Jesús busca discípulos

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23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí, ése la salvará. 25 Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde? 26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. 27 Pero de verdad os digo que hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios. Jesús (Traducción: Reina Valera 1960)
Introducción: La abnegación fue un tema común en la enseñanza de Cristo a sus discípulos. El desprendimiento el sacrificio que buscaba no era una religiosidad en aislamiento. Su búsqueda se simplificaba a la disposición firme de obedecer sus mandamientos, servir unos a otros y sufrir, si fuera necesario, la muerte por su causa. Gracias a Dios el pueblo cristiano de nuestro país, apenas sufre rechazo y mucho menos morir por Cristo. De una lista de 50 países que prohíben el cristianismo, Corea del Norte (300,000), Afganistán, (miles) Somalia (cientos), Libia (36,000) y Pakistán (4 millones). Estos son los 5 cinco más opresores. Aceptar la invitación de Jesús en más de 50 países implica persecución, sufrimiento y separación de la familia, en algunos casos implica la muerte.
No obstante, el cristianismo en las Américas y el Caribe no es perseguido. El mensaje del evangelio de Jesús esta disponible para todo aquel que quiere seguir en pos de El. Seguir a Jesús para nosotros es fácil, pero en el tiempo de Jesús, representaba rechazo, sufrimiento y hasta la muerte, como para los hermanos que son perseguidos en el mundo. Los pasajes bíblicos del 18 al 27 cubren tres momentos importantes del ministerio de Jesús; 1-Cuando Pedro declara que Jesús es el Cristo, 2-Cuando Jesús anuncia Su muerte y su resurrección y 3-Cuando Jesucristo salió al pueblo en una búsqueda abierta y pública de discípulos. … Leer los versículos
El enfoque principal de mi sermón estará en el versículo 23. Inicio explorando la primera parte del versículo que dice así: “Si alguno quiere venir en pos de mí“ o como lo traduce la Nueva Traducción Viviente: “Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor…
Estas palabras inclusivas de Jesús se hicieron de forma abierta y pública a todas las personas al alcance de Sus palabras. Hasta ese momento no había surgido un llamado con tanta esperanza y consuelo para el pueblo. Pero esa fue una frase que apelaba a la capacidad volitiva o voluntaria del ser humano. La misma requería una acción afirmativa y espontánea. Jesucristo no quiso ni quiere violentar el libre albedrío del ser humano. Por eso, esta acción se convierte en un prerrequisito para acercarse a El. Hay que venir a El intencionada y voluntariamente. Porque seguir a Jesús siempre ha sido una invitación, nunca ha sido una imposición. ¡Pero no te sigas haciendo de rogar! Algunos parecen pensar que le hacen un favor a Dios viniendo a El.
En el v. 23, Jesús establece tres cualidades fundamentales de la fe cristiana, y a la vez condiciones o requisitos para todo el que desee seguir Sus pasos.
La primera es: Niéguese a sí mismo, en otras palabras, hay que abandonar la manera egoísta de vivir (NTV). Por naturaleza el ser humano es egoísta, solo busca su propio beneficio. No hay mejor ejemplo que observar a un niño que aún no sabe distinguir entre el bien y el mal. Pero ya es manipulador y egoísta. Sabe cómo y cuándo obtener lo que quiere, y sabe determinar condiciones. Ah, y cuidado con coger sus cosas, alguien tendrá que pelear para hacerlo. Sencillamente, ya el egoísmo lo domina. Esto es una realidad, pero, aunque nacemos con una naturaleza pecaminosa y venimos a este mundo muertos espiritualmente, también Dios ha sembrado la busqueda de la vida en nuestro corazón Eclesiastes 3:11 expresa: “Dios ha puesto eternidad en el corazón del hombre". Por eso existe una necesidad de Dios en cada ser humano.
Pero ser un hijo de Dios es una cuestión de una nueva identidad, de una nueva creación. Esto significa que todo el que recibe a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado! Así lo expresa 2 Corintios 5:17: “Si alguno esta en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas”. Es nacer de nuevo espiritualmente, y asumir en actitud de vida la identidad de Cristo (Gál. 2:20). Es declarar a Jesús como Señor absoluto de nuestras vidas. Es someter nuestra voluntad, en sumisión, al pleno señorío de Cristo. Es renunciar al autogobierno, para que fluya el reino de Dios a través de nosotros. Es abandonar el derecho de la autodeterminación humana y abandonarse al control de Cristo. Es convertirnos en siervos de oreja perforada. Veamos a Éxodo 21:1-6 para entenderlo bien:» Si compras un esclavo hebreo, este podrá estar a tu servicio por no más de seis años. El séptimo año ponlo en libertad, y no te deberá nada por su libertad. Si estaba soltero cuando pasó a ser tu esclavo, saldrá soltero; pero si ya estaba casado antes de ser tu esclavo, entonces su esposa tendrá que ser liberada junto con él. Si el amo le dio una esposa mientras era esclavo, y tuvieron hijos o hijas, entonces solo el hombre saldrá libre el séptimo año, pero su esposa e hijos seguirán siendo propiedad del amo. Sin embargo, el esclavo puede declarar: Yo amo a mi señor, a mi esposa y a mis hijos; no quiero ser libre. Si decide quedarse, el amo lo presentará delante de Dios. Luego el amo lo llevará a la puerta o al marco de la puerta y públicamente le perforará la oreja con un punzón. Después de esto, el esclavo servirá a su amo de por vida”. ¿Cuántos tienen la oreja perforada, espiritualmente?
