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LOS CUATRO TERRENOS
Las parábolas de Jesús se encuentran entre las historias más conocidas del mundo. Aunque son historias sobre cosas cotidianas, penetran en el corazón ya que se trata de verdades espirituales.
La idea es establecer una verdad espiritual de lado con una verdad diaria de la vida.
Este método de enseñanza requiere que los oyentes piensen sobre lo que se ha dicho.
Pero también, les oculta la verdad a quienes son demasiado obstinados o tienen demasiados prejuicios para prestar atención a la Palabra de Dios.
Jesús le llamo a una de estas historias, “La Parábola del Sembrador” (Mateo 13:18), pero su enfoque son cuatro suelos diferentes, que representan a cuatro corazones que reciben la Palabra de Dios de manera distinta.
Esta parábola ayudó a los discípulos a comprender por qué Jesús no se impresionaba por las grandes multitudes que le seguían.
Sabía que la mayoría de ellos jamás produciría el fruto de una vida cambiada, porque la palabra que les estaba enseñando era como semilla que caía en tierra mala.
La semilla representa la palabra de Dios y el sembrador es el siervo de Dios que comparte con otros la palabra.
El corazón humano es como la tierra: Hay que prepararlo para que reciba la semilla antes de que la semilla pueda echar raíz y producir una cosecha.
Como la semilla, la palabra está viva ,,,, y es capaz de producir fruto espiritual, pero la semilla debe ser sembrada y cultivada antes de que venga la cosecha.
Jesús describe algo con lo que ellos estaban familiarizados, un granjero echando la semilla al suelo, y la semilla cayendo en diferentes tipos de suelos.
En los tiempos de Jesús, un agricultor sembraba sus campos a mano.
Llevaba colgado de los hombros un saco grande lleno de semilla, y cruzando el campo sacaba un puñado de las semillas y las esparcía sobre el terreno.
Las plantas no crecían en filas ordenadas como lo hacen hoy en día mediante la maquinaria agrícola.
Ningún agricultor, por más habilidad que tuviera, podría evitar que algunas semillas cayeran sobre el camino, entre las piedras y los espinos, o que se las llevara el viento.
Así que, el agricultor esparcía las semillas en abundancia para que suficiente cayera en tierra fértil y tuviera cosecha.
Jesús contó esta parábola para explicar por qué muy pocas personas serían salvas.
Todos sabemos que el poder de Jesús era divino. Sus enseñanzas eran con autoridad; sus milagros, extraordinariamente sobrenaturales; su vida, perfecta, sin pecado; su popularidad, incomparable.
Sin embargo, al final de su ministerio terrenal ,,,, su grupo de seguidores solo ascendía a quinientos en Galilea, y ciento veinte en Jerusalén.
¿Por qué eran tan pocos?
Un seguidor anónimo de Cristo le hizo esa misma pregunta en Lucas 13:23: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”.
Jesús ya había contestado esa pregunta en el Sermón del Monte:
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).
Era claro que Jesús hacía hincapié en,,,, esa estrecha exclusividad del evangelio.
Aun así, aquellos que lo seguían se preguntaban por qué la mayoría de sus compatriotas rechazaban al Mesías, incluso después que en un inicio respondieran a Él con entusiasmo y fascinación.
Así que para ayudar a sus discípulos a entender y aclararles la causa de ese rechazo por parte de Israel, Jesús creó una parábola sacada directamente del mundo agrícola de esa época.
Jesús había contado la parabola públicamente, pero en este pasaje les da la explicación a sus discípulos.
EL TERRENO JUNTO AL CAMINO.
El sembrador es el que siembra la palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.
Marcos 4:14-15
Jesús dijo que la palabra de Dios es como una semilla. Se planta en nuestros corazones y luego tiene el potencial de llevar fruto.
Pero no toda semilla crece para ser una planta que lleva fruto. El tipo de suelo en la que cae hace la diferencia.
La tendencia natural en una charla ,,,, es que la audiencia critique al predicador, pero aquí, Jesús,,,, el predicador, critica a Su audiencia.
El asunto es la actitud de cómo ellos escuchan y reciben el mensaje, no qué tan bien predica el predicador.
Aquí aprendemos una cosa: Es por medio de la predicación que la palabra es sembrada.
Puedes estudiar la semilla, categorizar la semilla, analizar la semilla, o aún amar la semilla. Pero si no la siembras, la semilla no va a crecer.
