1 Pedro 2:9-12 Vivir en santidad

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1 Pedro 2:9–12 (RVR60)
9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
12 manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.
(Orar)

Vivir en santidad

¿Qué significa la palabra “santo” en la biblia? Las palabras en el AT y el NT que se traducen como “santo” en el castellano significan “consagrado o apartado para Dios”. Quiere decir que algo tiene un solo uso, y que es para el Señor. Imaginen un señor que tiene un traje de ropa muy fino, o una mujer que tiene un vestido elegante y formal. Digamos que se ocupa un trapo para secar los trastes recién lavados - nadie va a agarrar un traje de ropa o vestido elegante. Estas cosas son reservadas para una ocasión especial. De la misma manera, somos llamados a ser santos, porque ahora que conocemos a Cristo tenemos un uso especial, y es para el Señor, no para el mundo. Recibimos el perdón por nuestros pecados mediante la gracia recibida por la fe en Cristo, pero eso no es el fin de nuestra salvación. Mientras estemos aquí en la carne, hay que vivir en santidad. ¿Por qué?

Razón 1: Tenemos un llamado especial

1 Pedro 2:9–10 (RVR60)
9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
Antes de conocer a Cristo, pertenecíamos al mundo. Eramos trapos comunes, para secar trastes limpios o para sacudir el polvo en la casa. No éramos pueblo, pero ahora somos pueblo de Dios. Dios nos ha llamado, nos ha adquirido por un precio muy alto (la muerte de Jesucristo en la cruz). Delante de los ojos de Dios, hay algo distinto en nosotros ahora, somos un real sacerdocio. Puesto que somos nuevas criaturas en Cristo, debemos vivir de una manera nueva, una manera santa:
Efésios 4:1 (RVR60)
1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,

Razón 2: Los deseos carnales batallan contra el alma

1 Pedro 2:11 (RVR60)
11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
Simplemente quien con lobos se junta, aullar aprende. Los deseos de la carne batallan contra el alma. Como cristianos, ya no vivimos por la carne sino por el Espíritu:
Gálatas 5:25 (RVR60)
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Gálatas 5:16 (RVR60)
16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Esto no es parte de las escrituras, y no se considera como palabra inspirada por Dios. Pero esta cita viene de Policarpo de Esmirna (discípulo de el apóstol Juan) en una carta a los Filipenses:
Del mismo modo, que los jóvenes sean irreprochables en todo, velando ante todo por la pureza, refrenando todo mal que esté en ellos. Porque es bueno cortar los deseos de este mundo, pues todos los deseos combaten contra el espíritu...
Una vida dividida entre Dios y el mundo estará llena de pleito porque los deseos mundanos batallan contra el alma y combaten contra el espíritu.

Razón 3: Una vida santa glorifica a Dios

1 Pedro 2:12 (RVR60)
12 manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.
Imagínense cómo sería si en todo momento pudiéramos vivir de tal manera que cuando el mundo nos mirara, glorificara a Dios. Lamentablemente tenemos una naturaleza pecaminosa todavía, pero eso es la meta. Glorifiquen a Dios con sus palabras y con sus actos, para que otros también le glorifiquen cuando vean su manera de vivir.

Resumen

Una vida de santidad no es lo que nos salva. Solo Jesucristo puede hacer eso. Pero después de recibir el perdón por nuestros pecados, tenemos que dejar que el Espíritu Santo trate con nosotros. En esta carne, nunca seremos sin pecado, pero tenemos que despojarnos del hombre viejo, de la vieja manera de vivir, y ponernos el hombre nuevo, la nueva manera de vivir, cada día.
No vivimos en santidad para que nos sintamos superiores o para que juzguemos.
Vivimos en santidad porque el nuevo oficio que Dios nos ha dado merece que pensemos, hablemos, y actuemos conforme el titulo de “hijo de Dios”.
Vivimos en santidad porque si no, los deseos del mundo van a batallar contra nuestras almas y combatir contra el espíritu. Como cristianos, tenemos que andar en el Espíritu para que no satisfagamos los deseos de la carne.
Finalmente, vivimos en santidad porque esto inspira que los demás glorifiquen a Dios.
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