Embajadores llenos de ternura

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Introducción

Hoy continuamos estudiando y reflexionando en la primera carta de Pablo a los tesalonicenses.
Seguimos reflexionando en el capítulo 2.
Hoy vamos a ver cómo se ve el liderazgo en el Reino de Dios. Cuáles son algunas marcas de un liderazgo efectivo. Cómo el liderazgo en la iglesia se diferencia del liderazgo en el mundo. Cómo el liderazgo bíblico produce discípulos.
En los versículos del 5 al 7 Pablo le dice a los tesalonicenses:
1 Thessalonians 2:5–7 NBLA
Porque como saben, nunca fuimos a ustedes con palabras lisonjeras, ni con pretexto para sacar provecho. Dios es testigo. Tampoco buscamos gloria de los hombres, ni de ustedes ni de otros, aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido imponer nuestra autoridad. Más bien demostramos ser benignos entre ustedes, como una madre que cría con ternura a sus propios hijos.
Pablo continúa en este capítulo recordándole a los creyentes de Tesalónica que el Evangelio; la Buena Noticia de Salvación provista en la obra redentora de Cristo Jesús, no es cosa de hombres. No es una filosofía más. No es una religión más.
No es un sistema de ideas humanas que busca agradar a los hombres o que busca que los hombres se sientan realizados en la vida, sino todo lo contrario. Es la revelación divina que busca confrontarlos con la realidad de su pecado y de su destino eterno, con el único propósito de que estos abran sus ojos y puedan encontrar en Cristo la única solución a su verdadero problema existencial.
Pablo quiere que los tesalonicenses comprendan que el Evangelio no compite con las otras religiones ni con las otras filosofías que les rodeaban, sino que este es el único camino, la única verdad y la única vida.
Por eso les recuerda en el verso anterior; en el verso 4, que cuando llegó a Tesalónica no le interesó agradar a los hombres, sino solo a Dios. Y que esa era precisamente una evidencia de que su mensaje era diferente, único, verdadero, revolucionario.

