El Dios que reclama nuestra vida

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Introducción

El domingo de Noche Buena les hablé del Dios Presente. El domingo víspera de año nuevo les hablé del Dios en Una Misión. Y hoy quiero hablarles del Dios Que Reclama Nuestra Vida.
Luego de una pausa por la temporada navideña hoy quiero retomar nuestra reflexión y estudio de la primera carta de Pablo a los tesalonicenses.
La última vez reflexionamos acerca de los versículos del 5 al 7 del capítulo 2.
En aquella ocasión fuimos animados a evitar a toda costa las palabras lisonjeras y los pretextos. Fuimos animados a ser auténticos, reales y sinceros. Fuimos animados a no buscar nuestra propia gloria, ni la gloria de los hombres.
Fuimos animados a ejercer la autoridad humildemente y a través del servicio. Y finalmente fuimos animados a ser embajadores del evangelio llenos de ternura, de gentileza y bondad.
En el verso 8 Pablo continúa derramando su corazón a los creyentes de Tesalónica de una manera extraordinaria. Recordándoles cuál fue su verdadera intención cuando los visitó por primera vez.
Animándoles a no dejarse engañar por aquellos que pretendían echar a perder el trabajo realizado en aquel lugar por él y sus compañeros y manchar el testimonio del evangelio.
Entonces Pablo continúa diciendo:
1 Thessalonians 2:8 NBLA
Teniendo así un gran afecto por ustedes, nos hemos complacido en impartirles no solo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegaron a ser muy amados para nosotros.
Podemos decir que aquí está la verdadera razón por la cual Pablo y sus compañeros tuvieron tanto éxito en tan poco tiempo en esta ciudad.
Podemos decir que aquí está la verdadera razón por la cual completos extraños, con un trasfondo cultural y religioso diferente, terminaron creyendo en el evangelio de Jesucristo.
Los tesalonicenses se dieron cuenta que Pablo y sus compañeros eran muy distintos a los líderes, profetas y maestros de otras religiones.
No solo se dieron cuenta de que el evangelio era un mensaje muy distinto, sino que sus proponentes; sus embajadores también eran muy distintos.
Se dieron cuenta que había una conexión importantísima entre el mensaje y sus proponentes.
El mensaje en sí era poderoso. Era suficiente. Era absoluto. No necesitaba ser adornado. No necesitaba ser suplementado.
Pablo le dice a los romanos que……
Romanos 10:17 (NBLA)
……la fe viene [simplemente] del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.
Sin embargo, por alguna razón Dios quizo que hubiese una conexión directa entre el evangelio y aquellos que lo proclaman.
La proclamación del evangelio no es como una consulta médica donde el médico te manda a dejar el cigarrillo o el alcohol y él se mata fumando y bebiendo.
O como el padre que le dice a su hijo, has lo que te digo no lo que hago.
Los tesolanicenses creyeron el evangelio, ciertamente porque el Espíritu Santo abrió sus ojos espirituales, pero también porque Pablo y sus compañeros no simplemente se dedicaron a compartirles el evangelio. O sea, no solo se dedicaron a explicarles, a enseñarles de qué se trataba aquello en lo que ellos creían.
No solo se dedicaron a impartirles información. No fueron simplemente y le repartieron unos tratados.
Si no que los tesalonicenses vieron en Pablo y en sus compañeros una actitud muy diferente y esto fue un instrumento que Dios utilizó para alcanzarlos.
Los tesalonicenses vieron que Pablo y sus compañeros mostraron un verdadero y genuino interés por ellos. Se sintieron amados y respetados y esto hizo que estuviesen más receptivos al mensaje del evangelio.
A nuestro alrededor a muchas personas que necesitan ser alcanzadas. ¿Recuerdan? ¿Los pobres, los ciegos, los cautivos y oprimidos de los que hablamos el pasado domingo?
Sin embargo, ellos necesitan primero ver en nosotros un verdadero interés por ellos. Necesitan sentirse amados por nosotros. Necesitan sentirse que verdaderamente nos importan y que no son simplemente un proyecto para nosotros.
Cuando le preguntaron a Jesús cuál consideraba Él que era el mandamiento más importante, este respondió:
Mateo 22:37–39 (NBLA)
……«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente
…»Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Amar a Dios con todo mi ser y a mi prójimo como a mí mismo.
Si el pasado domingo el Espíritu Santo logró convencernos de que le servimos a un Dios que está en una misión y que Su misión es nuestra misión…
que el Espíritu Santo está sobre nosotros y nos ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Nos ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertada a los oprimidos; para proclamar el año favorable del Señor…
una pregunta lógica que se puede desprender de entender esta verdad es, ¿cómo comenzamos a hacerlo?
Ok, ya entendí la misión, pero ¿cómo lo hago? ¿Cómo empiezo? ¿Cuál es el primer paso? ¿Cuál es la estrategia?
El primer paso es muy sencillo: comienza amando a tu prójimo como a ti mismo.
Sigue el ejemplo de Jesús…
…Mientras iba por el camino amaba a la gente. Iba con calma por el camino. Se detenía. Las escuchaba. Conversaba con ellas. Se interesaba por ellas. Les servía. Les ayudaba. Les sanaba. Suplía sus necesidades.
Entonces la manera en que Él trataba a las personas hacía que se abriera la puerta para compartir el mensaje de salvación.
¿Te das cuenta? No es tan complicado.
Ora por la gente. Baja la velocidad. Detente. Observa. Conversa. Escucha. Ama. Sirve. Sal de tu zona de comodidad. Se sensible a la obra que el Espíritu Santo ya está haciendo en aquellos que te rodean.
Entendamos que, nunca somos los primeros en llegar a la vida de la gente. El Espíritu Santo siempre llega primero que nosotros. Él siempre nos prepara el camino.
El jueves pasado en la noche, salí de la iglesia de la reunión de ancianos, ya era tarde, pasadas las 10 de la noche, estaba súper cansado. Cuando llego al estacionamiento del condominio, veo a Butch, a Ivelisse y a la niñas sentados en la cera.
Por un momento pensé: estoy muy cansado. Estoy loco por darme un baño y acostarme. Mejor los saludo de lejos y sigo para el apartamento.
Pero de pronto recuerdo y me digo a mí mismo: Franky, recuerda que tú estás en una misión. Desde que te levantas hasta que te acuestas. Recuerda que es la misión de tu Padre Celestial.
Así que nos detuvimos, porque andaba con Jeliann. Los saludamos. Conversamos con ellos. Saludamos a las nenas. Fuimos amables. Reímos juntos. Les demostramos el amor de Dios.
Incluso surgió la oportunidad de hablarles de nuestro viaje a España a visitar a nuestros misioneros.
¿Le presentamos el evangelio? No. Pero mientras seguimos relacionándonos y amando a la gente, el Espíritu Santo sigue allanando el camino. Y nosotros estamos siempre listos para cuando surja la oportunidad.

