destruyó esta enemistad.
Todas las leyes, mandamientos, ordenanzas, reglas y regulaciones que nos tenían condenados ante Dios, y separados de Su pueblo, fueron borradas. Por eso Pablo puede hacer esta declaración en Romanos 10:4
Romans 10:4 NTV
4 Sin embargo, Cristo ya cumplió el propósito por el cual se entregó la ley. Como resultado, a todos los que creen en él se les declara justos a los ojos de Dios.
Ahora estamos bajo la “ley de Cristo”, empoderados a vivir como Él lo hizo, y sin obligación de mantener la Ley de Moisés.
Además de destruir el sistema religioso, Pablo hace énfasis en el impacto positivo de la Cruz: hacer paz y reconciliar ambos grupos en un colo cuerpo.
Somo unidos en un nuevo grupo llamado LA IGLESIA, dejando atrás los grupos llamados judíos y gentiles. En pocas palabras, Jesús no judaizó a los gentiles, o gentilizo a los judíos. Jesús no hizo un híbrido extraño. Jesús creo un nuevo cuerpo: EL CUERPO DE CRISTO/LA IGLESIA.
Al hacerlo logró establecer la PAZ y la UNIDAD.

La reconciliación

Ephesians 2:17–22 NTV
17 Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca. 18 Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros. 19 Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios. 20 Juntos constituimos su casa, la cual está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. Y la piedra principal es Cristo Jesús mismo. 21 Estamos cuidadosamente unidos en él y vamos formando un templo santo para el Señor. 22 Por medio de él, ustedes, los gentiles, también llegan a formar parte de esa morada donde Dios vive mediante su Espíritu.
Ahora Pablo concluye esta sección al explicar la paz entre judíos y gentiles basado en su llamado compartido y describiendo la nueva “vivienda” en una comunidad del Espiritu Santo.
Pablo habla de la RECONCILIACIÓN. Al ser reconciliados con Dios, os judíos y gentiles fueron reconciliados entre ellos.
¿Cómo lo hizo? Encarnando y proclamando la paz. Gracias a esta paz, el mensaje puede ser proclamado y ofrecido tanto a judíos como a gentiles.
A partir de este momento ambos grupos deben responder al Evangelio para poder recibir la reconciliación. El llamado es UNIVERSAL, la respuesta es PERSONAL.
Los judíos podían estar “cerca” y los gentiles “lejos”, pero ambos debían confiar en Cristo solamente por fe para ser salvos.
Esto tiene una aplicación importante para nosotros. Muchos hombres y mujeres son criados en hogares cristianos, son expuestos a las escrituras, crecen rodeados del Evangelio: “cerca” de Cristo. Pero sin importar como fue criado y educado ellos deben aceptar el Evangelio de forma personal.
De la misma manera que lo debe y puede hacer alguien que no creció expuesto a la Palabra de Dios. LA SALVACIÓN NO ES HEREDITARIA.
CADA UNO DE NOSOTROS DEBE CONFIAR EN CRISTO POR SI MISMO, RECIBIENDO EL ESPIRITU POR FE.
Pero ahora la pregunta del millón. ¿Cómo luce esta paz en la vida diaria?
Pablo describe cuatro cosas que todos compartimos en nuestra nueva relación:
Todos tenemos acceso al Padre: Los judíos no podían tener acceso al Padre, la relación era por medio del Sumo Sacerdote, y los gentiles solo podían tener acceso convirtiéndose al judaísmo, por medio de la circuncisión y guardando la Ley de Moisés. Pero, la muerte de Cristo rompió el velo, dando acceso directo a Dios a TODOS los creyentes. Tenemos acceso al Padre, por medio del Espiritu Santo, gracias a la obra de Cristo (Trinidad) - NO HAY MÁS INTERMEDIARIOS.
Todos somos ciudadanos del Reino: Antes los gentiles no tenían derechos, ni privilegios entre el pueblo de Dios. Ahora todos somos ciudadanos del pueblo Santo de Dios. Detente un momento y piensa. Ahora tu y yo estamos al mismo nivel que los grandes patriarcas y profetas del Antiguo Testamento: Abraham, Moisés, Josué, David, Elías. ¡Qué gran compañía!
Miembros de la familia de Dios: Cada creyente unido bajo un mismo Padre, a través de una sola persona Jesucristo y unidos por el Espiritu Santo (Trinidad). Todas las familias tienen algun grado de disfuncionalidad. Pero eso no significa que no se amen y que no deban buscar en armonía a pesar de las diferencias. Son precisamente las diferencias las que traen grandes beneficios para todos. La familia de Dios crea un ambiente de confianza y crecimiento, crea un espacio donde podemos desarrollar nuestros talentos/dones y ponerlos al beneficio de todos. Y sobre todo se vuelve un ejemplo para todos los que no forman parte de la familia de Dios.
Todos tenemos una misma fe: Pablo usa la imagen de un templo para describir la comunidad de fe cristiana que se forma por medio de Cristo. Los fundamentos de la construcción es LA ENSEÑANZA DE LOS PROFETAS Y APÓSTOLES (El Nuevo Testamento) y donde la piedra principal es JESUCRISTO. CRISTO ES EL CENTRO Y EL ESTÁNDAR.
La Enseñanza de la Palabra es el fundamento, Cristo es la Piedra Principal y nosotros somos los ladrillos. EDIFICIO VIVO, TEMPLO SANTO, LA IGLESIA, EL CUERPO DE CRISTO.
Obviamente no es un edificio en el sentido literal, es una comunidad de fe, que descansa en las sagradas escrituras y se centra intencionadamente en Jesucristo.

Conclusión

Toda esta realidad espiritual esta llena de implicaciones practicas. Necesitamos preguntarnos estas 3 preguntas en virtud de nuestra nueva posición en Cristo.
¿Crees que esto sea verdad? De manera personal aceptas esta nueva posición en la casa de Dios, con derechos, privilegios y responsabilidades.
¿Realmente has recibido la ciudadanía? Has puesto tu fe en Cristo. Quizás crees que la tienes, que las has heredado, sabes hablar el idioma, sabes vivir en el país, incluso ganas en la moneda nacional, pero sigues aferrado a tu vieja nacionalidad. No has hecho el juramento frente al Padre. y aunque la obra esta hecha, no has recibido los beneficios.
¿Vives como ciudadano del cielo? Dices que crees y has aceptado la ciudadanía. Pero sigues viviendo como extranjero. ¿Tu día a día refleja que tu fundamento es la Palabra y que Cristo es la piedra angular de tu vida? Haces paz con las personas que tienes conflictos, suples las necesidades de la gente que rodea, nutres la fe de las personas.
Tenemos el PRIVILEGIO del acceso a Dios, disfrutamos la ciudadanía del reino, participamos como miembros de Su familia y como Piedras Vivas de Su templo. Pero, con todo gran privilegio viene una gran RESPONSABILIDAD, debemos vencer la tentación de volver a levantar el muro que nos divide. Debemos aprender a vivir en armonía y amor. Aprender a querer al que no se lo merece y a amar al que no nos ama. ¿Estas de acuerdo?
Oración
Iglesia Identidad, que el Señor te bendiga y te guarde; que el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; que el Señor te muestre su favor y te conceda la paz, en el nombre de Jesús, Amén
1 Corinthians 9:25 NTV
25 Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno.
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