Gozo del pasado

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“El gozo del pasado”

Deuteronomio 26:1-11

Recordar es una fuerza poderosa en nuestras vidas. Algunos de nosotros recordamos los buenos tiempos, los tiempos en que las cosas no podrían ser mejores. Esas memorias nos inspiran, ellas nos traen sonrisas y nostalgia. Esas memorias nos hacen sentir bien, nos hacen sentir bendecidos. Inspirados por esos recuerdos empezamos a trabajar fuerte en un intento de regresar a esos buenos tiempos. Planeamos y hacemos estrategias para traer a nuestras vidas esos gratos recuerdos del pasado. Quisiéramos poder traer las emociones que sentíamos entonces al día presente. Queremos regresar al futuro.

Otros de nosotros recordamos los malos tiempos. Algunos en este país no pueden olvidar la “Gran Depresión;” esos recuerdos impactan como gastamos y como ahorramos nuestro dinero hoy día. Tenemos temor de que en cualquier momento tendremos que enfrentar otra gran depresión. O quizás recordamos las luchas y necesidades en nuestros países de origen y vivimos con el temor de que de un momento a otro tendremos que enfrentarlas de nuevo. Esos recuerdos son un peso que no nos permiten disfrutar las bendiciones que hemos recibido. Los temores del pasado dominan nuestro presente.

A principios de este año mi abuela, la mujer que conocí toda mi vida como mi madre, murió. Sus últimos días los paso en un asilo de ancianos batallando con el cáncer. Ella murió semanas antes de cumplir 97 años de edad. Cada vez que hablaba con ella salía admirado de su capacidad de recordar cosas de su niñez. Ella recordaba detalles de su vida como si las estuviera viendo en el momento. Yo en cambio vagamente recuerdo un par de cosas de mi pasado; es más, me es difícil recordar lo que comí de cena anoche. El tener, los que algunos llaman, una memoria fotográfica es un don que desearía tener; pero si no puedo tenerlo entonces desearía tener por lo menos la capacidad de recordar de mi abuela.

El poder recordar es muy importante en la narrativa bíblica. El apóstol Pablo recuerda las palabras de Jesús; palabras que formaron a cada nuevo creyente, palabras que se convirtieron en algo sacramental, algo que lleva consigo el poder de la presencia de Cristo mismo. “y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí». Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí».” Para la iglesia primitiva el recordar la muerte de Jesús en la cruz es parte de nuestra salvación en el día de hoy.

Durante el viaje de Israel hacia la tierra prometida, se le dice al pueblo que cuando entren a la tierra que Dios les estaba dando como herencia, ellos debían tomar de los primeros frutos de todo lo que produjera la tierra y las pondrían en una canasta. Ellos debían entonces ir al templo y decirles al sacerdote que estuviera ministrando en ese entonces: “Declaro hoy ante Jehová, tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría”. Esta parte del ritual les hacia recordar el pacto con Dios, y como Jehová Dios había cumplido su parte del pacto con el pueblo de Israel.

Entonces el pueblo debería tornarse hacia Dios y declarar delante del Señor su Dios diciendo: »“Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres. Allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces clamamos a Jehová, el Dios de nuestros padres, y Jehová oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, con señales y milagros; nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, Jehová, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste”.

El pueblo debía entonces dejar las primicias delante de Jehová, su Dios, y adorar delante de Jehová, su Dios. Luego el texto presenta la petición de Dios diciéndole al pueblo: “te alegrarás de todo el bien que Jehová, tu Dios, te haya dado a ti y a tu casa, tanto tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti.” El propósito de todo este ritual era de asegurarse de que cuando el pueblo de Israel llegara a ser prospero ellos recordarían de donde habían salido y quien los llevo con bien a esa tierra que fluye leche y miel, y el recordar los llevaría a la adoración.

