Caracteristicas de la Iglesia del N T

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Características Sobresalientes de la Iglesia del Nuevo Testamento


PREDECIDA POR LOS PROFETAS

Por: LeRoy R. Durley

Existe una creencia común de que el Señor Jesucristo vino a esta tierra a establecer su reino, pero habiendo sido rechazado por los judíos, pospuso su reinado y en vez de ello estableció la iglesia. Los que propulsan esta doctrina creen que Jesús establecerá su reino en la tierra cuando venga por segunda vez. Este concepto relega a la iglesia al papel de sustituta, como cierta medida concebida por Cristo para proveernos algo con qué llenar el vacío entre su vuelta al Padre y su segunda venida a la tierra. También es creencia común que los profetas nada dijeron acerca de la iglesia, viendo sólo la primera venida de Cristo y su futuro reino terrenal. En esta lección es nuestro propósito demostrarles que la iglesia del Nuevo Testamento fue planificada por Dios y profetizada por los profetas, y que esas profecías fueron cumplidas en el primer día de Pentecostés después de la resurrección de Jesucristo.

¿Fue la iglesia predicha por los profetas? Para poder llegar a la contestación correcta, es esencial que comprendamos que en la Biblia, el reino y la casa del Señor en las profecías del Antiguo Testamento a menudo se refieren a la iglesia del Nuevo Testamento.

Jesús predijo que edificaría su iglesia (Mateo 16:18). ver Coment. WP. A su iglesia la llamó "el reino" (Mateo 16:19). Por tanto, la iglesia y el reino, en este sentido son lo mismo. Cristo es la cabeza tanto de la iglesia como del reino. Los términos de admisión son los mismos. Los que están en la iglesia también están en el reino. El apóstol Pablo dijo que "la casa de Dios es la iglesia del Dios viviente" (1 Timoteo 3:15). De estas escrituras se puede concluir que la casa del Señor, el reino y la iglesia muchas veces se refieren a la misma cosa.

En este punto les sugiero leer y considerar el capítulo siete del Segundo Libro de Samuel. En este capítulo se revela que el Rey David se había propuesto edificar casa a Dios. Dios, por el contrario, rechaza la propuesta de David pero promete edificar casa a David y su pueblo. Esta misión sería cumplida a través de la simiente de David después que éste muriera. Además de edificar su casa, también sería establecido su trono (2 Samuel 7:12-16). El total cumplimiento de esta profecía se refería a Jesucristo quien muchas veces se mencionaba como David y el Hijo de David. El era de la simiente de David (Hechos 13:23) La promesa de que "Yo seré su Padre y El me será por Hijo" es aplicada expresamente a Cristo por el apóstol (Hebreos 1:5). El establecimiento de su casa y su trono, y su reinado por la eternidad (2 Sam. 7:13,16), no se puede aplicar a otro sino a Cristo y su reino. La casa terrenal y reino de David tuvieron su fin hace largo tiempo. Sólo el reino de Cristo es perdurable. En el día de Pentecostés el apóstol Pedro dijo que Dios había jurado a David que levantaría al Cristo para que se sentara en Su trono (Hechos 2:30). El anuncio del reinado de Cristo fue dado en el día de Pentecostés. Véase el segundo capítulo del Libro de los Hechos.

La primera profecía que revisaremos fue registrada por Isaías. "Lo que vió Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será asentado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y confluirán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová." (Isaías 2:1-3). En esta Escritura se profetiza acerca de la iglesia que iba a ser establecida en lo alto de las montañas o sobre todos los gobiernos. Isaías también expresó tres hechos fundamentales, como sigue:

1. La profecía sería cumplida en Los Ultimos Días.

2. Y confluirán a él Todas las Naciones.

3. Tendrá su Comienzo en Jerusalén.

Después de interpretar el sueño de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Daniel predijo que el Dios de los cielos levantaría un reino que nunca sería destruído. Este no sería un reino dejado a otro pueblo, pero rompería en pedazos y consumiría todos los demás reinos, y permanecería para siempre (Daniel 2:44).

Cuando Juan el Bautista llegó predicando en el desierto de Judea, su mensaje fue: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha aproximado" (Mateo 3:1). Haberse "aproximado" significaba "estar cerca", queriendo decir que el reino aún no estaba en existencia en los días de Juan. Esta profecía del reino era una profecía sobre la iglesia.

Otros que predicaban que el reino estaba cerca, pero aún en el futuro, fueron Jesús (Mateo 4:17) y sus discípulos, que lo predicaban a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 10:5-7). Los setenta discípulos también lo predicaron (Lucas 10:1-9). Cada una de esas referencias de las Escrituras señalan hacia un reino a ser establecido en el futuro.

De nuevo debemos mencionar que Jesús dijo que El edificaría su iglesia (según Mateo 16:18), y llamó "reino" a su iglesia en el verso 19. Puesto que el reino fue predicho, también la iglesia fue predecida.

Jesús dió además esta profecía cuando dijo, Marcos 9:1 "En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios cuando haya venido con poder." Aquí podemos notar que algunos de los que estaban allí con Jesús no morirían hasta que hubieran visto el reino venido con poder. Nos preguntamos entonces, ¿cuál era el poder ver El reino vendría con poder que El predijo que vendría?

Después de su resurrección, Jesús dijo a sus discípulos: "Así está escrito y así era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén" (Lucas 24:46-47). En esta predicción, la profecía sobre todas las naciones, y comenzando en Jerusalén, dicha por Isaías, está próxima a cumplirse. Ahora debemos verificar si ella ocurrió durante los últimos días.

Poco antes de ascender Jesús a los cielos, los discípulos le preguntaron si restauraría el reino a Israel. (Hechos 1:6). Jesús les dijo, "No os toca a vosotros conocer los tiempos o las sazones que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo." (Hechos 1:7-8). El Señor les hizo saber que recibirían poder con el derramamiento del Espíritu Santo. Al establecer la fecha de la venida del Espíritu Santo, sabremos cuándo vino el poder y también cuándo el reino, que es la iglesia, tuvo su comienzo.

En el día de Pentecostés, el Espíritu santo fue derramado sobre los apóstoles. Hablaron nuevas lenguas o idiomas según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 2:1-4). Se les acusó de estar ebrios o llenos de mosto (Hechos 2:13). Pedro negó la acusación y expresó que lo que la gente veía y oía era lo dicho por el profeta Joel, "Y acontecerá que en los últimos días, dice Dios, derramaré de mi espíritu sobre toda carne..." (Hechos 2:16-17). Aquí podemos aprender que los acontecimientos del día de Pentecostés se desenvolvieron durante los últimos días. Los tres hechos fundamentales de la profecía de Isaías fueron cumplidos el día de Pentecostés. Se desarrollaron en los últimos días; gente de todas las naciones estaban reunidas allí; y esos hechos tuvieron su comienzo en Jerusalén.

Recordarán que Jesús dijo que su reino vendría con poder. El poder vino con el Espíritu Santo. Toda vez que el Espíritu Santo vino el día de Pentecostés, debemos concluir que el reino, la iglesia, se inició el día de Pentecostés según fue profetizado. En Pentecostés, la gente escuchó y obedeció al evangelio. El Señor añadía cada día a la iglesia a los que iban siendo salvos (Hechos 2:47). Nadie fue añadido a la iglesia antes de Pentecostés. Por tanto, la iglesia tuvo su comienzo en el día de Pentecostés.

La iglesia era también según el plan o propósito de Dios. Este propósito era un misterio o secreto. Pablo dijo que él era menos que el menor de los santos pero fue llamado por Dios para predicar a los gentiles y para explicar a todas las gentes el significado de ese secreto. Dios se guardó este secreto desde el principio del mundo. ¿Qué razón tuvo para esto? Para demostrar a todos los gobernantes Su perfecta sabiduría cuando toda su familia -- tanto judíos como gentiles -- se viera unida en la iglesia, justamente en la forma que El había planificado a través de nuestro Señor Jesucristo (Efesios 3:7-11).

La actual formación histórica de la iglesia sucedió en Jerusalén el día de Pentecostés. En aquél día el Espíritu fue derramado sobre los discípulos para formar el cuerpo de Cristo, la iglesia. Pedro se refirió a aquello como el comienzo (Hechos 11:15-16). El comienzo sólo puede referirse a Pentecostés, identificándolo así como el momento del "bautismo del Espíritu Santo". Pentecostés no sólo marca el comienzo de la iglesia como la realidad espiritual del cuerpo de Cristo, sino también la iglesia visible.

 

FUNDADA POR JESUS Y SOBRE EL

Por Hugh Fulford

La iglesia de Cristo es correctamente llamada iglesia de Cristo por varias razones. Tal designación no es un nombre denominacional ni tampoco es el nombre exclusivo por el que se refiere a la iglesia en la Biblia. Pero, puesto que Cristo fundó la iglesia y El es el mismo fundamento de la iglesia, llamarla iglesia de Cristo es lo más apropiado.

EL FUNDADOR DE LA IGLESIA

En Mateo 16:18 Jesús dijo a Simón Pedro, "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella." Este pasaje indica obviamente que Cristo es el edificador o fundador de la iglesia del Nuevo Testamento y que El llama a esta iglesia Su iglesia. Cualquier iglesia fundada por algún otro que no sea Cristo no es la iglesia de Cristo. En el Antiguo Testamento, David anunció una gran verdad cuando dijo, "Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican" (Salmos 127:1). En el Nuevo Testamento aprendemos que "la casa de Dios es la iglesia del Dios viviente" (1 Timoteo 3:15). Si el Señor no edificó la casa (iglesia), los que la edificaron trabajaron en vano. Jesús declaró, "Toda planta que no ha plantado mi Padre celestial será desarraigada." (Mateo 15:13). Nadie debería ser miembro de ninguna casa espiritual, planta espiritual, o iglesia iniciada por el hombre. Uno debiera ser miembro de la iglesia establecida por Cristo.

CRISTO ES EL FUNDAMENTO

Cristo no sólo es el fundador de la iglesia sino que El es también el fundamento de la iglesia. En la misma declaración citada anteriormente, Cristo dijo a Simón Pedro, "Sobre esta roca edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18). ¿Cuál era o es la roca en la que fue establecida la iglesia de Cristo? Es el hecho cimentado que Pedro justo acababa de reconocer -- o sea, que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. En Mateo 16:16 Pedro dijo a Jesús, "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente." En seguida de esta declaración Jesús dijo que sobre esa roca El edificaría su iglesia. La roca no era el apóstol Pedro ni ningún otro hombre; más bien era Cristo y su relación divina con Dios -- el hecho de que El es el Hijo de Dios. El apóstol Pablo deja esto totalmente aclarado cuando dice, "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo." Cualquier iglesia edificada sobre algún otro hombre o sobre alguna doctrina religiosa especial, o alguna forma de gobierno clerical, está edificada sobre un fundamento incorrecto y no permanecerá. La iglesia establecida por Nuestro Señor fue edificada en El -- en el hecho de que El es el Hijo de Dios. Es por eso que cualquier persona que llega a ser miembro de la iglesia debe confesar su fe en Cristo como el Hijo de Dios (Hechos 8:37). Se dice que la iglesia es una casa espiritual hecha de piedras vivas. Antes de que alguna persona pueda ser puesta en Cristo, su fundamento, y ser hecha una piedra en tal casa, debe creer de todo corazón que Jesucristo es el Hijo de Dios (1 Pedro 2:5-6).

 

FUNDADA EN JERUSALEN   Comienza estudio Dom.12 Octubre 2008

La iglesia que Cristo estableció, y que fue fundada en El, se inició en la ciudad de Jerusalén el primer día de Pentecostés después de la resurrección de Cristo (Hechos 2). Los profetas hacía largo tiempo que habían predicho el reino venidero del Mesías (Isaías 2:2-4; Daniel 2:44). Este no era un reino físico sino espiritual (Juan 18:36), y fue culminado con la fundación de la iglesia por Cristo.

Después de su resurrección, Cristo apareció a sus discípulos y dijo, "Así está escrito, y así era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día, y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén" (Lucas 24:46, 47). Luego en Hechos 1:8, justo antes de ascender a los cielos, Cristo dijo a los apóstoles, "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra." Nótese que en esta declaración Jesús dijo a sus apóstoles que recibirían poder (para predicar el evangelio en toda su extensión, que culminaría en el advenimiento del reino o iglesia) cuando el Espíritu Santo viniese sobre ellos. En Hechos 2:1-4 vemos al Espíritu Santo viniendo sobre los apóstoles y dándoles poder para predicar el evangelio en las lenguas o idiomas de todas las gentes que se reunieron en Jerusalén para celebrar Pentecostés. Como resultado de la predicación de los apóstoles, la gente se compungió de corazón y preguntaron qué debían hacer para que sus pecados fueran perdonados (Hechos 2:37). Se les instruyó, "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). "Así que los que acogieron bien su palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas" (Hechos 2:41). Por tanto, el reino o iglesia de nuestro Señor vino con poder (Marcos 9:1). Fue establecida por Cristo en la ciudad de Jerusalén en el año 33 de N.S. sobre la verdad cimentada de que El es el Hijo de Dios. Después de esto, en toda ocasión en que las gentes escuchaban sobre Cristo, creían en El, se arrepentían de sus pecados, confesaban que el Cristo era el Hijo de Dios, y eran bautizados para la remisión de sus pecados, el Señor les añadía a su iglesia. "Y el Señor añadía a la iglesia cada día a los que iban siendo salvos" (Hechos 2:47).

ES UN GRAN PRIVILEGIO ESTAR EN LA IGLESIA DE CRISTO

Es un gran privilegio ser miembro de la iglesia que Cristo estableció y de la cual El es el fundamento. Cuando la vida aquí en la tierra llegue a su fin, uno puede gozar de vida eterna en los cielos siendo un miembro fiel del cuerpo de Cristo. Por otro lado, es peligroso ser miembro de alguna otra iglesia no fundada por Cristo ni establecida sobre El. No hay promesa de salvación eterna por ser miembro de una iglesia formada y establecida por hombres. ¿Por qué arriesgar su alma?

UNA VERDADERA IGLESIA DE CRISTO

Por Dale R. Larsen

Una persona observadora que piense seriamente en Dios, en la Verdad y en la eternidad tendrá razón de sentirse perpleja. ¿Por qué está el cristianismo tan dividido? ¿Están algunas iglesias en lo correcto y otras no? ¿Hace esto alguna diferencia?

ENFOCANDO ALGUNOS PENSAMIENTOS

La mayoría de las organizaciones denominacionales y sectas que reclaman un propósito cristiano se llaman a sí mismas una "iglesia". A pesar de toda su diversidad, se destaca este término común. ¿De dónde salió la idea? La Biblia introduce a la iglesia pero también la describe claramente como un organismo unificado y único. La Biblia, que traza la iglesia Divina desde las profecías hasta su fundación, debiera ser la única autoridad en cuanto a organización, modelo de adoración y doctrina de la iglesia de hoy.

Nada más escuchar la cantidad de programas de radio y televisión en cualquier domingo en la mañana presenta otro enigma. Los planes de salvación que predican no concuerdan. Algunos de esos grupos pueden, superficialmente, parecer que predican doctrinas que son más o menos iguales, pero las enseñanzas de algunos están directamente opuestas a las de otros. Dos grupos opuestos, cada uno pretendiendo tener la verdad, no pueden ambos estar en lo correcto.

La existencia de tántas variadas denominaciones, la mayoría reclamando ser la iglesia, testifica sobre el hecho de que en alguna parte hay o hubo una original verdadera. Aún el dinero falsificado es evidencia que hay dinero real y verdadero, y que es valioso.

¿QUE NOS DICE LA BIBLIA?

Sólo hay un lugar al que se puede ir buscando respuestas sobre la iglesia. La Biblia, la palabra de Dios, nos dice todo lo concerniente acerca de la iglesia de Dios, y claramente nos presenta ¡una iglesia! Desde el principio de la Biblia encontramos enfatizada la unidad con Dios y la unidad de Sus seguidores enseñada. La armonía en la creación de Dios se revela en Génesis 1:31 "y he aquí que era bueno en gran manera." Dios no es un Dios de confusión (1 Corintios 14:33). Deuteronomio 6:4 es uno de los muchos pasajes que nos enseñan la unidad con Dios. En Génesis 2:24 se revela el comienzo del matrimonio y nos dice que el hombre y su esposa "serán una sola carne." Pablo, un apóstol inspirado por Dios, usa la divina institución del matrimonio para ilustrar la naturaleza de la iglesia, que es Su cuerpo (Efesios 1:22, 23); Colosenses 1:18). La representación del cuerpo y la unidad entre esposo y esposa se describe a través de varios versos en Efesios 5. Pablo culmina la comparación diciendo, "...digo esto con respecto de Cristo y de la iglesia" (Efesios 5:32). Dice la Biblia, "Hay un solo cuerpo, . . . un espíritu, . . . una esperanza, . . . una fe, . . . un bautismo, . . . un Dios . . ." (Efesios 4:4-6). Jesús oró por la unidad de su gente, "para que todos sean uno" (Juan 17:21).

Para mayor identificación de esa única iglesia miremos brevemente las profecías del Antiguo Testamento: Tanto Isaías como Miqueas hablan de un futuro reino especial y lo describen como "el monte de la casa de Jehová" (Isaías 2:2, 3; Miqueas 4:1, 2). Esas predicciones indicaban que el lugar del comienzo era Sión, o Jerusalén, y un mensaje llamado "la palabra de Jehová". Jesús dijo que el Reino llegaría durante su generación, y que vendría con poder (Marcos 9:1). La gran celebración de Pentecostés que se describe en Hechos 2 cumple todas esas predicciones, y de ahí en adelante el Nuevo Testamento se refiere a la iglesia como algo que ya existe (Hechos 2:46, 47; 20:28;. 1 Cor. 16:19). En Mateo 16:18, 19 y Hechos 20:25-28 se usan en forma intercambiable los términos "reino" e "iglesia". En .1 Timoteo 3:15) se llama a la iglesia "la casa de Dios".

Nadie podría negar la relación de Dios con la iglesia, pero en un sentido muy especial ella es la iglesia de Cristo. Jesús dijo, "...edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18). La palabra "iglesia" es singular. Lo que se lee en Hechos 20:28 dice que el Señor compró la iglesia "con su propia sangre", y en Efesios 1:23 se la llama "su cuerpo". La iglesia es un cuerpo viviente con su cabeza que es Cristo, y los cristianos miembros de ese cuerpo.

Tan anti-sectaria era la iglesia original que algunas veces era llamada simplemente como "el Camino" (Hechos 9:2). El significado básico de la palabra griega original para iglesia era "los llamados". El Nuevo Testamento describe una iglesia universal con un mensaje común: "Y les dijo, "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; pero el que no creyere será condenado." (Marcos 16:15-16). Los miembros de este solo cuerpo, o camino, estaban diseminados por doquiera y cuando se reunían en sus respectivas localizaciones geográficas se les llamaba, en un sentido congregacional local, "iglesias de Cristo" (Romanos 16:16).

¿COMO SE ORIGINARON LAS DIVISIONES?

En ningún lugar del Nuevo Testamento se hace mención alguna del Catolicismo Romano o de alguna de las numerosas denominaciones protestantes. ¿Cómo ha llegado a existir la gran variedad de iglesias de hoy en día? La iglesia está compuesta de seres humanos, susceptibles a error humano. Pablo advirtió a la iglesia en Corinto (1 Cor. 1:10-13) en contra de seguir a hombres -- ni aún a hombres buenos -- en vez de a Cristo. En ese mismo pasaje él pregunta, "¿está dividido Cristo?" Implícita es su respuesta, "¡No!" La división viene de los hombres y sus puntos de vista, especialmente cuando fijamos la vista en hombres en vez de la Biblia en busca de autoridad.

La religión Católica-Romana se desenvolvió según los hombres se apartaron y alteraron el patrón original. Ejemplos de tales adiciones no autorizadas son: el agua bendita, las penitencias, la misa en Latín, la extrema-unción y el purgatorio. Esas prácticas llegaron demasiado tarde para ser apostólicas u "originales". Quizás la mayor reorientación se hizo en el área de organización, y en un período de algunos cientos de años surgió la jerarquía Católica Romana tradicional por el año 606 D.C. (Después de Cristo) con un líder no escritural, el Papa Bonifacio III.

Los protestantes comenzaron como manifestantes. Una denominación (de lo que sea) es una división. Los primeros líderes del movimiento protestante eran católicos: Pedro Waldo, Martín Lutero, Ulrich Zwingli, etc. Su intención fue reformar una iglesia que se había llenado de errores y abusos. En vez de eso, muchos de esos líderes fueron excomunicados y sus esfuerzos culminaron en nuevas organizaciones. Estas se establecieron demasiado tarde para ser la iglesia del Nuevo Testamento, y fueron fundadas por alguien diferente al que habló en Mateo 16:18. Muchas enseñanzas y prácticas de las denominaciones protestantes son adiciones o substracciones al patrón del Nuevo Testamento, y algunas han sido retenidas de la Iglesia Católica. A través de los años se han levantado aún más denominaciones con nuevas doctrinas.

DEBEMOS ESTAR EN LA IGLESIA DE CRISTO 

¿Qué hay de malo en seleccionar una "iglesia" de nuestra predilección? Como seres libres moralmente tenemos la capacidad de elegir, pero nuestra "elección" puede ser incorrecta. En el caso de la iglesia, fué Cristo quien la edificó, la compró, y es su cabeza. Aquellos que contestan a Su invitación, en Sus términos, serán añadidos a Su iglesia (Hechos 2:41). Hechos 2:47 dice que el Señor añadía aquéllos que iban siendo salvos. El es el autor de la eterna salvación "...para todos los que le obedecen" (Hebreos 5:9). El es el salvador del cuerpo, su iglesia (Efesios 5:23). En Proverbios 14:12 se nos advierte: "Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final es un camino de muerte." El propio Jesús dijo que habría algunos que dirían profesar el nombre del Señor haciendo obras en su nombre, pero que se perderían. El dijo que aquéllos que hicieran la voluntad de su Padre que está en los cielos entrarán al reino de los cielos (Mateo 7:21-23).

La última voluntad, o testamento, de un hombre se honra al pie de la letra por las cortes. Mientras nos preparemos para el juicio final y para la vida eterna debemos asegurarnos de ser miembros de la iglesia que es de Cristo (la que se describe en el Nuevo Testamento) si hemos cumplido con Su voluntad y hemos sido obedientes a Sus mandamientos, pues sobre esta base seremos juzgados (Juan 12:48).

 

NO ES UNA DENOMINACION

Por Wendell Winkler

Nuestro sistema monetario está dividido en varias denominaciones: de cinco dólares, de diez dólares, etc. Nuestro sistema político también está denominado: por ejemplo, el partido Republicano, el partido Demócrata. De estas ilustraciones podemos ver que la palabra "denominación" es mayor que ninguna iglesia local, pero menor que los redimidos como un todo. Sin embargo, el Nuevo Testamento habla sólo de congregaciones locales (1 Cor. 1:2) o de la iglesia que abarca a todos los salvos (Efesios 1:22, 23). Por tanto, la iglesia del Nuevo Testamento no puede encajar en ningún molde denominacional.

LA IGLESIA DE CRISTO ES LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO DEL PRIMER SIGLO

(1) Una observación. Observemos atentamente que la iglesia de Cristo (a) no es una sinagoga judía. El Antiguo Testamento, el fundamento del judaísmo, ya ha sido apartado (Romanos 7:4; Colosenses 2:14, 17; Hebreos 8:8-13). Además de esto, (b) la iglesia de Cristo no es una denominación protestante. Todas las denominaciones de estos días fueron establecidas por hombres, cientos de años después de establecida la iglesia de Nuestro Señor el día de Pentecostés, Hechos 2, Año 33 D.C. (Marcos 9:1; Hechos 1:8; Hechos 2:1-4, 47). Todo rasgo denominacional está conspicuamente ausente en la iglesia de Cristo: altares de oración, votar por los candidatos al bautismo, instrumentos mecánicos para la música en el servicio de adoración, organizaciones universales o territoriales, etc. (c) La iglesia de Cristo no es la Iglesia Católica. La iglesia Católica Romana no estuvo plenamente en existencia hasta el año 606 de D.C., cerca de 600 años después que la iglesia del Señor fue establecida en el año 33 de D.C., como antes se ha dicho. Las doctrinas cardinales del catolicismo no están en armonía con la enseñanza bíblica, como se puede observar escrituralmente en muchos de los capítulos que componen este volumen.

(2) La iglesia definida. La palabra "iglesia" viene del término griego eklesia, y significa "los llamados". Por tanto, la iglesia es aquel conjunto de gentes que han sido sacados fuera del mundo por el evangelio (2 Tesalonicenses 2:14), por la obediencia a éste (2 Tesalonicenses 1:7-9). Cristo gobierna como la única cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18), y el Espíritu mora en ella (Efesios 2:22).

(3) El número de la iglesia es singular. Hay un solo rebaño (Juan 10:16). La iglesia es ese rebaño (Hechos 20:28). Hay un solo cuerpo (Efesios 4:4); ese cuerpo es la iglesia (Efesios 1:22-23). El señor enseñó la monogamia en el matrimonio (Romanos 7:1-4) y la iglesia es su desposada (Efesios 5:22-23).

La iglesia de Cristo es esa única, verdadera iglesia neotestamentaria que existió en el primer siglo. Esto se puede evidenciar por el hecho de que posee las mismas señas de identificación.

 

LA IGLESIA DEL PRIMER SIGLO LA IGLESIA DE CRISTO EN EL SIGLO VEINTE

(a) Señalada como: iglesia de Cristo (Romanos 16:16), iglesia de Dios (1 Cor. 1:2), iglesia del Señor (Hechos 20:28 ASV).

(a) La iglesia de Cristo es señalada sólo como eso, la iglesia de Cristo.

(b) Organización: ancianos, diáconos, evangelistas y miembros en la congregación local (Filipenses 1:1).

(b) La iglesia de Cristo está organizada con ancianos, diáconos, evangelistas y miembros.

(c) Adoración: se reunían en el primer día de cada semana (1 Cor. 16:2), y se dedica- ban al cántico vocal, a la oración, a la enseñanza, a participar en la Cena del Señor y a ofrendar (Hechos 2:42, 47;. 1 Cor. 14:15; 16:2; Hechos 20:7).

(c) La iglesia de Cristo se reúne el primer día de cada semana y se dedica al cántico vocal, a la oración, a la enseñanza, a participar en la Cena del Señor, y a ofrendar.

(d) Guía: la doctrina de los apóstoles era su única regla de fe y práctica (Hechos 2:42; Gálatas 1:6-9; Apocalipsis 22:19).

(d) La iglesia de Cristo se guía únicamente por la doctrina de los apóstoles, el Nuevo Testamento (la cual recibieron de Cristo).

(e) Condiciones para entrar: haber creído, haberse arrepentido, haber confesado a Cristo y haber sido bautizado (Hechos 8:26-40).

(e) Se puede pertenecer a iglesia de Cristo al creer, arrepentirse, confesar a Cristo y ser bautizado.

(f) Misión: apoyar la verdad (1 Timoteo. 3:15).

(f) La iglesia de Cristo se dedica a apoyar la verdad.

NOTA: Una cosa se compone de la suma de todas sus partes. Por consiguiente, se puede ver que la iglesia de Cristo no es una entre muchas; pero más bien es la única, iglesia verdadera del Nuevo Testamento.

NUESTRO SEÑOR NO ERA DENOMINACIONAL Y DE IGUAL MANERA DEBE SER SU IGLESIA

(1) Nuestro Señor no estableció alianza con ningún partido o división durante su peregrinaje terrestre. Mientras nuestro Señor vivió en la tierra, existían cuatro divisiones principales entre los judíos: los fariseos, los saduceos, los herodianos, y los esenios. Aunque cada uno de ellos podían atribuírse algo de la verdad, nuestro Señor no se identificó con ninguno de ellos. Esto es muy significativo.

(2) Notemos, además: (a) Nuestro Señor oraba por la unidad, que es antítesis del denominacionalismo (Juan 17:20, 21); (b) nuestro Señor pagó por la unidad, antítesis del denominacionalismo (Efesios 2:16); (c) nuestro Señor suplicó por la unidad, antítesis del denominacionalismo (1 Corintios 1:10); y (d) nuestro Señor planificó por la unidad, antítesis del denominacionalismo (Efesios 4:1-6). Por tanto, nuestro Señor era no-denominacional y anti-denominacional. Y ¡así debe ser su iglesia!

UN CONTRASTE REDOBLADO LA IGLESIA DEL N. T. EL DENOMINACIONALISMO

(1) De origen divino. (Mateo 16:18; Daniel 2:44).

(1) Hecho por el hombre, no de origen divino. El Señor no es autor de confusión ni de denominacionalismo. (1 Corintios 14:33). Nuestro Señor no obró en contra de su propio ruego por unidad estableciendo denominaciones contradictorias y conflictivas

(Juan 17:20, 21).

(2) Permanecerá para siempre. (Daniel 2:44; Hebreos 12:28, 29).

(2) Será desarraigado. (Mateo 15:13).

(3) Señalada por nombres bíblicos. (Romanos 16:16; Hechos 20:28;. 1 Cor. 1:2).

(3) Con nombres de hombres, formas de gobierno clerical, virtudes, "decretos" sobre días, etc. Sin embargo, debemos hablar como los oráculos de Dios. (1 Pedro 4:11).

(4) Tuvo su origen en el primer siglo. (Hechos 2:47).

(4) El catolicismo tuvo su comienzo en el siglo VII, y el protestantismo tuvo su comienzo en el siglo XVI.

(5) Cuarteles celestiales. (Efesios 1:22, 23;. 1 Pedro 3:22).

(5) Cuarteles terrenales. Algunos están en Roma, o en Salt Lake City, o en Independence, Missouri, o en Cleveland, Tennessee, etc.

(6) Sólo la Biblia. (Hechos 2:42;. 1 Pedro 4:11; Gálatas 1:6-9; Apoc. 22:18, 19;

 Judas 3).

(6) Credos, manuales, disciplinas, confesiones de fe, catecismos. Esto choca contra la total suficiencia de la palabra de Dios (2 Tim. 3:16,17).

(7) Añadidos a (Hechos 2:47).

(7) Afiliarse o unirse. Usted no se une a la familia de Dios; más bien usted es añadido a ella (1 Timoteo 3:15).

(8) Esencial para la salvación (Efesios 5:23; Hechos 20:28).

(8) Puede ser salvo sin ser nunca miembro de una denominación determinada. Por tanto, el denominacionalismo se condena a sí mismo como innecesario y sin relación alguna con la salvación.

(9) Comprada en el Calvario (Hechos 20:28; Efesios 5:25).

(9) No se pagó tal precio.

(10) Los apóstoles eran miembros de esta iglesia (Hechos 2:41).

(10) No existía membrecía apostólica en las denominaciones humanas. Después de todo, ¡entonces ni siquiera existían!

(11) La iglesia que Cristo escogió (Mateo 16:18, 19; Colosenses 1:24).

(11) La iglesia escogida por el hombre. Ahora, léase el Salmos 127:1.

(12) Añadido porque creyó, se arrepintió, confesó, y fue bautizado (Hechos 2:36-47; 8:26-40).

(12) Leyes humanas de introducción. Un hombre, habiendo sido informado de que debía haber experimentado una experiencia de gracia antes de con-siderársele candidato a membrecía en una denominación específica, fabricó una historia. Después de lo cual esta denominación votó y fue aceptado. Más tarde su conciencia le redarguyó a causa de su mentira. Por tanto, regresó confesándola y fue expulsado de esa denominación. El hizo esta observación concisa: "Votaron a mi favor cuando les dije una mentira, ¡y luego votaron en mi contra cuando les dije la verdad!"

(13) Jerusalén el nacimiento o comienzo (Zacarías 1:16; Isaías 2:1-4; Marcos 9:1; Lucas 24:46; Hechos 1:12-4).

(13) Lugares variados para su comienzo, no siendo Jerusalén el lugar del comienzo para ninguna de ellas.

ALGUNAS RAZONES POR LAS CUALES   LA IGLESIA DE CRISTO NO ES UNA DENOMINACION

1. El denominacionalismo es contrario a la oración del Señor (Juan 17:20, 21).

2. El denominacionalismo es una causa fructífera de infidelidad (Juan 17:20, 21).

3. El denominacionalismo es incorrecto porque Cristo no está dividido (1 Cor. 1:11-13).

4. El denominacionalismo es erróneo porque el cuerpo de Cristo es uno, no muchos (1 Cor. 12:13, 20; Efesios 4:4; Colosenses 3:15).

5. El denominacionalismo es contrario a uno de los propósitos básicos de la cruz del Calvario (Efesios 2:15, 16).

6. El denominacionalismo es una tentativa vana para servir a Dios (Mateo 15:9; Salmos 127:1).

7. El denominacionalismo divide los hogares, cuando Dios quiere los hogares unidos (Josué 24:15; Amós 3:3; Marcos 3:25).

8. El denominacionalismo es contrario a la súplica de Pablo por unidad, por cristianismo no- denominacional (1 Cor. 1:10).

9. El denominacionalismo es contrario a la doctrina de los apóstoles (Rom. 16:17, 18).

10. El denominacionalismo es un pecado que Dios aborrece (Proverbios 6:6-19).

11. El denominacionalismo implica que Dios es autor de confusión (1 Cor. 14:33).

12. El denominacionalismo no es apostólico.

13. El denominacionalismo está destinado a destrucción (Marcos 3:24, 25).

EL REMEDIO PARA EL DENOMINACIONALISMO

Debemos someternos sin reserva a la Biblia como el único criterio objetivo en materia de religión. Si tres personas difieren en cuanto a la hora del día, pueden resolver sus diferencias consultando la hora oficial del observatorio naval. Estosoluciona el problema y produce unidad. Si un hombre va a tres diferentes oficinas postales, le será informado el mismo franqueo para el envío de su paquete. ¿Por qué? Porque cada empleado postal consulta la misma guía. La unidad existe a causa de su lealtad a una autoridad objetiva única. En la misma manera, cuando todos los hombres desechen sus credos, disciplinas, manuales, confesiones de fe, catecismos, yo-creo, puede-ser, y sentimientos subjetivos, y cada uno, con un corazón receptivo y sin prejuicios se vuelva a la palabra de Dios, entonces, y sólo entonces, llegaremos a la unidad, que constituirá el toque de difunto del denominacionalismo. Debemos comprometernos a ser, llamarnos, obedecer, y decir nada más y nada menos, aquello que ha sido autorizado por la palabra de Dios. Sólo entonces tendremos "la unidad del espíritu" de Efesios 4:1-6: un cuerpo -- unidad de organización; un Espíritu -- unidad de guianza; una esperanza -- unidad en la aspiración; una fe -- unidad en el mensaje; un Señor -- unidad en la autoridad; un bautismo -- unidad en la práctica; y un Dios -- unidad en la adoración.

Mirándolo de otra forma, una de las leyes inmutables de Dios es que la semilla produzca fruto según su género (Génesis 1:12). De la misma manera, si se predica sólo el evangelio, en nuestros días producirá la única, verdadera iglesia neo testamentaria que éste produjo en los días de los apóstoles cuando no existían las denominaciones. Creer otra cosa ¡es repudiar una de las leyes inmutables de Dios!La iglesia de Cristo no es una denominación. Si lo fuera, renunciaría a su derecho a existir (Mateo 15:13). Nuestro Señor no era denominacional sino anti-denominacional. Su iglesia no puede permitirse ser de otra manera y clama por un cristianismo neo testamentario, puro y no denominacional. ¡Qué alentador es, pues, que muchos estén siendo atraídos hacia él!

JESUCRISTO COMO SU UNICA CABEZA

Por Howard Winters

En Colosenses 1:14-19; capítulo 1, Pablo describe a Cristo como el redentor (14), el creador (15-17), y la cabeza de la iglesia (18), concluyendo "para que en todo tenga la preeminencia. Por cuanto tuvo a bien el Padre que en El habitase toda plenitud" (18-19).

   El hecho de que Cristo es cabeza de la iglesia se hace claro en otras escrituras (Efesios 1:22, 23; 4:15; 5:23; Colosenses 2:10). Esto quiere decir que El es la fuente de su vida (todas las cosas provienen de El), y que reina sobre ella con autoridad divina. Por esto cada miembro de su cuerpo debe estar en sujeción a El (Col. 2:19). Para hacer aplicable este hecho grandioso, notemos:

UNA CABEZA DIVINA

   La iglesia tiene una cabeza divina, el Señor Jesucristo. Esto quiere decir simplemente que Cristo gobierna sobre ella. La iglesia no es una monstruosidad -- no es un cuerpo con muchas cabezas. Es un cuerpo con una cabeza. Cristo no comparte su gobierno o autoridad con el hombre. De esta verdad se deduce, con toda la fuerza que la razón, la lógica y la Escritura puedan tener, que la iglesia no tiene cabeza humana. Cualquier hombre que reclame ser cabeza de la iglesia, ya sea en cielo o tierra, está haciendo una alegación falsa y tomando para sí una prerrogativa que pertenece sólo a Cristo. No solamente es Cristo la cabeza divina de la iglesia, sino su única cabeza.

UN CUERPO DIVINO

   Cristo es la cabeza de la iglesia que es su cuerpo (Col. 1:18; Efesios 1:22-23). Resultaría una incongruencia que un cuerpo humano tuviera una cabeza divina o viceversa. La conclusión inevitable es, por tanto, que la iglesia es una institución divina. La iglesia es de origen divino porque fue concebida en la mente de Dios (Efesios 3:10-11), predicha por los profetas (Isaías 2:2-4), edificada por Jesús (Mateo 16:16-18), comprada con su sangre (Hechos 20:28), y construída bajo la dirección inmediata del Espíritu Santo trabajando a través de los apóstoles de Cristo (Hechos 2). Esta institución divina está compuesta por todos los salvos (Hechos 2:47); tiene como misión la salvación de las almas perdidas (Marcos 16:15-16); y la divina ley de Dios, según ha sido revelada en el Nuevo Testamento, es su única regla de conducta (2 Timoteo 3:16-17). Todo miembro de la iglesia del Señor es miembro de una institución divina.

   Esto contrasta con las denominaciones modernas, que son humanas en origen, nombre, doctrina, organización y práctica, tienen cabezas humanas y son regidas por leyes humanas.

AUTORIDAD DIVINA

   Porque sólo tiene una cabeza, la iglesia de Cristo está sujeta a una sola fuente de autoridad. Jesús dijo, "Todo poder (autoridad, ASV) me ha sido dada en los cielos y en la tierra" (Mateo 28:18). Su autoridad se ejerce a través de su palabra. Por tanto, cuando uno obedece a la palabra de Dios se está sometiendo a la autoridad divina, la única voz con autoridad reconocida por la iglesia del Nuevo Testamento.

   Por autoridad queremos decir el poder o derecho a mandar. En América estamos acostumbrados a un balance de autoridad entre ramas del gobierno. La autoridad legislativa reside en el Congreso, la ejecutiva en el Presidente y la judicial en las cortes. Pero en la iglesia existe una sola fuente de autoridad, el Señor Jesucristo.

UNA PRACTICA DIVINA

   Puesto que la iglesia sólo sigue las instrucciones dadas por su cabeza divina (a través de su divina palabra), todas sus prácticas son divinas. El camino de Dios es más alto que los caminos del hombre (Isaías 55:8-9), y no es del hombre que camina ordenar sus propios pasos (Jeremías 10:23). Esto significa que cada acción debe ser dirigida por las Escrituras -- cada acción debe ser una acción autorizada (Colosenses 3:17). Pablo expresó este principio claramente cuando dijo, "Examinadlo todo, retened lo bueno." Esto quiere decir simplemente que si una cosa no es aprobada (por las Escrituras), no debe ser practicada. Si se retienen sólo las cosas aprobadas, de esto se deduce entonces que deben rechazarse las no aprobadas. Toda dirección debe venir de la cabeza.

   Ningún concilio, sínodo, convención, o credo de hombre puede establecer la norma para la iglesia del Señor. Reconocer a Jesucristo como cabeza es seguir sus instrucciones, y seguir sus instrucciones resultará en una práctica divina.

PERPETUIDAD DIVINA

   "Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre" (Hebreos 13:8). Por tanto la iglesia nunca cambia su cabeza. Funciona bajo la misma cabeza, la misma autoridad, siglo tras siglo. Cuando murió el Papa Juan XXIII, escribí las siguientes líneas para nuestro boletín semanal en la iglesia:

   Ha muerto el Papa Juan Veintitrés y la iglesia Romana sin cabeza es; Pero déjenme expresar con todo mi ser, Que la cabeza de la iglesia del Señor nunca muere. Esto decididamente no es poesía, pero muy ciertamente es la verdad.

UNA RELACION DIVINA

   Toda vez que Cristo es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, Cristo y la iglesia están unidas inseparablemente. Cristo trabaja a través de su cuerpo y el cuerpo hace la obra de Cristo (1 Corintios 12:12-27; Efesios 4:11-15;. 1 Pedro 4:8-11). Esto hace imposible rechazar el cuerpo sin rechazar también la cabeza, "en virtud de quien todo el cuerpo, nutrido y bien trabado por las junturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios" (Col. 2:19). Cristo no puede ser recibido sin recibir también a su cuerpo.

CONCLUSION

Cristo es cabeza de la iglesia, su gobernador, su autoridad, su director. Si alguien desea tener a Cristo como su cabeza, también debe estar con la iglesia, la iglesia que es su cuerpo. Y debe seguir las instrucciones dadas por la cabeza. Si uno ama al Señor, y le respeta como cabeza de la iglesia, ¿por qué iba a desear estar en algo diferente? ¿Cómo habría de estar en algo diferente de lo escritural? Estar en un cuerpo diferente significaría tener otra cabeza.

 

DESCRITA POR MUCHAS PARABOLAS (FIGURAS ALEGORICAS)

Por Maxie B. Boren

Dios ha descrito la iglesia de Nuestro Señor Jesucristo de varias maneras en su revelación a nosotros. El obviamente lo hizo para que en esta forma pudiéramos entender la naturaleza de la iglesia y percibir su importancia. Nos referimos a esas diferentes descripciones como "cuadros" o "parábolas" (figuras alegóricas). Dios simplemente usó cosas con las cuales la gente estaba familiarizada para poder comunicarnos grandes verdades espirituales. En este escrito queremos describir brevemente diez de tales "figuras" dadas en forma divina a la iglesia. La iglesia es descrita

(1) Como una familia. Dios es nuestro Padre Celestial. "Por designio de su voluntad nos hizo nacer por la palabra de la verdad" (Santiago 1:18). El apóstol Pablo, reconociendo la grandeza y benignidad de Dios al proveernos salvación en Cristo, escribió "Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre ... de quien toma nombre toda parentela en los cielos y en la tierra" (Efesios 3:14-15). Somos hechos hijos de Dios cuando creemos en el evangelio, y nacemos en Su familia al obedecer los términos para el perdón que son revelados en el evangelio. Dios nos lo ha prometido, siempre y cuando estemos prestos a santificarnos, "Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas" (2 Cor. 6:18). Como hijos suyos, los cristianos debemos con toda seguridad llevar la imagen del Padre. Los miembros de la iglesia han sido llamados a la comunión con Cristo (1 Cor. 1:9), con el Padre, y los unos con los otros (véase .1 Jn 1:3-4). Por tanto, el ser hermanos y hermanas en la familia de Dios es una íntima y maravillosa relación de almas gemelas.

(2) Como el cuerpo de Cristo. En un hermoso contexto de la escritura, Pablo hizo una comparación entre el cuerpo físico y el cuerpo espiritual de Cristo. El cuerpo físico se compone de muchos miembros, pero es un solo cuerpo. Así también la iglesia, compuesta de muchos miembros, funcionando todos, sin embargo, armoniosamente juntos para el movimiento del cuerpo. Por tanto, la iglesia debe estar unida para la realización del designio y propósito de Dios. "Pero Dios dispuso y juntó el cuerpo ... para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros ... ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno por su parte" (1 Cor. 12:24-25, 27). Dios constituyó a Cristo "por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo" (Efesios 1:22-23). Y Pablo hizo claro que sólo hay "un cuerpo" (Efesios 4:4). Como cabeza, Cristo ha de tener toda la preeminencia en la iglesia (Colosenses 1:18).

(3) Como una desposada. La iglesia está desposada (espiritualmente hablando, por supuesto), con Cristo. Pablo escribió a la iglesia en Corinto y les dijo, "Os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo" (2 Cor. 11:2). Dirigiéndose a los efesios, les escribió comparando la relación entre el marido y su esposa como la relación entre Cristo y su iglesia. "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25,27;). Por tanto, la iglesia debiera ser una "iglesia gloriosa, que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin mancha" (verso 27). Véase también Romanos 7:4.

(4) Como un reino. La iglesia está sujeta a Jesucristo, quien es el rey en su reino. El reino de Cristo es un reino espiritual. El dijo, "mi reino no es de este mundo" (Juan 18:36), queriendo simplemente decir que Dios no tuvo nunca la intención de que su dominio fuera uno terrenal y temporal, como el de Saúl, David, y Salomón. El reino de Cristo es un reino celestial, y por tanto, "nuestra ciudadanía está en los cielos" (Filipenses 3:20). Y sin embargo, su reino espiritual definitivamente está también sobre la tierra, como lo ha estado desde su establecimiento el día de la fiesta judía llamada Pentecostés en el año 33 de N.S., según consta en el capítulo 2 del libro de los Hechos. Pablo informó a los cristianos en Colosas que Dios "nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su amado Hijo" (Col. 1:13). El evangelista Felipe bajó a Samaria y predicó a ese pueblo "acerca del evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo" (Hechos 8:12). Alrededor del año 96 de D.C., el apóstol Juan, escribiendo a las siete iglesias de Asia, les dijo que Cristo "nos amó, y nos liberó de nuestros pecados con su sangre; e hizo de nosotros un reino" (Apocalipsis 1:5-6). El reino no es algo que todavía ha de venir ... ¡está aquí ya! La iglesia y el reino son una misma cosa. Ser miembro de la iglesia del Señor significa ser ciudadano del reino.

(5) Como un rebaño. Jesucristo es el pastor de las ovejas, y los cristianos son descritos como ovejas. Por tanto, la iglesia depende del amor y cuidado del pastor. La iglesia obedece a su voz, "y las ovejas le siguen" (Juan 10:14). El apóstol Pedro amonestó a aquellos que servían como pastores (ancianos) en la iglesia a "apacentar la grey de Dios que está entre vosotros" (1 Pedro 5:2,4), "y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona incorruptible de gloria" (verso 4). Como ovejas descarriadas, los cristianos son pueblo que "ahora ha vuelto al Pastor ..." (1 Pedro 2:25).

(6) Como una casa. La iglesia no es un edificio hecho de ladrillos, piedras o madera. Es una casa espiritual. El apóstol Pedro, escribiendo a los cristianos, decía, "Vosotros también, como piedras vivas, habéis sido edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables para Dios a través de Jesucristo" (1 Pedro 2:5). Pablo escribió a los cristianos en Efeso, y les dijo que ellos fueron "edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo la piedra angular; en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un santuario sagrado en el Señor" (Efesios 2:20-21). A la iglesia en Corinto, Pablo preguntó, ¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1 Cor. 3:16).

(7) Un viñedo. Había muchos viñedos en Palestina, donde vivió y enseñó nuestro Señor durante su ministerio personal. El usaba aquellos términos con que la gente de sus días estaba familiarizada para ilustrar la labor que hay que hacer para el servicio del Señor. Por tanto, el reino, o iglesia, se compara con un viñedo. Léase Mateo 20:1-16. Pablo urgió a los cristianos a "ser firmes, inconmovibles, abundando en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 Cor. 15:58). En el contexto de Mateo 21:28-41, Jesús empleó la figura del viñedo para darnos aún más percepción acerca de la naturaleza del reino.

(8) Como una perla. Jesús dijo, "el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca perlas finas, y habiendo hallado una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró" (Mateo 13:45-46). Al contar esta parábola Jesús enseñó con gran maestría el valor incalculable del reino, y todo lo que encierra esa palabra. En nuestra comprensión de esto está envuelta la remisión de nuestros pecados y la participación en todas las bendiciones espirituales que Dios gratuitamente nos ha provisto en Cristo. "Bendito el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido a todos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (Efesios 1:3). ¡Esta es, pues, la perla de gran valor! No hay fortuna terrenal... de hecho, ¡ni el mundo entero ... puede comprarse con el valor de la salvación del alma de una persona! Jesús preguntó, "¿De qué servirá al hombre ganar el mundo entero y perder su propia alma?" (Mateo 16:26). Los que reciben esas enseñanzas de Cristo en sus corazones con comprensión perspicaz harán los sacrificios necesarios para ser partícipes del reino y sus bendiciones como una realidad en sus vidas. Querido lector, ser un miembro de la iglesia del Señor ¡es la mayor bendición y felicidad que una persona pueda sentir!

