El servicio de Dios

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Cuando tenemos un concepto equivocado del servicio afecta directamente el concepto que creamos acerca de quién es Dios, este problema afecta fuertemente nuestra relación con Dios. Pues, podemos llegar a servir a Dios por razones equivocadas.

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Filipenses 2

Hoy retomamos nuestro estudio de la carta de filipenses hasta este punto hemos estudiado dos conceptos importantes; 1) Dios obra en nuestro favor a pesar de las circunstancias difíciles y 2) una actitud diferente hacia los problemas nos ayuda a servir a Dios.
Hoy deseo que podamos ver otro aspecto en cuanto al servicio o la vida de cristianos. Cuando tenemos un concepto equivocado del servicio afecta directamente el concepto que creamos acerca de quién es Dios, este problema afecta fuertemente nuestra relación con Dios. Pues, podemos llegar a servir a Dios por razones equivocadas.
Es necesario leer las palabras de Bernardo de Claraval: Algunos desean saber sólo por saber, eso es vulgar curiosidad. Otros lo desean para darse a conocer, eso es tonta vanidad.… Y otros desean saber para vender su ciencia, por ejemplo, para enriquecerse o recibir honores, eso es un negocio vergonzoso. Pero otros desean saber para edificar a los demás: eso es amor. Finalmente, otros desean saber para su edificación, y eso es prudencia. De todos estos grupos sólo los dos últimos son los que no son culpables de abusar de la sabiduría, pues sólo la desean para hacer el bien.[1]
Pablo comienza este capítulo realizando un contraste por los motivos de los seres humanos. “no hagáis por rivalidad o por vanidad…no busquéis vuestro propio provecho, sino el de los demás”. (vers. 3, 4). En esta declaración se puede observar que uno de los conceptos equivocados del servicio es en pensar que recibiremos o que ganaremos.
Debemos aceptar que, Dios está muy interesado en la forma en que hacemos las cosas importan, el hacerlo en la forma equivocada llega a vivir el mismo problema, servir a Dios por los motivos equivocados afecta nuestra relación con Dios, nos lleva a llevar a tener una de las peores experiencias de nuestra existencia.
Es por esa razón que necesitamos preguntarnos, ¿cuál es la forma correcta de servir a Dios?
[1] Ritzema, E., Brant, R., Powell, G., Saju, J. P., & Terranova, J. (Eds.). (2013). 300 citas para predicadores de la iglesia medieval. (J. P. Saju & J. Terranova, Trads.). Bellingham, WA: Lexham Press.

Seguir el ejemplo de Jesús: despojarse de sí mismo. (5-11)

