El amor…el fruto de la santificación

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Introducción

Hoy queremos retomar nuestro estudio y reflexión de la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses.
Y queremos enfocarnos en este día en los últimos versos del capítulo 3.
Pero debido a la extensa pausa que tuvimos que hacer durante el mes de marzo, les propongo que comencemos leyendo este capítulo desde el principio para ayudarnos a recordar el contexto.
Dice el apostol Pablo en el verso 1:
1 Tesalonicenses 3:1–10 (NBLA)
1 Por lo cual, no pudiendo soportarlo más, pensamos que era mejor quedarnos solos en Atenas.
2 Enviamos a Timoteo, nuestro hermano y colaborador de Dios en el evangelio de Cristo, para fortalecerlos y alentarlos respecto a la fe de ustedes;
3 a fin de que nadie se inquiete por causa de estas aflicciones, porque ustedes mismos saben que para esto hemos sido destinados.
¿Cuál era la preocupación de Pablo? ¿Qué era lo que no podía soportar más? Pues que nadie se inquietara por causa de estas aflicciones.
Pablo temía que las aflicciones que estaban experimentando los tesalonicenses a causa de su fe los desanimara a tal grado que los llevara a abandonarla.
Al darse cuenta que a él se le imposibilitaba el ir a visitarlos, prefirió entonces enviarles a Timoteo.
La misión de Timoteo era ir a ver de primera mano cómo estaba la iglesia y fortalecerlos y alentarlos con respecto a su fe. Y de paso recordarles que el sufrimiento era una parte intrínseca de vivir como peregrinos y extranjeros en este mundo. De vivir como exiliados en un lugar que no es nuestra patria.
Continúa en el verso 4 diciendo:
4 Porque en verdad, cuando estábamos con ustedes les predecíamos que íbamos a sufrir aflicción, y así ha acontecido, como saben.
5 Por eso también yo, cuando ya no pude soportar más, envié a Timoteo para informarme de su fe, por temor a que el tentador los hubiera tentado y que nuestro trabajo hubiera sido en vano.
6 Pero ahora Timoteo ha regresado de ustedes a nosotros, y nos ha traído buenas noticias de su fe y amor y de que siempre tienen buen recuerdo de nosotros, anhelando vernos, como también nosotros a ustedes.
Para Pablo los tesalonicenses eran un tesoro. Y hubiese sido sumamente doloroso para él verlos ser arrastrados por los engaños y las mentiras de Satanás.
Pero cuando Timoteo regresó a él con su informe, su corazón se llenó de gozo. Se llenó de gozo al enterarse que los tesalonicenses seguían firmes y perseverando en la fe aún en medio del sufrimiento. Y no solo permanecían firmes y perseverando sino que recordaban a Pablo con mucho cariño y anhelaban volver a verle.
Continúa Pablo en el verso 7 diciendo:
7 Por eso, hermanos, en toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados respecto a ustedes por medio de su fe.
8 Porque ahora sí que vivimos, si ustedes están firmes en el Señor.
9 Pues ¿qué acción de gracias podemos dar a Dios por ustedes, por todo el gozo con que nos regocijamos delante de nuestro Dios a causa de ustedes,
10 según oramos intensamente de noche y de día que podamos ver el rostro de ustedes y que completemos lo que falta a su fe?
Pablo les recuerda a los tesalonicenses que él también ha estado experimentando sufrimientos. Pero que el testimonio de ellos ha sido como una medicina para su dolor.
El saber que ellos estaban firmes y perseverando en la fe, llenó a Pablo de vida, de ánimo y de esperanza. Porque ahora sí que vivimos.
¿Qué más podía pedir Pablo? Solo que Dios le concediera la dicha; el regalo; la oportunidad de poder volver a ver el rostro de los tesalonicenses y así poder seguir sirviéndoles e invirtiendo en ellos.

