El rol de las mujeres: su vestido

1 Timoteo: La casa puesta en orden  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Nuestra manera de vestir también está involucrada en la adoración, porque revela lo que hay dentro del corazón.

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La semana pasada estuvimos abordando las instrucciones de Pablo a Timoteo para poner en orden la iglesia de Éfeso y que estaban relacionadas con el rol de los hombres y las mujeres.
Mencionamos que es apremiante que los hombres ejerzan liderazgo, que oren levantando manos santas; pero que lo hagan con un corazón puro, no impulsados por la ira o el autoritarismo; que la condición de ser hombres no involucra automáticamente una capacidad para liderar y que se refiere un trabajo en el carácter.
Ahora, el Apóstol va de camino a fijar algunas instrucciones al respecto de las mujeres.
Tal como lo planteamos en el argumento de la sección; aunque hombres y mujeres son iguales en dignidad delante de Dios, los roles que cada uno son llamados a ejercer influyen en la forma en que se ve su adoración en el contexto del culto o la reunión pública.
Mientras los hombres deben tener una disposición de pureza y prepararse santidad antes de dirigir las reuniones, las mujeres, en cambio, debían prepararse en su forma de vestir y también en una disposición de ponerse gozosamente bajo el liderazgo y la enseñanza de los hombres, siguiendo así el orden del Señor.
Dicho de otro modo, en las reuniones o cultos debía evitarse la tentación de convertirlos en una guerra de sexos por el poder y la autoridad, y también debía evitarse el convertirlo en una ocasión para exhibir modas y llamar la atención en exceso sobre sí mismos.
Las reuniones de la iglesia no debían parecerse a las asambleas que se solían celebrar en las ciudades paganas y debían más bien seguir el patrón de lo que Dios ya había establecido y regulado por diseño.
Los dos aspectos que Pablo señala acerca de las mujeres son en su orden: su forma de vestirse para ir a las reuniones y su actitud frente a la enseñanza y el liderazgo en la iglesia.
Hoy nos ocuparemos solamente del primero de ellos, considerando que aunque hay una relación entre ambos en el sentido de ser deberes congregacionales, tienen implicaciones prácticas distintas, por los que para efectos de esta enseñanza solo nos enfocaremos en los versos 9-10 en lo tocante al vestido de las mujeres y el culto público; advirtiendo, por supuesto, que lo que se pide aquí a las mujeres, también tiene relevancia para los hombres, así que es un asunto que tiene que ver con todos los creyentes en general.
Nuestra manera de vestir también está involucrada en la adoración, porque revela lo que hay dentro del corazón.
Este argumento lo vamos a desarrollar a la luz de los siguientes encabezados:
Lo que se debe buscar con el vestido
Lo que se debe evitar con el vestido
Aspectos prácticos

Lo que se debe buscar con el vestido

La palabra “asimismo” sugiere que esta instrucción está en el marco de lo que ya se ha instruido a los hombres y es en cuanto al culto público o la reunión congregación. Como mencionamos, la idea es que así como los hombres deben tener una actitud santa y un corazón limpio para liderar, las mujeres deben considerar lo presente.
Lo primero que vemos en esta instrucción es el mandato de Pablo a que las mujeres se adornen o que se atavíen.
La frase debería traducirse literalmente: que las mujeres se adornen con ropa adornada. La palabra detrás de “adornarse” es la palabra kosmein que guarda a su vez relación con “cosmos” o con algo que es ordenado. De allí viene también la palabra que entendemos como cosmético, en nuestro idioma español.
La idea es clara, Dios no prohíbe que una mujer se vista o se adorne. De hecho, Dios dio el vestido con el propósito de cubrir la vergüenza que producía la desnudez. Mientras la conciencia de pecado no existía, la desnudez no era un problema, pero una vez el pecado entra en el mundo viene la necesidad de cubrir y de cubrir completamente.
Ahora bien, por diseño divino, los hombres y las mujeres tienen una asimilación diferente de lo que significa vestirse. Incluso, en el Antiguo Testamento, hablando de la ropa que debían vestir los hombres y las mujeres, se establece una distinción más basada en el diseño (Deuteronomio 22:5), y también en el uso de ciertos materiales, adornos y colores, como el púrpura, por ejemplo (Proverbios 31:22).
Así que, no hay ninguna prohibición en la biblia al adorno en armonía con la sutileza y el buen gusto con el que Dios ha dotado a las mujeres por diseño; sin embargo, sí hay algunas cosas que considerar, sobre todo por la tendencia del corazón caído de usar todo aquello que Dios creó como bueno como algo que sirva a nosotros y no al Señor.