(9) Como un ejército. La iglesia ciertamente está "en guerra" con las fuerzas del mal. Pero ésta no es una batalla carnal con aviones, tanques, armas y bombas. Pablo escribió a los cristianos, "Porque aunque andamos en la carne, no militamos según la carne (porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas); derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios" (2 Cor. 10:3-4). El instó a Timoteo a "sufrir penalidades como buen soldado de Jesucristo" (2 Tim. 2:3). Y escribió a los cristianos en Efeso, exhortándolos a "robustecerse en el Señor, y en el vigor de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las artimañas del diablo" (ver el contexto de Efesios 6:10-17).

(10) Como un lámpara. En el segundo y tercer capítulos de Apocalipsis, a través de Juan, el Señor escribió cartas a las siete iglesias localizadas en lo que es hoy la parte más occidental del país de Turquía. Y en el lenguaje simbólico con que comienzan esas cartas, Jesús usó el término "lámparas" para referirse a esas siete congregaciones. "Los siete candeleros son siete iglesias" (Apoc. 1:20). Jesús dijo a sus discípulos, "Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara para ponerla debajo de un almud, sino sobre el candelero; para que alumbre a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de tal modo que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:14-16). Pablo escribió a la iglesia en Filipos, instruyéndoles a que fueran "irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación tortuosa y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo, manteniendo en alto la palabra de vida" (Filipenses 2:15-16).

   Concluyo este breve tratado sugiriendo a su intelecto que Dios usó esas "parábolas" en las Escrituras Sagradas con el fin de concederle penetración y comprensión sobre la naturaleza de la iglesia y lo que significa ser un cristiano. Le insto a que reflexione en oración y con cuidado acerca de esas descripciones de origen divino, rogando que al hacerlo usted pueda darse cuenta de la naturaleza no denominacional de la iglesia y de su carácter único. La iglesia ha sido diseñada por Dios. Su patrón se encuentra en el Nuevo Testamento. Aquéllos que han sido salvos por el evangelio han sido añadidos a ella. Todos necesitamos adquirir todo el conocimiento que nos sea posible acerca del eterno propósito de Dios que llevó a cabo en Cristo y que fue dado a conocer a través de la iglesia (véase Efesios 3:8-11).

REGLA DE AUTORIDAD

Por E. Claude Gardner

Cuáles son las dimensiones de la habitación en donde usted se encuentra? ¿Cuántos pies tiene de ancho y de largo? Con una regla de 12 pulgadas o de una yarda usted puede conseguir una medida precisa. Del mismo modo, si otras diez personas usan esa misma regla para medir, tendrían exactamente los mismos números que usted obtuvo. Si en la religión todos aceptaran una regla común de autoridad, entonces esto debiera dar como resultado una misma fe y una misma práctica. La frustración y confusión provienen de aceptar distintas normas de autoridad. Gente buena queda desconcertada por causa de todas las doctrinas conflictivas que son predicadas.

   Nuestra defensa, que es tanto escritural como sensata, es ésta: Que el Nuevo Testamento es nuestra única regla de fe y práctica. Hacemos un llamado a los hombres hacia la palabra de Dios para que seamos guiados en todas las cosas de la vida -- espirituales, de adoración, personales, de familia y de negocios. Nuestra súplica sincera es que "hablemos donde la Biblia habla y callemos donde la Biblia calla; que llamemos las cosas de la Biblia por nombres bíblicos y hagamos las cosas de la Biblia de la manera que la Biblia nos dice.

   Jesucristo y sus enseñanzas deben gobernarnos. Le reconocemos como Señor y Salvador. Nos inclinamos a El como "Señor de señores y Rey de reyes" (Apocalipsis 17:14). El es la cabeza de la iglesia y por tanto controla nuestras vidas y nos indica cómo debemos adorar. Pablo habló acerca de la preeminencia de Jesús cuando dijo, "Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dió por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia" (Efesios 1:22). El Cristo resucitado hizo una vigorosa y arrolladora declaración, "Todo poder me es dado en los cielos y en la tierra" (Mateo 28:18).

   Dios, nuestro Creador, se ha revelado a través de Cristo, quien nos ha hablado a través del Nuevo Testamento. "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado en el Hijo, a quien designó heredero de todo, por medio del cual hizo también el universo" (Hebreos 1:1-2).

   Jesús no nos habla en forma audible, ni "a través de un murmullo", ni a través de la conciencia, sino a través de su Palabra revelada a los apóstoles, según el Nuevo Testamento. A los apóstoles (no a nosotros hoy) les prometió que "el Consolador, quien es el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14:26). El Señor también les aseguró que los guiaría a toda la verdad de modo que su mensaje fuera libre de error

(Juan 15:26; 16:13). Concluimos que el Nuevo Testamento es expresión de la divina voluntad y del camino de nuestro Salvador y que es, por tanto, nuestra autoridad. El es nuestra "única fe" (Efesios 4:5). Es el único libro que determina nuestra fe, conducta, y adoración; por él debemos vivir y por él debemos morir; en él debemos edificar nuestras casas y nuestros negocios o profesiones.

   Jesús es el "mediador del nuevo pacto" (Hebreos 12:24). Es nuestro Salvador a través del nuevo pacto o testamento. El pecado nos ha separado de Dios (Isaías 59:1-2) y Cristo es nuestro "mediador" a través del nuevo pacto.

   La Palabra de Dios nos provee de todo y por tanto, no necesitamos nada más. Pablo aseveró, "Toda la escritura es inspirada por Dios, y buena para enseñar, para redargüir, para reprender, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, totalmente preparado para toda buena obra" (2 Tim. 3:16-17).

   El Nuevo Testamento es suficientemente poderoso para librarnos del pecado. Debemos recibir la palabra implantada que es capaz "de salvar nuestras almas" (Santiago 1:21). Es descrita como "pronta" (viva) y "poderosa". "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y de los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).

   El Nuevo Testamento no es "letra muerta". No es necesario que el Espíritu Santo "entre en nuestro corazón" en forma misteriosa y directa para que la Palabra sea movida en nuestro corazón. La razón es clara -- porque es viviente. El único poder que Dios está usando para nuestra salvación es el Nuevo Testamento, ya que Pablo enseñó, "Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo porque es poder de Dios para salvación a todo aquél que cree; al judío primero y también al griego" (Romanos 1:16). Es esta verdad la que nos libera. "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:32).

   Porque Jehová se preocupa por su creación, El ha suplido todas nuestras necesidades. Esta es una de las preciosas promesas del Nuevo Testamento, por lo cual Pedro escribió, "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas" (2 Pedro 1:3-4). No podemos fijarnos en el Antiguo Testamento, ni en libros de filosofía, ni credos de hombre para recibir vida espiritual. Por tanto, debemos contender ardientemente por esta fe. "Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me he visto en la necesidad de escribiros, exhortándoos a que contendáis ardientemente por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez por todas" (Judas 3).

   Repudiamos todo credo humano, confesión de fe, manuales y disciplinas en la iglesia porque el Nuevo Testamento es nuestro guía. Y además podemos citar muchas ocasiones en que aquéllos contradicen la Palabra de Dios y están además sujetos a cambios frecuentes. Un adagio muy sensato dice: "Si un credo humano contiene más que la Biblia, contiene demasiado; si contiene menos que la Biblia, contiene muy poco; pero si contiene las mismas cosas que la Biblia, entonces de todas formas no lo necesitamos."

   Muy de veras suplicamos que todos los hombres vengan al Nuevo Testamento y a Cristo como suprema autoridad en la religión. Ojalá siempre recurramos al "así dijo el Señor" en todo lo que creemos y practicamos. En la transfiguración, se escuchó una voz del cielo que dijo, "Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia, a El oíd" (Mateo 17:5).

El A. T. es PARA SU CONOCIMIENTO, PERO NO ES SU LEY

Por William Woodson

Los miembros de la iglesia de Cristo sienten un profundo respeto por las escrituras inspiradas de la Biblia. Toda la escritura es útil para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia (2 Timoteo 3:16-17).

La relación del Antiguo Testamento con la iglesia de hoy es, sin embargo, un asunto de preocupación. Este tratado discute el asunto tanto negativa como positivamente.

I. El Antiguo Testamento no constituye la ley para la iglesia.

   Simpatizantes de los judíos en los días de Pablo buscaban ligar el Antiguo Testamento a la iglesia (Gálatas 5:1-4), pero este esfuerzo fue rechazado vigorosamente (Hechos 15:1-29; Gálatas 2:1-5). En la era moderna hay grupos religiosos que buscan unir partes del Antiguo Testamento con los cristianos, por ejemplo, los Adventistas del Séptimo Día. Hay gente con preocupaciones y preguntas persistentes sobre cómo estamos ligados al Antiguo Testamento.

   Las verdades que siguen nos dejan claro que la gente de Dios hoy día no está bajo la autoridad del Antiguo Testamento.

1. La ley del Antiguo Testamento fue dada a un grupo especial de gente, los judíos, y no se dijo que fuera dada a nadie más, inclusive los cristianos. Dios dijo a Moisés, "He hecho un pacto contigo y con Israel" (Éxodo 34:27). Los "hijos de Israel" debían "observar el sábado por sus generaciones" como señal entre "yo (Dios) y los hijos de Israel para siempre" (Éxodo 31:16-17). Dios hizo el pacto mosaico con los judíos del tiempo de Moisés, no con otros (Deuteronomio 5:1-3; Nehemías 9:13-14).

2. La ley en el Antiguo Testamento era únicamente temporal y por consecuencia debía llegar a su fin. Jeremías predijo este hecho y el escritor de Hebreos declaró su cumplimiento (Jeremías 31:31-34; Heb.8:6-13). Dios indicó que un nuevo pacto, distinto al que diera a través de Moisés, iba a ser dado, y el escritor de Hebreos pone en marcha su cumplimiento. Entonces explica que en su día el antiguo estaba "listo a desaparecer" (Heb.8:13) y que por cierto "necesariamente ocurre también cambio de ley" (Hebreos. 7:12).

3. La ley del Antiguo Testamento fue clavada en la cruz de Cristo y con ello fue cancelada como una ley a ser seguida por el pueblo de Dios. Pablo declara que los cristianos son "muertos a la ley por el cuerpo de Cristo" y que esa ley era la que decía "No codiciaréis", esto es, la ley de los diez mandamientos (Romanos 7: 4,7). En otra parte Pablo indicó que el velo "no descubierto (o quitado) cuando leen el antiguo pacto ... desaparece en Cristo", siendo la razón que ya el velo fue "quitado" (2 Corintios 3:14, 11). Cristo "abolió en su carne ... la ley de los mandamientos mediante la cruz" (Efesios 2:15-16). De hecho, se dijo que quitó la "ley de los mandamientos expresados en ordenanzas clavándola en su cruz" (Colosenses 2:14).

El resultado es entonces que el Antiguo Testamento como ley para el pueblo de Dios fue quitado por la muerte de Cristo. Los cristianos, por tanto, no han de observar el Antiguo Testamento como ley para el servicio de Dios hoy día.

II. Aunque el Antiguo Testamento no es lo que reglamenta la voluntad de Dios ahora, sí continúa siendo de mucho valor práctico para el cristiano.

Dos valiosos pasajes sobre la utilidad del Antiguo Testamento se encuentran en Romanos 15:4 y .1 Corintios 10:11. Esos versos demuestran que el Antiguo Testamento tiene valor para nuestro "conocimiento", "reprensión", y "paciencia y consuelo".

1. El Antiguo Testamento nos suple mucho material de enseñanza. Esto se refiere a:

(a) Preguntas fundamentales tales como el origen del universo (Génesis 1:1; Salmos 33:6, 9), el origen y naturaleza del hombre (Génesis 2:7; Zacarías 12:1), el origen del pecado (Génesis 3:1-6) y el comienzo de la nación hebrea (Genesis 12:1-3);

(b) Información esencial para la comprensión del Nuevo Testamento, como la historia del pueblo judío desde Abraham hasta el final del Antiguo Testamento; la comprensión de actividades y acontecimientos judíos mencionados en el Nuevo Testamento, por ejemplo, la Pascua, Pentecostés, el Sábado, el derramamiento de sangre, etc.; alusiones biográficas en el Nuevo Testamento sobre gente del Antiguo Testamento, por ejemplo, Elías (Mateo 17:1-9), Moisés (Juan 1:17), Adán y Eva (1 Timoteo 2:12-15), etc.; y trasfondo para alusiones geográficas tales como Jerusalén, el Jordán, Samaria, etc. Esos trozos y fragmentos en el Nuevo Testamento alusivos al Antiguo, se comprenden con un mejor conocimiento del Antiguo Testamento.

(c) Información importante sobre Jesús y su forma de vida, como su genealogía (Mateo 1; Lucas 3), las profecías que indicaban su advenimiento (Salmos 16:8-10; Isaías 53, etc.), el fracaso de la sangre de toros y machos cabríos para borrar los pecados (Hebreos 10:1-2), y sobre varias palabras esenciales tales como pecado, justificación, santidad, oración, etc. Así que, el "conocimiento" del Antiguo Testamento ayuda al entendimiento de Jesucristo y su camino.

2. El Antiguo Testamento provee muchas amonestaciones para guiar y advertir al hombre. Estas incluyen:

(a) Amonestaciones concernientes a la debilidad del hombre tales como el control del corazón (Proverbios 4:23), el peligro de los celos (Prov. 6:34-35) y de la codicia (Ex. 20:27; Josué 7:1) y los "pecados capitales" (Prov. 6:16-19).

(b) Amonestaciones que demuestran la necesidad de obedecer a Dios tales como los ejemplos de obediencia en Hebreos 11, Josué en Jericó, Naamán, Noé, etc.

(c) Amonestaciones relacionadas con el significado y castigo de la injusticia, como el pecado de David (2 Samuel 11; Salmo 51), de Saúl (1 Samuel 15), de Nadab y Abiú (Levíticos 10), y de Balaán (Números 22). Estas amonestaciones, por precepto y ejemplo, indican la necesidad de servicio y carácter adecuado para el pueblo de Dios.

3. El Antiguo Testamento provee de varias maneras para nuestra paciencia y consuelo. Hay lecturas excelentes que nos hablan del cuidado de Dios para con su pueblo (Salmos 23; 27; 103; 121, etc.). También hay ejemplos de cómo guarda Dios a sus siervos tales como Job (Libro de Job), David (Salmos 37:25-26), y Josué (Josué 1:5-9). Además, el cuidado que Dios proveyó a la nación judía, a pesar de sus frecuentes fracasos y pecados, sirve para demostrar su interés y provisión para nosotros hoy día.

   El Antiguo Testamento, por tanto, no debe ser considerado como la ley del pueblo de Dios hoy día, ya que sirvió su propósito como ley, fue cumplida, y removida de toda autoridad por la muerte de Cristo. Sin embargo, el Antiguo Testamento debe ser atesorado como un libro inspirado por Dios que nos suministra los medios para nuestra enseñanza, amonestación, paciencia y consuelo.

IGUAL QUE LOS PRIMEROS CRISTIANOS, LA IGLESIA ACTUAL RINDE CULTO A DIOS CON CANTICOS

Por James M. Tolle

Al rechazar el uso de instrumentos musicales en la adoración, las iglesias de Cristo no lo hacen por parecer peculiares ni por causa del gasto envuelto. Para ellas es un asunto de principio más que de conveniencia. Han escudriñado la contestación correcta a esta pregunta tan importante: ¿Autoriza Jesucristo el uso de instrumentos de música en la adoración a Dios? Su investigación de la palabra divina les ha hecho concluir que no hay mandamiento, precepto, ni ejemplo para esta práctica. Véase Mateo 17:5; 28:18; Juan 14:26, .1 Jn 4:6. Todas y cada una de las referencias a la música en el Nuevo Testamento durante el servicio de adoración tienen que ver sólo con cantar: Hechos 16:25; Romanos 15:9;. 1 Corintios 14:15; Efesios 5:19; Colosenses 3:16; Hebreos 2:12; Santiago 5:13.

ORDEN DE ADORACION

   El orden de adoración en el Nuevo Testamento se especifica en Juan 4:24, "Dios es Espíritu, y los que le adoran en espíritu y en verdad deben adorarle." Ninguna adoración, de acuerdo con esta expresión de Jesús, puede ser correcta a menos que se haga en espíritu y en verdad. ¿Qué es la verdad? "Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:17). ¿Dónde en el Nuevo Testamento expresa la palabra de Dios su apoyo al uso de instrumentos de música en el servicio de adoración? En ningún lugar; por tanto, esta práctica no puede hacerse en verdad, porque la "palabra es verdad". Concluimos así que la música instrumental en la adoración viola el orden de adoración expresado en Juan 4:24.

   Lo opuesto a la adoración verdadera es la adoración vana. Toda forma de adoración no autorizada por el Nuevo Testamento es vana -- inválida e inútil. Jesús dijo en Mateo 15:9, "Pero en vano me adoran, enseñando como doctrinas preceptos de hombres." En el contexto de esta aseveración, los fariseos habían protestado ante el Señor porque sus discípulos no se habían lavado las manos antes de comer. Los fariseos enseñaban que esta práctica era un servicio directo rendido a Dios y que aquéllos que no lo hacían estaban espiritualmente contaminados y no agradaban a Dios. Pero, de hecho, Dios nunca había ordenado a los hombres lavarse las manos antes de comer. Esto era meramente un precepto de hombres, y el no practicarlo no ofrecía ningún daño espiritual al individuo. Véase Mateo 15:20. Jesucristo condenó esta doctrina, junto con los otros preceptos de hombre, cuando la describió como "adoración vana". La música instrumental en la adoración es vana porque la originó el hombre y no Dios.

   Pero alguien puede preguntar, "¿Hay realmente algo de malo en lavarse las manos antes de comer?" Moralmente no; en forma religiosa, sí. Una actividad puede ser correcta moralmente y sin embargo ser religiosamente incorrecta. Considérense los siguientes ejemplos: (1) Es moralmente correcto comer jamón y huevos, pero es incorrecto hacerlo como un rito religioso, como un acto de adoración. (2) Es moralmente correcto echar agua al cuerpo de un infante con el propósito de bañarlo, pero es incorrecto hacerlo como un rito religioso. (3) Es moralmente correcto tocar instrumentos de música para recreación y entretenimiento, pero es incorrecto hacerlo en la adoración a Dios.

NO SE AUTORIZAN EJEMPLOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

   Los ejemplos de música instrumental en la adoración en el Antiguo Testamento no constituyen un apoyo para su uso en la iglesia del Señor. El Antiguo Testamento ya no ata a los hombres como un sistema de doctrinas y prácticas religiosas. Fue clavado en la cruz para que el Nuevo Testamento pudiera ser puesto en vigor (Hebreos 10:9, 10; Colosenses 2:14). Cristo es la autoridad suprema en religión para la iglesia, no Moisés (Juan 1:17; Hebreos 8:6). Cristo no da autoridad para el uso de música instrumental en la adoración, y los cristianos fieles repudian esta práctica a causa de su respeto por la voluntad del Señor expresada en el Nuevo Testamento.

El apóstol Pablo dijo, "Decidme, los que queréis estar bajo la ley, ¿no oís la ley?" (Gálatas 4:21). Si alguien apela al Antiguo Testamento para justificar el uso de instrumentos musicales en la adoración, para ser consistente estará obligado a aceptar todas las demás formas de adoración que en él se encuentran: quema de incienso, ofrenda de sacrificios de animales, etc. Pero las iglesias de Cristo rechazan todas esas prácticas por la simple razón de que no están incluidas en las enseñanzas del Nuevo Testamento, que es la autoridad de Cristo.

INFORMACION HISTORICA

No hay ni una sola referencia sobre el uso de música instrumental en ninguna congregación del pueblo de Dios durante la totalidad de la era apostólica.

La primera aparición de música instrumental en la adoración fue alrededor del Siglo VI de N.S. La fecha exacta de esta introducción varía en diferentes lugares. Pero podemos concluir con certeza que no era generalmente practicada hasta después del Siglo VIII. Los mejores historiadores estudiosos de las escrituras conceden que la práctica apostólica fue cantar solamente.

"Pasarían muchos siglos antes de que se acompañaran las melodías cantadas con instrumentos."

"Sólo cantar, sin embargo, sin tocar instrumentos, era permitido en la iglesia primitiva."

"No cabe la menor duda que, originalmente, en todo lugar la música del servicio de adoración era completamente de naturaleza vocal."

"En el principio la música de la iglesia era simple, sin artificios, recitativa. Pero la rivalidad de los herejes empujó a la iglesia ortodoxa a poner mayor atención a los requisitos del arte. Crisóstomo tuvo que pronunciarse en contra de la secularización de la música de la iglesia. La oposición a la introducción de acompañamiento instrumental duró más tiempo."

"Toda la música usada en los servicios de los primeros cristianos era vocal."

   "Ambrosio expresa su desdén hacia aquéllos que tocaban lira y salterio en vez de cantar himnos y salmos; y Agustín conjuraba a los creyentes a no cambiar su corazón hacia instrumentos teatrales. Los guías religiosos de los primeros cristianos sentían que iba a haber una incongruencia, y aún profanidad, en los efectos sensuales de excitación nerviosa que el sonido de los instrumentos producía durante su adoración mística y espiritual. Su elevado entusiasmo moral y espiritual no necesitaba ayuda de estímulos externos; la pura expresión vocal era la más apropiada expresión de su fe."

   "La música en las iglesias es tan antigua como los apóstoles, pero no así la música instrumental. El uso del instrumento es por cierto mucho más antiguo, pero no en los servicios de la iglesia."

CONCLUSION

   Con toda la evidencia a la mano, la conclusión es inescapable: la música instrumental en la adoración nunca fue practicada por la iglesia primitiva. Las Iglesias de Cristo hoy día adoran con canciones como hicieron los primeros cristianos. Esto es escritural. Y es seguro. En todo lo que hacemos durante la adoración a Dios, debemos seguir siempre explícitamente el plan divino según fue delineado en el Nuevo Testamento.

LAS ESCRITURAS INSTRUYEN A LA IGLESIA A PONER APARTE

Por James Pilgrim

Las iglesias de Cristo procuran restaurar el patrón del Nuevo Testamento en cuanto a ofrendar. Debemos hacer "todo en el nombre del Señor Jesús" (Colosenses 3:17), esto es, según su instrucción, porque El nos lo pidió. No debemos de añadir ni sustraer a su palabra (ver Apocalipsis 22:18,19). Veamos, por tanto, qué nos ha instruido Jesús que hagamos con nuestros bienes.

EL PROPOSITO DE OFRENDAR

   A la iglesia de Dios en Corinto (2 Corintios 1:1) se le dijo que pusiera en su corazón el propósito de ofrendar (2 Corintios 9:7). La Concordancia Exhaustiva de Strong, en su página 820 dice que la palabra "proponerse" significa "escogerlo por sí mismo antes que ninguna otra cosa (preferirlo), o sea (por implicación) proponérselo (tener la intención)." Proponérselo, por tanto, es predeterminar por voluntad propia qué hemos de dar, en vez de dar sin orden ni concierto.

SEGUN CADA UNO HAYA PROSPERADO

    "Cada uno" que prospera debe "poner aparte algo" (1 Corintios 16:2). Tanto el rico, como el de clase media y el pobre que prospere es instruido por Jesús a ofrendar. Cada cristiano debe llevar su parte de la carga (2 Cor.8:13-15). Ese fue el caso en Marcos 12:41-44, aunque la viuda pobre, en proporción, llevaba la mayor parte de la carga. Por eso Jesús la elogió.

ALEGREMENTE

   Aquéllos que ofrenden no deben hacerlo "de mala gana, o por obligación, porque Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:7). "Alegremente" viene de la palabra griega HILAROS, que significa "... buena disposición mental ... con gozo ... con alegría (Ingl. hilarious) ... 'que causa resplandor' " (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, Vol. I, A-D, p. 184. Los cristianos se alegran en vez de entristecerse por ofrendar al Señor. Son contribuyentes dispuestos y no dadores reacios, que contribuyen porque son obligados a hacerlo.

SEGUN HAYAN PROSPERADO

   La palabra inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16-17) nos instruye a dar de acuerdo a como hayamos prosperado (1 Corintios 16:1-2). Se pide mucho a aquéllos a quienes mucho se les ha dado (Lucas 12:48). Nuestra ofrenda habrá de variar de acuerdo a nuestro salario. Cuanto más uno reciba, más se le requiere que dé. Si usted aún está ofrendando lo mismo que antes de su último aumento de salario, y si usted lo estaba dando apropiadamente, entonces ahora usted no está dando según ha prosperado. Ofrendar según haya prosperado significa dar de acuerdo al número de pagos que haya recibido. Cincuenta y dos sueldos significan cincuenta y dos contribuciones, no cincuenta y una o menos. Menos de 52 significaría haber dado menos de lo que uno ha prosperado. Sería robar a Dios (Malaquías 3:8-10). Los cristianos deben ofrendar abundantemente si esperan cosechar abundantemente (2 Corintios 9:6; Lucas 6:38; Mateo 6:33). Aquéllos que siembran poco, poco segarán. Romanos 12:8 dice que aquéllos que ofrendan (i.e. imparten) han de hacerlo con sencillez (i.e. liberalmente). Ejemplos de dadores aprobados por Dios fueron los macedonios que dieron más allá de sus posibilidades (2 Cor.8:1-4), y la viuda pobre en Marcos 12:41-44. Dios ofrendó a su unigénito Hijo (Juan 3:16). Jesús dio su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).

EL PRIMER DIA DE LA SEMANA

   La orden que Pablo dió a las iglesias de Galacia y a la iglesia de Corinto en cuanto a la ofrenda fue "el primer día de cada semana" (1 Corintios 16:1-2). Por tanto, "el primer día de la semana" es el patrón de Dios para la colecta, no diariamente según hacen algunos en los avivamientos, o durante las cenas, loterías, y ventas de artículos usados, o pidiendo a amigos o en lugares de negocios. También aprendimos que la colecta debe ser tomada CADA semana. "El primer día de la semana" empieza cada semana. El lenguaje es el mismo que el de Hechos 20:7, y significa lo mismo -- cada semana. Entendemos que un banquero quiere decir cada mes cuando usa un lenguaje similar. Por ejemplo, él podría decir, "La obligación es pagadera el primer día del mes." Entendemos que él quiere decir cada mes. Además, el artículo "el" antes de la palabra semana en. 1 Corintios 16:2 viene de la palabra griega KATA, que significa y es traducida dondequiera como "cada" (Hechos 14:23). Aquéllos que se convirtieron el día de Pentecostés continuaron firmemente en la "comunión" (del griego KOINONIA, traducido también "contribución", Hechos 2:42 y Romanos 15:26).

ALGUNAS NEGACIONES

   No hemos de ser codiciosos (Colosenses 3:5). Ni tampoco debemos amasar riquezas en la tierra, sino en el cielo (Mateo 6:19-21). No hemos de dar para ser vistos de los hombres, de otro modo no recibiremos recompensa (Mateo 6:1-4). No hemos de dar a regañadientes o por obligación (2 Corintios 9:6). No hemos de sembrar escasamente (2 Corintios 9:7). Tampoco hemos de dar a Dios las migajas (lo que nos sobra), sino los primeros frutos de nuestras labores (Mateo 6:33). Calculamos las contribuciones a base de nuestro ingreso bruto, sin embargo algunos quieren dar a Dios basándose en menos de su ingreso neto, o lo que queda después que las contribuciones, la renta, la comida, y otros gastos han sido deducidos. Eso no es dar de acuerdo a como hemos prosperado. No está en armonía con el himno que a veces cantamos, DA LO MEJOR AL MAESTRO.

CONCLUSION

   "Más bendito es dar que recibir" (Hechos 20:35). Dar es una gracia (2 Corintios 8:1-7), que prueba nuestro amor (2 Corintios 8:8-9). Es pecado saber dar y no hacerlo (Santiago 4:17). Seamos fieles a Dios para hacer lo que nos ha trazado, y no porfiemos en añadir o sustraer de Su palabra. Hagamos como Dios nos ha indicado, como lo hizo Noé: "Hizo conforme a todo lo que Dios le mandó" (Génesis 6:22). Demos liberalmente para que el evangelio salvador de Jesucristo (buenas nuevas, Romanos 10:13-14) pueda ser predicado a los perdidos de todas las naciones (Marcos 16:15-16; Mateo 28:19), enseñado a los salvos (1 Corintios 14:12; Mateo 28:20), y los desposeídos puedan ser consolados (Gálatas 1:2; 6:10).

LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA COMULGAN SEGUN CRISTO LO ORDENO

Por David E. Hanson

Términos tales como "La Cena del Señor" (1 Corintios 2:42); "comunión" (1 Corintios 10:16); y "la mesa del Señor" (1 Corintios 10:21) son expresiones bíblicas indicando un acto de adoración. "Eucaristía", "sacramento" y "ordenanza de la iglesia" son términos inventados por los hombres para identificar la cena del Señor (no se encuentran en la Biblia).

   Jesús instituyó la cena del Señor en una habitación alta de una casa en Jerusalén la noche antes de su crucifixión. En la Biblia se presentan cuatro informes de este suceso (Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:17-20; y .1 Cor. 11:23-26). Sus palabras fueron previsoras. El memorial fue establecido antes de que tuviera efecto el suceso que se había de conmemorar.

   Jesús instituyó la cena del Señor inmediatamente después que El y sus discípulos comieron la cena de la Pascua. A causa de esta conexión cercana, la cena de la Pascua es un trasfondo importante para entender la cena del Señor. Dios instituyó la cena de la Pascua para que el pueblo de Israel celebrara su liberación de la esclavitud (Deuteronomio 16:1-8). La cena del Señor es el memorial del cristiano para recordar lo que costó a Dios librarlo de la esclavitud del pecado.

   Las cenas del pacto en el Antiguo Testamento nos proveen otro trasfondo para la cena del Señor (Génesis 18 -- la renovación de la promesa de un hijo a Abraham; Génesis 31 -- una señal de que habría paz entre Jacobo y su suegro; e Isaías 25:6-10 -- la descripción de la salvación venidera). Después que Jesús dio a sus discípulos el fruto de la vid, dijo: "Porque esto es mi sangre del Nuevo Pacto ..." (Mateo 26:28). Posteriormente, la cena del Señor es una renovación del pacto que el cristiano tiene con Dios, que se cumple con el bautismo.

   La cena del Señor es un servicio memorial. Jesús dijo, "... hagan esto en memoria de mí" (Lucas 22:19). Jesús no nos dejó sudarios, reliquias personales o estatuas de sí mismo -- únicamente un acto modesto, la cena del Señor. La cena del Señor es el mayor monumento mundial que puede conmemorar el suceso más grande en el mundo. Al conmemorar los cristianos el sacrificio de Jesús en la cruz, llegan a estar conscientes de su necesidad pasada (eran pecadores sin esperanza), y su responsabilidad presente (el vivir una vida de santidad y devoción a Dios).

   Para tomarla de una manera digna, cada participante debe examinar su vida a la luz de los términos del Nuevo Testamento (1 Corintios 11:27-28). Aunque el examen de sí mismo del cristiano no está restringido a la asamblea de adoración (2 Corintios 13:5), cada uno debe examinarse muy detenidamente antes de participar del pan y el fruto de la vid. El propósito de este examen propio es identificar y arrepentirse de cualquier pecado en su vida (Salmo 139-23-24). (Proverbios 28:13) dice, "El que encubre sus pecados (no exponiéndolos a través del examen propio) no prosperará: mas el que los confiesa y se enmienda alcanzará misericordia" (Dios aceptará su adoración). Cuando se toma la cena del Señor de manera digna, el cristiano sale con fuerzas espirituales renovadas que ha ganado por (1) su reflexión del porqué Jesús tuvo que morir y (2) su renovada determinación a vivir de acuerdo a los términos del Nuevo Pacto.

   La cena del Señor se compone de dos elementos -- el "pan" y la "copa". El pan que se usaba en la cena de la Pascua era pan sin levadura (Éxodo 12:17-20; Mateo 26:17-20). La levadura (que causa que la masa de pan se fermente) debía ser sacada de la casa por un período de siete días (Éxodo 12:15, 19). Jesús instituyó la cena inmediatamente después que El y sus discípulos tomaron la cena de la Pascua. Sugerir que Jesús tenía pan con levadura en el salón alto es acusarlo de violar Éxodo 12:15, 19.

   Jesús usó la palabra "levadura" en sentido figurativo para señalar la corrupción (Mateo 16:6; Lucas 12:1 -- compárese .1 Corintios 5:6-8 y Gálatas 5:9). El pan sin levadura es simbólico del cuerpo de Cristo (Lucas 22:19). Por tanto, el "pan" debe ser sin levadura, así como Cristo es sin corrupción ni pecado (Hebreos 4:15; 7:26). No había nada con levadura en la cena de la Pascua porque esto era un recordatorio perpetuo al pueblo hebreo (Éxodo 12:25-27) de la "prisa" con que ellos salieron de la esclavitud de los egipcios (Deuteronomio 16:3). De la misma manera, la ausencia de "levadura" en el pan de la cena del Señor recuerda al cristiano la "prisa" con que salió de la esclavitud del pecado.

   La "copa" contenía el "fruto de la vid". La palabra "vino" (que puede significar jugo de uvas sin fermentar -- Isaías 65:8; Juan 2:1-11 o jugo de uvas fermentado -- Prov. 20:1, dependiendo únicamente del contexto) en ningún momento se usa en la Biblia para referirse a la cena del Señor. Sólo se usan los términos "fruto de la vid" y "copa" . El "fruto de la vid" es simbólico de la sangre derramada por Cristo (Marcos 14:23-25; Mateo 26:27-29). Porque es puro y sano, es un símbolo que se ajusta a la sangre sanadora de Jesucristo.

   Muchos religiosos creen que el "pan" y el "fruto de la vid" se convierten literalmente en el "cuerpo" y la "sangre" de Jesucristo. Mateo 26:26-28 dice, " ... Tomad, comed; esto es mi cuerpo ... Tomad de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto ..." Cuando Jesús tomó el pan y dijo, "esto es mi cuerpo", él estaba viviendo en su cuerpo terrenal. Si el pan hubiera sido su cuerpo literal entonces El hubiera tenido dos cuerpos literales al mismo tiempo. Si Cristo hubiera desaparecido súbitamente mientras decía las palabras "esto es mi cuerpo", y los apóstoles sólo hubieran visto el pan -- ellos hubieran comprendido que su cuerpo había sido milagrosamente transformado en pan. Sin embargo, su cuerpo todavía estaba allí, y su sangre todavía corría por sus venas, probando que Jesús no estaba demostrando una transcondensación milagrosa.

   Juan 6:53 dice, "... Si no coméis la carne del hijo del hombre y bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros." El contexto demuestra que Jesús no estaba hablando sobre la cena del Señor. El verso Jn 6:60,63 sugiere que los discípulos tomaron esta declaración literalmente. Pero en el verso 63, Jesús corrigió el erróneo concepto de ellos demostrando que su declaración sobre el comer su carne y beber su sangre (Juan 6:53-59) era figurativa -- "El espíritu es que el que da vida; la carne para nada aprovecha: las palabras que les he hablado son espíritu y son vida." Comemos la carne y bebemos la sangre de Cristo al aceptar sus palabras y llevarlas en nuestro diario vivir.

   Además, la cena del Señor es un memorial -- "haced esto en memoria de mí" (Lucas 22:19). Los servicios memoriales no se hacen para los que están presentes físicamente. Si el Señor está físicamente presente en el pan, la cena del Señor no podría ser un servicio "memorial".

   Inmediatamente después que Jesús instituyó la cena del Señor, él dijo que no la comería otra vez hasta que estuvieran en el reino (Mateo 26:29). En Lucas 22:30 Jesús dijo, "Para que coman y beban a mi mesa en el reino ..." El reino fue establecido 52 días después, en el día de Pentecostés. La frase "reino de Dios" es terminología del Antiguo Testamento expresando un concepto del Nuevo Testamento -- o sea, la iglesia. El reino y la iglesia son una misma institución (Mateo 16:18-19).

   Jesús dijo que la mesa del Señor iba a estar "en el reino" (Lucas 22:29-30). La mesa del Señor estuvo en la iglesia en Jerusalén, Troas y Corinto (Hechos 2:42; 20-7;. 1 Cor. 10 y 11). Por tanto, las iglesias de Cristo en Jerusalén, Troas y Corinto estaban en el reino. Están autorizados a tomar la cena del Señor solamente aquéllos que son ciudadanos "en el reino" -- o sea, miembros de la iglesia del Señor. Algunos dicen que el reino aún no está en existencia. Pero los que no estén en el reino no están autorizados a comer a la mesa del Señor.

   ¿Tienen derecho a comer todos los cristianos (los que están en el reino)? La Biblia no usa la frase "comunión abierta" o "comunión cerrada"-1 Corintios 11:28 reza, "Examínese cada uno a sí mismo (nótese que no hemos de examinarnos unos a los otros), y coma así del pan y beba de la copa" (nótese que cada cristiano debe participar de ambos).

   Jesús dijo, " ... haced esto en memoria de mí" (Lucas 22:19). La frecuencia no es revelada a los apóstoles hasta que el reino fue establecido 52 días después en el día de Pentecostés. Desde entonces, los cristianos tomaban la cena del Señor todas las semanas. Hechos 20:7 dice, "Y en el primer día de la semana, estando reunidos los discípulos para partir el pan..." El primer día de la semana está 52 veces en un año. Cuando los cristianos se reúnen cada primer día de la semana, están reuniéndose en el primer día de la semana, según el ejemplo en Hechos 20:7.

   "Cada" primer día de la semana se define por el uso de un artículo determinado -- "el" primer día de la semana, no "un" primer día de la semana. De la misma manera que los judíos sabían que el mandamiento de observar el "sábado" (Éxodo 20:8) significaba "cada" Sábado, así también los cristianos saben que el ejemplo en Hechos 20:7 quiere decir "cada" primer día de la semana. Como resultado de esta observancia semanal, se dice que la Iglesia en Jerusalén "se ocupaba asiduamente" en el partimiento del pan (Hechos 2:42); y la iglesia en Corinto celebraba "a menudo" la cena del Señor

(1 Corintios 11:25-26).

  

La celebración de la cena del Señor es el único acto de adoración que está restringido al día del Señor -- "Y el primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan..." (Hechos 20:7). No sólo deben los cristianos celebrar la cena del Señor "cada" primer día de la semana -- sino que están autorizados a tomar de ella únicamente "en" el primer día de la semana. Es cierto que Jesús instituyó la cena del Señor un día jueves, pero dijo que no tomaría otra vez del fruto de la vid "... hasta aquél día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre" (Mateo 26:29). El único día en que se celebraba la cena del Señor en el reino era "en" el primer día de la semana (Hechos 20:7).

   Ni siquiera el apóstol Pablo tenía autoridad de celebrarla en otro día que no fuera el primer día de la semana. En Hechos 20:7; Pablo estaba en un viaje urgente, pero demoró su partida para comulgar con la iglesia en Troas en la celebración de la cena del Señor (verso 7). A pesar de que esto indudablemente era una inconveniencia para él, no estaba en libertad de celebrar la cena del Señor en ninguno de los otros seis días que precedían al día del Señor. La cena del Señor es un memorial de la muerte del Señor, y ha de celebrarse únicamente en el día del Señor (Apocalipsis 1:10) -- el día que Jesús se levantó de los muertos.

   Dios desea que los que están en el reino se ajusten al patrón bíblico (Hebreos 8:5) en lo concerniente a la cena del Señor "hasta" la venida del Señor (1 Corintios 11:26). En aquella hora no habrá necesidad de un recordatorio de Cristo porque estaremos en su presencia (Apocalipsis 22:3-5) y "...le veremos tal cual es" (1 Jn 3:2).

SE SIGUE EL PATRÓN BÍBLICO EN LA ORACION

Por Alvin Jennings

A los miembros de la iglesia del Señor se les enseña a orar. Todo cristiano que ama a Dios seguramente ha de considerar la oración una evidencia muy esencial de amor a Dios y una relación correcta con Dios. Puesto que existen muchos abusos en la oración, alguien pudiera orar y sin embargo no tener la seguridad de que Dios oye y acepta sus peticiones.

EL AMOR A DIOS Y LA ORACION

   A los fariseos les gustaba orar, pero sus oraciones no eran aceptables a Dios (Mateo 6:5; 15:7-8). Sus largas oraciones, dichas para ser oídas y alabadas por los hombres, no recibían recompensa del Padre celestial. Repeticiones vanas en la oración no llegan a los oídos de Dios; palabras sin profundidad pueden agradar a los hombres pero son una burla para Dios. "Dios no escucha a los pecadores: pero si un hombre adora a Dios y hace su voluntad, a éste oye." Tiene que haber prueba de nuestro amor a Dios antes que nuestra oración sea aceptable (1 Jn 3:18).

   La evidencia de que de veras amamos a Dios se demuestra cuando creemos en Jesucristo y obedecemos sus mandamientos (1 Jn 2:1-5). Conocer a Cristo y guardar sus mandamientos no es penoso (1 Jn 5:3). Esto envuelve el creer (1 Jn 3:23, 5:1), desligarse del pecado (1 Jn 3:6), confesar la fe en Cristo (1 Jn 4:2, 15), y ser nacido de nuevo en la familia de Dios (Juan 3:5, Hechos 2:38; Romanos 6:1-6), y permanecer hasta el fin haciendo todas las cosas que El nos mandó (Mateo 28:20).

   Habiendo demostrado nuestro amor a Dios en obediencia, somos limpiados de pecado por la sangre de Cristo, y somos añadidos a la familia de Dios, el cuerpo, la iglesia de Cristo (Hecho 2:47; Gálatas 3:26-27). Después que Cristo estableció su iglesia en el año 33 de Nuestro Señor, no hay record ninguno de que a algún hombre se le pidiera orar hasta que sus pecados fueran lavados mediante la obediencia al evangelio.1 Pedro 1:22. Por esta razón, no se encontrarán en las iglesias de Cristo "bancos de dolientes" ni "altares de oración". La oración es un privilegio para los que están en la familia espiritual, la iglesia, y no como un medio de entrar a ella.

ORAD SIN CESAR

   Aunque no es a través de la oración que los pecadores son salvos de sus pecados pasados (aquellos pecados de su pasada vida antes de entregarla a Cristo), no obstante deben llegar con una actitud de súplica, penitencia y humildad, como hizo Saulo de Tarso (Hechos 9:11) cuando pregunten qué deben hacer para ser salvos (Hechos 2:37-38). Después de obedecer los mandamientos de Jesús para salvación (Marcos 16:16), entonces la oración diaria es esencial en la vida personal de cada cristiano (1 Tes.5:17). También se destaca en las asambleas de adoración de los santos. El perdón de pecados en un hijo de Dios se obtiene a través de su arrepentimiento y oraciones -- perdón por las flaquezas que se cometen día a día por ignorancia, debilidad o negligencia (Hechos 8:14-24).

A QUE COSAS ESTAN DIRIGIDAS LAS ORACIONES DE LOS CRISTIANOS

   Además de orar a Dios por el perdón (1 Jn 1:9), los miembros de la iglesia de Cristo deben orar por "todas las cosas" (Filipenses 4:6) que incluirían lo siguiente:

1. Adoración, y Alabanzas a Dios. El santo nombre de Dios debe ser alabado cuando se ora (Mateo 6:9). De esa forma ponemos a Dios donde le corresponde -- bien alto sobre nosotros, majestuoso, perfecto, sin pecado, grande, puro, omnipresente y bueno. "Somos polvo" (Salmos 103:14) y sin valor en relación con el Dios Todopoderoso, para ser adorado por siempre.

2. Dando Gracias. ¡Demos gracias a Dios por todo! Por el don del Espíritu Santo, por el don del amor de Dios, por Cristo, por su iglesia, por nuestras hermanas y hermanos cristianos, por nuestras familias, y por todas las innumerables bendiciones de Dios. Muchos Salmos se desbordan de gratitud en oración (véase Salmos 8, 9, 30, 35, 103, 117,118 como ejemplos).

3. Sabiduría. Dios concederá sabiduría a aquéllos que la pidan (2 de Cr. 1:1-13; Santiago 1:5). Obtenemos conocimiento de la voluntad de Dios a través del estudio de las Escrituras (2 Timoteo 2:15; 3:16-17; Salmos 111:5), pero la habilidad de usar este conocimiento viene discretamente a través de la oración.

4. Por otros. Los miembros de las iglesias de Cristo oran por los predicadores y maestros del evangelio y por los ancianos (2 Tesalonicenses 3:1). Y oran por todos los cristianos (Colosenses 4:2-3; Hebreos 13:18) así como por los oficiales y gobernantes (1 Timoteo 2:1-2). Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos y a orar por ellos (Mateo 5:43-45). Cristo murió por nosotros "cuando aún éramos pecadores" (Romanos 5:8), lo cual compele a sus discípulos a amar y orar por todos, "inclusive por aquéllos que nos persiguen."

5. Liberación de la Tentación. Jesús pidió a sus discípulos que "vigilaran y oraran para que no entraran en tentación; el espíritu por cierto está presto, pero la carne es débil" (Mateo 26:41). Más luego dijo en la oración modelo, "Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal" (Mateo 6:13). Dios no tienta a nadie (Santiago 1:12-16), pero sí permite que seamos tentados. El no "permitirá que seáis tentados más de lo que podéis resistir; pero también os dará con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1 Corintios 10:13).

6. Paz. El mundo ahora necesita paz, pero no la puede obtener de las muchas formas que el hombre la ha buscado en el pasado. Léase Filipenses 4:6-7 para conocer la manera en que Dios nos ofrece una paz duradera.

7. Unidad. Jesús, la Cabeza y Fundador de la iglesia verdadera, oró por que todos los discípulos que creían en El estuvieran unidos unos a los otros en la misma forma en que su Padre y él eran "uno" (Juan 17:20-21). Toda vez que la vida de Jesús en oración es un ejemplo para los miembros de su iglesia, debemos orar por que todos los cristianos sean uno, para que estén "perfectamente unidos" en una mente, y en un cuerpo, la iglesia (1 Corintios 1:10-13). Las divisiones sobre doctrinas y nombres son pecaminosas y se nos manda que evitemos el espíritu divisivo dentro de la iglesia. Debemos, por tanto, orar fervientemente por que las divisiones denominacionales sean pronta y totalmente destruidas. Si "obedecemos a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29) y hablamos solo "como oráculos de Dios" (1 Pedro 4:11), habrá unidad en el único cuerpo, la iglesia por la cual Cristo murió y a la cual añade a los salvos (Hechos 20:28; 2:47). La verdad y la unidad constituyen una gran parte de las oraciones de Jesús al Padre.

DIOS CONTESTA LA ORACION

Cuando hacemos la oración "por fe" y "de acuerdo a la voluntad de Dios", Dios nos oirá y contestará nuestras oraciones (Mateo 7:7-11; 21:22;. 1 Jn 5:14). Algunos oran y no reciben contestación porque piden cosas para satisfacer su codicia (Santiago 4:1-3). Las oraciones han de ser honestas y sinceras (Salmos 17:1; Isaías 29:13), y humildes (Lucas 18:14).

CRISTO EL MEDIADOR

Hay "un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5). A pesar de esta llana enseñanza de la Biblia, hoy día el mundo religioso reconoce literalmente cientos de mediadores. Algunos dicen que se debe orar a María; otros dicen, "No, hay que orar a Mahoma" o a algún otro profeta u hombre. Amigo, no existe sacerdote alguno en la tierra a través de quien se pueda llegar a Dios. Orad a Dios a través de aquél que El ha aprobado (Hebreos 4:14-16; Col. 3:17; Juan 14:4).

AL IGUAL QUE LA DE LOS APÓSTOLES,
LA PREDICACION DE LA IGLESIA ACTUAL ES BIBLICA

Por Richard Powlus

Dios mandó a Jonás: "Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré" (Jonás 3:2). La única clase de predicación que agrada a Dios es predicar las cosas que él nos manda. En el mundo denominacional de hoy, desafortunadamente, no es ésta la clase de predicación que encontramos. Los predicadores muchas veces se preocupan más de complacer a su audiencia que a Dios. Los predicadores del primer siglo se preocupaban por complacer a Dios en su predicación (véase Hechos 4:20 y Gálatas 1:10). Los predicadores en las iglesias de Cristo dependen de la Palabra de Dios como la fuente y poder de su predicación. Nuestra preocupación es la salvación de las almas, no la "comezón en los oídos".

   Ray Hawk era un predicador autorizado en una iglesia denominacional antes de su conversión. Ahora es un ministro en la iglesia de Cristo. En una serie de artículos escritos por él y titulados: "¿Estamos Predicando Doctrina Condenable?," él nos dice, "Rechacé la Disciplina (Metodista) y eso significaba que tenía que separarme de la iglesia Metodista. Mi licencia para predicar especificaba que yo había sido nombrado predicador Metodista para 'predicar el evangelio de acuerdo con la Disciplina de la iglesia Metodista.' Ya no podría hacerlo, porque la Disciplina Metodista no me iba a permitir predicar las simples verdades de la Biblia. La mayoría de los predicadores denominacionales de estos tiempos están en esa posición, comprometidos con los credos de sus iglesias más que con la Biblia como la fuente de su enseñanza.

