Llamados a la plenitud del amor: esponsalidad y fraternidad

Ciclo B - T. Ordinario  •  Sermon  •  Submitted
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Dios por amor nos ha llamado a la esponsalidad y a la fraternidad

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El amor de Dios en nosotros

“Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud” (Aclamación antes del Ev.)
En el amor y por el amor alcanzamos la plenitud. El amor nos conduce a la unidad, no en la división. La 1a y 2a lectura nos muestran el camino hacia un amor más profundo, hacia una unidad más profunda por medio de la esponsalidad y la fraternidad; dos dimensiones que estamos llamados a vivir en Cristo Jesús, en virtud de nuestro llamado a configurarnos cada vez más con Él.

Algo le hacía falta al hombre

El hombre estaba solo, incompleto aun cuando poseía la comunión con Dios o los dones preternaturales (inmortalidad, ciencia infusa, impasibilidad). Al hombre originario le faltaba algo… y Dios lo miro y se lo concedió por amor. Le dio a la mujer, le concedió la experiencia de la relación esponsal, de la donación recíproca, de la entrega incondicional.
Hoy Dios se nos entrega a nosotros esperando una entrega semejante con la ayuda de su gracia. Estamos llamados a cultivar la dimensión esponsal en mi entrega diaria, en mi oración por las almas y por la Iglesia, en mi ofrecimiento personal de mis límites, dones y talentos. Llamado a sentirme esposo de la Iglesia.

Por el pecado, el hombre experimentó la soledad espiritual y la lejanía de Dios

Por el pecado el hombre perdió la comunión con Dios. El pueblo de Israel se perdió constantemente en el camino y de igual manera que a Adán, Dios estaba ahí mirando la necesidad del ser humano, de quienes son sus hijos.
Dios al ver al hombre herido por el pecado, le concede una corona y un honor que lo hace poco menos que ángeles. Dios da a su Hijo, al Verbo hecho carne. Dios concede la gracia, la vida divina, la comunión íntima con Dios.
Quizá no lo encontramos explícito en el texto que la liturgia nos presenta pero Dios une su naturaleza divina a la naturaleza humana. Dios concede una unidad mucho más íntima al poder el hombre tocar la divinidad en Cristo y por Cristo.
Estamos llamados a maravillarnos del hecho que Jesús ha querido hacernos hermano suyo. Dios se ha hecho hombre y esto requiere de la infancia espiritual para contemplarlo. Sin esta actitud terminamos siendo hombres que quieren ser Dios.
En el Génesis, dio una esposa al hombre. En la Carta a los hebreos, Dios nos da un hermano, nos da la fraternidad con Él.

El hombre camina hacia el Reino de Dios que es su amor vivido plenamente

Este amor pleno con Dios en mi humanidad solo podrá ser experimentado en Su Reino, en la unidad plena con Dios, con Cristo Jesús.
Estamos en un camino hacia la unidad íntima con Dios. Las dimensiones de la esponsalidad y la fraternidad presentadas hoy en la liturgia son vías en encuentro, vivencia y para hacer crecer la unidad y el amor de Dios en nosotros.
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