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6. ¿Cuál es la relación entre los conceptos “reino de los cielos” e “iglesia”?

La relación es doble:

a) Por un lado, “reino de Dios” es el concepto más restringido, e “iglesia” el concepto más amplio. Mientras que la Iglesia tiene un lado visible un lado invisible, y por lo tanto a menudo se puede percibir en referencia a toda la nación, el reino de Dios en sus diversos significados es el principio espiritual invisible. Es el señorío que Cristo ejerce sobre nuestras almas si realmente le pertenecemos a Él, nuestra sumisión a su autoridad soberana, el hecho de ser conformados y unidos mediante la fe viva a su cuerpo con sus muchos miembros. Es la congregación de estos verdaderos miembros y súbditos de Cristo. Se llama “reino de los cielos” porque tiene su centro y su futuro en el cielo. Todos los beneficios espirituales del pacto están ligados a él: justicia, libertad, paz y gozo en el Espíritu Santo [cf. Rom 14:17]. Como tal entidad espiritual, está dentro del hombre y no aparece con una cara externa. Interpretado de esta manera, el reino de los cielos es igual a la iglesia invisible, pero en su particularidad neotestamentaria, porque Cristo predicó que el reino de los cielos se había acercado, es decir, a través de su venida. Él es el rey, y a través de su clara autorrevelación y de su obra completa, la iglesia invisible también recibe una nueva gloria que no tenía previamente, de modo que incluso el más pequeño en este reino es aún más grande que Juan el Bautista [Mt 11:11].

b) Por otro lado, “reino de Dios” o “de los cielos” es un concepto más amplio que el de iglesia. De hecho, se nos presenta como la levadura que debe impregnarlo todo, como una semilla de mostaza que debe convertirse en un árbol que con sus ramas cubre toda la vida. Está claro que tal cosa no puede decirse del concepto “iglesia”. Hay otras esferas de la vida además de la de la iglesia, pero de ninguna de ellas puede excluirse el reino de Dios. Reclama su presencia en la ciencia, en el arte, en todos los terrenos. Pero la iglesia no puede reclamar todo eso. El aspecto externo del reino (la iglesia visible) no debe emprender estas cosas; la esencia interna del reino, la nueva existencia, debe, de por sí, impregnar y purificar. Este es, precisamente, el error que comete la iglesia católica, que la iglesia lo toma todo para sí y debe gobernarlo todo. Y así surge una ciencia eclesiástica, un arte eclesiástico, una política eclesiástica. En ese caso, el reino de Dios es idéntico a la iglesia y se ha establecido en la tierra de forma absoluta.

En nuestra opinión, es lo contrario. El verdadero cristiano pertenece en primer lugar a la iglesia, y en ella reconoce a Cristo como rey. Pero además de eso, él también reconoce el señorío de Cristo en cualquier otra área de la vida, sin cometer por ello el error de mezclar estas cosas entre sí. La iglesia-estado del Antiguo Testamento, que comprendía toda la vida de la nación, era un tipo de este reino de Dios que lo abarca todo.
Si ahora comparamos la iglesia visible y el reino de Dios visto desde este primer prisma, entonces se puede decir que la primera es una manifestación y una encarnación de este último.
Si comparamos la iglesia visible y el reino de Dios visto desde el segundo prisma, entonces se puede afirmar que la primera es un instrumento de este último.
Si se mira el resultado final, entonces hay que decir que la iglesia y el reino de Dios coincidirán. En el cielo ya no habrá una división de la vida. Allí lo visible y lo invisible coincidirán perfectamente. Mientras tanto, por ahora el reino de Dios debe avanzar a través de la forma concreta de la iglesia.1
1 Geerhardus Vos, Eclesiología, Medios de Gracia y Escatología, trans. Rubén Gómez, vol. 5, Teología Sistemática Dogmática Reformada (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Lexham Press, 2018).
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