   Más asombrosa aún es la actitud que muchos predicadores tienen hacia las Sagradas Escrituras. En Cristianity Today (13 de octubre de 1967), se informan los resultados de una encuesta tomada entre 7,441 predicadores protestantes en los Estados Unidos. En esa encuesta, el 89% de los sacerdotes episcopales, el 82% de los predicadores metodistas, el 81% de los predicadores presbiterianos, y el 57% de los predicadores luteranos americanos rechazaron una interpretación literal de la Biblia cuando se les preguntó si creían que la Biblia era la palabra inspirada por Dios. La revista Time (diciembre 30 de 1974), en un artículo titulado "La Biblia: El Creyente Gana", discute este mismo rechazo a la inspiración literal de la Biblia por parte de líderes y maestros denominacionales.

   Examinemos la actitud hacia la Biblia por parte de los predicadores de la iglesia del Nuevo Testamento.

   Estudiaban la palabra de Dios. En .1 Timoteo 4:13, Pablo instruía a Timoteo a que, "...se ocupara en la lectura..." De este contexto , así como de .2 Timoteo 2:15, se deduce que la palabra de Dios era el objeto de esa lectura. Sabían que debían manejar la palabra de Dios con propiedad para presentarse ante Dios como siervos aprobados. ¡Esto requiere estudio diligente! Aprendemos en Hebreos 5:12-14 que aquellos que estudian y usan la palabra de Dios están capacitados para entenderla y enseñar a otros. En .2 Pedro 3:15-16, encontramos una referencia acerca del estudio que hacía Pedro de las cartas de Pablo. Los predicadores en la iglesia de Cristo deben mostrar diligencia en estudiar la palabra de Dios para poder proclamarla con efectividad.

   Citaban textos de las Escrituras para apoyar su predicación. En su sermón el día de Pentecostés, Pedro citó a Joel 2:28 para probar que su discurso provenía de Dios, no del vino. Utilizó el Salmos 16:8 para probar que David había previsto la venida de Cristo y su resurrección. Usó .2 de Samuel 7:12 y el Salmos 132:11 para probar que Jesús estaba ahora en su trono en los cielos. En Hechos 7, Esteban usó las escrituras del Antiguo Testamento para probar que por su dureza de corazón los líderes judíos rechazaban la verdad. Cuando Felipe enseñaba al eunuco etíope acerca de Cristo y el plan de salvación, se escribe en Hechos 8:35, "y comenzando desde esta escritura (Isaías 53), le predicó a Jesús." En Hechos 18:28 se dice de la predicación de Apolo, "porque vigorosamente refutaba en público a los judíos, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús era el Cristo." Se dice de Pablo y Bernabé que ellos "continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos" (Hechos 15:35).

   Creían que sólo las Escrituras eran suficientes. No tuvieron necesidad de libros de credos. De hecho, condenaron los credos y doctrinas de hombres (Gálatas 1:6-9;. 1 Timoteo 1:6-7; 4:1-3;. 2 Timoteo 2:16-18; 3:5-9; Tito 1:9-11). Pablo -inspirado por el Espíritu Santo-, en (2 Timoteo 3:16-17) hace muy claro que en su predicación del Nuevo Testamento confiaba en las Escrituras como totalmente suficientes para hacernos perfectos, completamente preparados "para toda buena obra". Más aún, se dice que debemos aprender de ellos "... a no ir más allá de lo que está escrito" (1 Corintios 4:6). De los que piensan que necesitamos más de lo que Cristo nos ha dado en su doctrina, se dice que no tienen a Dios. "El que persevera en la doctrina, ése tiene tanto al Padre como al Hijo" (2 Jn 9). Jesús prometió guiar a los apóstoles a toda la verdad Juan 16:13). En .2 Pedro 1:3 este apóstol dijo, "viendo que todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquél que nos llamó ..." En .1 Jn 4:6 este apóstol dijo, "Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error." Puede poner por escrito que cualquier persona o grupo que no esté conforme con la suficiencia de las Escrituras y no sienta el deseo de "contender ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos" (Judas 3), no está representando a la iglesia de Dios.

La actitud y predicación de la iglesia neotestamentaria era muy diferente a la predicación en las iglesias denominacionales de hoy día. La iglesia de Cristo toma como patrón para su prédica el ejemplo de predicación de esos predicadores neotestamentarios. El poder de su predicación venía de las Escrituras.

Muchos predicadores dependen de la sabiduría de palabras para que su predicación sea poderosa. La filosofía es requisito en muchas escuelas que entrenan predicadores. Algunos predicadores dependen de métodos teatrales para mantener a su audiencia entretenida. Algunos recurren al emocionalismo extremo para conmover a su audiencia y así piensan que han predicado poderosamente.

   Los predicadores neo testamentarios descansaban en el evangelio como su fuente de poder en la predicación. "Porque Cristo me envió ... a predicar el evangelio, no con sabiduría de palabras, para que no se desvirtúe la cruz de Cristo. Porque el mensaje de la cruz es locura para los que se están perdiendo; pero para nosotros que somos salvos, es poder de Dios" (1 Corintios 1:17-18). Debemos leer Romanos 1:15-17, donde también se declara el poder del evangelio. Pablo dice, "... cuando fuí a vosotros, no fuí anunciándoos el testimonio de Dios con excelencia de palabras o de sabiduría" (1 Cor. 2:1). Sin embargo tuvo éxito en hacer volver a los perdidos a Cristo y en edificar iglesias fuertes. El tuvo éxito porque descansó en el poder de Dios a través de Su palabra. "Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando las cosas espirituales con palabras espirituales" (1 Corintios 2:13).

   El poder de la predicación apostólica lo constituía su deseo de declarar "todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27). La predicación que no cita las Escrituras se queda corta en declarar todo el consejo de Dios. Enseñar sólo parte del evangelio tiene tan poco poder para salvar como el enseñar algo erróneo.

   El poder de su predicación fue también su deseo de anunciarles todo lo que fuese útil (Hechos 20:20). Esto es, lo que la iglesia o los perdidos necesitaban escuchar, eso era lo que ellos predicaban. ¡Hoy necesitamos predicadores con el mismo valor! Muchos hoy día son como los que Pablo describe en .2 Timoteo 4:3-4. Qué lástima que haya hoy día tantos que pretenden piedad mientras que al mismo tiempo niegan su eficacia (2 Timoteo 3:5).

CONCLUSION

También se advierte el resultado de tal clase de predicación. "Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen" (1 Timoteo 4:16). Dios nos ayude siempre a conformar nuestra predicación según el patrón de los predicadores neo testamentarios.

CADA IGLESIA LOCAL ES AUTONOMA BAJO CRISTO

Por Wallace Alexander

Cuando Jesús reunió a sus discípulos en Cesarea de Filipos para preguntarles quién decía la gente que El era, hizo una solemne promesa de edificar su iglesia (Mateo 16:13-16). Más tarde, su comisión a los apóstoles de llevar el evangelio "a todo el mundo" (Marcos 16:15) sostiene la universalidad de la iglesia. Las Escrituras frecuentemente se refieren a la iglesia en un sentido universal, abarcando completamente la familia de Dios en todo el mundo.

   El Nuevo Testamento también se refiere frecuentemente a la iglesia en un sentido local. Muchas de las epístolas de Pablo fueron dirigidas a la iglesia en una ciudad en particular (Romanos 1:7;. 1 Cor. 1:2; Filipenses 1:1) o en una región (Gálatas 1:2).

NO HAY ORGANIZACION UNIVERSAL

   La iglesia de Cristo puede muy bien describirse como una monarquía. Aparte de Jesús, monarca absoluto y cabeza de la iglesia (Efesios 1:20-23), y quien posee toda autoridad legislativa (Mateo 28:18), el Nuevo Testamento no autoriza ninguna organización para la iglesia universal. En ausencia de alguna autoridad bíblica para organizar universalmente a la iglesia, cualquier presunción de autoridad fuera de la congregación local constituye un gobierno no sancionado por las Escrituras.

   En su divina sabiduría, Dios no permitió que hombres ambiciosos rindieran influencia indebida en la iglesia universal. Jesús enfatizó la humildad y servicio a otros como muestras del carácter de los que eran grandes en Su reino. El que hombres ambiciosos busquen poder sobre otros a través de una estructura organizacional mayor que la iglesia local es contrario a la verdadera grandeza según Dios la ve.

CRISTO ANCIANOS DIACONOS MIEMBROS MINISTROS ORGANIZACION LOCAL

   Las escrituras, no obstante, sí nos demuestran el plan de Dios para la organización de la iglesia local. Para que todas las cosas se hagan decentemente y en orden, ordenó que se seleccionara más de un hombre en cada congregación para servir como pastores del rebaño. Esos hombres son descritos en las escrituras como ancianos (1 Pedro 5:1), obispos (Filipenses 1:1;. 1 Tim. 3:1), presbíteros (1 Tim. 4:14), supervisores (Hechos 20:28, versión King James), o pastores (Efesios 4:11).

   Se demostró la divina sabiduría de Dios al hacer autónoma a cada iglesia local bajo Cristo. Cada una habría de tener sus propios líderes. En Hechos 20, Lucas hace constar la reunión que tuvo Pablo con los ancianos de la iglesia en Efeso (verso 17). Pablo encargó solemnemente a esos hombres a "mirar por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos ..." (verso 28). Al escribir a la iglesia en Filipos, Pablo dirigió su carta "a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos" (Fil. 1:1). Pablo dijo a Tito, "Por esta causa te dejé en Creta, para que acabases de poner en orden lo que faltaba, y constituyeses ancianos en cada ciudad, como yo te ordené" (Tito 1:5). Cada iglesia tenía sus propios ancianos.

   Los ancianos en cada localidad tenían responsabilidades específicas de enseñar, supervisar, regir y ser ejemplos para el rebaño de Dios bajo su cuidado. Cada congregación funcionaba con una pluralidad de ancianos. Los ancianos de una ciudad, o congregación, no tenían responsabilidad ni autoridad en otra ciudad. De la misma manera, todos los ancianos de una congregación tenían igual responsabilidad y autoridad en su congregación.

   La organización planificada por Dios para su iglesia era simple. Una pluralidad de hombres capacitados por su carácter y experiencia (1 Tim. 3:1-7) debían ser escogidos (Tito 1:5). El plan no incluía el sistema moderno de "un solo pastor". Tampoco incluía ningún individuo con autoridad y responsabilidad más allá de su propia congregación. Ni incluía a un obispo por encima de los otros ancianos u obispos.

   Otras formas de gobierno que se practican hoy día por muchas organizaciones religiosas con sus sínodos, asambleas generales, concilios, conferencias, presbiterios y cosas parecidas no se desarrollaron súbitamente. La reorientación del patrón neotestamentario sobre organización comenzó temprano en la historia de la iglesia y ha evolucionado gradualmente en las muchas formas de organización usadas ahora. Cualquier desviación del patrón neotestamentario debe, sin embargo, ser rechazada por lo que es -- una desviación.

UNA DESVIACION TEMPRANA

   Una de las primeras desviaciones del patrón neotestamentario fue el desarrollo del obispo monárquico. Un hombre de entre los ancianos aceptó el título de obispo (un término que escrituralmente se refiere a un anciano) y fue elevado por sobre los demás. Se convirtió en el "presidente de los ancianos". Uno por uno, los obispos monárquicos fueron ordenados hasta que alrededor del año 150 de D.C. se convirtió en una práctica aceptada generalmente.

   El puesto de "obispo" continuó ganando prominencia según las iglesias evangelizaban sus áreas circundantes. La iglesia en una ciudad grande, como Roma, Antioquía o Alexandria, iniciaba una iglesia en una ciudad pequeña y, con sentido de responsabilidad paternal, el obispo aceptaba la supervisión de la nueva congregación. Era natural que los obispos monárquicos en las congregaciones grandes ejercieran una gran influencia, resultando en el gradual desarrollo de sínodos. En última instancia, la autoridad religiosa emanaba de Roma, tal vez en parte porque Roma era la sede del poder político.

   Con el establecimiento de los obispos monárquicos, esos hombres se reunían en concilios como representantes de sus respectivas congregaciones para considerar sus intereses comunes. No pasó mucho tiempo, sin embargo, en que los obispos se vieron a sí mismos no como representantes, sino como autoridades en las iglesias. Los cónclaves de obispos eran descritos como concilios o sínodos y las reglamentaciones resultantes eran llamadas cánones o reglas. Al final del segundo siglo se intentó establecer una sucesión de obispos datando de los apóstoles. Esta tentativa demuestra la autoridad indebida que los obispos estaban aceptando. El tratar de establecer su linaje desde los apóstoles tuvo el efecto de ponerlos al mismo nivel que los apóstoles.

RESULTADOS DE LA DESVIACION

   La selección de obispos monárquicos era mucho más que una insignificante desviación del patrón. Fue el comienzo de un sistema organizacional que eventualmente evolucionó hasta convertirse en la forma jerárquica de gobierno que podemos ver en el catolicismo de hoy. La toma final de poder vino en el año 1870 cuando el Concilio Vaticano declaró la doctrina de infalibilidad papal.

   Cuando los valientes líderes de la reforma se presentaron a escena buscando reformar la iglesia apóstata, el resultado de esto se llamó protestantismo. Muchos de los grupos protestantes fueron influenciados por la jerarquía romana y retuvieron varios elementos de sus normas después de separarse. Otros, prefiriendo una estructura organizacional diferente, adoptaron formas de gobierno que les parecieron buenas, resultando en diversos métodos de organización que se ven hoy en el mundo religioso -- muchos de los cuales se amoldan al orgullo y ambición de los hombres, pero no tienen ningún parecido con el simple mandamiento que Pablo dió de "ordenar ancianos en cada ciudad" (Tito :5).

LA SUPLICA DE HOY

   Hoy las iglesias de Cristo suplican por un retorno a la organización de la iglesia del Nuevo Testamento. Jesucristo es el monarca absoluto y único legislador. Los asuntos de la iglesia local bajo Jesús, el pastor principal, son supervisados por una pluralidad de ancianos con igual autoridad y responsabilidad en cada congregación, y sin autoridad más allá de su congregación local (1 Pedro 5:4). Todos los hijos de Dios en el mundo entero son hermanos y hermanas en Cristo -- sin distinciones clericales ni laicas -- pero cada congregación debe ser autónoma, trabajando dentro de la estructura de la simple organización descrita en el Nuevo Testamento.

CADA CONGREGACIÓN ES SUPERVISADA POR ANCIANOS SEGUN LA BIBLIA

Por Rex A. Turner

Al desaparecer de la escena de acción los apóstoles, la dirección de la iglesia quedó bajo la supervisión de hombres que fueron variadamente nombrados como ancianos, obispos, supervisores, pastores y maestros. Cada iglesia debía ser gobernada y supervisada por una pluralidad de tales hombres, no por un solo hombre que lleve el título de "el Pastor".

EL PROPOSITO DE LOS TITULOS Y NOMBRAMIENTOS

   Se usan varios títulos y designaciones -- tales como ancianos, obispos, supervisores, pastores, maestros -- para aclarar más los deberes y responsabilidades de esos hombres de Dios. Son llamados ancianos porque deben ser hombres de edad avanzada, con alta sabiduría y experiencia. Son llamados obispos o supervisores porque deben velar por y supervisar todos los asuntos pertenecientes a sus respectivas iglesias. Son llamados pastores porque están llamados a asumir responsabilidad por el cuidado espiritual y bienestar de cada alma. Son llamados maestros porque han de enseñar, instruir y dirigir a todos los miembros en el camino de la sana doctrina.

   Los pasajes del Nuevo Testamento que tienen que ver directamente con el oficio, trabajo y calificaciones de los hombres responsables por la dirección y supervisión de la herencia de Dios son los siguientes: Hechos 20;28-30; .1 Timoteo 3:1-7; 5:17-19; Tito 1:5-16; y .1 Pedro 5:1-4. Las especificaciones contenidas en esos pasajes pueden dividirse en dos categorías, a saber, Calificaciones de los Ancianos y Deberes de los Ancianos.

CALIFICACIONES DE LOS ANCIANOS

Las calificaciones de los ancianos se dividen en dos clasificaciones. Hay calificaciones negativas y calificaciones positivas.

Las calificaciones negativas de un anciano son como sigue:

1. No debe ser un novato -- no debe ser un nuevo convertido o principiante.

2. No debe ser pronto para airarse -- no debe ser vengativo, impulsivo ni impetuoso.

3. No debe ser egoísta -- no debe ser una persona altanera, imperiosa ni arrogante.

4. No dado al vino -- no debe ser un tomador de vino y de otras bebidas embriagantes.

5. No debe ser pendenciero -- no debe ser alguien a quien gusten los conflictos o debates, o predispuesto a la lucha en sentido figurativo.

6. No debe ser un golpeador -- no debe ser alguien dado a las trifulcas, agresivo, dispuesto a encuentros o combates físicos.

7. No avaricioso de ganancias deshonestas -- no debe ser alguien que obtenga dinero usando medios poco honorables.

8. No debe ser codicioso -- no debe ser desordenadamente ambicioso de riquezas, ni ser de espíritu avaricioso.

Las cualificaciones positivas de un anciano son como sigue:

1. Debe ser marido de una sola mujer -- debe ser hombre casado, no polígamo o divorciado ilegítimamente.

2. Debe tener hijos creyentes, que no hayan sido acusados de rebeldías ni desobediencias -- esto es, que tengan edad suficiente para haber aceptado a Cristo, y que a la vez sean fieles cristianos.

3. Que demuestre buena conducta -- debe ser cortés y amable con los demás, no tosco ni grosero.

4. Debe ser vigilante -- esto es, no indiferente, insensitivo ni perezoso, sino observador, atento y protector.

5. Debe ser sobrio -- o sea, prudente y con juicio bien balanceado, no frívolo, impulsivo, mundano ni dado a los extremos.

6. Debe ser paciente -- esto es, que sepa soportar a los demás, no quejumbroso o murmurador aunque se le provoque.

7. Debe ser de buen temple -- que se distinga por su moderación y dominio propio en todas las áreas de su vida y no temperamental en sus deseos, hábitos y lenguaje.

8. Debe ser justo -- comprometido con todo lo que es correcto, bueno y razonable, y no injusto o dado al prejuicio ni apasionado al juzgar a los demás.

9. Debe ser tierno -- o sea, amable, demostrando simpatía y ternura por naturaleza, no amargado, tosco o injusto.

10. Debe ser santificado -- apartado para la obra de Dios, purificado espiritualmente, y comprometido con el principio de la justicia de Dios, con dedicación total y consagración a Jehová.

11. Amador del hombre bueno -- demostrar aprecio por el hombre bueno y un gran deseo por verle perseverar y triunfar en sus buenas obras, y no consentir en o participar de las obras de los hombres malvados.

12. Debe ser hospedador -- debe estar atento a las necesidades y bienestar de los demás, sobre todo de los extranjeros, no indiferente o carente de sociabilidad hacia otros.

13. Debe ser apto para enseñar -- esto es, debe tener un conocimiento profundo de la palabra de Dios unido a la habilidad y deseo de enseñarla.

14. Debe tener habilidad para exhortar y convencer a los negadores -- esto es, debe tener suficiente conocimiento y habilidad para defender la verdad frente al negador, y no alguien tan ignorante de la sana doctrina que se sienta impotente para proteger al rebaño en contra de los falsos maestros que enseñan por ganancia.

15. Debe ser intachable -- de carácter recto e incuestionable y no sujeto a rumores maliciosos.

16. Con buen testimonio de los de afuera -- o sea, debe tener una buena reputación moral por su honestidad e integridad de carácter, y no alguien de quien se haya recibido mal testimonio y críticas fuertes de parte de aquéllos que no son cristianos.

DEBERES DE LOS ANCIANOS

   Del mismo modo que las calificaciones para el anciano u obispo cristiano están naturalmente divididas en dos categorías -- calificaciones negativas y positivas -- las especificaciones relativas a los deberes de los ancianos también están divididas en dos categorías. Las dos categorías son los deberes principales y los deberes secundarios. Los deberes principales son los relacionados con el anciano mismo. Los deberes secundarios son los que el anciano debe cumplir en cuanto al bienestar de la iglesia.

Los deberes primarios del anciano son:

1. Debe tener cuidado de sí mismo. Debe ser humilde, dedicado, dado a la oración, gentil e imitador de Cristo.

2. Debe saber gobernar bien su casa. He aquí una prueba crucial, porque "si un hombre no sabe cómo gobernar bien su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?"

3. Debe tener hijos creyentes.

4. Debe tener a sus hijos en sujeción. Hijos rebeldes, sin importar si están sujetos a influencias negativas, impedirán que un hombre pueda servir con éxito como anciano en la iglesia.

5. Debe mantenerse firme en la palabra de la fe. Respetar la palabra, enseñarla, y defenderla contra todo y contra todos sus enemigos.

6. Debe ser ejemplo para la grey, sin reproche en cuanto a su forma de vida, en su dedicación a Cristo, y en su buena disposición hacia los demás.

Los deberes secundarios de un anciano tienen que ver con su rebaño -- o sea, los deberes y obligaciones que debe tener un anciano hacia el bienestar del rebaño.

 

Los deberes secundarios de un anciano son:

1. El anciano debe estar atento al rebaño. Debe mostrar preocupación por el bienestar de cada miembro, sin mostrar favoritismo ni parcialidad.

2. Debe supervisar al rebaño de buena gana, y desear esa labor porque siente un interés sincero en las almas de los hombres. Debe ser supervisor de almas.

3. Debe alimentar espiritualmente al rebaño en la sana doctrina, enseñando todo lo que es bueno. Esta responsabilidad requiere una preparación diligente y contínua.

4. Debe gobernar bien la grey. Gobernar el rebaño, la iglesia, como un padre gobernaría su familia -- no en una forma indulgente, pero tampoco como teniendo señorío sobre los hijos de Dios.

LA GRAN NECESIDAD DE LA IGLESIA

   No hay mayor necesidad en la iglesia de hoy que la de ancianos calificados y consagrados para gobernar y supervisar las congregaciones. Cada congregación debe estar dispuesta a someterse al liderazgo de sus ancianos. La iglesia no es una democracia, sino más bien la heredad de Dios, y debe ser supervisada por hombres aptos. Ninguna iglesia puede alcanzar la cima espiritual sin hombres aptos que sirvan como ancianos o supervisores.

COMO EN LOS TIEMPOS BÍBLICOS, LA IGLESIA ES SERVIDA POR DIACONOS

Por Ben S. Flatt

Los diáconos son una parte importante en el programa de trabajo de la iglesia neotestamentaria. Es vital una comprensión adecuada de sus responsabilidades para que la iglesia crezca con éxito. Aunque la Biblia no expresa mucho acerca de los diáconos, se da suficiente información y se definen pautas adecuadas para que produzcamos las conclusiones lógicas concernientes a la autoridad de los diáconos, sus calificaciones, el proceso de selección, los deberes que les son asignados, y la realización de esos deberes. La aplicación de esos principios ayudará a evitar ambos extremos, ya sea poner a los diáconos al mismo nivel de los ancianos o supervisores, o dejarlos ser diáconos solamente de nombre, sin llevar a cabo gran cosa.

EL SIGNIFICADO DE ESA PALABRA

   El término que se traduce como "diácono" viene de la palabra original que significa "siervo". Se define como "alguien que ejecuta los mandatos de otro ... un sirviente, ayudante o ministro" (Thayer). La palabra original, tanto en forma de nombre como de verbo, aparece más de 90 veces; no obstante, la interpretación específica de "diácono" se encuentra sólo cinco veces en los textos ingleses básicos (Filipenses 1:1;. 1 Tim. 3:8; 10, 12, 13). En los demás sitios el término es traducido como ministro, siervo, ministrando, ministración, ministrar, sirviendo, servicio, dar servicio, relevo, administración, cuidando a, administrando, y servir. En cada sitio donde se usa la palabra, sin importar en qué forma, la idea de "servicio" es presentada. (Ejemplo: En Romanos 16:1 el servicio de la hermana Febe, en Cencrea, será presentado en algunas traducciones como el de una diaconisa.)

AUTORIDAD DADA A LOS DIACONOS

   Se puede ver con facilidad que Dios ha autorizado diáconos en la iglesia. El "oficio de diácono" es específicamente identificado (1 Timoteo 3:10, 13). Una reseña de calificaciones para instruir a la iglesia sobre la clase de hombres que se necesitaban se ofrece en Hechos 6:3 y .1 Timoteo 3:8-10. Los doce apóstoles ordenaron a la iglesia seleccionar y designar hombres para servir en esa capacidad (Hechos 6:2-3). Y algunos que servían a la iglesia en Filipos fueron incluidos en el saludo de la carta de Pablo a esa iglesia (Filipenses 1:1).

SUS CALIFICACIONES

   A pesar de que las calificaciones para diáconos no resultan tan estrictas como las de los ancianos, son, sin embargo, muy importantes. La palabra "igualmente" (1 Tim. 3:8) indica que es tan necesario para los diáconos poseer las cualidades especificadas para el oficio de servicio como lo es para los ancianos poseer las cualidades de liderazgo. Los rasgos requeridos que se detallan en dos pasajes de la Escritura (Hechos 6:3;. 1 Tim. 3:8) tienen que ver con tres conceptos: carácter, abilidad y trato con los demás.

Cuatro son los rasgos de carácter:

Seriedad. Debe tener un alto grado de madurez que produzca un pensar balanceado y serio.

Sin doblez de palabra. Integridad es la clave. Debe ser honesto con todos en todo tiempo, sin hipocresía.

No dado al mucho vino. En una época en que no se usaba mucho el agua porque era insalubre, se acostumbraba tomar vino. Es por eso la advertencia sobre el no tomar vino en exceso. Como a cualquier otro cristiano, al diácono se le advierte el evitar las malas consecuencias del exceso de vino.

No codicioso de ganancias deshonestas. No debe ser avaricioso o amante del dinero.

Tres rasgos enfatizan la habilidad o aptitud:

Guardar el misterio de la fe con pura conciencia. Era necesario tener una comprensión clara de la Palabra de Dios para estar firmes en la verdad y laborar dentro de sus límites.

Llenos del Espíritu Santo. Ya que el Espíritu Santo mora en nosotros por la fe (Gálatas 3:14) y que la fe viene por el oír la palabra (Romanos 10:17), el hombre necesitaría ser guiado por la palabra inspirada.

Lleno de sabiduría. Los diáconos deben saber usar el sentido común y buen juicio al llevar a cabo las tareas que les han sido asignadas.

Tres rasgos tienen que ver con su relación hacia otros:

Marido de una sola mujer. Para servir como diácono, un hombre debe tener únicamente una mujer.

Debe saber gobernar bien su casa. El control de su familia es indicativo de su habilidad para funcionar en otras áreas.

De buena reputación e irreprensibles. La reputación puede ayudar o estorbar, dependiendo de lo que se piense de esa persona por la comunidad y por la iglesia.

SELECCION DE DIACONOS

   No se da mucha explicación en cuanto a la forma de selección de diáconos. Se les pidió a los hermanos: "...buscad de entre vosotros a hombres ... a quienes nosotros (los apóstoles) encarguemos ..." (Hechos 6:3). Sin importar el método usado, los líderes de la iglesia deben contar con todos los miembros en cuanto a sugerencias y aprobación de los hombres que hayan de servir como diáconos. El contexto de Hechos 6 nos dice que las circunstancias y necesidades de una situación específica determinarían cuándo deben designarse diáconos y cuántos serían necesarios.

DEBERES ASIGNADOS A LOS DIACONOS

   Toda el trabajo de la iglesia, incluyendo el de los diáconos, es supervisado por los ancianos (Hechos 20:28; Hebreos 13:7, 17). La única autoridad que poseen los diáconos es aquélla que se les asigna "sobre" alguna "tarea" específica (Hechos 6:3). Las responsabilidades que se delegan a cada diácono deben ser claramente comprendidas por él, por los ancianos y por la congregación. Los diáconos pueden ayudar a los ancianos en el cumplimiento de todas las tareas escriturales, sobre todo de las materiales, físicas, de benevolencia, y en las áreas misioneras.

EJECUCION DE LAS TAREAS

   Muchas congregaciones son afectadas porque los diáconos, lo mismo que otros miembros de la iglesia, no hacen su labor. No se logra nada o poco en programas importantes de trabajo si quedan sólo escritas en papel o en la memoria de una conversación. Un diácono no puede funcionar hasta que se le asigna una tarea; no obstante, cuando se le da la comisión, debe moverse para que la tarea sea completada. Trabajando de acuerdo a las instrucciones y deseos de los ancianos, el diácono debe estar dispuesto a tomar decisiones y hacer esfuerzos inmediatos para comenzar y completar su tarea.

OBSERVACIONES

   La labor del diácono es importante. No es un anciano y puede que nunca llegue a calificar como anciano, y no necesita utilizar su oficio como escalafón para llegar a ser anciano. Puede servir como diácono reconociendo el valor de ese servicio. Debe servir regularmente y ser reconocido por su labor. Cuando los diáconos han servido bien, "obtienen para sí una posición honrosa, y mucha confianza en la fe ..." (1 Tim. 3:13).

   Los diáconos aptos son una bendición. En Hechos 6, cuando hicieron su labor los que fueron designados, se terminaron las quejas, se llenaron las necesidades, aumentó la Palabra, los discípulos se multiplicaron, y los diáconos crecieron en fe y servicio (Hechos 6:7-8). De la misma manera que la iglesia hoy necesita buenos ancianos para dirigir, también necesita diáconos competentes deseosos de servir.

EL PAPEL DE LOS PREDICADORES EN LA IGLESIA DEL SEÑOR

Por A. Kay Gardner

La iglesia de Cristo busca restaurar la iglesia neotestamentaria. Está comprometida a seguir el patrón bíblico en doctrina, adoración, labor, organización, celo y modo de vida. Sus predicadores cumplen fielmente el papel ordenado por Dios de proclamar públicamente el evangelio. Ellos hacen caso de los principios expresados aquí.

PREDICAD EL EVANGELIO

"Predica la palabra" (2 Timoteo 4:2). ¡El evangelio debe ser predicado! Es poder de Dios para salvación de los pecadores y es la esperanza del mundo. Es luz espiritual que disipa las tinieblas; poder divino que destruye los baluartes del pecado. Desde la fundación de la iglesia por Cristo ha habido necesidad continua de que hombres fieles y aptos declaren todo el consejo de Dios (Hechos 20:27). Esta urgente necesidad existe ahora y siempre existirá.

   Los primeros cristianos, los evangelistas y apóstoles inspirados sentaron el ejemplo. Les absorbió una pasión avasalladora de llevar el mensaje acerca de un Señor glorificado a todos los que se pierden. Con un Salvador crucificado y resucitado como médula del mensaje, predicaban con asombrosa convicción y hondo afecto por la cruz (1 Cor. 2:2).

   La iglesia sigue el camino del púlpito. Una predicación blanda y transigente produce congregaciones flojas y vacilantes. Cada generación necesita escuchar el evangelio de la "Vieja Jerusalén". Cuando se desecha la justificación a través de la sangre, el púlpito queda sin fuerza y el banco se empobrece. El púlpito será despreciado en una época en que la verdad del evangelio ya no es honrada.

LOS PASTORES SON PASTORES -- LOS EVANGELISTAS SON PREDICADORES

   De acuerdo con la Biblia, los pastores (ancianos) deben apacentar (pastorear) al rebaño (Hechos 20:28). Los predicadores (evangelistas) deben predicar (2 Timoteo 4:1-4). Que los predicadores prediquen y que los pastores apacienten es lo correcto; es el plan divino de Dios. Aquí han fallado las denominaciones. Cuando el evangelista pastorea, se está ignorando o rechazando el camino de Dios. Los ancianos deben cumplir sus deberes como protectores de almas y no han de designar a los predicadores como sus ayudantes en el cuidado de las ovejas descarriadas. Los pastores no cuidan de las ovejas enfermas a través de apoderados.

   Los predicadores deben laborar en la Palabra predicando, enseñando, exhortando (Colosenses 1:24-29; .2 Timoteo 4:1-5). Muchos predicadores han asumido el papel de "pastor" por tanto tiempo que les tomará bastante el volver a ser evangelistas.

   Elevar al "Reverendo Pastor" a un nivel por sobre el miembro "promedio" en el cuerpo del Señor es el resultado de pensar superficialmente. Los predicadores pueden ser puestos en un alto pedestal por aquéllos con mentes ofuscadas, y las conclusiones están condicionadas por el patrón de pensamiento denominacional. A la vista de Dios la persona más elevada es el sirviente más fiel; no alguien que ha asumido una posición elevada. Aparentemente es una paradoja básica del cristianismo que el camino hacia arriba es abajo (Mateo 20:25-28). No se gana un lugar alto ante Dios apropiándose de un título religioso impresionante.

LOS TITULOS RELIGIOSOS NO SON ESCRITURALES

   Vestiduras diferentes y títulos altisonantes alimentan la vanidad clerical y hacen burla al espíritu cristiano. Los escribas y fariseos se deleitaban en nombramientos pomposos, y esa arrogante actitud desagradaba al Maestro. Enraizado en el pensamiento y práctica denominacional, ese crecido complejo laico-clerical es ajeno a las enseñanzas del Nuevo Testamento.

   Las palabras de Jesús eran autoritarias y definitivas. "No os hagáis llamar Rabí ... no llaméis padre a nadie en la tierra ... ni tampoco os hagáis llamar maestros" (Mateo 23:8-10). Aquí el Señor afincó el principio que condena el apropiarse CUALQUIER título religioso ya sea el de Reverendo, Rabí, Maestro, Padre, Papa, Cardenal, Arzobispo, o Pastor.

PREDICAD LA PALABRA

   El otorgarse títulos religiosos corrompe la religión pura y sin mancha lo mismo que los falsos maestros son una desgracia para Cristo y un estorbo para su iglesia (Hechos 20:29-30). Sus "bocas deben ser tapadas" (Tito 1:11). Pablo advierte en cuanto a enseñar tradiciones de hombres y vanas filosofías (Colosenses 2:8). Cuando todo el consejo de Dios es predicado, creído y obedecido, quedan satisfechas todas las necesidades espirituales (Santiago 1:21;. 2 Timoteo 3:16-17). Todo lo que el hombre necesita para creer, ser, conocer, hacer o enseñar para agradar a Dios está escrito en la Biblia. Dios ha provisto la herramienta efectiva: su Palabra eterna que es fuerte, viviente, poderosa, y que realizará su propósito (Efesios 6:17; Hebreos 4:12; Isaías 55:11). Cuando los oyentes obedecen la palabra de Dios, se logra un resultado triplicado: (1) los perdidos se convierten a Cristo, (2) los desviados se restauran, y (3) los salvos se mantienen salvos si continúan firmes hasta el fin (1 Corintios 15:58). De esta manera la iglesia es fortalecida y se expande su benigna influencia.

   Los predicadores llevan una carga pesada en un mundo enfermo de pecado. Marchan en la lucha contra el pecado haciendo un llamamiento a los cristianos para que tomen toda la armadura de Dios; luchen contra el maligno, resistan sus artimañas y apaguen sus dardos encendidos (Efesios 6:10-18). En la iglesia del Señor, los predicadores escrupulosos se niegan a buscar algo nuevo y diferente, y no cometen la torpeza de buscar "relevancia". No se avergüenzan del antiguo fundamentalismo, sino que, sabiendo que la doctrina de redención en Cristo siempre será relevante, ellos predican El Evangelio de la Vieja Jerusalén y exhortan a los pecadores a obedecerlo, a convertirse en siervos de Dios; salvos, con sus pecados perdonados y sus almas libres (Rom. 6:17-18). No se desentienden de sus deberes mientras los pecadores perecen en la oscuridad. Su prédica fomenta la unidad, la verdad y la justicia mientras se opone a la división, al error y al pecado (Proverbios 14:34, Juan 8:32;. 1 Cor. 1:10-13). Nos advierten del fatal peligro en avergonzarnos de Cristo y sus palabras, porque por ellas seremos juzgados (Marcos 8:38; Juan 12:48). Nos enseñan que somos salvos por gracia a través de la fe; no por gracia sola ni por fe sola sino por la gracia de Dios y la fe del hombre en obediencia (Efesios 2:8-10; Romanos 1:5; Gal. 5:6).

No tratan de cubrir el pecado con respetabilidad ni lo "van frenando" con terminologías veladas. Llaman pecado a la transgresión de la ley de Dios, no "conducta anormal" (1 Jn 3:4; Santiago 4:17). Son cuidadosos al discernir entre asuntos de fe y asuntos de opinión, entonces tratan con cada cual según lo que cada cual es.

COMO PREDICAR EL EVANGELIO

Los evangelistas fieles predican el evangelio de esta manera:

Totalmente -- "Desde Jerusalén y por sus alrededores... todo lo he llenado del evangelio de Cristo" (Romanos 15:19). El que no predique el evangelio totalmente, ni siquiera debiera predicar.

   Vigorosamente -- Pablo "rebatía poderosamente a los judíos públicamente, demostrando por las escrituras que Jesús era el Cristo" (Hechos 18:28). "Estoy puesto para la defensa del evangelio" (Filipenses 1:17). La predicación de Pablo era poderosa, demandando tomar una decisión. La mayoría de sus sermones causaban o un avivamiento o un alboroto. Una predicación vigorosa es necesaria en todo tiempo.

   Con sencillez -- "Pero temo que ... vuestros pensamientos sean de alguna manera extraviados de la sencillez y pureza que es en Cristo" (2 Corintios 11:3). Las palabras regulares en la Biblia no contienen más de cinco letras. Los predicadores inspirados no necesitaban de palabras altisonantes.

Con urgencia -- "Me siento constreñido a hacerlo: y ¡ay de mí si no anuncio el evangelio!" (1 Corintios 9:16).

   Con denuedo -- Cuando los concejales en Jerusalén vieron el denuedo de Pedro y de Juan se maravillaron (Hechos 4:13,29,31). Pablo urgía a los hermanos en Éfeso que oraran para que él pudiera "hacer conocer con denuedo el ... evangelio, ... y que pueda hablar con denuedo, según debo de hacerlo" (Efesios 6:19-20). Los predicadores de Dios no temen el ofender al hermano Bebedor Social o a la hermana Danzarina. Eso sería flaqueza y cobardía.

   Con amor -- Cristo puso a los evangelistas, maestros y a otros en la iglesia para ministrar hacia la edificación del cuerpo de Cristo "hablando la verdad con amor ..." (Efesios 4:11-15). "Todas vuestras cosas sean hechas con amor" (1 Cor. 16:14).

   En la iglesia de Cristo los evangelistas "retienen el patrón de la sana palabra ..." (2 Timoteo 1:13). Se esmeran en agradar a Dios, no a los hombres; predican a Cristo, no a sí mismos. No están en el negocio del espectáculo; más bien son pescadores de hombres en el negocio de ganar almas. Predicadores dignos, exponen y se oponen al error fielmente y con valor; reprenden al pecador y condenan el pecado (Juan 8:44; Hechos 8:20-23; 13:9-11). Trabajando bien glorifican a Dios.

SÓLO LLEVA NOMBRES BIBLICOS

Por B. J. Barr

Mirando alrededor del mundo religioso, hay cientos de nombres que supuestamente representan la iglesia por la cual Cristo murió. Pero el dar un vistazo a la palabra de Dios nos demuestra que la mayoría de esos nombres no son bíblicos sino infundados. Toda vez que esos nombres no se encuentran en el contexto de nuestra norma religiosa, que es la Biblia, es una falta de sabiduría y de respeto adoptarlos por los seguidores de Cristo.

¿POR QUE ES INCORRECTO USAR NOMBRES DADOS POR HOMBRES?

   Sencillamente porque son condenados en el Nuevo Testamento. En su carta a la iglesia de Corinto, Pablo escribió estas palabras, " ... que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer" (1 Corintios 1:10). En los versos siguientes Pablo también explica lo que quiso decir. "Me refiero a que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue Pablo crucificado por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?" (1 Corintios 1:12-13). Conceder honor a una persona tal como "Lutero" por encima del nombre de Cristo significa desviar un honor que solamente corresponde a Cristo. Exaltar una ordenanza como el "bautismo" es ponerla más alta que el nombre que es sobre todo nombre -- Jesucristo. Nombrar una forma de gobierno en la iglesia como "Episcopal" o "Presbiteriana" es añadir a lo que Dios jamás proyectaba.

Pablo previno a la iglesia primitiva contra los títulos dados por hombres; y en la iglesia de Cristo nosotros ahora aceptamos su ruego. Hay algo en un nombre, y debemos vivir por él y sostenerlo.

NOMBRES BIBLICOS PARA LA IGLESIA

En la Biblia no hay nombres exclusivos para la iglesia. Dios se refiere a su iglesia como:

"la iglesia de Dios" (1 Cor. 1:2)

"la iglesia del primogénito" (Hebreos 12:23)

"iglesias de Cristo" (Romanos 16:16)

"el Cuerpo de Cristo" (Colosenses 1:24)

"la Novia de Cristo" (Apocalipsis 21:2)

"la Casa de Dios" (1 Timoteo 3:15)

Nótese que esas referencias no son nombres denominacionales. No se refieren a diferentes iglesias, sólo a la única, verdadera iglesia de Dios. En cada uno de esos nombres vemos glorificado el nombre de Dios y de su Hijo. Dios ha escogido esos nombres para Su iglesia.

¿HACE EL NOMBRE QUE LA IGLESIA SEA ESCRITURAL?

   Esta pregunta es racional porque hoy día hay muchas iglesias que llevan el nombre de iglesia de Cristo. No obstante, cuando revisamos un poco, encontramos en ellas prácticas que no aparecen en el patrón del Nuevo Testamento. El nombre es sólo un paso en la dirección correcta. Sólo por llamarse iglesia de Cristo, iglesia de Dios, o iglesia del primogénito no la hace tal. Si su organización no es de acuerdo a las escrituras, tanto en labor, adoración y propósito, entonces no es la iglesia de Cristo. Muchas iglesias tienen el nombre correcto pero han adulterado el plan escritural de adoración añadiendo cosas que Dios no autorizó. Cualquier actividad que no está aprobada a través de las Escrituras, es anatema (1 Tesalonicenses 5:21). Cristo es el edificador. El es la cabeza a todas las cosas en la iglesia, que es su cuerpo (Véase Efesios 5:23-24; Col. 1:18).

EL NOMBRE CRISTIANO

   Las iglesias de Cristo tienen el nombre de Cristo en sus edificios para demostrar a quién representamos. No obstante, en el diario vivir en nuestras comunidades y lugares de trabajo no somos conocidos o se nos llama "iglesia de Cristo", sino simplemente cristianos. Dios se refiere a su pueblo como cristianos, santos, hijos, discípulos, sacerdotes, y hermanos. El nombre nos identifica como que somos de Cristo (Hechos 11:26). Cada cristiano es santo porque sus pecados han sido perdonados (Romanos 1:7). Es un hijo de Dios porque ha nacido de nuevo en la familia de Dios (1 Pedro 1:22-23); un discípulo porque es un estudiante de Cristo (Juan 15:8). Es un sacerdote porque ha sido investido de poder para adorar y servir a Dios directamente a través de Cristo (1 Pedro 2:5). Los cristianos son hermanos porque son todos hijos del mismo Padre celestial (Gálatas 6:1).

   Los que aman y respetan la voluntad de Dios sienten aprecio por los nombres que Dios les ha dado, y debemos usar esos nombres en vez de otros que denotan división y falta de respeto a la autoridad de Dios. Si para expresar su fe o convicción religiosa tiene que usar el nombre de su denominación, hay algo de más en su nombre. ¿Por qué no llamarse solamente cristiano?

¿QUE IMPLICA UN NOMBRE?

   Podríamos preguntarnos, ¿qué implica un nombre? Hay algunos que piensan que no implica nada. No estoy de acuerdo, si miramos Hechos 4:12. Hay un nombre que es sobre todo nombre, y ese nombre es Cristo. No hay ningún otro que tenga el poder o autoridad de Cristo. Si a Dios le pareció bien usar este nombre, ¿quiénes somos nosotros para cambiarlo?

Se cuenta la historia de un hombre que fue arrestado por preparar whisky clandestinamente. Se presentó al juez, que era religioso. Este decidió pasar un rato ameno con el acusado, y le preguntó, ¿cómo te llamas? El hombre respondió, "Me llamo Josué." ¿Eres tú el Josué que hizo que el sol se detuviera?," preguntóle el juez. "No, señor," contestó el hombre. "Soy el Josué que hizo el resplandor de la luna."

   La historia es simple. Sí, hay algo en un nombre. Para agradar a Dios, debemos hacerlo todo tanto de palabra como de hecho. Sabemos que eso es cierto cuando se trata de las cosas cotidianas, como por ejemplo dar nombre a nuestros hijos. ¿Ha sabido usted de alguna madre que haya puesto el nombre de Jezabel a su hija, o Judas a su hijo? Ningún padre marcaría permanentemente a su hijo con el nombre de alguien reconocido por su maldad. ¡Sí que hay algo en un nombre!

¿POR QUE SOLO NOMBRES DADOS POR DIOS?

   Dios nos otorgó a Jesucristo como fuente de salvación. Es el único nombre en el que podemos ser salvos (Hechos 4:11-12). Ante su nombre "debe doblarse toda rodilla" (Filipenses 2:9-11). El dicho común de que un nombre es igual que otro puede ser cierto en asuntos no religiosos, pero bíblicamente no hay otro nombre como el de Cristo (Efesios 1:20-21). La iglesia es la desposada de Cristo, y ésta debe llevar el nombre del novio (2 Cor. 11:2). Todos los que hemos sido obedientes a la voluntad de Cristo estamos en la familia de Dios. ¿No debe la familia llevar su nombre? (1 Tim. 3:15; Efesios 3:14-15).

   Un conocido evangelista negro llamado Marshall Keeble, comentando acerca de la importancia del nombre, relató esta ilustración de que un cheque no es válido sin un nombre. Habló sobre un predicador que estaba llevando a cabo una reunión en cierta ciudad. Una dama que asistía todas las noches le escuchaba decir que el nombre nada significaba, que tenían que trabajar para su salvación y que el nombre nada tenía que ver con ello, recalcándolo una y otra vez. Una noche la señora le dijo que deseaba dar una contribución a su ministerio. Al día siguiente el predicador fue a buscar el dinero. Ella le dio un cheque y él fue directamente al banco a cambiarlo. El cajero se lo devolvió diciendo que no aparecía en él ninguna firma. "Ella debe haberlo olvidado," explicó el predicador y regresó a la casa de la señora para que lo firmara. Para su sorpresa, la señora le dijo que no lo había olvidado, sino que hizo de acuerdo a lo que él había predicado, y por eso no puso su nombre en el cheque. Esto enseñó al predicador a no volver a predicar en ese sentido.

CONCLUSION

   Podemos ver de las Escrituras y de esas ilustraciones prácticas por qué la iglesia debe llevar un nombre bíblico, pues nuestros sentimientos nos pueden guiar en contra de la palabra de Dios. Pero en asuntos de religión no somos gobernados por nuestros sentimientos, sino que lo que creemos debe estar basado en hechos (Romanos 10:17). Cualquier nombre o camino no es el camino de Dios (Prov. 14:12). Hagamos las cosas según el plan de Dios. Sólo en su Palabra podemos encontrar el camino correcto (Salmos 119).

La iglesia de Nuestro Señor no debe llevar nombres como Luterana, Bautista, Metodista, Mormona, Católica, Testigos de Jehová, etc., a menos que el nombre esté en su Libro. Debemos practicar las cosas que Cristo y sus apóstoles nos instruyeron. Cristo oró por la unión (Juan 17:20-23), pero no podemos unirnos al error. Debemos juntarnos bajo el nombre de Cristo, porque es un honor llevar su nombre. Debemos agradarle si tenemos la esperanza de que nos reciba cuando venga por segunda vez a rescatar a su iglesia (Juan 14:2-3).

LA IGLESIA TIENE UNA MISIÓN DIVINA: EVANGELIZAR AL MUNDO PARA CRISTO

Por Jerry Dyer

Jesús vino a un mundo perdido a vivir una vida que sería el ejemplo perfecto para la gente de todas las épocas (1 Pedro 2:21-23). Porque vivió tal vida, pudo ser ofrecido como sacrificio perfecto por los pecados de todo el mundo (2 Corintios 5:21). Habiendo vivido esa vida, habiendo sentado el ejemplo perfecto y dado su vida, se levantó de los muertos (Romanos 1:4). Pocos días después de su resurrección volvió a los cielos a sentarse a la diestra de Dios y convertirse en nuestro mediador (1 Timoteo 2:5). Fue entonces que el propósito de su vida (o sea, buscar y salvar a los perdidos, Lucas 19:10), fue trasladado como un mandamiento a sus discípulos. Este mandamiento se encuentra en Mateo 28:18-20 y Marcos 16:15-16.

Lea estos pasajes y escudriñe cuidadosamente la enseñanza sobre la Gran Comisión.

A. "Id y Predicad el Evangelio" (Marcos 16:15-16). "Id y Enseñad" (Mateo 28:19). La palabra evangelio quiere decir "buenas nuevas". Tenemos buenas nuevas sobre su nacimiento, vida, ejemplo, muerte, resurrección, expiación y ascención a los cielos. Para eso fue que vino Cristo y por eso debemos ir a predicar y enseñar.

