El sordo

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El sordo

Texto: Marcos 7: 31-37

Introducción: Es realidad preocupante el hecho de que la población de nuestro país y de todo el mundo, en general viva de tal forma enajenada, que ni siquiera alcanza a reparar --mucho menos a discernirlo-- en aquello que le rodea, aquello con lo que está siendo bombardeada a diario, y que ha ido minando, poco a poco, sus principios morales, su valores humanos y trascendentes, su estabilidad psicológica y emocional y, desde luego sus creencias religiosas.

Es dramático ver cómo los seres humanos, particularmente los que viven en sociedades urbanas, han ido perdiendo paulatinamente, su capacidad de escuchar.

Absortos en sus propios problemas, preocupaciones, necesidades, retos, etc., unos auténticos, otros inventados o provocados por ellos mismos, cierran sus oídos a su entorno, cerrándolos con ello tanto a los demás seres humanos con quienes conviven, como a los sucesos y acontecimientos que se dan a su alrededor.

No hay peor sordo que el que no quiere oír, una persona que es sorda de nacimiento tampoco puede hablar, la capacidad de hablar se adquiere y se desarrolla a través del oír. El problema del pueblo de Dios estaba en que con el pasar del tiempo había perdido la capacidad de oír, y por lo tanto también la capacidad de hablar con Dios.

I. ¿Qué querían los que conocían al sordo? v. 32

1. Le trajeron: Cogieron al sordo y lo llevaron hacia Jesús.

2. A un sordo y tartamudo: kofós, es decir que había perdido la capacidad de oír y hablar; con dificultad para hablar

Se pensaba que las enfermedades crónicas y, sobre todo, las deficiencias físicas, eran fruto de un castigo de Dios a causa de los pecados del enfermo o de sus antepasados. La ceguera, el defecto de una mano o un pie y especialmente todas las enfermedades de la piel eran consideradas enfermedades impuras, consecuencia de una maldición de Dios. Por ello el judío piadoso no debía compadecerse de esta clase de enfermos; debían ayudarles, pero con desprecio, ya que así pensaban seguir la misma actitud de Dios hacia ellos. A esos malditos de Dios, había que maldecidlos... El que los tocaba quedaba impuro, inhábil para dirigirse a Dios en la oración. Por eso se les prohibía entrar en las ciudades. Solo podían pedir limosna en las puertas de la ciudad o en los caminos. Y en el caso de los leprosos, o sea, todos los que tenían alguna enfermedad de la piel, no podían ni acercarse a los caminos, ya que se pensaba que si alguien los miraba contraía impureza legal; por eso se les obligaba a colgarse una campanita para que el que la escuchase desviara la vista y no quedase así impuro al verlo.

Decían las reglas de los esenios, piadosos monjes del tiempo de Jesús: "Los ciegos, los paralíticos, los cojos, los sordos y los menores de edad, ninguno de éstos puede ser admitido a la comunidad... Ninguna persona afectada por cualquier impureza humana puede entrar en la Asamblea de Dios..."

3. Le rogaron: parakaleo, es el verbo más frecuente con este significado. Denota lit. llamar al lado de uno, y de ahí llamar en auxilio de uno.

4. Que le pusiera la mano encima: epitithemi, añadir a, poner sobre. Se usa de poner las manos sobre los enfermos (p.ej., Mt 9.18: «pon»).

II. ¿Qué hizo Jesús con el sordo? v. 33-34

1. Lo tomo aparte: Lo cogio de la mano y lo llevo a un lugar apartado de la gente.

2. Metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua: Puso sus dedos en los oídos del hombre. A menos que el hombre pudiese leer los labios no le habría sido posible oír ninguna pregunta preliminar que Jesús le pudiese haber hecho (cf. Mr. 10:51; cf. Mt. 9:28). Así que el Maestro decide el tratamiento especial que este sordomudo necesita. Jesús pensó, “Hay que hacer algo por tus oídos … y lo voy a hacer”. Jesús escupió, probablemente en su propio dedo, y con el dedo así mojado tocó la lengua del hombre.347 El significado era, “Hay que hacer algo por tu lengua … y lo voy a hacer”.

3. Levantó los ojos al cielo: Miró al cielo, para indicar que su ayuda venía de arriba; en otras palabras, que mediante la oración “se aferraba” a su Padre celestial.

4. Gimió: gemir; por un sentimiento interno, inexpresado, de dolor.

5. Se dirigió al sordomudo: le dijo effata, es una palabra aramea que significa abrir, usada en el modo imperativo: «sé abierto»

III. ¿Qué le sucedió al sordo? v. 35

1. Abiertos sus oídos: abrir completamente.

2. Se desato sus ligaduras: luo; desligar, desatar, liberar.

3. Hablaba bien: empezó a hablar correctamente.

IV. ¿Cómo concluyó? v. 37

1. Se maravillaron: significa haber recibido un choque mental sumamente fuerte, estar atónito (ek, intensivo).

2. Confesaron: “bien lo ha hecho todo”.

Conclusión: En el milagro operado por Cristo vislumbramos su poder para curar la sordera espiritual. En efecto, él puede dar al mayor de los pecadores la capacidad auditiva para oír la voz del Espíritu Santo, llevándolo a escuchar con deleite la predicación de la Palabra antes despreciada. Él desea tocar nuestra lengua y transformarla en instrumento de bendiciones, a través del cual Dios desea hablar a otros de su amor.

Los que fueron testigos de aquel milagro repetían maravillados: "Bien lo ha hecho todo". Ciertamente, no entendían el significado de lo que decían. Pero las palabras que profirieron encerraban una gran verdad. "Nuestro Dios hace todo bien".

Él nos mostró la locura del pecado, nos despojó de nuestros ídolos y nos lavó en su preciosa sangre. No sabemos si los días que tenemos por delante serán muchos o pocos, venturosos o días de prueba; pero tenemos la certeza de que nuestra vida está escondida en las manos de quien "lo hace todo bien". Él nos dará y quitará, probará y consolará, siempre en consonancia con sus insondables designios. Con seguridad nos guiará a la ciudad de su habitación.

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