Aquella tierra dura que cubría los caminos en toda Galilea proporcionó la analogía perfecta para un corazón duro.
Los de junto al camino, en quienes se siembra la palabra, se hallan tan endurecidos por su incredulidad que la semilla del evangelio es incapaz de penetrar en sus corazones.
El mismo sol que brinda vida a la semilla plantada en tierra buena ,,,,, endurece el barro ,,,, de la incredulidad en los corazones de aquellos que rechazan el mensaje.
La razón de que esa clase de personas no reciben el evangelio de salvación se debe a la propia incredulidad voluntaria que demuestran.
Al resistir continuamente la verdad acerca de Cristo, sus corazones se han endurecido como el pavimento.
Su indiferencia silenciosa hacia la verdad es tan grande que después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.
Es importante ver que el diablo no quiere que la palabra de Dios penetre en el corazón de la persona.
Como un ave que se abalanza hacia abajo y arrebata la semilla, él quiere “remover” la semilla del corazón de la persona.
Este es el trabajo y el resultado favorito de Satanás, él hace todo lo posible para que la persona ni siquiera ponga atención a la palabra de Dios.
Usa las distracciones, las excusas, los prejuicios y toda clase de elementos que eviten que una persona reciba la palabra en su corazón.
De esa manera, esa persona nunca dará el fruto deseado.
¿Has notado alguna vez personas que resisten continuamente asistir a un estudio Bíblico o al servicio del día domingo?
Cuando por fin aceptan, van casi a la fuerza a la iglesia, y se ve en sus rostros el descontento y la apatía por estar en una “iglesia evangélica”.
Están inquietos, ven su reloj, se distraen con su teléfono, miran alrededor buscando algún defecto en las instalaciones o en las personas para tener algo qué criticar y justificar su razón de no asistir a un servicio cristiano.
Curiosamente el día que llegaron, hubo problemas técnicos, el sonido no funcionó bien, el servicio comenzó tarde,,,,,,
,,,, el predicador no fue claro, no se preparó bien, además el micrófono estaba fallando.
Los instrumentos estaban desafinados, había muchos niños llorando y haciendo ruido, y la mayoría de jóvenes estaban distraídos con sus teléfonos.
Aparte de eso, nadie los saludó cordialmente excepto el ujier en la puerta.
Y aunque la Palabra estaba siendo predicada,,,, y ,,,, había algo en ella que los estaba haciendo pensar, su resistencia se hizo más fuerte por todo lo negativo que vieron.
Ese es un suelo duro ,,,, y apropiado para que el diablo arrebate la semilla.
Aun si el servicio está de maravilla y todo sale “perfecto” ,,,, , cuando una persona va predispuesta a no atender la Palabra de Dios, demuestra que tiene un corazón duro.
Al negarse a poner atención y recibir la Palabra, permanece esclavizada al príncipe de las tinieblas (Efesios 2:1-2).
Satanás es ,,,,, “el dios de este siglo que cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Algunas personas no comprenden la verdad de Dios porque aún no están listas para recibirla.
Si crees que has tenido un corazón duro, pero con interés has estado poniendo atención a este sermón, hay mucha probabilidad que el terreno se esté ablandando y que Dios plante una semilla que producirá buen fruto en tu corazón.
EL TERRENO PEDREGOSO.
Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan.
Marcos 4:5-6, 16-17
Los oyentes que son como pedregales no son atacados directamente por Satanás, sino por la tribulación o la persecución.
Jesús sabía que muchos tienen ,,,, una ,,,, inmediata reacción favorable hacia la palabra de Dios, pero éstos se rinden cuando se vuelve difícil seguir a Jesús.
Cuando la semilla cae en terreno pedregoso penetra el suelo y hasta brota rápidamente, pero pronto muere.
El suelo pedregoso representa entonces a las personas que a pesar de su emoción inicial, terminan también abandonando el evangelio.
Puesto que su fe no es genuina, Jesús los comparó con los de corazón duro, los del terreno al lado del camino.
La única diferencia es que al principio su dureza de corazón no es evidente,,,, pues está enterrada debajo de la superficie.
A primera vista, el suelo pedregoso se ve bien.
La respuesta inicial de algunos al evangelio es emocional y entusiasta. Todo parece indicar una fe verdadera, pero en realidad su fe es superficial y temporal.
Sus sentimientos son afectados, se emocionan, pero sus corazones no son transformados. En realidad no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración.