Un gran afecto

Creo que a esto es a lo que se refiere Pablo cuando le dice a los tesalonicenses: Teniendo así un gran afecto por ustedes.
Pablo no solo llegó a Tesalónica y vio a la gente como un proyecto de evangelización. Ciertamente, su deseo, su meta y propósito era alcanzarlos con el evangelio. Pero su estrategia fue el amor, la amabilidad, el servicio, la humildad, el afecto.
La palabra que Pablo utiliza aquí también tiene el sentido de sentir gran cariño por una persona.
En palabras puertorriqueñas, Pablo les dice: Habiendo sido tan cariñosos con ustedes…
…nos hemos complacido en impartirles no solo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas.
¿Se da cuenta de la conexión que hay entre el evangelismo y el cariño por las personas?
Pablo dice, nos hemos complacido, o sea, ha sido de gran satisfacción para nosotros, lo hemos disfrutado tanto, ha sido placentero, impartirles el mensaje del evangelio, enseñárselo, explicárselo.
Pablo disfrutaba compartir el evangelio con los demás.
Es que el evangelio es la Buena Noticia. Es la mejor noticia de todos los tiempos. ¿Por qué no sería placentero compartirla?
Cuando ocurre algo bueno en nuestra vida, ¿no deseamos compartirlo con otros?
Cuando nos compramos algo. Cuando nos dan una promoción en el trabajo. Cuando logramos completar una carrera profesional. Cuando nuestros hijos obtienen algún logro. ¿No sentimos un fuerte deseo de compartirlo con otros?
Imagine la emoción que debiéramos sentir cuando nos damos cuenta que nos ha ocurrido el evento más maravilloso del mundo. Cuando nos damos cuenta que hemos pasado de muerte a vida. Cuando nos damos cuenta que hemos sido perdonados y librados de la muerte eterna y de la ira de Dios. Cuando nos damos cuenta que hemos sido adoptados en la familia de Dios, que hemos recibido su herencia y la vida eterna.
Esa era precisamente la emoción que sentía Pablo y lo que lo llevó a invertir su vida en la misión de Dios.
De forma similar Pablo le dice a los corintios:
2 Corinthians 12:14–15 NBLA
Miren, esta es la tercera vez que estoy preparado para ir a ustedes, y no les seré una carga, pues no busco lo que es de ustedes, sino a ustedes. Porque los hijos no tienen la responsabilidad de atesorar para sus padres, sino los padres para sus hijos. Y yo con mucho gusto gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré por sus almas. Si los amo más, ¿seré amado menos?
A los tesalonicenses le dice…
…nos hemos complacido en impartirles no solo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas…

