La Hora se Apróxima

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Introducción

El Cristianismo es no es una filosofía o una serie de pensamientos que nos motivan a vencer nuestras pruebas y luchas en esta vida.
Karl Marx (el padre del comunismo) y Vladimir Lenin estuvieron de acuerdo en creer que la religión, particularmente el cristianismo, era el “opio del pueblo” que mantenía a la clase obrera en un estado de esclavitud, dormidos, dispuestos a sufrir esperando que había una vida más allá de la muerte.
Es por eso que los gobiernos comunistas oprimen la expresión religiosa.
Ellos creen que el cristianismo intenta tener a la gente engañada con las promesas falsas del cristianismo.
Sin embargo, el cristianismo no existe porque nos ayuda a soportar el sufrimiento en esta vida.
Es cierto que el cristianismo nos da esperanza en medio de las luchas y las pruebas. Sin embargo, hay muchos creyentes que el día de hoy están sufriendo grandes perdidas.
Los creyentes también sufren. Los creyentes tenemos decepciones, enfermedades, experimentamos tragedias y quebranto de corazón, al igual que el mundo en general.
Tiene que haber algo más, en el cristianismo, que provoca que el hombre se acerca a la vida y persona de Jesucristo.
Llegamos a la conclusión que la verdadera razón por la cual existe el cristianismo es porque algo tuvo que suceder hace 2,000 años.
Hace 2,000 años ocurrió un evento que transformó la historia de la humanidad.
Esta historia comenzó en el pequeño pueblo de Belén.
…y 33 años años más tarde, este evento comenzó a acelerarse en un día domingo como hoy, y antes de que terminará la semana - se cumplirían las profecías del Antiguo Testamento que anunciaban que el Mesías moriría por los pecados de su pueblo.
Todos los domingos celebramos la realidad de la resurrección de Jesucristo. Sin embargo, una vez al año, casi en todo el mundo, la gente conmemora el evento de la resurrección de Jesucristo. Pero, hoy consideraremos lo que sucedió poco tiempo después de la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén, en un día domingo, como hoy. Veremos:
La entrada triunfal
El deseo de ver a Jesús
La hora ha llegado

I. La entrada triunfal

En Juan 12:12-13 vemos el momento en que Jesús entra, como si fuese, en una gloriosa procesión a Jerusalén.
John 12:12–13 NBLA
Al día siguiente, cuando la gran multitud que había venido a la fiesta, oyó que Jesús venía a Jerusalén, tomaron hojas de las palmas y salieron a recibir a Jesús, y gritaban: «¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel».
Hasta este momento Jesús había mantenido su identidad secreta.
En varias ocasiones sanaba enfermos, expulsaba demonios, daba vista a los ciegos, etc., pero en más de una ocasión les decía que se mantuvieran callados.
Pareciera que Jesús quería mantener su identidad secreta para:
Predicar su mensaje con libertad,
Evitar que la gente lo siguiera solo por los milagros y señales que él hacía ya que su misión principal era predicar el mensaje del reino de Dios.
Pero, ahora vemos que Jerusalén está llena de gente puesto que han venido a celebrar la fiesta de la Pascua o a hacer negocio entre tanta gente.
Sabemos que habían muchos judíos ya que era una fiesta judía.
…pero también habían personas gentiles que aprovechaban el momento para hacer negocio o porque eran temerosos de Dios y les llamaba la atención esta fiesta religiosa de los judíos.
Jesús se revela ante el pueblo y la gente lo recibe con gran júbilo y aclamación - le rinden gloria y reconocimiento declarando que él es el bendito que viene en el nombre del Señor.
Todo esto sucede 5 días antes que Jesús va a ser arrestado y eventualmente crucificado.
Es un momento muy importante porque marca la última semana de la vida de Jesús sobre la tierra.

