Su muerte y Su Resurrección

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Para entender Su resurrección, debemos primero entender Su muerte.

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Su muerte y Su Resurrección
Domingo 31 de Marzo 2024 - Retiro Campamento de Iglesia Bethel Zacapa en la Estancia de la Virgen, Guatemala
ORACIÓN
“Señor, Tú, el Todopoderoso, el Dios que creó este universo con Sus dedos, que puede lograr cualquier cosa con facilidad te suplicamos que seas Tú el Maestro en esta iglesia y que Tus Palabras penetren nuestros corazones hasta lo más profundo y que veamos con claridad Tu voluntad, Tu plan, Tu deseo, Tu gran misericordia para con nosotros Señor.
Gracias Cristo. Amén.”
Para entender Su resurrección, debemos primero entender Su muerte.
QUÉ ERA LA CRUZ PARA CRISTO
La cruz no es únicamente sufrimiento; es una fuente de vida, de gloria, de bendición y de comunión con Dios.
Jesús abrió esa fuente en la cruz y todavía está abierta para todos aquellos que quieran seguir Sus pisadas.
No hay otra fuente de agua en el desierto de esta vida.
De manera que al entender que la cruz para Cristo no significó únicamente el evento del Calvario y el ser colgado en un madero, lo cual fue el último paso de una larga trayectoria de abrazar diariamente la cruz, quiero que sepamos qué era la cruz para el Señor.
¿En qué negó el Señor Sus propios derechos y deseos humanos cada día?
Por lo menos quiero ver 10 cosas, por el tiempo no puedo detenerme y detallar cada una, aunque sería una enorme bendición, pero algunas sólo voy a mencionarlas y otras voy a mencionar unos detalles, y luego quiero ver entonces Su resurrección.
1- El ayuno
El ayuno es lo primero que pensamos cuando hablamos de crucificar la carne.
El ayuno nos humilla y es una aflicción para la carne.
Salmo 35:13 dice:
“13Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio;
Afligí (humillé) con ayuno mi alma,
Y mi oración se volvía a mi seno.”
Obviamente, Cristo ayunó antes y durante Su ministerio, como vemos que hizo después de ser bautizado en el río Jordán.
2- Sufrir enfermedades
Según Hebreos 2:18, Cristo fue probado en todo, al igual que nosotros; eso significa que Él también se enfermó.
Jesús entiende lo que es la debilidad del cuerpo y lo que es estar postrado en una cama.
¿Cómo lo sabemos? Además del pasaje de Hebreos 2, en los Salmos leemos muchas de las experiencias que Jesús tuvo durante Sus años de preparación y durante Su ministerio.
El libro de los Salmos es como un diario personal del Señor.
Por ejemplo: El Salmo 40:6-8 expresa palabras y experiencias de Jesús, como dice Hebreos 10:5-8.
También el Salmo 55:12-14, no se refiere únicamente al salmista; está hablando de Cristo y de Judas, Su traidor.
Salmo 41:7-9 dice:
“7Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
Contra mí piensan mal, diciendo de mí:
8Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
9Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
Alzó contra mí el calcañar.”
Según Juan 13:18 (“No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar”), estas son palabras del Señor Jesucristo.
En este pasaje encontramos al Señor en cama con tal gravedad, que los que lo aborrecían pensaban que no volvería a levantarse.
Y solo haciendo un pequeño paréntesis para comentar algo de esto, algunos cristianos creen que las personas sólo pueden enfermarse porque hay pecado o por falta de fe.
De ser así, según 2 Reyes 13:14 (“Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió…”), el profeta Eliseo fue un hombre falto de fe entonces, pero obviamente sabemos que no es así.
Jesús puede compadecerse de nosotros y entendernos porque Él ya pasó por este camino.
¡Gloria a Dios hermanos!
3- Oír la voz de Su Padre
Oír constantemente la voz de Dios y saber cuál es Su voluntad, es una gran responsabilidad para cualquier ser humano, ya que de ese momento en adelante, no puede dar ninguna excusa para no hacer Su voluntad.
Y aquí puedo comentar más pero llegaré hasta aquí, quiero seguir avanzando.
4- Ser llamado por Dios pero ser escondido por tantos años bajo la presión de los tratos de Dios.
5- Hacer y decir cosas que fueron malentendidas y con frecuencia vergonzosas para él y para otros.
6- Manifestar fielmente amor a una multitud que iba a crucificarlo.
7- Manifestar bondad a un diablo.
Juan 6:70-71 dice:
“70Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?
71Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.”
