Sacerdotes

Éxodo: De la esclavitud a la libertad  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
0 ratings
· 12 views

Los que recorren el camino para acercarse al Señor deben ser santos y consagrados.

Notes
Transcript
Éxodo 28—29
Todos alguna vez hemos tenido la experiencia de ver un álbum de fotos familiar y ruborizarnos ante nuestra apariencia o el tipo de ropa que usamos. ¡Cómo pude yo haber vestido así! Exclamamos. Pero lo cierto es que nuestra forma de vestir es un lenguaje que comunica bien, sea algo de una época, una cultura, un grupo social; pero también comunica algo de lo que somos.
Lamentablemente, en una sociedad como la actual, invadida de la superficialidad de las redes sociales, con mucha frecuencia lo externo no siempre coincide con lo interno, aunque las formas de vestir de alguien pueden comunicar algo de su esencia, no es algo en lo que hoy en día se vea mucha coherencia.
El pasaje que hoy contemplaremos está lleno de descripciones acerca de vestidos y accesorios. Pasamos de ver un manual detallado de arquitectura a una descripción minuciosa de las ropas que debía vestir aquellos que habrían de acercarse a la presencia de Dios.
En los sermones pasados vimos que el Señor da detalles muy precisos del lugar en el que habitaría su presencia, también vimos que dicha presencia estaría oculta a los ojos del pueblo, un camino escondido por el que no todos podían transitar; sin embargo, hoy nos ocuparemos de ver quiénes son esos a quienes Dios llama a entrar a Su presencia y qué requisitos debían llenar. Hoy hablaremos de los sacerdotes, de sus vestiduras y su consagración.
Si pudiéramos resumir lo que hemos visto hasta ahora, sería algo como esto:
Dios ha llamado a su pueblo que estaba lejos para hacer un pacto y habitar en medio de ellos; pero para que el pueblo pueda acercarse a Él deben ser santos y consagrados.
Y es justamente en esa línea que quiero proponerles el argumento de este sermón y es el siguiente:
Los que recorren el camino para acercarse al Señor deben ser santos y consagrados.
Y para desarrollar este argumento vamos a usar más o menos la misma estrategia que hemos usado en los últimos dos sermones. Veremos una descripción de los elementos y luego su significado e implicaciones.
- El vestido de los que se acercan al Señor (Capítulo 28)
- La consagración de los que se acercan al Señor (Capítulo 29:1-37)