Quizá al momento que escucharon la Palabra estaban pasando por un tiempo de necesidad en sus vidas y vieron el beneficio del evangelio
(el apoyo de los hermanos, las oraciones, las promesas de Dios, todo eso.).
Se emocionaron y hasta consideraron integrarse a la iglesia, pero cuando terminaron los buenos tiempos de la alegría y llegaron los problemas y los desafíos, la planta se marchitó.
La fe que nace de una simple emoción, morirá cuando la emoción termine.
Estos oyentes desaparecen, se asustan y se desaniman cuando se ven amenazados por el más pequeño desafío de su fe.
No están dispuestos a pagar el costo de seguir a Cristo, no desean comprometerse con el Señor.
No pueden perseverar, debido a que ,,, su fe ,,,, en el evangelio no va más allá de la superficie,,,,, tropiezan bajo la presión de las dificultades.
Normalmente en eventos cristianos, ya sea conciertos, conferencias o retiros espirituales, se puede ver a muchas personas cautivadas y emocionadas por el ambiente y el momento, ,,,,,, es posible que, aún con lágrimas, entreguen sus vidas al Señor.
Si en verdad son genuinos, van a dar evidencia con dos cosas: su perseverancia y su crecimiento.
Esas dos cosas mostrarán su amor genuino por Jesús. De otra manera muestran nada más ser un terreno pedregoso.
EL TERRENO ESPINOSO.
Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Marcos 4:7, 18-19
Algunas personas son como la semilla que cayó entre los espinos. Éstas reciben la palabra pero permiten que los intereses y afanes de este mundo la ahoguen.
Podríamos decir que este suelo es muy fértil. La palabra de Dios crece allí, pero también lo hace cualquier otra cosa. Y todo lo demás pronto empezará a desplazar la palabra de Dios.
Al igual que los del suelo pedregoso, parecen buenos por fuera, pero por debajo la tierra está contaminada por espinas y malezas ocultas.
Cuando la semilla comienza a crecer, una maleza espinosa brota a su lado, asfixiando la planta buena para que no pueda llevar fruto.
A diferencia del corazón resistente y duro de los del lado del camino, o del sentimentalismo superficial de los del suelo pedregoso, los representados por el suelo espinoso son inconstantes, no son firmes en sus decisiones.
En lugar de tener un deseo de amar a Cristo, sus corazones permanecen cautivos ,,,, por un amor ,,,, hacia el mundo.
Su preocupación por los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas pone al descubierto la verdadera lealtad de sus corazones.
En lugar de alejarse de la verdad debido a las dificultades, estas personas se alejan de la verdad por causa de las promesas de algo mejor.
Pero,,, claro, esas promesas nunca se cumplen, porque esos dioses o maestros en competencia son engañosos.
En su enseñanza Jesús advierte contra las cosas que Él identifica como las malas hierbas que ahogan el crecimiento:
las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y el deseo de otras cosas.
El joven rico es un ejemplo de cómo la preocupación por la prosperidad material estorba a la gente para responder al llamamiento de Jesús al discipulado (Marcos 10:17-22).
La historia de Judas es otra advertencia de cómo el dinero y las riquezas, puede seducir ,,,,, incluso a uno de los doce y llevarlo a tomar una decisión errónea.
Judas vendió a su maestro por la codicia del dinero (Marcos 14:10-11).
Hoy día,,,, muchos venden a Jesús por dinero, como si Jesús fuera un producto.
Los falsos predicadores que piden dinero todo el tiempo a cambio de una promesa de sanidad, salir de deudas, de una vida mejor, ,,,,, están vendiendo a Jesús.
El predicador Adrian Rogers dijo: Judas fue el primero que trajo a otros a Jesús cobrando dinero.
Si,,,, los que trajo eran los soldados ,,,,, para arrestarlo.
Jesús explicó en el Sermón del Monte: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mateo 6:19-21, 24).
La atracción por las cosas del mundo y el amor al dinero son dos obstáculos que hacen tropezar a muchos.
El apóstol Pablo advirtió que “raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:15-17).
El amor por el mundo y el amor por la palabra son incompatibles ,,,, el uno ahoga al otro.
Aquellos que aman de veras a Cristo abandonarán el mundo.
Los que aman el mundo abandonarán a Cristo y, por tanto, llegarán a ser espiritualmente incapaces de producir fruto.
No se dice que la planta muere (como podemos suponer con el suelo pedregoso), sino que se ahoga y queda sin fruto.
