Comunicación 2

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El Peso de las Palabras

La semana pasada empezamos a hablar sobre la comunicación, aprendimos una frase: ¡Rápido para escuchar, lento para hablar!
Para ser lento para hablar, tengo que escuchar, preguntar, si hay algo que no entiendo o que no se, debo aprenderlo y así nuestras palabras llegarán tarde. Es necesario preguntar, porque al discutir se cierran tus oídos, tu mente y no puedes ver que la otra persona quiere lo mismo que tú ¡ser entendido! A veces por ser rápidos para hablar la regamos.
¿Alguna vez se te olvida que alguien falleció y preguntas por esa persona? o ¿le dijiste al nuevo esposo de tu amiga el nombre del anterior? O ¿estas a punto de decir algo y alguien te hace señas y rápido metes el freno? Todo por ser rápido para hablar y lento para escuchar.
Las palabras son poderosas, tu vida y la de todos ha sido moldeada por palabras que nos dijeron o no nos dijeron. Esas palabras moldean tu niñez, matrimonio, auto confianza.
Quienes eran inseguros aprendieron confianza por medio de palabras, otros que tenían seguridad la perdieron por palabras que escucharon. Como que las palabras tienen peso, pero ¿sabes que las palabras que decimos y las que recibimos no pesan lo mismo?
Lo digo así ¿cuántas cosas positivas se requieren para quitar una negativa? ¡no hay número! escuchas algo negativo y no lo equilibras con algo positivo, rara vez olvidamos las palabras que nos han herido, se quedan en la mente y corazón.
Recuerdas cada palabra hiriente, pero rara vez las que nos motivaron. Quizá alguien te dijo: quiero decirte algo muy importante ¡nunca lo olvides! y es todo lo que recuerdas ¡se te olvidó lo demás!
Las palabras hirientes, críticas, sarcásticas las recordamos, porque esas palabras no pesan lo mismo. Pero no sólo las palabras no pesan lo mismo, sino que la fuente de quien proviene pesan diferente. Agregan o quitan peso a las palabras.
Es más te diré algo súper interesante. Sabes que en éxodo 20.12 dice: Honra a tu padre y a tu madre, la palabra hebrea para honrar literalmente quiere decir: “peso”. O sea, que le des “peso” valor, honra a tus padres. La forma de honrar es darle peso a sus palabras.
Las palabras del director general pesan 100 kg, las del supervisor 50 kg. Las palabras de papá pesan mil kg y las de mamá mucho más, o a la inversa.
En ocasiones al platicar con las personas, dicen: gracias pastor, pero me hubiera gustado oír esas palabras de boca de mi papá. Lo que está diciendo es: pastor sus palabras no pesan tanto como las de mi papá, pareja, hijo, etc.
Al herir a alguien el dolor es inmediato, la recuperación toma tiempo. El tiempo de recuperación, no es igual. Al herir, ninguna cantidad de palabras crea sanidad o recuperación completa, instantánea. Por eso no basta decir “ya dije que lo siento”, queriendo decir ¡ya estemos bien! ¿por qué no estamos como antes de decir lo que dije? fue algo tonto, apresurado, ya dije que lo siento, ya debemos estar a mano, pero ¡no es así!
Si por accidente aplasto tu dedo, sacas el dedo con sangre y digo: ¡discúlpame! eso no hará que tu dedo no te duela o no sangre. Tenemos que ir a emergencia a que te suturen el dedo. Así con las palabras, decir lo siento no hace que las cosas estén mejor inmediatamente, porque no pesan lo mismo, por eso ¡rápido para escuchar y lento para hablar!
Santiago el hermano de Jesús escribe una carta a cristianos del primer sigo. Si hubieras leído esta carta antes te hubieras evitado muchos problemas. La buena noticia es que estas palabras te evitarán dolores en el futuro. Muchos males de tus relaciones futuras serán evitadas porque estas palabras son poderosas.
Si no eres cristiano, también son para ti, pero Santiago tiene en mente a cristianos. Esto fue escrito hace 2 mil años, y son sabiduría para nuestros días.