   Es muy importante recordar que esto es un mandamiento y que Dios espera que obedezcamos sus mandamientos. La salvación es nuestra recompensa a la obediencia (Hebreos 5:8-9). Si no hacemos su voluntad, nuestro castigo será destrucción eterna (Mateo 7:21-23).

   En esos pasajes se usan dos palabras diferentes, "predicar" y "enseñar", que tienen el mismo propósito final. No todos tenemos el don de predicar (1 Corintios 12:12-21). No obstante, todos los cristianos tenemos la responsabilidad de enseñar el evangelio.

B. "A Toda Criatura"; a "Todas las Naciones". Vamos a todas las naciones porque todas están perdidas sin Cristo. Lea y estudie las siguientes escrituras:

1. -2 Tesalonicenses 1:7-9. Este pasaje expresa con mucha claridad que hay dos clases de gente que sufrirá "eterna condenación fuera de la presencia del Señor"; (a) Los que "no conocen a Dios" y (b) los que "no obedecen al evangelio". No podremos estar frente a Dios en el día del juicio esperando ser excusados de destrucción eterna porque no conocíamos a Dios y por tanto no obedecimos el evangelio.

2. Romanos 1:16 demuestra que la única forma en que Dios salvará al pecador es a través del evangelio de Cristo. No hay otro camino. No nos atreveremos a predicar ningún otro plan (Gálatas 1:8-9).

3. Efesios 2:1, 3, 12 describe la condición del hombre sin Cristo. La Escritura dice que los que están sin Cristo están "muertos", "separados", "excluídos", son "extranjeros", "sin esperanza", "sin Dios". Están eterna e irremisiblemente perdidos sin obediencia a Cristo. ¿Podía el Espíritu Santo haberlo hecho más claro?

4. -1 Tesalonicenses 4:13 enseña que los que mueren "en Cristo" tendrán gozo, placer, paz, etc. Los que mueren sin Cristo ¡no tienen esperanza!

5. Juan 14:6 expresa que Jesús es el único camino hacia Dios. No se puede llegar a través de ningún otro profeta, salvador, etc. No hay otro.

6. En Hechos 17:30-31, Pablo dijo que Dios ya no pasará por alto en estos días los tiempos de esa ignorancia, ya sea por "tiniebla denominacional" o "adoración de ídolos". Todos seremos juzgados por la misma norma.

   Todos estamos perdidos sin Jesús. Es por eso que vino y es por eso que debemos ir y evangelizar. Hay quienes dicen, "Lo siento, pero amo a la gente demasiado para condenarlos." Tendríamos que responder a esto: Esa no es la definición de Cristo sobre el amor. Jesús dijo en Juan 14:15 que el amor demanda obediencia. Saber que la Biblia enseña que los que están sin Cristo se perderán y no advertirles, sería como el médico que encontró que su paciente se está muriendo de una enfermedad pero se niega a decírselo porque no desea ser "sentencioso y hacerlo sentir mal". El "evangelio social" que sólo sirve a las necesidades culturales de la humanidad hará que se pierdan muchas almas.

   La verdad llana es que SIN CRISTO NADIE PUEDE SALVARSE. Aquéllos que extienden la esperanza a los no cristianos (ya sea los que están en las tinieblas por adoración a ídolos o en el error denominacional), hacen algo que la Biblia no hace y debilitan las manos de los discípulos que tratan de que el evangelio llegue a todos.

C. "Enseñadles que guarden todas las cosas que os he mandado." Esta verdad nos la enseña Pablo en .2 Tim. 2:2: "Y lo que has oído de mí ante muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros." A esto se refiere algunas veces como la segunda parte de la Gran Comisión, o "que los salvados se mantengan salvos." Este pasaje presenta cuatro niveles de enseñanza y aprendizaje, y demuestra la diferencia entre un ministerio "terminal y un ministerio "germinal".

1. Las cosas que has oído ante muchos testigos. Dios espera que escuchemos, aprendamos y apliquemos la verdad que aprendamos de otros. Por supuesto, tenemos que examinarnos a nosotros mismos mientras escuchemos (Hechos 17:11).

2. Encarga a hombres fieles. La enseñanza que Timoteo recibió no era para guardársela, sino para ser compartida con otros. Pablo dijo que teníamos que hacer algo más que "guardar la fe", debíamos compartirla con otros, de lo contrario, nuestro ministerio sería terminal, esto es, que la verdad se quedó sólo con nosotros.

3. Para que puedan enseñar a otros también. Aquí es cuando se prueba nuestro ministerio. Debemos de enseñar y motivar a otros de tal modo que reciban y diseminen ese mensaje a otros.

ARGUMENTO: Dios no desea que dejemos que los recién convertidos se marchiten. Tenemos que ayudarles a crecer y enseñarles toda la verdad (Hechos 20:26-27). Debemos enseñar la verdad con amor (Efesios 4:15), y debemos enseñarla en el tiempo apropiado (1 Cor. 3:1-2;. 1 Pedro 2:2). Es nuestro deber enseñar a otros (2 Tim. 2:2).

D. "Y he aquí, yo estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo." Jesús nos prometió que a donde vayamos a predicar, él estará con nosotros. Cuando nos quedamos sentados, nos sentamos solos. No hay barrera tan alta, extensa o suficientemente fuerte que impida que el evangelio se esparza (Filipenses 4:13). Cristo no nos fallará ni abandonará en nuestro caminar (Hebreos 13:5).

Que Dios nos ayude a "ir ... y hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: enseñándoles que guarden todas las cosas que yo (Jesús) os he ordenado ..." Esta es la misión de la iglesia. Todo lo demás que hagamos como hijos de Dios queda bajo ese mandamiento.

LA IGLESIA ES LA MANO CARITATIVA DE DIOS HACIA LOS POBRES

Por Charles R. Williams

La iglesia neo testamentaria fue edificada por Jesucristo puesto que, en Mateo 16:18, Jesús dijo: " ... y sobre esta roca edificaré mi iglesia ..." No sólo es el fundador, sino que también es su cabeza. El apóstol Pablo dijo esto bien claro cuando escribió "y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dió por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia" (Efesios 1:22). Como fundador y cabeza El es también nuestro modelo para vivir como miembros de su iglesia, "Pues para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1 Pedro 2:21). En cuanto al asunto de que trata este capítulo, preguntamos entonces, "¿Cuál fue el ejemplo que dejó Jesús sobre la actitud que debemos adoptar hacia los que se encuentran en necesidad física?" También deberíamos preguntar, ¿Qué mandamientos o ejemplos neotestamentarios ha dejado a su iglesia referente a la benevolencia?

JESUS ESTABA PREOCUPADO

   En los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que describen la vida de Jesús antes de que edificara su iglesia, encontramos que era una persona de gran compasión. Su mayor preocupación era, por supuesto, el pecado y las almas de la gente, pero viviendo entre la gente demostró también su cuidado y preocupación por las necesidades de ellos. Un buen ejemplo de ello fue al morir su amigo Lázaro. Cuando fue a la casa de Marta y María, al ver el dolor de ellas y de sus amigos, nos dice la escritura que "... se estremeció en el espíritu y se conmovió ... Jesús lloró ... él le amaba" (Juan 11:33-36). Hay muchas ocasiones en la vida de Cristo que nos demuestran que para ser como Cristo necesitamos sentirnos preocupados por el bienestar físico de los demás.

JESUS SENTIA COMPASION

   Muchos llegaron a Jesús para que les ayudara, y fue movido a compasión al ver sus grandes necesidades: "Y al ver las multitudes, se compadeció de ellas, porque estaban extenuadas ..." (Mateo 9:36). Le preocupó saber que la gente estaba hambrienta: "Se me enternecen las entrañas de compasión sobre la multitud, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer" (Marcos 8:2). Entonces Jesús les proveyó alimento.

JESUS ENSEÑO SOBRE EL PREOCUPARSE POR LOS DEMAS

   No sólo demostró Jesús su compasión por los necesitados, sino que también enseñó grandes lecciones sobre esto. La más conocida es tal vez la historia del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37). Jesús hizo énfasis en que el mayor mandamiento es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, y que el segundo mayor mandamiento es semejante al primero, amar al prójimo como a nosotros mismos. Cuando un hombre de la multitud preguntó, "¿Quién es mi prójimo?", Jesús respondió con la historia del Buen Samaritano. La historia se refiere a un hombre que dió su tiempo, energías y dinero por ayudar a un extranjero en necesidad. El extranjero había sido golpeado y robado y necesitaba atención médica, alimento, y un sitio en donde quedarse. El proveyó todo esto y por tal razón Jesús alabó su acto de compasión. Entonces Jesús dijo al hombre de la multitud, "Ve tú y haz lo mismo."

   Quizás la lección más impactante que enseñó Jesús sobre nuestra responsabilidad de ayudar a otros se encuentra en el cuadro que nos da sobre el juicio final.

   Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones, y separará a los unos de los otros, como separa el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de la derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fuí forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te alimentamos, o sediento, y te dimos de beber? Y ¿cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a tí? Y el rey responderá y les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te asistimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de éstos más pequeños, tampoco a mí me lo hicisteis.

   Jesús continúa describiendo la escena diciendo que los que no sirvieron así a los demás irán al castigo eterno, pero aquéllos que sí lo hicieron irán a la vida eterna (Mateo 25:31-40, 46).

AYUDAR AL EXTRANJERO

   En cada uno de los casos anteriores notamos que no sólo a los amigos o hermanos debe ayudarse, sino también al extranjero. Esas son las instrucciones exactas dadas a los cristianos en la iglesia del Nuevo Testamento. "Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad ..." (Hebreos 13:1, 2).

   El apóstol Pablo escribió a varias congregaciones y las instruyó con estas palabras: "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y mayormente a nuestros familiares en la fe" (Gálatas 6:10). La responsabilidad de la iglesia de ayudar a los necesitados no se limita, por tanto, a los nuestros.

 

¿QUE METODOS DEBEN USARSE?

   Las escrituras nos dan el mandamiento y la responsabilidad de ayudar a los demás pero no nos especifican en detalle cómo hacerlo. A cada individuo y congregación autónoma les toca decidir por su propia cuenta cómo deben ser llenadas las necesidades de los necesitados. Son pocos los ejemplos que se nos han dado. En el capítulo 6 del libro de los Hechos encontramos que algunas de las viudas estaban siendo desatendidas. La respuesta de los apóstoles al problema fue nombrar a varios hombres que supervisaran esta labor para que esas necesidades fueran llenadas. Esta sería una de las responsabilidades de los diáconos en la iglesia de hoy.

   En .1 Cor. 16:1-3, y en Segunda de Corintios, capítulos 8 y 9, vemos el ejemplo de varios hombres haciendo una colecta entre algunas congregaciones para ayudar a los santos pobres en Judea. Santiago escribió que se debe ayudar a los huérfanos y a las viudas: "La religión pura e incontaminada delante de nuestro Dios y Padre es ésta, visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo" (Juan 1:27). No obstante, Santiago no nos dice cómo debe hacer esto el individuo o la congregación local; por tanto, se deja a nuestra discreción el hacerlo en la forma más adecuada.

LOS MEDIOS PARA JUSTIFICAR EL FIN

   El cuidado mayor que los cristianos y la iglesia prestan es salvar almas y enseñarlas. Ese es su negocio principal. Aún la benevolencia constituye un medio para tal fin. Pero resulta difícil para una persona hambrienta el estudiar o aprender la voluntad de Dios. No es responsabilidad de la iglesia alimentar y vestir al mundo sino predicar el evangelio. Sin embargo, los discípulos de Jesús han de ser gente compasiva tal como lo fue él. Como dice la Palabra, " ... debemos recordar a los pobres ..." (Gálatas 2:10).

RESUMEN

La actitud de Cristo en el servicio a otros es nuestro ejemplo. El enseñó a sus discípulos a amar y tener compasión de los menos afortunados, y practicó lo que enseñaba. Si vamos a seguir sus pasos y su ejemplo, debemos hacer lo mismo.

La iglesia es el cuerpo de Cristo y él es su cabeza. Como miembros de su cuerpo, los cristianos debemos reflejar a Cristo en nuestras vidas. Ya lo dijo el apóstol Pablo, "... ahora será también magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:20,21); y "... ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gálatas 2:20).

No se ofrece mucha información concerniente a la forma de alimentar al hambriento, vestir al desnudo, o cuidar de los huérfanos y las viudas. Simplemente se nos dice que lo hagamos, y la decisión sobre cómo hacerlo debe dejarse en manos de los ancianos de la congregación local, tal como fue la intención de Dios. Pero todo lo que hagamos debe ser de acuerdo al propósito de la iglesia de acercarse a las almas, predicarles el evangelio, y ayudar a los miembros a crecer y madurar en Cristo.

 

LA IGLESIA ENSEÑA EL PLAN DE SALVACION DEL NUEVO TESTAMENTO

Por Joe R. Barnett

En el capítulo 2 de Hechos se nos dice que el día de Pentecostés tres mil personas siguieron el plan de salvación de Dios. En esta ocasión Simón Pedro culminó su sermón sobre el Cristo resucitado, diciendo, "A este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo" (Hechos 2:36).

   Estas palabras hicieron impacto, y sus oyentes, sintiéndose culpables, preguntaron, "¿Qué haremos?" Pedro les respondió, "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38).

   Al final del capítulo, alrededor de tres mil personas habían sido bautizadas. Este hecho demuestra que la salvación no es una experiencia rara que "se posesiona de la gente" sin que la voluntad de la persona tenga parte en ello. Aquella gente estaba muy consciente de que tenía que cambiar, pero el proceso requería una decisión de su parte. Su decisión personal era asunto de aceptar la evidencia y obedecer los mandamientos de Dios. Ellos sabían que era correcto lo que hicieron porque Dios se los hizo saber, no porque "sintieron" que estaban en lo correcto.

AÑADIDOS A LA IGLESIA

Las iglesias de Cristo no hablan de membrecía en términos de alguna fórmula a seguir para ser aceptados en la iglesia. El Nuevo Testamento nos enseña los pasos a seguir para llegar a ser cristiano. Cuando una persona sigue esos pasos y se convierte, automáticamente se hace miembro de la iglesia. No se requiere ningún otro paso para cualificar como miembro de la iglesia.

   Como ha de notarse más arriba, en el primer día de existencia de la iglesia aquéllos que se arrepintieron y se bautizaron fueron salvos. De ese día en adelante todos los salvos fueron añadidos a la iglesia (Hechos 2:47). Según este versículo, fue Dios quien les añadió. Por tanto, siguiendo este patrón, no emitimos voto ni les forzamos a tomar antes una serie de estudios. No tenemos el derecho a demandar ninguna otra cosa más que su obediente sumisión al Salvador.

LA SALVACION ES POR GRACIA ...

   A causa del pecado, no podemos conseguir la salvación por nuestros propios esfuerzos. La salvación viene por la gracia de Dios. El apóstol Pablo escribió, "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, porque es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9).

... POR MEDIO DE LA FE

   Somos salvos por gracia... por medio de la fe. La gracia viene de parte de Dios. La fe viene de nuestra parte. Es sumamente importante que nos demos cuenta de que la única clase de fe que Dios reconoce es la fe activa, la cual envuelve obediencia a sus mandamientos. Nunca vamos a ganar la salvación sin cumplir las condiciones bajo las cuales esta gracia nos es prometida.

CONDICIONES PARA SER SALVOS

Las condiciones dadas en el Nuevo Testamento para ser salvos son:

1) Escuchar el evangelio, porque "la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios" (Romanos 10:17).

2) Creer, porque "sin fe es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6).

3) Arrepentirse de los pecados pasados, porque Dios "manda a todos los hombres en todo lugar a que se arrepientan" (Hechos 17:30).

4) Confesar a Jesús como el Señor, porque él dijo, "A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 10:32).

5) Y ser bautizado para el perdón de pecados, pues Pedro dijo, "Arrepentíos, y bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo para el perdón de vuestros pecados..." (Hechos 2:38).

UN SOLO PROCESO

   Cada uno de esos pasos puede ser puesto aparte y discutido, pero debemos tener en cuenta que el renacimiento espiritual es un solo proceso que envuelve una reacción total del individuo hacia el amor de Dios.

   Ciertamente hay un llamamiento a que creamos, pero la "fe sola" no es suficiente. A aquellos que desean seguir el plan de Dios no se les está pidiendo simplemente cambiar las ideas que creen ser verdaderas. Sus vidas han de estar dedicadas a afirmar este cambio de convicción. El creer es un cambio interior, mientras que el arrepentimiento es una resolución interior que se demuestra en el exterior de nuestra vida. La confesión es comprometerse públicamente a esa creencia y a la determinación de un cambio en el modo de vivir. El bautismo es el acto decisivo con el que se sella el cambio y, por la gracia de Dios y el poder de la sangre de Cristo, nuestros pecados son lavados (Hechos 22:16).

EL ENFASIS EN EL BAUTISMO

   Las iglesias de Cristo tienen reputación de enfatizar mucho el bautismo, lo cual es justificado por más de cien pasajes en el Nuevo Testamento donde se menciona la palabra bautismo en alguna de sus formas.

   El Nuevo Testamento enseña que el bautismo es un acto esencial para la salvación (Marcos 16:16; Hechos 2:38; Hechos 22:16). F.F. Bruce, renombrado estudioso del Nuevo Testamento, ha indicado que la idea de un cristiano no bautizado no es considerada en el Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento plantea que el bautismo cumple los siguientes propósitos:

1) Es para entrar al reino…………………………………….. (Juan 3:5).

2) Es para hacer contacto con la sangre de Cristo (Romanos 6:3, 4).

3) Es para estar en Cristo……………………………………….(Gálatas 3:27).

4) Es para salvación…………………………………………………(Marcos 16:16;. 1 Pedro 3:21).

5) Es para el perdón de pecados…………………………….(Hechos 2:38).

6) Es para lavar los pecados……………………………………(Hechos 22:16).

7) Es para ser parte del cuerpo, la iglesia………………(1 Corintios 12:13; Efesios 1:23).

LA SALVACION ES PARA TODOS

   Puesto que Cristo murió por los pecados de todos y la invitación de compartir su gracia salvadora está abierta para todos (Hechos 10:34, 35: Apocalipsis 22:17), no creemos que alguien en particular esté predestinado para la salvación o la condenación. Algunos escogerán ser salvos viniendo a Cristo en fe y obediencia. Otros le rechazarán y serán condenados (Marcos 16:16). Estos no se perderán porque estaban destinados a condenación sino porque fue ése el camino que escogieron.

Su decisión de seguir a Cristo es la más importante en su vida. Rechazarle es eternamente y espiritualmente fatal. Le exhortamos a que acepte la salvación ofrecida por Cristo, sujetándose a él en la obediencia de la fe para que se convierta en miembro de su iglesia.

SE SIGUE EL PATRÓN DE LOS APÓSTOLES EN LA PRACTICA DEL BAUTISMO

Por Dub McClish

Tal vez no haya otra enseñanza en el Nuevo Testamento sobre la cual se haya levantado tan enconada controversia como la del bautismo. Y no es porque en el Nuevo Testamento se muestre ambigüedad sobre el asunto, ni porque los hombres sean incapaces de comprender su enseñanza. Nuestro escrutinio acerca de este asunto a través de las enseñanzas de la Biblia nos indica que Dios es el autor del bautismo. En el análisis final, hace poca diferencia lo que el hombre diga acerca del asunto, pero lo que Dios diga hace toda la diferencia. Si la enseñanza sobre el bautismo en el Nuevo Testamento no tiene importancia, ¿cómo entonces puede alguien argumentar que es importante cualquiera otra enseñanza en el Nuevo Testamento? A través de su Palabra debe permitírsele al Señor decirnos cuál es la acción y propósito del bautismo.

EL "QUE" DEL BAUTISMO

   En las mentes de la mayoría de la gente el bautismo es un acto que puede hacerse en cualquiera de las tres siguientes formas: rociar agua sobre el candidato, echar agua sobre el candidato, o sumergirlo en el agua. Algunos diccionarios del idioma inglés indican que el bautismo se administra por cualquiera de esas tres formas. Debemos recordar, sin embargo, que los diccionarios modernos del inglés reflejan el uso corriente de las palabras, en vez de su significado original.

   Consideremos lo que nos presenta el Nuevo Testamento aparte del significado original de la palabra "bautismo". El bautismo de Juan, que envolvía la misma acción del bautismo ordenado por Cristo y predicado por los apóstoles, requería "mucha agua" (Juan 3:23). En Hechos 8:38-39 se describe un caso de bautismo: "Y ambos entraron al agua, tanto Felipe como el eunuco; y le bautizó. Y cuando salieron del agua ..." El apóstol Pablo usa dos veces el término "sepultura" para describir lo que sucede cuando uno es bautizado (Romanos 6:4; Colosenses 2:12). Esto obviamente es indicativo de una sola acción -- inmersión.

   Un estudio de la palabra griega para "bautismo" nos lleva a la misma conclusión. El verbo "bautizar" en cualquiera de sus formas originalmente no venía del idioma inglés. Fue traducido al inglés directamente de la palabra griega baptidzo del Nuevo Testamento. Se puede consultar cualquier texto griego del Nuevo Testamento y aprender que baptidzo quiere decir meter, zambullir, sumergir, o hundir cuando se usa literalmente. Cuando se usa figurativamente (véase Marcos 10:38) significa rebosar o inundar. Si esta palabra griega fuera traducida en vez de transcrita, en el Nuevo Testamento se leería "sumergir" donde quiera que se lee "bautizar".

   Para todos los que verdaderamente creen que la Biblia es la palabra inspirada por Dios, la descripción sobre el bautismo en el Nuevo Testamento es suficiente, no importa lo que digan los hombres acerca del asunto. Vale la pena notar, sin embargo, lo que los líderes religiosos han dicho acerca de esto. Se ruega al lector entender que no se están citando con el propósito de hacer sentir mal a nadie o "demostrar" que unos están en lo correcto y otros no. Nuestro único propósito es exaltar la verdad de la Palabra de Dios. Considere lo siguiente:

   Martín Lutero ("Padre de la Reforma del Siglo 16"), fundador de la iglesia Luterana): "El término 'bautismo' es una palabra griega; se puede traducir al Latín como mersio -- cuando sumergimos algo en agua, que sea enteramente cubierto por agua."

   Juan Calvino (reformador del Siglo 16, y fundador de la iglesia Presbiteriana): "La palabra "bautizar" significa sumergir, y el rito de inmersión era practicado por la iglesia antigua."

   Juan Wesley (fundador de la iglesia Metodista): "Sepultado con él -- refiriéndose a la forma antigua de bautizar por inmersión."

   Diccionario Católico: En los Tiempos Apostólicos el cuerpo de la persona bautizada era sumergido, ya que San Pablo compara la inmersión como caracterizando el ser sepultado con Cristo, y habla del bautismo como de un baño."

   Todas las citas arriba mencionadas tienen dos cosas en común: (1) Concuerdan en su definición del bautismo como una inmersión; y (2) Todos vienen de iglesias que han sustituido el rociamiento o derramamiento por la inmersión. Su estudio y honor les obliga, sin embargo, a refutar su propia práctica. No se puede lógicamente rechazar que el bautismo era y es nada menos que una inmersión. Cualquiera otra opinión que se adopte implica negar la autoridad del Nuevo Testamento.

EL "POR QUE" DEL BAUTISMO

   Existen dos escuelas básicas de pensamiento en relación con el propósito del bautismo ordenado por Jesucristo: Una dice que el bautismo es un acto de obediencia de alguien que ya ha sido salvado, siempre y cuando se le haya concedido acceso a la membresía denominacional a través de la fe. Según esta opinión, el bautismo es parte de nuestra obediencia a Cristo porque ya somos cristianos. La otra opinión sostiene que el bautismo es el acto final de obediencia al que uno se somete para poder ser salvo o para ser perdonado por los pecados pasados. Según esta opinión una persona no es salva hasta que se haya bautizado, en cuyo momento es entonces añadida a la iglesia porque ya es salvo. ¿Qué nos dice la Biblia?

   Jesús dijo a los apóstoles que mientras fueran ellos predicando el evangelio, "Aquél que creyere y fuere bautizado será salvo" (Marcos 16:16). Nótese el orden: (1) creer, (2) bautizado; (3) salvo. El orden no es (1) creer, (2) salvo, (3) bautizarse si desea unirse a la iglesia. En este versículo el bautismo es esencial para ser salvo, tan claramente como lo es la fe.

   Cuando los apóstoles comenzaron a cumplir su encomienda de "predicar de esa manera", decían a la gente, "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados ..." (Hechos 2:38). ¿Qué relación tiene el arrepentimiento con la remisión (perdón) de pecados? Nótese que el bautismo tiene una relación igual que el arrepentimiento en relación con el perdón de pecados.) Los que argumentan que el bautismo es después del perdón en vez de precederlo, debieran también poner el arrepentimiento después del perdón, para ser consistentes. No se encuentra en toda la Biblia, sin embargo, ni un solo caso de concesión de perdón sin arrepentimiento. En este pasaje, "la remisión de pecados" sucede después del bautismo, lo mismo que la "salvación" en el pasaje anterior. A Saulo de Tarso se le ordenó que "... fuera bautizado y lavara sus pecados ..." (Hechos 22:16). Esta declaración no hace sentido si los pecados son perdonados antes de ser bautizado.

   A veces se objeta que la insistencia de que la inmersión en agua es una condición escritural para la salvación, equivale a una doctrina de "salvación por agua". Si ése es el caso, entonces escrituras tales como Marcos 16:16, Hechos 2:38; 22:16, y otras deben ser hechas responsables por la enseñanza, y no aquéllos que la creen. No obstante, tales versículos no atribuyen absolutamente ningún mérito al agua como un agente de limpieza espiritual. No dicen cuál es el agente lavador. Sólo nos dicen cuándo ocurre el lavamiento. De otras escrituras se hace evidente que la sangre de Cristo es el agente de lavamiento o perdón (1 Pedro 1:18-19; Apocalipsis 1:5, etc.). La conocida canción está absolutamente en lo correcto: "¿Qué me puede dar perdón? Sólo de Jesús la sangre."

   ¿Cuándo ocurre este lavamiento, o cómo se obtiene acceso a la preciosa sangre lavadora de Cristo? Aparte de las referencias que ya citamos, véase también Romanos 6:3: "O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?" Fue en el momento de su muerte que la sangre sanadora de Jesús fue ofrecida por los pecados de la humanidad (Hebreos 9:26-28). ¿Por qué medio le es posible al pecador compartir la muerte de Cristo, cuando ofreció su sangre preciosa? El inspirado apóstol responde con toda certeza: "somos bautizados en su muerte" (Romanos 6:3). Esto armoniza perfectamente con todas las otras escrituras acerca del bautismo. El propósito que Dios ha revelado en su Palabra sobre el bautismo no es el de obediencia cristiana que se practica porque ya uno es salvo, sino más bien que, después de haber confesado su fe en Cristo y el arrepentimiento de los pecados, es el acto en el que se participa de la muerte de Cristo. Es por tanto el acto del que uno se levanta para vivir nueva vida (Romanos 6:4). Es el acto a través del cual se añade una persona a la iglesia de Cristo, porque ha sido salvado y la iglesia es la depositaria de Dios para los salvos (Hechos 2:41,47; Efesios 5:23). Sólo cuando se entiende que la salvación no es conferida hasta que se es bautizado escrituralmente, puede uno apreciar el pronunciamiento del apóstol Pedro de que el bautismo nos salva (1 Pedro 3:21).

RESUMEN

   Las Escrituras nos enseñan que el bautismo, el cual Cristo ordenó que fuera predicado a toda criatura, es una sepultura en agua. Es para salvación, o perdón de pecados, a través de la sangre de Cristo. Es nuestra formal súplica a todos que vuelvan a lo que la Biblia enseña sobre esto, tanto de palabra como de hecho.

AL IGUAL QUE EN LOS TIEMPOS BÍBLICOS, LOS ADULTOS ESTAN SUJETOS AL BAUTISMO

Por Bobby Duncan

La gente está perdida y se mantiene en necesidad de salvación a causa de la culpa de sus propios pecados -- no de los pecados de sus antepasados. La doctrina de que los bebés heredan la culpa de las transgresiones de Adán no es cierta. Si así fuera, Jesús hubiera nacido con la culpa del pecado.

LOS NIÑOS SON INOCENTES

   Jesús dijo acerca de los niños pequeños, "de los tales es el reino de los cielos" (Mateo 19:14). Nunca lo hubiera dicho si los niños pequeños fueran depravados por herencia; en vez de ello hubiera dicho, "de los tales es el reino del diablo".

   Al hablar de su hijo muerto, David dijo, "Yo iré a él, pero él no volverá a mí" (2 Samuel 12:23). David sabía que su hijo gozaba de salvación. No era culpable de ningún pecado porque no había infringido la ley de Dios, y "el pecado es la transgresión de la ley" (1 Jn 3:4).

EL BAUTISMO DE INFANTES FUE DESARROLLADO BAJO LA FALSA DOCTRINA DE LA CULPA HEREDADA

   Enfatizamos que los niños pequeños no necesitan ninguna bendición otorgada a través del bautismo. Si no hubiera sido por la falsa doctrina de la culpa heredada, probablemente nunca se hubiera llegado a la práctica del bautismo de infantes. Nótese esta declaración de un autor del Siglo XIX. "Los infantes están incluídos en el acto de redención de Cristo y tienen por tanto derecho a los beneficios y bendiciones de su iglesia." Otro escritor expresó: "Por el contrario, presumimos tener argumentos positivos sobre el carácter y origen apostólico del bautismo de infantes ... en la virtud universal de Cristo, como Redentor de todas las edades, clases y sexos, y especialmente en lo concerniente a su propia infancia, que ha redimido y santificado la edad infantil."

   En su Tratado Sobre el Bautismo, Juan Wesley escribió: "Si los infantes son culpables del pecado original, entonces están correctamente expuestos al bautismo; viendo que no pueden ser salvos en la forma normal a menos que éste sea lavado por el bautismo" (Tratados Doctrinales, p. 252).

   Si los infantes tuvieran necesidad de redención, y si el bautizarlos fuera la forma de asegurarla, no nos opondríamos al bautismo de infantes. Pero ya hemos visto que los infantes no están perdidos, y no necesitan ser redimidos. No hay versículo en la Biblia que indique que deben ser bautizados.

 

CUATRO REQUISITOS PREVIOS AL BAUTISMO

   Según el Nuevo Testamento, cuatro cosas caracterizaban a los que eran bautizados: (1) se les había enseñado el evangelio de Jesucristo, (2) habían creído que Jesucristo es el Hijo de Dios, (3) se habían arrepentido de sus pecados, y (4) habían confesado su fe en Jesucristo. Aunque cada una de ellas no hubiera sido específicamente mencionada en el relato de cada caso, cada una se deduce tácitamente.

   En la Gran Comisión, Jesús mandó, "Id vosotros, por tanto, y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19). Este versículo demuestra claramente que aquéllos a ser bautizados tenían que ser enseñados.

   En Marcos 16:15-16 se encuentran estas palabras de Jesús: "Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea, será condenado." Esto hace totalmente evidente que el creer en el evangelio ha de preceder al bautismo.

   El Espíritu Santo inspiró a Pedro este mandamiento: "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de pecados ..." (Hechos 2:38). El apóstol se dirigía a una gran multitud a la que se acababa de predicar la verdad sobre Jesucristo, y que habían creído lo que oyeron. Pero también debían arrepentirse antes de ser correctamente bautizados. En esta ocasión aquéllos que "acogieron bien su palabra fueron bautizados..." (Verso 41).

   Confesar que Jesús es el Cristo es una necesidad absoluta. El propio Jesús dijo, "A cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos." (Mateo 10:32-33). En Romanos 10:9 se demuestra que la confesión debe ser hecha antes de ser salvo: "Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor ... serás salvo." El siguiente versículo demuestra que esta confesión se hace durante el proceso de salvación: "... y con la boca se confiesa para salvación."

   El capítulo 8 de Hechos contiene un ejemplo de conversión en el que cada uno de los cuatro requisitos previos se demuestra claramente. Véase los versículos Hech. 8:35-39: "Entonces Felipe abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: 'Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?' Y Felipe dijo: 'Si crees de todo corazón, bien puedes.' Y respondiendo, dijo: 'Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.' Y mandó para el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vió más, pues siguió gozoso su camino."

   A los infantes no se les puede predicar el evangelio y ellos creerlo. No tienen pecados de qué arrepentirse y son incapaces de arrepentirse. No pueden confesar con su boca al Señor Jesús. Siendo esto así, los infantes no pueden ser bautizados de acuerdo con las enseñanzas del Nuevo Testamento.

¿QUE HAY DE LOS BAUTISMOS DE "TODA LA CASA"?

En un tenso esfuerzo por justificar el bautismo de infantes, alguno ha citado casos de bautismos de "toda la casa" como el de la casa de Lydia (Hechos 16:15), la casa del carcelero (Hechos 16:31-33), y la casa de Estéfana (1 Corintios 1:16) -- como prueba de que los infantes eran bautizados. Pero no hay nada en ninguno de esos casos que indique el bautismo de infantes. No aparece prueba de que hubiera infantes en ninguna de dichas casas; y aún si las hubiera habido, nada hay que sugiera que fueron bautizados. Teniendo como antecedente la enseñanza del Nuevo Testamento acerca del bautismo, debe concluirse por consecuencia que no se bautizaban infantes.

LA MENCION MAS ANTIGUA ACERCA DEL BAUTISMO DE INFANTES

   Los que favorecen el bautismo de infantes buscan autenticar su antigüedad citando los escritos de Tertuliano, quien mencionó la práctica alrededor del año 200 D.C. Pero léase lo siguiente, dicho por uno de los más sinceros escritores que ha producido la iglesia Metodista Episcopal: "Tertuliano es el primer escritor en la iglesia que hace mención expresa acerca del bautismo de infantes. Antes de su tiempo, el año 200 D.C., no se encuentra alusión alguna a esta costumbre mediante la cual pudiera deducirse imparcialmente su existencia. Frecuentemente se argumenta que la práctica del bautismo de infantes es una institución apostólica porque prevaleció universalmente sin oposición de ninguna parte. Pero por extraño que parezca, el hecho es que el primer Padre, o escritor, a través del cual se hace notoria la práctica, la condena como no teniendo fundamento ya sea por razón o por revelación."

CONCLUSION

   No se puede enfatizar lo suficiente el hecho de que los niños pequeños no están perdidos sino que son salvos. Los escritores del Nuevo Testamento nada mencionaron acerca del bautismo de infantes. La única forma en que alguien puede bautizar infantes es apartándose de las enseñanzas de Cristo. Si la gente retornara a las enseñanzas del Nuevo Testamento para toda práctica religiosa, el bautismo de infantes sería abolido por completo. Las iglesias de Cristo buscan seguir al Nuevo Testamento en todo lo concerniente a fe y práctica.

DIOS ASIGNÓ UN PAPEL ESPECIAL A LAS MUJERES EN LA IGLESIA

Por James O. Baird

Hoy día existe mucha confusión sobre el papel de la mujer tanto en la casa como en la iglesia. Esta incertidumbre nos ofrece una buena oportunidad de estudiar de nuevo lo que la Biblia enseña sobre la materia. Siendo la iglesia el pilar y fundamento de la verdad (1 Timoteo 3:15), es sumamente importante que la iglesia refleje la verdad bíblica acerca del papel de la mujer.

COMO TRATO CRISTO A LAS MUJERES

   Un buen lugar para comenzar a estudiar el papel de la mujer en la iglesia es con el principio del ministerio de Jesús. Entendemos, por supuesto, que la iglesia no comenzó mientras Jesús vivía en la tierra (Mateo 16:18), sino luego de haber ascendido a los cielos (Marcos 9:1; Hechos 1:8; Hechos 2:1-4). Podemos, sin embargo, aprender algo acerca del papel de la mujer en la iglesia estudiando cómo las consideraba Jesús durante su ministerio terrenal.

   Sabemos que no había ninguna mujer que fuera apóstol (Mateo 10:2-4). No obstante, algunos de los discípulos más cercanos a Jesús eran mujeres. En Lucas 8:2-3 se menciona a María Magdalena, Juana, Susana, y "otras muchas" que contribuyeron a proveer ayuda económica a Jesús y a los apóstoles mientras iban predicando. Más tarde, cuando los apóstoles, temerosos, se retiraron del lugar de la crucifixión, algunas mujeres fieles y llorosas se quedaron a contemplar su muerte en la cruz (Mateo 27:55-56).

   De ésta y otras referencias en los Evangelios nos damos cuenta de que Jesús no consideraba a las mujeres como que eran inferiores a los hombres en lo concerniente al discipulado. Al seleccionar varones en vez de mujeres para su apostolado, hizo alguna distinción en el papel que el hombre y la mujer deben llenar. Esos dos principios básicos, o sea (1) su concepto de igualdad de valor, y (2) la diferencia entre los deberes asignados a hombres y a mujeres, fueron claramente enseñados en la iglesia primitiva y deben, por supuesto, reflejarse en la iglesia de hoy.

EL PAPEL DE LA MUJER EN LA IGLESIA

   Al comenzar la iglesia el Día de Pentecostés, tanto hombres como mujeres fueron añadidos en gran número (Hechos 5:14). No se hizo diferencia alguna en las condiciones de membrecía entre los sexos. Además, la importancia de las mujeres para la iglesia en su totalidad se refleja por la preocupación que la iglesia primitiva demostró hacia las viudas que necesitaban cuidados y ayuda (Hechos 6:1-6).

   Las buenas obras que hacían las mujeres se mencionan a menudo en las Escrituras. Se cita a Dorcas como ejemplo de fiel y amoroso servicio (Hechos 9:36-39). A Lydia se la pinta como una mujer de gran hospitalidad, "obligando" a Pablo y sus compañeros a hospedarse en su casa (Hechos 16:11-15). Se dice que Febe "está al servicio de la iglesia en Cencrea" (Romanos 16:1). Las múltiples obras buenas de las mujeres en la iglesia se reflejan en los escritos de Pablo cuando éste describe las calificaciones de las mujeres que habían de ser sostenidas por la iglesia y que iban a dedicar todo su tiempo al servicio cristiano. En .1 Timoteo 5:9-10 esas calificaciones incluían el ser viudas, tener 60 años o más, que no tuvieran otros parientes que sostener, y que tuvieran "testimonio de buenas obras". Esas buenas obras se definen como (1) haber criado hijos, (2) haber practicado la hospitalidad, (3) haber lavado los pies de los santos, (4) haber socorrido a los afligidos, y (5) haber estado dedicadas a toda buena obra.

   También se hace referencia en la Escritura al papel de la mujer en la enseñanza privada de la Palabra de Dios. En Hechos 18:26, Priscila, con su esposo Aquila, privadamente enseñaron a un buen, pero mal informado, predicador de nombre Apolo, "exponiéndole más exactamente el camino de Dios". En Tito 2:4 se instruye a las mujeres más ancianas a enseñar a las más jóvenes a vivir cristianamente.

   Un versículo clave para discernir la importancia de la mujer a los ojos de Dios es Gálatas 3:28, "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús." En los tiempos de Jesús se hacían distinciones muy marcadas entre la gente por las que se miraban unos a otros como inferiores o superiores y que les hacían separarse los unos de los otros. Esas diferencias incluían antecedentes religiosos (judío y griego), condición social (esclavo o amo), o sexo (hembra o varón). Pablo escribió que ninguna de tales distinciones era válida en cuanto concernía al valor personal. Ciertamente no quiso decir que cuando alguien se convertía al cristianismo dejaba de ser hombre o mujer, o esclavo o libre, o judío o gentil, sino que nada de eso debía causar separación, porque todos eran igualmente preciosos en Cristo Jesús.

DIFERENTES FUNCIONES PARA HOMBRES Y MUJERES

   Aunque la iglesia ha de mantenerse inmutable en su parecer de que tanto la mujer como el hombre son igualmente valiosos a los ojos de Dios, también debe reflejar la enseñanza del Nuevo Testamento de que el hombre y la mujer deben llenar diferentes funciones en la iglesia.

   Por ejemplo, en el plan de Dios para el gobierno de la iglesia, cada congregación debe ser dirigida por ancianos y diáconos (Filipenses 1:1). Al enumerar las cualificaciones para los ancianos (1 Timoteo 3:1-7); Tito 1:5-9) y para los diáconos (1 Timoteo 3:12), se menciona el "ser marido de una sola mujer". Esto hace obvia la exclusión de mujeres para estas funciones; sólo hombres deberán ser ancianos y diáconos.

Aunque la mujer puede enseñar en privado, según vimos del ejemplo de Priscila, se les prohibe a las mujeres el enseñar a los hombres públicamente (1 Timoteo 2:12). La práctica común hoy día de permitir a la mujer predicar no es aprobada por las enseñanzas del Nuevo Testamento y no debe ser practicada en la iglesia (1 Corintios 14:34).

El énfasis dado a los derechos de la mujer hoy día no debería ser causa para que los cristianos cuestionaran la prohibición del Señor de que las mujeres asuman ciertas funciones en la iglesia. Aún cuando no se dieran razones para este acción, deberíamos aceptar por fe lo que Dios ha revelado. No obstante, se han dado algunas razones, como las siguientes:

1. La función de la mujer en la iglesia refleja el acto original de la creación en el que el hombre fue creado primero (1 Timoteo 2:13).

2. La función de la mujer en la iglesia refleja que fue ella la primera en caer en pecado al ser engañada por Satán (1 Timoteo 2:13).

3. La función de la mujer en la iglesia está íntimamente conectada con su particular función en el hogar. Sólo la mujer puede dar a luz hijos (1 Tim. 2:15). El hombre ha de cuidar de y proveer para su mujer y amarla así como Cristo amó la iglesia (Efesios 5:25). La sumisión voluntaria de la mujer a su marido debe consecuentemente hacer que él responda con lo mejor para su cuidado (Efesios 5:22-23). Para que pueda existir la mayor cantidad de felicidad en el hogar, Dios estableció en éste diferentes funciones para el hombre y la mujer. Esta diferencia debe reflejarse en la iglesia de la misma manera.

RESUMEN Y CONCLUSION

   En resumen, hemos hallado que:

(1) La iglesia debe enseñar lo que la Biblia dice sobre la función de la mujer, sin importar lo que otros enseñan y predican.

(2) Cristo aceptó mujeres como seguidoras sobre las mismas bases que a los hombres, aunque no nombró mujeres como apóstoles.

(3) Las mujeres fueron de las primeras entre los miembros y una parte importante en la vida de la iglesia. Se destacaron por su gran hospitalidad, en proveer para los necesitados y en la expresión del amoroso servicio que debe caracterizar a la iglesia como la familia de Dios.

(4) Ante Dios hombres y mujeres deben aceptarse unos a otros con igual valor porque a ambos Dios los considera del mismo modo.

(5) Dios ha ordenado ciertas funciones en la iglesia que la mujer no debe desempeñar, y da sus razones para hacer tal distinción.

La iglesia debe mantener firme lo que Dios ha ordenado tanto en éste como en otros asuntos.

LA IGLESIA RESPETA LAS NORMAS DE DIOS PARA UNA VIDA EN SANTIDAD

Por Dan Jenkins

Después que los hebreos cruzaron el Mar Rojo, Dios les hizo el gran llamamiento que tenía preparado para su pueblo. "Me seréis santos, porque Yo soy santo ..." (Levítico 11:44). En un mundo que estaba enfrascado en una vida muchas veces comparada con la de las naciones paganas, un Dios santo hizo un llamado a su pueblo para asentar nuevas normas de justicia.

   No debe sorprendernos que este mismo lenguaje sea usado en lo concerniente a Su iglesia en el nuevo pacto. Dios no cambia, y demanda de su iglesia, de su pueblo de hoy, que nos hagamos participantes de su divina naturaleza (2 Pedro 1:4), siguiendo sus enseñanzas sobre la santidad. "Sino que así como aquél que nos llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; pues escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo" .1 Pedro 1:15-16.

NORMAS ERRONEAS DE SANTIDAD

   Nuestra vida diaria demanda que busquemos alguna norma para la justificación, pero ¿cuál es esa norma? Los hombres a menudo usan una norma errónea de justificación.

   Hubiera sido muy fácil para la nación de Israel ser como las naciones a su alrededor. No obstante, el Señor les recordó que habían sido sacados de Egipto (Levítico 11:45), y que no tocaba a ellos determinar su justificación siendo como esas otras naciones. "No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos" (Levítico 18:3). Siendo que la historia del hombre ha sido una en la que no se han dejado guiar por las enseñanzas de Dios, sería tonto pensar que encontraríamos normas justas siguiendo lo que otros están haciendo. El mandato de Dios, "No seguirás a los muchos para hacer el mal" (Éxodo 23:2), debiera recordarnos que las reglas de justicia no deben ser establecidas siguiendo lo que hace el resto de la gente. El propio Jesús nos demuestra que la mayoría de la gente no se dejará guiar por los mandamientos de Dios (Mateo 7:13-14).

   Algunos establecen sus reglas de justicia usando las que les enseñaron sus padres. Si los padres fueran sin pecado entonces ellos podrían servir como ejemplo, pero ése no es el caso (Romanos 3:23). Jesús imaginó que el seguirlo a él algunas veces implicaría volver la espalda a los padres (Mateo 10:37). Aunque la enseñanza de los padres es importante, no puede tomarse como norma.

   Hay quienes han pensado que se deben seguir las normas de hombres eruditos. Sin embargo, Pablo indica que es imposible que sin Dios los hombres puedan conocer las cosas de Dios. "¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Corintios 2:11). ¡Ningún hombre conoce las cosas de Dios! El hombre no puede determinar la justicia.

LA UNICA REGLA DE SANTIDAD

   Existe una sola regla y es Dios, quien creó al hombre a Su imagen (Génesis 1:27). Y cuando el hombre cayó, Dios nos dió el cristianismo, diseñado para que pudiéramos conformarnos a Su imagen. Según percibimos la gloria de Dios "vamos siendo transformados ... a la misma imagen ..." (2 Corintios 3:18). ¡Dios desea que seamos como El! ¡Hemos de participar de Su naturaleza! ¡El es la regla de santidad!

LO QUE NO ES LA SANTIDAD

   (Gálatas 5:19-21) enumera muchas de las prácticas impías que han destruido a los hombres en tiempos antiguos y que aún prevalecen. Para dar una idea de la seriedad de esas prácticas, la lista termina con estas palabras, "Los que tales cosas practican no heredarán el reino de Dios" (Galatas 5:21). La iglesia de Cristo ha de aborrecerlas, porque a aquéllos que las practican les serán cerradas las puertas del cielo. Esas son las palabras de un Dios piadoso enseñándonos exactamente lo que El quiere que evitemos.

   Se enumeran pecados sexuales -- adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia. Adulterio es sexo no autorizado entre dos personas, siendo casada al menos una de ellas. Fornicación es inmoralidad de toda clase. Es la palabra bíblica para describir cualquier pecado sexual. Inmundicia significa literalmente impureza y se refiere a todo pensamiento y acción que lleva a la inmoralidad. Lascivia significa incontinencia, indecencia, e incluye impropiedad en el vestir, en el hablar y en el actuar. Es muy desafortunado que el hombre se haya desentendido del maravilloso designio de Dios para el sexo y lo haya pervertido imponiendo sus propias normas.

   Están los pecados de idolatría y brujería. La idolatría puede ya ser la adoración y servicio a imágenes hechas por la mano del hombre (véase Salmos 115:3-7 para discutir la locura que es esa clase de adoración), o el codiciar cualquier cosa material (Colosenses 3:5). La brujería se refiere a hechicería, superstición, ciencias ocultas y horóscopos. Seguirlos es negar que Dios controla este mundo y determina lo que sucede en nuestras vidas (Daniel 4:17).

   Hay actitudes pecaminosas -- odio, desacuerdos, rivalidad, furia. El odio es lo contrario al amor y tiene que ver con la amargura de espíritu y hostilidad hacia otros. Los desacuerdos son resultado del odio. La rivalidad significa celos y el incontrolable deseo de poseer lo que otros tienen. Furia es una cólera violenta. Los celos arden en el corazón, y la cólera es esa misma actitud exteriorizada.

   Hay pecado de falsas enseñanzas y divisiones -- conflictos, sediciones, herejías. Los conflictos a menudo hacen que se formen grupos y divisiones o partidos. Sedicioso literalmente significa "distanciado" y tiene que ver con la división en grupos egoístas. Herejía es la enseñanza de opiniones personales que dan lugar a divisiones.

   Están los pecados de borracheras y juergas. Las borracheras son causadas por la adicción a bebidas embriagantes fuertes. Y las juergas son las fiestas donde se toma  desenfrenadamente, que se dan en todas las sociedades.

   Hay otras listas en la Biblia (Romanos 1:26-32; Colosenses 3:5-10), pero ésta debiera ayudarnos a comprender que Dios espera que Su pueblo sea piadoso y que lleve como norma de justicia Su santa naturaleza.

