Comunicación 3

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Comunicación 3

Edifica, construye
La semana pasada vimos que somos personas poderosas porque podemos hablar. Fuimos formados por las palabras de nuestra infancia. Las palabras determinan la dirección y calidad de tu vida o sea que tú puedes dirigir la calidad y dirección de la vida de quienes te rodean.
Pero también vimos que nuestra boca es impredecible por eso debemos vigilar, ponerle freno. Santiago, hermano de Jesús dijo: tu boca y la mía no se puede domar, lo mejor que puedes hacer es ser rápido para escuchar y lento para hablar.
Estudiaremos una carta que escribe el apóstol Pablo. Aparece en la historia como Saulo de Tarso, un judío del norte que llega a Jerusalén preocupado porque los cristianos quieren mezclar lo viejo con lo nuevo y ¡eso no puede ser! Quiere acabarlos, pide permiso para llevarlos a juicio, dónde se escondan los encontrará y llevará a Jerusalén para ser juzgados, torturados, castigados y algunos ejecutados. Pablo odiaba a los cristianos.
Camino a Damasco tiene un encuentro personal con Jesús y a partir de ahí en lugar de destruir la iglesia, empieza a fundarlas alrededor del mediterráneo. Después les manda cartas que ahora forman parte del NT. Una de ellas es una carta que escribe a los cristianos de Éfeso.
Pareciera que se puso de acuerdo con Santiago, porque como que retoma el tema dónde Santiago lo dejó. Nos dice cómo usar nuestras palabras de forma positiva de forma que logren lo que toda comunicación debe lograr.
Pablo escribe a personas que vienen de un contexto griego o romano, que aceptan el mensaje de Pablo y aceptan a Jesús como Salvador, quieren seguir las enseñanzas de Jesús, pero no pueden olvidar su contexto, su educación como griegos, romanos. Los conocían como “paganos.”
Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos.” (Efesios 4:17, NVI)
Lo que les dice es: ustedes se identifican con los paganos porque ¡así vivían antes! su estilo de vida, su forma de ver el mundo era igual al de ellos, creían en muchos dioses, tenían un punto de vista sobre Dios totalmente diferente al del Dios, que Jesús refleja.
A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, éstos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios.” (Efesios 4:18, NVI)
En base a mi observación -dice Pablo-, ellos viven de acuerdo a su cultura, no conocen otro estilo de vida, no pueden ver lo que tú ya vez, no ven el mundo como ahora tú lo ves.
En la cultura griega, tenían muchos dioses, que son egoístas, todo se trata de ellos, hacían cosas locas, jugaban con la humanidad, se mataban entre ellos. Ese es el ejemplo y así son ellos: egoístas, cada quien ve por lo suyo, las mujeres no tienen derechos. Quién tiene el poder dicta las leyes, si eres pobre ¡mala suerte! Si eres mujer ¡peor! y si eres de un pueblo que han conquistado ¡pior!
¿Por qué vivían así los gentiles, paganos? porque eso aprendieron de sus dioses. Pero ahora ustedes son cristianos y es muy diferente al mundo del cual vienen. Así que les digo que sus amigos viven de una forma totalmente diferente al conocimiento que ahora tienen ustedes.
Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad...” (Efesios 4:19, NVI)
En el paganismo no había moralidad. Eso aprendieron ellos, pero llega Jesús y dice: perdona, ama, ayuda. La forma como tratamos a las personas, a las mujeres, los niños, la autoridad viene de esa moralidad que Jesús enseña. En el paganismo no era así. Pablo dice: no me sorprende que la cultura se comporte así, no viven como les pido a ustedes que vivan, porque ¡ellos no tienen el conocimiento que ustedes tienen! No tienen las reglas que ustedes han aceptado. No era una crítica, sino sólo una observación.
“… y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes.” (Efesios 4:19, NVI)
Quien tiene el poder ¡manda! hace lo que quiere, si eres pobre, niño o mujer ¡mala suerte! pero así funciona el mundo.