Es cierto que todos cometemos muchos errores...” (Santiago 3:2, NTV)
Todos fallamos, ofendemos de muchas maneras ¡no me digas que tú no! Pero la tesis a desarrollar es en lo que dice después:
“...Pues, si pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos, capaces de controlarnos en todo sentido.” (Santiago 3:2, NTV)
¿Cómo que perfectos? En otras palabras, controla tu lengua, tus palabras y estarás fuera de problemas ¡así de poderosa es tu lengua! Santiago como que exageras ¿puedes explicarlo más? ¡claro, por supuesto!
Podemos hacer que un caballo vaya adonde queramos si le ponemos un pequeño freno en la boca.” (Santiago 3:3, NTV)
Si controlas el hocico del caballo ¡lo controlas todo! ¿has visto el freno de los caballos? una pieza de metal pequeña pero controla al animal de 500 kg. Tu pesas 55 kg, menos, 70 kg Y también lo puedes controlar, porque quién controla la boca controla todo su cuerpo. No te gusta esa ilustración, les venimos manejando lo que se dice, otra ilustración:
También un pequeño timón hace que un enorme barco gire adonde desee el capitán, por fuertes que sean los vientos.” (Santiago 3:4, NTV)
Barcos de esa época, de madera, empujados por velas movidos por el viento que no pueden controlar, llevan 200 personas, toneladas de carga, pero sin importar eso su pequeño timón influye en la dirección y destino de la nave. Lo que dice es obvio: una pequeña parte, pero una gran influencia.
Un freno, un timón es pequeño, insignificante en proporción al resto, pero tienen influencia sobre la dirección. Algo pequeño influye en la dirección de tu vida y de la mía.
De la misma manera, la lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos...” (Santiago 3:5, NTV)
Así como el freno del caballo, el timón del barco, compara el tamaño de tu lengua con el resto del cuerpo. Mide unos 10 cm y pesa unos 60 gramos, pero con el poder de controlar tu destino. La lengua tiene 8 músculos y es el único músculo que no se cansa, además, no hay 2 lenguas iguales, como las huellas. Sólo el 60 % de las personas puede hacer taquito, pero bueno, Santiago dice: aunque la lengua es pequeña tiene mucha influencia, puede controlar la dirección, destino, calidad de tu vida sólo con palabras ¿quieres más ilustraciones? le venimos manejando otra más:
“...Así también una sola chispa, puede incendiar todo un bosque.” (Santiago 3:5, NTV)
LLEVAR CERILLOS. Quizá ellos lo tenían que imaginar, no tenían grandes bosques sino matorrales, pero nosotros hemos visto esos bosques o miles de hectáreas que se destruyen por un incendio provocado por un pequeño cerillo. Algo tan pequeño puede incendiar algo inmenso ¡no hay lógica! ¡no hay correlación proporcional!
Y la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad...” (Santiago 3:6, NTV)
Así sucede con tu lengua, nuestras palabras. Tus palabras tienen el potencial de hacer mucha maldad. La semana que viene veremos algo positivo, hoy lo negativo. Es un mundo entero de maldad, todo tipo de maldad se puede iniciar con palabras. Un divorcio se inicia con palabras, guerras han empezado con palabras, muertes por palabras. Y todos nacemos con el piloto encendido y se pone peor, porque tiene el poder de corromper, de contaminar.
Y la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad que corrompe todo el cuerpo...” (Santiago 3:6, NTV)
Tu sabes que muchas veces tu boca te metió en problemas, pero no sólo metió en problemas a tu boca, sino ¡a todo tu cuerpo! Cuando un hijo habla de más, no castigas su boca, lo castigas todo. Nadie se divorcia sólo de la boca, sino de toda la persona; no despides una boca, despides a todo el trabajador.
Porque tu boca, tus palabras determinan la dirección, el destino de tu cuerpo o de toda tu vida. Santiago dice que tiene el potencial de incendiar toda tu vida. A donde van tus palabras, va tu vida; si tus palabras se van de más, allá se va tu relación.
