SUEÑOS DIVINOS

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Dios transforma nuestros sueños para algo mejor

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¿Cuántos no hemos soñado cuando dormimos? Los sueños suelen ser extraños en ocasiones. Estamos en lugares que no existen en la vida real o en ocasiones en lugares en los que nunca hemos estado. En otras ocasiones nos soñamos realizando actividades que no hacemos en la vida real.
Sin embargo, hay ocasiones en que soñamos las cosas que anhela nuestro corazón o a las que dedicamos mucho tiempo de nuestros pensamientos. ¿Cuáles habrán sido los sueños de Daniel?

Los sueños de Daniel

Algunos estudiosos de la Biblia sugieren que Daniel tenía unos catorce años cuando fue llevado cautivo a Babilonia en el 605 a.C. ¿Cuáles son los anhelos de un joven de 14 años?

¿Tener novia(o)?

A los catorce años o un poco antes los niños empiezan a fijarse en el sexo opuesto. Algunos desgraciadamente han empezado tan pronto que a esa edad se han convertido en padres.

¿Llegar a estudiar y trabajar para ayudar a sus padres?

Un gran porcentaje de familias viven en condiciones difíciles. Los hijos al ver las necesidades esperan crecer, estudiar y poder apoyar a la familia con recursos para que salgan de esas necesidades.

¿Llegar a tener un trabajo para poder comprar lo que hoy anhela?

Cuando era niño mis papás no podían comprarme muchas de las cosas que como niño me atraían y quería. Recuerdo la primera vez que recibí mi primer cheque de salario. Después de diezmarlo una segunda vez fui a comprarme la playera de mi equipo favorita.

¿Llegar a formar una familia?

A veces he escuchado a los jóvenes que no les gustaría morir sin haber amado, o que Cristo venga sin haber formado una familia.
Daniel 1:1–4 RVR60
En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios. Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.
El sitio de Jerusalén cambió la vida de Daniel y sus amigos.
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