Tu fe…mi consuelo

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1 Thessalonians 3:6–10 NBLA
6 Pero ahora Timoteo ha regresado de ustedes a nosotros, y nos ha traído buenas noticias de su fe y amor y de que siempre tienen buen recuerdo de nosotros, anhelando vernos, como también nosotros a ustedes. 7 Por eso, hermanos, en toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados respecto a ustedes por medio de su fe. 8 Porque ahora sí que vivimos, si ustedes están firmes en el Señor. 9 Pues ¿qué acción de gracias podemos dar a Dios por ustedes, por todo el gozo con que nos regocijamos delante de nuestro Dios a causa de ustedes, 10 según oramos intensamente de noche y de día que podamos ver el rostro de ustedes y que completemos lo que falta a su fe?

Introducción

El pasado domingo, a través de su palabra, el Señor nos recordó cuál es uno de los propósitos más importantes de la iglesia local y de cada uno de nosotros como miembros de esta familia espiritual: el fortalecernos y alentarnos los unos a los otros.
Fortalecernos y alentarnos principalmente para ayudarnos los unos a los otros a enfrentar y soportar las aflicciones y los sufrimientos de esta vida.
En especial, las aflicciones y los sufrimientos provocados por nuestra lucha constante por permanecer fieles a nuestro Señor. Por nuestra lucha constante por permitirle al Espíritu vencer sobre nuestra carne. Por nuestra lucha constante por permitir que nuestra obediencia a Su Palabra sea nuestra guía en la vida y no nuestros deseos y sentimientos.
Yo le digo a Daisy, en broma pero en serio, que si nosotros seguimos creciendo como iglesia en este aspecto de la vida cristiana, de fortalecernos y alentarnos los unos a otros constantemente, ella se quedaría sin clientes.
¿Porque, cómo sería la salud espiritual, emocional y psicológica de una iglesia donde sus miembros se están fortaleciendo y alentando constantemente los unos a los otros, donde sus miembros se están confesando los pecados los unos a los otros y perdonándose, donde sus miembros se están confesando y ayudándose a sanar los traumas y las heridas del pasado, donde sus miembros se llevan las cargas los unos a los otros, donde los que tropiezan y caen son levantados y donde nadie anda solo ni enfrenta las aflicciones de esta vida solo?
Nada más y nada menos que una auténtica comunidad.
El pasado domingo el Señor también nos recordó que no debemos sorprendernos de reconocer que la vida cristiana es una vida de sufrimientos y aflicciones. Que para eso fuimos destinados. Principalmente por el hecho de que queremos vivir para Dios pero en medio de un mundo que se opone a Dios.
Por lo tanto, no podemos ignorar que nuestra lucha es real. Que nuestro enemigo es real. Y que por eso no solo es necesaria una vida de una constante comunión con Dios y con Su Palabra sino una vida de una constante comunión con nuestra familia espiritual. Una vida donde somos constantemente fortalecidos y alentados por nuestros hermanos en la fe.
Como iglesia queremos operar y vivir de esta manera, queremos que esta sea nuestra cultura, queremos que esto sea lo que nos caracterice, para que al final podamos asegurarnos de que nuestro trabajo no sea en vano.
Entones, no pudiendo soportarlo más, no pudiendo soportar más el no saber cómo estaban los tesalonicenses, no pudiendo soportar más el no saber cómo estaban enfrentando las aflicciones, Pablo decide, con mucho pesar, enviar a su hijo espiritual y colaborador, Timoteo, a Tesalónica. Para que este investigara acerca de la condición de los tesalonicenses y para que los fortaleciera y alentara en la fe.