(2) Tome su cruz cada día. La cruz era símbolo de vergüenza, de maldición y de muerte. No tenía el entorno piadoso, y hasta primoroso, que hoy tiene para nosotros. Nadie en su juicio cabal pensó que algún día adornaría los altares cristianos y colgaría, orgullosamente, en el cuello de una persona. Para ese tiempo la cruz era vista como una maldición de parte de Dios. Ella era apropiada para delincuentes, rebeldes y asesinos. Pero en la mente de Jesús, la cruz es símbolo de entrega total, de identificación, de muerte; en una palabra, de obediencia. La cruz representa el abandono de la vida por causa de Cristo. No hay cristianismo sin cruz. Por ello, ser cristiano también es una cuestión de compromiso; de pacto inmutable, de muerte (muerte al pecado y a la vieja manera de vivir). La redención de la humanidad es gratis pero no es barata, tiene un costo: el sacrificio diario de obediencia y vivencia. Sólo Lucas añade la frase cada día. Esto implica la renovación y frescura del compromiso con Cristo. El único tiempo que tenemos es hoy, el mañana no existe, sino sólo en la misericordia y eternidad de Dios. Cada día es una batalla diferente. El compromiso no es arcaico ni poético, es vivencial, de cada día, hora y minuto.
(3) Y sígame (final vrs. 23). Jesús no vino al mundo a buscar simples simpatizantes del evangelio o entusiastas de la religiosidad. él vino sobre todo a hacer discípulos, seguidores. Por ello incluso, su encargo misionero para la iglesia se resume en tres palabras: “Vayan, hagan discípulos” (Mat. 28:19). Un discípulo es aquel que pone sus pies en las huellas que va dejando su maestro y le sigue por doquiera, disciplinadamente. Por ello, ser cristiano también es una cuestión de obediencia. No se puede creer en Cristo sin obedecerle y no se puede obedecerle sin creer en Cristo. La obediencia autentica es la fe personal en Jesús y en sus enseñanzas (1 Jn. 2:6). Un discípulo se identifica con Cristo en la obediencia. La fe es viva cuando hemos tomado la cruz de Cristo. El mensaje Jesús en el versículo 23 es: “El que quiere ser mi discípulo, debe actuar como tal”. Por ello la naturaleza verdadera de todo creyente es ser discípulo.
En el vrs. 24 Jesús advierte la consecuencia de rechazar su invitación y el beneficio al aceptarla: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí, ése la salvará. La Nueva Traducción Viviente lo presenta así: “Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. El evangelio del reino de Dios que predicó Jesús, es un evangelio de ofertas, pero también de demandas. Su oferta significa vida eterna, y redención gratuita en la persona y obra de Jesús. También significa para nosotros, el perdón de nuestros pecados por su sangre, y una herencia eterna en los cielos. Sus demandas, requieren obediencia, sacrificio y negación de sí mismo como lo menciona Jesús. Ser cristiano significa asumir las ofertas y demandas de este evangelio que resucita y da vida. Que exige la muerte de una vida de egoísmo, placeres y pecado, para vivir una vida de paz, felicidad y armonía con Dios. Es optar por Cristo y su oferta de vida eterna, en lugar de vivir como si Dios no existiera. Este es el único escape de una muerte y condenación eterna.
No es posible disfrutar los privilegios si no estamos dispuestos a sufrir el costo. Cuando uno acepta a Cristo como Señor y Salvador, asume los derechos y las responsabilidades del reino. Jesús describe que sus discípulos deben estar dispuestos a sufrir el desprecio, el descrédito y la humillación, por seguirlo hasta la cruz. Es en la cruz que nos encontramos con Cristo, no en la comodidad religiosa. La vida, que ofrece Jesús, solo puede ser experimentada a través del extraño pero glorioso camino de la cruz. Así se autenticará nuestra fe y nueva identidad como seguidores de Cristo. Te ha llamado Jesús, has escuchado su voz, arregla lo torcido. ¡Si no lo has escuchado, es hora de clamar por tu alma!
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