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: 6 Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. 8 Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.[1]
En estos versículos tiene una gran lección para nosotros hoy, pues nos invitan a poder seguir el ejemplo de Jesús y consiste de la siguiente manera, Jesús se despojó de sí mismo.
Esta frase ha sido muy discutida por muchas personas, ¿qué significa despojarse de sí mismo?, Atilio René Dupertis nos da una pista al citar Juan 17:5 “Glorifícame tú al ado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo existiera”. Este versículo nos deja claro que Jesús se vació, dejó a un lado la gloria que tenía junto al Padre, vino como un simple ser humano, vino de incógnito para poder cumplir su misión. En armonía con el Padre, decidió no actuar como Dios, vino sin desplegar su divinidad.[2]
Esta acción es realizada por amor a nosotros. Jesús no vino a hacer una demostración de poder, de fuerza, de gloria, de sabiduría. No vino a que recibir el reconocimiento, aplausos, simplemente vino a servir a los demás.
Jesús no vió en el servicio como un premio o un castigo, solamente se auto limito a no revelar su poder con un propósito; en dar nos vida. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). 6 juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.[3]
Este maravillo concepto nos ayuda a aceptar que Jesús nos dio el don de la vida, a pesar de estar alejados de Dios y lo hizo en una forma maravillosa, limitándose.
El concepto del servicio no es recibir, sino en dar. Si pretendemos ser cristianos debemos aceptar que necesitamos seguir ese ejemplo.
[1] Reina Valera Revisada (1995) Bible Text. (1998). (Flp 2.5–7). Miami: Sociedades Biblicas Unidas.
[2] Atilio René Dupertuis, Jesucristo, divino y humano, p. 51, 52.
[3] Reina Valera Revisada (1995) Bible Text. (1998). (Ef 2.4–6). Miami: Sociedades Biblicas Unidas.
Seguir permaneciendo firme en el servicio. (v. 14 – 16).
“Haced todo sin murmuraciones ni discusiones, 15 para que seáis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumbreras en el mundo, 16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.[1]
Ocuparnos de nuestra salvación no consiste en hablar de asuntos de seguridad eterna. En lugar de eso el foco está en las formas prácticas de vivir el evangelio en nuestra vida diaria. No debería ser el resultado de una arrogante confianza en nuestras capacidades, sino de reverente humildad. La humildad es necesaria porque no somos nosotros los que hacemos la obra. En realidad, es Dios obrando a través de nosotros para lograr sus propósitos.[2]
Algunas cosas son más fáciles de hacer sin protestar que otras. Pero Pablo no es selectivo con su mandamiento. No nos permite elegir lo que haremos con corazón alegre. Cuando viene el sufrimiento que Pablo nos avisa que debemos esperar, no debemos hacer el papel de víctimas, condenando la falta de justicia. Si Dios nos pone algo por delante, debemos hacerlo sin discutir y sin medir los inconvenientes. ¿Por qué nos manda eso? Porque no hay peor ladrón de alegría que la queja y la murmuración. ¿Recuerda a los israelitas en el desierto y toda su queja? Coincidía con un obstinado rechazo de la provisión de Dios para ellos. Regocijarse y trabajar sin protestar ni murmurar están íntimamente relacionados. Ambos provienen de la actitud del corazón.[3]
De esta manera podemos prevenirnos de distorsionar la imagen de Dios cuando le servimos a Dios.
Asidos. “Exhibiendo la palabra de vida” (BC). Hay dos posibles interpretaciones de la flexión del verbo: “exhibiendo”, “llevando en alto” (NC), o “asidos”. La primera sería una continuación del versículo previo, y entonces se ve a la iglesia presentando la palabra de vida como alguien que sostiene una antorcha para que alumbre en la oscuridad. Cuando los cristianos muestran lo que la Palabra ha hecho en sus vidas y hablan al mundo con claridad y sencillez, la presentan a otros como el camino de la vida y de la luz.
La vida es luz. Cristo es la vida (Juan 1:4; 6:48; 14:6) y la luz (Juan 8:12; 9:5; 12:46), y la fuente de ambas. Sus seguidores también son luz, pero es una luz reflejada (ver com. Mat. 5:14). La esencia del Evangelio es luz (Efe. 5:8). Así como el pensamiento se expresa en palabras, la luz de la verdad se expresa en la vida.
El cristiano puede presentar la Palabra de vida a los no cristianos, pero no puede hacer que la acepten. Cada uno debe estar dispuesto a aceptarla por sí mismo. Nadie puede participar de la Palabra por otro, así como nadie puede ingerir alimento para fortalecer a otro. La Palabra puede ser entendida y recibida en la vida por medio de la ayuda del Espíritu Santo. No importa quién presenta la Palabra de vida, lo que efectúa la transformación es el poder de Dios ministrando mediante la Palabra.
En segundo lugar, la palabra que se traduce “exhibiendo”, “llevando”, también puede tener el sentido de “asidos” (RVR), cuyo significado parece ser aquí preferible. La iglesia brillará únicamente si se aferra a la Palabra vivificante.[4]
Básicamente ahora la forma de lo que estamos observado tiene que ver exhibir la palabra de Dios, lo que la gente ve en ti cuando sirves, cuando predicas, cuando te ve haciendo cosas para Dios, ¿realmente ve a Dios a través de tus actos?
Este es una gran reto para nosotros hoy en día. Por que muchas veces en el afán de hacer las cosas para Dios de la mejor manera, somo capaces de ofender, menospreciar, condenar, prejuiciar a otros personas, Dios nos ayude a hacer lo mejor para Dios, pero que en el proceso seamos transformados para Dios.
No confundas lo que haces para Dios, con la fidelidad a Dios.
[1] Reina Valera Revisada (1995) Bible Text. (1998). (Flp 2.14–16). Miami: Sociedades Biblicas Unidas.
[2] Runge, S. E. (2011). Comentario de Alta Definición: Filipenses. (J. D. Barry, Ed., A. Powell & G. D. Powell, Trads.) (Flp 2.12–18). Bellingham, WA: Software Bíblico Logos.
[3] Ibid.
[4] Nichol, F. D., & Peverini, T. N. (Eds.). (1996). Filipenses a Apocalipsis. (N. W. de Vyhmeister & V. E. A. Matta, Trads.) (Vol. 7, p. 165). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.

Seguir disfrutando lo que haces para Dios (v. 17-18)

“Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. 18 asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo”. [1]
Estos versículos están conectados con la indicación que da “Haced todo sin murmuraciones…”
Debemos tener la misma actitud humilde de Cristo, no murmurando contra Dios por no respetar nuestros derechos. Si tenemos una actitud como la de Cristo, (considerar a los demás como mejores que nosotros) estamos en una posición mucho mejor para obedecer.
Algunas cosas son más fáciles de hacer sin protestar que otras. Pero Pablo no es selectivo con su mandamiento. No nos permite elegir lo que haremos con corazón alegre. Cuando viene el sufrimiento que Pablo nos avisa que debemos esperar, no debemos hacer el papel de víctimas, condenando la falta de justicia. Si Dios nos pone algo por delante, debemos hacerlo sin discutir y sin medir los inconvenientes. ¿Por qué nos manda eso? Porque no hay peor ladrón de alegría que la queja y la murmuración. ¿Recuerda a los israelitas en el desierto y toda su queja? Coincidía con un obstinado rechazo de la provisión de Dios para ellos. Regocijarse y trabajar sin protestar ni murmurar están íntimamente relacionados. Ambos provienen de la actitud del corazón. Cuanto más escogemos alegrarnos en el Señor y estar agradecidos de su provisión, menos lucharemos con nuestra mala actitud. Una es consecuencia natural de la otra; así es como Dios ha ordenado que funcionen las cosas.
A esta altura, parece como si Pablo se hubiera apartado del tema de extender el evangelio (Filipenses 1), pero 2:15–16 deja en claro que no es así. ¿Por qué debemos regocijarnos en todo en lugar de quejarnos y murmurar? ¿Cuál debería ser nuestra motivación para obedecer? ¿Qué está en juego aquí? La respuesta puede sorprenderle. En la mente de Pablo, estos llamados a una conducta específica tienen que ver con reflejar la luz de Dios en un mundo oscuro y agonizante. La obediencia no solamente nos acercará más a Dios y nos ayudará a experimentar su bendición, sino que también cumple el propósito más amplio de Dios.
Así como el evitar quejarse y murmurar es una consecuencia natural del agradecimiento y el gozo, podemos brillar para Cristo si nos mantenemos sin mancha e inocentes. Nuestra meta no es despreciar esta perversa y torcida generación con nuestra pretendida superioridad. En lugar de eso, Pablo dice que nuestra meta es extender el evangelio: el tema con que inició la carta. Una de las maneras en que Pablo difunde eficazmente el evangelio mientras está preso es equipar y desafiar a otros a ser más obedientes a Cristo. Multiplicándose a sí mismo en otros, hace que el evangelio avance exponencialmente.[2]
En 2:18, invita a los filipenses a responder como él (compare 1:21). El éxito no requiere de su comodidad, ni siquiera de la continuidad de su vida. El éxito no requiere de la comodidad de los filipenses, ni de su liberación del sufrimiento y las dificultades. En la perspectiva de Pablo, el éxito viene solamente cuando permitimos que Dios cumpla sus propósitos por medio de nuestra vida. [3]
El concepto de éxito de Pablo es maravilloso, es hacer la voluntad de Dios, es cumplir con sus propísto en tu vida. Que cuando trabajes para él (Dios) puedas ser transformado.
Los filipenses también debían estar gozosos y regocijarse con Pablo. En vez de estar apesadumbrados ante la perspectiva de que el apóstol entregara su vida; él quería que sus amigos compartieran su gozo de que se le permitiera sacrificarse para beneficio de ellos y del Evangelio. La epístola destaca el gozo —no sólo como un privilegio sino como un deber— que deriva de la fe cristiana y demuestra su realidad.[4]
[1] Reina Valera Revisada (1995) Bible Text. (1998). (Flp 2.17–18). Miami: Sociedades Biblicas Unidas.
[2] Runge, S. E. (2011). Comentario de Alta Definición: Filipenses. (J. D. Barry, Ed., A. Powell & G. D. Powell, Trads.) (Flp 2.12–18). Bellingham, WA: Software Bíblico Logos.
[3] Runge, S. E. (2011). Comentario de Alta Definición: Filipenses. (J. D. Barry, Ed., A. Powell & G. D. Powell, Trads.) (Flp 2.12–18). Bellingham, WA: Software Bíblico Logos.
[4] Nichol, F. D., & Peverini, T. N. (Eds.). (1996). Filipenses a Apocalipsis. (N. W. de Vyhmeister & V. E. A. Matta, Trads.) (Vol. 7, p. 166). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.

Conclusión

Cuando seguimos estos ejemplos, servir sin esperar recibir algo, que las personas vean a Dios en lo que haces, que disfrutes la voluntad que Dios desea hacer en tu vida.
En el corazón de Cristo, donde reinaba perfecta armonía con Dios, había perfecta paz. Nunca lo halagaban los aplausos, ni lo deprimían las censuras o el chasco. En medio de la mayor oposición o el trato más cruel, seguía de buen ánimo. Pero muchos que profesan ser sus seguidores tienen un corazón ansioso y angustiado, porque temen confiarse a Dios. No se entregan completamente a él; es porque rehuyen las consecuencias que una entrega tal puede involucrar. A menos que se rindan así a él, no podrán hallar paz.
El amor a sí mismo es lo que trae inquietud. Cuando hayamos nacido de lo alto, habrá en nosotros el mismo sentir que hubo en Jesús, el sentir que lo indujo a humillarse para que pudiésemos ser salvos. Entonces no buscaremos el puesto más elevado. Desearemos sentarnos a los pies de Jesús y aprender de él. Comprenderemos que el valor de nuestra obra no consiste en hacer ostentación y ruido en el mundo, ni en ser activos y celosos en nuestra propia fuerza. El valor de nuestra obra está en proporción al impartimiento del Espíritu Santo. La confianza en Dios trae otras santas cualidades mentales, de manera que en la paciencia podemos poseer nuestras almas.[1]
[1] De White, E. G. (2010). El Deseado de todas las gentes. (A. D. Orrego, Ed.) (Cuarta edición, pp. 297–298). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
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