LA ARMADURA DE DIOS

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LA ARMADURA DE DIOS

EFESIOS 6:10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
1.- El cinto de la verdad.
«Yo soy la verdad» (Juan 14:6). De manera que Cristo está en ti, esto establecerá que la verdad este en ti. El cinto de la verdad es nuestra defensa y protección frente al arma notable de Satanás que es el engaño. “…cuando satanás habla mentira de igual forma incluye en sus mentiras a los creyentes; porque es su esencia, él es mentiroso, y el padre de mentiras” (Juan 8:44).
El cinto de la verdad (que resguarda en su lugar las demás partes de la armadura) está bajo incesante ataque. La mentira es uno de los problemas sociales que encontramos como número. Resulta terrible que la mayoría de las personas terminen por mentir tan solo para protegerse.
Podemos ver como Pablo indica que la verdad es nuestra primera flecha de defensa, es nuestra arma poderosa para defendernos. La verdad nunca es oposición: es una aliada que es liberador. Afrontar la verdad es el primer movimiento en todo método de recuperación.
Tienes que hablar la verdad en amor (Efesios 4:15) si quieres vivir libre en Cristo y tener una relación reveladora. La única cosa que un creyente tiene que reconocer es la verdad.
Si te llega un pensamiento a la mente que no esté en unión con la verdad de Dios, deséchalo. Si se te ofrece la oportunidad de decir o hacer algo que te pone en conflicto con la verdad, deséchalo. Adopta una sencilla regla de vida: Si es la verdad, estoy con ella; si no es la verdad, no cuentes conmigo. Jesús oró: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal»(Juan 17:15). ¿Cómo? «Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad» (v,17).Vences al padre de mentiras con la revelación divina, no con el razonamiento o la investigación humana.
2.- La coraza de justicia.
Cuando te vestiste de Cristo con la salvación, fuiste justificado ante nuestro Dios Santo (Romanos 5:1).
No es tu justicia, sino la de Cristo (l Corintios 1:30; Filipenses 3:8, 9).Ponerse la coraza de justicia es tu defensa contra el acusador de los hermanos.
Así, cuando Satanás te lanza una flecha diciendo: «No eres suficientemente bueno para ser cristiano», puedes responderle como Pablo: «¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica» (Romanos 8:33). Aun cuando estemos en nuestra posición justa en cristo, debemos estar conscientes de cualquier hecho de injusticia. Somos santos pecadores. Vestirnos las armas de luz significa que andamos en la luz como él está en luz (l Juan 1:6-8).
Caminar en la luz no es magnificencia sin pecado. Representa vivir continuamente de acuerdo con Dios. Es parte del proceso de crecimiento en cada creyente…
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (l Juan 1:9).
La confesión no radica en expresar “lo siento”. Un sin número de personas lo sienten, pero normalmente lo hacen porque han sido descubiertas y aun en aquel momento solo reconocerán tan poco como les sea fácil. Confesar en griego, personifica reconocer o estar de acuerdo. Es algo parecido al concepto de caminar en la luz. Confesar denota: “yo lo hice”, en el período que te das cuenta que has cometido algo inadecuado. Esconder algo es lo mismo que caminar en tinieblas.
Puedes caminar en la luz porque ya has sido perdonado. Has sido hecho justicia de Dios en Cristo (2 Corintios 5:21). Tu relación con Dios y tu camino eterno no están en juego cuando pecas; solo tu victoria diaria. La confesión de pecados despeja el camino para la palabra fructífera de la justicia en tu usual vivir. Conviniéramos ser como Pablo, que dijo:
“…procuro siempre tener una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres» (Hechos 24:16). El calzado de la paz, Cuando te entregas a Cristo te unificas con el Príncipe de paz.
En su posición tienes paz con Dios ahora mismo (Romanos 5:1), pero la paz de Cristo debe reinar en tu corazón y eso solo es posible cuando dejas que la palabra de Cristo more en tierra de abundancia (Colosenses 3:15,16).
3.- El apresto del evangelio de la paz.
El calzado de paz es la protección contra las maquinaciones divisivas del diablo cuando actúas como pacificador entre los creyentes (Romanos 14:19).
Los pacificadores son expertos en reunir a las personas. Los pacificadores avivan la comunión y poseen un ministerio de reconciliación. Conciben que la comunión y la unidad en el cuerpo de Cristo se fundan en una afinidad común. Los verdaderos creyentes son hijos de Dios y eso es preciso para reunirnos en paz. Si esperas concordar en cada punto de vista de la opinión para recibir a alguien, serás el cristiano más solitario del mundo. Debemos ser “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3).
