Estudio Bíblico: Matrimonio y Familia - Lección 02

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Matrimonio y Familia - Lección 2

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Matrimonio y Familia - Lección 2

Estudio Bíblico: Matrimonio y Familia
LECCIÓN 02 - LA FAMILIA
CLAVES PARA TENER UN HOGAR FELIZ
En este estudio quiero que consideremos algunos secretos para tener éxito en nuestro matrimonio.
En otras palabras, cómo llegar a alcanzar las metas que estudiamos en la lección anterior.
1- UN MILAGRO DE DIOS
Lo primero que debemos hacer para tener un hogar feliz es reconocer que para el hombre es imposible lograrlo sin la ayuda de Dios.
Qué no vamos a alcanzarlo porque estamos muy enamorados o tenemos muy buenos principios.
La verdad es que requiere de la misericordia de Dios y un milagro del cielo, para que nuestro hogar sea como los cielos sobre la tierra.
Si eso no sucede, habrá una guerra constante en el hogar.
Es imposible tener un hogar feliz por nosotros mismos, porque la naturaleza humana es egoísta.
Cada miembro de la familia piensa en lo mejor para él mismo, y mientras eso suceda, no puede haber felicidad.
Sin embargo, el Señor puede darnos la gracia para que pensemos en lo mejor para los demás.
En esta tierra, hay una sola persona que piensa constantemente en lo mejor para mí; ese soy yo.
La forma de vida del cielo es pensar en los demás. Allí, habrá una sola persona que no esté pensando en lo mejor para ella misma: ella.
En cambio, todos los demás estarán pensando en lo mejor para ella. Ese es un cambio muy favorable.
2- UTILIZAR Y OBEDECER LA BIBLIA
Al crear al hombre, el Señor hizo una “máquina” sumamente compleja. El ser humano es mucho más complejo que cualquier computadora hecha por los hombres.
Además de funcionar físicamente, tiene alma y espíritu.
Esa “máquina” es una maravilla y la única que vamos a tener en esta vida.
Nadie pensaría usar una máquina o un aparato que costará miles de dólares sin haber leído el manual de operaciones. Si lo hacemos, podemos arruinarla a nuestro costo.
¿Acaso no es irónico? Leemos cuidadosamente el manual de los aparatos y máquinas que compramos en este mundo; entre más caras, más fieles somos en su programa de mantenimiento.
Y la máquina más importante y más compleja que tenemos, nosotros mismos, la descuidamos. Aún así queremos que nos rinda el 100%.
Pero si no el leemos el manual de operaciones de nuestra “máquina”, que es la Biblia, vamos a reinar nuestra vida es un costo eterno.
Algunos dicen: “No tengo tiempo para leer la Biblia”. Sin embargo si tiene tiempo para ver televisión. Por amar ese aparato, pierden lo más importante.
3- SER CRISTIANOS
Para mantener un hogar feliz, la pareja debe ser cristiana. No creemos que sea posible lograr un matrimonio feliz sin ser cristianos.
Los matrimonios que aparentemente sean felices sin tener a Cristo, ante los ojos de Dios no tienen éxito.
Si ellos tienen alguna medida de felicidad es porque Él envía Su lluvia sobre justos e injustos.
Pero es una felicidad fugaz, porque su fin será el fracaso de la perdición eterna.
Conocer a Cristo y seguir Sus pisadas es la única forma de tener un matrimonio verdaderamente feliz.
4- VIVIR EN ARREPENTIMIENTO
Cómo vimos en elección pasada, el señor enviará al profeta Elías para hacer volver el corazón de los padres a los hijos y viceversa (Malaquías 4:5).
Tanto el profeta Elías como Juan el bautista predicaron el arrepentimiento, por lo que el espíritu y el poder de Elías no es más que eso: el arrepentimiento.
Sin el espíritu de arrepentimiento es nuestro hogar, no tendremos éxito.
Tenemos que aprender a arrepentirnos, es decir, a reconocer nuestras fallas y que nos equivocamos.
La mayoría cree que sí, admite sus errores. El problema es que muy pocas veces creemos que hicimos un error. Así es el corazón humano. La naturaleza de Adán siempre se esconde detrás de otros, echándoles la culpa, desde Génesis 3.
Por naturaleza no nos gusta reconocer nuestros errores.
Por ejemplo: Una mujer que trabajaba en una obra cristiana. Ella tenía a su cargo uno de los vehículos de la obra. Cierto día, llegó con el pastor y le dijo que había tenido un accidente. Como consecuencia, uno de los lados del carro se abolló. Cuando el pastor le preguntó qué había pasado, ella respondió: “¡No fue mi culpa! Había un poste atrás del vehículo y tuve mal cálculo, pero no fue mi culpa. Cuando yo retrocedí el poste destruyó esa parte del vehículo. ¡No fue mi culpa!”.