Un aniversario es el tiempo que la iglesia separa para recordar; es el tiempo de recordar a los fieles santos de esta congregación. Es el tiempo para recordar a la maestra de escuela dominical que nos enseño las historias bíblicas; el consejero de jóvenes que encarno a Cristo delante de nosotros; la hermana o el hermano que siempre nos presentaba delante de Dios en sus oraciones; para recordar al pastor o al laico que nos dijera la palabra que necesitábamos oír en el momento más crítico de nuestra vida. Tiempo para recordar las batallas y los triunfos, las pruebas y las bendiciones. Es el día para afirmar: “hasta aquí nos trajo Jehová.”

Es el tiempo para recordar el comienzo de la Primera Iglesia Metodista Unida de Búfalo. Esta iglesia celebra hoy veinticinco años de recuerdos, de caminar con Dios. En el año 1980, el hermano José y Finin González me llevaron a una reunión con el superintendente de distrito de Búfalo de esa época con el propósito de proponerle el establecer una nueva iglesia hispana en la ciudad de Búfalo. El superintendente no nos aprobó el reunirnos ya que yo estaba nombrado en Rochester. Al año siguiente, con la llegada de un nuevo superintendente volvimos a negociar pero esta vez con el pastor de la Iglesia Asbury en el centro de la ciudad.

Por un año desde el 1981 hasta el verano del 1982 varios hermanos de la iglesia de Rochester se comprometieron a salir del servicio hacia la naciente iglesia de Búfalo. Una de estas fieles hermanas que nos acompaño todos los domingos fue la hermana Miguelina Berrios, la cual ahora disfruta de su recompensa eterna. Solo un domingo no llegamos al servicio de Primera, aunque salimos hacia Búfalo, tuvimos que regresar por la nevada que estaba cayendo, y porque cerraron el New York Thruway. En el 1982 un pastor a tiempo parcial fue nombrado y comenzó el trabajo de crecer la semilla sembrada con las oraciones ye le esfuerzo de estos fieles hermanos de Rochester.

En el 1983 fui nombrado como pastor de esta iglesia. Allí Estela, nuestros hijos y yo pasamos gratos momentos recibiendo las bendiciones de Dios a través de los hermanos. Yo se que pasamos pruebas, que hubieron problemas y luchas, sin embargo lo que mas recuerdo son los gratos momentos en medio de un pueblo comprometido con Jesucristo. El amor dado libremente por los hermanos a mi familia y a mi fue un regalo de Dios. La iglesia paso por tiempos de fuerte dolor, divisiones, luchas y pruebas. Pero Dios trajo momentos de triunfos, como la construcción de este templo que hoy disfrutamos. Hasta aquí nos trajo el Señor, sea a su nombre gloria.

Pero más que nada,  un aniversario es para recordar lo que Dios ha hecho entre nosotros y por nosotros. Este es el momento para testificar de las misericordias y del amor de Dios. Es el preciso momento para declarar que nuestros padres eran pecadores errantes, que vivían sin fe y sin esperanza y que la increíble gracia de Dios los encontró en el camino a la autodestrucción; y los salvo de sí mismos. Este es el tiempo de dar gracias por todas las oraciones contestadas, los milagros, las tantas veces que llegamos a la iglesia por simple habito y salimos renovados y transformados. Este es el momento para dar gracias por las ocasiones en que envueltos en gran soledad, el Espíritu Santo llego para consolarnos. Hoy es día de alegría y de alabanza.

Yo he tenido momentos difíciles durante mi ministerio. Algunas veces hasta pensé dejar el ministerio y dedicarme a otra cosa por el resto de mis días. Algunas veces he cuestionado si Dios estaba cerca de mi; pero después recordaba mi llamado al ministerio; la forma extraordinaria en que Dios me llamo a su servicio y ese recuerdo me daba las fuerzas para continuar el camino en el desierto hasta llegar a la tierra prometida de la misericordia divina. Hoy como el pueblo de Israel entonces, Dios nos llama a alegrarnos de todo el bien que Jehová, nuestro Dios nos ha dado. Hoy es día de recordar de donde nos saco Dios, recordar a donde nos ha traído, y pensar en donde Dios nos está llevando. Hoy es día de gozo.

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