El Dios Presente

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Introducción

No hay religión que se compare con el cristianismo. Ni dios que se compare con el Dios del cristianismo.
(NBLA)
No hay nadie como Tú entre los dioses, oh Señor, [dice el salmista; y dioses con d minúscula] Ni hay obras como las Tuyas.
Pudiéramos enumerar muchas diferencias; muchas cosas que distinguen al cristianismo de otras religiones, pero hay una diferencia trascendental y gloriosa. Y es el tema de la presencia.
Para el cristianismo la presencia lo es todo porque se fundamenta en la realidad de un Dios que se ha hecho presente.
El pastor David Platt cuenta la historia de una ocasión en la cual estaba conversando con dos personas, cada uno de religiones distintas. Durante la conversación uno de ellos comenta que las tres religiones en las que ellos creían, al final del día, tenían el mismo fin: llegar a Dios.
A lo que Platt replica: "¿Entonces, lo que me estás diciendo es que si Dios estuviese en la cima de una montaña, las tres religiones en las que nosotros creemos serían diferentes rutas para llegar al tope de la montaña? A lo cual el otro contestó: "Exactamente".
Entonces Platt le sugiere: "Que tal si en vez de existir diferentes rutas para llegar al tope de la montaña, es Dios quien decide descender de la montaña para encontrarse con nosotros". A lo que el hombre contestó: "Eso sería genial".
Pues eso es precisamente lo que distingue al cristianismo de las demás religiones. Mientras las demás religiones son sistemas y prácticas que buscan infructuosamente ayudar al hombre a ganarse el favor de Dios, el cristianismo es la historia de un Dios infinitamente compasivo y misericordioso, que observa la bancarrota total, la miseria y la desdicha del ser humano, y que movido por su eterno amor, decide dejar Su trono, despojarse; desvestirse de sí mismo y venir a este mundo para alcanzar al hombre.
Un Dios que sabe que su santidad es tan inalcanzable y la corrupción del hombre tan terrible que no hay esfuerzo humano que tan siquiera logre reducir la brecha.
Un Dios que amó tanto a su creación, que no soportó dejarla en su condición caída y vino a su rescate.
Un Dios que se humilló hasta lo sumo para hacer la paz con el hombre. Un Dios que se humilló hasta la muerte y muerte de cruz.
Y su humillación comenzó mucho antes de su nacimiento. Precisamente 9 meses antes: el día de su concepción. Porque para salvar al hombre era necesario experimentar cada etapa de la experiencia humana, incluyendo la etapa más vulnerable: la gestación.

Un Dios que anhela estar presente

Ese Dios; el Dios del cristianismo, siempre anheló estar presente.
La historia dice que este Dios creó al ser humano; al hombre y a la mujer y los colocó en un lugar especial y en ese lugar especial, habitó en medio de ellos.
Y cuando esa armonía se rompió a causa del pecado del hombre, ese Dios no descartó a los seres humanos por completo. De todas las naciones de la tierra se hizo un pueblo para sí mismo.
Y en medio de ese pueblo habitó. Y por medio de ese pueblo, Su presencia no se apartó por completo de su creación.
Pero su plan no era simplemente salvar a ese pueblo. Su plan era salvar a la humanidad.
Génesis 12:1–3 (NBLA)
...«Vete de tu tierra, De entre tus parientes Y de la casa de tu padre, [le dijo el Señor a Abraham] A la tierra que Yo te mostraré.
»Haré de ti una nación grande, Y te bendeciré, Engrandeceré tu nombre, Y serás bendición.
»Bendeciré a los que te bendigan, Y al que te maldiga, maldeciré. En ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Es en este momento que se gesta el plan divino en el vientre de su pueblo escogido.
Y muchos siglos después, cuando este pueblo constantemente rechazaba Su presencia, se escuchó la voz del profeta:
Isaías 7:14 (NBLA)
...Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.
Emmanuel, que significa: Dios con nosotros. Emmanuel, Dios en medio de nosotros.
Por eso no existe nada igual al cristianismo.
¿Cómo es que el Dios santo y eterno, rechazado por los hombres, se empeña, obstinadamente, en hacerse presente?
¿Por qué no nos abandona de una vez? ¿Por qué no se cansa de nuestro pecado y maldad? ¿Por qué no nos destruye?
Es que su obstinación por hacerse presente lo haría escoger un nombre para sí mismo que sellaría; que marcaría su identidad para siempre.
Él pudo haber escogido muchos nombres. El Dios Lejano. El Dios Inalcanzable. El Dios Vengador. El Dios Airado. El Dios Castigador.
Pero miramos al Cielo y preguntamos: ¿Cómo te llamas? Y Él responde: Me llamo Emmanuel, Dios Con Nosotros.
¿Cómo se llama tu Dios? Emmanuel, Dios Con Nosotros.
¿Cómo se llama mi Dios? Emmanuel, Dios Conmigo.
Él está conmigo. El Dios del universo a decido hacerse presente en mi vida. Ya no estoy solo. Ya no tengo de qué temer. El Rey del Universo está de mi lado. Ya no tengo que esforzarme por ganarme su favor. Porque fue Él quien se esforzó por hacer la paz conmigo.
Él está presente. Lo estuvo, lo está y lo estará.
Porque yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Le dijo Emmanuel a sus discípulos.
Pero aquel profeta no se quedó callado. Después de anunciar la llegada de Emmanuel, este pasa a describir a aquellos a quienes sus ojos han sido abiertos a la realidad de la presencia de Dios en sus vidas. Aquellos quienes han reconocido que no hay dios que se compare a Emmanuel.
Isaiah 9:2–7 NBLA
El pueblo que andaba en tinieblas Ha visto gran luz; A los que habitaban en tierra de sombra de muerte, La luz ha resplandecido sobre ellos. Multiplicaste la nación, Aumentaste su alegría. Se alegran en Tu presencia Como con la alegría de la cosecha, Como se regocijan los hombres cuando se reparten el botín. Porque Tú quebrarás el yugo de su carga, el báculo de sus hombros, Y la vara de su opresor, como en la batalla de Madián. Porque toda bota que calza el guerrero en el fragor de la batalla, Y el manto revolcado en sangre, serán para quemar, combustible para el fuego. Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, Y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin Sobre el trono de David y sobre su reino, Para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia Desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.