Hijos y Siervos

Entonces llegamos a los últimos versos de este capítulo 3 donde Pablo continúa diciéndoles:
1 Tesalonicenses 3:11–13 (NBLA)
11 Ahora, pues, que el mismo Dios y Padre nuestro, y Jesús nuestro Señor, dirijan nuestro camino a ustedes.
Es evidente el gran deseo que Pablo tiene de volver a ver a los tesalonicenses. Pero él también tiene muy claro que eso ocurrirá solo si es la voluntad de Dios.
Pablo tenía bien claro que su vida estaba totalmente en las manos de Dios. Que nada ocurría en su vida si Dios no lo permitía.
Esto me hizo recordar lo que el apóstol Santiago le escribe a la iglesia:
James 4:13–15 NBLA
13 Oigan ahora, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia». 14 Sin embargo, ustedes no saben cómo será su vida mañana. Solo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. 15 Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
¿No es esta una mejor manera de vivir? ¿No es esta, realmente, la manera en que Dios quiere que sus hijos y sus hijas vivan?
Ciertamente tenemos nuestros planes, tenemos nuestros anhelos y deseos, tenemos nuestros sueños, tenemos nuestras metas, pero por encima de todo eso, nuestras vidas están totalmente sometidas a la soberana y perfecta voluntad de Dios. Lo que significa que en cualquier momento Él puede cambiar nuestros planes y nosotros estaremos bien con eso.
Si Dios nos cambia los planes no nos afligimos porque es que nuestras expectativas de la vida están en el lugar correcto. Porque hemos reconocidos que todos nuestros planes personales son tentativos. Cada vez que pongo algo en mi agenda le pongo tentativo.
Porque reconocemos que solo somos administradores del Rey. Somos simplemente sus mayordomos. Y un mayordomo es uno que simplemente se ha ganado la confianza para administrar lo que no es suyo.
Nuestro Señor nos ha dado todo. Él nos ha dado la vida, nos ha dado el tiempo, no has dado capacidades, nos ha dado fuerza, nos ha dado salud, nos ha dado recursos. Pero todo para que lo administremos fielmente. Porque nada es nuestro. Todo le pertenece a Él. Por lo tanto es Él quien decide cómo va a hacer uso de todo lo que nos ha dado, incluyendo nuestra propia vida.
Porque nosotros, aquellos que hemos nacido de nuevo, aquellos que hemos creído, hemos entendido que ahora tenemos un Padre y un Señor. Tenemos al Dios Padre y a nuestro Señor Jesús.
O sea, que nuestro rol, nuestra posición, nuestra identidad, nuestra postura es de hijos y de siervos.
Y como hijos, obedecemos y nos sometemos a nuestro Padre en todo. Y como siervos, también obedecemos y nos sometemos a nuestro Señor en todo.
Entonces vivir de esta manera me quita una gran carga de encima. Porque he reconocido que todo es de Él, que todo es para Él, que todo depende de Él y que mi única responsabilidad es ser fiel y obediente.
Entonces Pablo fue un gran ejemplo y modelo de lo que es vivir de esta forma.
Pero fue un gran ejemplo y modelo porque estaba imitando a otro. A otro que también fue hijo y siervo pero que lo fue de una manera perfecta y suprema.
Pablo estaba imitando a Jesús. ¿Recuerdan? ¿Imítenme a mí como yo imito a Cristo?
Jesús fue el Hijo y el Siervo perfecto que obedeció y se sometió a su Padre y a su Señor de forma absoluta.
Fue Jesús quien dijo, refiriéndose a sí mismo:
Juan 5:19 (NBLA)
19 …«En verdad les digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera.
Entonces Jesús hizo por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos: ser el Hijo y el Siervo perfecto.
Por eso solo a través de Él, solo a través de poner nuestro confianza en Él, solo permaneciendo en Él, solo permitiéndole a Él vivir su vida a través de nosotros, podremos llegar a ser los hijos y los siervos que Él desea que seamos.
¿Ves por qué nuestra vida depende totalmente de Él?
Sabemos que por su maravillosa gracia, según el capítulo 20 de Hechos, Dios contestó la petición de Pablo, o mejor dicho, la petición de Pablo terminó siendo conforme a la voluntad de Dios. Al permitirle finalmente visitar nuevamente a los tesalonicenses, para el gozo y la alegría de todos.
¿Ves lo que pasa cuando procuramos ser hijos y siervos fieles? De pronto nuestros corazones comienzan a latir cada vez más fuerte por la voluntad de Dios. Nuestras oraciones comienzan a tomar la forma cada vez más de los propósitos de Dios. Entonces nuestras oraciones comienzan a ser más efectivas porque comienzan a alinearse con el corazón de nuestro Padre y de nuestro Señor.