Puedes quemar tu matrimonio con palabras, una amistad, la relación con tus padres, por palabras dichas, puedes quemar la relación con tu jefe, tu futuro, tu carrera con tus palabras.
Esto es importante, porque muchos hemos quemado, chamuscado a la persona que más amamos ¡con palabras! con sarcasmo, ironía, mentiras; las personas vivirán con quemaduras provocadas por nuestras palabras.
Y ¿sabes cómo respondemos cuando somos confrontados? ¡con más palabras! nos hacemos la vistima y nos queremos justificar con más palabras. Tú empezaste, estaba enojado, borracho, no quería decirlo pero tu me obligaste.
La verdad es que si empiezas un incendio por accidente ¡eres igual de responsable! Si empiezas un incendio accidental con tus palabras, aún así, ¡eres responsable de ese incendio! y por si no fuera suficiente, Santiago continúa:
“...Puede incendiar toda la vida, porque el infierno mismo la enciende.” (Santiago 3:6, NTV)
Como diciendo: la fuente de toda maldad es el infierno mismo, o sea, el diablo enciende tu boca. Cuando te preguntas ¿por qué dije eso, de dónde salió? ¡de ti! hay maldad, algo que tiene el potencial de hacer un daño extraordinario. Dan ganas de decir: Santiago para par favar, pero sigue:
El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y peces,” (Santiago 3:7, NTV)
El reino animal no es amenaza para el ser humano, los hemos domado; de vez en cuando un tiburón ataca, un león, pero no son amenaza real, puedes tener bajo control una plaga con Fumigaciones Fuerte, pero:
pero nadie puede domar la lengua...” (Santiago 3:8, NTV)
Tu lengua es la verdadera indomable, no se puede domesticar, controlar, siempre será un factor impredecible, por eso ¡siempre debes estar vigilante! Rápido para escuchar y lento para hablar y Santiago ¡no ha terminado!
“...Es maligna e incansable, llena de veneno mortal.” (Santiago 3:8, NTV)
En cualquier momento puedes arruinar la vida de alguien o la tuya ¡sólo con palabras! puedes decir cosas que harán que la otra semana tu familia me diga: Pastor ¿recuerda a…? pues ya no vendrá más. Dice que ya se arrepintió de lo que dijo, pero ¡ya no regresará!
Porque hay veneno mortal debes tener cuidado, alguien debe vigilar mi boca, tu boca. Y lo que dirá a continuación, quizá más de uno ha sido culpable.
Con nuestra lengua podemos bendecir o maldecir. Con ella alabamos a nuestro Dios y Padre, y también insultamos a nuestros semejantes, que Dios hizo parecidos a él mismo. Hermanos, ¡esto no debe ser así!” (Santiago 3:9, TLA)
Con la boca, las palabras cantamos, levantamos las manos, después en el carro o llegando a la casa, la boca arde en llamas. Dices que amas a Dios y tratas a las personas que Dios ama como si no fueran personas. Los humillas, ridiculizas; Santiago dice: piensen en esto, porque algo no cuadra, de la misma boca sale alabanza, bendición y…maldición. Y continúa:
Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien! ¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga?” (Santiago 3:10–11, NTV)
¿Puede salir agua dulce y amarga de una misma fuente? y decimos ¡no! Pues la lengua es milagrosa ¿no es cierto? Lo que no vemos en ningún lado en la naturaleza ¡lo vemos en nuestras bocas! Dos opuestos no pueden salir de la misma fuente ¡no se ve en ningún lugar de la Creación!
¿Acaso una higuera puede dar aceitunas o una vid, higos? No, como tampoco puede uno sacar agua dulce de un manantial salado.” (Santiago 3:12, NTV)
Santiago esto es de primaria ¿por qué preguntas eso? porque quiero que vean, entiendan lo que quiero decir: lo que sale de nuestra boca ¡no es natural! Esto es de preocupar, hay algo mal con nuestras bocas y lo que sorprende aún más: ¡es que NO dice nada más del tema! Sigue pero con otro tema, Santiago ahí deja este tema.