Una vida llena de búsquedas materiales no tiene espacio para la Palabra de Dios y no produce fruto para Él.
El amor al trabajo es amor al dinero. Conlleva la excusa que hay que aprovechar el tiempo para producir ,,,,,, mientras se pueda.
Pero Jesús dice: Los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Cuando despiertes de tantas horas de trabajo, tus hijos ya habrán crecido y siguieron tu ejemplo, dejaron a Dios por seguir los afanes de esta vida.
Habrás perdido mucho más de lo que supuestamente construiste.
Asegúrate de reservar tiempo para Dios para que puedas escucharlo cuando te hable.
EL TERRENO RECEPTIVO.
Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno....Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.
Marcos 4:8, 20
El reino de los cielos empieza con la predicación de la Palabra de Dios.
La semilla se siembra en los corazones de la gente.
¿Por qué comparar la Palabra de Dios con una semilla?
Porque la Palabra es “viva y eficaz” (Hebreos 4:12).
A diferencia de las palabras de los hombres, la Palabra de Dios tiene vida en sí; y esa vida puede ser impartida a los que la creen.
La verdad de Dios debe echar raíces en el corazón, debe ser cultivada y se le debe permitir que dé fruto.
Nos sorprende que tres cuartas partes de la semilla no dieron fruto.
Para que una planta dé fruto debe tener sus raíces en el suelo y recibir la luz solar.
Es importante oír la Palabra de Dios, porque “la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17).
Algunas personas son como la buena tierra, y éstas reciben la palabra, y dan fruto, cumpliendo así el propósito de la semilla.
Esta parábola muestra que cuando la palabra es recibida de la manera que debe ser recibida, algo sucede – se produce fruto.
Si nada sucede, entonces la palabra no esta siendo recibida como debería. Fruto es la prueba de la verdadera salvación (Mateo 7:16).
Esto incluye la santidad (Romanos 6:22),
el carácter cristiano (Gálatas 5:22-23),
buenas obras (Colosenses 1:10),
ganar a otros para Cristo (Romanos 1:13),
compartir lo que tenemos (Romanos 15:25-28) y
alabar a Dios (Hebreos 13:15).
Jesús contrasta los tres tipos de tierra mala con la tierra suave, limpia y fértil de la fe verdadera.
Él describe a los discípulos genuinos como los que fueron sembrados en buena tierra.
Sus corazones han sido preparados por Dios mismo (Juan 6:44, 65), cultivados y labrados por el Espíritu Santo (Juan 16:8-11), por eso es que oyen la palabra, y la reciben.
La verdad de la Palabra de Dios se arraiga profundamente en ellos.
Ni Satanás ni el mundo pueden frustrar el efecto redentor del evangelio cuando está depositado en un corazón preparado por Dios para recibirlo.
Al incluir la buena tierra en su parábola, Jesús animó a sus discípulos y, por extensión, a todos los demás creyentes que proclaman la verdad del evangelio de Cristo.
Aunque muchos oyentes rechazarán el evangelio debido a dureza, superficialidad y mundanalidad, siempre habrá algunos a quienes Dios ha preparado para recibir las buenas nuevas de salvación (Isaías 6:8-13).
Los verdaderos creyentes, aquellos caracterizados por la buena tierra, no solo reciben el evangelio de manera intelectual, sino que son transformados por el evangelio a través del poder del Espíritu Santo.
Como resultado ,,,, dan fruto.
Jesús explicó este tema a sus discípulos en Juan 15:5-8, usando una metáfora agrícola diferente: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. (Juan 8:31; 14:15).
Llevar fruto es el resultado inevitable de quienes creen verdaderamente.
Preparar un terreno para sembrar la semilla y eventualmente cosechar fruto ,,,,, conlleva tiempo y paciencia.
Es muy probable que Dios esté preparando el terreno de tu corazón a través de personas que oran por ti, comparten la Palabra de Dios contigo, te animan y están siempre pendientes de tu bienestar espiritual.
Sin embargo, puesto que eres un ser con intelecto, voluntad y emociones, eres tú quien debe responder voluntariamente al trabajo que Dios hace en tu vida por medio del Espíritu Santo.
Haz una oración en este momento y pídele al Señor que te ayude a ser tierra fértil. Dios es quien planta y espera fruto para sí mismo, pero ese fruto está lleno de muchas bendiciones para tu vida.
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