Pero eso no es lo que ustedes aprendieron acerca de Cristo. Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de él,” (Efesios 4:20–21, NTV)
Ustedes solían tratar a las personas como aprendieron de su cultura. Si tienes poder ¡aprovecha! pero esa no es la enseñanza, la luz que tienen ahora que conocen a Cristo.
Muchas cosas que ahora estamos perdiendo, se daban por sentado, en cuanto a derechos humanos y temas morales, es herencia del cristianismo, porque ¡no era así! En esa época tenían que luchar por tenerlas. Ahora sabes que las personas tienen derechos, dignidad, das por hecho que las mujeres y los hombres deben ser tratadas con el mismo respeto y dignidad. Das por hecho que el acoso sexual está mal, pero ¿por qué lo das por hecho? La moralidad es aprendido del cristianismo e impactó todo el mundo.
La moral no es por evolución social, tuvo como punto de partida las enseñanzas de Jesús, repetidas por Pablo y aplicadas por la iglesia primitiva. Es la idea que hombre, mujeres, niños son hecho a la imagen de Dios y por sólo ese hecho tienen valor intrínseco.
Pero, recuerda que cuando Pablo escribe esto, apenas está esa transición, no era lo normal, lo normal para los paganos era que los poderosos mandan, hacen lo que quieren. La cultura actual quiere regresar a ese tiempo en que Jesús aún no aparecía y hacía estos cambios. Y lo que veremos será, precisamente un regreso al caos, a la falta de respeto por la vida, la desaparición de la mujer, el desprecio por la vida infantil y los bebés.
Ahora aun tenemos valores, ética por las enseñanzas de Jesús.
Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos;” (Efesios 4:22, NVI)
Deben quitarse esa vieja manera de pensar, así como te quitas un abrigo ¡quítate esa manera de vivir! para que no se corrompan por los deseos engañosos. ¿Qué son esos deseos engañosos?
¿Alguna vez perseguiste un deseo, sueño persona, algo? Y al obtenerlo te diste cuenta que realmente no era lo que deseabas, soñabas, querías. Porque no satisfizo la que pensabas, ese es un deseo engañoso. Y en ese momento dices: me equivoqué, ¡fue su culpa! ¡la próxima vez si funcionará!
Pablo dice: como seguidor de Jesús eres llamado a vivir de forma diferente, pensar de forma diferente.
En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.” (Efesios 4:23–24, NTV)
Al aceptar a Jesucristo, esta nueva forma de vivir, de pensar, serán semejantes a Dios, quien te invita que le digas: ¡Padre! Dios te ama tanto que envió a SU Hijo a pagar por tus pecados. ÉL no jugará contigo como lo hacen los dioses. Dios te pone SU Naturaleza y serás semejante a ÉL, quien es Justo y Santo. La santidad no se puede esconder, se manifiesta en tu trato con la gente, con quienes son como tú y aún con quienes son diferentes a ti.
En otras palabras, la vida no se trata de ti, de tus deseos, sino que empiezas a ver el mundo como lo ve tu Padre, y cuando lo hagas, se traduce en forma práctica en lo siguiente:
Eviten toda conversación obscena...” (Efesios 4:29, NVI)
En esta nueva forma de vivir, de ver el mundo no dejarás que palabras ofensivas salgan de tu boca. En griego la palabra obsceno se usaba para describir el olor de pescado podrido ¡algo desagradable! Como seguidor de Jesús, alguien que ve a los demás como personas a quienes Dios ama, no dejas que palabras apestosas salgan de tu boca.
...Por el contrario, que sus palabras....” (Efesios 4:29, NVI)
Eres responsable de tus palabras, de cuidar que no salgan palabras podridas, desagradables ¡no las dejes salir! porque ¡van a querer salir! Por eso debes proteger, guardar tu boca, tus palabras. Y ahora Pablo da una imagen positiva, de lo que sí debemos hacer.