8- Tomar nuestro pecado y llegar a ser culpable sin justificarse.
2 Corintios 5:21 dice:
“21Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
A veces nos cuesta captar el peso de este pensamiento: “Cristo se hizo pecado”.
La Biblia declara que nuestra naturaleza, el hombre viejo, es el cuerpo de pecado.
Romanos 6:6 dice:
“6sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.”
Jesús no sólo llevó nuestros pecados sino que se hizo pecado; Él tomó nuestro lugar para que nosotros pudiéramos tomar Su lugar y ser justos como Él.
Jesús no trató de justificarse ante Pilato, porque al haber tomado nuestro lugar, era culpable.
9- Pasar por la hora más oscura de Su vida sin ningún consuelo
Mateo 27:46 dice:
“ 46Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Durante el tiempo de la crucifixión, que fue la hora más oscura para Jesús, el momento más difícil de Su ministerio, el Padre no estuvo allí para animarlo.
La voz de los cielos que se escuchó en el río Jordán y manifestó la complacencia por Su hijo, no se dejó oír esta vez.
—Aplicación para nosotros—: Si deseamos que el calvario sea real en nuestra vida, esta será una experiencia que tendremos que atravesar, y es, tal vez, una de las más difíciles de la cruz de Cristo.
Es muy común en la caminata cristiana que en las horas más negras, y en los valles más profundos, el enemigo venga y nos diga: “Esto te sucede porque estás equivocado; te saliste del camino, te extraviaste; el Señor ya no está contigo, ya no está complacido con tu vida, por eso Él no viene a ayudarte”.
En ese momento debemos decir: “Padre mío, conozco Tu corazón, y Tú dijiste que nunca me abandonarías, y en mi noche oscura yo sigo confiando en Ti y buscándote; yo sé que estás conmigo aunque no sienta nada, pero sé que estás conmigo porque me amas”. ¿Amén?
10- Demostrar y expresar mansedumbre como nunca antes en la historia
Mateo 11:29 dice:
“29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;”
Cristo manifestó la mansedumbre de un cordero al enmudecer delante de Sus trasquiladores.
Él no abrió Su boca, aunque los trasquiladores no sólo le quitaron la lana, sino también la vida.
Si queremos ser como Cristo debemos aprender de Él, que es manso y humilde de corazón.
Sólo así hallaremos reposo para nuestra alma.
Entonces ahora podemos comprender un poquito más Su muerte y Su Resurrección.
SU MUERTE Y RESURRECCIÓN
EN EL CORAZÓN DE LA TIERRA
Mateo 12:40 dice:
“40Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”
Al morir, Jesús fue al corazón de la tierra, el infierno.
El infierno es lo que en la Biblia se llama Seol en el Antiguo Testamento, y Hades en el Nuevo Testamento.
Los Salmos lo definen como las profundidades del Seol o el hoyo profundo, solo miremos algunos versos:
Salmo 86:13 dice:
“13Porque tu misericordia es grande para conmigo,
Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.”
Salmo 88:4-6 dice:
“4Soy contado entre los que descienden al sepulcro;
Soy como hombre sin fuerza,
5Abandonado entre los muertos,
Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
De quienes no te acuerdas ya,
Y que fueron arrebatados de tu mano.
6Me has puesto en el hoyo profundo,
En tinieblas, en lugares profundos.”
Al leer el testimonio de Jonás cuando se encontraba en el vientre del pez, podemos entender algo de lo que Cristo sufrió por nosotros.
Jonás 2:1-3 dice:
“1Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez,
2y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó;
Desde el seno del Seol clamé,
Y mi voz oíste.
3Me echaste a lo profundo, en medio de los mares,
Y me rodeó la corriente;
Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.”
Todos los juicios de Dios cayeron sobre Jesús durante el tiempo que Él descendió al infierno.
Sigamos leyendo en Jonás 2:4-6:
“4Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos;
Mas aún veré tu santo templo.
5Las aguas me rodearon hasta el alma,
Rodeóme el abismo;
El alga se enredó a mi cabeza.
6Descendí a los cimientos de los montes;
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.”
El alga es una planta viva de las profundidades del mar.
Nos habla de los demonios y seres que Cristo encontró en el Seol.
Cristo murió espiritualmente.
Aunque tratemos de imaginar el tormento, la tortura, y el dolor que Él pasó, somos incapaces de entenderlo.
Para nosotros tal vez no represente mucho, debido a nuestras naturaleza contaminada y vil.