Un Niño nos ha nacido

Un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado.
Nos ha nacido porque ese niño tendrá una naturaleza humana. Y se nos ha sido dado un Hijo porque ese niño también tendrá una naturaleza divina.
Un Niño nos ha nacido. Sí, porque ese Niño es nuestro. Es el regalo más maravilloso. El Dios del Universo nos ha regalado a su único Hijo.
Pero a la misma vez imagine a ese Dios creador del Universo, humillarse a tal grado, que los hombres le puedan llamar, nuestro Hijo.
Es como cuando nace un bebé y todos en la familia dicen: Nos ha nacido un hijo; nos ha nacido una hija.
No hay imagen más gloriosa y a la misma vez no hay imagen más contraria. El Rey del Universo en cuerpo de bebé.
Pero ese niño no se quedará bebé. Crecerá y se convertirá en un hombre que nos llenará de orgullo y satisfacción. Porque será un Hijo cuya vida será caracterizada por el amor, la obediencia y el sacrificio.
Y gracias a su amor, a su obediencia y a su sacrificio toda la soberanía, todo el gobierno, toda la autoridad, todo el dominio reposará sobre sus hombros, para siempre jamás. Entonces no habrá otro nombre como su nombre, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra.

4 Nombres Reales

Este Hijo, gracias a la obra que realizaría en este mundo, recibirá 4 nombres; 4 títulos; 4 designios dignos de un Rey:
Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
¿Quién no querría ser gobernado por un rey que carga estos cuatro nombres?
Si ese Dios que ha decidido hacerse presente tiene estos atributos, entonces, ¿le seguirías, le obedecerías, te rendirías a Él, vivirías para Él?
Estos cuatro atributos son lo que hacen su presencia maravillosa. Él ha decidido hacerse presente en nuestras vidas de esta manera.

Admirable Consejero

Él ha decidido hacerse presente en nuestras vidas como Admirable Consejero. Para impartir sobre nosotros Su sabiduría. Pero ese que nos aconseja es admirable porque ha hecho grandes maravillas, milagros y portentos.
Él está lleno de sabiduría. De hecho, el es la fuente de la sabiduría. Y conoce el futuro. De hecho, el futuro está en sus manos; el futuro le pertenece a Él.
Pero no solo está lleno de sabiduría y ciencia sino que también es un consejero que conoce nuestra condición humana. De hecho, se hizo experto en nuestra condición.
El mismo profeta declara de Él:
Isaiah 53:3 NBLA
Fue despreciado y desechado de los hombres, Varón de dolores y experimentado en aflicción; Y como uno de quien los hombres esconden el rostro, Fue despreciado, y no lo estimamos.
El autor de la carta a los Hebreos declara de Él:
Hebrews 4:15 NBLA
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
Él es un Admirable Consejero porque nos imparte su sabiduría y porque se compadece de nosotros y de nuestras flaquezas.

Dios Poderoso

Ese Admirable Consejero también se hace presente como Dios Poderoso. Lo que implica que si Él está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
¿Quién es este Dios que se ha hecho presente? Nada más y nada menos que el Rey de Reyes y Señor de Señores. El Señor de los Ejércitos Celestiales. El Grande y Temible.
Por eso podemos declarar como el salmista:
Psalm 46:1–3 NBLA
Dios es nuestro refugio y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares; Aunque bramen y se agiten sus aguas, Aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Selah)
En Él no solamente tenemos un Admirable Consejero, sino también al Dios Poderoso que nos protege de los ataques del Enemigo.