El deseo de ver a Jesús

Es dentro de este contexto histórico que sucede lo que vemos a partir de Juan 12:20 en adelante.
No sabemos si esto sucedió el día domingo, o quizá unos días después.
John 12:20–21 NBLA
Había unos griegos entre los que subían a adorar en la fiesta; estos fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban: «Señor, queremos ver a Jesús»
Los griegos que han venido es parte de la gran multitud que había venido a Jerusalén a hacer negocio o porque eran temerosos de Dios y se sentían atraídos por la fiesta de la Pascua.
Estos griegos vienen y tienen una petición a Felipe: quieren ver a Jesús.
Sabemos que ellos no han venido solo porque quieren hacer negocio con las multitudes que han subido a la fiesta a Jerusalén.
Ellos vienen con otras intenciones y no solo por intereses materiales.
Ellos quieren ver a Jesús.
Alabado es Dios cuando Dios hace nacer en el corazón del ser humano el deseo de ver y conocer a Jesús.
Quiera Dios obrar este mismo deseo en cada uno de nosotros: querer ver a Jesús, conocerlo, estar con él, tener comunión con él.
Cuantas personas se pierden pensando que el cristianismo es no hagas esto, no toques, no comas, no bebas, no veas, no, no, y no…y tienen una serie de reglas pero realmente no han conocido a Jesús.
Están encerrados en su mundo religioso pero han perdido de visto al Cristo de la gloria.
…el creyente genuino vive con un intenso deseo de ver a Jesús y estar con él.