...que sus palabras contribuyan...” (Efesios 4:29, NVI)
Si vas a hablar, revisa que sólo salgan palabras que contribuyen, que ayudan. Siendo honestos, esto suena bonito, bien cristiano, pero ¿se puede hacer? A veces la gente no entiende si uno no les habla fuerte.
Y es verdad, Pablo no está diciendo que no digas las verdades, sino que tus palabras ayuden, que sean de bendición, y algunas veces para ayudar a las personas se tiene que decir las cosas difíciles. Para que las palabras que digamos ayuden, quizá tú le tienes que bajar una rayita, pero tú le tienes que subir 2 rayitas. Ahora Pablo nos dirá otra palabra que nos da la idea de construcción.
“...que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.” (Efesios 4:29, NVI)
Imagina que cada palabra que dices es para construir, edificar. Las palabras son el material de construcción, que tus palabras sean para construir a las personas, de forma que al dejar la plática ellos sean mejores personas de lo que eran antes de platicar contigo.
Que después de hablar con tus padres, hijos, amigos de la iglesia, sean mejores, que sean edificados, construidos por ti. Esto es todo un reto, porque casi siempre hablamos sobre mis, nuestras necesidades. Pablo dice: ¡Jesús no es así! El cristianismo no es así; que tus pláticas sean para darles lo que necesitan, les beneficie, les bendiga, que lo que hables sea para su beneficio ¡no para el tuyo!
Al discutir, quieres aclarar tu punto de vista, que vean lo inteligente que eres, quieres decir la última palabra; nuestro Padre nos dice ¡eso es ser egoísta! Así hablan los paganos, es lo que han aprendido de sus dioses, pero ¡tú no!
Ahora Pablo se pone espiritual pero pragmático; recuerda el contexto es el tema de las palabras.
No entristezcan al Espíritu Santo de Dios...” (Efesios 4:30, NTV)
No lastimes a las persona con quienes hablas, que Dios no te diga ¡me las estas destruyendo! No me ayudes. Lo que he avanzado en sus vidas lo estás derribando, siendo que tienes lo necesario para ayudarme a construirlos a edificarlos.
Ahora Pablo va al meollo del tema ¿por qué permites que las cosas escalen? ¿por qué dices cosas que lastiman? Pablo sabe que hay algo que tienes que resolver:
Abandonen...” (Efesios 4:31, NVI)
Abandona todo lo feo que hablas, ponlo en la basura y sácalo. Abandonen no quiere decir parar, sino abandonar. No es dejarlo guardado para más al rato, sino sacarlo y dejarlo en la basura.
Abandonen toda amargura...” (Efesios 4:31, NVI)
La amargura se refleja no solo en lo que dices sino en ¡cómo lo dices! y otras ¡a quién se lo dices! No puedes ser constructor si estás amargado, tu dolor, amargura, saldrá en forma de palabras. El volumen de tu voz, la actitud de tu corazón afecta el contenido y la intención de tus palabras.
¿Cuál es la solución para la amargura? ¡el perdón! La amargura necesita el perdón. ¿De dónde vino la amargura? La mayoría de las veces, de palabras que nos dijeron. Creciste en un hogar donde no te dieron palabras positivas, donde lastimaron tu corazón y ahí empezó a crecer la amargura.
Vienes de un matrimonio donde te humillaron, te sentiste usado, usada. Te quitaron lo que deberías haber tenido para mantener tu estima, tu seguridad. Pero ahora estás en otra etapa de tu vida y sigues luchando con esas palabras del pasado. Llevas esa herida todos los días y lastimas a quienes te rodean.
Quienes luchan con la amargura, intentan desquitarse con quienes no crearon esa amargura. Ellos no pueden hacer nada por la persona amargada porque quien les hirió ¡ya no está cerca o ya no vive o ya cambió!
Pablo dice: tú no podrás construir, edificar, mientras tengas amargura, por eso es necesario ¡perdonar! El perdón es darle a alguien del pasado algo que no merece, de manera que puedas dar a quienes te rodean hoy lo que ellos sí merecen.