Dan ganas de decir: Santiago no hagas eso, termina de otra forma, danos una aplicación, una esperanza, alguna sugerencia sobre ¿qué hacer? Pero no lo hace, creo que es porque ¡no hay una solución definitiva! No hay algo que puedas hacer una sola vez y listo; no es con la edad o con la madurez que dirás: finalmente, llegué a la edad en que la lengua no es problema! ¡no es así!
En la lengua está el potencial para el mayor bien o el mayor mal. Determina la dirección, calidad de vida, de tu familia, hijos, compañeros; por eso debes estar constantemente protegido, por eso debes ser ¡rápido para escuchar y lento para hablar! No podemos llevar la lengua encadenada para que no haga daño ¡no es posible! Entonces ¿qué hacemos?
Es verdad, la lengua es peligrosa, pero ¡hay esperanza! Santiago quiere que entiendas la gravedad de lo que tenemos en la boca, por eso debemos. Recordar, Entregar, Confesar.
Recordar: Recuerda el poder que tienes; quizá no lo creas, pero eres alguien muy poderoso, puedes decir palabras muy poderosas, más letales que un arma. Tienes poder extraordinario, recuerda eso, cada vez que abras la boca, especialmente al estar enojado, frustrada, cansado. Tienes el piloto encendido, tienes el potencial de en cualquier momento hablar bien o mal.
Entregar: Entrega esa arma poderosa a tu Padre Celestial. Al ser un arma tan poderosa puedes destruir relaciones, quemar a quienes amas. Es una invitación a entregar nuestras palabras a nuestro Padre. El apóstol Pablo escribió a Romanos del 1er siglo y les dijo que entregaran su cuerpo en sacrificio vivo.
Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo.” (Romanos 12:1, NTV)
Orar cada día: Señor te doy mis manos, pies, oídos, lengua. Porque se que no importa qué tan maduro como creyente sea, no importa cuanto ore, o versos me sepa, Santiago tiene razón, lo salvaje de mi lengua no termina, no se cansa. Mientras más influencia tengo, más potencial tengo para la maldad.
Confesar: Cuando la riegas y Santiago dice que lo harás, eso va a suceder. Cuando falles y salgan palabras que lastimen ¡confiesa! no te justifiques, excuses, sólo admite que tú has empezado el fuego con tus palabras. Admite que has chamuscado a alguien con tu sarcasmo, ironía. Cuando lo hagas sólo ¡admítelo! confiésalo. Eso será diferente a partir de ahora.
Como padres nuestras palabras son las más pesadas y las que más queman a nuestros hijos.
Pero las palabras que como hijos decimos as nuestros padres son las más pesadas para ellos. Sin importar tu edad, como hijo, tus palabras son importantes para tus padres.
Mujeres, dulces y delicadas, a veces los hombres nos reímos para fingir que no duele cuando con sus palabras socavan nuestra masculinidad, nos restan autoridad o no nos afirman. Nos vemos duros, pero también tenemos emociones. Nos reímos de sus críticas, pero nuestra estima es lastimada.
Hombres, honra a la mujer con tus palabras. Las mujeres en tu vida deben ser honradas con tus palabras, estén o no presentes. Porque eso quieres para tu hija, nieta, quieres que así sean tratadas ¡Rápidos para escuchar y lentos para hablar!
Si creciste en un ambiente dónde las palabras que recibiste de tus padres o tu autoridad te lastimaron, por el bien de la siguiente generación ¡no repitas ese ciclo! Serás tentado o te inclinarás a repetir lo que tu mamá decía o tu papá decía y repetir ese ciclo. Ya has sido lastimada, y las mismas cosas que te lastimaron de tus padres, las estás repitiendo ¡no lo hagas!
Decide romper ese ciclo, porque las palabras son poderosas, tienen poder ilimitado para el bien, pero también para el mal.
Santiago dice: Tu boca no puede ser domada, sólo puedes vigilar, proteger y con la Gracia de Dios, con disciplina y cuidado de tu parte y dedicación ¡puede ser controlada!
Rápido para escuchar y lento para hablar. No faltes la siguiente semana.
Palabra de Dios
Oremos
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