El Fruto de la Mente Egoista

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El Fruto de la Mente Egoista

Hemos estudiado que la vida del cristiano lleno del Espíritu es una vida de crecimiento constante en la cuál se aprende paso a paso a vivir como Cristo.
Este crecimiento no es fácil porque el cristiano lleno del Espíritu vive su vida entre dos mundos que se oponen a Cristo. Uno es el mundo exterior, por el cuál Jesús oró para que no seamos arrastrados por sus impetuosas corrientes.
John 17:14–17 NVI
Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.
En esta oración Jesús intercede por cada uno de sus discípulos para que reciban fortaleza de parte de Dios para vencer en las tentaciones que se presentan a diario en esta vida. También hay otro mundo contra el cuál lucha el cristiano. Es el mismo mundo exterior, pero que se ha adherido a su forma de vivir.
Ephesians 4:22–24 NVI
Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.
Como vemos, el proceso de santificación que ocurre luego de la llenura del Espíritu en la vida del cristiano, no sólo consiste en rechazar las tentaciones que vienen del exterior, sino en ser completamente también “renovado en el espíritu de nuestra mente”, para llegar a tener una mente semejante a la de Cristo.

¿Por qué será tan importante llegar a tener una mente semejante a la de Cristo?

Hoy vamos a ver cómo se diferencia la mente que piensa como el mundo de la mente que piensa como Cristo. Identificaremos los frutos o lo que aflora en la vida exterior de la persona que piensa de esta manera. Luego, en las sucesivas lecciones de este trimestre, analizaremos uno por uno algunos de los frutos de la mente contraria a la de Cristo, para pasar a ver en el próximo trimestre los frutos de la mente semejante a la de Cristo.
James 3:18–4:3 NVI
En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz. ¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.
ACTIVIDAD 1
Responda las siguientes preguntas
1. ¿Le has pedido alguna vez algo a Dios por razones egoístas?
2. Si respondiste sí, menciona alguna de las cosas que has pedido.
3. ¿Recuerdas haber tenido alguna vez en tu mente dos pensamientos que luchaban entre sí?
4. Si tu respuesta es sí, describa en pocas palabras esta lucha.
Arbol y Raiz
Los deseos que gobiernan en esta mente tienen cuatro grandes raíces:
1. Auto suficiencia: temor, incredulidad, excesiva con anza en sí mismo. Lleva a la persona creer que siempre tiene la razón.
2. Auto idolatría: orgullo, adoración de sí mismo. Este es un sentido de superioridad, un exceso de autoestima que conduce al ser humano a exagerar su importancia y sus virtudes. Como se ama desmedidamente a sí mismo busca satisfacer sus deseos a cualquier costo.
3. Autogobierno: desobediencia, rebelión. Se opone al carácter humilde y a la actitud de siervo que Dios quiere cultivar en nosotros. Se resiste a aceptar la corrección y la amonestación cuando ha obrado mal, porque tiende a justificar sus actos, poniendo excusas o poniéndoles el disfraz de “lo hice por una buena causa”.
4. Autocomplacencia, sensualidad, malos deseos. Lleva a la pereza, y a satisfacer los deseos de la carne, rechaza la disciplina.
En el cristiano hay una tentación frecuente a querer guiar el destino propio, a controlar nuestro propio mundo, a ser nuestro propio dios. La tentación del orgullo siempre estará presente tratado de robarle a Dios el lugar que le hemos dado como Señor de nuestra vida. Procurará llevarnos fuera de la obediencia a Dios para que retomemos el control de nuestra propia vida. En el versículo 3 Santiago dice claramente que hay cristianos que inocentemente se dejan llevar por estos deseos egoístas y quieren hacer a Dios copartícipe de ellos. Sin embargo, Dios no escucha este tipo de oraciones, y a menos que entendamos el por qué, podemos llegar a enojarnos con Dios.
¿Qué es lo que deseas?
ACTIVIDAD 2
Escribe una lista de 10 deseos
comenzando por lo que anhela más intensamente.
1. ¿Hay en esta lista deseos opuestos entre sí?
2. ¿Cuántos de estos deseos están dominados por tu voluntad?
3. ¿Cuántos de estos deseos son para dar gloria y honra a Dios?
Romans 7:18–25 NVI
Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.
¿Qué clase de mente describe Pablo? ¿Una mente en desorden dominada por la carne o una mente ordenada dominada por el Espíritu?
¿Qué clase de vida es el resultado de una mente en desorden?
¿Qué clase de vida es el resultado de una mente ordenada?
¿Cómo puede ser el cristiano librado de este conflicto mental según el verso 8:1-2?
3. La mente semejante a Cristo
Cuadro las Mentes
Una mente ordenada, como la mente de Cristo, debe estar dominada por la voluntad. El cristiano espiritual toma las decisiones acerca de qué pensamientos llenarán su mente. Aprende a rechazar los deseos que están en lucha con los deseos de Cristo. Aprende a vivir su vida motivada por los deseos de Cristo: los deseos de Él llegan a ser los suyos. Este cristiano experimenta una libertad progresiva de todo deseo y pensamiento opuesto a la voluntad de Dios.
ACTIVIDAD 4
Gálatas 5:22-23 y Santiago 4:17

¿Cómo es la mente de Cristo?