Timoteo trae buenas noticias

No sabemos cuánto tiempo estuvo Timoteo en Tesalónica, pero sí sabemos que eventualmente regresó a donde Pablo. Seguramente a Corinto desde donde se cree que Pablo escribió esta carta.
También sabemos que el reporte de Timoteo fue maravilloso. Sabemos que Timoteo trajo muy buenas noticias.
De hecho Pablo utiliza la palabra evangelio cuando hace esta expresión en el versículo 6 de que Timoteo:
…nos ha traído buenas noticias…
Que no es otra cosa que la acción de uno que regresa del campo proclamando buenas noticias luego de una campaña militar.
El reporte de Timoteo llenó a Pablo de tanta alegría, gozo, alivio y satisfacción.
Una vez recibió el reporte de Timoteo, Pablo no demoró en escribirles. No aguantó la emoción de responderles. No se demoró en continuar fortaleciéndolos y alentándolos en la fe.
Yo estoy personalmente tratando de tomar la costumbre de que si pienso en alguien o sueño con alguien, rápido le escribo para saludarlo, animarlo y dar gracias a Dios por su vida. Estoy tratando de no demorarme en mi función de fortalecer y alentar a mis hermanos y amigos.
Y doy gracias a Dios porque ustedes hacen lo mismo conmigo. De ustedes recibo constantemente fortaleza y aliento.
Una de las funciones más importantes del dirigente de un equipo deportivo o del capitán de una tropa es fortalecer y animar a su equipo o batallón. Especialmente en los momentos de dificultad.
Muchas veces vemos juegos donde un equipo comienza jugando fatal en la primera mitad del partido. Y luego que regresan del descanso del medio tiempo, parecen otro equipo, parece que se transformaron y hasta terminan ganando el partido.
¿Qué pasó en los camerinos?
Muy probablemente, ese equipo fue fortalecido y alentado por su dirigente y los unos a los otros. Y eso hizo toda la diferencia. El problema no era una falta de habilidades y de competencia. El problema era una falta de fortaleza y aliento.
Pues la iglesia no es muy diferente. Somos un equipo. Somos un batallón. Somos un ejercito. Y es vital el fortalecernos y animarnos constantemente los unos a los otros.
Hay una historia maravillosa en el AT que ilustra esto. Y es la historia de la guerra de los israelitas contra los amalecitas.
Esta se encuentra en el capítulo 17 del libro de Éxodo.
Exodus 17:8–13 NBLA
8 Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9 Y Moisés dijo a Josué: «Escógenos hombres, y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre de la colina con la vara de Dios en mi mano» 10 Josué hizo como Moisés le dijo, y peleó contra Amalec. Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre de la colina. 11 Y sucedía que mientras Moisés tenía en alto su mano, Israel prevalecía; y cuando dejaba caer la mano, prevalecía Amalec. 12 Pero las manos de Moisés se le cansaban. Entonces tomaron una piedra y la pusieron debajo de él, y se sentó en ella. Y Aarón y Hur le sostenían las manos, uno de un lado y otro del otro. Así estuvieron sus manos firmes hasta que se puso el sol. 13 Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
¿Cuál fue la función de Aarón y Hur? Sirvieron de fortaleza y aliento para Moisés mientras este llevaba a cabo su función ministerial.

Consolados respecto a ustedes

Pablo deseaba fortalecer y alentar a los tesalonicenses, el deseaba levantarles las manos, al enviar a Timoteo. Pero lo que no se imaginaba era que él mismo terminaría siendo fortalecido y alentado por parte de ellos en respuesta.
Porque esto es precisamente lo que pasa cuando, en obediencia, todos procuramos llevar a cabo nuestra función como familia espiritual. Eventualmente y casi sin darnos cuenta se creará una cultura de fortalecernos y alentarnos los unos a los otros.
De pronto, se volverá un cadena, un movimiento de reciprocidad. Donde todos nos dedicamos a fortalecer y alentar a los demás y terminamos todos siendo alentados y fortalecidos en respuesta a nuestra labor.
Porque así tiene que ser la iglesia. La función y el ministerio de fortalecernos y alentarnos no es de unos pocos, sino de todos.
¿Así que, a quién vas a fortalecer y alentar hoy?