Ropa decorosa

La palabra empleada aquí para ropa (o traje), καταστολή (Katastole), que significa, literalmente, algo holgado, que se deja caer. Está asociado con la idea de cubrir; así que el concepto completo es: ropa decorosa lo suficientemente holgada. El propósito parece obvio: cubrir la vergüenza de la desnudez.
Es interesante cómo el mundo ha distorsionado la idea del vestido y pareciera que en lugar cubrir lo que busca es exhibir.
Aquí también hay algo importante al respecto del uso de trajes no decorosos. Algunas mujeres pareciera que con el fin de evitar el extremo del adorno, corren al otro lado del péndulo, optando por ropa que es igualmente llamativa, pero más por su uso fuera del tiempo, que no es armonía ni con la belleza y tampoco con la época. Es como si buscaran llamar también la atención sobre sí mismas y su vestido, pero de otra forma, y la verdad es que ambos extremos deben ser evitados. Tanto el exhibicionismo como el uso de ropa no coherente y extravagante en relación con el tiempo y las épocas.
El vestido debe reflejar orden, belleza, armonía, coherencia, todo en la medida justa, porque eso es Dios y da honra a Él.
Como bien señala el comentarista William Hendriksen:
El vestido debe expresar la modestia interior y la sana perspectiva de la vida, la perspectiva cristiana. Aplicado a nuestro tiempo y era.
Al final de cuentas y visto desde la perspectiva del Edén y de lo que sucedió después de la caída, el vestido tiene todo que ver con el evangelio. La idea de cubrir o vestir siempre ha estado asociada con Dios, cubriendo nuestra vergüenza y desnudez, y eso es exactamente lo que sucede en la persona de Cristo cuando somos “vestidos” de su justicia. Mary Kashian, autora de varios libros, entre ellos “Chicas sabias en un mundo Salvaje”, dice lo siguiente, y esto en una entrevista con Nancy Leigh Demoss:
[...] La razón por la que usamos ropa es en realidad para dar testimonio del evangelio. Es para contar una historia. Cubrimos nuestra desnudez para contar la historia de que Cristo cubre nuestra desnudez, nuestra vergüenza y nuestro pecado; que su cobertura es adecuada para la culpa que tenemos por nuestro pecado. Por eso es que continuamos usando ropa, e incluso cuando lo veamos en la eternidad no vamos a estar sin ropa. Él nos dará ropas nuevas. Él nos vestirá con ropas justas en ese momento. Así que cuando exponemos nuestros cuerpos, cuando exponemos nuestra carne desnuda y nos vestimos de una manera en la que glorificamos la desnudez, realmente no estamos diciendo la verdad sobre el evangelio. Nuestras ropas no están dando testimonio de lo que deberían estar dando testimonio.