Como padre, esposo, esposa, hijos, tienes que tratar tu amargura. Porque si no lo haces, eso que se te quitó lo vas a querer reclamar en quienes te rodean o en quienes están esforzándose en cambiar.
“... ira y enojo, gritos...” (Efesios 4:31, NVI)
Deja ese griterío, déjalo ya. Abandona eso, mételo en la bolsa y a la basura. ¡Para eso!
“...y calumnias, y toda forma de malicia.” (Efesios 4:31, NVI)
En otras palabras abandona toda palabra que degrade, lastime, falte el respeto. Cuando le dices a alguien que no te importa, quizá no en palabras, pero en tu actitud, tu Padre te dice ¡espera! él, ella es importante para mí y si ellos me importan, entonces ¡también deberían importarte a ti!
Cuando degradas es como decir: no cumples los requisitos ¡no eres suficiente! Tu Padre dice ¿tú si cumples mi estándar? y ¡claro que no! Dios dice ¿cómo respondo cuando tú no cumples mi estándar? ¡me perdonas! haces por mí lo que no puedo hacer por mí mismo. ¡Exacto! has por él, ella lo mismo.
Pablo dice: No has sido llamado a tratar a las personas como alguien te trató a ti sino como Dios, a través de Jesús, te trató a ti.
Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros...” (Efesios 4:32, NTV)
Se amable, de buen corazón. No se trata de evitar las pláticas difíciles, sino de hablar de la manera correcta.
De buen corazón o compasivo ¡va a la emoción! Perdónense porque si no lo hacen, esa falta de perdón impacta la forma cómo se hablan entre ustedes. Y quizá preguntes, pero ¿qué tan bue corazón, qué tan compasivo?
... tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.” (Efesios 4:32, NTV)
Así como lo hizo el Padre contigo por medio de Cristo. Habla a otros así como Dios -en Cristo-, habla contigo. ¿Te imaginas lo que puede pasar en la familia, matrimonio, iglesias si hacemos esto? Y cuando me equivoque ¿qué hago? reconócelo, acepta, pide perdón.
Permite que la gracia de Dios que está en ti, moldee tus palabras, que cada palabra sea como parte de una edificación, de una construcción.
Termino preguntándote ¿en qué área debes trabajar? y esta pregunta es más dolorosa ¿a quién le urge que te pongas a trabajar en esa área?
Es la pregunta más dolorosa, porque seguramente ¡son los más cercanos a ti! A ellos has herido con tus palabras, si has gritado, sido sarcástico, crítico negativo. Quizá es lo que mejor te sale, pero debes saber que esas palabras ¡no edifican a nadie! no construye a nadie. Nadie es mejor gracias a tus gritos, a tu ironía, nadie es mejor por tu forma de juzgar, criticar, de ser hiriente, lo único que hace el sarcasmo es crear resentimiento.
Por eso Pablo dice ¡deja eso! ¡abandónalo! Hablen entre ustedes así como su Padre habla con ustedes.
La tarea es memorizar:
No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan.” (Efesios 4:29, NTV)
La otra tarea es práctica. En un papel escribe ¿qué me quitaron que quiero que otros lo paguen? en el trabajo, la relación, la familia. De forma que te ves intentando sacar eso de quienes te rodean. ¿Qué creo que me deben y quiero que otro me pague?
Escribe la respuesta, se lo más detallado posible y no lo rompas, ponlo en la bolsa de basura y cuando pase el camión ¡saca todo! Al ponerlo en la basura ora diciendo: Padre, abandono esta amargura, no quiero que mi pasado influya en mi presente, no quiero que las palabras que me lastimaron a mí, salgan de mi boca y lastimen a quienes amo. Abandono la amargura.
Para poder ser un buen constructor que edifica, debemos ser rápidos para escuchar y lentos para hablar.
Palabra de Dios
Oremos
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