UN EJEMPLO DE PIEDAD

   En esta misma sección del libro de Gálatas el Espíritu Santo da otra lista que nos demuestra mucho de lo que envuelve la piedad. "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio..." (Gal. 5:22-23). Son atributos de nuestro Dios que El espera que tengamos nosotros. Tomemos cada uno de esos atributos, leamos el Antiguo Testamento y encontraremos que ellos describen a nuestro Dios. Tomemos cada uno de esos atributos, leamos el Nuevo Testamento y los veremos visualizados en la vida de Jesús. La norma de santidad de Dios fue vivida en esta tierra, podemos verla sin falta en nuestro Salvador. Habiendo sido tentado en todo igual que lo somos nosotros (Hebreos 4:15), no hace diferencia alguna en qué época ni dónde vivimos -- ¡tenemos el ejemplo de santidad que necesitamos! Esta vida perfecta la describe Pedro con estas palabras, "... también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigamos sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía no amenazaba ..." (1 Pedro 2:21-23). Cristo es nuestro ejemplo -- ¡es la norma visible de Dios para santidad! ¡Somos llamados a ser como El!

LA IGLESIA Y LA SANTIDAD

   Muchos hoy día no tienen la mira puesta en la santidad de Dios y el resultado es un mundo de pecado. Algunos que dicen ser religiosos excusan el pecado, pero la iglesia verdadera no puede ser de tal naturaleza. Le sirve al Señor, busca sus caminos y se rige por sus enseñanzas de moralidad. Cuando deje de hacer esto, será rechazada por el Señor (Apocalipsis 2:5) y será como la sal insípida, inservible en sus manos (Mateo 5:13). En una era en que la sociedad busca nuevos estilos de vida, cuando está buscando una nueva moralidad, la iglesia de Cristo mantiene su norma de vida santificada.

LA IGLESIA HONRA Y SOSTIENE LAS ENSEÑANZAS DE DIOS ACERCA DEL MATRIMONIO Y DEL DIVORCIO

Por Wayne Jackson

El matrimonio es un pacto entre un hombre y una mujer mediante el cual acuerdan juntarse para el propósito de establecer un hogar permanente. El matrimonio fue instituido por Dios con la creación de Adán y Eva. Siendo varón y hembra la primera pareja, fueron creadas para el matrimonio (Génesis 1:27) y por tanto, fue el propósito de Dios que el hombre y la mujer tuvieran el privilegio de convertirse en "una sola carne" en esa unión arreglada por acuerdo divino (Génesis 2:24).

   La preservación de la relación matrimonial es de vital importancia para el bienestar de la sociedad como un todo. En primer lugar, dentro de la unidad familiar se provee una atmósfera de estabilidad donde se tiene el derecho a un nombre de familia, seguridad de la propiedad, y a una íntima atmósfera de amor y confianza. En segundo lugar, el matrimonio contribuye a la solidaridad comunal. No puede existir por mucho tiempo una sociedad sin matrimonio. De hecho, "No hay sociedades en las que el matrimonio no exista."

   En armonía con el plan original de Dios, el matrimonio es ciertamente un estado honroso: "Sea honroso en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla ..." (Hebreos 13:4). Y aunque habrá épocas de dificultades o extrema ansiedad en las que resultaría más conveniente no casarse (véase .1 Cor. 7:26, 28, 32, 35, 40), el principio general sería, "No es bueno que el hombre (o la mujer) esté solo" (Gen. 2:18). La Biblia hace claro que el "prohibir casarse" es contrario a la voluntad de Dios (1 Tim. 4:1-3).

   Aprobado por Dios, el matrimonio santo ciertamente goza de muchos beneficios. En primer lugar, según dijimos, provee compañía íntima personal (Gen. 2:18). Creada a la imagen del trino Dios (Génesis 1:27), la humanidad ha sido dispuesta socialmente. En segundo lugar, la forma legítima de traer niños al mundo es a través del matrimonio (Génesis 1:28, 4:1; .1 Timoteo 5:14). ¡No fue nunca la intención de Jehová que los niños fueran el producto de experimentos bestiales de procreación! En tercer lugar, el matrimonio ofrece al hombre y la mujer una forma moral y responsable de satisfacer los apetitos sexuales dados al cuerpo por Dios. El lecho sexual es sin mancha dentro de un matrimonio válido (Hebreos 13:4).

   El propósito divino de Dios para la unión matrimonial es que dure mientras la pareja esté viva. Por supuesto, la muerte de uno termina la relación (Romanos 7:2;. 1 Cor. 7:39) y no hay "matrimonio" más allá de la resurrección de los muertos (Mateo 22:30).

   El divorcio -- Siendo Dios el autor del matrimonio, es su prerrogativa, y solamente de El, determinar cuándo debe ser disuelto un matrimonio mientras las dos partes aún viven. ¿Cuál, pues, es la voluntad divina en lo que se refiere al divorcio? Idealmente, Dios "aborrece" el divorcio (Malaquías 2:16), pues aunque el Señor concede un divorcio válido, ya ha habido una violación al pacto matrimonial al menos por una de las partes. No hay divorcio que envuelva a dos partes inocentes; al menos una de ellas ha de ser culpable.

   Bajo el sistema del Antiguo Testamento, si la esposa de un hombre "no era agradable a sus ojos" porque encontró algo indecoroso en ella, él podía escribir una "carta de divorcio" y "despedirla de su casa" (Deuteronomio 24:1). Sin embargo, esto no era consistente con el ideal original dado en los cielos. A través de Moisés, Dios lo toleró solamente por causa de la "dureza de corazón" característica del pueblo israelita (Mateo 19:8). Jesucristo, sin embargo, hablando sobre este asunto, declaró que "no fue así desde el principio" (Mateo 19:8). La gramática de este pasaje verbal inspirado implica que el plan original de Dios sobre el matrimonio, según se instituyera en el huerto de Edén, idealmente nunca había cambiado, aunque bajo la economía Mosaica se había permitido una moderación. Entonces, en anticipación de su ley del Nuevo Pacto, Jesús procedió a restaurar la intención original del matrimonio. Por consiguiente, el Señor dijo: "Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio" (Mateo 19:9). Mucho puede decirse de este singular versículo.

   Primeramente, este pasaje es obviamente de aplicación universal, o sea, todas las familias en el mundo están bajo esa obligación. El término "cualquiera" es igual a "cada uno" (véase Mateo 5:22,31,32). Por tanto, Dios espera que cada ser humano capaz de entrar a una unión matrimonial, sea responsable de Su código marcial.

   En segundo lugar, Cristo enseñó que nadie puede "rechazar" (la palabra significa "divorciar") su compañero/a a menos que el divorcio sea por causa de fornicación. El término "fornicación" tiene un sentido general; significando "toda clase de relación sexual fuera de ley". El Señor concede el divorcio y volverse a casar únicamente en base a fornicación. Mirándolo de un ángulo positivo, esto significa que el compañero inocente, en un matrimonio que ha sido violado por la fornicación (conducta sexual extra-marital), tiene derecho al divorcio y, si así lo quisiera, a volverse a casar. Desde el punto negativo, el pasaje enseña que el que se divorcia por otra razón que no sea fornicación no está en libertad de casarse de nuevo.

   En Mateo 19:9 se afirma que el que se divorcia de su compañero/a, a menos que sea a causa de fornicación, "comete adulterio". En la Biblia, adulterio "implica cohabitación voluntaria de una persona casada con cualquiera otra que no sea su esposo/a legal." El participio de este verbo, según se usa en el Nuevo Testamento griego, sugiere la idea de acción continua. En otras palabras, la persona que entra a esta unión ilícita "continúa cometiendo adulterio" cada vez que está en intimidad sexual con su nuevo/a compañero/a. Al formar un nuevo "matrimonio", el individuo entra al "terreno del adulterio", o, como lo presenta el Prof. William F. Beck en su traducción, está "viviendo en adulterio". La razón por la cual esta unión es llamada "adulterio" es muy obvia; aunque la persona divorciada se haya unido a otro/a compañero/a (según los requisitos humanos legales), de acuerdo con la ley de Dios, el/ella está todavía casado/a con su pareja original. Por tanto, la nueva unión no está aprobada por Dios.

   En Mateo 5:32 Cristo enseñó que "cualquiera que repudia a su mujer, excepto por causa de fornicación, hace que ella adultere ..." No se convierte en adúltera sólo porque fue repudiada, por supuesto. Pero es probable que esta mujer divorciada se case de nuevo, y al hacerlo estará entrando a una unión adúltera.

   Algunos han tratado de establecer que hay otra razón para divorciarse, o sea si un cristiano que se ha casado con alguien no creyente es abandonado por la compañera infiel, el cristiano queda libre para volver a casarse. Se alega que la prueba para este punto de vista se encuentra en .1 Cor. 7:15, donde, en el caso de que una persona no creyente abandone a la persona cristiana, ésta "no queda enlazada". Algunos argumentan que de esta forma el cristiano queda relevado del "lazo" del matrimonio y puede casarse. Pero no es así el caso. El término "enlazarse" literalmente quiere decir "esclavizarse" (véase Tito 2:3 donde la misma palabra griega se traduce "esclavizado"), y ¡la relación del matrimonio nunca ha sido vislumbrada como una esclavitud! El apóstol está diciendo simplemente que si el no creyente amenaza con abandonar a la cristiana si ésta no niega a Cristo, entonces la cristiana "debe dejarlo ir". No está obligada a mantenerse esclavizada a tal impío espíritu de rebelión. Pero, según indica un erudito, "Nada se dice en cuanto a un segundo matrimonio para el creyente; vano es poner palabras en boca de Pablo donde él calla."

   En el Nuevo Testamento la enseñanza sobre el divorcio y el volverse a casar es muy estricta, tomando en cuenta la liberalidad que existe en los puntos de vista de la sociedad moderna en cuanto a la moralidad. Y no hay duda de que mucha gente, por ignorancia, se ha envuelto en desgarradoras relaciones inmorales. Pero esta importante verdad debe tenerse en cuenta; aunque debemos ser compasivos hacia los débiles y pecadores intentando ayudarles, ¡no podemos conformar las normas de las Sagradas Escrituras a las de una sociedad degenerada! Más bien debemos animar y retar a la gente noble a mantenerse a nivel de la elevada autoridad de la Palabra inspirada por Dios. El cristianismo demanda grandes sacrificios; y a muchos ha costado hasta sus propias vidas. Pero sin pensar en lo que nos cuesta, debemos tener suficiente valentía para buscar la Verdad y nada más que la Verdad. Las iglesias de Cristo urgen a sus conciudadanos a respetar y exaltar las virtudes del hogar como lo ha ordenado el Dios Todopoderoso.

 

 

LAS ESCRITURAS SON LA DISCIPLINA DE LA IGLESIA

Por B. C. Carr

En toda organización exitosa debe haber disciplina. Donde no la hay, reina la confusión. Pero Dios no es autor de confusión (1 Corintios 14:33). El ha ordenado en su Palabra la norma a usarse para corregir a los que cometen pecado. A causa de los abusos y malos entendidos en esta materia, algunos han rechazado totalmente la idea de disciplina. Necesitamos volver a la Palabra de Dios para instruirnos en relación a este importante asunto.

UN DIOS DISCIPLINARIO

   A pesar de que Dios es un Dios de amor (1 Jn 4:8), también es un Dios severo. "Mira, pues, la benignidad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la benignidad para contigo, si permaneces en esa benignidad; pues de otra manera, tú también serás cortado" (Romanos 11:22).

   Cuando Adán y Eva pecaron en el Jardín de Edén, fueron echados del jardín (Génesis 3). Fueron castigados por su desobediencia hacia Dios. Caín fue castigado cuando mató a su hermano Abel (Génesis 4:9-13). A causa de la maldad de los que vivieron en los días de Noé, Dios envió el diluvio para destruirlos (Génesis 6:13). Al dar la Ley en el Monte Sinaí, Dios mandó a su gente a "recordar el día del sábado para santificarlo" (Éxodo 20:8). Estando en el desierto, un hombre decidió ir a recoger ramas en un día sábado. Dios ordenó que fuera muerto a pedradas (Números 15:32-36). Una generación completa de israelitas murió en el desierto por haber murmurado contra Dios (Números 14:26-35). Pablo nos revela que 23,000 cayeron en un día a causa de la fornicación (1 Corintios 10:8). Junto con otras cosas que se enumeran en este contexto, Pablo dice que fueron escritas para amonestarnos (1 Corintios 10:11). Debemos reconocer que Dios es también un Dios severo con los que hacen mal.

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA PRIMITIVA

   La intención del Señor era que su iglesia ejercitara la disciplina. En Mateo 16:18, Jesús prometió edificar su iglesia. Antes de que fuera establecida, él dió instrucciones acerca de la disciplina. "Y si tu hermano peca contra tí, ve y repréndele a solas tú con él; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, toma aún contigo a uno o dos, para que por boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si rehúsa escucharles a ellos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para tí como el gentil y el publicano" (Mateo 18:15-17). Hay que reconocer que los primeros pasos hacia una reconciliación deben darlos los que están envueltos en la ofensa, pero la iglesia debe envolverse en la acción si el asunto no se puede resolver de otra forma.

   La iglesia estaba en sus comienzos cuando el Señor actuó para castigar a Ananías y a su esposa Safira (Hechos 5:1-10). Siendo miembros de la iglesia primitiva, ellos mintieron acerca de su ofrenda. Dios demostró su descontento haciéndoles morir instantáneamente. El resultado fue que cundió un gran temor sobre toda la iglesia y sobre todos los que oyeron de esas cosas (Hechos 5:11). Esto no impidió el crecimiento de la iglesia, como algunos pudieran pensar, sino que se adhirieron más creyentes al Señor (Hechos 5:14).

   Cuando Pablo escribió a la iglesia en Corinto, les amonestó por tolerar el pecado. Entre ellos había un hombre culpable de fornicación, y no habían hecho nada para corregir esto. Por inspiración, el apóstol Pablo dió esta instrucción: "En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús" (1 Cor. 5:4-5). Hagan el favor de notar que esta acción debía ser tomada por la iglesia. La iglesia del Nuevo Testamento tenía la obligación de ejercer disciplina. Esto había de ser hecho en el nombre (por la autoridad) del Señor Jesucristo.

TERMINOS PARA DESCRIBIR LA DISCIPLINA

   Las Escrituras usan diferentes términos para describir la disciplina y debemos ser cuidadosos en usar sólo los términos de la Biblia. A menudo escuchamos que alguien ha sido "ingresado" o "sacado de la iglesia". Esto no es lenguaje bíblico.

   Las Escrituras hablan de "apartarse ustedes" (2 Tesalonicenses 3:6). En el mismo contexto se nos indica que "no participemos" en las obras de las tinieblas (Efesios 5:11). Al escribir a la iglesia en Roma, Pablo instruyó a los santos a que "se fijaran y se apartaran" de algunos (Romanos 16:17). A los corintios, Pablo ordenó "entregar a Satanás" al fornicador (1 Corintios 5:4-5). Luego en el mismo capítulo instruye a los hermanos a no "hacerles compañía a" o "comer con" ciertos hermanos que estaban pecando (1 Corintios 5:9-11).

QUIENES DEBEN SER DISCIPLINADOS

   De los pasajes de la Escritura que acabamos de citar es fácil notar que aquéllos a quienes debemos tratar tan severamente son hijos de Dios que han pecado, trayendo reproche sobre el nombre del Señor y sobre la iglesia que compró con su sangre. La lista de pecados varía con cada pasaje citado, pero todos han pecado. No debe existir parcialidad al cumplir este deber sagrado, sino que debe incluir "todo" hermano que camine desordenadamente (2 Tesalonicenses 3:6). Está limitado a aquéllos de "entre vosotros" (2 Tesalonicenses 3:11). No estamos obligados a tomar acción en contra de los que están en el mundo (1 Corintios 5:9-13).

EL PROPOSITO DE TAL DISCIPLINA

   La disciplina nunca debe ser aplicada por causa de venganza (Romanos 12:19). No debe hacerse por causa de odio. Debe amonestarse como hermano en el error (2 Tesalonicenses 3:15), para que se sienta avergonzado (2 Tesalonicenses 3:14). Nuestro propósito debe ser el de destruir el pecado, pero salvar al hermano (1 Corintios 5:5). Los que sean castigados deben aprender de esa experiencia para no volver a pecar (1 Timoteo 1:20), sino tener mayor respeto hacia Dios y su iglesia.

   Cuando la iglesia es unánime en este respecto, se conserva su pureza. Sólo una iglesia pura será presentada a Dios (Efesios 5:27). Cuando el pecado se queda sin amonestación, su influencia es como la levadura y corromperá a otros (1 Corintios 5:6-7). Las malas compañías corrompen las buenas costumbres (1 Corintios 15:33). No tendremos la bendición de Dios si fallamos en esta obligación (Josué 7).

EN VEZ DE HACERLO EL SÁBADO, LA IGLESIA RINDE CULTO DE ADORACION EN EL DIA DEL SEÑOR

Por Roy H. Lanier, Jr.

La iglesia del Señor Jesús se reúne el primer día de la semana para su culto regular de adoración. Allí se sirve la Cena del Señor en memoria de la muerte y resurrección de Jesús, y se dedica tiempo para la exhortación y para el estudio de la Palabra de Dios. En esa reunión también se rinde culto en otras formas, como en las alabanzas cantadas, en las oraciones, y en la ofrenda. La iglesia del Señor se reúne en domingo por razones muy especiales.

¿POR QUE RENDIR CULTO EL DOMINGO?

   Primero, las iglesias adoran en domingo porque en ese día sucedieron algunas cosas especiales.

1. La ascensión de Jesús ocurrió en el primer día de la semana (Marcos 16:9). Este verso dice, "En la madrugada del primer día de la semana resucitó ..."

2. El Espíritu Santo cayó sobre los apóstoles en aquél día. "Y cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos ... Y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que se expresasen" (Hechos 2:1-4). Este día de "Pentecostés" literalmente quiere decir "cincuenta días". Era una fiesta especial de la Ley Judía que había de ser celebrada cincuenta días después de su Fiesta de la Pascua, y tenía que celebrarse "en la mañana después del sábado" (Levítico 23:11, 15). Por tanto, el día en que los apóstoles recibieron el Espíritu Santo y comenzaron su labor de predicar el evangelio era un domingo.

3. La iglesia del Señor Jesucristo se inició aquel día. Cuando los apóstoles comenzaron a predicar la salvación en el nombre de Cristo, la gente se arrepentía y eran bautizados en Cristo (Hechos 2:37-42). Se unieron en comunión y comenzaron a evangelizar a todo el mundo. Desde este instante en adelante en el Nuevo Testamento se puede ver el cambio, ya que la Iglesia del Señor estaba ahora en existencia.

4. Las iglesias continuaron reuniéndose los domingos a través de los años, y se les dió instrucciones adicionales sobre otros asuntos. Fueron enseñados a "apartar algo" en el primer día de la semana (1 Cor. 16:1-2). Y durante ese período debían "exhortarse unos a otros" (Hebreos 10:25).

En segundo lugar, las iglesias de Cristo rinden culto de adoración los domingos a causa de un principio muy importante. Jesús dijo a sus discípulos que cuando fueran al mundo a enseñar, debían enseñarles "que guardaran todas las cosas que os he mandado" (Mateo 28:20). Al ver que las iglesias primitivas tomaban la Cena del Señor en el primer día de la semana, se entiende que los apóstoles les enseñaron a hacerlo así. Si los apóstoles les enseñaron así a tomar la Cena del Señor en el primer día de la semana, fue para seguir los mandamientos de Jesús. De manera que el ejemplo de las iglesias en el Nuevo Testamento es muy importante, ya que fueron personalmente enseñadas por los apóstoles.

   En tercer lugar, es abrumadora la evidencia de los historiadores en el sentido de que las iglesias se reunían en domingo para rendir culto en honor a Jesucristo.

1. Así se expresó Ignacio de Antioquía: "Permitid a cada amigo de Cristo guardar el Día del Señor como un festival, el día de la resurrección, principal y rey de todos los días (de la semana)." Ignacio vivió entre los años 37 y 108 D.C. y es conocido como un historiador acreditado.

2. Justin Martyr, que vivió entre los años 100 y 165 D.C., dijo, "Y en el día llamado Domingo, todos los que viven en las ciudades y campos se reúnen juntos en un solo sitio ... se les trae agua y pan y vino ... y se les distribuye y participan dando gracias ... Pero el domingo es el día en el cual celebramos nuestra asamblea general, porque es el primer día en el que Dios ... hizo al mundo; y Jesucristo, Salvador nuestro, en ese mismo día se levantó de los muertos." Justin demuestra que las prácticas de las congregaciones primitivas continuaron hasta el Siglo Segundo.

   Estos eruditos, con muchos otros, pueden citarse demostrando la práctica en los primeros siglos. No nos imparten enseñanzas sagradas, sólo nos demuestran cómo adoraban los primeros cristianos.

EL SABADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

   Es cierto que la Ley dada a Moisés enseñaba a los judíos a "recordar el día sábado y a santificarlo" (Éxodo 20:8). Este fue un pacto dado únicamente a los israelitas (Deuteronomio 5:1-3;12-15). Era una señal entre Jehová e Israel, los hijos descendientes de Abraham (Éxodo 31:17). Era el séptimo día, un día en el que los judíos debían descansar (Éxodo 20:9-10). Ellos no lo sabían ni lo guardaban hasta que les fue dada la Ley en el Monte Sinaí, después de huir de Egipto con Moisés (Nehemías 9:13-14). Estaba bien que los judíos guardaran el sábado, pero este estatuto no fue dado a los cristianos. De hecho, a los cristianos se les enseña en términos específicos que no han de seguir la Ley de Moisés (Romanos 7:1-6). Esa ley fue cumplida y terminó en la cruz (Efesios 2:14-16; Colosenses 2:14). Si los cristianos van a seguir a Jesús, han de seguir su nuevo pacto (Hebreos 8:6-8). Y bajo este nuevo pacto, Jesús guió a los cristianos a adorar en domingo.

¿QUE ENSEÑA LA BIBLIA?

   Enseña que hay que reunirse para adorar en domingo, el primer día de la semana. En ese día los cristianos hacen memoria del sacrificio de Jesús, se amonestan unos a otros, entregan su ofrenda, cantan, y oran.

   Si deseamos imitarlos y restaurar las prácticas de la iglesia primitiva, nos reuniremos en domingo y también rendiremos culto al Señor.

 

LAS IGLESIAS DE CRISTO BUSCAN RESTAURAR LA IGLESIA ORIGINAL

Por John Waddey

Alrededor del mundo las iglesias de Cristo ruegan por la restauración del cristianismo original del Nuevo Testamento. Quizás usted se pregunte, "¿qué quiere usted decir exactamente con eso?" La pregunta merece una respuesta clara.

   Restaurar se define "regresar a, o poner de nuevo en el estado anterior u original" (Webster). Al aplicarse al cristianismo, esto hace pensar que estamos buscando regresar la iglesia de Cristo a su estado original. Pero eso también hace pensar que la iglesia ha sufrido deterioro a través de los años. Cualquiera que lea cuidadosamente su Nuevo Testamento y luego examine las "versiones" Católico/Protestantes del cristianismo verá las chocantes diferencias entre el original y las variedades modernas. Cada aspecto del cristianismo primitivo ha sufrido los intentos de los hombres por cambiarlo a su conveniencia.

LOS CAMBIOS

   La forma de gobierno en la iglesia ha sido cambiada de simple gobierno congregacional con ancianos locales a un complejo gobierno piramidal sobre la iglesia universal (Compárese Efesios 1:22; Filipenses 1:1).

   Los nombres bajo los cuales era conocida la iglesia han sido eclipsados con nombres denominacionales como Anglicana, Metodista, Luterana (compárese .1 Corintios. 1:1; Romanos 16:16).

   Muchos cambiaron a los adultos creyentes por infantes como receptores del bautismo (compárese Marcos 16:15-16).

   La forma de bautismo de sepultura por inmersión ha sido alterada por muchos cambiándola a rociamiento o aspersión sobre la cabeza (compárese Romanos 6:3-5).

   El credo de la iglesia ha sido reemplazado por doctrinas humanas que opacan la voluntad de Jesús (Juan 12:48;. 2 Jn 9-10).

   La forma de adoración ha sufrido adiciones o substracciones (cp. Hechos 2:42; Efesios 5:19).

   El plan de salvación ha sido opacado con estratagemas apoyando la salvación a base de buenas obras, o por fe sola (cp. Hechos 2:37-40; Santiago 2:24).

   La unidad de la iglesia única ha sido quebrantada por el denominacionalismo con su innumerable cantidad de cuerpos compitiendo entre sí (véase Juan 17:20-23). Todos estos cambios han privado a los creyentes de una visión clara sobre lo que originalmente era el cristianismo. La seriedad del asunto se hace patente cuando recordarmos que un Dios infinitamente sabio e infalible fue quien diseñó la iglesia y que hombres falibles y pecadores han osado cambiarla. Nadie puede pensar que es capaz de mejorar la obra de Dios.

NO ES UNA NUEVA DENOMINACION

   El restaurarla no implica que tratamos de crear una nueva denominación mejor que las ya existentes. Cristo edificó su iglesia (Mateo 16:18) y la reconoció como "un cuerpo" (Efesios 1:22; 4:4). Las Escrituras condenan la división denominacional (1 Corintios 1:10; Romanos 16:17). Una denominación mejor todavía sería inaceptable, porque es la obra de hombres compitiendo con la verdadera iglesia de Dios. El hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos (Jeremías 10:23) o edificar su propia iglesia.

NO ES UNA REFORMA

   No pretendemos reformar una denominación existente. Martín Lutero y Juan Calvino se propusieron reformar la corrupta iglesia Católica medieval, pero aprendieron, al igual que otros, que tales instituciones son insensibles a la reforma. Reformar es "enmendar lo que es defectuoso, vicioso, corrupto o depravado" (Webster). Si los reformadores hubieran tenido éxito en corregir algunos de los abusos del catolicismo, el resultado aún hubiera sido la iglesia Católica Romana, no la iglesia de Nuestro Señor establecida en Jerusalén (Mateo 16:18).

   Nuestra meta es ir más allá de todas las sectas y denominaciones que se han desarrollado, hasta el cristianismo original predicado y practicado por los apóstoles de Cristo. La iglesia establecida por Jesús era exactamente como Dios la quería. Su fe, culto y prácticas llenaban perfectamente las necesidades de la humanidad. Todo intento de hombres no inspirados para mejorar o modernizar el cristianismo lo único que han logrado es corromperlo. El colector de objetos finos de arte no se conforma con una imitación, no importa lo bien que se mire, sino que busca diligentemente hasta que encuentra el original. Eso hacemos nosotros. Como el comerciante de joyas, habiendo encontrado la perla de gran precio, estamos dispuestos a invertirlo todo para poseerla (Mateo 13:45-46). Seremos cristianos y nada más. Puesto que las palabras de Cristo nos juzgarán en el día postrero (Juan 12:48), debemos hacer caso de ellas en esta vida.

PROCURAR EL IDEAL

   Para restaurar la iglesia del Nuevo Testamento no buscaríamos ser como la iglesia en Corinto, o en Jerusalén o Laodicea. Toda congregación tanto en aquella época como ahora estaba compuesta de material humano. Mientras que el plano y diseño del cristianismo fue concebido en los cielos, los discípulos que forman una congregación son siempre humanos, y propensos al pecado (Romanos 3:23). Como consecuencia, toda congregación refleja las debilidades humanas en su imperfección. Algunas son buenas y otras son mediocres o pobres. Pero la ideal fue creada en el plan divino y todo cristiano de cualquier época debe procurar llenar su medida. Si ponemos nuestro empeño en seguir la Biblia en todo asunto de fe y práctica, entonces seríamos la misma clase de cristianos que fueron los apóstoles.

UNA SUPLICA UNIVERSAL

    La idea de restaurar el cristianismo del Nuevo Testamento conlleva una súplica universal a todas las gentes, mirando hacia esa única iglesia universal fundada por Cristo que es su salvador (Mateo 16:18; Efesios 5:23).

   Se establece un libro universal (la Biblia) como la única regla de fe y de práctica, la única fuente autoritativa y completa de todo lo que se necesita para servir a Dios y prepararnos para la eternidad (2 Tim. 3:16-17).

Su confesión de fe es universal; que Jesucristo es el Hijo de Dios (Mateo 16:16).

Se usan nombres bíblicos aceptados universalmente: cristianos, discípulos, hermanos, santos, iglesia de Cristo (Hechos 11:26; Mateo 23:8; Romanos 16:16).

Sus enseñanzas sobre el bautismo y la Cena del Señor son de atracción universal porque se guardan tal y como Cristo ordenó (Marcos 16:15-16; Colosenses 2:12; Mateo 26:26-29).

Tiene una meta universal que lo es el exaltar y diseminar el reino de Dios en la tierra así como lo es en los cielos (Mateo 28:18-20).

¿Podría cualquier alma honesta objetar a principios espirituales tales como:

   Llevar el nombre de Cristo excluyendo todo otro nombre humano ... Fe en el Cristo viviente y reinante como el único credo de la iglesia ... Tener como única disciplina de la iglesia el Nuevo Testamento de Cristo ... Reconocer la completa autoridad de Cristo sobre su iglesia ... Exaltar la única iglesia de Cristo sobre toda otra institución inventada por el hombre ... Que todos los mandamientos de Cristo sean obedecidos por su gente ... Que los ideales de Cristo sirvan de ejemplo en las vidas de todos los que llevan su nombre ... La unidad en Cristo por fe, arrepentimiento y bautismo en su muerte?

    Esto sustituiría todo el denominacionalismo a fin de que sólo hubiera un cuerpo con Cristo como cabeza y fundamento.

    El concepto de restauración no es nuevo. Es una necesidad antigua y constante en la religión. Los que estudian la historia de la iglesia encuentran muchas voces que han hecho esta súplica. No se trata de un movimiento local. Se han levantado grupos independientes alrededor del mundo anunciando esta meta de restaurar el cristianismo original. Este compromiso común, si se lleva con sinceridad, no puede menos que unir a esos discípulos en Cristo. No se trata de un movimiento gubernamental o institucional sino más bien de individuos temerosos de Dios que están saliendo de las tinieblas de la confusión religiosa a la luz pura de la eterna verdad de Dios. Es nuestro ruego que también usted se comprometa a ser un cristiano del Nuevo Testamento, no denominacional, sino miembro de la iglesia de la cual leemos en las Escrituras.

 

LA IGLESIA EXHORTA A TODOS LOS HOMBRES A LA UNIDAD EN EL SEÑOR Y SU NUEVO TESTAMENTO

Por Mack Wayne Craig

En un mundo dividido entre cuerpos religiosos de toda doctrina y práctica, las iglesias de Cristo hacen súplica por la unidad de todos los creyentes en Jesucristo basándose en la Palabra de Dios. Aunque muchos estamos acostumbrados a la división religiosa, debemos detenernos y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Es éste realmente el plan de Dios para su gente? ¿Murió Jesús para que existiera tanta confusión entre los que alegan llevar su nombre? Aquéllos de nosotros que no encontremos esta condición en armonía con la Palabra de Dios suplicamos que se echen a un lado las ataduras denominacionales y nos unamos en Cristo según la verdad presentada en la Biblia.

   Del estudio de las enseñanzas de Jesús se desprende que ése fue su propósito para sus seguidores. En las últimas horas antes de su muerte, la oración de Jesús por sus discípulos y por todos los creyentes hacen claro su propósito: "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por medio de la palabra de ellos; para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en tí, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste" (Juan 17:20-21). En esta plegaria vemos dos verdades importantes: primera, Jesús espera que sus seguidores sean uno en el sentido que él y el Padre son uno. ¿Puede usted imaginar que se preguntara a Jesús qué hacer para ser salvo y que contestara algo diferente a lo que Dios hubiera dicho? Sin embargo, ése es el resultado de la división religiosa cuando diferentes iglesias enseñan doctrinas que no están de acuerdo con las que otras enseñan.

La segunda verdad que se desprende de la oración de Jesús es su declaración de que a través de los años los creyentes aprenderían y le seguirían por la palabra y las enseñanzas de los apóstoles (Juan 17:20). Tal parece que muchos han decidido que tienen el derecho de creer y

EFESIOS 4:4-6

enseñar lo que mejor les plazca, sin preocuparles que no sea el mensaje de Dios a través de los apóstoles. Aquí Jesús hace claro que sus discípulos serán solamente aquéllos que acepten la enseñanza dada por los apóstoles, y que esos discípulos entonces deben ser y serán uno, porque creen y enseñan una misma cosa.

Estas verdades son enfatizadas por el apóstol Pablo al corregir el pecado de división que surgió en la iglesia de Corinto. La idea del denominacionalismo religioso es separar o dividir en grupos diferentes, cada uno con sus propias prácticas y doctrinas, pero alegando todos pertenecer a Cristo. Esto se basa en la idea de que los hombres tienen el derecho a interpretar la verdad por sí mismos, y a decidir cuáles doctrinas desean retener. La posición de la iglesia Católica Romana es que la iglesia es la autoridad final, con derecho a decidir acerca de la doctrina, en vez de Cristo, ante quien la iglesia se inclina en obediencia. El mensaje de Pablo es éste: "Os exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer" (1 Cor. 1:10). ¿Encaja en la práctica de los grupos religiosos actuales este requerimiento de Pablo por la unidad de doctrina?

El denominacionalismo se desenvolvió como consecuencia de los esfuerzos sinceros de gente que deseaba reformar la Iglesia Católica Romana. Hombres como Martín Lutero, Juan Calvino, Juan Knox, Juan y Carlos Wesley, y otros muchos se convencieron de la necesidad de un cambio en las prácticas religiosas de la iglesia. Cada uno comenzó a enseñar y enfatizar varias áreas en las cuales creían que la reforma era necesaria. Desafortundamente, el resultado fue que aquéllos que les siguieron evolucionaron en nuevos grupos religiosos con credos y doctrinas que no volvían a las enseñanzas de los apóstoles que fueron guiados por el Espíritu Santo. Esta práctica ha continuado de modo que actualmente existen cientos de iglesias, a pesar de la plegaria de Jesús y de las instrucciones de Pablo de que todos fueran uno.

El triste resultado de esto es que muchos han concluído que lo que se llama cristianismo debe ser falso. Si Jesús es el Camino, ¿por qué no pueden sus seguidores caminar juntos? ¿Se ha dado cuenta de que, en la plegaria de Jesús, ésta es la razón por la que él pide que todos sean uno? El dijo, " ...para que el mundo crea que tú me enviaste" (Juan 17:21). Las divisiones en el cristianismo hacen que la gente joven en hogares divididos pierdan interés en el llamamiento de Jesús; ¡cuánto más confundida ha de estar la gente de antecedentes no cristianos por las diferencias entre los que se hacen llamar cristianos!

El plan de salvación de Dios incluía su provisión de la Verdad como fundamento para la vida. Esta Verdad nos ha sido dada en la Biblia, preservada por Dios a través de los siglos. Desde el principio su propósito fue que los discípulos de Jesús se mantuvieran juntos en su Palabra. Note lo siguiente:

1. Jesús alegó tener toda autoridad al enviar a sus apóstoles a predicar su Palabra. "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todas las cosas que os he mandado" (Mateo 28:18-20). Los apóstoles no estaban en libertad de enseñar o interpretar como les pareciera, sino que estaban obligados por el mensaje de Jesús.

2. A los apóstoles se les dió el Espíritu Santo para asegurarse de que sólo enseñarían la voluntad de Dios y de Cristo. La noche en que fue traicionado, Jesús prometió enviar al Espíritu Santo con el siguiente propósito: "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14:26). Luego de su resurrección Jesús ordenó a sus apóstoles que esperaran en Jerusalén por la venida del Espíritu Santo: "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8).

3. Puesto que los apóstoles no iban a estar siempre presentes para enseñar la verdad revelada por el Espíritu Santo, escribieron el mensaje que sería necesario a través de los siglos. Al hacerlo, Dios les guió por el Espíritu Santo, por tanto el mensaje tenía que ser verdadero y exacto. Lea lo que dice Pablo acerca de esta verdad: "Que por revelación me fue dado a conocer el misterio, (como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis daros cuenta del conocimiento profundo que yo tengo en el misterio de Cristo), misterio que en otras generaciones no fue dado a conocer a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu" (Efesios 3:3-5). Ahora tenemos el privilegio de leer y estudiar las palabras de los apóstoles y de otros que fueron guiados por el Espíritu Santo. El escribir credos o sacar ideas especiales fuera de contexto para enfatizarlos es ignorar la revelación de la verdad de Dios que constituye la base para seguir a Jesús.

4. Esta verdad expuesta en la Biblia hará de nosotros lo que Dios quiere que seamos. Véase lo que dice Pablo al joven Timoteo: "Pero tú persiste en lo que has aprendido y de lo que te persuadiste, sabiendo de quién lo has aprendido; y que desde la infancia sabes las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para salvación por medio de la fe que es en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea enteramente apto, bien pertrechado para toda buena obra" (2 Tim. 3:14-17).

Aquéllos que malinterpretan la súplica de las iglesias de Cristo por la unidad en la Palabra de Dios, algunas veces dicen: "Tú piensas que estás en lo correcto y que los demás están en el error." No es ésa nuestra posición. Estamos convencidos de que la Biblia está en lo correcto, y que cualquiera de nosotros está en lo correcto hasta el punto en que aceptemos y sigamos lo que ella dice. ¿Por qué no dejar atrás las doctrinas humanas y unirnos en la Palabra de Dios como la única regla de fe y acción?

LA IGLESIA PROCLAMA A TODOS LOS HOMBRES LA COMUNION EN CRISTO

Por Jim Massey

La iglesia de Cristo es el pueblo de Cristo, los "llamados" de otro pueblo que no era a la imagen de Cristo. Jesús amó a la gente de todas las razas y gustó la muerte por "todos los hombres" (Hebreos 2:9). Su muerte fue la forma que Dios usó para restaurar la comunión entre El y el hombre, rota a causa del pecado.

Siendo que Dios y los cristianos están en armoniosa comunión cuando los pecados han sido perdonados en Cristo, esta comunión abre el camino para que todas las razas y sociedades tengan unidad las unas con las otras. Todos los colores, clases sociales y niveles económicos se hacen "uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28). La iglesia de Cristo demuestra Su unidad a todos los hombres.

El plan de Dios para perdonar a los hombres a través del Mesías requería la selección de una raza especial, la judía, de la descendencia de Abraham, para traer al Cristo a este mundo, pero ellos no se dieron cuenta de su especial privilegio y se convirtieron en racistas orgullosos en su vana superioridad sobre otras naciones (los gentiles). Pero la santidad (a-la-imagen-de-Dios) no concuerda con la auto-elevación personal o nacional, porque "Dios no hace acepción de personas" (Hechos 10:34).

El odio de los judíos hacia los gentiles sobrepasaba los prejuicios raciales. Pero en Efesios 2:14 se demuestra que Jesús "es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación." El verso 15 dice que él abolió en su carne la enemistad, para crear en sí mismo de los dos (judíos y gentiles) "un solo y nuevo hombre, haciendo la paz". El verso 16 explica cómo el judío y el gentil fueron ambos reconciliados con Dios y el uno con el otro en un cuerpo, la iglesia, mediante la cruz.

La iglesia de Jesucristo es, por tanto, el plan eterno de Dios por la unión tanto divina como humana para todos los hombres. La igualdad universal producida por la común salvación en la muerte de Jesús tiene como resultado una comunión universal en amor y preocupación cristiana. Los cristianos primitivos "tenían todas las cosas en común" (Hechos 4:32) y actuaban sin egoísmo por el bien los unos de los otros, como funcionan las partes del cuerpo humano (Romanos 12:5).

El mundo actual está lleno de odio entre las razas, castas, religiones, colores, niveles económicos, e individuos vanos. Todo ese odio viene de nuestra separación de Dios, mientras que el amor viene de Dios. "Aquél que no ama no conoce a Dios, porque Dios es Amor" (1 Jn 4:8). El amor de Dios es la única fuente de comunión genuina para curar el odio y la intolerancia en nuestro mundo.

Las buenas nuevas (el evangelio) de que Dios amó tanto al mundo pecador que ofrendó a su hijo unigénito para que muriera por él (Juan 3:16) es la única base para la paz entre los hombres. Ninguna legislación, ni los esfuerzos de pacificadores sociales, pueden resolver el problema real -- el pecado del hombre y su consecuente separación de la santidad de Dios.

Dios es santo y puro, y aborrece el pecado. Ante Moisés, Su presencia hizo de la tierra ordinaria "terreno santo" (Exodo 3:5). Su nombres es santo y reverente Salmos 111:9; Los ángeles cantan: "Sólo Tu eres santo" (Apoc. 15:4). El hombre ha de ser santo porque Dios es santo (1 Pedro 1:16). Sin santidad el hombre no puede tener comunión con Dios (Hebreos 12:14).

Pero el hombre es pecador por naturaleza, básicamente impío. Todo designio de los pensamientos del corazón del hombre son de continuo solamente al mal (Génesis 6:5). No hay hombre tan justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20). No hay justo, ni aún uno (Romanos 3:10). Todos han pecado y están destituídos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). El hombre es carnal, vendido al poder del pecado (Rom. 7:14). En su carne no mora el bien (Rom. 7:18).

Porque la naturaleza de Dios le hace airarse ante el pecado, cada pecado debe ser castigado por El. La pureza de Su vista le impide mirar hacia el pecado (Habacuc 1:13). El sacrificio de los impíos es abominación a Dios (Proverbios 15:8). Su ira se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia (Romanos 1:18). Toda transgresión y desobediencia debe recibir justa retribución (Hebreos 2:2). Si Dios fallara en castigar un solo pecado, sería imperfecto en su justicia. Sería como un juez injusto, parcial y corrupto. Pero como es perfectamente justo, Dios debe castigar toda transgresión.

Esto demuestra por qué Jesús tuvo que morir por los pecadores. La misma naturaleza de Dios no puede soportar el pecado. Pero la misma naturaleza del hombre le hace practicar el pecado, y porque Dios es perfectamente justo, debe castigar el pecado del hombre, pero ni una norma perfecta sobre el bien y el mal remediará el problema de desobediencia del hombre. La ley lo único que hace es exponer la culpa del hombre y su necesidad de perdón. Por la diferencia entre la naturaleza básica de Dios y la del hombre, la única forma en que el hombre podría ser perdonado era que Dios encontrara la forma de castigar al pecado y perdonar al hombre pecador. La muerte de Jesús fue la respuesta.

Cristo sufrió tomando el lugar de los pecadores. Porque Dios debía castigar al pecado, cargó sobre él la iniquidad de los hombres. Se sacrificó muriendo por nosotros. Llevó sobre él nuestras penas y dolores. Le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Jehová cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros, y al ver el quebranto de su alma quedó satisfecha su necesidad de ver castigado el pecado. (Isaías 53:4-12). Cristo sufrió por el hombre el castigo que éste merecía por sus pecados.

La palabra "expiación" (atonement) significa "reparación/restauración" (at-one-ment). Es el precio que se paga para restaurar la paz entre enemigos. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (2 Cor. 5:21). Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero ... y por su herida fuimos sanados (1 Pedro 2:24). Cristo padeció por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios (1 Pedro 3:18). Todos hemos pecado y estamos destituídos de la gloria de Dios, pero por su gracia hemos sido justificados gratuitamente mediante la redención que es en Cristo (Romanos 3:23, 24). Esto es posible porque Dios dió a Jesús como ofrenda por el pecado satisfaciendo así su ira contra el pecado. Ahora Dios puede castigar el pecado y a la vez perdonar al pecador que confía en Jesús (Romanos 3:25, 26).

Un etíope iba en su carreta leyendo sobre el profeta Isaías acerca del Cordero de Dios que sufrió la carga de los pecados del hombre (Hechos 8:28,). Comenzando con esta Escritura, Felipe el predicador le habló sobre Jesús verso 35. Entonces el etíope quiso bautizarse

verso 36. Pararon el carro, bajaron al agua, y el hombre fue bautizado verso 38. Luego salió del agua gozoso porque sus pecados habían sido perdonados en la muerte de Jesús verso 39.

El etíope africano había sido enseñado por Felipe, que era judío -- ya el racismo había sido eliminado por el mensaje expiatorio de Jesús. La muerte de Jesús elimina el odio entre Dios y el hombre, y entre unos hombres y otros. Los cristianos tienen las cosas en común en la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Gentes de diferentes razas y condiciones son nuevas criaturas en Cristo, quienes entonces proclaman el mensaje salvador de la cruz a un mundo de pecadores de todas las razas separados de Dios y unos de los otros.

SE PUEDE PERDER LA SALVACIÓN SI SE DA LA ESPALDA A CRISTO

Por George W. DeHoff

El hombre fue creado a la imagen de Dios pero se hizo pecador al extraviarse de El. Adán y Eva fueron creados puros, santos e inocentes. Por su creación eran hijos de Dios, pero habiendo sido creados a la imagen de Dios, tenían el poder para escoger. Y escogieron hacer el mal. El diablo les había dicho "De cierto no moriréis" (Génesis 3:4) pero Dios ha dicho "El alma que pecare, ésa morirá" (Ezequiel 18:20). El pecado separó a Adán y a Eva de Dios. El hombre es libre para actuar antes y después de su conversión, capaz de escoger entre seguir a Cristo y convertirse en cristiano, o rechazar a nuestro Bendito Señor negándose a serle fiel.

Dios ama a su hijos y desea que sean salvos. A través de la Biblia les ha advertido más de 2,000 veces en contra de la infidelidad, de las caídas, del apartarse poco a poco y algunas veces hasta de rechazar al Padre Celestial. Si fuera imposible caer, entonces esas advertencias no tendrían sentido, pero nos son dadas porque Dios nos ama y desea que vayamos al cielo.

Hay muchos ejemplos en la Biblia sobre los que se convirtieron en hijos de Dios y luego volvieron atrás. "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron sino que los arrojó al infierno" (2 Pedro 2:2-4). A los cristianos se les exhorta, "Sed diligentes en afianzar vuestro llamamiento" (2 Pedro 1:10). Pablo dijo, "El que piense estar firme, mire que no caiga" (1 Cor. 10:12). El amado apóstol Pablo trató su cuerpo severamente y lo puso en servidumbre para que, habiendo proclamado a otros, él mismo no fuera a ser repudiado (1 Cor. 9:27). Nuestro Señor nos ha dicho, "El que guarde mis palabras, nunca verá muerte" (Juan 8:51). Si vivimos conforme a la carne, moriremos, mas viviremos si hacemos morir las obras de la carne (Romanos 8:13).

Todo cristiano tiene la obligación de seguir, mantenerse y continuar en las enseñanzas de Cristo (1 Juan 2:24) de modo que sirva a Dios ahora y vaya al cielo al final de la jornada. Esta es la fidelidad a que os estimula el pueblo de Dios.

ISRAEL -- EL EJEMPLO DE DIOS

Durante el período del Antiguo Testamento los israelitas eran el pueblo de Dios. "Hijos sois de Jehová vuestro Dios" (Deut. 14:1). Eran gente santa al Señor. Véase .1 Corintios 10:1-10 todo lo que Dios dijo sobre ellos: (1) Fueron bautizados en Moisés. (2) Comieron alimento espiritual. (3) Tomaron bebida espiritual. (4) Quedaron tendidos en el desierto. (5) Codiciaron cosas malas. (6) Fueron idólatras. (7) Fornicaron. (8) Cayeron como 23,000 en un día. (9) Provocaron al Señor. (1) Murmuraron. Algunos fueron muertos aún en el mismo acto de fornicación (Números 25:8). Dice Dios que los que practican esas obras de la carne no pueden ser salvos (Gálatas 5:19-21).

Hemos oído muchas veces que una vez se es un hijo de Dios, siempre lo será. Pero es posible que un hijo pueda ser desheredado. Dios dijo que desheredaría a los desobedientes. "Los heriré de mortandad y los destruiré" (Números 14:12). Dios es tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable (Números 14:18).

Las cosas que sucedieron a Israel son un ejemplo para nosotros. Somos hijos de Dios. Nos ha reservado morada en los cielos pero nos desheredará si le somos infieles. Si nos olvidamos de Dios seremos echados al infierno. "Mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días" (Jeremías 2:32). "Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios" (Salmos 9:17).

EL LIBRO DE LA VIDA

Al convertirnos en cristianos, Dios escribe nuestro nombre en el Libro de la Vida del Cordero. "Cuyos nombres están en el libro de la vida" (Filipenses 4:3). Nuestros nombres pudieran estar escritos en lugares prominentes, pero ningún lugar se puede comparar con el cielo. Dios borrará de ese libro a los que no hagan el bien. "Al que peque contra mí, a ése raeré yo de mi libro" (Exodo 32:33). Los que no tengan sus nombres escritos en el libro de la vida se perderán. "Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego" (Apoc. 20:15). ¡Cuán importante es que nuestros nombres estén escritos en este libro al convertirnos en cristianos, y más importante aún, que vivamos de tal manera que nuestros nombres no sean borrados por Dios!