Ni palabras lisonjeras, ni pretextos

Entonces en el verso 5 Pablo les recuerda que él no se presentó ante ellos con palabras lisonjeras, ni con pretextos, para sacar provecho de ellos.
La palabra lisonja viene del griego kolakeia, que se define como un elogio excesivo o falso.
La real academia puertorriqueña lo traduciría como lambeojo.
¿Ha conocido usted a un lambeojo? ¿Ha actuado usted alguna vez como un lambeojo?
Si somos honestos, creo que todos hemos pecado de lambeojo en algún momento.
¿Y por qué?
Para ganarnos la aprobación de alguien. O para obtener algo que queremos, como por ejemplo, una posición de trabajo.
La lisonjería es una actitud de mentira e hipocresía. Porque le decimos cosas exageradas a otra persona o cosas que no son ciertas con el propósito de elevar su ego para que esta actue a favor nuestro.
Podemos decir que es una actitud en contra de otra persona para beneficio propio. Cuando utilizamos palabras lisonjeras pecamos nosotros y tentamos a la otra persona a pecar también. Porque buscamos manipular a otros para nuestro propio beneficio.
Esta una actitud egoísta porque la verdad es que no nos importa el otro, sino nosotros mismos.
Muchos de nuestros políticos son expertos en esto.
¿Por qué la lisonjería es pecado? Porque al final del día es una falta de confianza en el Señor. Es una falta de confianza en que Él puede hacer algo por nosotros o que Él puede darnos lo que necesitamos.
Pablo también les recuerda a los tesalonicenses que Él no se presentó ante ellos con pretextos.
La palabra pretexto viene del griego pleonexia. Esta se define como una razón ficticia o mundana que es confeccionada para ocultar una razón real o diferente.
Mientras las palabras lisonjeras son las artimañas que utiliza el lambeojo, los pretextos son las artimañas que utiliza el listo; el buscón. Son las artimañas que utiliza un verdadero engañador. Te pinta una cosa pero sus intenciones son otras.
Este es el que te dora la píldora. El que te hace la camita.
Así que al igual que las palabras lisonjeras, los pretextos son otra forma de pecado. Porque son un esfuerzo humano para salvarnos a nosotros mismos.
Mientras las palabras lisonjeras buscan elevar falsamente el ego del otro para nuestro beneficio, los pretextos buscan engañar al otro para nuestro beneficio.
De nuevo, una actitud egoísta. Es el falso yo en todo su apogeo.
Entonces Pablo les recuerda a los tesalonicenses que Él no tuvo que emplear estas artimañas mundanas para convencerlos de que creyeran en el Evangelio. Él no tuvo que emplear las artimañas que otros individuos de su época empleaban para confundir a la gente, para engañarlos y sacar provecho de ellos.
Dios no necesita que nosotros, aquellos que hemos sido llamados a proclamar Su Evangelio; a ser sus embajadores, empleemos artimañas humanas, mundanas y pecaminosas para converser a las personas.
Estoy leyendo un libro espectacular que me encantaría que todos lo leyeran.
Lo escribieron los esposos Ashley y Heather Holleman. Ella es profesora de ingles en la universidad de Pensilvania y él es director de campo de Cru, lo que se conocía como Campus Crusade.
La testis del libro es que nuestra verdadera identidad como cristianos es que somos "gente enviada".
En una ocasión Jesús oró al Padre refiriéndose a sus discípulos de esta manera:
John 17:18 NBLA
»Como Tú me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo.
Y una de las características de nuestra identidad como gente enviada es que somos embajadores de Cristo.
Pablo le escribe a los corintios diciendo:
2 Corinthians 5:20 NBLA
Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!
En la página 71 del libro los Holleman dicen:
Un embajador es una persona enviada por un país, el cual es su verdadero hogar, para servir como representante en un país anfitrión.
El embajador no comparte su propia opinión o puntos de vista. Todo lo contrario. Él comparte las opiniones y los puntos de vista del líder de su país.
El embajador bíblico lleva un mensaje de reconciliación entre su reino celestial y el mundo donde vive. Esta es una hermosa metáfora para describir lo que somos en Cristo. Él nos dejó en la tierra como delegados de nuestro verdadero hogar para que llevemos acabo esa reconciliación.
Por tal razón no utilizamos palabras lisonjeras ni pretextos a la hora de compartir el mensaje del Evangelio con otros.
Si hay algo que nos debe caracterizar como cristianos y voceros del Evangelio es la honestidad, la franqueza, la humildad, la vulnerabilidad, la sencillez, la asertividad.
Comenzando entre entre nosotros mismos.
Lamentablemente, muchas veces así no es como actuamos entre nosotros. Y esa es una de las razones por las cuales no crecemos; no maduramos; no nos amamos más profundamente. Porque nos relacionamos entre nosotros de forma muy superficial, con palabras lisonjeras y pretextos.
Y lamentablemente, así es como menos nos describen en nuestra sociedad.
¿Será esta una de las razones por las cuales no logramos alcanzar a otros? ¿Por la cual aquellos que se pierden no se ven atraídos a nosotros, ni a nuestra manera de hablar, ni a nuestra manera de vivir? ¿Porque nos caracterizan más las palabras lisonjeras y los pretextos?
Jamás alcanzaremos al mundo de esta manera. La única manera en que el mundo será sorprendido es cuando vea gente viviendo de una manera radicalmente opuesta al mundo. Cuando vean gente viviendo vidas auténticas, honestas, reales, sinceras.
Si comenzamos a vivir este tipo de vida entre nosotros, será más fácil vivirla con los de afuera.
Seamos auténticos, seamos reales, seamos honestos, seamos sinceros entre nosotros.
Eso es lo que verdaderamente atraerá al mundo.
Como diría nuestro hermano Decio: Vivamos vidas cuestionables.