Nuestra meta: amor y santidad

Continúan los versos 12 y 13 diciendo:
12 Que el Señor los haga crecer y abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con ustedes;
13 a fin de que Él afirme sus corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos Sus santos.
Creo que es necesario que desempaquemos estos versos para entender mejor la petición de Pablo y su deseo para con los tesalonicenses.
Pablo parece que aquí está describiendo un proceso:
Hay una petición: Que el Señor los haga crecer y abundar en amor
¿Pero en amor por quiénes?: los unos para con otros
¿Y para quiénes más?: para con todos
¿Y cómo se vería ese amor?: como nosotros lo hacemos para con ustedes
¿Y cuál es el fin de crecer y abundar en amor, los unos para con otros y para con todos los demás?: que Él afirme sus corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre
¿Para qué?: para la venida de nuestro Señor Jesus con todos Sus santos
Ahora veamos este proceso en reversa. De atrás pa’ ’lante.
Hay un evento que va a ocurrir: el regreso del Señor Jesús.
¿Recuerdan lo que le dijeron los ángeles a los discípulos el día que Jesús subió al cielo?
Hechos de los Apóstoles 1:11 (NBLA)
11 …Este mismo Jesús, que ha sido tomado de ustedes al cielo, vendrá de la misma manera, tal como lo han visto ir al cielo»
¿Cuál es la única manera en que alguien va a poder presentarse delante de Él en ese día?: Con corazones irreprensibles en santidad
¿Cómo lograremos esto?: La realidad es que esto es algo que nadie puede lograr por sí mismo. Él es quien único puede afirmar nuestros corazones irreprensibles en santidad. Porque Él es nuestro Santificador.
¿Y cómo Él lo hace?: Haciéndonos crecer y abundar en amor los unos para con otros, y para con todos.
Entonces según esto hay una relación fundamental entre nuestra santificación y el amor que nos tenemos los unos para con otros, y para con todos.
Un corazón que cada día crece irreprensible en santidad es un corazón que cada día crece y abunda en amor.
Entonces podemos afirmar que es el amor el fruto de nuestra santificación. Donde no hay amor no hay santificación. Y donde no hay santificación no hay transformación.

Crecer y abundar en amor

¿Cuál es el deseo de Pablo? Que los tesalonicenses crezcan y abunden en amor los unos por los otros y por todos. O sea, por los de adentro y por los de afuera. Por los creyentes y por los no creyentes.
Pablo utiliza aquí dos palabras para mostrar la importancia y la contundencia de su petición: Que el Señor los haga crecer y abundar en amor.
Parece que aquí hay algo muy importante, a lo cual debemos prestar mucha atención.
Crecer en amor tiene que ver con que cada día seamos más y más amorosos. O sea, que crezcamos en nuestra capacidad de amar a los demás.
Entonces la pregunta es: ¿Amó más a mis hermanos hoy de lo que los amaba ayer? ¿Está creciendo mi amor por mis hermanos cada día más? ¿Lo estoy sintiendo y lo estoy demostrando?
De la misma manera, ¿está creciendo mi amor por mis vecinos, por mis compañeros de trabajo, por mis compañeros de estudio, por mis familiares y amigos que no son cristianos?
Si no está ocurriendo, primero debemos entender que esto no es algo que podamos lograr por nuestras propias fuerzas. Es nuestro Señor quien lo hace posible en nosotros. Por lo tanto es una obra del Espíritu Santo en nuestra vida.
Y segundo, debemos entender que si esto es algo que Él quiere hacer en mí y yo se lo pido, Él lo hará.
Solo tengo que incluir esta petición en mi oración diaria: Señor, aumenta mi capacidad de amar a los demás. Tanto a los de adentro como a los de afuera.
Pablo no solo utiliza la palabra crecer en amor sino también la palabra abundar en amor. Crecer tiene que ver con que nuestra capacidad de amar aumente, pero abundar tiene que ver con que nuestro amor sobreabunde. Con que nuestro amor se desborde por los demás. Que se nos salga por los poros.
Mientras crecer en amor tiene que ver con un proceso interno, abundar en amor tiene que ver con la parte práctica de amar. Tiene que ver con el cómo lo hacemos. Pues de forma abundante. De forma radical. De forma generosa. Tiene que ver con no llevar cuentas.
Tiene que ver con evitar actuar de esta manera: Bueno, déjame ver. Ah. Yo creo que hoy ya he amado lo suficiente.
Crecer y abundar en amor tiene que ver con dar por gracia lo que por gracia hemos recibido.
Entonces, la pregunta es: ¿de qué forma estamos amando? ¿Estamos amando de forma abundante?