VIDA ETERNA

A través de Su Palabra, Dios nos enseña que los cristianos tienen vida eterna. Esta es vida eterna en Cristo (Juan 6:40). La Biblia fue escrita para que creamos y así tengamos "vida en su nombre" (Juan 20:31). Los que no vengan a Cristo no gozarán de vida eterna (Juan 5:40).

Los cristianos reciben la vida eterna en la era venidera. Mientras estemos aquí será "en la esperanza de vida eterna" (Tito 1:2), que ha sido prometida a los cristianos, y la recibimos después que la buena batalla de la fe ha concluído (1 Tim. 6:12). Cristo dijo que esta recompensa será en la era venidera (Marcos 10:29-30). Nuestra resurrección de entre los muertos es a "resurrección de vida" (Juan 5:28-29). Después del juicio final los justos irán a la vida eterna (Mateo 25:46).

Es maravilloso saber que mientras estamos aquí nos mantenemos cultivando la semilla del reino día a día y que, al final de la jornada, recibiremos la vida eterna (Gálatas 6:8).

Aquí en la tierra todas las cosas son frágiles -- las rompemos, las perdemos o se desgastan. Pero al final de la jornada, cuando todas las batallas se han peleado y se ha llegado a la victoria final, recibiremos la corona de vida que no desmerece.

GUARDEMOS LA FE

Es posible haber creído en la verdad, convertirse en cristiano y más tarde (1) apartarse de la fe, (2) escuchar a espíritus engañadores, (3) practicar doctrinas de demonios, (4) hablar mentiras con hipocresía, y (5) tener la conciencia cauterizada (1 Tim. 4:1-2). Se dice de algunos que incurrieron en condenación por haber dejado a un lado su fe (1 Tim. 5:12) y de otros que se desviaron de la fe (2 Tim. 2:18). Algunos naufragaron en cuanto a la fe (1 Tim. 1:19), y otros creyeron por un tiempo y luego desistieron (Lucas 8:13).

El Señor echó a su propio siervo en las tinieblas de afuera (Mateo 25:30), y sacó de la vid a todos los que no llevaron fruto (Juan 15). Véase que ésos estaban en la vid -- o sea en Cristo, que es la vid verdadera -- y más tarde fueron sacados de la vid por el mismo Señor, y echados al fuego.

La gracia de Dios no falla nunca pero es posible que nosotros caigamos de la gracia (Gálatas 5:4). Si pudiéramos ser salvos en esa condición, ¡seríamos salvos sin la gracia de Dios!

El hermano que ha pecado no necesita ser bautizado de nuevo -- porque ya es un hijo de Dios. Lo que necesita es arrepentirse y orar (Hechos 8:22). Si caminamos en la luz según se nos da en la Palabra de Dios, tenemos comunión con otros cristianos y la sangre de Cristo nos limpia a todos de pecado (1 Jn 1:10). Esta limpieza continua la reciben aquéllos que sirven fielmente al Señor. Los que no le sirven o rechazan su fe y dan la espalda a su gracia, se perderán finalmente.

Nuestra gran comisión es permanecer fieles a nuestro Amado Señor y enseñar a otros a amarle y servirle.

LA IGLESIA DECLARA LA VERDAD ACERCA DEL ESPIRITU SANTO EN LA VIDA DEL CRISTIANO

Por John Waddey

Pocos tópicos han recibido tanta atención en esta generación como el del Espíritu Santo y el cristiano. Mucha de la enseñanza que escuchamos hace gran incapié sobre la forma directa en que opera el Espíritu Santo en el corazón de las almas pecadoras para traerlas a la salvación, además de guianza y claridad para los cristianos. Examinaremos estas cuestiones a la luz de la Palabra de Dios y veamos lo que en realidad se nos promete.

El Espíritu Santo es una persona divina, miembro del triuno Dios. Es erróneo pensar sobre él simplemente como un poder, una influencia o un sentimiento. Al Espíritu se aplican pronombres masculinos (Juan 14:26). Se le dan atributos de persona. El habla (Apoc. 2:29); guía (Romanos 8:14); prohibe (Hechos 16:6). El Espíritu Santo juega un papel vital en nuestra salvación. Somos bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). El es el sello de nuestra salvación y las "arras de nuestra herencia" (Efesios 1:13-14).

¿A QUIENES SE DA EL ESPIRITU SANTO?

Contrario a la opinión popular, el Espíritu Santo no se da a las almas pecadoras para convertirlas. "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo" (Gálatas 4:6).

El Espíritu obra en las mentes y en los corazones de los pecadores a través de la Escritura inspirada, redarguyéndoles (Juan 16:8;. 1 Pedro 1:23). Cuando el pecador cree el mensaje del evangelio, se arrepiente y es bautizado, recibe el perdón de pecados y el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). Así que, el Espíritu viene, no a hacernos hijos, sino porque nos hemos convertido en Hijos de Dios. El Espíritu de Dios se da solo a los que obedecen a Cristo por fe. "Por medio de la fe recibimos la promesa del Espíritu" (Gálatas 3:14). Jesús dijo, "El que en mí cree ... de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que iban a recibir los que creyesen en él ..." (Juan 7:38-39). Pedro nos habla del "Espíritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen" (Hechos 5:32). Y Jesús dijo, "¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:13). ¡El contexto hace claro que El da este don a sus hijos!

Debemos recordar que la Escritura habla de un bautismo del Espíritu Santo que sólo los apóstoles y Cornelio recibieron (Hechos 1:5; Hechos 11:15-17), y los dones milagrosos del Espíritu por las manos de los apóstoles (Hechos 8:12-18). (Sólo los apóstoles podían trasmitir los dones a otros, pero no así los que los recibían.) También está el don general, que es la morada del Espíritu que todos recibimos al bautizarnos. Esto no es un don milagroso (Hechos 2:38). El bautismo del Espíritu Santo fue prometido a los apóstoles pero nunca mandado a sus discípulos, excepto los dos casos que se conocen en la primera entrada de judíos y gentiles al reinado de Cristo. Ambos casos envuelven una demostración abierta de poder sobrenatural (véase Hechos 2:1-13; Hechos 10:44-48). Actualmente sólo hay un bautismo (Efesios 4:5). Y este bautismo de la Gran Comisión es en agua (Hechos 8:37-38).

OBLIGACION IMPUESTA

Recibir el Espíritu de Dios en nuestras vidas es un privilegio extraordinario, y conlleva una pesada responsabilidad. "¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Cor. 6:19-20). "Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios, el cual sois vosotros, es sagrado" (1 Cor. 3:17). Así que, cualquier práctica o hábito que profane nuestro cuerpo y espíritu debe ser desechado, ya sea fornicación, abuso de drogas, indulgencia en bebidas embriagantes, glotonería, tabaco o cualquiera de esas cosas.

Debemos "caminar por el Espíritu, y ... no satisfacer los deseos de la carne" (Gál. 5:16). Con eso Pablo quiso decir que ordenemos nuestras vidas según las instrucciones del Espíritu que se encuentran en la Escritura. "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte" (Rom. 8:2). "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Rom. 8:14). El Espíritu Santo nos ha dado la Biblia para guiar nuestros pasos (2 Pedro 1:20-21).

Los cristianos deben desechar de su vida todas las cosas que contristen al Espíritu Santo (Efesios 4:25). En Efesios 4:17-5:14 el apóstol expone una fea lista de pecados de los que debemos librarnos si deseamos agradar a nuestro huésped celestial. Al mismo tiempo debemos llenar ese vacío trayendo a nuestras vidas los frutos del Espíritu: "amor, gozo, paz, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio ..." (Gál. 5:22-23).

BENDICIONES QUE EL ESPIRITU TRANSMITE

Aunque actualmente no se promete nada notable ni poder milagroso, las bendiciones otorgadas por el Espíritu en nosotros son múltiples. Cuando recibimos el don del Espíritu en el bautismo (Hechos 2:38) se compara con el sello de Dios o timbre de aprobación o posesión (2 Cor. 1:22). Su presencia en nuestra vida es la garantía o arras de nuestra herencia en los cielos (Efesios 1:13-14). Nuestra posesión del Espíritu es una garantía de que somos hijos: "En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu" (1 Juan 4:13). "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado" (Rom. 5:5). " Abundamos en la esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Romanos 15:13). Los cristianos son "fortalecidos con poder en el hombre interior por medio de su Espíritu" (Efesios 3:16). "Y de igual manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" (Rom. 8:26a). Cuando no sabemos pedir como conviene, el Espíritu mismo intercede por nosotros ... conforme a la voluntad de Dios" (Rom. 8:26-27). Pablo nos insta a orar "en todo tiempo en el Espíritu" (Efesios 6:18). Por el Espíritu "hacéis morir las obras de la carne" (Rom. 8:13), y así encontramos ayuda para sobreponernos a los poderosos hábitos del pecado a los que nos hemos atado. Cuando caminamos en el temor del Señor gozamos de la "consolación del Espíritu Santo" (Hechos 9:31). El Espíritu Santo guía al cristiano por sendas de justicia. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Rom. 8:14).

Muchos alegan que el Espíritu les susurra al oído o se posesiona de su mente, pero esto no es bíblico. El Espíritu nos guía a través de las instrucciones de la Escritura que por El fue dictada. La Escritura nos llegó cuando "los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21). En Efesios 5:19 Pablo instruye al cristiano a ser lleno del Espíritu y cantar. En Colosenses 3:16 dice, "La palabra de Cristo habite ricamente en vosotros ... cantando." Igual que David, oramos "Enséñame tus sendas, encamíname en tu verdad, y enséñame ..." (Salmo 25:5). Verdaderamente la Escritura es "lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino" (Salmos 119:105). Es el medio por el cual nos guía el Espíritu de Dios. Guiados por el Espíritu gozamos de la "comunión del Espíritu Santo" (2 Cor. 13:13; Fil. 2:1). De la misma manera, "el Espíritu mismo da juntamente testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios" (Rom. 8:16). En su Palabra, el Espíritu nos ha expuesto las condiciones para la salvación, o sea, fe (Hebreos 11:6), arrepentimiento (Hechos 17:30), immersión (Marcos 16:16). Cuando nuestro espíritu verdaderamente pueda decir, "he cumplido con esas condiciones", entonces la Palabra dada por el Espíritu dice, "el que creyere y fuere bautizado será salvo" (Marcos 16:16).

EVIDENCIA DE LA MORADA DEL ESPIRITU EN NOSOTROS

Los que tienen el Espíritu de Dios en sus corazones habrán de reflejarlo en sus actitudes y conducta. Amarán la Biblia que fue inspirada por el Espíritu. "He anhelado tus mandamientos" (Salmos 119:40). "Cómo amo tus mandamientos" (Salmos 119:159). Los pecadores no reciben "el amor de la verdad para ser salvos" (2 Tes. 2:10). Los que son llenos del Espíritu confesarán que Jesucristo vino en la carne (1 Jn 4:2); serán guiados por la palabra del Espíritu (Rom. 8:14) y pondrán su mente "en las cosas del Espíritu" (Rom. 8:5). Con la ayuda del Espíritu harán morir los deseos de la carne y las prácticas del viejo hombre (Rom. 8:13). Sus vidas demostrarán "los frutos del espíritu ... amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, humildad, dominio propio ..." (Gál. 5:22-23).

El Espíritu Santo y la Salvación

La palabra de Dios implantada, que ha sido inspirada por el Espíritu, puede salvar nuestras almas (Santiago 1:21). En cada uno de los casos mencionados en el libro de los Hechos de los Apóstoles, las almas no fueron salvadas hasta que escucharon la palabra de Dios y obedecieron a su divina voluntad (véase Hechos 2:1-47). Hoy el Señor abrirá tu corazón en la misma forma que lo hizo con Lydia a través de la predicación del evangelio (Hechos 16:11-15). El quitará tus pecados tal como lo hizo con Saulo de Tarso cuando obedezcas siendo bautizado (Hechos 22:16).

Sin el Espíritu de Dios no puedes ser salvo (Rom. 8:9). Es imposible recibir el Espíritu sin el bautismo cristiano (Juan 3:5). Te instamos hoy a que permitas que Cristo te salve "mediante el lavamiento de la regeneración (bautismo) y la renovación por el Espíritu Santo" (Tito 3:5). Al hacerlo, encontrarás "justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Rom. 14:17).

LA IGLESIA CREE QUE LOS MILAGROS DE LOS TIEMPOS BIBLICOS YA NO ESTAN ACCESIBLES

Por Claude A. Guild

Este título no implica que la iglesia de hoy niegue los milagros de la creación, el diluvio, la historia de las murallas de Jericó, el milagro virginal de Jesús y la resurrección. Esos milagros confirmaron la divinidad de Jesús. "Estos son escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios ..." (Juan 20:31). El desechar esos milagros y buscar milagros en estos días que no aparecen en el Libro es una muestra de nuestra falta de fe en la Biblia y lo que revela acerca del Hijo de Dios.

DONES MILAGROSOS

Como el usar un andamio, que es una plataforma temporal para los trabajadores en un edificio nuevo, los dones milagrosos eran temporales para ayudar a la iglesia primitiva a madurar y crecer. Había que instruir de alguna manera en ausencia de la palabra escrita, confirmada y completa, que era la revelación perfecta. Esos dones iban a permanecer "hasta que todos llegásemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo ..." (Efesios 4:13).

Esos dones se daban con la imposición de manos de los apóstoles. Los apóstoles tuvieron que ir a Samaria a imponer las manos en aquéllos a quienes Felipe convirtió para otorgarles los dones, porque Felipe no podía hacerlo (Hechos 8:16-17). Pablo impuso las manos a doce hombres en Efeso y entonces profetizaron y hablaron en lenguas (Hechos 19:6). Los siete diáconos, inclusive Felipe, recibieron la imposición de manos de los apóstoles (Hechos 6:6). Pablo impuso las manos a Timoteo para que éste recibiese un don especial (2 Tim. 1:6). Por último, Pablo ansiaba ir a Roma, "para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis consolidados" (Rom. 1:11).

Es sumamente importante que tengamos en mente a terceras personas cuando se trata de dones milagrosos. Sólo los apóstoles pudieron transmitir los nueve dones milagrosos (1 Cor. 12:4-11). Aquéllos sobre quienes se impusieron las manos no podían impartir los dones a otros cristianos. Si hubieran podido, ¿por qué Felipe no impartió los dones a los convertidos en Samaria? Por tanto, cuando los apóstoles murieron, con ellos murieron sus manos y con ellas, la abilidad de impartir dones por "la imposición de manos" también dejó de existir.

Debemos tener en cuenta que existen otras medidas del Espíritu. Primero, Cristo poseía el Espíritu "sin medida" (Juan 3:34). Segundo, la medida del bautismo del Espíritu para los apóstoles y la casa de Cornelio (ver Hechos 2:1-4; 10:44-45). Siempre se habló del bautismo del Espíritu Santo como promesa y no como mandamiento (Mateo 3:11; Hechos 1:4-5). Y tercero, la medida general del Espíritu. Me gusta llamarla la medida de parentesco del Espíritu, pues es recibida por cada hijo de Dios y así somos del Padre (vea Rom. 8:9;. 1 Cor. 6:19-20; 3:16-17; Hechos 5:32; Efesios 1:13-14).

LOS NUEVE DONES

Los dones milagrosos se mencionan en la epístola de Pablo a los corintios. Dice él: "Porque a uno es dada por medio del Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades, en el mismo Espíritu; a otro, el efectuar milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas ... repartiendo a cada uno en particular según su voluntad" (1 Cor. 11:8-11). Esos dones tienen que ver específicamente con la iglesia naciente cuando aún no tenían la revelación completa de Dios como la tenemos hoy día. Entonces había una necesidad especial que no existe ahora. Los dones eran para confirmar la palabra (Hebreos 2:1-4), y ayudaban a la iglesia a crecer y a guardarse de falsas enseñanzas (Efesios 4:11-15).

Los apóstoles predicaban oralmente. No contaban con un Nuevo Testamento como lo tenemos hoy día. Se estaba escribiendo. Por tanto, ellos tenían esos dones y los impartían a otros para confirmar la palabra hablada. "¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo comenzado a ser anunciada por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron; testificando Dios juntamente con ellos, tanto con señales como con prodigios y diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad" (Hebreos 2:3-4). Cuando mi esposa y yo nos casamos en Altus, Oklahoma, 42 años atrás, nuestra licencia matrimonial fue firmada y sellada por el secretario del Condado de Jackson, representando al Estado de Oklahoma. No tengo necesidad de volver a Altus una vez por semana, o cada año para saber si aún está confirmada. Puesto que Pablo dijo que "fue confirmada", y esto está en tiempo pasado, aprendemos dos lecciones importantes: Primera, las señales, maravillas y dones del Espíritu fueron manifestadas a través de dones milagrosos. Segunda, buscar en esta época señales que confirmen la palabra, es un ejemplo de nuestra falta de fe en los milagros de los apóstoles y la veracidad de la palabra de Dios.

AQUELLO QUE ES PERFECTO

Después de explicar sobre los nueve dones milagrosos en el capítulo doce de Primera de Corintios, Pablo llamó la atención hacia "un camino por excelencia" (1 Cor. 12:31), y de ahí empieza a indicar el camino del amor en el capítulo 13, poniendo un tiempo de duración y un plazo límite a los dones milagrosos diciendo, "El amor no caduca jamás; pero las profecías caerán en desuso, y cesarán las lenguas, y el conocimiento actual quedará fuera de uso. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte quedará fuera de uso" (1 Cor. 13:8-9).

Este pasaje es como el hombre en el Camino de Jericó, que "cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron, e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto" (Lucas 10:30). Este pasaje ha sido mal usado y abusado por ciertas sectas para perpetuar su glosolalia, o sea el hablar en lenguas. Los capítulos 12, 13 y 14 nombrados en este contexto no expresan permanencia de los dones milagrosos; pero los dones espirituales, que son el camino por excelencia, sí han de permanecer (1 Cor. 13:13). Pero, ¿qué significa la frase "cuando venga lo perfecto"? No significa que el bautismo del Espíritu Santo fuera evidencia de salvación ni que la abilidad de hablar en lenguas fuera evidencia del bautismo del Espíritu Santo. Wayne A. Robinson, vicepresidente de la Asociación Evangelística Oral Roberts, renunció a esa asociación a causa del abuso de tales dones. Al referirse a las preguntas de "¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿son todos maestros?, ¿hacen todos milagros?, ¿tienen todos dones de sanidad?, ¿hablan todos en lenguas?, ¿interpretan todos? ..." (1 Cor. 12:29-30), Robinson dijo, "¿Cómo contestaríamos a las mismas preguntas que hizo Pablo a los corintios: '¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos en lenguas?'? Me contesté a mí mismo que la contestación implícita a cada pregunta sería 'no.' ... El Nuevo testamento enseña claramente que todos los cristianos tienen el Espíritu Santo, y que la primordial evidencia de su presencia nunca son las lenguas."

Este pasaje no se refiere a la segunda venida de Cristo. La gramática misma no lo permite. Gary Workman expresa, "Pablo usa un artículo neutro y sustantivo (un adjetivo usado como nombre), que podría ser traducido como 'la cosa perfecta'. Sin embargo, de Jesús no se habla como de una cosa sino de una persona. Así pues, a él siempre se refiere en términos masculinos. Por tanto, Jesús sería un 'el que', no un 'aquéllo que'."

Al completarse las Escrituras, el mensaje oral y los dones para confirmar aquél mensaje quedaban grabados, recibimos aquella "ley perfecta, la de la libertad" (Santiago 1:25). Es, por tanto, el Nuevo Testamento lo que encierra a la iglesia de hoy. H. Leo Boles dijo, "Tenemos un registro perfecto de esos dones que fueron impartidos para confirmar la predicación de la palabra; no había necesidad de que continuaran después que el evangelio fue totalmente revelado y confirmado, y se hizo un registro para preservarlo."

Frank Pack lo expresa muy bien: "No es correcto simplemente asumir que porque un don espiritual aparece en la era del Nuevo Testamento, debe existir hoy ... La forma en que se hicieron las preguntas en .1 Cor. 12:29-30 ('¿hablan todos en lenguas?') indica el hecho evidente de que no todos los cristianos habían de poseer todos los dones, puesto que no todos los cristianos eran apóstoles, ni todos eran profetas, ni hablaban todos en lenguas ni hacían todos milagros de diversas clases."

Por último, con referencia a .1 Cor. 13:9, "Porque en parte conocemos y en parte profetizamos"; siempre hemos tenido un conocimiento perfecto en la calidad pero no en la cantidad. De la misma manera, siempre hemos tenido la profecía perfecta en su calidad pero no en la cantidad. Pero cuando vino la revelación de Jesús, cesaron los dones milagrosos y hoy tenemos conocimiento perfecto y profecía tanto en calidad como en cantidad.

LA IGLESIA PROCLAMA LA SALVACION A TODO EL QUE LA ACEPTE

Por Clarence DeLoach, Jr.

¿A quién se le extiende el llamamiento del evangelio? ¿Es acaso un llamamiento ofrecido arbitrariamente a algunos pero retenido a otros? ¿Están algunos predestinados a ser salvos y otros a perderse? ¿Se ha fijado el destino irrevocablemente antes de nacer?

Una gran parte del mundo religioso se ha amoldado al complejo sistema teológico adelantado por Juan Calvino. Su enseñanza, nombrada generalmente como "Calvinismo," se resume en cinco ideas básicas, una relacionada con, o derivada de la otra. Esas cinco doctrinas cardinales son (1) la elección o reprobación incondicional de hombres escogidos, (2) expiación limitada, (3) depravación total, o sea, la incapacidad del hombre para responder a Dios sin la intervención divina, (4) gracia irresistible, y (5) la perseverancia del escogido.

El error fundamental dentro de esos dogmas básicos del calvinismo es la negación de la voluntad del hombre. El hombre es un ser creado con la prerrogativa de escoger. A Adán y a Eva se les dió la libertad de escoger. Dios les ordenó no comer del árbol del conocimiento del bien y el mal, haciéndoles claras las consecuencias si así lo hacían. La primera pareja entendió las instrucciones y Dios les instó a que hicieran lo correcto. No obstante, Dios no les forzó a que lo hicieran, porque el mayor bien se escoge bien. Desgraciadamente, Adán y Eva "violaron la ley" y pecaron contra Dios (Véase Génesis 2:15; 3-19;. 1 Jn 3:4).

JESUS Y LA VOLUNTAD HUMANA

Jesús hace claro que en la voluntad del hombre está envuelto el servirle. De algunos dijo, "Y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Juan 5:40) Nótese las implicaciones de este pasaje en relación con la salvación. Es personal -- "¡y no queréis venir a mí!" Implica la voluntad -- "¡y no queréis venir!" Se puede aceptar o rechazar -- "¡y no queréis venir!" En la conversión, el hombre no es pasivo sino activo -- "¡y no queréis venir!"

La gran invitación de Jesús tenía alcance universal. Mateo lo cita diciendo, "Venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). El mero hecho de la invitación implica que puedes escoger entre aceptar o rechazar.

En cuanto al ejercicio de la voluntad, Jesús dijo, "Si cualquier hombre (vea, cualquier hombre, no sólo los predestinados) quiere hacer su voluntad, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta" (Juan 7:17). Por tanto, el hacer y el conocer las enseñanzas de Cristo es asunto de la voluntad del hombre.

LA GRACIA Y LA VOLUNTAD HUMANA

En su epístola a Tito, Pablo afirma que "la gracia de Dios se ha manifestado para ofrecer salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente" (Tito 2:11-12). Nótese de este pasaje que (1) la Gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres, (2) que trae salvación, y que (3) nos enseña. Si la gracia de Dios se ha hecho manifiesta a todos los hombres -- ¿por qué todos no son salvos? ¡La contestación implícita es simple! No todos los hombres han ejercido su voluntad de hacer suya la enseñanza sobre la gracia y responder a ella favorablemente.

LA SALVACION INVOLUCRA AL HOMBRE EN SU TOTALIDAD

Por designio de creación, Dios hizo al hombre una criatura intelectual, emocional y de voluntad propia. Con su intelecto, el hombre es capaz de recibir y entender información sobre hechos. Con sus emociones, es capaz de ser movido y emocionado por lo que recibe. La voluntad del hombre le capacita para actuar sobre lo que entiende. El mensaje del evangelio llega al intelecto, mueve las emociones y activa la voluntad.

En el día de Pentecostés vemos un ejemplo de ejecución de intelecto, emociones y voluntad. El apóstol Pedro presentó evidencia de las Escrituras del Viejo Testamento acerca de sus milagros y la resurrección, que probaban que Jesús era el Hijo de Dios. Tocó sus mentes usando evidencia y razonamiento. Sus corazones fueron movidos al conocer la verdad acerca de Cristo. Y al preguntar, les fue dicho lo que debían hacer (Hechos 2:38). Sus voluntades fueron activadas cuando "gozosamente recibieron la palabra y fueron bautizados" (Hechos 2:41).

DIOS QUIERE QUE TODOS SEAN SALVOS

¡Dios no se desentiende acerca de la salvación del hombre! ¡Dios ansía salvarnos! El quiere que todos los hombres vengan al conocimiento de la verdad (1 Tim. 2:4). "Porque de tal manera amó Dios al mundo (no tan sólo unos cuantos predestinados) que dió a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16).

Del anhelo de Dios por salvar, el apóstol Pedro dijo, "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9). El escritor de Hebreos dijo acerca de Jesús, "para que por la gracia de Dios experimentase la muerte en provecho de todos" (Hebreos 2:9).

Dios busca a los hombres a través del evangelio. Los tesalonicenses fueron "llamados por el evangelio" (2 Tes. 2:14). Aquéllos que responden al llamado son "linaje escogido, real sacerdocio, nación santa y gente particular" (1 Pedro 2:9). Los llamados son aquéllos que "oyen, creen y son bautizados" (Hechos 18:8). ¡Han ejercido su voluntad y libertad de selección!

TODO EL QUE QUIERA

Es curioso que la Biblia termine con una invitación. Jesús dijo, "El Espíritu (el Espíritu Santo) y la Esposa (la iglesia) dicen, ven; y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga. y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente" [Paréntesis y énfasis mío -- C.D.] (Apoc. 22:17).

Es la obra de la esposa, la iglesia, el expedir esa invitación a todos los hombres hasta la venida de Jesús. El calvinismo en general y la predestinación de los individuos en particular anularían esa invitación.

Dios viene hacia usted con un mensaje de amor, salvación y esperanza. ¿Ejercitará usted su prerrogativa de escuchar, creer y obedecerlo?

LA IGLESIA PONE EN MARCHA LA ENSEÑANZA DE LA BIBLIA SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE

Por Robert R. Taylor, Jr.

Ambos Testamentos levantan la fundamental interrogante, "¿qué es el hombre?" El Músico Principal del Antiguo Israel lo hace en el Salmos 8:4; el escritor de Hebreos lo hace también en Hebreos 2:6. En nuestro mundo abundan los conceptos erróneos acerca de la naturaleza básica del hombre. Evolucionistas ateos ven al hombre como un ser que ha evolucionado y que de ninguna forma ha sido creado por un Divino Hacedor. Los materialistas lo ven totalmente mortal, sin nada que sobreviva en la muerte. Como el perro, al morir, no tiene más esperanza de vida. Esta creencia niega al hombre un espíritu o entidad que sobrevive a su material tabernáculo de barro. La opinión calvinista del hombre niega su libertad moral. Este arraigado sistema de pensamiento religioso mantiene al hombre, como una marioneta, colgando de las cuerdas de las arbitrarias decisiones que Jehová ha preparado para él desde antes de la fundación del mundo. El hedonismo (la ley del placer) ve a hombres y mujeres como "playboys" y "playgirls". Este era el viejo concepto epicúreo con que Pablo se topó al encontrarse a los filósofos atenienses que se describen en Hechos 17. Ellos persiguen la idea de que "comamos y bebamos y alegrémonos porque mañana moriremos." Nadie necesita discutir que éste es el estilo de vida dominante en este siglo. Es por esto que se han diseminado la fornicación, el adulterio, el incesto, la violación, y las perversiones, entre otras cosas, y que aumentan de año en año. Luego está el punto de vista bíblico que será puesto en evidencia en este capítulo.

EL HOMBRE FUE CREADO A LA IMAGEN DE DIOS

Tenemos al hombre como resultado de la mano del Creador. La teoría del "Gran Estallido" nada tuvo que ver con su origen. La teoría de la evolución, que no tiene sentido alguno ni sensatez para sostenerla, nada tuvo que ver con el origen del hombre. Este no se hizo por su propia voluntad. Esto lo hace perfectamente claro el salmista en el Salmos 100:3. Fue la voluntad de Jehová que el hombre existiera. La Biblia dice, "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza ... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creo, varón y hembra los creó" (Génesis 1:26-27). Génesis 2:7 da un detalle sobre la creación del hombre del polvo de la tierra y cómo Dios sopló aliento de vida en sus narices y el hombre fue un alma viviente. Génesis 2:21-23 describe en forma majestuosa y hermosa la maravillosa creación de la mujer. Salomón afirmó que Dios hizo al hombre sencillo (Ec. 7:29). El salmista dice que "él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos" (Salmo 100:3). David declaró que "fue hecho formidable y prodigiosamente" (Salmos 139:14). Jesús dijo que Dios hizo hembra y varón y que ambos han existido desde el principio de la creación (Mateo 19:4-5); Marcos 10:6). En el Aerópago, Pablo afirmó que el hombre era criatura creada por Dios (Hechos 17:28-29). El hombre existe porque Dios lo hizo o lo creó. No es el producto de una evolución sin rumbo fijo que no lo tenía en mente cuando de alguna manera comenzó en el lejano pasado el proceso sin sentido. Al hombre no lo hizo el cieno (slime), sino lo Sublime.

EL HOMBRE ES UNA CRIATURA CAIDA

Existen 1,189 capítulos en la Biblia y solamente Génesis 1 y 2 describen al hombre como una criatura perfectamente pura. Desde Génesis 3, donde el hombre peca por primera vez, hasta el final de Apocalipsis 22, se mira al hombre como pecador y destituído de la gloria de Dios. El pecado es la ausencia o la infracción de la ley (1 Jn 3:4). El pecado está en no hacer lo bueno (Santiago 4:17). La injusticia es pecado (1 Jn 5:17). Pecado es un hecho, pensamiento o palabra contrarios a la voluntad de Dios (Proverbios 24:9; Efesios 4:29; Santiago 2:9). La Biblia enseña con certeza y veracidad que el hombre ha caído; no obstante, en El Significado de la Evolución, George Gaylord Simpson dice que el hombre no ha caído sino que se ha levantado. La Biblia nos demuestra lo desatinado de este tonto sentir de Simpson. Isaías 59:1-2; Romanos 3:9, 23 y .1 Jn 1:8-10 son versículos clásicos en la Biblia donde se afirma que el hombre es una criatura caída, como pecador.

EL HOMBRE ES UN POTENCIAL HIJO DE DIOS

Esto es a causa del amor de Dios, que ofrece al hombre un remedio y en su misericordia le muestra a un Salvador (1 Jn 4:9; Juan 3:16-17;.1 Tim. 2:3-4;. 2 Pedro 3:9). Por obediencia al evangelio (oir, tener fe, arrepentirse, confesar y bautizarse) el hombre se convierte en cristiano. A través de una vida que sea testimonio de fe en su trabajo, culto, vigilancia y esperanza, el hombre se prepara para las mansiones celestiales en el mundo del más allá. "Mirad qué amor tan sublime nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal como él es" (1 Jn 3:1-2).

EL HOMBRE ES UN SER DUAL O TRIUNO

El hombre es obviamente algo más que huesos, músculos, sangre y tejido. Si no fuera otra cosa que una criatura de la evolución y su única diferencia con un ratón fuera la forma en que están colocadas las moléculas, entonces el hombre no sería mejor que una cucaracha, una oveja, un cerdo o un caballo. Jesús hizo incapié en que el hombre es más valioso que una oveja, un gorrión o las aves que vuelan. Pero no sería cierto si tanto los hombres como los animales fueran todos criaturas evolutivas.

Hay pasajes que describen al hombre como un ser dual -- con cuerpo y espíritu. En Eclesiastés 12:7 Salomón habla de que el cuerpo vuelve a la tierra de donde salió, pero que el espíritu vuelve a Dios que lo dió. Santiago 2:26 habla de la muerte del cuerpo cuando el espíritu deja el tabernáculo de barro. Jesús nos advierte que no temamos a los que matan el cuerpo sino a aquél que puede destruir tanto el cuerpo como el alma en el infierno (Mateo 10:28). Estos pasajes describen al hombre como un ser dual.

Cuando se hace una distinción entre alma y espíritu, como a veces se hace en las Sagradas Escrituras, al hombre se le describe como un ser trino. Pablo escribió a los tesalonicenses acerca de esta naturaleza trina. Nótese su afirmación apostólica, "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo, y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23). El escritor de Hebreos 4:12 habla de la "división del alma y del espíritu". El término "alma" se usa de diferentes formas. (1) Puede referirse a la persona en su totalidad como en el caso de las 3,000 almas añadidas a la iglesia en Hechos 2:41, ó la cantidad de gente a bordo del barco en el viaje de Pablo a Roma descrito en Hechos 27:37. (2) Puede referirse simplemente a la vida física que disfruta el hombre junto con otras formas inferiores de vida. (3) Puede también usarse para referirse a la naturaleza intelectual del hombre. El hombre natural descrito por Pablo en .1 Cor. 2:14 es literalmente el "hombre carnal" (Guy N. Woods). (4) Se usa alma como sinónimo de esa unidad única que sellaba juntos a los discípulos del primer siglo. Eran de una sola mente y un solo corazón (Hechos 4:32). (5) También se usa sinónimamente con el espíritu para referirse a la naturaleza inmortal del hombre que sobrevive al cuerpo y a la vida terrenal. Cuando se usan cuerpo, alma y espíritu juntos, estamos hablando del tabernáculo físico de la carne, de la vida terrenal que en él habita, y de esa parte inmortal que ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios.

ALGUNOS ERRORES REDARGUIDOS

El mismo hecho de que el hombre tiene cuerpo, alma y espíritu refuta el materialismo (asimilado y defendido por los antiguos saduceos, por los ateístas modernos y por muchos llamados religiosos) en forma descriptiva. En Lucas 20, Jesús probó a los escépticos saduceos que aún cuando Abraham, Isaac y Jacob habían muerto mucho tiempo atrás cuando Dios habló a Moisés en la zarza ardiente, esos tres patriarcas vivían, según Dios, en una forma más elevada.

El mismo hecho de que el hombre es un ser dual o triuno rechaza la muerte del alma. El hombre no cesa de ser al momento de la muerte, sino que es el cuerpo el que duerme en la Madre Tierra según se hace claro en Daniel 12:2. El alma o espíritu está muy consciente. Abraham, Lázaro y el rico en Lucas 16:19-31 estaban todos conscientes en sus lugares separados del Hades. El hombre rico sabía que sentía angustia y dolor. Lázaro sabía que estaba descansando en el seno de Abraham. Jesús prometió al ladrón moribundo que su espíritu y el del ladrón penitente estarían juntos aquél mismo día en el Paraíso (Lucas 23:43). Jesús encomendó su espíritu al Padre (Lucas 23:46). José y Nicodemo se hicieron cargo de la sepultura de su cuerpo (Juan 19:38). Las almas (no los cuerpos) que Juan vió bajo el altar estaban muy conscientes (Apoc. 6:9-11). El hombre estará consciente desde su muerte hasta el juicio aunque no tenga cuerpo físico.

Esta es la doctrina bíblica sobre la naturaleza del hombre. Es cuerpo, alma y espíritu. Cuando "alma" y "espíritu" se usan en forma intercambiable, entonces el hombre es cuerpo y espíritu, o cuerpo y alma.

LA IGLESIA ENSEÑA LA DOCTRINA BIBLICA DE LA DIVINIDAD

Por Ray Hawk

Las iglesias de Cristo tienen la responsabilidad de enseñar solamente la verdad. Si vacilamos o desmayamos en esta obligación divina, perderemos lo que Dios ha prometido a aquéllos que le obedecen (Mateo 7:21). Es por tanto el amoroso deber y privilegio de la iglesia enseñar la doctrina bíblica de la Divinidad.

DEFINIENDO LA DIVINIDAD

La palabra "Divinidad" se encuentra tres veces en la versión en inglés de la Biblia (Hechos 17:29, Romanos 1:20, Colosenses 2:9). Según los léxicos y diccionarios griegos, en los tres sitios se usa una palabra diferente pero todas relacionadas entre sí, queriendo decir divinidad o que tiene la cualidad de una deidad. Cuando se usa la palabra "Divinidad", pensamos en que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se unen para formar el total de la Deidad. Al pensar en la Divinidad no podemos hacerlo usando terminología humana, porque Dios no se compone de tres hombres. Jesús el Verbo se vistió con cuerpo humano para venir en la carne a morar entre los hombres (Juan 1:14). De la Divinidad, es el único al que podemos referirnos como hombre (1 Tim. 2:5). Siendo en forma de Dios se despojó a sí mismo tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres (Filipenses 2:6-7). Sólo él murió derramando su preciosa sangre por el hombre (Hechos 20:28). Fue la persona de la Divinidad que nació en la carne, murió, fue sepultado y resucitó (Filipenses 2:8-11). Fue hombre y Dios. "E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (1 Tim. 3:16).

TRES PERSONAS EN UN DIOS

En esta época, al igual que en el pasado, muchas personas no han podido comprender a Dios. Parte de ello es porque para la mente finita es imposible comprender un ser infinito, y sobre esto nada podemos hacer. No obstante, la otra parte de nuestra inabilidad para comprenderlo es por no haber estudiado la revelación que Dios nos ha dado de sí mismo. Eso sí podemos entenderlo (Efesios 3:4).

La Biblia enseña el concepto de una Deidad. "Un solo Dios" (Efesios 4:6). "Para nosotros sólo hay un Dios (1 Cor. 8:6). "Y Jehova será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre" (Zacarías 14:9). No hay otros dioses. "Yo soy Jehová, ése es mi nombre, y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas" (Isaías 42:8).

Reconocemos tres personalidades en la Deidad. Sólo hay una Deidad con tres personas. Sabemos que una de ellas es el Padre, la otra el Hijo, y la tercera es el Espíritu Santo (Mateo 28:19). ¿Son esas tres personas realmente una? ¿Cómo puede haber una sola Deidad con tres personas compartiendo la Divinidad?

En primer lugar, debemos reconocer que el término "Dios" puede ser traducido como "deidad". Tanto el Padre como el Hijo y el Espíritu Santo comparten esa cualidad, naturaleza o forma llamada Dios. Para los judíos era problemático entender esto. Cuando Jesús dijo, "Mi Padre y yo somos uno", "los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo" (Juan 10:30-31). La primera vez que quisieron apedrearlo fue cuando él dijo, "De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese, yo soy" (Juan 8:58). Jesús alegó ser parte de la Deidad y por ello los judíos querían apedrearlo. "Jesús les repondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me vais a apedrear? Le respondieron los judíos diciendo: No te queremos apedrear por ninguna buena obra, sino por la blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios a tí mismo" (Juan 10:32-33). No podían entender que la deidad pudiera componerse de dos personalidades, tomando la una forma humana mientras la otra permanecía en los cielos.

EL PADRE Y EL HIJO

Las Escrituras demuestran muy claramente que el Padre y el Hijo son dos personalidades. Aún cuando Jesús dijo, "el Padre y yo somos uno" (Juan 10:30), vemos que son dos personas. Yo (Jesús) y mi Padre (Jehová). Jesús no dijo que él y el Padre eran una persona. ¡Eso hubiera implicado que Jesús era su propio padre y que el Padre era su hijo!

El mismo lenguage del Nuevo Testamento indica dos personas. Dios el Padre no es humano sino divino. Jesús es divino pero se hizo humano al entrar en un cuerpo humano. "Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo" (Hebreos 10:5).

El evangelio de Juan es donde mejor se describen las tres personalidades que componen la Divinidad o Deidad.

1. Juan 3:16: Tenemos a un Dador y al que representa la Dádiva. El Dador no es la Dádiva; por tanto, tenemos dos personas.

2. Juan 3:13: Juan nos demuestra que Jesús ascendió al cielo después de haber descendido del cielo. El Padre estaba en el cielo y el Hijo en la tierra. Dos personas.

3. Juan 6:44-45: Nadie puede venir a Jesús (una persona) a menos que el Padre (otra persona) le atraiga. Si Jesús fuera el Padre, cuando uno viene al Padre, ¡ya ha venido al Hijo!

4. "Entonces Jesús dijo: Todavía estaré con vosotros un poco de tiempo, y me iré al que me envió" (Juan 7:33). Si Jesús es su propio Padre, ¿a quién iba a ir? ¿Quién le envió? ¿Cómo podía ir a él mismo siendo la misma persona?

5. "Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió" (Juan 8:16). Si Jesús fuera el Padre, estaría solo porque sería una sola persona. Si el Padre es otra persona, Jesús no estaría solo.

6. "Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da también testimonio de mí" (Juan 8:17- 18). Jesús dijo, "Yo soy uno" y el Padre es el otro testigo. Uno más uno hacen dos personas. De esta forma se cumplía la ley. ¡Con una persona, haciendo el papel de dos, no se podía!

7. Escudriñemos los siguientes pasajes para ver que también en ellos se habla del Padre y del Hijo, que son dos personas. Juan 8:28, 42; 10:36; 12:27-30, 44, 49; 14:10, 15-17, 23-24, 26, 28.

8. En Juan 16:7-13 vemos al Padre (una persona), a Jesús (una segunda persona) y al Espíritu Santo (una tercera persona). Tres personalidades, pero una Divinidad o Deidad.

¿TENIA JESUS DOS ESPIRITUS?

Algunos han tratado de enseñar que Jesús el hombre tenía un espíritu humano recibido en el momento de la concepción como los otros seres humanos, y el Espíritu del Padre o Jehová después de nacer. Según ellos, cuando el espíritu humano está hablando al Padre, está hablando al Espíritu Divino que mora en el cuerpo de Jesús. Entre las numerosas razones por las cuales esta teoría es falsa, es el hecho de que Jesús dijo que volvería al Padre de "donde vino". Si el espíritu humano se dió en el momento de la concepción, ¿cómo podía volver a un sitio donde nunca estuvo a menos que el Espíritu de Jesús existiera antes de la concepción según se indica en pasajes como Filipenses 2:6-8? Cuando Jesús dijo en la cruz, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23:46) ¡tendríamos un espíritu humano siendo entregado a un Espíritu Divino, siendo que ambos moraban en el cuerpo de Jesús! Entonces el pasaje debiera decir, "Encomiendo mi espíritu: y habiendo dicho esto, ¡entregó sus espíritus"! Puesto que en la muerte el espíritu se separa del cuerpo, y esta teoría implica que el cuerpo de Jesús tenía dos espíritus, ¡encontramos que Jehová y Jesús murieron! ¿Quién puede creer eso?

CONCLUSION

La Biblia demuestra claramente que Jehová se manifiesta en tres personas: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Cada uno es una persona. El Padre no es el Hijo. El Hijo no es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no es el Padre, pero cada uno es Deidad o Divinidad. Cada uno comparte la forma, naturaleza y atributos de la Divinidad.

LA IGLESIA ENSEÑA SOBRE EL CASTIGO FUTURO DE LOS MALVADOS

Por Albert Gardner

La historia del hombre rico y Lázaro revela los dos posibles destinos de la gente después de la muerte. "Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten compasión de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, del mismo modo, males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Y además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieren pasar de aquí a vosotros, no puedan, ni de allá pasar acá" (Lucas 16:22-26).

Algunos han tratado de descartar esta lección diciendo que es sólo una parábola. Pudiera ser una parábola pero, si lo es, Lucas no la llama así. Si fuera una parábola, sería la primera vez que Jesús nombra a una persona en una parábola. Sea parábola o no, sin embargo enseña lo mismo, porque una parábola es sobre algo que aconteció o pudiera acontecer. Una parábola puede ilustrar y hacer la verdad fácil de entender, pero no debilita la enseñanza.

El Hades es el lugar de los espíritus ya sean buenos o malos. La traducción de Seol en el Antiguo Testamento tiene el mismo significado que la palabra Hades en el Nuevo Testamento. Tanto el hombre rico como Lázaro fueron al Hades pero no estaban juntos pues los separaba una gran sima.

Lázaro fue al seno de Abraham, un lugar de felicidad. Ahí fue Jesús al morir. El le dijo al ladrón, "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43). El no fue al lugar de llamas y tormento donde estaba sufriendo el hombre rico. Pedro citó a David diciendo que el alma de alguien iría al hades (ASV) y su cuerpo no vería corrupción. Pero explica que el cuerpo de David vió corrupción y que David se refería a Cristo. "Viéndolo de antemano, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vió la corrupción" (Hechos 2:31 ASV).

El hombre rico fue a un lugar de tormento, sufrimiento y llamas. Este es el sitio donde los ángeles que pecaron son guardados hasta el juicio final. Ellos fueron "arrojados al infierno" (2 Pedro 2:4). La palabra griega "Tartarus", traducida infierno en este verso, no se usa en ningún otro lugar en el Nuevo Testamento.

UNIVERSALISMO, PURGATORIO, Y ANIQUILACION

Existen tres populares doctrinas que tienen que ver con el problema del sufrimiento del malvado. La primera la enseñan los Universalistas quienes dicen que eventualmente todos han de salvarse y que no hay castigo eterno. La parábola del hombre rico indica que esta doctrina es falsa. Jesús enseñó que a través de la vida hay dos caminos y que uno de ellos es el camino ancho "que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella" (Mateo 7:13). En la resurrección, algunos serán salvos y otros se perderán (Juan 5:29).

La segunda es la doctrina católica del purgatorio donde las almas sufren por sus pecados. Cuando hayan sido depurados o limpiados, se les permitirá ir al cielo. El hombre rico deseaba que Lázaro abandonara su lugar para que fuera a consolarle, pero se le dijo que había una gran sima que les separaba. No podía haber ningún cambio. No podía pasarse de un estado al otro. No existe el purgatorio. Ya no hay purificación de los malvados después de su muerte. Si durante la vida se le da la espalda al único sacrificio que puede quitar el pecado, lo único que queda es "una horrenda expectación de juicio, y un fuego airado, que está a punto de consumir a los adversarios" (Hebreos 10:27).

La tercera doctrina es la de los Testigos de Jehová quienes enseñan que los malos serán aniquilados. Cuando discuten la palabra griega "gehena", que se traduce infierno, ellos dicen que "significa aniquilación, no tormento eterno." Y luego dicen, "La Biblia indica que son sólo los malvados incurables a los que Dios castigará eternamente -- no con tormento eterno, sino haciendo piadosamente que su existencia sea borrada por completo." Y luego, "Por tanto, la existencia de Adán fue borrada por completo." También dicen, "En cuanto al 'tormento eterno', no hay tal lugar."

Si se borrara la existencia, obviamente no existiría el castigo, porque no habría nada que castigar. Pero, ¿hay algo más allá de la tumba? ¿Sigue uno existiendo después de la muerte?

En la transfiguración de Jesús, los apóstoles lo vieron conversando con Moisés y Elías (Mateo 17:3). Moisés había muerto hacía como mil quinientos años y Elías desde hacía como mil años. Pero seguían existiendo y aún eran Moisés y Elías. Estaban conscientes. La existencia de Moisés no terminó con la muerte.

El hombre rico en Lucas 16 no cesó de existir al morir, sino que estaba consciente, tenía memoria de su vida y de sus hermanos, estaba en tormento y habló de su estado actual después de su muerte. La enseñanza de los Testigos de Jehová acerca de la total destrucción de la existencia después de la muerte es una doctrina falsa.

En Lucas 12:5 Jesús advirtió, "Temed a aquél que después de haber quitado la vida, tiene autoridad para echar en el infierno." El infierno no es la muerte, pero después de la muerte uno puede ser echado en el infierno. Si el infierno no es más que la muerte o la extinción, ¿por qué temer más a Dios que al hombre? Los hombres pueden matar a otros hombres, pero hay algo peor que la muerte a lo que debemos temer. Jesús dijo que uno podía "ser echado en el fuego eterno" (Mateo 18:8). Se trata de un fuego "inextinguible" (Marcos 9:43).

CASTIGO ETERNO

La Biblia es clara en cuanto a la naturaleza eterna del castigo a los malvados. "E irán éstos al castigo eterno, mas los justos a la vida eterna" (Mateo 25:46). Es fácil de ver que la Vida tiene la misma duración que tiene el Castigo de los malvados. Si uno es temporal, también lo es la otra. Si el infierno es temporal, el cielo también lo es.

El uso en el Nuevo Testamento de las palabras 'eterno' y 'perpetuo' hacen claro su significado. Es "castigo eterno" (Mateo 25:46). El fuego es "fuego perpetuo" (Mateo 25:41). Para algunos habrá "eterna condenación" (Marcos 3:29). Veamos ahora cómo se usan esas palabras en otros versículos.

1. Dios es eterno. "Según el mandamiento del Dios eterno" (Romanos 16:26). ¿Qué quiere decir 'eterno'? ¿Temporal o perpetuo? ¿Cesará Dios de existir?

