Un camino seguro - Romanos 12-1-2 tres pasos para una verdadera dedicacion a Dios

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Un camino seguro…

Ser un creyente nos ayuda a ordenar nuestra vida en perspectiva con Dios y con los demás.

Pasaje:                 Romanos 12:1-2

Enseñanza:        La clave para el correcto crecimiento del creyente es dedicarse a Dios por completo y cada día.

¿Cuál es la verdadera dedicación?.

Proposición:      La verdadera dedicación a Dios consta de tres pasos.

En todas las cartas sus cartas, Pablo concluye con una lista de deberes prácticos que están basados en las doctrinas que ha presentado. En la vida del cristiano la doctrina y los deberes siempre van juntos. Lo que creemos ayuda a determinar cómo nos comportamos. No es suficiente para nosotros entender las explicaciones de las doctrinas que nos da Pablo. Debemos traducir nuestro “aprendizaje” en vida y mostrar en nuestro diario vivir que confiamos en la Palabra de Dios.

La idea principal en esta sección es “relaciones”. Si tenemos una perfecta relación con Dios, tendremos una perfecta relación con las personas que forman parte del medio en el cual vivimos. Si alguien dice que ama a Dios y aborrece a su hermano, el tal es mentiroso. 1 Juan 4:20.

Nuestra Relación con Dios. Romanos 12: 1-2.

Hay 4 “Por tanto” en la carta de Pablo a los Romanos.

1.       3:20. Por tanto de condenación. Declara que todo el mundo es culpable ante Dios.

2.       5:1. Por tanto de Justificación.

3.       8:1 Por tanto de Garantía.

4.       12:1 Por tanto de Dedicación.

Esta Dedicación es la base para las relaciones que Pablo explica en esta sección.

¿Cuál es esta verdadera dedicación? Como Pablo la describe aquí, la dedicación cristiana involucra tres pasos.

Dar a Dios su cuerpo (v. 1).  Antes de creer en Cristo, usamos nuestro cuerpo para cometer toda clase de pecado, pero ahora que le pertenecemos a Dios, debemos usar nuestro cuerpo para la gloria de El. El cuerpo del creyente es el templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19-20) ya que el Espíritu de Dios mora en nosotros (Rom 8:9). Es nuestro privilegio glorificar a Cristo en nuestro cuerpo y magnificar a Cristo con nuestro cuerpo. (Filp. 1:20-21).

Así como Cristo tuvo que llevar sobre sí mismo un cuerpo para cumplir la voluntad de su Padre sobre la tierra, así mismo debemos ceder nuestros cuerpos a Cristo para que pueda continuar la obra de Dios a través de nosotros. Debemos ceder los miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de justicia (Rom. 6:13) para que el Espíritu Santo los use en el trabajo de Dios.  Los sacrificios del Antiguo Testamento fueron sacrificios de muerte, pero ahora nosotros estamos dispuestos para ser sacrificios vivos.

Hay dos “sacrificios vivos” en la Biblia que nos ayudan a entender lo que esto significa. El primero es Isaac (Gen. 22); el segundo es nuestro señor Jesucristo.  Isaac fue puesto en el altar y estaba dispuesto a morir en obediencia a la voluntad de Dios, pero Dios envió a un cordero para remplazar a Isaac. Isaac “murió” de todas maneras….. él murió a sí mismo; se paró allí en el altar para cumplir lo que Dios quería. Cuando él se bajó del altar, Isaac fue un “sacrificio vivo” para la gloria de Dios.

Por supuesto, Jesucristo es la ilustración perfecta de un “sacrificio vivo”, ya que ÉL realmente murió como sacrificio, en obediencia a la voluntad de Su Padre. Pero ÉL resucitó. Y ahora ÉL está en el cielo como un “sacrificio vivo”, llevando en su cuerpo las marcas del Calvario. ÉL es nuestro Sumo Sacerdote (Heb. 4:14-16) ante el trono de Dios.

El verbo “presentar” en este versículo significa “presentar una sola vez para siempre”. Indica un “compromiso definitivo” del cuerpo de Dios; así como el novio y la novia en su día de boda se comprometen el uno al otro. Así este compromiso de “presentarse” es una sola vez y para siempre determina lo que cada uno tiene que hacer con sus cuerpos. Pablo nos da dos razones para este compromiso:

1.       Esta es la respuesta correcta a todo lo que Dios ha hecho por nosotros. “Os ruego por las misericordias de Dios.

2.       Este compromiso es nuestro “culto racional” o “nuestra alabanza espiritual”. Esto significa que cada día es una experiencia de alabanza al ceder nuestro cuerpo para Dios.

Dar a Dios nuestra mente (v.2ª). El mundo quiere controlar nuestra mente, pero Dios quiere transformar nuestra mente (vea Efe. 4:17-24; Col 3:1-11). Esta palabra “transformar” es la misma que “transfigurar” en Mateo 17:2. De aquí viene la palabra “metamorfosis”. Eso describe un cambio desde dentro. El mundo quiere cambiar nuestra mente, por lo que ejerce presión desde el exterior. Pero el Espíritu Santo cambia nuestra mente, liberando el poder desde dentro.

·         Si el mundo controla su pensamiento, usted se ha conformado.

·         Si Dios controla su pensamiento, usted se ha transformado.

Dios transforma nuestra mente y nos hace de temple espiritual mediante el uso de Su Palabra. Así como usted invierta su tiempo en meditar en la Palabra de Dios, memorizándola, y haciéndola parte de su ser interior, Dios, gradualmente hará su mente más espiritual. (vea 2 Corintios 3:18).

Dar su voluntad (v. 2b). Su mente controla su cuerpo, y su voluntad controla su mente. Mucha gente cree que controla su voluntad mediante “fuerza de voluntad”, pero usualmente fracasan. (Esta fue la experiencia de Pablo como se lee en Romanos 7:15-21). Es solamente cuando cedemos nuestra voluntad a Dios que Su poder puede tomar el control y darnos la “fuerza de voluntad” que necesitamos para ser Cristianos victoriosos.

Rendimos nuestra voluntad a Dios a través de la oración disciplinada. Tanto como usemos el tiempo en oración, tanto rendimos nuestra voluntad a Dios en oración. “No mi voluntad, sino la tuya sea hecha”. Debemos orar por todo, y dejar que Dios nos guie en todo.

Para tener una relación correcta con Dios, debemos empezar el día dejando a Dios nuestro cuerpo, mente y voluntad.

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