La fe de ustedes…nuestro consuelo

Si hubo algo que alegró el corazón de Pablo fue enterarse de que, a pesar de las aflicciones y los sufrimiento causados por la persecución, los tesalonicenses estaban fortalecidos en su fe y en amor. O sea, que se habían mantenido fieles a Dios y a Su Palabra, estaban perseverando en la fe a pesar de la oposición y habían permanecido fortaleciéndose, alentándose y amándose los unos a los otros.
Y lo que Pablo tanto temía, que otros hubiesen manchado su reputación, su testimonio y su trabajo en Tesalónica, no había ocurrido. Su testimonio estaba intacto a tal grado que los tesalonicenses le expresaron a Timoteo su gran anhelo de volver a ver a Pablo.
Pablo se llena de gozo al saber que los tesalonicenses se habían mantenido firmes y no se habían dejado influenciar por aquellos que buscaban destruir la obra que él y sus compañeros habían realizado en aquel lugar con tanto esfuerzo y sacrificio y que había producido tanto fruto en tan poco tiempo.
Pablo afirma que esta noticia, de que la iglesia en Tesalónica aun permanecía firme a pesar de la oposición, fue un aliciente para él. Fue de gran consuelo para él.
Y lo interesante es que Pablo también estaba enfrentando dificultades y aflicciones y conocer de la fe de los tesalonicenses lo llenó de esperanza. Esto lo fortaleció en su fe.
Y creo que aquí hay una lección muy poderosa.
Sabemos que este mismo Pablo le enseñó a los corintios que la iglesia es como un cuerpo. Por lo tanto cuando un miembro se afecta todo el cuerpo se afecta. Y cuando un miembro está saludable todo el cuerpo se beneficia.
Por lo tanto, si yo pertenezco a una familia espiritual; a una iglesia local, no hay manera de que mi fe sea privada. No hay manera de que mi fe sea independiente. No hay manera de que mi fe no afecte al cuerpo, para bien o para mal.
Si mi fe está fortalecida, entonces como resultado voy a contribuir al fortalecimiento de la iglesia. Pero si mi fe está débil, así mismo voy a contribuir al debilitamiento de la iglesia.
Por eso es que tampoco mi pecado nunca es privado, aunque nadie se entere. Porque espiritualmente, el cuerpo se va a ver afectado.
Es una mentira y un engaño de Satanás hacernos creer que nuestro pecado no afecta a nadie. Que es solo un problema entre Dios y yo.
Si Cristo me ha salvado y he venido a ser miembro de una iglesia local, entonces he venido a ser miembro de un cuerpo. Y esto conlleva una gran responsabilidad. Porque no solo tengo la responsabilidad de permanecer firme en la fe para mi propio beneficio y bendición, sino para el beneficio y la bendición de mi iglesia.

Porque ahora sí que vivimos

Pablo estaba muy consiente de esta verdad y lo expresa de una forma preciosa en el versículo 8. Lo expresa de una forma llena de profundo sentimiento, de cariño y amor. Lo expresa de esta forma:
Si ustedes están firmes en el Señor, eso me da vida. Eso es lo que me vivifica. Eso es lo que me anima.
En otras palabras, la salud espiritual de la iglesia, su perseverancia y su fe era la vitamina de Pablo. Era lo que le daba vitalidad.
¿Habías pensado en esto?
Mi salud espiritual, mi perseverancia, mi obediencia y mi fe termina vivificándote a ti.
Recuerda, es que somos un cuerpo.
Cuando estoy firme en el Señor, cuando procuro vivir en santidad y apartarme del pecado, cuando cultivo una relación profunda con Él y vivo en una constante comunión con Él, voy a terminar afectando positivamente a mi hermano y a mi iglesia. Es como si mi manera de vivir le inyectara una dosis de vida a la iglesia.
Precisamente, de eso se trata el fortalecernos y alentarnos los unos a los otros. Cuando estoy débil, tú me levantas y cuando tú estás débil, yo te levanto.
Pero si los dos siempre estamos enfermos, débiles, raquíticos espiritualmente, entonces, ¿qué será de nosotros? ¿qué será de la iglesia?
Por eso Pablo le dice a los corintios:
2 Corinthians 13:9 NBLA
9 Pues nos regocijamos cuando nosotros somos débiles, pero ustedes son fuertes; también oramos por esto: que ustedes sean hechos perfectos.
Esa debe ser nuestra oración, nuestro anhelo y nuestra esperanza. Oramos porque todos seamos hechos perfectos. O sea, que todos sigamos siendo santificados en Cristo por medio del Espíritu Santo. Que todos sigamos fortaleciendo nuestra relación con Dios. Que todos sigamos conociéndole más profundamente y amándole más intensamente.
Para que cuando uno de nosotros esté débil, cuando uno de nosotros esté en la parte de abajo de la rueda, sepa que puede acudir a su hermano para recibir fortaleza y aliento, no juicio y condenación.
Recuerda, nuestra fe nunca es privada. No hay manera de que vivamos una fe de forma independiente o solitaria o aislada. Nuestra fe no funciona así.