Para librarnos de los deseos que nos impiden ser como Jesús necesitamos conocer como pensaba Jesús y en donde enfocaba sus intereses, pues esto mismo es lo que Él quiere cultivar en cada uno de nosotros. A continuación vamos a conocer 17 virtudes que forman parte de la mente de Cristo que Dios quiere que sus hijos e hijas desarrollen
James 3:13–17 NVI
¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría. Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. Ésa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica. Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.
En estos versículos Santiago habla de la sabiduría que viene de lo alto, o sea la sabiduría divina. En el verso 17 enlista 8 virtudes todas ellas reflejadas en el carácter de Cristo.
Pura, Misericordiosa, Pacífica, Fructífera, Amable, Firme, Benigna, Sincera.
Estas ocho virtudes no describen toda la mente de Cristo, pero sí algunos aspectos muy importantes. Estas virtudes armonizan entre sí, se refuerzan las unas a las otras. Veamos ahora la otra lista de nueve virtudes que nos proporciona el apóstol Pablo en Gálatas 5:22-23. No cabe duda que Cristo tenía el Espíritu Santo morando en su vida y los frutos del Espíritu estaban en su mente y eran parte de su forma de ser.
Compara
¿Estas virtudes compiten entre sí o con las anteriores?
No, por el contrario, el amor produce gozo. Paz y paciencia van de la mano. Todas ellas se complementan y fortalecen las unas a las otras. Cada una de estas listas de virtudes es completa en sí misma. Si observamos bien notaremos que en la de Pablo, en Gálatas, emplea sustantivos y en la de Santiago se emplean adjetivos. De manera que podemos combinar ambas listas para describir más completamente las virtudes de la mente de Cristo. Por ejemplo podemos decir que Cristo tenía: amor sincero; fe firme, paciencia amable, etc. No hay conflicto entre ellas. La mente de Cristo es una mente ordenada, integrada, equilibrada. Por el contrario la mente que no es como la de Cristo es una mente desordenada.

El deseo supremo de Cristo

¿Expresó Jesús alguna vez algún deseo?
Luke 2:49 RVR60
Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?
John 4:34 RVR60
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
John 6:38 RVR60
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
La única pasión de Jesús era hacer la voluntad de su Padre. Desde los doce años tuvo este propósito firme en su vida y no se apartó de él. Al final de su ministerio la noche antes de morir dijo en oración a su Padre: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4). Hasta el último momento de su vida estuvo ocupado en hacer la obra de su Padre. En su vida no había ningún deseo interior motivado por la maldad y no permitió que otro deseo desde el exterior interfiriera tampoco. La mente de Jesús estaba concentrada en su único objetivo, una única pasión, un único anhelo.
Para tener una mente semejante a la de Cristo es necesario que nuestra voluntad domine sobre los malos deseos y esto sólo es posible por la intervención del Espíritu Santo en nuestra vida. Sin él estás indefenso, sin él pronto te verás atrapado en una telaraña de deseos opuestos a la voluntad de Dios.
La verdad es que muchos de nosotros hemos sido esclavos de las pasiones durante mucho tiempo y necesitamos una intervención especial del Espíritu en nuestra vida para que la mente de Cristo sea formada en nosotros.
Al inicio de esta clase hablamos de un hermano que hizo la lista de sus deseos. El finalmente aprendió a vivir bajo la promesa de Mateo 6:33: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas” y cuando estaba ocupándose de las cosas de Dios, Dios le proveyó las cosas materiales que le hacían falta. Cuando nosotros nos ocupamos de nuestras cosas a tal punto de descuidar el servir a Dios, le atamos las manos a el para que pueda obrar; pero cuando nos ocupamos de los negocios de Dios, el abre las ventanas de los cielos y no deja que nos falte nada. Cuando empezamos a vivir como Cristo y alineamos nuestros deseos con la voluntad de Dios descubrimos que a Dios le agrada mucho ocuparse de nuestras cosas.
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