Impartirles nuestras propias vidas

Impartir es compartir, dar, distribuir. Ceder la parte o porción de uno.
Entonces, ¿qué significa que Pablo les diga que junto con el evangelio él les ha compartido, les ha dado, les a cedido su propia vida?
Significa que Pablo se entregó a ellos sin reserva. El trabajo que hizo en Tesalónica lo hizo con amor, con pasión, con entrega, con compromiso.
Pablo no solo les abrió su mente; su intelecto sino también su corazón. Se hizo uno con ellos.
Es como cuando le dice a los corintios:
1 Corinthians 9:19–23 NBLA
Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar al mayor número posible. A los judíos me hice como judío, para poder ganar a los judíos. A los que están bajo la ley, como bajo la ley, aunque yo no estoy bajo la ley, para poder ganar a los que están bajo la ley. A los que están sin ley, como sin ley, aunque no estoy sin la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo, para poder ganar a los que están sin ley. A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. A todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos. Y todo lo hago por amor del evangelio, para ser partícipe de él.
Evangelizar; el alcanzar a otros para Cristo, no es una labor superficial. No es una labor que hacemos ocasionalmente. No es un vendedor tratando de convencer a alguien para que compre su producto.
Es una labor de entrega y compromiso. Es una labor que va a requerir todo de nosotros. Es una labor que va a requerir nuestro tiempo, nuestro esfuerzo y nuestros recursos. Es una labor que va a requerir, no solo nuestro intelecto, sino también nuestro corazón.
En una ocasión Jesús le dijo a sus discípulos:
Mateo 16:24–25 (NBLA)
……«Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que Me siga.
»Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará.
El alcanzar a otros para Cristo va a requerir negarnos a nosotros mismos. Negarnos a nuestros anhelos y deseos. Negarnos a nuestros planes. Negarnos a tratar de controlar nuestra vida. Negarnos a pretender tener nuestra vida planificada y cuadrada.
Porque, si somos de Cristo, si hemos sido salvados por Él, si hemos nacido de nuevo, déjame recordarte en este día, que nuestra vida ya no nos pertenece.
El Dios del universo ha reclamado nuestra vida para Él y solo para Él, para Sus propósitos, para Sus planes, para Su misión.
Amado y amada, si eres cristiano, tu vida no es tuya. Tu vida no te pertenece. Tu no eres el dueño y señor de tu vida. Tu no mandas en tu vida. Dios la ha reclamado para Él.
¡Ah! Pero es que eso fue Pablo. Él se dedicó a eso. ¡Ah! Pero eso es Franky. Él decidió ejercer un ministerio a tiempo completo. ¡Ah! Pero eso es Zulma y Miguel y Decio y Elba. Es que ellos decidieron ser misioneros. Es que Dios reclamó la vida de ellos para Su misión.
No amados. Dios ha reclamado la vida de todos sus hijos y sus hijas.
No importa si ejerces un ministerio a tiempo completo. No importa si trabajas o si estudias o si estás criando o si tienes un negocio o si estás jubilado. Tu vida no te pertenece. Tu vida le pertenece a aquel que te redimió, a aquel que te compró a precio de sangre. Tu vida le pertenece a aquel que te creo y te formó en el vientre de tu madre.
Toma un momento para reflexionar. Evalúa la manera en que conduces tu vida. ¿Quién está conduciendo el carro? ¿Quién está timoneando el barco? ¿Quién está piloteando el avión de tu vida?
¿Estás pretendiendo hacerlo tú mismo o es Dios quien está al mando?
¿Quién gobierna tu tiempo, tu agenda, tu dinero, tus recursos, tu planes, tus anhelos y tus sueños?
¿Son tus sueños los sueños de Dios? ¿Son tus planes los planes de Dios?
¿Cuál es tu verdadero objetivo en la vida, hacerte un nombre para ti mismo o que tu vida glorifique a Dios?