2. El Espíritu Santo es eterno. "El cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios" (Hebreos 9:14). ¿Es temporal el Espíritu Santo? ¿Se borrará su existencia cuando el mundo llegue a su fin?

3. La redención es eterna. "Y no por medio de la sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró una vez para siempre en el santurario, habiendo obtenido eterna redención" (Hebreos 9:12). ¿Es eterna la redención, o tendrá que ser ofrecida de nuevo? ¿Fue completa su obra de redención o sólo por un corto tiempo?

4. La salvación es eterna. "Vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen" (Hebreos 5:9). ¿Traerá aún salvación perpetua nuestra obediencia?

5. El reino es un reino perpetuo. Los fieles estarán en "el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 1:11).

Si el castigo eterno es temporal, ¿quiere esto decir que Dios, el Espíritu Santo, la salvación, y el reino son temporales, y dejarán de existir? Las mismas palabras que se usan en el idioma griego como en el idioma inglés para describir el castigo futuro de los malvados se usan para describir a Dios, al Espíritu, la salvación y el reino. "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mateo 25:41).

Habrá castigo eterno para los malos pero podemos evitarlo si vivimos sobria, justa y piadosamente en este siglo (Tito 2:11-12).

LA IGLESIA PRACTICA EL SACERDOCIO DE TODOS LOS CREYENTES

Por Hulen L. Jackson

Soy un sacerdote. Usted es un sacerdote. Todos somos sacerdotes en el reino de Dios. Pero sólo Cristo es el sumo sacerdote. Esto es lo que la Biblia nos enseña. Con la temprana apostasía de la iglesia del Nuevo Testamento hacia la iglesia griega y la católica llegó la separación de los cristianos entre eclesiásticos y laicos. La iglesia apostólica no creía en tal práctica ni la ejercía. De esta separación vino la enseñanza de los grupos protestantes sobre "predicadores ordenados" quienes eran los únicos que podían servir los "sacramentos" de la iglesia al lego, y que el lugar al frente donde se ubica la mesa de la comunión en el edificio se convierte en el "altar" donde solamente el predicador ordenado o el sacerdote pueden servir la comunión. El volver a las simples enseñanzas del Nuevo Testamento eliminaría todo este error.

¿QUE ES UN SACERDOTE?

La palabra que se traduce "sacerdote" en el Nuevo Testamento significa príncipe o siervo, pero a través de la Biblia un sacerdote debe asociarse con un altar o con la ofrenda de sacrificios. El profeta servía a Dios para el pueblo, mientras que el sacerdote servía al pueblo cuando éste entregaba sus ofrendas ante Dios. Los padres hacían esto en la era patriarcal; los levitas en la era judía, y en este siglo los cristianos entregan, como sacerdotes, ofrendas y sacrificios a Dios. A través del Antiguo y del Nuevo Testamento puede fácilmente probarse que en ninguna época Dios ha permitido ofrecer sacrificios excepto a un sacerdote. Todo cristiano de este siglo, como sacerdote ante Dios, trae sus ofrendas y sacrificios ante el Padre.

NUESTRO SACERDOCIO ACTUAL COMO IGLESIA:

Ni aún el gran sacerdocio de Jesús es discutido en el Nuevo Testamento hasta que se llega al libro a los Hebreos, y ahí el escritor lo exalta como nuestro único y perpetuo sumo sacerdote en el cielo sirviendo a los que estamos en la tierra. No tendremos ni necesitaremos ningún otro, porque ya él ofreció ante Dios el sacrificio por nuestros pecados de una vez por todas. Pero nuestro propio sacerdocio es apenas mencionado aún en el libro a los Hebreos; hay que ir a las cartas de Pedro y de Juan para encontrar tales instrucciones. En base al cuadro que presenta el Antiguo Testamento, Hebreos 10:22 es a menudo considerado una referencia a nuestro sacerdocio actual, sirviendo a la iglesia, que es el Verdadero Tabernáculo. Estudiemos de cerca los siguientes pasajes.

Hebreos 13:15-16

"Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua; porque de tales sacrificios se agrada Dios." Esto ha de entenderse asumiendo que todos los cristianos a los cuales él se está dirigiendo son sacerdotes y tienen, por tanto, el derecho de traer tales sacrificios ante el altar de Dios en el cielo. No importa si el fruto al cual se hace mención en este pasaje se refiere a cánticos u oraciones, este fruto no se podría ofrecer si no fuera por medio de un sacerdote. En sus estudios de la palabra del Nuevo Testamento, Vicente explica que "ofrecer" en este pasaje significa "traer al altar". El cristiano hace precisamente esto cuando alaba a Dios ya sea con cánticos o con oraciones.

1 Pedro 2:5-9

En esta carta, Pedro escribe a los cristianos elegidos que fueron dispersados y no tan solo a los apóstoles. En el verso 5 Pedro nos llama "sacerdocio santo", así como "casa espiritual", sugiriendo que los cristianos actuales están separados (santificados) del mundo y por tanto constituyen no sólo un templo verdadero sino que son los sacerdotes en ese mismo templo de Dios. Entonces en el verso 9 añade que también somos "real sacerdocio" exaltando nuestro estado espiritual y nuestra relación con Dios, llamándonos sacerdotes reales. Y como tales, en la casa de Dios ahora "traemos ante el altar" que está en el cielo, sacrificios vivos o espirituales. Sólo los sacerdotes pueden hacer esto. Como pueblo poseído por Dios, todos, siendo sacerdotes, nos acercamos al Padre a través de nuestro Sumo Sacerdote, Cristo Jesús (1 Tim. 2:5).

Apocalipsis 1:6

En este verso Juan añade el pensamiento de que Cristo nos ha hecho "reyes y sacerdotes para Dios, su Padre." Colectivamente, somos su reino; e individualmente, somos sacerdotes en ese reino. Aún Juan creía y enseñaba que somos realeza, o real sacerdocio ante Dios. Recordemos que Juan escribía mayormente a las siete iglesias de Asia -- no sólo a un grupo selecto del clero en esas iglesias. En Apocalipsis 5:10 Juan repite el mismo pensamiento acerca de nosotros, diciendo que Jesús compró un pueblo de cada tribu y nación y los constituyó un reino de sacerdotes. Eso es lo que somos ahora.

Romanos 12:1

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." Nótese las palabras: hermanos, sacrificio, culto racional. A hermanos (no tan sólo a un grupo selecto llamado el clero) se les instruía ofrecer o presentar sacrificios en servicio espiritual a Dios. Recordando que sólo los sacerdotes pueden ofrecer sacrificios, esta declaración de Pablo necesariamente implica que los hermanos son sacerdotes y por lo tanto pueden obedecer este mandamiento. Demos gracias a Dios diariamente que somos sacerdotes y no tenemos que ir a través de ningún otro hombre en la tierra para dirigirnos a Dios u ofrecer sacrificios y ofrendas al Padre. ¿Cuáles son algunos de esos sacrificios que ofrecemos como cristianos?

De las observaciones hechas por Burton Coffman acerca de .1 Pedro (págs. 96-98), deseo enumerar las siguientes:

(a) Nuestra fe es nuestro sacrificio.

(b) El amor a Dios es nuestro sacrificio.

(c) Nuestro arrepentimiento es nuestro sacrificio.

(d) Nuestra confesión de fe en Cristo es un sacrificio.

(e) Nuestro bautismo en Cristo es nuestro sacrificio.

(f) Nuestras alabanzas a Dios son nuestro sacrificio.

(g) Nuestras contribuciones son nuestro sacrificio.

(h) Nuestros cánticos son nuestro sacrificio.

(i) Nuestras plegarias son nuestro sacrificio.

(j) La vida de honor y amor de los cristianos devotos son su sacrificio.

Dios se agrada de tales sacrificios y son aceptos a través de Nuestro Señor Jesucristo. Yo puedo ofrecerlos, usted puede ofrecerlos, todos nosotros podemos ofrecer sacrificios espirituales. Ofrézcalos fielmente.

LAS IGLESIAS DE CRISTO RECHAZAN LAS FORMAS VANAS DE RITUALISMO

Por Bill Nicks

Los hombres siempre han tenido la tendencia hacia el ritualismo en su alabanza, ya sea que adoren al Dios verdadero o a dioses falsos. El ritualismo tiene que ver con ceremonias y formalismos: "En sentido despectivo, devoción excesiva a formas ritualísticas prescritas en la adoración"-- Webster. Es la ordenanza de ciertos "ritos" tales como la Liturgia, "los ritos y servicios públicos de la iglesia cristiana, específicamente el rito eucarístico, llamado Liturgia en el Oriente, y la misa en la Iglesia Occidental." Estos describen el deterioro de la verdadera adoración hacia ritos diseñados por hombres que no fueron inspirados, siendo una caricatura de la verdadera adoración prescrita por Cristo.

La diferencia entre la adoración verdadera y la falsa se describe en la Biblia claramente. Jesús dijo, "Dios es espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24). El ritualismo es lo contrario a la adoración en espíritu y en verdad. La Cena del Señor fue diseñada como recordatorio de la muerte de Cristo en la cruz. Su cuerpo que fue entregado y su sangre que fue derramada se muestran al partir el pan y tomar del fruto de la vid en el primer día de la semana. Esos emblemas representan su cuerpo y su sangre. Jesús dijo, "Todas las veces que lo hiciereis, hacedlo en memoria de mí" (1 Cor. 11:25).

Hay una gran diferencia entre un emblema que el Señor ha fijado con el propósito de imprimir alguna verdad en los adoradores, y un ritual vano que los hombres han añadido. Aún la adoración en el Antiguo Testamento tenía sus prácticas emblemáticas, pero con significado. Por ejemplo, tenían la instrucción para el Sumo Sacerdote con sus vestiduras santas, de que primero lavara su cuerpo, como representación del lavamiento del pecado, y entonces "matará la oveja expiatoria por el pecado del pueblo, y traerá su sangre detrás del velo... y la rociará sobre el propiciatorio," Después de esto debía hacer expiación por el lugar santo y por el tabernáculo de reunión. Esta era expiación de sangre por los pecados propios y por los de "toda la casa de Israel" (Levíticos 16:4-19). Luego debía "poner ambas manos sobre la cabeza de un macho cabrío y confesar sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados; ... y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto; y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir al macho cabrío por el desierto" (Levíticos 16:20-22). ¿Era ritualismo esto? No, porque el Señor quería imprimir sobre Israel la atrocidad de su pecado y tipificar el plan de Jesús de venir al mundo eventualmente a derramar su sangre de una vez por todas, en contraste con el derramamiento cada año de la sangre de bueyes y machos cabríos (Hebreos 10:14). Aún la imposición de manos del Sumo Sacerdote tenía su importancia:

"La imposición de manos no es un acto de bendecir, pero se creía que era la transferencia real del pecado al chivo expiatorio. Enviar fuera al chivo significaba sacar al pecado mismo ... Paralelo a esto, aunque más raro, es la imposición de manos como un acto de bendición (Génesis 48:18; Isaías 44:3). Sin duda alguna está muy relacionado con la imposición de manos en el acto de instalación de una persona en un puesto (Números 27:12). Por tanto, la imposición de manos significa, si se comparan dos hechos tan distintos como la eliminación del pecado y la bendición, que transfiere su bendición especial o sus cargas al chivo expiatorio con la carga que él mismo había llevado."

Todos los profetas del Antiguo Testamento condenaban las vanas formalidades, pero ninguno llegó al fondo del asunto con mayor claridad y convicción que Miqueas:

"¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerro de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y ¿qué pide Jehová de tí, sino solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios?" (Miqueas 6:6-8).

No es cierto que el sistema sacrificial, designado por el Señor con un propósito, fuera abandonado por los profetas, sino que continuó hasta que fue cumplido por Cristo, y aún Cristo murió poco después de haber celebrado la Pascua. La condenación que otorgaron los profetas no fue por ofrecer sacrificios y guardar las fiestas, sino por el fracaso de Israel en aparejar sus ofrendas con una vida piadosa y actitud espiritual sincera. No hay duda de que muchos de ellos pensaban que habría algo mágico en la forma mecánica de las ceremonias ejecutadas para cambiar por pureza la impiedad de sus vidas. "Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos" (Oseas 6:6).

EL NUEVO TESTAMENTO

Lo mismo puede decirse de la adoración prescrita bajo el Nuevo Testamento. El problema no estriba en la institución de la adoración requerida por el Señor, sino en que la adoración verdadera ha degenerado en ritualismo. Cuando preguntaron sobre nuestro Señor, "¿Por qué come vuestro Maestro con publicanos y pecadores?", él lo oyó y dijo, "Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: 'Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento'" (Mateo 9:11-13).

Hay por lo menos dos ocasiones en que actos verdaderos de adoración ordenados por el Señor se convierten en ritual: (1) Cuando se añaden cosas a la palabra del Señor cuya ejecución no está autorizada por el Señor, y (2) cuando aquellos actos que han sido ordenados por el Señor se hacen negligentemente, por ser hechos mecánicamente, sin interés ni entusiasmo.

Lo que se añade al simple memorial de la Cena del Señor en lo que es llamada la Eucaristía es un ejemplo de esto. Los ritos eclesiásticos ejecutados en la "misa" exigen que Cristo sea crucificado una y otra vez, y que a través de la doctrina de "transubstanciación", cuando es consagrado por el sacerdote, el pan milagrosamente se convierta en el cuerpo literal de Cristo, y de la misma forma el fruto de la vid se convierta literalmente en la sangre de Cristo. No fue eso lo que quería expresar el Señor cuando dijo, "Esto es mi cuerpo ... esto es mi sangre del nuevo pacto." Esta expresión metafórica obviamente significaba que esos emblemas representaban su cuerpo y su sangre, y que los cristianos participaban del pan y el fruto de la vid "en memoria" de él (Mateo 26; Marcos 14; Lucas 22). El Nuevo Testamento habla claramente sobre el sacerdocio de todos los creyentes (1 Pedro 2:5, 9), pero el oficio de sacerdote de hecho interfiere en la comunión de los creyentes con el Señor a causa de los ritos sacerdotales añadidos por los hombres. Esas son innovaciones a la verdadera adoración neotestamentaria. La doctrina de la transubstanciación fue añadida por el catolicismo romano en el Concejo de Trent (1560 D.C.).

Contamos con espiritualidad e inspiración suficientes en los actos de adoración en el Nuevo Testamento sin tener que recurrir a doctrinas añadidas desarrolladas por los hombres a través de concejos y credos. Las Escrituras nos proveen "totalmente para toda buena obra" (2 Tim. 3:16-17). Verdaderamente el poder de Dios "nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad" (2 Pedro 1:3). Cuando cantamos, debemos hacerlo "con el espíritu pero también con el entendimiento," y cuando oramos, debemos hacerlo "con el espíritu pero también con el entendimiento" (1 Cor. 14:15). Dios desea que el adorador se acerque a El con corazón sincero, ofreciendo siempre "sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre" (Heb. 13:15). La Cena del Señor, las oraciones, los cánticos, la enseñanza de la Palabra, y la ofrenda de bienes materiales han sido todos establecidos por autoridad divina. La Cena del Señor es una comunión o confraternidad con el cuerpo y la sangre de Cristo, y debe hacerse cuando los santos se reunen en asamblea, en su nombre, con espíritu de unidad (Hechos 20:7). Estos no son ritos, pero deben guardarse con entusiasmo y significado. Si no se les da la importancia que tienen para edificarnos en la santidad de nuestra fe, se irán deteriorando hasta convertirse en meros rituales sin sentido. Si consagramos nuestras vidas en santidad y devoción hacia Dios, se convierten en instrumentos mediante los cuales nos acercamos más a El en la adoración a través de nuestro Señor Jesucristo.

LA IGLESIA ENSEÑA A LOS HOMBRES A DAR A DIOS LO QUE ES DE DIOS Y AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR

Por Bill Burchett

Las iglesias de Cristo son muy cuidadosas al hacer hincapié en el concepto bíblico de someterse a las autoridades debidamente constituídas. El cristiano no solamente ha de someterse a Dios, sino sujetarse a aquellas instituciones que Dios ha autorizado y ordenado. Sólo sometiéndose a ellas demuestra su verdadera sumisión a Dios.

El cristiano es ciudadano de dos reinos -- uno terrenal y uno celestial. Algunos argumentarán que si nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20), no tenemos obligación hacia ningún gobierno terrenal. El apóstol Pablo, quien escribió el pasaje anterior, ciertamente no limitó al cielo su ciudadanía. Era ciudadano tanto de Roma (Hechos 22:26-29) como del reino de nuestro Señor (Colosenses 1:13), en lo cual obviamente no halló ningún conflicto.

Los fariseos trataron de hacer caer en la trampa a Jesús con este mismo asunto (Mateo 22:15-22). El les demostró, sin embargo, que no existía ningún conflicto de deberes sino una perfecta armonía. No solamente escapó de la trampa, sino que al contestar fijó una ley para todos los tiempos, "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios." Todo cristiano, discípulo de Jesús, que sea obediente a Dios, debería mantener su posición a favor de la ley, la lealtad y el orden.

GOBIERNOS ORDENADOS POR DIOS

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento expresan vívidamente que la autoridad de los gobernantes terrenales viene de Dios. "Bendito sea el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyas son la sabiduría y la fuerza. El hace alternar los tiempos y las circunstancias, quita reyes, y pone reyes" (Daniel 2:20-21). Y a Nabucodonosor se le dijo, "... porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad" (Daniel 2:37).

En el Nuevo Testamento, Jesús hace claro a Pilato, "No tendrías ninguna autoridad contra mí, sino se te hubiera dado de arriba" (Juan 19:11). Pablo, apóstol de Dios y ciudadano romano, escribe a la iglesia en Roma, "Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos" (Romanos 13:1-2). En el versículo 4 de ese mismo pasaje el apóstol se refiere dos veces al poder civil como "servidor de Dios" y vuelve a repetir el mismo pensamiento en el versículo 6.

Está claro que los gobiernos civiles son ordenados por Dios, y la anarquía no representa la voluntad de Dios para los hombres.

SUMISION AL GOBIERNO

Los cristianos han de ser ciudadanos obedientes a la ley. De hecho, entre toda la gente los cristianos deben ser los mejores ciudadanos. La relación del discípulo con Dios es el factor decisivo en todas sus demás relaciones. Somos ciudadanos de un reino celestial, pero mientras estemos en la carne también somos ciudadanos de las naciones. Dios ha ordenado gobiernos civiles para esas naciones, de manera que tenemos un deber tanto al César como a Dios. En nuestra relación y deberes hacia Dios, nos encontramos con diversas responsabilidades, las que incluyen nuestra sumisión a la ley civil.

Los primeros cristianos vivían bajo una forma totalitaria de gobierno -- los dictadores romanos. No obstante, la palabra de Dios les mandaba e instaba a ser ciudadanos obedientes. Pablo escribió al evangelista Tito sobre asuntos que debían ser puestos en conocimiento del pueblo de Dios. Entre otras muchas cosas, él debía "recordarles que se sometieran a los gobernantes y a las autoridades, que obedecieran a los magistrados, ..." (Tito 3:1).

De la misma manera, el apóstol Pedro enfatiza la importancia de la sumisión. "Por causa del Señor, someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque ésta es la voluntad de Dios ..." (1 Pedro 2:13-15). Leyendo nuevamente a Romanos 13:1-7 vemos que los cristianos han de estar en sujeción a las autoridades civiles, no simplemente por temor al castigo, sino por causa de la conciencia.

No obstante, esta obediencia o sumisión al gobierno no está exenta de restricción, sino que está restringida por nuestro deber hacia Dios. Si se presentara un conflicto entre nuestra obediencia a Dios y la obediencia a los gobernantes civiles, tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).

OTRAS RESPONSABILIDADES

Al responder a los fariseos en Mateo 22:15-22, Jesús no definió los deberes específicos tanto hacia César como hacia Dios, pero no nos dejó con la duda de lo que debemos a uno y a otro. Cuando un gobierno lleva a cabo las responsabilidades ordenadas por Dios (Romanos 13:3-4;. 1 Pedro 2:14), y cuando estamos recibiendo la protección del gobierno al igual que los privilegios que se nos ofrecen, entonces ciertamente estamos bajo la obligación de apoyar ese gobierno.

Además de la obediencia civil y sumisión en general, se señalan en las Escrituras algunas responsabilidades y deberes específicos. El cristiano ha de hacer súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por los líderes gobernantes (1 Tim. 2:1-4). Además de esto, el cristiano contribuye con el gobierno pagando sus impuestos (Mateo 22:21; Rom. 13:6). Aunque el gobierno no sea perfecto, esto no nos exime de nuestro deber, ni porque el gobierno despilfarre o porque no estemos de acuerdo con todos sus programas. Ni Jesús ni Pablo restringieron la obligación hacia el pago de los impuestos usando tales conceptos. Por otro lado, los cristianos que vivan en una sociedad democrática deben participar en el mejoramiento del gobierno siempre que tengan la oportunidad.

Jesús enseñó a sus seguidores a ser conscientes de su actitud en todos sus asuntos. No nos sorprende por tanto saber que los apóstoles animaban a los discípulos a desarrollar una buena actitud hacia los gobernantes. Los cristianos debían respetar y honrar a las autoridades gobernantes (Romanos 13:7;. 1 Pedro 2:17).

Entre las áreas de responsabilidad más controversiales está la de servir al gobierno. ¿Cómo debemos servir? ¿Dónde debemos servir? ¿Qué hay del cristiano y el servicio militar, servicio en la policía, servicio de jurado en la corte, etc.? ¿Puede servir? ¿Debe servir? Aunque cada individuo debe estar totalmente persuadido en su propia mente (Rom. 14:23), tenemos ejemplos de servicio al gobierno en la palabra de Dios. Estimulamos al lector a estudiar cuidadosamente los casos de Erasto (Rom. 16:23), Cornelio (Hecho 10 y 11), y el carcelero de Filipos (Hechos 16).

DERECHOS Y PRIVILEGIOS

En una sociedad democrática, el cristiano tiene el gran privilegio de poder ayudar en la formación de un buen gobierno. Puede votar sobre asuntos o problemas, ayudar a elegir buenos oficiales, e influenciar en cuanto a legislaciones apropiadas. Para el escritor estas cosas no deben mirarse únicamente como privilegios sino también como deberes.

Puesto que el gobierno está para castigar a los malechores (Rom. 13:3-4), el ciudadano tiene el privilegio de disfrutar del sentido de seguridad que nos da la ley y el orden. Mientras disfruta de este privilegio, el cristiano hará las cosas que contribuyan a preservar la ley y el orden.

Otro privilegio valioso es el derecho al debido proceso. No es incorrecto que el ciudadano cristiano alegue sus derechos bajo la ley (Hechos 25:6-12).

Y no cabe duda que el cristiano puede ejercer su derecho a la protección (Hechos 23:12-35) al igual que a su defensa legal si es acusado (Hechos 24:10).

RESUMIENDO

Nuestro Dios no autoriza la anarquía y el caos para los habitantes de este mundo. No fue por accidente que Jesús vino al mundo en la época de un gobierno fuerte. En ese mundo de paz romana, caminos romanos, y ley romana, Jesús edificó su iglesia y envió a sus discípulos al mundo a diseminar su evangelio. Por tanto, sus seguidores se convirtieron en ciudadanos de dos reinos. La verdad que Jesús dijo, "Dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios," no ha disminuido con el pasar de cerca de dos mil años. Es obviamente una separación implícita de la iglesia y el estado, mas para el ciudadano un deber solemne hacia ambos.

LA IGLESIA CREE EN UN SALVADOR NACIDO DE UNA VIRGEN

Por Rubel Shelly

Las iglesias de Cristo creen en, afirman y defienden, la doctrina bíblica del nacimiento virginal de Cristo. Es una enseñanza fundamental de la Escritura que la raza humana era (y es) incapaz de salvarse a sí misma (Efesios 2:8-9), que el eterno Hijo de Dios llegó a nosotros en forma humana para nuestra salvación (Filipenses 2:5-11), y que para poder estar entre nosotros tuvo que "encarnar" (o sea, "hacerse carne") al nacer de la virgen María (1 Tim. 3:16).

LA DOCTRINA EXPRESADA

Al abrir el Nuevo Testamento no podemos pasar la primera página sin confrontar la doctrina del nacimiento virginal. Mateo dice, "Estando su madre María desposada con José, antes de que viviesen juntos se halló que estaba encinta por obra del Espíritu Santo" (Mateo 1:18). José, perplejo sobre el hecho de que su prometida estaba encinta, recibió esta explicación en sueños por medio de un ángel: "José, hijo de David, no temas recibir a María por mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo" (Mateo 1:20).

El escritor de otro de los evangelios habla del embarazo de María según la perspectiva de ella. Explica cómo se apareció el angel Gabriel a esta joven para prepararla para el gran acontecimiento que había de ocurrir en su vida, diciéndole, "Mira, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús" (Lucas 1:31). Asombrada por esto, ya que era virgen, el angel continuó: "El Espíritu Santo vendrá sobre tí, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también lo santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35).

Todos los cuatro evangelios adoptan la doctrina del nacimiento virginal, y dos de ellos dan detalles sobre él. Y lo más asombroso de todo esto es que uno de los escritores (es decir, Lucas), es un médico cuyo entrenamiento y experiencia lo haría inclinarse a negar la posibilidad de tal nacimiento. Siendo Lucas tan cuidadoso en cuanto a datos históricos, investigó minuciosamente el asunto y afirmó sin lugar a dudas que Jesús de Nazareth había nacido de una virgen.

Más de setecientos años antes del nacimiento de Jesús, el Espíritu Santo había movido al profeta Isaías a profetizar el nacimiento milagroso del Mesías. "Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel" (Isaías 7:14). Los escépticos han tratado de eliminar de la Biblia el fenómeno de profecía predictiva, pero tanto ésta como otras muchas predicciones por revelación divina -- que ya se cumplieron -- han hecho vanos sus esfuerzos.

Isaías predijo el nacimiento virginal, los escritores del Nuevo Testamento declararon su ocurrencia, y se mantiene como una señal de Dios en cuanto a la identidad de Jesús de Nazareth como el Hijo de Dios y Salvador del mundo.

LA IMPORTANCIA DEL NACIMIENTO VIRGINAL

Por medio del nacimiento virginal, podemos identificar con certeza al Mesías, señalado en todo el Antiguo Testamento. A través de la Ley, los Profetas, y los Salmos, el Espíritu de Dios había estado dando pedacitos de información que harían que la gente reconociera y creyera en este anticipado Redentor cuando apareciera. Había de ser descendiente de Abraham (Génesis 12:1-3), de la tribu de Judá (Gen. 49:10), y de la casa de David (2 Samuel 7:12-17). Un precursor había de anunciar su llegada (Isaías 40:3; Malaquías 4:5), y nacería en Belén (Miqueas 5:2). Al cumplimiento de esas profecías añádase el de su nacimiento virginal, y ya no cabe duda de quién es el Mesías y Redendor de la humanidad.

Por medio de la encarnación tenemos un mediador que puede restaurar la comunión de hombres y mujeres caídos con un Dios santo. "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Tim. 2:5). Su función como mediador depende del haber venido en la carne para participar de nuestra humanidad, pero su llegada en la carne fue por medio del nacimiento virginal. Por tanto, el nacimiento virginal fue parte integral del mismo programa redentor.

LOS PELIGROS DE NEGAR ESTA DOCTRINA

Negar la doctrina del nacimiento virginal es negar la veracidad de la Biblia. Ya ha sido demostrado que la Biblia habla clara y directamente al alegar un nacimiento virginal milagroso para Jesús de Nazareth. Si esa alegación es falsa, ¿con qué derecho aceptamos como cierta cualquiera otra doctrina sobre Cristo?

La negación del nacimiento virginal procede más bien del rechazo a lo sobrenatural en general. En otras palabras, el que tiende a rechazar el milagro concreto del nacimiento virginal es porque ya ha rechazado la posibilidad de todos los milagros. Pero si alguien rechaza los milagros en general y particularmente el del nacimiento virginal, el cristianismo no tendrá cabida en su vida. Creer en Jesús demanda creer en los acontecimientos sobrenaturales que tuvieron que ver con su vida (Juan 14:11). Si no fue nacido de una virgen, resucitado, y capaz de hacer las señales en nombre de su Padre, no existe razón válida para que consideremos sus enseñanzas con autoridad. Aparte de los milagros en su vida, es tan sólo un filósofo moral más, o maestro religioso.

Por último, negar el nacimiento virginal es negar que tenemos un Salvador. El nacimiento virginal identifica a Jesús como el Redentor prometido en el Antiguo Testamento y demuestra su capacidad para mediar entre Dios y la humanidad. Sin esta marca de identidad, no tenemos razón válida para creer que él es quien el cielo nos proveyó para salvar a la humanidad.

CONCLUSION

Le suplico creer en Jesucristo como el Hijo de Dios (Juan 8:24), confesar esa fe con corazón sincero y penitente (Rom. 10:10), e identificarse con su muerte, sepultura y resurrección salvadora en el hermoso acto del bautismo (Rom. 6:3-4).

Su encarnación por medio de un nacimiento virginal no tendrá valor para usted a menos que le permita lavar sus pecados.

LA IGLESIA PREDICA LA DEIDAD DE JESUS

Por Hugo McCord

La iglesia bíblica, siendo "columna y baluarte de la verdad" (1 Tim. 3:15), está fundada en la Verdad, que es Cristo Jesús (Juan 14:6). "Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo" (1 Cor. 3:11). "Sobre esta roca ['Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente']," dijo Jesús, "edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:13-19). Si Pedro, quien hizo la buena confesión de que "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente," viviera ahora, se sentiría avergonzado de que algunos hayan dicho que él mismo era la roca en que fue edificada la iglesia. Pedro escribió que una predicción del Antiguo Testamento, "He aquí pongo en Sión la piedra angular, probada, preciosa" (Isaías 28:16), había sido cumplida, no en él, Simón Pedro, sino en Jesucristo (1 Pedro 2:6). La iglesia de hoy que es verdaderamente la iglesia de Cristo le da a él la preeminencia en todas las cosas (Colosenses 1:18). Sólo porque tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18) es capaz de salvar su iglesia, que es su cuerpo, en el cielo (Efesios 5:23).

El origen no humano de Jesús se discierne cuando miramos de cerca la clase de persona que él era. Casi sin excepción, tanto creyentes como no creyentes se unen en alegres alabanzas y cálida admiración hacia la persona de Jesús.

UNA DESCRIPCION

Habiendo mantenido sus deseos juveniles bajo control, Jesús se mantuvo en la religión desde muy joven. Aunque sabía que era el Hijo de Dios, mientras era un joven se sujetó a sus padres terrenales, y aprendió a ejecutar tareas duras aunque sabía que sería predicador. Aunque no se casó, respetaba a las esposas y a las madres. Aunque autoritativo, era sin embargo manso y humilde. Aunque no era estudiado, fue maestro de maestros. Cansado y hambriento, mas devorado por el deseo de salvar almas, olvidó sus propias necesidades. Obsesionado con la justicia, rehusó avergonzar a una pecadora penitente y en vez de ello reprendió a sus perseguidores. Libre de prejuicios raciales, fue amigo de los odiados samaritanos. Libre del amor al dinero, sin tener siquiera una almohada, se contentaba en la riqueza de las buenas obras. Libre de ambiciones mundanas, rechazó las tentativas de hacerle un rey terrenal. Libre de egoísmo, trabajó tarde y mañana haciendo el bien. Libre de hacerse recto en su propio juicio, fue amigo de pecadores. Sintiendo respeto por las cosas sagradas, por la fuerza libró al templo de Dios del comercialismo y la truhanería.

Jesús delató la auto-rectitud de una secta religiosa llamada los fariseos. Contestaba mordazmente a los que mostraban doblez, mas con los que se mostraban penitentes era gentil y de fácil acceso. Como amaba a los infortunados, aún a expensas de su popularidad ayudaba a los que tenían necesidad. Movido a compasión, alimentó a una multitud de gente hambrienta. Con llanto y pesadumbre ante la muerte, consolaba a los que tenían el corazón destrozado.

Habiendo nacido de padres humildes en un establo, nunca se hizo mayor que la gente del pueblo. Hizo lavatorio de pies y la gente del pueblo se sentía cómoda en su presencia. No tenía peculiaridades ni opiniones discriminatorias en ningún asunto. Era devoto en exceso, mas no un asceta. Aunque su perspectiva general no se enfocaba en este mundo, no obstante se concentró en su trabajo para el mundo. Era una persona totalmente balanceada, combinando perfectamente la piedad con la filantropía.

Nunca mostró vacilación ni cometió errores, estando al frente de cada situación. Completamente dueño de sí mismo, pero libre de autosuficiencia, recibió fortaleza para ayudar en horas de necesidad a través de devocionales privados con su Padre. Haciendo suya la voluntad del Padre, sin desviarse se negó a sí mismo para bendecir a la humanidad. Con amor hacia sus enemigos, sin resentimientos, perdonó a sus verdugos y oró por ellos. Habiendo amado a su prójimo más que a sí mismo, se ganó la bendición de su Padre y la gratitud de los pecadores.

DIOS CRISTO ESPIRITU SANTO

Aunque Jesús no hubiera alegado su deidad, su carácter mismo lo hubiera hecho por él. Ningún otro humano ha podido acercarse a la medida de la estatura de la plenitud de Jesucristo. Dicen los testigos haber percibido su gloria, como la gloria de un ser único en su naturaleza, lleno de gracia y verdad. Si no era divino, nunca podremos explicarnos su carácter.

LOCURA, DEPRAVACION O DEIDAD

Resultaría una contradicción atribuir bondad a Jesús negando, sin embargo, su deidad. Un hombre bueno no engaña. Jesús alegó su deidad y de tal manera convenció a millares, que se comprometieron totalmente a su liderazgo. Si no fuera divino, no sería una bendición sino que se convertiría en el mayor engaño y en el hombre más malvado del mundo. Alabándose a sí mismo, prometiendo vida abundante tanto aquí como en el más allá, pero sin poder cumplirlo, este hombre sería un malévolo alfeñique. Estando en su sano juicio, lo cual es indudable, si no fuera Dios, no sería bueno.

Los Unitarios sufren ambivalencia, pues admiran a Jesús como hombre pero rehúsan reconocer su deidad. Los Testigos de Jehová hacen de Jesús más que un hombre, pero niegan su igualdad con el Padre (Filipenses 2:6). La Escritura asevera que en él "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col. 2:9). No le falta nada, siendo la misma representación de la sustancia del Padre (Hebreos 1:3). No nos extraña que Tomás exclamara, viendo a Jesús, "Mi Señor y mi Dios" (Juan 20:28).

JESUS NO FUE INVENTADO

La historia de Jesús no podía ser ficticia. Si lo fuera, cómo pudieron entonces los escritores de los evangelios conspirar en tal ficción, y dónde obtuvieron sus ideas sobre tal persona, son ambas cosas inexplicables. No cabe en la imaginación que una persona como esa fuera inventada por ellos, y en sí es algo milagroso.

* Una gran porción de este artículo fue tomada del Capítulo VI del libro del autor, ¿Del Cielo, o de los Hombres?", publicado por Firm Foundation Publishing House, Austin, Texas.

LA IGLESIA CREE EN UNA BIBLIA INSPIRADA

Por Arlie Hoover

La pregunta, "Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?" se encuentra en Lucas 6:46. Cuando Jesús hizo esta pregunta estaba criticando a aquéllos que, tanto entonces como ahora, tratan de hacer una distinción falsa entre su persona y su palabra. Algunos amigos dicen, "Creo en Jesús, de modo que, ¿qué importa lo que yo piense sobre la Biblia?

Pero las iglesias de Cristo dicen que sí importa. ¡Importa mucho lo que uno cree sobre la Biblia! El propio Jesús no permitiría que se hiciera esa falsa distinción entre su persona y su palabra. A menudo citaba las Escrituras como que venían de Dios Padre (Mateo 19:4-5). Cuando los fariseos trataron de cambiar el mandamiento de Dios en la Ley de Moisés por su propia tradición, él los acusó de invalidar la Palabra de Dios (Marcos 7:13).

La declaración más vigorosa de Jesús acerca de la veracidad de la Biblia está en Juan 10:35. En una discusión acerca de su divinidad él citó el Salmo 82:6 y entonces añadió estas fatídicas palabras, "Las Escritura no puede ser quebrantada." Toda vez que la Escritura no puede ser quebrantada, toda apelación a la Escritura es final; no puede ser retada ni desaprobada, ni negada.

El alto concepto que Cristo tenía de la Biblia claramente emanaba de sus constantes referencias a los acontecimientos en el Antiguo Testamento. Siempre los consideró verdaderos, de actualidad e históricamente fidedignos. Por ejemplo, él menciona la creación, el diluvio, las vidas de Abraham, Isaac, Jacob y David, la destrucción de Sodoma, el sufrimiento de Jonás, y muchos otros episodios.

El nunca usó esas historias del Antiguo Testamento como si fueran mitos o leyendas. Por el contrario, su autenticidad era esencial a lo que él argumentaba. Si Adán realmente no existió, entonces la enseñanza de Cristo caía por su peso (Mateo 19:4-6). Si David realmente no comió los panes de la proposición, entonces la defensa de Jesús de su propia acción similar era muy floja (Mateo 12:1-4). Si Jonás realmente no predicó a Nínive para arrepentimiento, esto hace aparecer a Cristo como un tonto usando esto como ilustración de su propia venida (Mateo 12:41). Los que tienen en poco a la Biblia hacen que nuestro Señor parezca ingenuo.

Cuando nos referimos a la Biblia como la Palabra inspirada por Dios, esto no desmerece la gloria de Jesús como la Palabra viva, encarnada. De igual manera, llamar a Jesús la Palabra de Dios de ninguna manera hace a la Biblia un libro inferior. Jesús y la Biblia, ambos, ¡son la Palabra de Dios! Jesús es la Palabra personal de Dios, y la Biblia es la Palabra escrita de Dios.

¿Qué queremos significar cuando decimos que la Biblia es la Palabra inspirada por Dios? Simplemente, que Dios controló la producción de Su Palabra. La labor no fue subordinada. Queremos con esto decir que los escritores de la Biblia contaban con una supervisión sobrenatural cuando escribieron las palabras de Dios, y que el Espíritu Santo las preservó de todo tipo de errores; errores de hechos, de doctrina, o de juicio. Queremos decir que el Espíritu Santo influenció aún el lenguaje escogido de modo que las palabras usadas fueran verdaderamente las palabras de Dios (1 Cor. 2:13).

En resumen, mantenemos nuestra posición junto a aquellos grupos conservadores que afirman creer en la inspiración verbal absoluta.

Pedro lo expresó muy bien: "Ninguna profecía de la Escritura procede de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo movidos por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:20-21). El significado literal de la palabra "movidos" en este pasaje es "llevados por" al igual que una corriente oceánica puede llevar un barco a través del agua. Pedro dice que aunque los instrumentos necesarios para la revelación eran humanos, el mismo Dios era la fuente esencial.

Pablo dijo a Timoteo que "Toda la Escritura es inspirada por Dios" (2 Tim. 3:16). La frase "inspirada por Dios" viene de una palabra griega, theopneustos, que literalmente quiere decir "soplada por el aliento de Dios". ¡Toda la Escritura viene del "aliento de Dios", exhalado por el Todopoderoso! Este es uno de los pocos pasajes que afirman claramente el origen divino de la Biblia.

No debemos dar por sentado que nuestra creencia en la absoluta inspiración verbal indica una "teoría de dictado", donde el Espíritu de Dios usó a los escritores de la Biblia como podría usarse una grabadora. Esto convertiría a los escritores de la Biblia en instrumentos pasivos o robots. Si las Escrituras hubieran sido dictadas en esta forma, hubiera sido difícil explicar pasajes como Lucas 1:1-4 donde Lucas explica su dependencia en fuentes de información. No hay contradicción entre la investigación personal del escritor y la guianza del Espíritu Santo.

No sabemos gran cosa acerca del método preciso de inspiración. En la Biblia no se explica cómo lo hizo Dios. Es el producto, no el proceso, lo que es importante. No importa como lo haya hecho Dios, el resultado es Su Palabra. Lo que se escribió fue lo que El deseaba que se escribiera.

Por tanto, la Biblia es nuestra autoridad, precisamente porque no es palabra de hombre sino de Dios, la Palabra de Dios totalmente confiable, la Palabra de Verdad (Juan 17:17). Todo el que diga "Jesús es el Señor" pero le quita importancia a la Palabra de Dios, es hipócrita y ambivalente. Podemos demostrar nuestra sumisión al señorío de Cristo únicamente por nuestra rendición incondicional, absoluta, a las enseñanzas de Su Palabra.

LA IGLESIA ES SALVA POR LA SANGRE DE CRISTO

Por Basil Overton

Para darles ánimo cuando sufrían a causa de la persecución, el apóstol Pedro escribió a los cristianos lo que sigue: "Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (1 Pedro 1:18-19).

Sabemos que el oro y la plata son incorruptibles pero que la sangre es corruptible. Sin embargo Pedro dice que el oro y la plata son corruptibles y que la sangre de Cristo es incorruptible. ¿Significa esto que la sangre que estaba en el cuerpo de Cristo no era corruptible? Si alguien tuviera la sangre física de Cristo en un frasco, no le beneficiaría en lo concerniente a ser salvo de sus pecados. ¿Cómo entonces es incorruptible la sangre de Cristo? ¿Cómo somos redimidos por ella?

LA IMPORTANCIA DE LA SANGRE EN LA BIBLIA

Bajo la ley de Moisés, Dios prohibió comer sangre. Su razón fue que: "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona" (Levítico 17:11). "Porque la vida de toda carne es su sangre; por tanto, he dicho a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su sangre; cualquiera que la comiere será cortado" (Levítico 7:14).

La Biblia no solamente enfatiza que hay vida física en la sangre, también enseña que la sangre simboliza vida espiritual. "Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano" (Ezequiel 3:18). Al decir esto a Ezequiel, Dios igualó "su vida" con "su sangre" al referirse al hombre impío. Lo cual quiere decir que si Ezequiel fallaba en advertir al impío, Dios haría a Ezequiel responsable de que el hombre se perdiera o muriera en su iniquidad. Ezequiel era responsable por la vida espiritual del hombre, y en ese texto la sangre del impío equivalía a su vida espiritual.

Cuando Judas devolvió las treinta piezas de plata a aquéllos que se las dieron por traicionar a Jesús, él dijo, "He pecado entregando sangre inocente" (Mateo 27:4). Esto quiere decir que Judas se dió cuenta de que había traicionado a un hombre cuya vida era pura y sin pecado. "Sangre inocente" quiere decir vida inocente.

"Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo, 'Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.' Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:24-25). Pilato estaba tratando de librarse de la responsabilidad por la muerte de Jesús, por lo que dijo que era inocente de la sangre de Jesús. Les estaba diciendo que era responsable por quitarle la vida a Jesús. El pueblo respondió a Pilato que ellos asumirían la responsabilidad por quitarle la vida, o sea que estaban dispuestos a que fuera echada sobre ellos y sobre sus hijos la sangre de Jesús.

Más tarde los judíos se sentían incómodos porque presentían que los apóstoles proyectaban echar sobre ellos la sangre de Jesús (Hechos 5:28). Los apóstoles estaban tratando de echar la sangre de Jesús sobre esos judíos, aplicándola en un sentido espiritual, para que fueran limpios de pecado.

¿POR QUE PUEDE SALVAR A TODOS LA SANGRE DE JESUS?

¿Cuán preciosa es la sangre de Cristo? ¿Por qué es capaz esa sangre de salvar a todos los pecadores? Como dice el himno, "Hay poder en la sangre." ¿Cómo puede haber tanto poder en la sangre de Jesús? "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7).

La sangre de Jesús es tan poderosa que puede salvar a todos de sus pecados porque su vida fué más grande que la nuestra. ¡Porque no pecó! (1 Pedro 2:22-25). Aún Judas rcconoció que Jesús era inocente. El no dijo, "He pecado, pero Jesús hizo algunas cosas malas también." ¡Judas sabía que Jesús era sin pecado! Aún Pilato, que en vano buscaba encontrar algo malo en Jesús, no halló delito alguno en él. (Lucas 23:14).

Pablo manifestó que "Dios puso a Jesús como propicación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe en Jesús" (Rom. 3:25-26).

En la carta que Pablo escribió a la iglesia en Roma, la justicia de Dios se refiere en general al nivel de instrucción al que debemos sujetarnos como esclavos (Romanos 6:16-18, 10:1-3). Pero en Romanos 3:25-26 Pablo hace énfasis en que él se refiere a la santidad y pureza de Jesús, o sea, como dice él, "a fin de que él sea el justo." Es por esta razón que podemos tener fe en su sangre, porque su vida fue perfecta. La única razón por la que su muerte es importante es porque la vida que vivió fue perfecta. Su sangre representa su vida. Es en este sentido que la sangre es incorruptible.

NUESTRA RELACION CON LA SANGRE

No estamos relacionados con la sangre de Cristo en alguna forma mística. Lo que nos dice el Nuevo Testamento sobre nuestra relación con la sangre es muy práctico.

1. Algunos dicen que no importa en qué doctrina uno cree siempre que acepte la sangre de Jesús. Sin embargo, el Nuevo Testamento hace claro que debemos aceptar el pacto de Cristo para obtener los beneficios de su sangre. Para aceptar el pacto, o testamento de Cristo, debemos creer en la doctrina que encierra.

Cuando Jesús instituyó la Cena del Señor, dijo del fruto de la vid, "Porque esto es mi sangre del Nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de pecados" (Mateo 26:28).

La sangre de Jesús no es meramente sangre, sino "la sangre del pacto" (Hebreos 10:29; 13:20). Si lo que creemos y practicamos en religión no es el pacto de Cristo, o si no está autorizado por Cristo en el Nuevo Testamento, no es bajo la sangre de Cristo y por tanto no es correcto.

2. El concepto de algunos es que la Cena del Señor no tiene mucha importancia comparada con la sangre de Cristo. Alguien me dijo, "Quiero decirle que he sido cristiano desde hace cincuenta años y nunca he tomado la Cena del Señor." Nadie puede obtener los beneficios de la sangre de Cristo si hace caso omiso o descuida la Cena del Señor, no tomándola cada primer día de la semana. La sangre de Cristo es simbolizada en la mesa del Señor a través del fruto de la vid. Cuando comemos a la mesa del Señor, recordamos a Jesús. En cuanto a comer en su mesa, él dijo, "Hacedlo en memoria de mí." Por cierto que recordamos su muerte, pero esa muerte no tiene significado si no recordamos su vida perfecta; por tanto recordamos su vida perfecta. Cuando descuidamos la Cena del Señor demostramos cuán poco pensamos en la sangre de Jesús, y cuando demostramos lo poco que pensamos en la sangre de Jesús, demostramos lo poco que pensamos en su vida y cuán poco pensamos en él.

3. Otros piensan que no importa si no estamos en la iglesia mientras se crea en la sangre de Cristo. Pero la iglesia de la cual nos habla la Biblia, la iglesia del Señor, fue comprada con su sangre (Hechos 20:28). No se puede ser salvo fuera de aquello que fue comprado con la sangre de Cristo, quien se dió a sí mismo por la iglesia (Efesios 5:25). En el Nuevo Testamento, "la iglesia" quiere decir "los salvos". No se puede ser salvo fuera de la iglesia de igual modo que no se puede ser salvo separado de los salvos. En vez de buscar una iglesia que se acomode a uno, debemos buscar en el Nuevo Testamento para ver cuál es la iglesia en la que el Señor quiere que estemos. La redención en Cristo es por la sangre de Jesús (Efesios 1:7). Estar en Cristo es igual que estar en su cuerpo que es la iglesia. (Col. 1:2; 3:15; 1:18). Por tanto, la salvación por la sangre de Jesús está en su iglesia.

4. Después de haberle demostrado, citándole Hechos 2:38, que el bautismo es para remisión de pecados, una señora me dijo, "No veo cómo el bautismo puede ser para redimirnos de pecado cuando la Biblia dice que la sangre que Cristo derramó es para la remisión de pecados." Pero en Pentecostés, a los que creyeron lo que él había declarado sobre Cristo, Pedro dijo que se arrepintieran y fueran bautizados en el nombre de Jesucristo para remisión de pecados (Hechos 2:38). Por tanto, el bautismo tiene que tener algún significado común con el derramamiento de sangre de Jesús para la remisión de pecados.

Lo expliqué de esta manera a la señora, y a su hijo y su esposa: La sangre de Cristo fue derramada para perdón de pecados en el sentido de que, habiendo dado Jesús su vida por nosotros, hizo la remisión de pecados accesible a todos los perdidos. ¿Por qué no se salvan todos los perdidos? Porque no todos los perdidos aceptan o adquieren lo que Jesús hizo accesible con el derramamiento de su sangre. Lo que Jesús hizo accesible en la cruz del Calvario lo adquiere el que cree y confía en él, arrepintiéndose de sus pecados, confesándole como el Hijo de Dios, y siendo bautizado en Cristo para perdón de pecados. El bautismo es para perdón de pecados en el sentido de que, cuando uno es bautizado por la autoridad de Jesús, o en su nombre, es bautizado en Cristo y en su muerte, y por tanto adquiere lo que el Señor hizo accesible cuando derramó su sangre (Rom. 6:3). Al bautizarse uno entra en la relación espiritual que el Nuevo Testamento llama "en Cristo", o en la iglesia, donde salva la sangre de Cristo.