Dios es testigo

Pablo sella este argumento con la frase: Dios es testigo.
Escuchamos mucho esta frase en nuestra cultura, especialmente de la boca de aquellos que han sido descubiertos en alguna violación de ley o pecado.
Yo no he hecho nada. Yo no he violado la ley. Yo no he ofendido a nadie. Dios es testigo.
Y cuando les cae todo el peso de la ley los vemos llorando cuando los sacan esposados del tribunal.
La verdad es que el tercer mandamiento sigue vigente hoy:
Deuteronomy 5:11 NBLA
”No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no tendrá por inocente a quien tome Su nombre en vano.
Sabemos que Pablo no tomó el nombre de Dios en vano porque su vida es el mejor testimonio de su integridad y de su fidelidad a Dios.
Tengamos mucho cuidado cuando utilicemos el nombre de Dios para sellar nuestros argumentos. Procuremos que no sean palabras lisonjeras ni pretextos.
Si hay alguien que vivió en esta tierra una vida totalmente libre de palabras lisonjeras y de pretextos fue nuestro Maestro; nuestro Señor Jesucristo. Su sí siempre fue sí y su no siempre fue no.
Sus palabras y actos siempre fueron sinceros, auténticos, libres de hipocresía. Nunca buscó su propio bien, sino el bien de los demás. No vino a ser servido sino a servir a los demás.
Su vida es precisamente lo opuesto a la lisonjería y a los pretextos.
Y si realmente queremos ser libres de esto, tenemos que cada día tomar nuestra cruz y seguirle. Tenemos que cada día poner nuestro confianza en Él y permitirle a Él vivir su vida a través de nosotros.

No buscamos gloria

Pablo continúa en el verso 6 recordándole a los tesalonicenses que su motivación para llegar a ellos nunca fue buscar su propia gloria; o la gloria de los hombres.
Para eso hubiese hechos relaciones o contubernios con los políticos, o con los líderes religiosos, o con los empresarios de su época.
¡Qué muchos hay por ahí buscando su propia gloria! ¡Qué muchos hay por ahí tratando de vender su propia imagen! ¡Qué muchos ministerios e iglesias hay por ahí girando alrededor de la imagen de un hombre! Y lamentablemente no es el Jesús hombre.
¡Qué muchos hay por ahí que le gusta que los retraten, que los pongan en las redes y que les den muchos likes! ¡A quién no le gusta eso!
¡Qué fácil es confundir la autoridad espiritual que Dios nos ha dado con la gloria de los hombres!
Hay otra palabra que sigue vigente:
Isaiah 42:8 NBLA
»Yo soy el Señor, ese es Mi nombre; Mi gloria a otro no daré, Ni Mi alabanza a imágenes talladas.
Pablo estaba muy claro de dónde venía su autoridad. Él había recibido la autoridad de Cristo para ser Su apóstol; Su mensajero; Su embajador.
Pero Pablo les recuerda a los tesalonicenses que él no se apoyó en esa autoridad; que no utilizó esa autoridad para imponer su mensaje sobre ellos. Que no utilizó su autoridad para manipularlos.
Al contrario, fue humilde. Se hizo pequeño entre ellos. Se hizo siervo.
¡Qué muchos hay por ahí utilizando su autoridad para manipular a la gente!
¡Qué fácil es caer en eso!
Esa es precisamente la razón por la cual un hombre no puede ejercer su autoridad solo. Especialmente en la iglesia. Somos demasiado frágiles y vulnerables. Nuestros corazones son demasiado de engañosos.
Por eso el líder necesita a otros que velen por él. Que le cuiden. Que velen su corazón. Que lo alerten del peligro. Que le ayuden a mantener sus pies en la tierra. Que le ayuden a ver sus puntos ciegos.
Por eso en la Alianza creemos que en la iglesia local la autoridad espiritual ha sido dada por Cristo a una pluralidad de hombres cualificados y no solo a uno.
Por eso doy gracias a Dios por los ancianos que Él ha puesto a mi lado.
Pero en el Reino de Dios la autoridad y el liderazgo se ejerce de una forma muy distinta a como se ejerce en el mundo. En el Reino de Dios el liderato se ejerce a través del servicio. A través de una actitud de entrega y humildad. A través que colocar el interés de los demás por encima del propio. A través de someternos los unos a los otros.
Imitando a nuestro Señor Jesucristo.
Si estás en una posición de autoridad y liderazgo, sea en la iglesia, o sea en tu hogar, o sea en tu trabajo, procura siempre imitar al Maestro. O más bien, procura que el Maestro ejerza Su liderazgo a través de ti.
Por eso Pablo le escribe a los corintios:
2 Corinthians 4:5 NBLA
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes por amor de Jesús.