El vestido de los que se acercan al Señor

Estas son las vestiduras que harán: un pectoral, un efod, un manto, una túnica tejida a cuadros, una tiara y un cinturón. Harán vestiduras sagradas para tu hermano Aarón y para sus hijos, a fin de que me sirvan como sacerdotes.
Antes de entrar en los detalles, es necesario que hagamos una precisión.
Todos los elementos descritos en este pasaje se refieren a las túnicas para dos tipos de sacerdocio: por un lado, se describe ampliamente lo que usará el sumo sacerdote, y, por otro lado, lo que habrían de usar los sacerdotes, los hijos de Aarón. En otras palabras, mientras el sumo Sacerdote debía portar todos los vestidos y accesorio mencionados, los sacerdotes que no entraban al lugar santísimo solo algunas:
Para los hijos de Aarón harás túnicas, también les harás cinturones, y les harás mitras, para gloria y hermosura.
Habiendo hecho la aclaración veamos entonces los elementos del vestuario:
- El efod y el pectoral: Este es quizá la parte más importante de la vestidura de un Sumo Sacerdote y la que lo distinguía de los demás. Se trataba de una especie de chaleco tejido en el mismo material del que estaba hecho el velo del tabernáculo con un pectoral de un palmo que tenía doce piedras con los nombres de las doce tribus de Israel. También unas hombreras con los nombres grabados y hecho con delicadeza y de belleza excelsa.
- El manto y la túnica: Estas serían las ropas que cubrirían el cuerpo del sacerdote. Se extendían hasta debajo de los muslos y tenían también unas campanas hechas de oro en el borde inferior que anunciaban cuando el sumo sacerdote había entrado al lugar santísimo.
- La tiara y la lámina: En su cabeza, el sumo sacerdote portaba una tiara, que a diferencia de la mitra es cerrada completamente. En su frente y amarrada con tiras azules, una cinta de oro con las palabras “Santidad a Jehová”
- Los calzoncillos: Esta es quizá la pieza más curiosa. No era usual en la ropa de los judíos, pero tenía el propósito de cubrir toda la desnudez del sacerdote que se acercara al tabernáculo. En contraste con las naciones paganas, cuyos sacerdotes tenían sus genitales al descubierto como un culto a la fertilidad; Dios ve en la desnudez la vergüenza del pecado del hombre y no permite que nadie se acerque desnudo a su lugar santo.
Con esto en mente, veamos hacia donde apuntas estas cosas y qué implicaciones tienen:
- Los sacerdotes fueron llamados y escogidos por Dios según su voluntad. Él seleccionó a la familia de Aarón y la tribu de Leví, no por nada que ellos hubieran hecho, sino por el puro afecto de su voluntad. De hecho, ellos no eran consagrados aún, habían sido llamados justo con ese propósito, ser consagrados para que luego pudieran servir.
- Los sacerdotes actuaban en representación del pueblo. Especialmente el Sumo Sacerdote entraba en la presencia de Dios una vez al año con los nombres de las 12 tribus de Israel, su función era la de mediar entre Dios y el pueblo. Ellos cargaban el juicio del pueblo (v30), luego ponían ese juicio sobre el animal muerto y luego la sangre era llevada a Dios donde se hacía propiciación y así funcionaba el círculo.
- Todos los detalles de estas vestiduras comunican santidad. La idea de Dios es clara para Su pueblo: Nadie puede acercarse a menos que la vergüenza de su desnudez esté cubierta con ropas de justicia.
- Aquí tenemos un eco del Edén. Cuando Adán y Eva pecaron, ellos intentaron cubrirse con hojas, pero Dios los vistió con túnicas de pieles. La desnudez sería el recordatorio de su vergüenza, por lo que Dios los cubre con túnicas de pieles de animales. Los que se acercan a Dios deben vestirse de justicia.
Los creyentes no debemos ver la desnudez como un asunto de la moda de la época, sino como un recordatorio de la caída. La vergüenza de nuestro cuerpo desnudo es más que un asunto meramente ético, tiene una implicación espiritual, es el recuerdo del estrago de la caída. Es tan delicado que Dios ha limitado la desnudez solo al pacto matrimonial, de otro modo no tenemos ningún motivo para la exhibición de nuestros cuerpos.
Algo todavía más significativo que podemos ver en este texto es que efectivamente no todos podían acceder a la presencia de Dios, solo el Sumo Sacerdote una vez al año y los demás sacerdotes solo al lugar santo como mucho, ¿cómo entonces podía ser esto algo que alcanzara a todo el pueblo? Debían suceder al menos dos cosas:
Que la demanda de justicia de Dios fuera satisfecha, de modo que ya no fuera necesario entrar con sacrificios continuamente, sino que todo fuera hecho de una vez para siempre, así las cosas, el velo, ya no sería necesario, porque la ira de Dios ya no tenía más justicia que reclamar.
Pero la otra cosa que debía suceder es que todos fueran hechos sacerdotes, porque el pueblo permanecía a las afueras, ni siquiera podía cruzar el atrio al no tener esta condición.
Ya ustedes saben a dónde conduce eso nuestras mentes:
Hebreos 7:22–28
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.
Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificio por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre. (énfasis añadido)
Noten como este texto explica con claridad la obra de Cristo. Cristo como Sumo Sacerdote entro a la presencia de Dios en el momento de su muerte, siendo al mismo tiempo el sacrificio. Él satisfizo la justicia que Dios como juez justo demandaba, así que el velo es corrido y la presencia de Dios descubierta, es posible acceder a Dios, pero aún nos falta una cosa, ser hechos sacerdotes:
Apocalipsis 1:6
Gracia y paz a ustedes, de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete Espíritus que están delante de Su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con Su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para Dios, su Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable. (1 Pedro 2:9).
Entonces la obra está hecha. El tabernáculo está abierto, la presencia de Dios está disponible para nosotros en Cristo; pero, los sacerdotes, además de tener libre acceso, también necesitan ser consagrados y eso nos lleva de la mano al siguiente punto:

La consagración de los que se acercan al Señor

Esto es lo que les harás para consagrarlos para que me sirvan como sacerdotes: Toma un novillo y dos carneros sin defecto
La siguiente sección nos conduce a otro punto importante que Dios demandaba de aquellos que habrían de recorrer el camino a Su presencia: la consagración.
Si volvemos a la idea que planteamos en principio como argumento y que estamos probando, los que recorren el camino deben ser santos, esto es, apartados, cubiertos con justicia y eso ya vimos que proviene de Cristo y lo segundo es que deben ser consagrados, lo cual veremos en qué consiste específicamente.
Una vez estuvieran hechas las vestiduras, los sacerdotes debían acercarse a Moisés para ser oficializados. Este proceso involucraba dos etapas y varios pasos. Una etapa de consagración y otra de sacrificios por el pecado:
- Lo primero era que Moisés debía preparar una ofrenda. Un novillo y dos carneros sin defecto, así como una ofrenda de panes sin levadura ungidos con aceite
- Luego, Aarón y sus hijos debían llegar a la entrada del tabernáculo y ser lavados con agua, como una señal de su purificación.
- Luego, las vestiduras del Sumo Sacerdote debían ir sobre Aarón.
- El siguiente paso era derramar aceite de la unción sobre su cabeza. Una señal de que estaba siendo apartado.
Este proceso debía repetirse luego con los hijos de Aarón y sus vestiduras. El proceso de consagración termina en el versículo 9.
Una vez consagrados, la siguiente etapa estaba relacionada con los sacrificios, dos carneros y el novillo debían ser ofrecidos en sacrificio, una vez Aarón y sus hijos pusieran las manos sobre ellos, como señal de que estaban poniendo sobre ellos sus pecados y los del pueblo. Todo esto se hacía siguiendo con estricto rigor los detalles de cada tipo de ofrenda o sacrificio.
- El novillo era ofrenda por el pecado del pueblo (versículos 10-15)
- Los dos carneros serían ofrecidos por los pecados de Aarón y de sus hijos. Esta era una ofrenda de paz, mecida, los sacerdotes podían comer de ella, una señal de que entrarían en comunión con el Señor, pero nadie más podía comerla, solo los sacerdotes.
Así se ve entonces la ordenación y consagración de los sacerdotes; el capítulo termina con una instrucción sobre el resto de ofrendas y la promesa de su presencia con ellos, pero esto lo abordaremos en el próximo segmento.
Por ahora veamos algunos significados e implicaciones.
Es claro que los sacerdotes debían depender también de los sacrificios, era eso lo que los hacía aceptos. Esto se hacía una sola vez, y desde ese momento quedaban habilitados para servir.
Aun después de haber sido ordenados, ellos seguían necesitando del sacrificio por sus pecados, porque el ser sacerdotes no los podía purificar o quitar el pecado de ellos.
La forma en la que podemos ver las implicaciones de este pasaje para nosotros es verlo a la luz de la relación que esto tiene con Cristo y Su obra.
Ya vimos que Cristo como sumo sacerdote se ofreció por el pecado y satisfizo la ira del Padre, por lo que el acceso a la presencia está disponible. Ya vimos además que él nos hizo con su sacrificio, sacerdotes, Él es el cordero de la consagración por medio del cual somos aceptos; pero ahora veamos cómo se ve nuestro recorrido:
Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir. Su carne, y puesto que tenemos un gran Sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió. (Heb 9:19-23 énfasis añadido)
Esto que se describe aquí no es más que la vida de los que ahora han sido constituidos sacerdotes por Cristo y que pueden entrar a la presencia del Señor.
- Nos acercamos a Dios ya no con sacrificios, sino con un corazón sincero (Sal 51:16-18). David deseó el día en el que el corazón humillado fuera suficiente y ese día llegó.
- En plena certidumbre de fe: No dudando como el sacerdote que no sabía si su sacrificio era recibido o no. Entramos sin temor.
- Con nuestro corazón purificado: La sangre de los corderos se ponía en el lóbulo de la oreja (lo que oye), en su dedo de la mano (lo que toca) y su dedo del pie (lo que pisa), pero nuestro cordero nos ha purificado el corazón. En el centro de nuestro ser.
- Lavados los cuerpos: Hemos sido purificados por su palabra y continuamos lavando nuestras vidas con ella.
En esto consiste nuestro sacerdocio, en una vida completamente consagrada a Dios, vivimos y ministramos para Él en cada área y momento de nuestras vidas.
Es eso lo que significa ser real sacerdocio, en que cada cosa que hacemos está delante de la presencia de Dios.
Somos llamados a permanecer firmes en esta profesión hasta que el Señor aparezca por segunda vez para llevarnos a su presencia para siempre.
Esta idea transforma nuestra manera de ver el mundo. Fue una de las grandes diferencias entre el catolicismo y la iglesia protestante durante el siglo XVII. Si alguien vive con la conciencia de que es un sacerdote del Señor, hará todo para Su gloria, porque todo encuentra sentido al hacerlo para Dios.
Eso hace que el carpintero trabaje la madera con maestría.
Que el constructor edifique muros resistentes; que el artista recree la belleza de lo creado;
que la costurera adorne cada puntada;
que el estudiante aprecie el tesoro de conocer lo creado;
que el abogado abrace y busque con diligencia la justicia;
que la madre se regocije en levantar una generación que glorifique el nombre de Dios;
que el maestro enseñe lo que es conforme con la verdad;
que el padre lidere con amor y dé manera servicial.
Entender que somos reales sacerdotes delante de Dios le da sentido a todo lo que hacemos, eso es vivir con una mente redimida.
Amigo que estás aquí, hay un camino abierto para venir a Dios y aunque a veces se ve como un camino difícil, lo cierto es que alguien ya lo recorrió por nosotros y ahora es quien va delante, ¿te vas a quedar fuera, lejos de Dios y de lo que él provee? Amigo, ven al Señor para que también seas hecho parte de este reino de sacerdotes que viven delante de la presencia de Dios. Él te dará un vestido de justicia y la promesa de estar con él por la eternidad.
Related Media
See more
Related Sermons
See more