LA IGLESIA SOSTIENE QUE EL REINO DE DIOS FUE ESTABLECIDO EN PENTECOSTES, EN EL AÑO 33 D.C.

Por M. H. Tucker

Junto con la redención en Cristo, el reino es el tema más sobresaliente en la Biblia. Ambos están tan relacionados entre sí que el interpretarlos mal implica malinterpretar muchas cosas de la Biblia.

Muchas teorías caprichosas acerca del reino de Dios han sido hilvanadas por hombres que sólo obscurecen su naturaleza real. Una de las más destacadas afirma que el reino no ha sido establecido, pero que lo será cuando Cristo regrese. En esa época, dicen ellos, Cristo gobernará en un trono real en Jerusalén durante mil años. Además, esta teoría declara que el reino y la iglesia no son una misma institución; que la iglesia fue algo añadido como una ocurrencia tardía porque el reino fue rechazado cuando Cristo intentó establecerlo durante su primera venida. Esta teoría se conoce comúnmente como premilenialismo.

EL REINO Y LA IGLESIA

El reino y la iglesia son una misma institución. Las dos palabras expresan diferentes aspectos de esa institución al igual que las palabras "cuerpo" (Efesios 1:22-23) y "casa" (1 Tim. 3:15) expresan diferentes aspectos de la iglesia. Las siguientes reflexiones demuestran que el reino y la iglesia son lo mismo.

(1) Jesús utilizaba las palabras indistintamente. En Mateo 16:18 él dijo, "Edificaré mi iglesia". Al mismo tiempo dijo, "A tí te daré las llaves del reino" (Mateo 16:19). Si los dos no son lo mismo, Cristo edificó una cosa, pero dió a Pedro las llaves de otra cosa. Si el reino no ha sido establecido, Pedro y los otros apóstoles nunca han usado las llaves, y uno se pregunta ¿para qué se las dieron?

(2) La Cena del Señor iba a ser en el reino. Cuando Cristo instituyó la cena del Señor, dijo, "Les asigno un reino como mi Padre me lo ha asignado; para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino" (Lucas 22:29-30). Sin embargo, en la iglesia en Corinto se participaba en la cena del Señor (1 Cor. 11:17-30), y en la iglesia en Troas (Hechos 20:7). Toda vez que la cena del Señor que debía estar en el reino se celebraba en la iglesia, el reino y la iglesia deben ser lo mismo.

(3) La semilla produce súbditos del reino y miembros de la iglesia. En la parábola del sembrador, Jesús llamó la palabra de Dios la "palabra del reino" (Mateo 13:19). En Lucas 8:11 la palabra de Dios es llamada la "semilla". Cuando la semilla o la palabra del reino fue recibida por corazones honestos produjo súbditos del reino. Sin embargo, cuando la misma semilla fue recibida por los corintios, ella produjo miembros de la iglesia. "Muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados" (Hechos 18:8). Más tarde, cuando Pablo escribió a esos cristianos les llamó "la iglesia de Dios que está en Corinto" (1 Cor. 1:2). Dios decretó que la semilla debe dar fruto según su género (Génesis 1:11). Toda vez que la palabra de Dios, la semilla, produce súbditos del reino y miembros de la iglesia, y como la semilla producirá el mismo fruto, de esto se deduce que ser miembro de la iglesia es igual que ser súbdito del reino.

(4) Después del día de Pentecostés se habla del reino y de la iglesia como de una realidad presente. Hechos 2 es el punto sobre el cual gira la historia de la Biblia. En ese capítulo se registran los acontecimientos del primer día de Pentecostés después de la resurrección de Cristo. Antes de ese capítulo se habla del reino y de la iglesia como de algo futuro. Antes, Cristo había dicho, "Edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18). En el último versículo de Hechos 2:47 leemos que "el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" (verso 47).

De la misma manera, el reino no era una realidad antes de Hechos 2: existía solo en promesa y profecía. Juan predicó, "el reino se ha acercado" (Mateo 3:1-2). Jesús predicó, "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado" (Marcos 1:15). Dijo además, "Hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios cuando haya venido con poder" (Marcos 9:1). Después de Hechos 2, se dice que el reino ya existe. Los miembros de la iglesia en Colosas estaban en el reino. Pablo dijo, "El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo" (Col. 1:13). Juan dijo que él estaba en el reino (Apoc. 1:9).

Toda esta evidencia demuestra claramente que la iglesia y el reino son una misma cosa. Si el uno ha estado en existencia desde el año 33 D.C., la otra ha estado en existencia desde entonces.

CRISTO REINA ACTUALMENTE

Como se dijo anteriormente, el premilenialismo enseña que el reino fue ofrecido a los judíos en su primera venida pero fue rechazado. Por tanto, se retiró la oferta y el reino se echó a un lado hasta su segunda venida, en cuyo tiempo comenzará a reinar en un trono terrenal en Jerusalén. Que lo antedicho es falso y que Cristo reina ahora como Rey de Reyes puede verse de lo siguiente:

(1) Cristo no puede reinar en la tierra. Una profecía del Antiguo Testamento declara que ninguna semilla (descendiente) de Conías (Jeconías) prosperará ni logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá" (Jeremías 22:30). La genealogía de Cristo en el primer capítulo de Mateo cataloga a Cristo como descendiente de Jeconías (Mateo 1:12). Siendo Cristo de la simiente de Conías y siendo que ninguna simiente de éste había de reinar en el trono terrenal de David, se deduce que Cristo no puede reinar en el trono de David en la tierra. Esto no prohibe a Cristo reinar sobre el trono de David, sólo le prohibe reinar en el trono de David en la tierra. En Lucas 1:32-33 vemos que "el Señor Dios le dará el trono de su padre David ..." Ahora Cristo reina desde el cielo.

(2) Cristo comenzó a reinar después de su ascención. En el año 33 D.C., después de Pentecostés, Pedro afirma que la profecía de David referente a uno que se sentaría en su trono se cumplió con la resurrección de Cristo. "Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le había asegurado con juramento que de su descendencia, en cuanto a la carne, haría surgir al Cristo para que se sentase en su trono, viéndolo de antemano, habló de la resurrección de Cristo ..." (Hechos 2:30-31).

(3) Cristo dejará de reinar cuando llegue el fin. Contrario al premilenialismo, que afirma que Cristo comenzará a reinar cuando vuelva, la Biblia enseña que él dejará de reinar cuando vuelva. "Después el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo principado, toda autoridad y potencia. Porque es preciso que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será suprimido es la muerte" (1 Cor. 15:24-26). (Enfasis nuestro).

El reino de Dios tiene ya casi 2,000 años. Como rey, Cristo gobierna sobre sus súbditos. La iglesia de Cristo tiene 2,000 años y Cristo, como cabeza, dirige a sus miembros. Gracias a Dios que el reino permanecerá para siempre (Daniel 2:44) y que "las puertas del Hades" no prevalecerán contra la iglesia (Mateo 16:18).

LA IGLESIA SOSTIENE QUE LA SALVACION ES POR FE PERO NO POR FE SOLAMENTE

Por Batsell Barrett Baxter

La salvación viene por la gracia de Dios. Es un regalo de Dios movido por su amor a nosotros, y se nos da a través de Jesucristo. Gracia significa "favor inmerecido". La salvación es una bendición inmerecida, no ganada, ofrecida gratuitamente a toda la humanidad y hecha posible por el sacrificio de Cristo en la cruz. En resumen, no había forma en que el hombre pecador pudiera ganar o merecer la salvación, por tanto Dios se la ofrece como un regalo. Estas son las Buenas Nuevas, o el Evangelio.

Una de las declaraciones más claras sobre este tema viene de la pluma del apóstol Pablo en Efesios 2:8-9, donde dijo, "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, porque es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Este pasaje enfatiza que la salvación es un regalo de Dios -- un acto de gracia. Mayor hincapié no se puede hacer en el hecho de que la salvación es un don de Dios -- un acto de gracia.

LA SALVACION POR FE

En Efesios 2:8-9, citado arriba, hay varias palabras claves, dos de las cuales sobresalen. La primera es gracia, el favor inmerecido de Dios que ofrece salvación a todos los hombres gratuitamente. La segunda palabra clave es fe, que es la respuesta del hombre a ese regalo de Dios. La salvación es por gracia, de parte de Dios; y por fe, de parte del hombre.

Es sumamente importante que comprendamos ahora lo que significa la fe. ¿Qué quiere decir fe, exactamente? Muchos la definen como una aceptación mental de ciertos hechos. Esa es la fe histórica y tenemos fe histórica acerca de muchas cosas. Creemos, por ejemplo, que existen ciertas ciudades y que cierta gente ha vivido aunque nunca hayamos visto las ciudades ni conocido la gente. Esa clase de fe, sin embargo, no es suficiente para salvar al hombre. Los demonios creen, y tiemblan (Santiago 2:19), pero no serán salvos. La fe que salva es algo más allá de la aceptación mental de la existencia de Dios y de Cristo. Es eso también, pero es aún más.

El tema del libro a los Romanos es "salvación por fe". Cuando estudiamos ese libro encontramos que para el apóstol Pablo la fe significaba una aceptación mental de la existencia de Dios y de Cristo, unido a un compromiso activo de su vida. Cuando un hombre tiene fe, no solamente cree, sino que se reviste de Cristo. La forma más clara de expresar lo que Pablo quiere decir es leer una frase de la oración inicial en Romanos y otra de la oración final. En la oración inicial encontramos la expresión "la obediencia de la fe" (Romanos 1:5). Pablo enfatiza la fe a través de los dieciséis capítulos que comprenden el libro. Es la fe en obediencia; fe que incluye dentro de sí la obediencia a la voluntad de Dios. Cuando llegamos al final del libro, encontramos que Pablo utiliza la misma expresión "para obediencia de la fe" (Romanos 16:26). Somos salvos por gracia, a lo cual debemos responder en obediencia por fe. La gracia es de parte de Dios y la fe es de nuestra parte. Para que sea fe salvadora, tiene que incluir en sí misma la obediencia que Dios espera de nosotros.

Nos inquietan aquéllos cuya interpretación de la fe les guían a predicar en muchos púlpitos del país así como en programas de radio y televisión, que todo lo que hay que hacer para ser salvo es creer de todo corazón. A menudo se enfatiza que siempre que una persona crea en el Señor y se compromete mentalmente con el Señor, inmediatamente es salvo. Algunas veces a esto le llaman "nacer de nuevo", y que puede pasar mientras se viaja en avión, o mientras se ora arrodillado, o cuando uno se enfrenta con una crisis en su vida. Esta interpretación de la fe que es creencia común en mucha gente, no es la interpretación de la fe que se refleja en las páginas de las Escrituras inspiradas. La fe bíblica es una fe en obediencia.

GRACIA Y FE

¿Qué relación hay entre la gracia y la fe? "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su unigénito Hijo para que todo aquél que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). Ambos elementos -- la gracia de Dios y la respuesta del hombre -- aparecen en este pasaje. Luego en ese mismo capítulo hay otra oración, "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna, mas el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él" (Juan 3:36). En esta oración, creer es el lado positivo, mientras que lo opuesto, el lado negativo, es la desobediencia.

La salvación es un regalo de Dios, no puede haber duda sobre esto. Pero este regalo debe ser adecuado a la respuesta del hombre en fe obediente. La gracia hace posible la salvación, pero la fe obediente la hace un hecho. Cuando el hombre responde a la oferta de salvación de Dios con la fe bíblica, no es que esté ganando o que merezca el regalo, sino que la está aceptando con la condición con que el Señor prometió darla.

En relación con esto leamos .2 Tesalonicenses 1:7-9: "... y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando sea revelado el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluídos de la presencia del Señor y de la gloria de su potencia." Véase que la venganza del Señor el día del juicio se ejecutará sobre: (1) aquéllos que no conocen a Dios, y (2) los que no obedecen el evangelio. Estos pasajes obviamente demuestran que es imperativo obedecer los mandamientos de Dios si uno espera la salvación eterna.

Este énfasis en la obediencia no debe malinterpretarse. No ganamos la salvación, pero debemos cumplir con las condiciones puestas por el Señor para recibir el don gratuito de la salvación eterna. Cristo dijo, "Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues hemos hecho lo que debíamos hacer" (Lucas 17:10). El hombre no puede ganar la salvación por obras de mérito, pero debe cumplir con las condiciones que el Señor ha puesto para recibir la salvación gratuita.

EJEMPLOS DE CONVERSION EN EL NUEVO TESTAMENTO

En el libro de los Hechos encontramos ocho conversiones mayores, como modelos para la gente de todas las épocas. En cada caso el evangelio de Cristo les fue predicado, la gente creyó de corazón, pero no se quedaron así, sino que quisieron demostrar su fe de alguna manera (confesando a Cristo como su Salvador) y entonces fueron bautizados para el perdón de pecados.

Veamos como ejemplo el comienzo de la iglesia el día de Pentecostés, cuando 3,000 fueron salvos. Todo comenzó con la predicación de un gran sermón acerca de Cristo por el apóstol Pedro. Entonces leemos, "Al oir esto se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Y Pedro les dijo, 'Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo ...' Y con otras muchas palabras testificaba solemnemente y les exhortaba, diciendo: 'Sed salvos de esta perversa generación.' Asi que los que acogieron bien su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas" (Hechos 2:37-38; 40-41). En este ejemplo se demuestra muy claramente la fe en obediencia: Oyeron el evangelio de Cristo, y al creerlo preguntaron qué debían hacer. Pedro les pidió que se arrepintieran de sus pecados y que se bautizaran. Cuando su fe en Cristo se demostró mediante su obediencia a las condiciones impuestas para la salvación, entonces nos dice la Escritura que fueron añadidos a la iglesia o familia de Dios. En cada una de las otras historias de conversión podemos encontrar el mismo patrón.

Somos salvos por la gracia - de parte de Dios; y somos salvos por la fe - de parte del hombre. Pero la fe bíblica es algo más que mera creencia. Es más que un compromiso intelectual. Envuelve obediencia: confesar a Cristo delante de los hombres (Mateo 10:32-33), arrepentirnos de nuestros pecados (Lucas 13:3), y bautizarnos para el perdón de nuestros pecados (Hechos 2:38).

LA IGLESIA DE CRISTO ES ESENCIAL PARA LA SALVACION

Por Doyle Crawford

Estas palabras de Jesús, "Edificaré mi iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18), revelan su determinación de establecer su iglesia. Tal determinación demuestra que él la consideraba importante.

La palabra "Hades" en la Biblia ("Infierno" en la Versión King James), significa, de acuerdo con Webster, "El estado o lugar de descanso de los muertos." Jesús murió en la cruz del Calvario (Lucas 23:46) y entró al lugar de los muertos. Pedro, sin embargo, aseveró en Hechos 2:27 que su alma no fue dejada en ese lugar, sino que fue levantada (Hechos 2:32). Ni siquiera la muerte podía retener el alma de Jesús ni evitar que edificara su iglesia.

LA PALABRA "IGLESIA"

Un notable erudito del lenguaje del Nuevo Testamento ha expresado que la palabra "Iglesia" (del griego "ekklesia"), en su uso cristiano, quería decir: "(a) Una asamblea de cristianos reunidos para adorar ... (b) Una compañía de cristianos ..."

Es evidente que Cristo edificó una compañía de cristianos, que es lo que expresa la idea de edificación de que habló Jesús. Sería más natural hablar de edificar gente en una compañía que en una asamblea. Dondequiera que la gente sigue fielmente las enseñanzas del Nuevo Testamento de Jesús, son identificados como la iglesia de Cristo.

COMPRADOS POR LA SANGRE DE CRISTO

El apóstol Pablo conversaba con los ancianos de la iglesia de Efeso, estimulándoles en sus responsabilidades hacia la iglesia (Hechos 20:17-28). Les recordó la importancia de ese grupo y sus deberes, declarando que la iglesia era aquéllo que Cristo "compró con su propia sangre" (Hechos 20:28). Descuidar su trabajo en la iglesia del Señor significaría descuidar aquello por lo que Cristo murió.

Jesús no le había restado importancia a esta compañía por la que derramó su sangre. Descuidar nuestros deberes hacia la iglesia hoy día es renunciar a las responsabilidades hacia el cuerpo por el que fue derramada la sangre de Cristo. Apelemos a la razón. ¿Puede uno abandonar un deber tan importante y continuar agradando a Dios? ¿Puede uno declarar no esencial a la iglesia, negándose a formar parte de ella, y obtener aún la aprobación divina?

CRISTO, EL SALVADOR DE LA IGLESIA

Efesios 5:22-23 contiene una hermosa analogía entre la relación de marido y mujer y la de Cristo y la iglesia. El versículo 23 dice, "Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su salvador." El apóstol concluye que maridos y esposas debieran imitar la relación de Cristo y la iglesia.

Note que Cristo es "el salvador del cuerpo". Esto estaba claro para los primeros cristianos, sabiendo que la iglesia era objeto de la gracia contínua del Señor. El apóstol no dice nada más para probarlo, sino que usa lo que ya sabían los cristianos que era cierto para enseñar lecciones vitales sobre el matrimonio.

No sabía Pablo, escritor de la epístola a los Efesios, de ningún otro grupo o persona que tuviera esta relación tan especial con Jesús. Los fieles en el cuerpo de la iglesia eran bendecidos por la salvación. ¿Puede uno abandonar la iglesia y gozar aún de la salvación? ¿Cómo podría ser esto cuando la iglesia es el grupo redimido por Cristo?

LA IGLESIA ES LA FAMILIA DE DIOS

Pablo escribió a Timoteo que él debería saber "cómo conducirse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente ..." (1 Tim. 3:15). La palabra casa se usa a menudo en las Escrituras para señalar una familia (ver Hechos 11;14;. 2 Tim. 1:16). La familia de Dios es conocida, por tanto, como la iglesia.

HIJOS DE LA FE

Nos dice Gálatas 3:26 que nos convertimos en miembros de la familia de Dios al hacernos sus hijos mediante la fe. El versículo siguiente nos dice cómo opera esa fe para hacernos miembros de la familia. Dice: "Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo" (Gál. 3:27). Cuando por fe en Jesús uno se bautiza en una relación adecuada con él, uno se convierte en miembro de la familia de Dios, que es la iglesia.

UN CASO DE PRUEBA

"Y el Señor añadía cada día a la iglesia a los que iban siendo salvos" (Hechos 2:47b). Este era el informe de los muchos conversos después de la ascención del Señor a los cielos. Hechos 4:23 se refiere a ellos como una "compañía", y esa misma gente es llamada "la iglesia" (Hechos 5:11; 8:2). ¿Cómo fue esa gente añadida a la iglesia? Recibieron bien la palabra y fueron bautizados (Hechos 2:41). Habiendo obtenido el perdón, ahora eran hijos de Dios, miembros de la familia o iglesia de Dios.

LO QUE LOS HOMBRES DICEN O LO QUE DICE CRISTO

La reacción del hombre hacia el concepto de la iglesia es variada. Algunos dicen que no tiene importancia ni derecho a existir. Otros dicen que es buena pero que hay otras instituciones igual de buenas. Y otros dicen que es imperativo tener una iglesia pero piensan que una es tan buena como la otra.

Una vez Cristo fue a sus discípulos y les preguntó, "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" (Mateo 16:13-16). Después que ellos le dijeron las opiniones de otros, él les preguntó, "Y vosotros, quién decís que yo soy?" (verso 15). Pedro contestó que él era el Cristo, el Hijo del Dios viviente (verso 16). Entonces Jesús le alabó por haber creído más el testimonio de Dios que las opiniones de los hombres.

Los hechos sobre la iglesia son parecidos a la idea que se tiene acerca de la persona de Jesús. Los hombres tienen muchas opiniones pero, en las Escrituras, Dios ha revelado su voluntad acerca de la iglesia. ¿Qué ha de creer usted con referencia a la iglesia? ¿Creerá usted a los hombres más que a Dios?

EN SU FE Y SU PRÁCTICA, LA IGLESIA NO ACEPTA NINGUN COMPROMISO CON TRADICIONES DE HOMBRES

Por J. A. McNutt

El significado original de la palabra "tradición" tiene que ver con pasar algo a las manos de otro. En el sentido religioso habría de referirse a pasar opiniones, doctrinas, prácticas, ritos y costrumbres de generación en generación a través de la comunicación oral. La nación judía está suscrita a un código de leyes orales que se dice fueron dadas a Moisés, y pasadas de boca en boca por los rabíes de una generación a otra, por lo que no están escritas en el Antiguo Testamento. Entre los musulmanes éstas abarcan los proverbios y hechos que se atribuyen a Mahoma, que tampoco fueron incluídos en el Korán. Otros cuerpos religiosos actuales tienen una multitud de enseñanzas y prácticas tradicionales que han añadido a su adoración y ceremonias, y no se mencionan ni una sola vez en el Nuevo Testamento.

LA TRADICION PUEDE SER BUENA O MALA

La naturaleza de la tradición no se determina solamente por su forma oral o escrita, sino también por su contenido y fuente original. ¿Es de Dios o de los hombres? ¿Está de acuerdo con la Biblia o contradice la Palabra de Dios? ¿Es del cielo o de los hombres? Pablo alabó a los corintios por aferrarse a las instrucciones (tradiciones) que él había dado (1 Cor. 11:2). Aquí él habla de instrucciones dadas por inspiración divina, porque dice, "Porque yo recibí de parte del Señor lo que también os he enseñado" (1 Cor. 11:23a).

Jesús condenó la tradición humana cuando ella interfería con la obediencia a Dios, diciendo a los líderes judíos, "Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición" (Mateo 15:6b). Y de nuevo nuestro Señor dijo a los fariseos, "¡Qué bien dejáis a un lado el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!" (Marcos 7:9). Algunos cuerpos religiosos actuales rechazan la palabra de Dios y siguen las tradiciones humanas en sus servicios de adoración.

RECHAZAMOS LA TRADICION HUMANA

Siendo gobernados por "Así dice el Señor" y proclamando "Hablar donde la Biblia habla y callar donde ella calla," no podemos ni deseamos comprometernos con la autoridad de la tradición humana. Pablo pidió a Tito que reprendiera a la iglesia en Creta para que no prestara atención a fábulas ni mandamientos de hombres "que se apartan de la verdad" (Tito 1:14-15). Otra vez Pablo escribió a la iglesia en Colosas, diciendo, "Pues si habéis muerto con Cristo a los principios elementales del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No toques, ni gustes, ni manejes (en conformidad a mandamientos de hombres), cosas que están todas destinadas a destruirse con el uso?" (Col. 2:20-22). ¿Ha guardado usted desde la niñez ciertos llamados días santos? ¿Fue bautizado cuando aún era un bebé? ¿Qué hay de los rituales en donde usted se congrega? ¿Están las prácticas tradicionales de la iglesia actual basadas en la palabra de Dios o en alguna autoridad humana?

¿QUE TIENE QUE VER LA PAJA CON EL TRIGO?

En Jeremías 23:28-29, Jehová inspiró al profeta Jeremías a manifestar a los falsos profetas algunas serias advertencias, así como al pueblo que estaba siendo engañado por ellos: "El profeta que tenga un sueño, cuente el sueño, y el que tenga mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice Jehová. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que hace pedazos la roca?" No es tiempo ahora para fábulas y sueños cuando las almas están muriendo y la humanidad desfallece por el pan de vida. La paja no tiene vida, mientras que la palabra de Dios vibra con energía y poder salvador (Romanos 1:16). La paja es sin valor mas la palabra de Dios es vida y es poder (Hebreos 4:12). Un científico puede producir un grano de maíz o de trigo que puede parecer idéntico al grano real, pero no le puede inyectar el germen de vida para que pueda producir una planta. Los hombres pueden fabricar sus propios sueños y declarar sus visiones, pero sólo la fe en Dios y la obediencia a su evangelio puede salvar nuestras almas (Santiago 1:21;. 1 Cor. 15:1-2).

EL PROBLEMA DE LA TRADICION ORAL

Estamos conscientes de que algunos alegan que existe un cuerpo de verdad inspirada, del cual Cristo habló y fue endosado por los apóstoles, que nunca fue puesto por escrito. Nos dicen ellos que esas verdades, aunque no se escribieron nunca, han sido transmitidas de boca en boca desde el primer siglo y son de igual autoridad que las escritas en nuestro Nuevo Testamento. Esta teoría de tradición oral se convierte en un problema real cuando uno considera cuán difícil es para la gente transmitir el informe de un hecho alrededor de un salón, y mucho más pasar un mensaje correctamente a través de veinte siglos. ¿Cómo podría tal mensaje ser confiable a menos que cada individuo que lo haya transmitido hubiera sido inspirado? Esto implicaría inspiración continuada y revelaciones especiales. Por supuesto que ha habido ciertos maestros religiosos que han alegado ser inspirados y guiados por el Espíritu Santo. Esto, por supuesto, está en conflicto con lo que dice la Biblia acerca de una revelación completa y final (2 Pedro 1:3). Si nos han sido dadas todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, como afirma Pedro y nosotros también, ¿qué necesidad tenemos de revelación en este siglo? Dice Pablo, "Para que el hombre de Dios esté enteramente preparado para toda buena obra" (2 Tim. 3:16). Y Judas habla de la fe "que ha sido transmitida a los santos de una vez por todas" (Judas 3). Esto no da lugar a ninguna razón válida para la revelación continuada. Pero surge una pregunta que nos deja perplejos. Si esos maestros en la actualidad son guiados por el Espíritu Santo, ¿por qué se contradicen y se condenan unos a otros?

¿POR QUE ATARSE A AUTORIDADES HUMANAS?

Las tradiciones humanas ponen barreras a la confraternidad y echan a un lado la autoridad de la Biblia. La tradición humana pone sus propias leyes y restricciones. Ata lo que Dios ha desatado, y desata lo que Dios ha atado. Es tan malo ser un legislador en la iglesia como ser un infractor de la ley. Es difícil determinar cuál es peor, pero Dios los condena a ambos. Sabemos que los judíos condenaron al hombre que Jesús había sanado, porque había violado la tradición relativa a guardar el sábado por estar cargando su cama (Juan 5:10). Se nos dice que persiguieron a Jesús para matarlo porque violó su tradición. Aunque Jesús hizo la voluntad de su Padre, rehusó dejarse atar por la autoridad de ellos. A su vez Jesús acusó a los fariseos de haber infringido el mandamiento de Dios de cuidar de sus padres usando una tradición como excusa (Mateo 15:3-6).

LAS TRADICIONES PUEDEN CORROMPER EL CAMINO DE DIOS

A menudo las tradiciones de hombres han abierto las represas de cientos de innovaciones, que han corrompido y cambiado el gobierno de la iglesia y alterado además la postura doctrinal de la iglesia. En un artículo que apareció el 16 de abril de 1981 en el "Gospel Advocate", Jim E. Waldron escribe, en su página 243, "En la etapa actual de la historia, el 'cristianismo' que ve la mayor parte de la gente está cubierto con tantos tapices de la edad oscura, tantas sutilezas por distintas sectas, tanta infidelidad por los teólogos modernistas y tanto judaísmo por los sabatistas, que el hombre promedio se desespera por encontrar la vida sencilla de un discípulo cuyo único deseo es servir al humilde Hombre de Galilea. A la gente generalmente les disgusta más que se les demuestre que sus tradiciones son incorrectas, que si se habla contra Dios y la Biblia. Hablando de la Pascua, por ejemplo, encontramos que criticar el festival de 'Easter' se considera por muchos como una blasfemia, cuando en realidad el término 'Easter' emana de una antigua diosa mitológica anglosajona llamada 'Eastre' (New Webster's Dictionary of the English Language, p. 273). La celebración de la Pascua está basada en la tradición y no en la Escritura." Declaraciones semejantes pueden en verdad ser hechas relativas a guardar la Cuaresma, las Navidades y ciertos otros días santos.

NO ES UN CUERPO LEGISLATIVO

No está dentro de la competencia o poder de la iglesia el emitir leyes o estatutos, ni enmendar o cambiar, ni añadir o quitar de la voluntad de Dios revelada. La iglesia del Señor es una monarquía absoluta con Cristo como Rey de reyes, y Señor de señores. Todo poder ha sido conferido a Cristo, cabeza de la iglesia, y toda autoridad le ha sido dada en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18-19). La iglesia existe para predicar el evangelio y para hacer la voluntad de su Señor. No se ha dejado a discreción de la iglesia el emitir leyes ni decretos. El profesor John L. Girardeau, del Seminario Teológico de Columbia, en su libro Música Instrumental en la Adoración Pública, página 24, dice, "El principio del poder discrecional de la iglesia relativo a cosas no ordenadas por Cristo en su palabra, fue la fuente de la que gradualmente emanó la creciente ola de corrupción que barrió a la iglesia Latina hacia la apostasía del evangelio de la gracia de Dios. Y tan seguro como la causa produce su efecto adecuado, y la historia se repite siguiendo tal mandato, cualquier iglesia protestante que encierre en su credo ese principio está destinada, tarde o temprano, a experimentar un fin similar." Hay que recordar que fue nuestro Señor quien dijo, "En vano me adoran siguiendo como doctrina mandamientos de hombres" (Mateo 15:9).

LA IGLESIA ESPERA ANSIOSAMENTE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

Por Guy V. Caskey

Un cristiano de edad madura me dijo, "Me gustaría que Jesús viniera ahora a llevarnos a los cielos con él." Esta declaración tan franca y sincera me llamó la atención, pues no se trataba de una declaración impulsiva, súbita e irresponsable dicha por un hombre que renegaba de la vida, cansado de problemas sin resolver, o tan deprimido por las circunstancias desfavorables que ya la vida no tenía para él ningún atractivo o significado. Era más bien una expresión que denotaba su fe en la promesa de la venida del Señor y revelaba la luminosa esperanza de su corazón hacia una vida futura mucho mejor que la de la tierra.

Esta declaración de un hombre poco común me impulsó a escudriñar en las Escrituras la promesa de la segunda venida de Jesús. Quería saber el "cómo" y el "cuándo" junto con "qué" acompañaría a este acontecimiento tan significativo. No es tan fácil conseguir todas las respuestas a las preguntas que hace la gente sobre este súbito acontecimiento. Sin duda, la razón de esto es que Dios prefirió no divulgarnos algunas cosas sobre la segunda venida de Cristo. Sobre ello hay algunas, no obstante, en las cuales la Biblia es muy clara.

JESUS VUELVE

La promesa de su segunda venida se menciona con frecuencia en el Nuevo Testamento. Hay por lo menos cincuenta pasajes que tienen que ver con su venida, y la mayoría se pueden entender claramente, sin lugar a dudas. Veamos un ejemplo: "Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá así, tal como le habéis visto ir al cielo" (Hechos 1:11). "Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez, y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:3). "Por lo cual os decimos esto por palabra del Señor: que nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo ... descenderá del cielo" (1 Tes. 4:15-16). "Aguardando la bienaventurada esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2:13). "Pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Jn 3:2). No hay duda alguna de ello, nuestro Señor vuelve otra vez. ¿Esperaremos con ansia su venida?

EL PROPOSITO DE SU VENIDA

La razón de su venida se expresa en términos llanos en la Biblia -- para recompensar al justo y para castigar al impío. Al describir la escena del juicio, el Señor dijo: "Y éstos (los impíos) irán al castigo eterno, mas los justos a la vida eterna" (Mateo 25:46). Años más tarde Pablo dijo que Dios "pagará con tribulación a los que os atribulan", pero que dará reposo a los atribulados, "cuando sea revelado el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo, los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluídos de la presencia del Señor y de la gloria de su potencia" (2 Tes. 1:6-9). "Y entonces será revelado aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y lo reducirá a la impotencia con la manifestación de su venida" (2 Tes. 2:8). "Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida" (2 Tim. 4:8).

El historiador inglés Edward Gibbon, quien escribió el libro Decadencia y Caída del Imperio Romano, dió varias razones para el rápido crecimiento y fuerza de la iglesia en el primer siglo. Entre ellas fue la creencia en la inmortalidad: "Cuando fue hecha la promesa de felicidad eterna a la humanidad a condición de aceptar la fe y guardar los preceptos del evangelio, no es de maravillarse que una oferta tan ventajosa fuera aceptada por tantos en cada religión, a todos los niveles y en cada provincia del imperio romano." Y luego dice que "se anunciaban las más horribles calamidades contra el mundo impío." El cristiano espera con alegría su segunda venida, porque entonces los justos (tanto los que estén vivos a su venida como los que ya han dormido) serán arrebatados juntos en las nubes "para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tes. 4:17).

¿QUE VA A PASAR EN SU VENIDA?

Van a suceder varias cosas en la segunda venida de Jesús:

(1) La resurrección de los muertos. "Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, los que son de Cristo, en su venida" (1 Cor. 15:23).

(2) El cuerpo del cristiano será cambiado. "En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad" (1 Cor. 15:52-53).

(3) Todos seremos juzgados. "Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo" (Rom. 14:10). "... la palabra que he hablado, ella les juzgará en el día postrero" (Juan 12:48). "Porque va a llegar la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan 5:28-29). Léase también la escena del juicio en Mateo 25:41-46.

(4) Vendrá el fin. "... después, los que son de Cristo en su venida. Después el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo principado, toda autoridad y potencia" (1 Cor. 15:23b; 24).

(5) Los cristianos serán arrebatados al cielo. (Véase .1 Tes. 4:17; Juan 14:2-3).

(6) La muerte será destruída. No habrá más muerte. "Sorbida es la muerte en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu aguijón? (1 Cor. 15:54-55).

Con la promesa de que van a pasar todos esos acontecimientos en su venida, debemos esperar ese día con gran regocijo.

¿SE ESTABLECERA SU REINADO ENTONCES?

Se enseñan actualmente muchas teorías de que en la segunda venida de Jesús, él establecerá su reino en Palestina y reinará sobre la tierra por un período de mil años. Ni esta doctrina ni sus variaciones son enseñadas en la Biblia. Es difícil determinar cómo comienzan estas fatuas y ficticias ideas. Gibbon escribió sobre esto: "Cuando el edificio de la iglesia estaba casi terminado, la ayuda temporal fue echada a un lado" y la doctrina del reinado de Cristo en la tierra fue rechazada por la iglesia.

La teoría del reinado de los mil años de Cristo en la tierra después de su segunda venida hace de la iglesia un accidente espiritual para casos de emergencia (que no fue planificada, sino que sucedió por casualidad), censura al Hijo de Dios, devalora a la iglesia, dice mal de la inteligencia de Dios y rebaja el precio que Jesús pagó por nuestros pecados (Hechos 20:28). Es no comprender, o rehusarse a aceptar que la iglesia es un reino, que Cristo es ahora Rey, que los cristianos son ciudadanos de ese reino, y que el Nuevo Testamento es ese registro oficial y guía para nuestras vidas.

No hay duda alguna de que Cristo ahora es Rey. Es Rey de reyes y Señor de señores (1 Tim. 6:15). El propio Jesús afirmó que, durante el período de regeneración (cuando los hombres han nacido de nuevo), "cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros (los doce apóstoles) ... os sentaréis también sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel" (Mateo 19:28). Pablo dijo que cuando Jesús venga de nuevo, entregará el reino a Dios (1 Cor. 15:24). En vez de tomar las riendas del gobierno y la autoridad y el poder, habrá de "suprimirlos". Entonces Pablo hace este vigoroso pronunciamiento: "Porque es preciso que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será suprimido es la muerte" (1 Cor. 15:25-26). Hay dos verdades manifiestas que vale la pena considerar en esos pasajes: (1) "Reinará hasta ..." La palabra "reinar" en este pasaje significa "ser rey". Por tanto, Pablo está diciendo, "Cristo será rey hasta ..." (2) El tiempo de ese reino se extenderá hasta la resurrección, o hasta que la muerte sea suprimida. En este capítulo Pablo expresa que la muerte será suprimida mediante la resurrección (verso 54). De manera que Cristo es Rey ahora y continuará siéndolo hasta la resurrección. Jesús posee todos los atributos de un rey coronado: (1) Tiene toda autoridad (Mateo 28:18). (2) Todo se ha sujetado a él (Efesios 1:22-23). (3) Tiene un nombre que es sobre todo nombre (Efesios 1:21; Filipenses 3:9-10). (4) Ejerce el poder de sacar a los hombres de las oscuridad y trasladarlos al reino (Col. 1:13). (5) Es sumamente exaltado "por encima de todo principado, autoridad, poder y señorío" (Efesios 1:21), y continuará en ese estado hasta que vuelva de nuevo a juzgar al mundo.

¿CUANDO HA DE VOLVER?

Nadie lo sabe. Ninguna profecía indica cuándo. No existe ningún pasaje que revele ese día. Es pura especulación el nombrar un día, y el que presuma hacerlo es un falso profeta. Con referencia a esto, Pedro nos dice, "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche" (2 Pedro 3:10). Será el día último (Juan 6:44). Será el fin (1 Cor. 15:24). Se nos advierte "vigilar y estar listos", preparándonos para recibirle con gozo y paz en su venida. "Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?" (1 Tes. 2:19).

EN LA IGLESIA SE ENSEÑA SOBRE LA RESURRECCION CORPORAL DE JUSTOS Y DE INJUSTOS La Resureccion

Por Clayton Winters

En Hechos 23:6 leemos: "Pero cuando Pablo se dió cuenta de que una parte eran saduceos, y otra fariseos, alzó la voz en el sanedrín, Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; se me juzga por esperar la resurrección de los muertos."

Pablo expresó aquí una esperanza que ha sostenido al hombre a través de los tiempos -- que ha de haber una resurrección de los muertos. De la agonía de un cuerpo decadente, Job podría gritar, "Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi milicia esperaré. Hasta que venga mi relevo. Entonces llamarás, y yo te responderé: Tendrás nostalgia de la hechura de tus manos" (Job 14:14-15). Según empeoraba su condición, su esperanza era mayor: "Yo sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver de nuevo a Dios" (Job 19:25-26).

Cuando David fue detectado por los malvados, acechando secretamente como codiciosos leones de presa, su esperanza de resurrección contrarrestó la amenaza momentánea. "En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; al despertar, me saciaré de tu semblante" (Salmos 17:15).

En el Nuevo Testamento, Jesús sostuvo esta esperanza en términos inconfundibles: "... los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán" (Juan 5:25). Y otra vez, "Todavía un poco, y el mundo ya no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, y vosotros también viviréis" (Juan 14:19). Esta esperanza sostuvo a Marta en la trágica pérdida de su hermano: "Marta le dijo, Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día" (Juan 11:24); y Pablo, en medio de tantas persecuciones y martirio inminente, pudo afirmar, "Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha con manos, eterna, en los cielos. Porque también gemimos en esta morada, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial" (2 Cor. 5:1-2).

UNA RESURRECCION GENERAL TANTO DE JUSTOS COMO DE IMPIOS

Aunque hay algunos que quisieran separar la resurrección de los justos e impíos por un período de mil años, y otros dirían, "... No hay resurrección de los muertos" (1 Cor. 15:12), no obstante, las Escrituras afirman que habrá una resurrección simultánea de ambos. Jesús enseñó, "No os asombréis de esto; porque va a llegar la ahora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan 5:28-29).

Mayor prueba de una resurrección general en vez de resurrecciones separadas de justos e impíos puede verse en el hecho de que ambos grupos serán levantados y juzgados en la segunda venida de Cristo. Los muertos en Cristo serán levantados para estar con el Señor: "Por lo cual os decimos esto por palabra del Señor: que nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tes. 4:15-17). En esta misma venida los impíos serán levantados para eterna vergüenza y desprecio, "Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando sea revelado el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluídos de la presencia del Señor y de la gloria de su potencia, cuando venga para ser glorificado en aquel día en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros)" (2 Tes. 1:7-10).

Según describe Jesús la escena del juicio en su segunda venida, debemos observar que todos están presentes. "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones, y separará a los unos de los otros, como separa el pastor a las ovejas de los cabritos" (Mateo 25-31-32). Por tanto, deberíamos concluir que la resurrección será general y simultánea.

Pero a menudo se usan dos Escrituras para diferenciar entre la resurrección de los justos y los impíos. Esas son: .1 Tesalonicenses 4:6 y Apocalipsis 20:5-6. La Escritura en Tesalonicenses dice en verdad: "Y los muertos en Cristo resucitarán primero." Pero la pregunta es, ¿antes de qué? No es antes que los impíos que murieron fueran levantados, porque eso no forma parte del contexto; sino antes que los santos que aún vivan sean levantados para estar con el Señor. O sea, que los cristianos que estén vivos no van a ser levantados primero que los que ya murieron para estar unidos con el Señor. Este es el contexto verdadero, y añadirle algo más es tratar mal la Escritura.

De nuevo es cierto que Apocalipsis 20 menciona una primera y segunda resurrección. Pero recordemos que este libro es de naturaleza simbólica (vea Apoc. 1:1) y no debe ser interpretado de tal manera que esté en desacuerdo con Escrituras literales acerca de la resurrección. También debemos observar que, aparte de su naturaleza figurativa, Apocalipsis 20:4-5 ni siquiera habla de una resurrección general de los justos, como algunos quisieran hacernos creer. Más bien tiene que ver sólo con las "almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús ..." En este capítulo se trata del estado beatífico de los que fueron martirizados por causa de Cristo, no un texto que prueba que hubo resurrecciones separadas de justos e impíos.

RESURRECCION DEL CUERPO

Hay quienes niegan la resurrección del cuerpo. Y dicen que aún el cuerpo de Jesús probablemente se disolvió en alguna substancia gaseosa en vez de reunirse con su espíritu en aquella tumba del huerto.

Pero tal teoría está en desacuerdo directo con lo que la Biblia presenta como resurrección. Cuando Jesús tomó la mano de la hija muerta de Jairo, ella se levantó (Marcos 5:41-42). Esa fue una resurrección corporal. Jesús se acercó a la tumba de Lázaro: "Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, sal fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir" (Juan 11:43-44). Esa fue una resurrección corporal. Al morir Jesús hubo un gran terremoto, "Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la santa ciudad, y se aparecieron a muchos" (Mateo 27:52-53). Esa fue una resurrección corporal.

Nuestros cuerpos seguramente serán cambiados y adaptados a una naturaleza eterna (1 Cor. 15:51-54). Sobre este cambio, Pablo escribió, "el cual transfigurará el cuerpo de nuestro estado de humillación, conformándolo al cuerpo de la gloria suya, en virtud del poder que tiene también para someter a sí mismo todas las cosas" (Filipenses 3:21). Pero todavía será nuestro cuerpo resucitado y cambiado. Por eso Pablo pudo exclamar, "Y no sólo esto, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo" (Romanos 8:23).

LA MUERTE ES SORBIDA EN VICTORIA

Mediante la resurrección de Jesucristo hemos sido nacidos de nuevo en una esperanza viva (1 Pedro 1:3). Nos ha libertado de la servidumbre a la que estábamos sujetos por el temor a la muerte (Hebreos 2:15). Y no importa con qué armas arremeta Satán contra nosotros, un día los cielos resonarán con el grito de los redimidos, "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Cor. 15:55). "¡Aleluya, Resucitaremos!"

LA IGLESIA PROCLAMA QUE EL CIELO ES PARA LOS JUSTOS Y EL INFIERNO PARA LOS IMPIOS

Por Reuel Lemmons

Un Dios eterno ha provisto una eterna recompensa para el alma eterna del hombre. La muerte no es el fin de todo. Apenas ha caído la tierra sobre nosotros cuando seremos conducidos a un eterno día. Habrá una resurrección de todos los muertos, buenos y malos. El olvido no es el destino eterno después de habernos graduado en la escuela de la vida.

En 1 Corintios, capítulo 15, Pablo explica en detalle la naturaleza de la resurrección. Su conclusión es, "Así como en Adán todos morimos, en Cristo todos viviremos." Cuando llegue la resurrección, los justos, siguiendo nubes de gloria, subirán a los brazos extendidos del que fue al Calvario para que ellos llegaran al cielo. Los impíos, sin poder dormir, tendrán que levantarse a enfrentarse a un Dios que han desdeñado y a un Jesús a quien han dado la espalda.

La Biblia es llana y específica en el asunto del Juicio. Porque habrá un juicio. No habrá quien pueda quedarse dormido ni estar ausente. Todos hemos de comparecer ante Dios en el Juicio. Muchos pasajes de la Escritura hacen referencia al hecho de que los muertos, tanto los grandes como los pequeños, los ricos y los pobres, los buenos y los malos, se enfrentarán a Dios en el juicio. Podemos apartarnos de la iglesia si queremos. Podemos vivir en maldad como Satán toda nuestra vida si queremos. Pero hay una cita a la que no vamos a poder faltar: nos enfrentaremos a Dios en el Juicio. (Juan 5:28-29).

En Mateo 25, Jesús nos da alguna información específica sobre lo que habrá de acontecer cuando llegue el día del Juicio. El dice, "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones, y separará a los unos de los otros, como separa el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda" (Mateo 25:31-33). Vemos el mismo cuadro en la letra de este vigoroso himno:

"El gran día viene, muy pronto viene,

el gran día del juicio final,

cuando justos y malos el gran juez apartará,

esperemos... el juicio final.

¿Estás listo? ¿Estás listo?

La trompeta ya da la señal;

¿Estás listo ... esperando ... el juicio final?

Esa pregunta debiera ser considerada seriamente por todos los que lean estas líneas. La misma Biblia que nos habla acerca del cielo también nos habla del infierno. No hay forma de sacar a uno de la Biblia y dejar el otro.

Y no existe ninguna tercera opción. Todos los que no lleguen al cielo pasarán al infierno. No hay otro lugar a donde ir. El juicio de Dios es final y no hay ningún otro alto tribunal al que podamos apelar si el veredicto no nos es favorable.

Este juicio es totalmente final. No hay una segunda oportunidad. No hay purgatorio por el que se pueda rogar para que salgamos. No hay posibilidad de que alguien se haga bautizar por nosotros después que hayamos muerto para ayudarnos a escapar del abismo. La recompensa que recibamos en el juicio, ésa es la que tendremos, y durará eternamente. Esa es más que razón para que contestemos al llamamiento y hagamos una elección segura mientras tengamos oportunidad de hacerlo (2 Pedro 1:10-11).

El libro completo de Apocalipsis, desde varios puntos de vista, nos presenta el hecho cardinal de que los perdidos serán castigados mientras que los redimidos serán ricamente recompensados en gloria. El infierno fue diseñado como domicilio de los perdidos para siempre, y el cielo es el hogar de los justos para siempre.

No nos agrada pensar en el infierno. Ninguno de nosotros quisiera estar allí. Si tuviéramos la oportunidad de probar la realidad del infierno durante cinco minutos, todos nosotros, teniendo la oportunidad, desearíamos obedecer al evangelio. En las Escrituras se describe el infierno a menudo -- y siempre como un lugar horrible donde el gusano no muere y el fuego nunca se apaga (Marcos 9:48). Así lo expresó Jesús en Mateo 25:41; "Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (verso 41).

Sería algo horrible verse privado de la presencia de Dios para siempre. Aquí en esta vida seguramente no nos gustaría vernos apartados en un lugar donde nunca se sienta el poder y la providencia de Dios. Y sería mucho peor tener que pasar la eternidad en un lugar donde nunca hay luz, y se desconocen la gracia, el amor y la misericordia.

Si hubiéramos nacido totalmente depravados e incapaces de ser salvados, podríamos culpar a Dios; pero no lo hemos sido. Somos libres y capaces de escoger entre ser salvos o no. Dios ha hecho todo lo que está de Su parte. Jesús hizo todo lo que estuvo de su parte. El balón está en la cancha y la siguiente movida es la nuestra. Si nos perdemos será nuestra culpa y de nadie más.

Es mucho más deseable ser salvo eternamente y vivir en el cielo después del juicio. Y podemos, ¿sabe usted?

Con las limitaciones de nuestro lenguaje humano, es del todo imposible describir adecuadamente las glorias y las alegrías de ese mundo celestial. Cosas que el ojo no vió, ni el oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Cor. 2:9). Todo lo que podemos decir es que Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos para siempre. No habrá más penas ni enfermedad, y el ángel dice que ya no habrá muerte; porque las primeras cosas pasaron (Apoc. 21:4).

Ni las palabras de los oradores ni las plumas de los poetas podrán en justicia describir al cielo. Sólo Dios puede preparar tal lugar, porque sólo Dios es infinito y omnipotente. Y sólo Dios es amor.

Querido lector, ha leído usted atentamente este pequeño libro, y ha considerado su alma seriamente. Está convencido de su estado actual: o es salvo o está perdido. Tiene la esperanza del cielo, o no la tiene. Con todo nuestro poder de persuasión, le instamos a que no se arriesgue a pasar otro día sin Cristo. La vida es frágil, con demasiado peligro e incertidumbre para dejar su alma sin asegurar. Hoy es el día de salvación; sea salvo mientras tiene la oportunidad.

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