¡Hasta los postes tienen la culpa cuando cometemos errores!
Cuándo hay un disgusto entre la pareja matrimonial, si alguno está plenamente convencido que él está en lo correcto, es porque no tiene el espíritu de arrepentimiento.
Si hubo un disgusto no tenemos la razón, porque no se puede tener un disgusto sin que exista orgullo o egoísmo.
Puede ser que lógicamente estemos en lo correcto, pero nuestra actitud para con el cónyuge no fue la que Cristo hubiera tenido. Él es humilde y sabio.
Cuando hay un pleito en la casa, es porque ambas partes están manifestando la carne.
No obstante, cuando tenemos el espíritu de arrepentimiento, reconocemos que constantemente estamos completamente equivocados.
Entonces logramos ver que estamos lejos de la naturaleza divina.
El arrepentimiento divino no consiste en hacer un ajuste nuestro rumbo, sino en volvernos completamente de nuestro camino.
Es un cambio de dirección de 180°. Necesitamos reconocer lo que somos, y que estamos llenos de pecado, orgullo, engaño y perversión.
Para eso se requiere un milagro. Supliquémosle a Dios que envía el espíritu de arrepentimiento nuestro hogar para que no llegue a él la maldición.
5- MANTENER LAS PRIORIDADES CORRECTAS
El mantener las prioridades correctas en un hogar requiere de una obra del Espíritu de Dios, y de nuestra colaboración.
Estudiemos cuál debe ser el orden de nuestras prioridades en el hogar según la Biblia:
1) Dios
Dios tiene que ocupar el primer lugar en nuestro hogar. Según Mateo 22:36-38, el primer gran mandamiento es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente:
“36Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
37Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
38Este es el primero y grande mandamiento.”
Tristemente en la mayoría de los hogares, los niños ocupan el primer lugar.
Esa es una de las razones por las que creemos que Abraham tuvo que poner a Isaac sobre el altar. Debemos obtener la victoria en esta área.
Hay padres que aman mucho más a sus hijos que a Dios y se amargarían si Dios tocar a sus hijos o se lo llevara.
También hay personas casadas que aman al compañero matrimonial más que al Señor.
Un hombre confesó que Dios le había hablado tres veces en una semana acerca de bautizarse en agua. Sin embargo, él no quería hacerlo hasta que su esposa se bautizara con él. De esa forma, perdió su herencia eterna; él estaba más dispuesto a obedecer la voz de su esposa que la voz de Dios.
Es fácil decir que Dios ocupa el primer lugar en nuestra vida y que lo amamos con todo el corazón. Sin embargo, ¿Cuántas veces hemos leído Su manual, el mensaje que nos dejó para darnos entendimiento de Sus caminos?
Hay familias donde los niños tienen voto en cuanto a la iglesia donde todos asistirán. Si el colegio o la escuela dominical les gusta, ellos tienen la última palabra, porque, por lo general, ganan por mayoría.
El problema con eso es el siguiente: Cada iglesia establecida por el señor recibirá una herencia diferente. Y la herencia de cada persona depende de los padres. Deuteronomio 7:6-8 dice:
“6Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.
7No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos;
8sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.”
En el Reino de Dios heredamos según nuestros padres espirituales. De manera que debemos permitir que sea Dios Quien elija nuestra herencia. Salmo 47:4 dice:
“4El nos elegirá nuestras heredades;
La hermosura de Jacob, al cual amó.”
Y para esto los padres deben oír y obedecer la voluntad de Dios acerca de la iglesia a la cual deben asistir.
Los niños no deben tener nada que ver con eso, porque ellos no le darán cuentas al Señor de lo que pasó con la familia.
El padre de familia es el que dará cuentas ante Dios.
2) El hogar o la familia
El segundo lugar de nuestras prioridades debe ocuparlo la vida familiar. Antes que el ministerio o el trabajo secular, se encuentra el hogar. 1 Timoteo 3:1-4 dice:
“1Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.
2Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;
3no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
4que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad”
El que sabe gobernar su casa es candidato para gobernar la iglesia.
Hay cristianos que dicen que sacrifican su casa por el ministerio.
Creemos que ese no es el camino de Dios.
La familia fue establecida por Dios antes que la Iglesia.
Jeremías 32:35 dice:
“35Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.”
El Señor dice que nunca le pasó por la mente que los hijos de Israel sacrificaron a sus hijos a lo que ellos creían que era su Dios.
Muchos israelitas espirituales de hoy, han ofrecido a sus hijos al fuego del infierno diciendo que es por el ministerio.
Podemos perder nuestro galardón y el fruto de nuestro ministerio, si no tenemos en orden nuestra familia.
3) El compañero matrimonial
Dentro del hogar, el compañero matrimonial ocupa el primer lugar.