La hora ha llegado

Los discípulos atienden la petición de estos hombres griegos.
John 12:22–23 NBLA
Felipe fue* y se lo dijo* a Andrés; Andrés y Felipe fueron* y se lo dijeron* a Jesús. Jesús les respondió*: «Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
Cuando Jesús escucha que estos hombres han venido desde lejos para verlo a él, sabiendo que no son judíos…Jesús sabe que la hora ha llegado.
En más de una ocasión Jesús dice que su hora aun no ha llegado.
Pero, ya no may más tiempo - la hora por fin ha llegado.
Esta visita de los hombres griegos fue una señal que el tiempo de Dios se estaba acercando.
Jesús sabe que todo está llegando a su culminación.
¿Pero a que hora se refiere?
Jesús, quien es omnisciente y conoce el pasado, presente y futuro, sabe que la hora que ha llegado es que se aproxima la hora de su muerte.
Jesús declara:
John 12:24 NBLA
»En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto.
Jesús da un ejemplo de la agricultura.
Una semilla para que pueda producir fruto tiene que ser plantada en la tierra.
El agricultor escarva un hoyo en la tierra, pone la semilla, y la tapa con tierra. Es como si estuviese sepultando a la semilla.
Con los días, la parte dura de la semilla comienza a descomponerse.
El grano ha sido sepultado, ha muerto, y ahora solo es cuestión de tiempo.
Pronto la semilla va a germinar, se convertirá en planta y dará mucho fruto, pero primero es necesario que muera.
Jesús se encuentra ante unos hombres griegos que desean verlo, desean conocerlo, desean estar en presencia del maestro de Galilea.
Ellos son parte de los frutos que Dios dará y unirá a su pueblo.
…sin embargo, es necesario que el grano muera y sea sepultado para que al pasar de los días pueda producir gran fruto.
Jesús sabe que el momento de la cosecha se acerca.
El momento de ver la hermosa cosecha está cera, pero primero tiene que pasar por el momento de su propia muerte.
De pronto, al estar Jesús pensando en la cosecha de almas que Dios dará, en la realidad que él vino a esta tierra a morir y dar su vida por los pecados de su pueblo, al pensar que ha llegado la hora de su muerte…experimenta un momento de gran angustia.
John 12:27 NBLA
»Ahora Mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? Pero para esto he llegado a esta hora.
La Biblia nos dice que Jesús sintió gran angustia dentro de él.
La Biblia nos dice que Jesús sintió esta clase de dolor y angustia en otras dos ocasiones.
Ante la tumba de Lázaro.
John 11:35–36 NBLA
Jesús lloró. Por eso los judíos decían: «Miren, cómo lo amaba»
Días después cuando sería traicionado por Judas.
John 13:21 NBLA
Habiendo dicho Jesús esto, se angustió en espíritu, y testificó y dijo: «En verdad les digo que uno de ustedes me entregará».
Jesús está consciente del rechazo y traición de Judas, de la burla de la gente, de los latigazos, de la corona de espinas, del momento de la crucifixión, de la traición de Pedro, de todo el dolor y sufrimiento que significaba la crucifixión.
Todos estos pensamientos pesaron de manera abrumadora sobre la mente y corazón de nuestro amado Mesías que Jesús reacciona de una manera profundamente emotiva.
…pero vemos a Jesús con rostro firme y dispuesto:
John 12:27–28 NBLA
»Ahora Mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? Pero para esto he llegado a esta hora. »Padre, glorifica Tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Y lo he glorificado, y de nuevo lo glorificaré».
Jesús ora al Padre, sabiendo que nunca ha a estado solo y que el Padre ha estado con él en todo momento.
Jesús ha venido a este mundo a glorificar el nombre del Padre.
Jesús sabe que al cumplir su misión en esta tierra, al venir a morir por los pecados de su pueblo, el nombre de Dios sería glorificado y puesto en alto al salvar a gente pecadora como nosotros.
El nombre de Dios sería glorificado al transformar Jesús corazones de gente rebelde que le había dado la espalda a Dios.
Jesús sabe que al morir en la cruz del Calvario, él va a cambiar el corazón de gente borracha, idolatra, rameras, maldicientes, mentirosos, y los haría nuevas criaturas - adoradores en espíritu y en verdad.
El Padre, que nunca ha abandonado a su Hijo, responde desde el cielo diciendo:
He glorificado mi nombre - porque el nombre del Padre fue glorificado mediante los milagros que hizo Jesús durante su ministerio terrenal.
Glorificaré mi nombre - porque sabía que mediante la muerte de Cristo en la Cruz ocurriría algo maravilloso de lo cual los profetas habían hablado desde la antiguedad.
La gente queda atónita ante la voz que escucharon desde el cielo.
John 12:30–32 NBLA
Jesús les dijo: «Esta voz no ha venido por causa Mía, sino por causa de ustedes. »Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. »Pero Yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a Mí mismo».
Jesús está seguro del plan y amor del Padre.
Jesús sabe que él Padre está con él y que él está en el Padre.
Jesús sabe que la hora ha llegado.
Jesús puede ver ya los sufrimientos que se apróximan.
Jesús puede ver el engaño de Satanás que ha de obrar en el corazón de Judas para entregarlo.
Jesús sabe como sus seguidores lo van a abandonar cuando las autoridades llegarán al Getsemaní para arrestarlo.
…pero ante todo, Jesús sabe que “el príncipe de este mundo” va a ser juzgado y expulsado, echado fuera.
Jesús sabe que con su muerte, el poder del diablo sobre aquellos que han de creer en él, será destruido.
Jesús sabe que el derramamiento de su preciosa sangre sobre la cruz será la sentencia de muerte para Satanás y el mundo de los demonios.
Jesús sabe que la hora ha llegado para que mediante su muerte en la cruz se declare la derrota de Satanás…de tal manera que cuando sea levantado en la cruz - atraerá las vidas de muchas personas.
Así como Jesús estaba atrayendo a los griegos que querían ver a Jesús.
Así como había atraído el corazón de la multitud que lo recibió en Jerusalén.
Así como había atraído el corazón de los discípulos que lo siguieron.
Así como pudo atraer a nosotros mismos para considerar su hermosura, su belleza, verlo y reconocerlo como el Salvador de la humanidad...
Jesús sabe que la hora llegado para que el grano de trigo muera y produzca mucho fruto.
Nosotros somos ese fruto.
Nosotros los que creemos somos ese fruto.
Por eso, oramos hoy, que Jesús toque el corazón de los que no han creído para que que crean en él y reciban la vida eterna.
Por eso Jesús dice:
John 12:25–26 NBLA
»El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. »Si alguien me sirve, que me siga; y donde Yo estoy, allí también estará Mi servidor; si alguien me sirve, el Padre lo honrará.
Esta fue la lección más grande que pudieron escuchar / aprender los griegos que vinieron a verlo.
No amen sus propias vidas más que a Jesús.
No amen sus riquezas, su estilo de vida, más que a Jesús.
Estén dispuestos a abandonar su vida, su pecado, su maldad y así heredarán la vida eterna.
…porque si pretendemos servir, le debemos seguir…de tal manera que donde él esté (en la gloria eterna), allí estaremos también nosotros.

Conclusión

Jesús, así como me trajiste a mi, trae a mis seres queridos.
Jesús, así como yo tu me diste ojos para ver y oídos para escuchar tu mensaje, atrae a mi familia a tu bendito Hijo y que entreguen sus vidas para que reciban la vida eterna.
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