Con pudor y modestia

Pero además de cubrir lo suficiente, hay un siguiente aspecto que Pablo menciona que debe ser perseguido a la hora vestir y es el pudor y la modestia.
Ambos términos contienen la idea de recato, pero están orientados, más que a la forma de la ropa, a la actitud del corazón y la intención que hay detrás de cada vestido.
Pudor: Esta palabra tiene que ver con buen juicio, con sentido común o con cordura. No se espera que una mujer comunique alguna actitud que es incoherente con la realidad de su tiempo, que no se vea desaseada o como una mujer que no está bien de su cabeza. Es la cualidad de lo que es apropiado o pertinente.
Modestia: Esta palabra tiene un significado mucho más claro y relacionado con la motivación del corazón. Sugiere un sentido de vergüenza o de recato, un temor de sobrepasar los límites de la decencia (Hendriksen). Es una virtud asociada a la humildad y que se opone a la vanidad pretenciosa o a un deseo de atraer la atención sobremanera.
Como se puede ver a la luz del significado de estas palabras escogidas con tanto cuidado por Pablo, el vestido apropiado de la mujer no tiene solo que ver con las formas o el tipo de ropa permitida, sino mayormente con una actitud de la mente y del corazón, con el buen juicio y la humildad.
Una mujer puede usar ropa larga y holgada y, aun así, no estar vestida con modestia porque su actitud puede ser ostentosa y las actitudes que acompañan su vestido pueden comunicar vanidad y poca humildad.
Esto se trata de encontrar un balance, pero es algo que comienza desde adentro, desde el corazón, y se refleja en la ropa que se escoge.
La modestia no es un tipo de ropa, es una actitud del corazón que se refleja en una manera de vestir, de hablar, de conducirse.
La importancia de esto recae en que permanecen vigentes, independientemente de que los estilos y las formas cambien. Es claro que si las mujeres vistieran hoy como se vestían las mujeres en la época del apóstol Pablo sería algo extraño, pero las motivaciones que deben impulsar la forma de vestir deben estar siempre presente independiente del tiempo y la época que transcurra. En ese sentido, las mujeres siempre deben cubrir su desnudez, siempre deben vestir con buen juicio y siempre deben vestir con modestia.
Pero ¿por qué Pablo da una instrucción a las mujeres de esta naturaleza? Es más, ¿por qué es algo importante para la iglesia?
Las respuestas a esas preguntas pueden ser diversas, pero sí nos ceñimos a la idea predominante en el contexto. Parece ser que Pablo quería evitar que las mujeres comunicaran algún tipo de irreverencia o que socavaran la autoridad de sus esposos, comunicando así una especie de emancipación o empoderamiento. Esto podría resultar dañino, aunque fuera conforme al espíritu de la época, especialmente entre la aristocracia romana.
Una idea similar se ve en 1 Corintios 11:3-10:
Pero quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo], y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios. 4 Todo hombre que cubre su cabeza mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza. 5 Pero toda mujer que tiene la cabeza descubierta mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza, porque se hace una con la que está rapada.
6 Porque si la mujer no se cubre la cabeza, que también se corte el cabello; pero si es deshonroso para la mujer cortarse el cabello, o raparse, que se cubra. 7 Pues el hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios, pero la mujer es la gloria del hombre. 8 Porque el hombre no procede[b] de la mujer, sino la mujer del hombre. 9 En verdad, el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. 10 Por tanto, la mujer debe tener un símbolo de autoridad sobre la cabeza, por causa de los ángeles.
En Corintio, descubrir la cabeza o raparse era considerado una señal de inmodestia en una mujer y Pablo asocia este acto de inmodestia como algo que afrenta la autoridad de los esposos, era como si comunicaran que estaban solteras o que estaban disponibles para otro matrimonio.
Habiendo Pablo animado a los hombres a ejercer liderazgo de manera bíblica, parece tener mucho sentido que las mujeres pudieran comunicar consideración por el liderazgo de los hombres en su manera de vestir.
Incluso hoy, en nuestra época, es inapropiado que un hombre camine exhibiendo la desnudez de su esposa. No es algo que le añada respeto a la autoridad del esposo, sino todo lo contrario.
Esto también muestra la manera en que como esposos debemos involucrarnos en la modestia de nuestras esposas. Somos hombres y sabemos cuándo hay una forma de vestir que es inapropiada o que exhibe más de lo que debería y es nuestro trabajo comunicar con gracia nuestra apreciación y animar a nuestras esposas en ese sentido.
En una sociedad en la que las mujeres son exhibidas como un trofeo, los hombres debemos cuidarnos de seguir la misma corriente y procurar contribuir a su andar modesto.
Pero hay algo más al respecto del vestido y es acerca de los adornos, lo que era adicional a la ropa; los accesorios, en los que también debía actuarse con buen juicio y modestia; y esto nos conduce al siguiente punto:

Lo que se debe evitar con el vestido

Este pasaje nos conduce ahora acerca de las que deben evitarse en cuanto al vestido y es la extravagancia y la ostentación.
Influenciadas por la cultura de la época, algunas mujeres podrían verse tentadas al uso de joyas y perlas de alto costo, así como adornos de oro que se entrelazaban entre el cabello y que implican una inversión alta de tiempo; Pablo entiende que aquello en lo que se invierten sumas exorbitantes de dinero es algo a lo que se le está dando una importancia más allá de lo debido.
Esta no es una prohibición al uso de joyas o adornos, sino más bien al uso desmedido. Algunos hermanos de humilde condición podrían incluso verse tentados y también podría tenerse como agravante el deseo de querer mostrar una posición o condición, mostrar algún status.
No se prohíbe tampoco el invertir en cosas que son de buena calidad, aunque representen algún costo, sino al uso de ciertos elementos llamativos cuyo único propósito es comunicar nuestro poder adquisitivo o posición social.
Las mujeres no deben ceder a la tentación de querer hacer cosas por competir o impresionar; los adornos externos lo más que lograrán es atraer las miradas hacia ellos, pero nunca hacia la esencia de la persona.
El problema con estas mujeres era que al parecer gastaban grandes sumas de dinero en estos accesorios, en lugar de hacerlo en obras de misericordia y la extensión misma del reino. Era una actitud incoherente con lo que se espera de un creyente.
Es increíble lo que los hábitos de compra pueden reflejar acerca de nosotros y dónde están nuestras prioridades.
Alguien dijo una vez: si quieres saber qué es lo que consideras importante en tu vida, evalúa dónde inviertes tu dinero y tu tiempo.
El mundo ha vendido a las mujeres la mentira de que su realización está en tener la capacidad de gastar y comprar todo lo que deseen; pero esa es una mentira que debe ser resistida.
Sobre esto, en la alabanza a la mujer virtuosa en Proverbios 31 leemos:
Abre su boca con sabiduría, Y hay enseñanza de bondad en su lengua. Ella vigila la marcha de su casa, Y no come el pan de la ociosidad. Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, También su marido, y la alaba diciendo: «Muchas mujeres han obrado con nobleza, Pero tú las superas a todas». Engañosa es la gracia y vana la belleza, Pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada. Denle el fruto de sus manos, Y que sus obras la alaben en las puertas de la ciudad.
Creo que esto lo que está en la mente del Apóstol y lo que se espera de las mujeres piadosas en la iglesia local.
Mi amada hermana, no compres la mentira de que tu realización está en lo que te pones, porque todo esto se quedará aquí; pero lo que cultivamos para el Señor permanecerá para siempre.

Aspectos prácticos

Luego de ver entonces todo a lo que este texto nos llama y las implicaciones que tiene, quiero recomendar algunos asuntos prácticos, desde mi perspectiva de hombre, pero también de esposo y creyente, en lo que creo son cosas que pueden ayudar a una práctica de modestia en la iglesia local:
Antes de ir a la reunión congregacional, trata de pensar no solo en qué vas a vestir sino en lo que vas a comunicar.
Viste con buen juicio y de acuerdo con cada etapa de tu vida, conforme a tu edad.
Encuentra personas de confianza a las que puedas consultar acerca de cómo ve cierta forma de vestir y si la considera apropiada, mantente dispuesta a recibirlo con humildad. Crea relaciones y abre la puerta para que otras mujeres puedan ayudarte en evaluar tu vestido, después de todo, tu corazón te puede decir que es lo correcto, pero eso puede ser engañoso.
Cuando estés frente al espejo, hazte intencionalmente las preguntas incómodas: ¿realza algún área de mi cuerpo por encima de otras? ¿Cubre lo suficiente o es sugestivo? ¿Puedo moverme y sentarme con comodidad? ¿Puedo levantar las manos durante la adoración con libertad sin que se descubra algún área del cuerpo? ¿Necesito algún accesorio adicional para cubrir algún área íntima del cuerpo? ¿Es demasiado corto? ¿Es demasiado transparente? ¿Es demasiado ajustado?
Considera no ser ocasión de tropiezo. Puede ser que haya hombres en la iglesia y fuera de ellas con serios problemas de lujuria y ellos deben dar cuentas por eso, pero no quisieras ser un tropiezo para un hermano en la fe. La Biblia dice que si alguien mira a una mujer para codiciarla, adulteró con ella en el corazón; por lo que es importante trabajar en no ser tropiezo en esa área. Esta no es la razón principal para vestir modestamente, pero es algo que deberías tener en cuenta.
Si estás casada, habla con tu esposo abiertamente sobre cómo te percibe. Pregúntale de manera directa si piensa que algún vestido es provocador o inmodesto y traten de crear un entorno de gracia alrededor de eso.
Traslada tu modestia a los contextos distintos a la iglesia. Conviértelo en una forma de vida, pues somos creyentes en todo lugar donde estamos.
Que el Señor nos conceda su gracia para entender que todo lo que hacemos es un acto de adoración, e inckuso como nos vestimos.
¡Amén!
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