Antes de ser padre se es esposo.
En Efesios 5:22 en adelante hayamos este orden. Primero habla de la pareja (Efesios 5:22-33) y luego de los hijos (Efesios 6:1).
Por el bienestar de los hijos debemos guardar esta prioridad.
Si la relación matrimonial no es fuerte, segura y estable, los hijos sufrirán.
Una razón por la cual se deteriora bastante esa relación es debido al noviazgo que la pareja ha tenido.
Hay muchas áreas de la vida donde las normas del mundo se han infiltrado en la iglesia.
El noviazgo es una de ellas (y lo estamos estudiando ampliamente en las primeras sesiones de esto domingos de estudio).
Aunque luego en este estudio vamos a ver este punto en esta parte del matrimonio y la familia, es oportuno indicar que en el noviazgo del mundo hay mucho contacto físico.
La pareja sale y disfruta de cosas que están reservadas para el matrimonio.
Sin embargo, después de llegar al altar y hacer sus votos matrimoniales, se termina esa relación y amistad.
Ellos dejan de salir y ya no hay tanto afecto como en el noviazgo.
El camino de Dios es lo opuesto, como veremos más adelante en este estudio.
Los niños no son los dueños de la casa.
Hay muchos hogares donde ellos hacen lo que quieren.
Es triste ver como los hijos llegan a ocupar el primer lugar en el corazón de la pareja.
Por lo general, al llegar al primer hijo, el esposo desciende al segundo, tercero o cuarto lugar de las prioridades de la esposa.
A veces ocurre a la inversa, pero por lo general el problema se da con una mujer.
Un ejemplo de esto es el caso de cierta familia que tenían dos hijos (en ese tiempo).
Cuando ellos iban a un restaurante, hacen su pedido, y reciben los platos, es frecuente que los niños digan que no les gusta lo que pidieron, y que quieren lo que su papá pidió. Sin decir nada, la mamá toma el plato del padre de familia, y se lo pasa a los niños. Después de unos minutos, los niños dicen que ya no les cabe más, por lo que el papá termina limpiando el plato que los niños pidieron el propio.
El mensaje que esa madre está dando es muy claro: los niños ocupan el primer lugar.
Hay un gran problema que surge en el corazón del compañero matrimonial cuando algo así sucede: los celos. De pronto el esposo se da cuenta que perdió a su esposa. Antes ella era su compañera, su amiga y su ayuda. Ahora ya no, pues fue cambiado por los niños.
A continuación quiero presentar unas sugerencias acerca de cómo se debe tratar al esposo durante el tiempo de comida:
El marido debe ser servido primero, no los hijos. Hay algunos ejemplos en la Biblia que nos muestran que ese es el proceder del Señor. Miremos algunos ejemplos:
Juan 4:7 dice:
“7Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.”
Lucas 17:7-10 dice:
“7¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa?
8¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú?
9¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no.
10Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.”
Génesis 27:25 dice:
“25Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió.”
El padre de familia es honrado delante de los hijos cuando se le sirve primero.
Les muestra quién es la cabeza, quien tiene la mayor responsabilidad, y el que ha provisto la comida.
Este acto sencillo del mensaje que el padre de familia es la cabeza de su hogar y que la esposa se somete a él.
Si los hijos ven que su mamá ama más a su papá que ellos, en vez de sentir celos se van a sentir protegidos y seguros, porque su hogar demuestra una relación sólida y segura entre los padres.
Cuando la madre le sirve primero a su esposo, le da la oportunidad de hacer algo muy importante delante de sus hijos: mostrar el carácter y naturaleza de Cristo.
¿En qué sentido? Casi todas las parejas pasan por periodos depresión económica. Eso produce que no todos puedan tomar lo que hubieran querido de algún plato específico. No tiene nada de malo y el padre escoge la mejor pieza de algo.
Pero al ser servido primero, le da la opción de rehusar quedarse con esa pieza para dársela a su esposa; o bien, para compartirla con sus hijos. Ellos nunca van a olvidar eso.
Por el contrario, van a aprender a compartir y dar; también van a aprender que Cristo, debemos negarnos al egoísmo.
La mujer debe tratar de ajustar su horario al del esposo, y no el de los hijos. El tiempo de comida no es sólo para darnos energía. Dios pudo habernos creado con pilas solares. No obstante, nos hizo con la necesidad de comer para que podamos sentarnos y tener compañerismo. Si los hijos tienen hambre y el padre va a llegar media o una hora después, ellos no morirán de hambre y lo esperan. Eso permitirá que él pueda tener comunión con la familia. Aunque hay excepciones, la mujer debe esperarlo el mayor tiempo posible. El padre de familia debe ser muy considerado en esto, y no menospreciar el trabajo de su esposa, permitiendo que se enfríe y arruine la comida que ella le ha preparado. Si él sabe que va a demorar mucho tiempo, puede avisarle a ella que continúe.