Qué más puedo pedir

La noticia de la condición de los tesalonicenses se convirtió en una fuente del gozo para Pablo.
¿Qué más podía pedirle al Señor?
Pablo no sabía de qué forma agradecer a Dios por el gozo que sentía. Es como si se hubiese quedado sin palabras.
Él oraba intensamente por ellos, de noche y de día. Esto lo vimos en el primer capítulo cuando dice:
1 Thessalonians 1:2 NBLA
2 Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, mencionándolos en nuestras oraciones,
Y de pronto se da cuenta que su petición estaba siendo contestada.
¿Qué puede ser motivo de mayor gozo para uno, que Dios conteste esa petición por la que hemos estado orando intensamente?
Pero en el caso de Pablo sus peticiones no eran egoístas ni caprichosas. Ni siquiera personales. Sus peticiones siempre tenían que ver con el Reino de Dios, con Su Pueblo y con su obra. Esa clase de petición que Dios está más que presto a contestar.
Cuando oramos por Su iglesia, cuando oramos por Su misión, cuando oramos por que venga Su reino y se haga Su voluntad como en el cielo así también en la tierra, el Señor no tiene ningún problema en contestar esas oraciones.
Y aunque el reporte de Timoteo fue motivo de gran gozo y agradecimiento para Pablo, este no dejó de desear volver a ver a los tesalonicenses. Tampoco dejó de orar porque el Señor le concediera ese anhelo.
No sabemos a ciencia cierta si Pablo pudo visitarlos nuevamente. Aunque se cree que pudo haberlo hecho en su tercer viaje misionero.
Podemos deducirlo del capítulo 20 de Hechos cuando dice:
Acts 20:1–4 NBLA
1 Después que cesó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos, y habiéndolos exhortado, despidiéndose, partió para ir a Macedonia. 2 Y después de recorrer aquellas regiones y de haberlos exhortado mucho, llegó a Grecia. 3 Pasó allí tres meses, y habiéndose tramado un plan en su contra de parte de los judíos cuando estaba por embarcarse para Siria, tomó la decisión de regresar por Macedonia. 4 Lo acompañaban Sópater de Berea, hijo de Pirro; Aristarco y Segundo de los tesalonicenses; Gayo de Derbe, y Timoteo; Tíquico y Trófimo de Asia.
Sabemos que Tesalónica se encontraba en la región de Macedonia, al igual que Filipo.
Así que aunque Hechos no hace mención directa de que Pablo visitó Tesalónica en su último viaje, podemos inferir que lo hizo ya que pasó por esta región de camino a Grecia y de regreso.
¿Y cuál era el propósito de Pablo de volver a visitar a los tesalonicenses? Dos cosas:
Volver a ver el rostro de ustedes y completar lo que falta a su fe.
A pesar de enviar a Timoteo, Pablo no perdió la esperanza y el anhelo de poder ir personalmente a visitar a los tesalonicenses. Él tenía un gran amor por ellos y quería volver a verlos.
Él no solo deseaba volver a verlos sino también completar lo que faltaba a su fe.
¿Y qué es lo que faltaba a su fe?
Esta es una gran pregunta. No sabemos a ciencia cierta a qué Pablo se refiere. Aunque es posible que lo descubramos mientras sigamos estudiando esta carta.
Pero lo que sí sabemos es que Pablo no había perdido el deseo de seguir invirtiendo en los tesalonicenses. En seguir pastoreándolos. En seguir enseñándoles acerca de su fe. En fin, su deseo de seguir fortaleciéndolos y alentándolos en la fe.

Conclusión

Que este sea también nuestro deseo como iglesia; como parte de esta familia espiritual; como miembros de este cuerpo.
Que siempre estemos deseosos de volver a ver nuestros rostros y de completar lo que falta a nuestra fe.
Que no olvidemos que tenemos una gran responsabilidad como miembros de este cuerpo, de permanecer firmes en la fe. Sabiendo ahora que la condición de mi fe afecta directamente al cuerpo, para bien o para mal. Porque mi fe nunca será privada.
Que así como yo procuro cuidar de mi cuerpo físico, alimentándome bien, yendo al gimnasio todos los días, para mantenerme saludable por muchos años y así poder disfrutar y cuidar de mi familia, de mi esposa y de mis hijas, también tengo que procurar cuidar de mi salud espiritual para mantenerme firme y fuerte, no solo para mi disfrute y bendición sino para el disfrute y la bendición de mis hermanos en la fe y de mi iglesia.
Que no olvidemos que una fe firme y fuerte será el consuelo de mi hermano en tiempos de dificultad.
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