Muy amados para nosotros

Pablo se dedicó de tal manera a los tesalonicenses que llegó a amarlos profundamente.
Este es el resultado natural de invertir nuestra vida en otros. Veremos a la gente como Dios los ve. Y al verlos como Él los ve, los amaremos como Él los ama.
Cuando en la iglesia hay una ausencia de nuevos creyentes, de conversiones y bautismos, tenemos que preguntarnos si verdaderamente estamos invirtiendo nuestras vidas en otros. Si estamos viendo a la gente como Dios las ve. Si estamos amando a la gente como Dios les ama.

Trabajando de día y de noche

Y si piensas que la misión de Dios es solo para los pastores y misioneros que trabajan en el ministerio a tiempo completo, mira lo que Pablo le dice a los tesalonicenses en el verso 9.
1 Thessalonians 2:9 NBLA
Porque recuerdan, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de ustedes, les proclamamos el evangelio de Dios.
Por alguna razón, seguramente para cuidarse de ser acusados de querer vivir de los tesalonicenses y ser comparado con falsos maestros, Pablo no quiso recibir ninguna ayuda de ellos.
Por lo tanto, él y sus compañeros se ganaron su sustento durante su estadía allí. Sabemos que parte del sustento de Pablo provenía de su trabajo de fabricar casas de campaña.
Por eso Pablo les recuerda sus trabajos y fatigas, trabajando de día y de noche, para no ser carga a ninguna de ellos.
Esto hizo que Pablo y sus compañeros se ganaran el total respeto de los tesalonicenses. No solo el amor, el cariño y el afecto de Pablo y sus compañeros hacia los tesalonicenses abrieron la puerta para el Evangelio sino también su esfuerzo, su trabajo y dedicación.
Por eso no importa que trabajes en tu profesión, o que estudies una carrera, o que estés criando a tus hijos, o que estés jubilado, todos estamos en la misión de Dios.
Nuestras vidas han sido reclamadas por Dios. Todos hemos sido llamados y comisionados a alcanzar al perdido.
La Alianza tiene una frase que define nuestra misión como denominación:
Todo de Jesús para Todo el Mundo.
Luego alguien expandió esta idea diciendo:
Para llevar todo de Jesús a todo el mundo se requiere a todos nosotros.
Y yo añado, para llevar todo de Jesús a todo el mundo, no solo se requiere a todos nosotros sino todo de nosotros.

Conclusión

Amados. Tú y yo le servimos a un Dios que está presente. Tú y yo le servimos a un Dios que está en una misión. Tú y yo le servimos a un Dios que ha reclamado nuestras vidas para Él y para Su misión.
Y Él nos recuerda hoy que no podemos llevar a cabo Su misión sin un gran afecto por los perdidos.
Y también nos recuerda que no podemos llevar a cabo Su misión si no invertimos nuestras vidas en los perdidos.
Y también nos recuerda que no importa las circunstancias en las que estamos cada uno de nosotros o la etapa de vida que estamos viviendo, todos hemos sido llamados a llevar a cabo Su misión.
Que en este día el Espíritu Santo nos de convicción y nos lleve a entender y a internalizar esta verdad.
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