Las otras partes de la armadura de Dios; Pablo señala tres piezas de la armadura de Dios que convenimos colocarnos para resguardarnos de los ataques de Satanás:
“El escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios”.
Las primeras tres permanecen situadas debido a nuestra disposición en Cristo; las últimas tres nos favorecen a seguir victoriosos en la batalla.
4.- El escudo de la fe
El objeto de nuestra fe es Dios y su palabra. Mientras mejor conoces y tienes intimidad con Dios y estudias su Palabra, más fe tendrás. Si realmente no le conoces, y no tienes una intimidad con él, no lees la palabra, de menor grado será tu escudo y será mucho más fácil que los dardos de fuego de Satanás te alcancen, y consigan destruir tu fe.
Si aspiras que tu escudo de la fe sea de mayor nivel y optimice tu protección, tu entendimiento en Dios y en la palabra debe crecer (Romanos 10:17).
Los dardos encendidos de satanás, son mentiras candentes, acusaciones quemantes y tentaciones ardientes que bombardean nuestra mente. Cuando quiera que disciernas un pensamiento engañoso, una acusación o una tentación, compáralo con la verdad que sabes acerca de Dios y su Palabra.
¿Qué hizo Jesús para desviar los dardos satánicos de la tentación?
Se escudó en afirmaciones de la Palabra de Dios. Cada vez que aprendes un versículo de la biblia, oyes las enseñanzas en la congregación o haces estudios bíblicos, aumentas en entendimiento en las cosas de Dios, amplías y aumentas tu escudo de la fe, yelmo de la salvación, si tu escudo de la fe quizás algo oxidado, la victoria habitual es resbaladiza, descansa y confía en que el yelmo de la salvación te da garantía, la victoria es eterna.
5.- El yelmo de la salvación
En la metáfora de la armadura de Dios, el yelmo asegura la protección de la parte más importante: la mente, en este lugar es donde se ganan o se pierden las batallas. Sabiendo que las luchas son constantemente con el mundo, la carne y el diablo es necesario estar firme tomando en cuenta que tu salvación no se trata en tus buenas obras, sino más bien en las buenas obras de Cristo.
Tú eres un hijo de Dios y nada te puede apartar del amor de Cristo (Romanos 8:35).
La tentación persistente-mente aparecerá para poner en tela de juicio nuestra salvación, sin embargo el verdadero guerrero creyente usa el yelmo de la salvación sabiendo el beneficio, y que es poseedor de la redención, vestido y armado con la corona de Jesucristo, bajo ese entendimiento en la unión al señor Jesucristo, el diablo no tiene derecho alguno sobre nosotros.
«El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos lujos de Dios» (Romanos 8:16).
6.- La espada del espíritu
La espada del espíritu, es la palabra de Dios, debemos declarar su palabra, profetizar, orar, interceder constante mente. La palabra es vida, y es una de las armas más poderosas que podemos usar, ante los ataques de satanás.
La espada del espíritu, es la palabra de Dios que es poderosa es la única defensa embestida en la armadura de Dios. Pablo usa el rema en vez de lagos en Efesios 6:17
Porque quiere destacar la palabra manifestada de Dios. Existe solo una Palabra de Dios, pero la palabra griega rema lleva consigo la idea de anuncio. Por ejemplo,
Pablo dice en Romanos 10:17: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra (rhema) de Dios».
Es apropiado usar rema en este contexto porque el énfasis está sobre la predicación y el oír las buenas nuevas. Nuestra defensa contra los ataques directos del diablo es hablar en voz alta la verdad de Dios.
¿Por qué es tan importante hablar la Palabra de Dios, además de creerla y pensar en ella?
Porque Satanás no es omnisciente y no sabe en forma perfecta qué piensas. Al observarte, puede decir muy bien lo que piensas, de la misma manera que una persona que estudia la conducta humana puede hacerlo. Satanás no conoce los pensamientos, somos nosotros mismos quienes con nuestros actos nos delatamos ante él. Si prestas atención a un espíritu engañador (1 Timoteo 4:1), él pone pensamientos en tu mente y sabrá si has adoptado su mentira por la forma que te comportas. No le cuesta decir lo que piensas si él te ha dado los pensamientos.
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