4) Los hijos
Si alguien piensa que la cuarta prioridad es un lugar muy bajo para los hijos, debe saber que ese no es el problema verdadero en los hogares.
El verdadero problema es que hay muchos hogares el niño no ocupa ningún lugar.
En un sondeo en tiempo atrás que se efectuó en los Estados Unidos, descubrieron que en la familia promedio de esa nación, los padres pasan un promedio de dos minutos 30 segundos diarios con sus hijos.
Eso evidencia que no hay nada de compañerismo con ellos y que no recibe ninguna atención, cuidado, ni amor de parte de sus padres.
Ellos tienen tanto trabajo, que no saben que hacen sus hijos, ni cuáles son sus anhelos; tampoco cuáles son sus problemas y sus luchas.
Los padres deben aprender a pasar tiempo con sus hijos regularmente.
Quiero aclarar que si la familia se reúne para ver televisión, los padres no están pasando tiempo con los hijos; en ese caso, el mundo es el que pasa tiempo con todos.
Frente a un programa de televisión se pierde toda la comunicación posible.
Es mentira que uno está conociendo a su hijo viendo televisión.
Para conocer a nuestros hijos debemos involucrarnos en sus vidas y hacer cosas que ellos quieren hacer con sus padres.
Algunos cristianos dicen que hacer deportes es pecado, y se basan en 1 Corintios 10:7 para decirlo, que dice:
“7Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar.”
Creemos que el deporte puede llegar a ser un ídolo; de hecho, el deporte profesional es un ídolo, alrededor del cual se reúnen miles de personas en los estadios, igual que lo hacían en Roma.
Sin embargo, la comida también puede llegar a ser un ídolo. Filipenses 3:18-19 dice:
“18Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo;
19el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.”
Si descartamos los deportes por lo que dice 1 Corintios 10:7, también eliminemos la comida y la bebida por lo que dice ese mismo verso.
Hay padres de familia que no quieren jugar pelota con sus hijos, pero si se sientan a comer con sus amigos.
Si no jugamos con ellos, no comamos tampoco.
Notemos que hasta Dios utiliza los deportes para ilustrar la caminata cristiana, como lo dice 1 Corintios 9:24-27:
“24¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
25Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
26Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,
27sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
Si Dios estuviera en contra del deporte, el Espíritu Santo no hubiera hecho esa comparación positiva.
El secreto es no permitir que esas cosas se conviertan en ídolos.
El niño que no aprende a jugar para ganar, y que no aprende a esforzarse para obtener la victoria, puede perder lecciones muy importantes de la vida.
Hasta en lo espiritual puede llegar a ser alguien indiferente, que no presione hacia delante.
Por medio de los deportes podemos aprender que para ganar hay que esforzarse.
También aprendemos otra lección importante: a perder. Hay personas que si pierden algo se desaniman y pierden su motivación, debido a que no aprendieron a confrontar la derrota.
No estamos tratando de promover los deportes, sino de tener un balance adecuado que nos permita tener la comunión necesaria en la familia.
Martín Lutero dijo que es más fácil eliminar una cosa de nuestra vida que hacerla con templanza.
Es más fácil decir que es pecado el deporte que hacerlo con dominio propio.
Pasemos tiempo con nuestros hijos y cumplamos las citas o compromisos que hagamos con ellos.
5) El empleo o el ministerio
Según la lista de prioridades del libro de Efesios, después de los hijos, sigue el empleo.
El apóstol Pablo nos enseña la forma o actitud con la que un creyente debe trabajar.
Efesios 6:5-6 dice:
“5Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo;
6no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios;”
Respecto a las personas que tienen un llamado al ministerio, hay muchos que se descalifican así mismos debido a su irresponsabilidad en el trabajo secular.
Aquellos que trabajan para el Señor, viéndolo como el Soberano que decide nuestra vida, recibirán la bendición.
Otra forma en que la Biblia enfatiza el punto del trabajo es la siguiente, 1 Timoteo 5:8 dice:
“8porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”
El hombre que no provee para su casa es peor que un incrédulo. Hay hombres que no quieren trabajar ni esforzarse. Alguien dijo que trabajo más difícil de la vida es el de pastor; eso siempre y cuando la persona sea un pastor responsable y verdadero.
Por otro lado, si a una persona no le importa irse al infierno, la forma más fácil de ser perezoso y no trabajar es hacerse pastor; el pastor “asalariado” puede vivir relajadamente.
Si el Señor nos coloca en el ministerio es para poder buscarlo a Él y servir con diligencia en lo que sea necesario.
Uno de los retos más difíciles de la vida es mantener un balance adecuado en nuestras prioridades, para hacer lo que debemos hacer en el momento que debamos hacerlo.
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