Como una madre que cría con ternura

¿Cómo entonces se ve el liderazgo en el Reino de Dios? ¿Qué es lo opuesto a utilizar palabras lisonjeras y pretextos? ¿Qué es lo opuesto a liderar buscando la gloria de los hombres e imponiendo nuestro autoridad sobre otros?
La ternura. La benignidad. La amabilidad. La bondad. El afecto.
¡Ay, qué difícil es ser tiernos! Especialmente con aquellos que nos agobian. Especialmente con aquellos que están más cerca de nosotros. Especialmente con nuestras esposas, con nuestros esposos, con nuestros hijos, con nuestros hermanos, con nuestros padres.
A veces somos tan tiernos como una gota de alcohol sobre una herida.
Pablo entonces compara la manera en que él se acercó y trató a los tesalonicenses con la imagen más tierna del universo. Una madre alimentando a su bebé.
(Algunos acusan a Pablo de machista. Nada más lejos de la realidad.)
La palabra ternura viene del griego thalpe que se define como tratar con ternura o afecto; concebido como el calentar algo.
¿Cómo trata una madre a su recién nacido? Lo cuida con ternura. Lo acerca a su cuerpo. Lo acurruca. Le da su calor. Lo alimenta. Se convierte ella en el lugar más seguro del universo para su bebé.
Así es como compara Pablo la manera en que él y sus compañeros trataron a los tesalonicenses.
Y esta fue una de las razones por las cuales los tesalonicenses recibieron el mensaje del Evangelio y creyeron en él. Por la actitud con la cual Pablo y sus compañeros los trataron.
¿Podemos decir que esta es la manera en que tratamos a aquellos que no conocen al Señor, a los cuales hemos sido enviados como embajadores?
¿Podemos decir que esta es la manera en que tratamos a nuestros familiares, vecinos, compañeros de trabajo y compañeros de estudio que no conocen al Señor? ¿Con ternura, gentileza, bondad y afecto?
¿Recuerdan cuando les dije que el mensaje del Evangelio solo retoñará en un terreno abonado con amor?
Pues eso mismo.
Pablo se acercó a los tesalonicenses y los miró como Jesús miró a las multitudes: con compasión, por que las vio como ovejas sin pastor.
Él no los miró y dijo: malditos pecadores.
No. Se acercó a ellos con gentileza, con amabilidad, con bondad. Y esto capturó los corazones de los tesalonicenses.
Cuando recuerdo que primero Cristo fue gentil, tierno y bondadoso conmigo, entonces no puedo hacer otra cosa más que tratar a los demás de la misma manera.
La ley, la vara y el juicio nunca lograrán nada. Pregúntenle a los fariseos. Pregúntenle a personas que fueron criadas en un ambiente legalista.
Pero el amor y la gentileza lograrán mucho.
Por eso Pablo le ensaña a su joven aprendiz:
2 Timothy 2:24 NBLA
El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.
Cuando tratamos a los demás con gentileza y bondad, también imitamos a nuestro Maestro.
Una de las expresiones más gloriosas de la Biblia es esta:
Matthew 11:29 NBLA
»Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas.
Nuestro Maestro es manso y humilde de corazón. Y esa es precisamente la actitud que Él quiere que tengan sus embajadores en este mundo.

Conclusión

Que el Señor nos ayude a evitar las palabras lisonjeras y los pretextos.
Que el Señor nos ayude a ser auténticos, reales, sinceros.
Que el Señor nos ayude a no buscar nuestra propia gloria, ni la gloria de los hombres.
Que el Señor nos ayude a ejercer la autoridad humildemente y a través del servicio.
Que el Señor nos ayude a ser embajadores llenos de ternura, de gentileza y bondad.
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