Irreprensibles en santidad

Entonces parece que vivir de esta manera, como hijos y siervos fieles y obedientes, creciendo y abundando en amor, es el resultado de que el Señor está constantemente afirmando nuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.
Entonces, este proceso es maravilloso porque nos damos cuenta que el Señor nos está preparando para su regreso.
La palabra afirmar tiene el sentido de actuar con determinación, como alguien que dirige u orienta su rostro firmemente en una dirección específica.
Esto lo vemos ilustrado en Jesús cuando Lucas dice:
Luke 9:51 NBLA
51 Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión, Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén.
Es como si este proceso de afirmar nuestros corazones es un proceso donde cada día el Señor está provocando que tú y yo nos enfoquemos más y más en Él y en Su Reino. Un proceso donde el Señor está haciendo que se cumpla en nosotros cada día más su Palabra cuando dijo:
Matthew 6:31–34 NBLA
31 »Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”. 32 »Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. 33 »Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. 34 »Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas.
El autor de la carta a los Hebreos parece que le da a la iglesia exactamente el mismo mensaje que Pablo le da a los tesalonicenses cuando dice:
Hebrews 12:12–14 NBLA
12 Por tanto, fortalezcan las manos débiles y las rodillas que flaquean, 13 y hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane. 14 Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
De nuevo, el amor y la santidad van de la mano.
Un día el Señor regresará y vendrá por un pueblo de corazones irreprensibles en santidad. O sea, libres de culpa y de reproche. Gente que no solo recibieron la salvación de Dios, sino también su santificación. Gente que fueron verdaderamente transformados por el poder de Dios.
¿Y qué será lo que distinguirá a esa gente?
El Señor regresará a un pueblo que vive sometido en obediencia y fidelidad al Dios Padre y al Señor Jesucristo.
Gente que cada día crece y abunda en amor por lo demás. Tanto hacía los hermanos en la fe como hacía los no creyentes.
Este será el pueblo que recibirá al Señor cuando regrese en las nubes del cielo.
Y no vendrá solo. El Señor regresará con todos sus santos. Con todos aquellos que murieron en Él y que en aquel día resucitarán primero.

Conclusión

Si eres cristiano, pídele al Señor que te fortalezca y te llene de gozo, de paz y esperanza en este día con esta Su Palabra.
Alégrate al recordar que tienes un Padre y un Señor que quiere seguir dirigiendo tu vida para cumplir sus propósitos.
Alégrate al saber que el Señor está empeñado en que tu amor por los demás crezca y abunde cada día.
Alégrate al saber que el Señor está empeñado en afirmar tu corazón cada día más, para que el día que Él regrese te encuentre irreprensible en santidad.
Alégrate porque todo esto no depende de ti sino solo de Él. Él es tu Santificador.
Sigue rindiéndote a Él cada día. Sigue viviendo humildemente delante de tu Dios.
Si no eres cristiano, si todavía no conoces a Dios, si todavía no tienes una relación con Él, si todavía no has sido transformado por Su amor, te invito a que en este día te rindas ante Él y reconozcas que no hay otro camino. Porque un día Él regresará a juzgar a los justos y a los injustos. Y solo aquellos que le han recibido como Salvador y Señor, como el único y verdadero Dios podrán recibir gracia y misericordia y una vida eterna con Él.
Rídete hoy a Él. Arrepiéntete de tus pecados y cree el Evangelio; en la Buena Noticia de salvación.
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