Padre Eterno

Y ese Admirable Consejero y Dios Poderoso también se hace presente como nuestro Padre Eterno.
Es un poco confuso pensar en que Jesús, ese Niño que nos ha nacido, ese Hijo que nos ha sido dado, sea Padre Eterno. Porque sabemos que el Padre es la primera persona de la trinidad.
Sin embargo, en la antiguedad la figura del rey era tan venerada por los pueblos que era considerado el padre de todos los ciudadanos del reino.
Jesús es nuestro Rey y por ende nuestro Padre. Lo que implica que estamos bajo su cuidado y protección. Él nos cuida, nos sustenta, nos sostiene, nos protege. En Él estamos totalmente seguros.
Pero nos cuidad y nos protege como lo hace un buen padre a sus hijos. Con ternura, con confianza, con cercanía, con intimidad, con cariño, con compasión, con misericordia. El padre conoce a sus hijos y los hijos conocen al padre.
Pero a diferencia de nuestros padres terrenales, que un día ya no estarán con nosotros, Jesús es nuestro Padre Eterno. Él siempre ha sido y siempre será.
Psalm 27:10 NBLA
Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, El Señor me recogerá.
Él es el padre que estará con nosotros todos los días hasta el fin.
Por eso, si Él verdaderamente se ha convertido en nuestro Padre Eterno, entonces, no debe haber razón por la cual nos sintamos solos, o abandonados, o desamparados.
Siempre tendremos a un Padre amoroso a nuestro lado.

Príncipe de Paz

Y finalmente, ese Admirable Consejero que nos da su sabiduría, ese Dios Poderoso que nos defiende, ese Padre Eterno que nos cuida y nos ama, también se hace presente como nuestro Príncipe de Paz.
Si hay algo que ha venido a traer este Rey que se ha hecho presente, es la paz.
Precisamente, el día de su nacimiento los ángeles declararon:
Luke 2:14 NBLA
«Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace».
Ese mismo Rey un día declaró:
John 14:27 NBLA
»La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo.
Por eso, si ese Rey se ha hecho verdaderamente presente en nuestras vidas, entonces, nos debe gobernar Su paz. No el caos, no la ansiedad, no la desesperanza, no las preocupaciones, sino Su paz.
Fíjese que no estoy diciendo que en esta vida no experimentemos caos, ansiedad, desesperanza o preocupaciones. Sino que he dicho que estas cosas no pueden gobernar mi vida.
Porque aquellos a quienes este Rey se ha hecho presente los gobierna Su paz.
John 16:33 NBLA
»Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo».
Y cuando sintamos que estas cosas nos quieren dominar, debemos preguntarnos: ¿quién está gobernando mi vida? ¿Lo está haciendo el Príncipe de Paz o las circunstancias a mi alrededor?

Conclusión

Por eso, amados, no hay religión como el cristianismo y no hay dios como el Dios del cristianismo.
No hay dios como aquel que se ha puesto por nombre, Emmanuel, Dios con Nosotros.
No hay dios como aquel que ha decidido descender de la montaña para alcanzarnos.
No hay dios como aquel que ha decidido hacerse presente.
No hay dios como aquel que ha decidido hacerse presente, pero de forma activa y no pasiva. Dándonos Su sabiduría, Su protección, Su cuidado, Su amor y Su paz.
No hay dios como aquel que decidió ponerse en nuestros zapatos, hacerse vulnerable como un bebé y experimentar la condición humana para poder salvarnos.
La pregunta es, si tú y yo estamos conscientes de Su presencia. ¿Si Su presencia es real en nuestras vidas; si es algo que experimentamos en nuestro diario vivir o si es simplemente una experiencia dominical?
Hebreos 11:6 (NBLA)
Y sin fe es imposible agradar a Dios [dice la carta a los Hebreos]. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan.
Los autores bíblicos estaban muy conscientes del Dios Presente. Tan conscientes que no podían concebir la vida sin Su presencia.
Éxodo 33:15 (NBLA)
...«Si Tu presencia no va con nosotros [le dijo Moisés], no nos hagas salir de aquí.
Salmo 139:7 (NBLA)
¿Adónde me iré de Tu Espíritu [pregunta el salmista de forma retórica], O adónde huiré de Tu presencia?
Nuestro Dios; el Dios del universo no quiere hacerse presente en nuestras vidas solo durante un día o durante una época del año. Él vino para estar con nosotros todos los días hasta el fin.
Si te presentase en este día a un Dios que decidió hacerse presente como Admirable Consejero, como Dios Poderoso, como Padre Eterno y como Príncipe de Paz, ¿creerías en Él? ¿lo aceptarías? ¿lo recibirías en tu vida? ¿le rendirías tu corazón?
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