El Hijo de Dios puro, santo y Amador de la justicia fue ese lugar donde los demonios se enredaron alrededor de Su cabeza como algas, atormentando sus pensamientos, burlándose de Él, acusándolo, riéndose y, como dice este verso, la tierra echó sus cerrojos sobre Él.
Seguramente Satanás gritó: “¡Cierren las puertas con llave, para que nunca más ascienda a Su trono! ¡Hemos triunfado! El Hijo de Dios está bajo nuestro control, démosle lo que Él merece de nuestra parte”.
Toda la furia del infierno fue dirigida hacia Cristo.
Él tuvo que pasar tres días y tres noches con esos seres inmundo, contaminados, viles y sucios, de la peor clase que hay.
Volvamos a leer Jonás 2:6, y además el versículo 10 que dicen:
“6Descendí a los cimientos de los montes;
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.
10Y mandó (OJO: Fue un mandato del Señor) Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.”
Podemos imaginar lo que sucedió al cumplirse el plazo.
De pronto, por los corredores del infierno, tronó una voz de los cielos diciendo: “¡Ya basta, ya basta! ¡El precio ha sido pagado, el castigo ha sido sufrido, el pecado ha sido castigado! ¡Ven fuera Hijo, ya es tiempo para reinar!”.
Esa palabra, que sacudió las puertas del infierno, también le dio a Cristo ánimo, poder y gracia para hacer la voluntad de Dios.
Él salió libre y victorioso de la cárcel en que se encontraba.
Ahora es el Rey Eterno, y el Padre lo exaltó hasta lo sumo.
EL PRIMOGÉNITO DE LOS MUERTOS
Colosenses 1:18 dice:
“ 18y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;”
Con la ayuda del Espíritu Santo, quiero que entendamos este verso: Jesús es el primogénito entre los muertos.
¿Qué significa primogénito? Es el primero que es engendrado.
Cristo no fue el primer hombre que resucitó de los muertos (Lázaro y muchos otros en la Biblia resucitaron de entre los muertos).
Este verso no habla de Su resurrección física sino de Su nacimiento espiritual.
Cristo fue el primero en nacer de nuevo.
A Él se le llama el primogénito entre muchos hermanos en Romanos 8:29:
“29Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”
A Él se le llama el primogénito entre muchos hermanos porque al salir del infierno, Él experimentó el nuevo nacimiento.
Cuando Cristo bebió la copa que el Padre le dio, que era hacerse pecado, murió espiritualmente y fuese separado de Su Padre (eso es la definición de muerte en las Escrituras, la muerte física es una separación entre el alma y el cuerpo).
Hechos 13:32-33 dice:
“32Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres,
33la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.”
En el huerto de Getsemaní, Cristo murió espiritualmente.
Él fue separado de Su Padre cuando se hizo pecado.
Sin embargo, fue restaurado a Su relación con Dios al ser librado de la muerte, momento en el cual fue declarado Hijo de Dios según el Espíritu Santo, por la resurrección de entre los muertos, como lo dice Romanos 1:4:
“ 4que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,”
En ese momento, el Padre dijo: “Mi Hijo eres Tú, yo te engendrado hoy”, y Jesús experimentó, como un ser humano, la restauración de Su relación íntima con Dios, la cual había perdido.
Gracias a esta obra, todos los seres humanos podemos ser restaurados y nacer de nuevo, para llegar a ser parte de la familia de Dios.
Él fue el primero en tener esa experiencia, por eso se le llama el primogénito de entre los muertos.
Lucas 20:35-36 dice:
“35mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.
36Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.”
El Señor nos ofrece la misma experiencia: Ser hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Dios quiere salvarnos no sólo del infierno, sino también formarse en nosotros.
Él desea que reinemos en esta vida sobre la carne, sobre nuestras debilidades, sobre nuestra propia persona, sobre el mundo, y sobre el diablo, para que lleguemos a hacer una alabanza de la gloria de Su gracia.
CONCLUSIÓN
Mateo 16:25 dice:
“25Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.”
Hermanos la vida de Cristo está disponible para todos aquellos que reciban el anhelo en su corazón de ser librados por medio de la cruz, del yo, del egoísmo y el orgullo que existe en el ser humano.
Si estamos satisfechos, y amamos lo que somos, podemos seguir sin pena ni gloria en esta vida.
Pero si tenemos en nosotros el mismo clamor que había en el corazón de David, cuando dijo en el Salmo 17:15:
“15En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;
Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.”
Si tenemos en nosotros el mismo clamor que había en el corazón de David, Dios se encargará determinar Su obra en nuestra vida.
CORO: Haya una morada - C.
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